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¿Sabremos algún día quiénes somos?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en La Mente - Filosofía    ~    Comentarios Comments (1)

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Los aspectos inconscientes de la actividad mental, como las rutinas motoras y cognitivas, así como los recuerdos, intenciones y expectativas inconscientes, las preocupaciones y los estados de ánimos, desempeñan un papel fundamental a la hora de conformar y dirigir nuestras experiencias conscientes. Todo está siempre estrechamente relacionado, nada ocurre en nosotros que no esté unido a lo que pasa en nuestro entorno, somos una parte de un todo que se llama universo y aún cuando somos autónomos en el pensamiento y en la manera de obrar, existen condicionantes exteriores que inciden de una u otra manera en nosotros, en lo que somos.

Sin la fuerza de gravedad, nuestras mentes serían diferentes (o no serían). Estamos estrechamente conectados a las fuerzas que rigen el cosmos y, precisamente, somos como somos porque las fuerzas fundamentales de la naturaleza son como son y hacen posible la vida y la existencia de seres pensantes y evolucionados que son capaces de tener conciencia de SER, de hacer preguntas tales como ¿de dónde venimos? o ¿hacia dónde vamos?

La qualia y la discriminación, correlatos neuronales de la percepción del color, ¿un grupo neuronal, un quale?, los qualia y el núcleo dinámico, los qualia en el tiempo neuronal, el desarrollo de los qualia: referencia al propio yo, lo consciente y lo inconsciente, los puertos de entrada y de salida, los bucles largos y rutinas cognitivas, aprendizaje por el estudio y la experiencia, rupturas talamocorticales: posibilidades de núcleos escindidos, la observación, el lenguaje, el pensamiento, los mensajes exteriores, la unificación de datos y la selección lógica de respuestas y por fin: el significado último de las cosas (las preguntas de la filosofía), la metafísica.

Sí, por todas estas fases del estudio y del pensamiento he tenido que pasar para llegar a una simple conclusión:

“Somos la imagen de Dios*“. No, no exagero, dentro de esa imagen de frágil físico y de escasa capacidad para poder dar respuesta a ciertas preguntas, en realidad se esconden cualidades y potenciales que no sabemos ni podemos medir. En un futuro muy lejano, seguramente nuestro cerebro se convertirá en energía pura, luz cegadora.

Dentro de nuestro ser están todas las respuestas y sólo necesitamos tiempo para encontrarlas. Nuestra mente es la energía del universo. Aún no sabemos utilizarla y pasarán, posiblemente, millones de años hasta que estemos preparados para saber lo que en realidad es la conciencia.

Mientras eso llega, algunos curiosos como yo, con más voluntad que conocimientos, tratan de especular con ideas y conceptos que nos puedan dar alguna luz sobre tan complicado problema.

Nuestra mente es una maravilla de la naturaleza, algo tan grande que a pesar de los muchos avances y conocimientos alcanzados, no podemos explicar… aún.

Está claro que como me ha comentado mi amigo José Manuel Mora esta misma mañana, la materia tiene memoria y es precisamente esa memoria, la que hace posible el avance de nuestros conocimientos a través de la mente que, sin duda, está directamente conectada con el resto del universo y las fuerzas que lo gobiernan, que son las que hacen posible su funcionamiento tal como acontece.

Pero nada es tan sencillo ni podemos hablar de lo sensorial sin tener en cuenta el plano más simple y cotidiano que está referido a la materia, a nuestro cuerpo.

Entender las claves que explican el devenir de la vida sobre este planeta, con la idea en el horizonte de aspiraciones intelectuales a que nos aboca la conciencia del SER, no resulta fácil. La complejidad de la empresa exige tener en cuenta múltiples factores que no siempre estamos preparados para comprender.

Lynn Margulis comenzó a explorar los caminos de la genética a partir de un libro escrito en el siglo XIX por Edmund B. Webs. En ese texto encontró reflexiones sobre la herencia citoplasmática y datos sobre las bacterias, entonces no muy consideradas en el estudio del origen de la vida.

La doctora Margulis, profesora del Departamento de Geociencias de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos) relacionó el papel de las bacterias con la microbiología, una ciencia surgida de la medicina, de la salud pública y del procedimiento seguido para procesar los alimentos. De ahí saltó al estudio del tema que ocupa su curso magistral: Contribución de los microbios a la evolución.

Merece por su interés, que sepamos lo que ella dijo y lo que piensa sobre este interesante asunto.

Ella centraba el curso en la enorme importancia que tenían los microbios para nosotros, no siempre bien valorados. Los microbios pueden ser definidos como organismos que no podemos ver a simple vista, y la cultura popular dice que tan sólo sirven de agentes para canalizar enfermedades, pero esa apreciación conlleva un error muy serio. Por ejemplo, el 10% del peso del cuerpo humano en seco está compuesto por microbios, sin los cuales no podemos vivir ni siquiera un día. Ellos asumen tareas tan importantes como la de generar el oxígeno del aire que precisamos para respirar. Además, tienen un papel fundamental en la evolución de la vida: todos los seres vivos considerados simples – animales, plantas, hongos, etc – están hechos de microbios en combinación simbiótica con otros organismos. Se trata de una historia que se aleja en el pasado hasta 3.500 millones de años en el curso de la vida sobre la superficie de nuestro planeta: La Tierra.

Los conceptos que maneja y esgrime la doctora en genética están encuadrados en una visión totalmente contradictoria con la religión y otros muchos conceptos culturales.

Preguntada la doctora Margulis si la mala imagen de los microbios nacía de un estudio deficiente de la microbiología, o si simplemente surgía a partir de tópicos sin fundamentos. Su contestación fue:

“La asociación de esos pequeños organismos con aspectos negativos se explica por el origen de su estudio científico, que siempre estuvo relacionado con descubrimientos ligados a la investigación en torno a enfermedades. Junto a esta idea, lo cierto es que pensamos en formas ideales que corresponden al esquema platónico de hace casi 30 siglos, cuando en realidad no existen tales ideas sino organismos que interaccionan con el medio ambiente en el que se encuentran. Esta colaboración recibe el nombre de ecología. De hecho, el concepto de independencia no tiene sentido en este campo: al margen de los microbios moriríamos inmediatamente.”

Aquel día, como casi todos los días de mi vida, aprendí cosas nuevas y muy interesantes que me confirmaron que nuestras vidas podrían ser cualquier cosa, menos simples. Es tal el nivel de complejidad implicado que, precisamente por eso, no somos capaces de explicarla al completo, sólo vamos dominando parcelas limitadas que algún día, al ser unidas, nos darán las respuesta.

emilio silvera


* Sólo en el sentido de algo grande y sublime, creador y poseedor de pensamientos. Volver

 

  1. 1
    Ramon Marquès
    el 10 de junio del 2009 a las 18:23

    Hola Emilio:
    “Nuestra mente es la energía del Universo”, o somos la imagen de Dios, ¡qué bien lo has expresado!. Lo mismo que al exponer la trascendecia de ser conscientes. Y sobre las aportaciones ecológicas de la Dra. Margulis.
    Como siempre, un abrazo. Ramon Marquès

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