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6
¡¡ DEBATE !!
por Shalafi ~ Clasificado en Debates ~ Comments (29)
¡Los grandes descubrimientos perdidos! ¡Aquellas Civilizaciones del pasado! En verdad podemos decir que hemos conocido todas las raíces de la Ciencia desde Babilonia hasta los mayas. La verdad es que, la Historia de la Ciencia con la que podemos contar es, una versión redescubierta.
El logro científico más importante en toda la Historia de Occidente se atribuye generalmente a Nicolás Copérnico, que en su lecho de muerte publicó De Revolutionibus orbium caelestium. El historiador de la Ciencia Thomas Kuhn dio el nombre de “Revolución Copernicana” al conjunto de logros de este astrónomo nacido en Polonia. Representaba la ruptura definitiva con la Edad Media, un desplazamiento desde la religión hacia la ciencia, desde el dogma hacia el laicismo ilustrado. ¿Qué hizo Copérnico para convertirse en el científico más importante de todos los tiempos?
En la Escuela aprendimos que en el siglo XVI Copérnico transformó la concepción del Sistema solar, situando al Sol, en vez de la Tierra en el centro de dicho Sistema, rectificando así la obra del astrónomo griego del siglo II al que se conoce como Tolomeo. Al construir un sistema heliocéntrico, Copérnico levantó un muro de fuego entre Oriente y Occidente, entre la cultura de la magia y la superstición y la cultura científica.
Copérnico hizo más que trasladar el centro del Sistema solar de la Tierra al Sol. Esta traslación es en sí mismo importante, pero dentro de un punto de vista matemático resulta trivial. Otras culturas habían sugerido esta idea previamente. Doscientos años antes de Pitágoras, ciertos filósofos del norte del la India habían llegado a comprender que la gravitación hace que el Sistema solar se mantenga unido y que, por consiguiente, el Sol, por ser el objeto de mayor masa, tenía que estar en el centro de este Sistema. El astrónomo de la Gracia antigua Aristarco de Samos había presentado un sistema heliocéntrico en el siglo III a, de C. Los Mayas habían propuesto la idea de un sistema solar heliocéntrico hacia el año 1000 d. de C. La tarea de Copérnico fue más importante. Tuvo que reparar las resquebrajadas matemáticas del sistema de Tolomeo.
Tolomeo tuvo problemas más allá del hecho de haber elegido erróneamente el cuerpo que debía ser punto central del sistema solar. En esta cuestión no hizo más que sumarse a las creencias aristotélicas. Además, aún estaba por descubrirse una teoría de la gravitación universal que fuera coherente. Atrapado en estas dificultades iniciales, Tolomeo intentó explicar matemáticamente lo que veía desde su atalaya privilegiada de Alejandría: diversos cuerpos celestes que se movían alrededor de la Tierra.
Como podéis haber comprendido ya, sólo estoy tratando de dar al Debate un comienzo, algún punto por el que empezar, aunque, como aquí somos libres, podemos comentar sobre cualquiera de esos descubrimientos perdidos y olvidados, llenos de polvos en Museos o Bibliotecas del Mundo, y, está claro que, gran parte de los conocimientos científicos del mundo antiguo –tanto de Gracia como de Babilonia, Egipto, la India o China (entre otros)- fue encauzada por Occidente a través de España.
Es lógico que si nos vamos a referir a esos descubrimientos antiguos (más o menos) pensemos en las matemáticas como el lenguaje de la Ciencia en Egipto, Mesopotamia, la India, El mundo árabe, Mesoamérica…
En astronomía el Nuevo mundo, Oceanía, El viejo Mundo, Mesopotamia, Egipto, la India, el Islam, China…
Cosmología: aquella religión de los viejos tiempos: Mesopotamia, la India, Oceanía, La Mesoamérica maya.
Física: partículas, vacíos, campos. China, la India, Oriente Medio: Persia, El Islam.
Geología: Historias de la Tierra
El mundo antiguo: Oriente Medio, Asia Occidental
El Mundo Antiguo: Egipto, África.
La India-Sumer
La China antigua
Oriente Medio
La India Medieval y China
África Medieval
América del Sur: el Imperio Incaico (1100.1530)
Isleños del Pacífico
Los aborígenes australianos y Nueva Guinea
Química: Egipto, África occidental, Oriente Medio, El Islam, La India, América del Sur, Mesoamérica: los mayas y los aztecas
Tecnología: la máquina como medida del hombre
Mesopotamia
Mesoamérica
África
La India China
Está claro que, con estas relación de países o continentes por materias, sólo trata de dar un simple apunte de por donde pueden ir los comentarios de esa sabiduría de la antigüedad que, más tarde, fue la base del saber del que hoy podemos disfrutar. En aquellos lugares y en aquellas épocas tan lejanas, todo se desenvolvía en un contexto que difiere mucho del nuestro –es mucho el tiempo que nos separa-, y, sin embargo, allí está la base de lo que hoy somos.
Rindámosle un homenaje –bien merecido lo tienen- con nuestros comentarios en este DEBATE, en el que, cada cual, podrá hablar de lo que más le apetezca de lo que en aquellos lugares y aquellos tiempo pudo pasar.
emilio silvera
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el 10 de febrero del 2010 a las 15:30
Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Esta engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención: “Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre varios simultáneamente posibles”. Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde luego, no creo que se marche cuando dormimos; ella no nos deja nunca.
