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Complementando el Debate. ¿Hombre o Robot?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (3)
He dado muchas vueltas a la IA y a la consciencia de los seres vivos. Las conclusiones a las que he podido llegar son que el pensamiento consciente debe involucrar componentes que no pueden ser siquiera simulados adecuadamente por una mera computación; menos aún podría la computación por sí sola, provocar cualquier sentimiento o intención consciente. En consecuencia, la mente debe ser realmente algo que no puede describirse mediante ningún tipo de términos computacionales.
Bien es verdad que no tenemos una comprensión científica de la mente humana. Sin embargo, esto no quiere decir que el fenómeno de la consciencia deba permanecer fuera de la explicación científica. Ya se están buscando caminos científicos para dar esa explicación del misterio más profundo (seguramente) del Universo.
La comprensión es, después de todo, de lo que trata la ciencia; y la ciencia es mucho más que la mera computación mecánica.
¿Cuál es el campo de acción de la ciencia? ¿Son solamente los atributos materiales de nuestro Universo los que son abordables con sus métodos, mientras nuestra existencia mental debe quedar para siempre fuera de su alcance? ¿O podríamos llegar algún día a una comprensión científica adecuada del profundo misterio de la mente? ¿Es el fenómeno de la consciencia humana algo que está más allá del dominio de la investigación científica, o podrá la potencia del método científico resolver algún día el problema de la propia existencia de nuestro yo consciente?
Creo que se avecina un cambio importante, y, nuestros cerebros que forman parte del mundo material del Universo, tiene un ingrediente que aún no hemos llegado a comprender. Incluso con nuestra limitada comprensión actual de la naturaleza de este ingrediente ausente en nuestro saber, sí podemos empezar a señalar donde debe estar dejando su huella, y como debería estar aportando una contribución vital a lo que quiera que sea en que subyacen nuestros sentimientos y acciones conscientes.
Una visión científica del mundo que no trate de entender en profundidad el problema de la mente consciente no puede tener pretensiones serias de compleción. La consciencia es parte de nuestro Universo, de modo que cualquier teoría física que no le conceda un lugar apropiado se queda muy lejos de proporcionar una descripción auténtica del mundo.
Claro que, todo conocimiento científico es un arma de dos filos. Lo que realmente hacemos con nuestro conocimiento científico es otra cuestión. Tratemos de ver dónde pueden llevarnos nuestras visiones de la ciencia y la mente.
Pensemos que incluso en aquellos países afortunados donde hay una paz próspera y una libertad democrática, los recursos naturales y humanos son malgastados de formas aparentemente absurdas. ¿No es ésta una clara muestra de la estupidez general del hombre? Aunque creemos representar el pináculo de la inteligencia en el reino animal, esta inteligencia parece tristemente inadecuada para manejar muchos de los problemas a los que nuestra propia sociedad nos obliga a hacer frente.
Pese a todo, no pueden negarse los logros positivos de nuestra inteligencia. Entre dichos logros se encuentran nuestras impresionantes ciencia y tecnología. En realidad, algunos de estos logros son alto cuestionables a largo (o corto) plazo, así lo atestiguan múltiples problemas medioambientales y un genuino temor a una catástrofe mundial inducida por las nuevas tecnologías traídas de la mano por nuestra moderna sociedad (aquí mismo, en éste foro, se ha expresado el temor sobre las consecuencias que traerá el LHC).
Pero, no podemos mirar para otro lado sin ver que, nuestras tecnologías no sólo nos proporciona una enorme expansión del dominio de nuestro yo físico sino que también amplia nuestras capacidades mentales mejorando en gran medida nuestras habilidades para realizar muchas tareas rutinarias. ¿Qué pasa con las tareas mentales que no son rutinarias, las tareas que requieren inteligencia genuina?
A veces me pregunto si podrían ser los Robots la respuesta. ¿No existe la posibilidad completamente diferente de una enorme expansión de una capacidad mental, a saber, esa inteligencia electrónica ajena que apenas está empezando a emerger de los extraordinarios avances en tecnología de ordenadores? De hecho, con frecuencia nos dirigimos ya a los ordenadores en busca de asistencia intelectual.
