Sep
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Teorías del futruro
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Física ~
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La teoría M de cuerdas es una teoría muy adelantada a su tiempo, incluso las matemáticas necesarias para desarrollarla al completo, nos son desconocidas. Por otra parte, como me he cansado de escribir en otros trabajos anteriores, la energía necesaria para verificarla, no está a nuestro alcance. Y, sin embargo, podríamos tener alguna sorpresa al llegar a ella por otros medios.
La fuerza del argumento a favor de la teoría de cuerdas parace residir en varias relaciones matemáticas notables entre “situaciones físicas” en apariencia diferentes (normalmente, algo alejadas de la física del mundo real de la Naturaleza).
¿Son una “coincidencia” estas relaciones, o hay alguna razón más profunda tras ellas? Si hablamos de matemáticas, las coincidencias sin una razón determinada, suelen ser más bien escasas. Me inclino y apuesto por el hecho de que, para muchas de estas “coincidencias” hay realmente una razón, todavía no descubierta. Aunque yo, personalmente, aconsejaría no perder de vista el número mágico, 24, de Ramanujan.
Algunos, generalmente mediocres y sin ilusiones, guiados por la envidia hacia sus compañeros más lúcidos, han llegado a decir que, los que están a vueltas con las teorías de cuerdas, no es seguro que estén haciendo física. O, si la hacen, ¿qué área de la física están explorando realmente?
Sep
1
Siempre queriendo descubrir los secretos de la Naturaleza
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Física ~
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Hacia principios de siglo se hizo una serie de observaciones desconcertantes, que condujeron al esclarecimiento. El inglés William Crookes (el del “tubo Crookes) logró disociar del uranio una sustancia cuya ínfima cantidad resultó ser mucho más radiactiva que el propio uranio. Apoyándose en su experimento, afirmó que el uranio no tenía radiactividad, y que esta procedía exclusivamente de dicha impureza, que él denomino “uranio X”. Por otra parte, Henri Becquerel descubrió que el uranio purificado y ligeramente radiactivo adquiría mayor radiactividad con el tiempo, por causas desconocidas. Si se dejan reposar durante algún tiempo, se podía extraer de él repetidas veces uranio activo X. Para decirlo de otra manera: por su propia radiactividad, el uranio se convertía en el uranio X, más activo aún.
Por entonces, Rutherfor, a su vez, separó del torio un “torio X” muy radiactivo, y comprobó también que el torio seguía produciendo más torio X. Hacia aquellas fechas se sabía ya que el más famoso de los elementos radiactivos, el radio, emitía un gas radiactivo, denominado radón. Por tanto, Rutherford y su ayudante, el químico Frederick Soddy, dedujeron que, durante la emisión de sus partículas, los átomos radiactivos de transformaban en otras variedades de átomos radiactivos.
Varios químicos, que investigaron tales transformaciones, lograron obtener un surtido muy variado de nuevas sustancias, a los que dieron nombres tales como radio A, radio B, mesotorio I, mesotorio II y Actinio C. Luego los agruparon todos en tres series, de acuerdo con sus historiales atómicos. Una serie de originó del uranio disociado; otra, del torio, y la tercera, del actinio (si bien más tarde se encontró un predecesor del actinio, llamado “protactinio”).