La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos. Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos han sido los temas que hayan preocupado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.
Para Descartes, como para James más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo lo conocemos).
Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo cierto es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.
Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del universo que el de nuestros propios cerebros.
¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo?
¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente?
Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un número ingente de estados conscientes distintos.
¿Qué pintará el “Alma” en todo esto?
el 10 de febrero del 2010 a las 15:33
Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las consciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de alta complejidad, que podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.
La consciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.
Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos, y aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que de momento los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el universo.
Si eso es así, resultará que después de todo no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y sólo se trata de tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del universo que ahora presentimos.
¿Podríamos hablar entonces de Alma?
el 11 de febrero del 2010 a las 1:06
De tu imagen del Día, el titulo me llama la atención ” Nebulosa de la Paz y la Guerra”, poco sino nada se al respecto de esta nebulosa, pareciera ser parte de la constelación de Scorpius.
Haber si alguien me ayuda con algunos datos.
el 11 de febrero del 2010 a las 8:14
Amigo Abdel, tampoco yo se nada al respecto, ya que, el Administrador tiene un sistema automático que coloca una imagen cada día de manera aleatoria, supongo.
De todas las maneras, si es como dices, por ahí andará antares y también X-1, la fuente más brillante de rayos X.
Un saludo amigo.
el 11 de febrero del 2010 a las 8:27
En este DEBATE nos ocupamos de mencionar o referir cualquier acontecimiento que contribuyera al saber del mundo y, de aquellas cicilizaciones que fueron las que pusieron los cimientos sobre los que hoy caminos. Sin embargo, en ese largo recorrido, no debemos olvidar a personas individuales que, con su inmenso ingenio, también posibilitaron avances importes.
Simples pensamientos recordando
De vez en cuando, como pequeño homenaje, he dejado aquí la referencia de algún personaje de la Física que, con su trabajo e ingenio, le dio a la Humanidad la herramienta para que pudiera seguir avanzando en el difícil laberinto de la Cienca, y, no hace mucho que se cumplió el centenario de la muerte de Ludwig Boltzmann (Viena, 1.844 – Duino, cerca de Trieste, 1.906), que es sin duda uno de los físicos más ilustres del siglo XIX.
El trabajo científico desarrollado por Boltzmann en su época crítica de transición que puso el colofón a la física “clásica” – cuya culminación podríamos situar en Maxwell – y antecedió (en pocos años) a la “nueva” física, que podemos decir que comenzó con Max Planck y Einstein. Aunque ciertamente no de la importancia de los dos últimos, la labor científica de Boltzmann tiene una gran relevancia, tanto por sus aportaciones directas (creador junto con “su amigo” Maxwell y Gibbs de la mecánica estadística, aunque sea el formulismo de éste último el que finalmente haya prevalecido; esclarecedor del significado de la entropía, etc.) como por la considerable influencia que tuvo en ilustres físicos posteriores a los que sus trabajos dieron la inspiración, como es el caso de los dos mencionados, Planck y Einstein.
Boltzmann fue un defensor a ultranza del atomismo, polemizando sobre todo con Mach y Ostwald, antiatomistas partidarios de la energética y claros exponentes de la corriente idealista de la física alemana. Tuvo que abandonar su ambiciosa idea de explicar exactamente la irreversibilidad en términos estrictamente mecánicos; pero esta “derrota”, no ocultaré que dolorosa desde el punto de vista personal, le fue finalmente muy productiva, pues de alguna manera fue lo que le llevó al concepto probabilista de la entropía. Estas primeras ideas de Boltzmann fueron reivindicadas y extendidas, en el contexto de la teoría de los sistemas dinámicos inestables, sobre todo por la escuela de Prigogine, a partir de la década de 1.970.
La personalidad de Boltzmann era bastante compleja. Su estado de ánimo podía pasar de un desbordante optimismo al más negro pesimismo en cuestión de unas pocas horas. Era muy inquieto; él decía – medio en serio, medio en broma – que eso se debía a haber nacido en las bulliciosas horas finales de los alegres bailes del Martes de Carnaval, previas a los “duelos y quebrantos” (entonces) del Miércoles de Ceniza.
Su lamentable final, su suicidio en Duino (Trieste) el 5 de septiembre de 1.906, muy probablemente no fue ajeno a esa retorcida personalidad, aunque su precaria salud física fue seguramente determinante a la hora de dar el trágico paso hacia el lado oscuro.
Uno de los problemas conceptuales más importantes de la física es cómo hacer compatible la evolución irreversible de los sistemas macroscópicos (el segundo principio de la termodinámica) con la mecánica reversible (las ecuaciones de Hamilton o la ecuación de Schrödinger) de las partículas (átomos o moléculas) que las constituyen. Desde que Boltzmann dedujo su ecuación en 1.872, este problema ha dado lugar a muy amplios debates, y el origen de la irreversibilidad es, aún hoy en día, controvertido.