Hay muchas circunstancias en las que la inteligencia humana sin ayuda no resulta nada adecuada para prever las consecuencias probables de acciones alternativas. Tales consecuencias pueden quedar mucho más allá del alcance del poder computacional humano; así pues, cabe esperar que los ordenadores del futuro amplíen enormemente este papel, en donde la computación pura y dura proporcione una ayuda incalculable para la inteligencia humana.
Pero ¿no cabe la posibilidad de que los ordenadores lleguen finalmente a conseguir mucho más que todo esto? Muchos expertos afirman que los ordenadores nos ofrecen, al menos en principio, el potencial para una inteligencia artificial que al final superará a la nuestra. Una vez que los robots controlados por ordenador alcancen el nivel de “equivalencia humana”, entonces no pasará mucho tiempo, argumentan ellos, antes de que superen rápidamente nuestro propio y exiguo nivel. Sólo entonces, afirman estos expertos, tendremos una autoridad con inteligencia, sabiduría y entendimiento suficientes que sea capaz de resolver los problemas de este mundo que ha creado la humanidad.
A todo esto señalan el rapidísimo crecimiento exponencial de la potencia de los ordenadores y basan sus estimaciones en comparación entre la velocidad y precisión de los transistores, y la relativa lentitud y poca sólida acción de las neuronas. De hecho, los circuitos electrónicos son ya más de un millón de veces más rápido que el disparo de las neuronas en el cerebro (siendo la velocidad de aproximadamente 10 exp. 9 segundos para los transistores y de 10 exp. 3 segundos para las neuronas, y tienen una exactitud cronométrica y una precisión de acción que de ningún modo comparten las neuronas.
El Chip Intel Pentium tiene más de tres millones de de transistores en una “rodaja de silicio” del tamaño aproximado de una uña del pulgar, capaz cada uno de ellos de realizar 113 millones de instrucciones por segundo.
Se argumenta que el número total de neuronas de un cerebro humano (unos cientos de miles de millones) supera absolutamente al número de transistores de un ordenador. Además, existen muchas más conexiones, en promedio, entre neuronas diferentes que las que existen entre los transistores de un ordenador. En particular las células de Purkinje en el cerebelo pueden tener hasta ochenta mil terminaciones sinápticas (uniones entre neuronas), mientras que para un ordenador, el número correspondiente es de tres o cuatro a lo sumo. Además, la mayoría de los transistores de los ordenadores actuales están relacionados solamente con la memoria y no directamente con la acción computacional, mientras que tal acción computacional podría estar mucho más extendida en el caso del cerebro.
Si hiciéramos caso de las afirmaciones más extremas de los defensores más locuaces de la IA, y aceptáramos que los ordenadores y los robots guiados por ordenador superarán con el tiempo (quizá en muy poco tiempo) todas las capacidades humanas, entonces los ordenadores serían capaces de hacer muchísimo más que ayudar simplemente a nuestras inteligencias. Podríamos entonces dirigirnos a estas inteligencias superiores en busca de consejo y autoridad en todas las cuestiones de interés; ¡y finalmente podrían resolverse los problemas del mundo generados por la humanidad!
Pero parece haber otra consecuencia lógica de estos desarrollos potenciales que muy bien podría producirnos una alarma genuina. ¿No harían estos ordenadores a la largo superfluos a los propios humanos? Si los robots guiados por ordenador resultaran ser superiores a nosotros en todos los aspectos, entonces ¿no descubrirían que pueden dirigir el mundo sin ninguna necesidad de nosotros? La propia humanidad se habría quedado obsoleta. Quizá si tenemos suerte, ellos podrían conservarnos como animales de compañía.
Yo, como he dejado claro otras veces. Soy partidario de pensar que, una cosa es la Inteligencia Artificial y otra muy distinta es el pensamiento consciente, muy superior a aquella que trabaja sólo con los datos suministrados previamente, sin poder de repentizar una solución que no esté en su programación. ¿Llegarán los robots algún día a pensar por sí mismos, como ahora lo hacemos nosotros?