En una de sus primeras publicaciones, Boltzmann obtuvo en 1.866 una expresión de la entropía, que había sido definida un año antes por Clausius, basado en conceptos mecánicos. Las limitaciones de este trabajo eran que su aplicación se restringía al estudio de los gases y que el sistema era periódico en el tiempo. Además, Boltzmann no pudo deducir de su definición de entropía la irreversibilidad del segundo principio de la termodinámica de Clausius. En 1.868, basándose en las ideas probabilísticas de Maxwell, obtuvo la distribución de equilibrio de un gas de partículas puntuales bajo la acción de una fuerza que deriva de un potencial (distribución de Maxwell-Boltzmann).
En 1.872 publicó la denominada ecuación de Boltzmann para cuya deducción se basó, aparentemente, en ideas mecánicas. Esta ecuación contiene, sin embargo, una hipótesis no mecánica (estadística) o hipótesis del caos molecular, que Boltzmann no apreció como tal, y cuya mayor consecuencia es que, cualquiera que sea la distribución inicial de velocidad de un gas homogéneo diluido fuera del equilibrio, ésta evoluciona irreversiblemente hacia la distribución de velocidad de Maxwell. A raíz de las críticas de Loschmidt (paradoja de la reversibilidad) y Zermelo (paradoja de la recurrencia), Boltzmann acabó reconociendo el carácter estadístico de su hipótesis, y en 1.877 propuso una relación entre la entropía S de un sistema de energía constante y el número de estados dinámicos W accesibles al sistema en su espacio de fases; esto es, la conocida ecuación S = kB ln W, donde kB es la constante de Boltzmann. En esta nota, se hace una breve descripción de la ecuación de Boltzmann y de la hipótesis del caos molecular.
La ecuación de Boltzmann describe la evolución temporal de un gas diluido de N partículas puntuales de masa m contenidas en un volumen V que interaccionan a través de un potencial de par central repulsivo V(r) de corto alcance a. Como simplificación adicional, considérese que sobre las partículas no actúan campos externos. Si f1(r,v,t) indica la densidad de partículas que en el tiempo t tienen un vector de posición r y velocidad v, que está normalizada en forma:
∫dr ∫dvƒ1(r,v,t) = N
Su evolución temporal es la suma de dos contribuciones. En ausencia de interacción, las partículas que en el tiempo t tienen vector de posición r y velocidad v se encuentran, después de un intervalo de tiempo Δt, en r + v Δt y tiene la misma velocidad. Como
f1(r + vΔt,v,t + Δt) = f1(r,v,t)
en el límite Δt → 0 (2) se escribe:
∂1 f1(r,v,t) = – v∂r f1(r,v,t)
Que es una ecuación invariante bajo el cambio t → – t y v → – v. La evolución es, por tanto, mecánica.
Este apunte sólo trata de plasmar un homenaje a Boltzmann fallecido no hace mucho, y de ninguna manera quiero convertirlo en algo tedioso y lleno de ecuaciones (en las que me adentro sin querer), así que, pasemos a la forma dinámica y más sencilla para el lector de simples explicaciones escritas, evitando las fórmulas y ecuaciones en las que más arriba me sumergí.
No pienso que Boltzmann creyera en la existencia real de los átomos, pero sí en su utilidad e incluso en su necesidad para comprender las leyes macroscópicas y la evolución irreversible de los fenómenos macroscópicos desde una base más fundamental que el nivel fenomenológico. Pero había quien (con autoridad) no creía ni en la existencia ni en su utilidad. Este debate no era ajeno a las tendencias ideológicas, religiosas y usos sociales de aquella época porque, en general, la ciencia es parte de la cultura y depende del momento histórico que viven los científicos, al fin y al cabo, seres humanos como los demás, influenciables por su entorno en una gran medida.
Por el siglo XIX, e incluso antes, ya se hablaba de “átomos”* y una rudimentaria teoría cinética de los gases gozaba de aceptación y utilidad científica (recordemos los trabajos de Benoulli, Dalton, Laplace, Poisson, Cauchy, Clausius, Krönig… y Maxwell). Pero fue Boltzmann quien definitivamente profundizó en la cuestión, para el estudio del equilibrio y, sobre todo, intentando explicar mecánicamente (mecano-estadísticamente) la evolución termodinámica irreversible y la descripción de los procesos de transporte ligados a ella. Y, nuevamente (por su enorme importancia) no podemos dejar de mencionar la muy singular labor que hicieron Gibbs, Einstein, Planck, Fermi y otros. Sin la motivación ideológica de Boltzmann, Gibbs elaboró una bellísima, útil y hoy dominante formulación (cuerpo de doctrina) de la termodinámica y física estadística.
Fue Lorentz quien primero utilizó la ecuación de Boltzmann y lo hizo para describir la corriente eléctrica en sólidos dando un paso significativo por encima del pionero Drude. Lorentz introdujo un modelo opuesto al browniano donde partículas ligeras como viento (electrones) se mueven chocando entre sí y con árboles gordos (tales como iones en una red cristalina); un modelo del que se han hecho estudios de interés tanto físico como matemático. Enskog (inspirándose en Hilbert) y Chapman (inspirándose en Maxwell) enseñaron cómo integrar la ecuación de Boltzmann, abriendo vías a otras diversas aplicaciones (hidrodinámica, propagación del sonido, difusión másica, calor, fricción viscosa, termoelectricidad, etc.). Recordemos que Boltzmann encontró como solución de equilibrio de su ecuación una distribución de velocidades antes descubierta por Maxwell (hoy, como reseñé anteriormente, de Maxwell-Boltzmann), por lo que concluyó que así daba base microscópica mecánica (teorema H mecano-estadístico) al segundo principio de la termodinámica (estrictamente, evolución de un sistema aislado hacia su “desorden” máximo)*.
Está claro que ningún físico que se precie de serlo puede visitar Viena sin visitar el parque Zentralfriedhof para ver la tumba de Boltzmann. Yo no soy más que un físico aficionado, y sí me pasé por allí. Me senté junto a la tumba; el lugar estaba desierto, y cerrando los ojos traté de conectar con la conciencia del genio. La sensación, extraña y agradable, seguramente fue creada por mi imaginación, pero creo que charlé con él en el interior de mi mente – la fuerza más potente del universo* – y aquellos sentimientos, aquel momento, compensaron el esfuerzo del viaje.
En la tumba, sobre una gran lápida de mármol de color blanco con los nombres Ludwig Boltzmann y de los familiares enterrados con él, sobre el busto de Boltzmann, se puede leer la inscripción, a modo de epitafio:
S = k log W
Esta sencilla ecuación es la mayor aportación de Boltzmann y una de las ecuaciones más importantes de la física. El significado de las tres letras que aparecen (aparte la notación del logaritmo) es el siguiente:
En esta breve ecuación se encierra la conexión entre el micromundo y el macromundo, y por ella se reconoce a Boltzmann como el padre de la rama de la física conocida como mecánica estadística.
Como todas las ecuaciones sencilla de gran trascendencia en la física (como la famosa E = mc2), hay un antes y un después de su formulación: sus consecuencias son de un calado tan profundo que cambiaron la forma de entender el mundo, y en particular, de hacer física a partir de ellas. De hecho, la sutileza de la ecuación es tal que hoy, cien años después de la muerte de su creador, se siguen investigando sus nada triviales consecuencias. Creo que lo mismo ocurrirá con α = 2πe2/ħc que, en tan reducido espacio y con tan pocos símbolos, encierra los misterios del electromagnetismo (el electrón), de la constante de Planck (la mecánica cuántica), y de la luz (la relatividad de Einstein), todo ello enterrado profundamente en las entrañas de un número: 137.
emilio silvera
* Demócrito de Abdera, antes de Cristo. Volver
* Entropía. Volver
* La mente en general, no la mía en particular. Volver
el 11 de febrero del 2010 a las 11:44
Haciendo caso al primer párrafo de Emilio y aunque lo que pongo ahora lleva tanta dosis teórica como experimental. Para mi uno de los mayores avances tecnológicos de la Humanidad.
Mi homenaje para los físicos: William Shockley (1910 – 1989), John Bardeen (1908 -1991) y Walter Brattain (1902 – 1987)
Como no tengo tiempo pego un artículo sobre el tema: EL TRANSISTOR (FUENTE: http://www.qsl.net)
LOS PRIMEROS 50 AÑOS DEL TRANSISTOR
23 DE DICIEMBRE DE 1947. Para muchos técnicos de electrónica de la
época – mediados del siglo XX – la fecha mencionada no parecía ser
diferente de muchas otras que habían tenido lugar antes y que
podían tener lugar después. Y sin embargo ese era el día señalado
para introducir un componente tan importante como lo fue el primer
semiconductor capaz de aportar amplificación.
Efectivamente, los doctores William Shockley (1910 – 1989), John
Bardeen (1908 -1991) y Walter Brattain (1902 – 1987) habían
inventado, en los laboratorios Bell de los Estados Unidos, el
primer transistor. Cabe recordar también que el término TRANSISTOR
le fue dado a este invento por otro integrante de los laboratorios
Bell, el ingeniero J. R. Pierce, quien acostunbraba declarar que
“la naturaleza aborrece los tubos al vacío”, indicando así que
desde un punto de vista práctico los semiconductores eran mucho
más NATURALES que los dispositivos que requerían un vacío perfecto
para poder funcionar en un planeta como el nuestro, que posee una
atmósfera de aire. Desde luego, esta apreciación debe ser tomada
como una aseveración puramente académica, ya que los dispositivos
al vacío existen y nos prestan buenos servicios, a pesar de que su
fabricación requiera una serie de facetas que un dispositivo de
estado sólido no necesita.
En cuanto al nombre dado a este nevo dispositivo semiconductor,
cabe señalar que está científicamente bien elegido,ya que se ubica
en la misma línea que RESISTOR, CAPACITOR, INDUCTOR, CONDUCTOR
y otros dispositivos pertenecientes a la gran familia de aquellos
que básicamente funcionan sin vacío. Por el contrario, los
dispositivos que requieren de vacío como parte integrante de su
funcionamiento son aquellos que están basados en la emision de
electrones, y usan por lo tanto el sufijo trón en su nomenclatura:
MAGNETRON, PLIOTRON, KENOTRON, etcétera.