La cuestión no es nada sencilla y plantea muchas variantes de entre las que, así, de momento, podríamos exponer aquí las siguientes:
– Todo pensamiento es computación; en particular, las sensaciones de conocimiento consciente son provocadas simplemente por la ejecución de computaciones apropiadas.
– El conocimiento es un aspecto de la acción física del cerebro; y si bien cualquier acción física puede ser simulada computacionalmente, la simulación computacional no puede por sí misma provocar conocimiento.
– La acción física apropiada del cerebro provoca conocimiento, pero esta acción física nunca puede ser simulada adecuadamente de forma computacional.
– El conocimiento no puede explicarse en términos físicos, computacionales o cualesquiera otros términos científicos.
Está claro que adentrarnos aquí a ciertas profundidades del pensamiento, no parece adecuado ni al momento ni al lugar, sin embargo, debemos pensar en que, la propia materia parece tener una existencia meramente transitoria puesto que puede transformarse de una forma en otra. Incluso la masa de un cuerpo material , que proporciona una medida física precisa de la cantidad de materia que contiene el cuerpo, puede transformarse en circunstancias apropiadas en pura energía (según E=mc2) de modo que incluso la sustancia material parece ser capaz de transformarse en algo con una actualidad meramente matemática y teórica.
De todas las maneras, por mi parte, me quedo con el punto tercero de los enumerados anteriormente, es un punto de vista más operacional que el anterior, puesto que afirma que existen manifestaciones externas conscientes (por ejemplo, cerebros) que difieren de las manifestaciones externas de un ordenador: los efectos externos de la consciencia no pueden ser correctamente simulados por un ordenador.
¿Permite la Física actual la posibilidad de una acción que, en principio, sea imposible de simular en un ordenador? La respuesta no está completamente clara, sin embargo, según creo, es que tal acción no computacional tendría que encontrarse en un área de la física que está fuera de las leyes físicas actualmente conocidas.
Claro que, en este simple comentario, no queda claro quien será el vencedor final: Fisicalismo frente a Mentalismo. Seremos tan estúpidos como para poder crear máquinas que nos superen en inteligencia hasta el punto de que puedan dominarnos.
Ahí queda la pregunta flotando en el aire.
Nota: He incluído algunos pasajes de la obra de Penrose.
el 6 de marzo del 2010 a las 20:33
Hola amigo Emilio:
La consciencia creo que podría entenderse dentro de la Física como otra dimensión, la Física no tiene porque limitarse a la Geometría de los espacios curvos de Riemann. Por otra parte, la consciencia puede abordarse de forma multidisciplinar: Filosofía, Psicología, Parapsicologia… La Ciencia es multidisciplinar.
En cuanto a los robots pienso que lo tienen mal para adquirir consciencia, que como tú dices es no computable.
Amigo Emilio, un abrazo. Ramon Marquès
el 7 de marzo del 2010 a las 11:41
Hola, amigo Ramón. Siempre pones tu acertado punto de vista y, desde luego, me has hecho sonreir al pensar (según tu comentario) en un robot filosofando sobre los temas complejos de la vida, cuando en realidad, yo pienso en ellos (aunque estén muy adelantados) como máquinas que hacen aquello para lo que fueron fabricadas y sólo pueden seguir las instrucciones previamente inscritas en sus “cerebros” positrónicos o como puñetas le puedan llamar cuando llegue el momento de su máximo explendor.
De todas las maneras, y, por si acaso, yo me andaría con mil ojos cuando de construir y fabricar estos artilugios se tratara, y, vigilaría intensamente qué propiedades o facultades podrían incluirse dentro de sus dominios.