Recordamos que en la época de la introducción del transistor en la
Argentina,aduciendo supuestas razones técnicas y linguísticas, una
revista técnica local organizó una encuesta para renominar el
nuevo; pero finalmente los lectores opinaronque el nombre tenía
su justificación y el tema perdió actualidad.
LA PREHISTORIA: Las investigaciones que condujeron a la invención
del transistor fueron en realidad la culminación de muchas otras
que podemos reconocer como iniciadas en 1876 con el físico alemán
Karl Ferdinand Braun (1850 – 1918, Premio Nobel en 1909), quien
demostró características poco usuales de conductividad eléctrica
en cristales. En la década de 1880 varios científicos, entre ellos
el francés Edmond Becquerel (1878 – 1953), encontraron que las
características conocidas más adelante como semiconductividad
podían emplearse con utilidad en diversas aplicaciones eléctricas.
A partir de 1833 estas investigaciones se sobrepusieron con otras
muy importantes, relacionadas con el efecto Edison.
En efecto, los descubrimientos del norteamericano Thomas Alva
Edison (1847 – 1931) fueron la base para la invención del diodo al
vacio, desarrollado en 1904 por John Fleming, y los sucesivos
perfeccionamientos del triodo al vacío de Lee De Forest en 1906
y del amplificador valvular de Irving Lamuir alrededor de 1920.
Estos desarrollos de la electrónica al vacío frenaron por muchos
años casi cualquier avance de las técnicas del semiconductor.
En 1939 los científicos Jack Scaff y Henry Theurer, de los
laboratorios Bell, descubrieron áreas especiales en el silicio,que
que fueron clasificadas como positivas (tipo p) y negativas
(tipo n). Este desarrollo permitió reconocer en el silicio un
material apto para crear semiconductores. En diciembre de ese
mismo año el ya mencionado William Shockley anota en su libreta de
informes de laboratorio que puede pensarse el concepto de un
semiconductor como componente apto para fines de amplificación.
La Segunda Guerra Mundial interrumpe todo desarrollo no conectado
con fines bélicos y recién en 1945 se reanudan los esfuerzos de
investigación dirigidos a objetivos civiles.
Un grupo de científicos comienza entonces a seguir el estudio de
los materiales semiconductores y su aplicación en dispositivos
electrónicos de toda índole.
El 23 de diciembre de 1947 los investigadores citados al comienzo
de esta nota comunican su invención: el transistor de contactos
por puntos. Shockley, Bardeen y Brattain hacen demostración de un
amplificador provisto con este transistor primitivo que permite
reproducir música a través de un altoparlante. El Invento no causa
ninguna sensación especial en el mundo. Recién el 1 de julio de
1948 un diario, el New York Times, publica algo al respecto en su
sección de radio. Aún nadie se había dado cuenta del impacto que
sólo unos pocos años después iba producir toda noticia relacionada
con los semiconductores.
Los investigadores de la Bell trabajaron luego con otros
materiales como el germanio, y en 1951 se desarrolla el transistor
por juntura, más confiable y fácil de producir que el transistor
de puntos. En 1952 tiene lugar un simposio al cual asisten firmas
como General Electric, Texas Instruments y una pequeña empresa
que años más tarde se transformará en Sony Electronics,
difundiéndose allí los pocos secretos que por aquel entonces había
en la industria del semiconductor.
En 1953 se desarrollan las primeras obleas de cristales de silicio
lo cual será la base para la fabricación de chips para circuitos
integrados. Ese mismo año Texas Instruments vende sus primeros
transistores de silicio, y poco después se descubren nuevas
técnicas para la introducción de impurezas en forma controlada en
el material de base. En 1956 los tres inventores del transistor,
Shockley, Bardeen y Brittain, reciben el Premio Nobel en Física
por sus trabajos en tal sentido.
LA HISTORIA ACTUAL: Desde los primeros momentos de la existencia
del transistor, llamó la atención tanto de legos como de expertos
su importante diferencia de tamaño con respecto a las válbulas.
Esta diferencia, que desde un comienzo permitió reducir las
dimensiones de los equipos electrónicos que hicieron uso de esta
nueva tecnología, fue creciendo con la evolución de los circuitos
integrados, cuya reducción de tamaño sería simplemente apabullante.
En la actualidad, los semiconductores de todo tipo, tanto
transistores como circuitos integrados y otros, ocupan un lugar
importantísimo en todo el rubro de la electrónica. Uno de los
expertos de la materia expresó este pensamiento de la siguiente
manera: “Si la industria del automóvil hubiera progresado en forma
parecida a la de los semiconductores, hoy en día un Cadillac
tendría un costo de 50 dólares, recorrería 1.000 kilometros con
5 litros de combustible y sería más barato abandonarlo que
estacionarlo”. Palabras fuertes, por cierto, sobre todo porque
parecen ser ciertas.
el 11 de febrero del 2010 a las 18:42
Amigo Zephyros, gracias, me ha encantado recordar todas las cosas que repasa el reportaje y a los personajes que, como bien apuntas, merecen al menos un recuerdo y desde luego, me uno al merecido homenaje. LLegados a este punto, cabría preguntarse: ¿Cuánto debemos a los Laboratorios Bell?
el 11 de febrero del 2010 a las 18:59
El pequeño homenaje que ha querido dar nuestro compañero a los personajes del Transistor, me trae a la memoria que, también se merecen un homenaje muchas mujeres que, a lo largo de la Historia de la Ciencia, han contribuído de manera destacada a que avancemos en muchas disciplinas científicas que hicieron posible el avance de la Humanidad.
El el Volumen 20 Número 2 de 2006 de la Revista Española de Física, tuvieron el detalle de acordarse de ellas y, aunque reducido al campo de la Física, dieron un merecido homenaje a todas ellas que, destacadas en los distintos campos de esta compleja disciplina, contribuyeron con su sabiduría y no pocas veces con su sacrificio, a que la Física siguiera adelante.
Si hacemos un poco de historia y recurrimos a los archivos de los distintos Organismos Científicos, Universidades, Centros de Investigación, etc. que en España y en todo el mundo han evolucionado, resulta evidente que, aquellos tiempos en que la mujer estaba marginada en estas áreas del saber, han quedado (menos mal) muy lejos. Bastaría con mirar la nómina de todos esos Centros de Poder Científico, Observatorios, Centros de Investigación, y demás Órganos en los que se cuecen las líneas a seguir y se marcan las directrices de Programas y Experimentos, muchas son las mujeres que están al frente de todos ellos.
El más reciente ejemplo, lo podemos tomar del pasado Año Internacional de la Astronomía 2009, en el que, Montserrat Villar en España y otras mujeres en los Nodos de sus paises, estaban al frente del importante evento.
Bueno, paro aquí, sólo quería dejar mi agradecimiento personal a estas mujeres que, no pocas veces, han tenido que sufrir vejaciones e humillaciones injustas por el simple hecho de “ser mujeres”.
¡Mi admiración para todas ellas, tanto las del pasado como las del presente y las del futuro que vendrá!
el 12 de febrero del 2010 a las 2:58
Emilio.-
Esto me gusta cada día mas, todos y cada uno aportando sus conocimientos y con ello entregandonos nuevas luces de cosas que a veces ignoramos.
De seguir así, todos vamos a aprender mucho.
el 12 de febrero del 2010 a las 7:51
Tanto la ciencia como la filosofía provienen de la idea de que existía un cosmos que era lógico, parte de un orden natural que podía, dado el tiempo necesario, ser entendido.
Parménides, nacido hacia el año 515 a. de C. en Elea, (la actual Velia) en Italia meridional, entonces parte de Magna Grecia, quien inventó el primer método “filosófico” en el sentido en que hoy entendemos el término. Parménides prefería resolver las cosas a través de procesos mentales, es decir, mediante el pensamiento puro, lo que denominaba el noema. Al creer que ésta era una alternativa variable y viable a la observación científica, creó una división en al vida mental que se ha mantenido hasta nuestros días. Era conocido como sofista, término que significa básicamente hombre sabio (sophos) o amante de la sabiduría (philo-sophos). Hoy el término moderno, filósofo, oculta su carácter práctico de los sofistas de la Grecia antigua.
El estudioso de los clásicos Michael Grant, dice que los sofistas fueron la primera forma de educación superior (al menos en el mundo de occidente) al convertirse en maestros que viajaban de un lado a otro impartiendo clases a cambio de unos honorarios. Las materias que enseñaban eran variadas y lo mismo daban clase de retórica (para discípulos futuros políticos, de asambleas del pueblo que, admiraban a los buenos oradores), la matemática, la lógica y la astronomía.
Los sofistas eran expertos en defender puntos de vista distintos y ello hizo con el tiempo, que prevaleciera el método de que na buena preparación nos puede llevar a la razón mediante la confrontación de ideas dispares.
El más famoso de los sofistas griegos fue Protágoras, nacido en Abdera, Tracia, hacia el año 490 a. de C., y, fallecido después de 421 o 411 a. de c. su escepticismo le hizo famoso. Él fue el que dijo: “el hombre es la medida de todas las cosas”.
Así fue como nació la Filosofía, pero los tres grandes filósofos griegos por excelencia fueron Sócrates, Platón y Aristóteles. Platón es el ejemplo de todas las ventajas y debilidades de la aproximación al mundo desde el “pensamiento puro”. Defendió la inmortalidad del Alma. Con gran ingenio, Platón consideró también la matematización de la Naturaleza. El cosmos, sostuvo, que a partir del caos fue creado y su orden es todo el Universo.
Unió la idea de Empédocles sobre las cuatro semillas de todo lo que existe-tierra, agua, fuego y aire- y las unió a la influencia de Pitágoras para considerar que todo era reducible a triángulos, la entidad básica del mundo. Atomización geométrica que explicaba tanto la estabilidad como el cambio.
Está claro que toda esta gente “pensaba”. Sócrates creía que su misión en el mundo era hacer pensar a la gente, así que, continuamente les planteaba acertijos y juegos mentales (lo mismo le gustaba hacer a Einstein 2500 años después).
De Aristóteles hemos hablado muy ampliamente en otros trabajos y no es cosa de repetirse.