Un saludo cordial.
el 7 de marzo del 2010 a las 1:00
Tema interesante, no recuerdo bien si era precisamente Penrose el que sugería la influencia del mundo cuántico en la mente. En ese caso no sólo estaríamos hablando del nivel celular neuronal y sus conexiones, sino, supongo que buscando algo más profundo, habría en ese mundo cuántico una cabida a lo que nosotros podemos llamar alma o al menos la consciencia podría apoyarse en él. o también en dimensiones hoy invisibles… pero claro, el nivel subatómico está varios órdenes por debajo del celular en tamaño, no se me ocurre la forma en la que uno pudiera afectar con claridad al otro considerando las células como algo ya macroscópico.
Pero no queriendo desviarme tan pronto por esos derroteros, sí quería comentar algo sobre el tema de la inteligencia artificial vs inteligencia humana.
Sí es verdad que en cuanto a potencia de cálculo y manejo frío de datos con la tecnología parece que hemos encontrado una ayuda valiosa para llevar a cabo nuestros proyectos, pero independientemente de la miniaturización y de la potencia alcanzada a este nivel, el método de funcionamiento es completamente distinto. Supongo que a nivel de redes neuronales la simulación a la hora de la toma de decisiones pueda ser un poco más “humana” pero hoy por hoy incluso por esta vía no deja de ser un mundo más estadístico que humano. Ahí están esos sistemas de ayuda a la decisión que usan técnicas de datamining (minería de datos) donde a partir de un aluvión de millones y milones de datos en las entradas da como resultado una única salida que nosotros no seríamos capaces de preveer pero que comercialmente hablando es la mejor, “misteriosamente”. En este caso, siendo completamente distinto al funcionamiento interno de un procesador, sí usa tales procesadores para crearse unidades mayores a través del software para realizar procesos de simulación neuronal.
También a nivel de hardware se pueden crear dichas redes, y está en alza la implementación física. Realmente a día de hoy coexisten los dos sistemas: la IA basada en algoritmos que corren sobre procesadores y por tanto el enfoque es más de software que de hardware y por otro lado la propia IA implementada con un gran número de procesadores elementales que operan en paralelo.
Tanto en un caso como en otro, el estado actual de la IA es muy lejano a lo que es el funcionamiento del cerebro, aunque nos puedan ganar en potencia de cálculo. Y es que hay una barrera todavía infranqueable que ya veremos si se supera, y es que el cerebro no parece ser del todo digital, es decir, aunque funcione por impulsos eléctricos no está tan clara la separación de niveles lógicos, hay potenciadores de señal e inhibidores dentro de una única neurona, la cual, según parecen haber descubierto, tiene más potencia de la imaginada inicialmente y un grupo de pocas neuronas sería responsables de recuerdos, sin necesidad de que intervinieran grandes redes de neuronas, millones para cada recuerdo unitario, como se pensaba. Mientras, en un procesador digital tendremos ceros y unos y un algebra de Boole que respetar. El cerebro parece que sería más analógico que esto y sumado a que hay tantas neuronas en un cerebro como estrellas tiene la galaxia, habiendo miles y miles de conexiones entre cada una de ellas, entre cada una como ya adelantaba Emilio,pues a las máquinas les queda un buen trecho todavía.
Entonces habría que plantearse (seguro que los que saben lo habrán hecho) si abordar la IA haciendo una simulación de la inteligencia natural de los animales (en la cumbre el hombre) ya sea mediante algoritmos o mediante redes de microprocesadores en paralelo; o más bien buscar la réplica neuronal exacta, es decir fabricar las neuronas artificialmente y configurarlas con un funcionamiento adecuado.
A día de hoy es más factible la primera opción, puesto es mejor tratar como caja negra y a partir de unos estímulos o entradas modelar una salida a base de software o hardaware que intentar recrear físicamente algo que no conocemos y que nos queda mucho: el funcionamiento real de esas unidades básicas que tenemos, tan misteriosas y que nos permiten hacer tantas cosas.
Por cierto, respecto el futuro de la IA, es curioso que (supongo que desde la idea de HAL en 2001) se piensa que cuando una máquina tenga conciencia de si misma lo primero que va a pensar es en aniquilarnos. Eso me suena a lo de “a tal palo tal astilla” 🙂