Aquí nos limitamos a dejar algunos datos sobre el origen de la cultura y el conocimiento científico y filosófico
Las tragedias griegas populares de Tespis, Frínico y otros, dieron paso a los tres grandes trágicos atenienses: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Aristóteles consideraba que, Edipo rey, era la mejor obra de teatro que conocía debido a su tensión dramática y a su preocupación por la relación entre autoconocimiento e ignorancia. De hecho, la influencia de esta obra se extiende a nuestros días gracias a Freíd y el complejo de Edipo. Sin embargo, el principal tema de Sófocles era que el hombre está con frecuencia atrapado por fuerzas que le superan.
Las obras de Homero y de los grandes trágicos estaban basadas en el mito entremezclado con una buena parte de historia real, pero nadie sabe a ciencia cierta cuánta. Sin embargo, parece que puede atribuirse a los griegos la invención de la Historia propiamente dicha, un relato de acontecimientos independiente del mito, si bien contada de manera muy distinta a como se recoge en nuestros días.
A Herodoto (480-425 a. de C.) por lo general, se le consideraba “el padre de la historia”, aunque parece que le gustaban los buenos relatos y al contar los sucesos se tomaba algunas licencias literarias que aumentaban y embellecían los hechos. Escribió sobre las guerras griegas (Atenas contra Esparta y las invasiones de Grecia por los ejércitos de los reyes persas).
Podríamos continuar en Grecia y con su gente, sin embargo, tengo que hablar de otras cosas, el legado Griego y los anteriores aquí referidos, son “los culpables” de que ahora estemos al nivel de conocimiento en el que nos encontramos.
Puede que sea injusto dejar de lado el Imperio Romano, pero hoy, no le ha tocado.
Aunque Bagdad significa “Regalo de Dios”, la ciudad también era conocida como la “Ciudad Redonda” debido a su forma circular. La nueva metrópolis fue construida en cuatro años, labor para la cual, se dice Al-Mansur empleó a unos cien mil trabajadores, artesanos y arquitectos. El gobernante eligió esta ubicación en parte porque era fácil de defender, y en parte porque el Tigres le daba acceso a lugares tan alejados como china y, río arriba, Armenia. Las ruinas de Ctesifonte se convirtieron en la cartera principal para la nueva ciudad.
Los grandes califas de Bagdad fueron el mismo al-Mansur, el segundo califa abasí, Al-Mahdi, el tercero, y Harun al-Rashid (786-809) y su hijo aL-Ma’mun. (Aunque para entonces la ciudad de Bagdad había sido construída hacía relativamente poco tiempo, ya había pasado de casi no existir a ser el centro y un centro mundial de enorme riqueza e importancia internacional, único rival verdadero de Bizancio).
El palacio real ocupaba un tercio de la ciudad redonda y el lujo de su interior era legendario. La esposa y prima del califa “no toleraba en su mesa recipientes que no estuvieran hechos de oro o plata”, y se cuenta que en una ocasión, para recibir a unos dignatarios extranjeros, se realizó un desfile que incluyó la participación de un centenar de Leones.
Las crónicas de aquellos tiempos que han podido ser salvadas, dicen que en el salón del Árbol se construyeron pájaros de plata de tal forma que “gorgojearan automáticamente”. Los puertos de la ciudad siempre estaban llenos de naves procedentes de China, África y de la India.
Gente de todo el mundo conocido acudía en tropel a Bagdad, su ubicación hacía que fuera fácil de alcanzar desde la India, Siria y, lo que era aún más importante, Grecia y el mundo helénico. En particular, estaba muy cerca de un centro de estudios admirable que para entonces ya existía al suroeste de Persia, en Gondeshapur.
A comienzos de siglo IX, el mundo islámico tuvo la fortuna de contar con un califa de mente abierta, al-Ma’mun, que acogió la idea de reconciliar el Corán con los criterios de la razón humana. Se dice que al Ma’mun tuvo un sueño (acaso el sueño más importante y afortunado de la historia) en el que se le aparecía Aristóteles, y debido a ello envió a sus emisarios a lugares alejados como Constantinopla en búsqueda de tantos manuscritos griegos como pudieran encontrar y fundó en Bagdad un centro dedicado a la traducción.
En algún momento de año 771 un viajero indio llegó a Bagdad llevando consigo un tratado de astronomía, un Siddhanta, que al-Man’sur insistió en hacer traducir. Este tratado se conocería en la ciudad como el Sindhind. El mismo viajero traía también un tratado matemático, que introdujo un nuevo conjunto de numerales, el 1,2,3,4, etc., que es el que todavía utilizamos (antes de ello los números debían ser escritos siempre como palabras o usando letras del alfabeto). Estos números se denominarían luego numerales arábigos, aunque en la actualidad (al menos entre los matemáticos) se prefiere denominarlos numerales indios. La misma obra introdujo el o, que quizá fue originalmente concebido en China. La palabra árabe para designar el 0, zep-hirum, es el origen de nuestras palabras “cifras” y “cero”.
El encargado de traducir ambas obras al árabe fue Muhammad ibn-Ibrahim al-Fazari, en cuyo trabajo se bazó en buena medida el famoso astrónomo musulman al-khwazizmi.
Los árabes no se interesaron especialmente por la poesía, el teatro y las historias griegas. Tenían sus propias tradiciones literarias y sentían que éstas eran más que suficientes. No obstante, la situación era muy diferente en el caso de la medicina de Galeno, las matemáticas de Euclides y Ptolomeo, y la filosofía de Platón y Aristóteles.
El principal, o por lo menos el primer pensador musulman que concibió un cuadro general de las ciencias fue al-Farabi (sobre 950), cuyo catálogo Ihsa al-ulum, conocido en latin como De Scentiis, organizó las diferente disciplinas y saberes de la siguiente forma:
ciencias lingüísticas.
lógica.
matemáticas (incluía la música).
astronomía y la óptica.
física.
Metafísica,
política.
jurisprudencia, y
teología.
Posteriormente, Ibn Sina dividiría las ciencias racionales en especulativas (que buscan la verdad) y prácticas (que buscan el bienestar).
En las principales ciudades islámicas se crearon bibliotecas y centros de estudio, basado en su mayoría en el modelo griego que los árabes habían descubierto tras conquistar Alejandría y Antioquia. La más famosa de estas instituciones fue la Casa de la Sabiduría (Batí al-Hikma) fundada por aL-Ma’mun en el año 833. Fueron innumerables las traducciones que allí se realizaron como la Física de los Griegos y los siete libros de anatomía de Galeno, o las obras de Platón, Hipócrates y otros como Euclides, Arquímedes, Ptolomeo (entre ellas el Almagesto) y Apolunio. Gracias a estos trabajos conocemos hoy un mayor número de obras griegas, ya que, desgraciadamente, con la barbaridad cometida al incendiar la biblioteca de Alejandría, perdimos un enorme tesoro de la Humanidad.
Por aquellos tiempos, ya gente como Ibn Qurra e Ibn Ishaq, midieron y calcularon para concluir que la Tierra era redonda.
La situación en filosofía y literatura, áreas en las que el éxito de cristianos y paganos subrayaba lo abierta que era Bagdad, tampoco era diferente al movimiento de los demás disciplinas.
Abú Bishr Malta bin Yunus, un colega cercano del famoso al-Farabi y quien intentó reconciliar Aristóteles y el Corán, era cristiano y estudió en Bagdad. Uno de los poetas más importantes del siglo VII y comienzos del siglo VIII también era cristiano, Ghiyath ibn aL-salt, de cerca de al-Hirab, sobre el Éufrates, quien incluso fue llevado a la Meca por su califa. Aunque fue nombrado poeta de la Corte, se negó a convertirse, a renunciar a su adicción al vino y a llevar su cruz.
No es ningún secreto que la obra más famosa de la denominada literatura árabe, Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), era en realidad una antigua obra persa. Hazar Afsana ( un millar de cuentos), que contenía distintos relatos, muchos de los cuales eran de origen Indio. Con el paso del tiempo, se hicieron adiciones a esta obra, no sólo a partir de fuentes árabes, sino también griegas, hebreas, turcas y egipcias. La obra que hemos leído (casi) todos, en realidad, es un compendio de historias y cuentos de distintas nacionalidades, aunque la ambientación que conocemos, es totalmente árabe.
Además de instituciones de carácter académico como la Casa de la Sabiduría, el Islam desarrolló los hospitales tal como los conocemos hoy en nuestros días. El primero y más elaborado, fue construido en el siglo VIII bajo aL-Rashid (el Califa de Las Mil y una noches), pero la idea se difundió con rapidez. Los hospitales musulmanes de la Edad Media que existían en Bagdad, El Cairo o Damasco, por ejemplo, eran bastante complejos para la época. Tenían salas separadas para hombres y mujeres, salas especiales dedicadas a las enfermedades internas, los desordenes oftálmicos, los padecimientos ortopédicos, las enfermedades mentales y contaban con casa de aislamiento para casos contagiosos.
El Islam, en este campo, también estaba muy avanzado, e incluso tenían clínicas y dispensarios ambulantes y hospitales militares para los ejércitos. Allí, en aquel ambiente sanitario, surgió la idea de farmacia o apotema, donde los farmaceutas, tenían que aprobar un examen, antes de preparar y recetar medicamentos.
La obra de Ibn al-Baytar Al-Jami’fi al-Tibb (Colección de dietas y medicamentos simples) tenía más de un millar de entradas basadas en plantas que el autor había recopilado alrededor de la costa mediterránea. La noción de sanidad pública también se debe a los árabes que, visitaban las prisiones para detectar y evitar enfermedades contagiosas.
Grandes médicos islámicos como Al-Razi, conocido en occidente por su nombre latino, Rhazes, nació en la ciudad persa de Rayy y en su juventud fue alquimista, después de lo cual se convirtió en erudito en distintas materias. Escribió cerca de doscientos libros, y aunque la mitad de su obra está centrada en la medicina, también se ocupó de temas teológicos, matemáticos y astronómicos. ¡Todo un personaje! Fue el primer médico Jefe del gran hospital de Bagdad. Se dice que para elegir el sitio de ubicación del hospital, primero colgó tiras de carne en distintos lugares de la ciudad, y, finalmente eligió aquel donde la carne era menos putrefacta.
¡Qué cosas!
emilio silvera (de mi libreta Rumores del saber).