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Relatividad General y Mecánica cuántica

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física    ~    Comentarios Comments (22)

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Dos verdades incompatibles

El mundo de la Física tiene planteado un gran problema y los físicos son muy conscientes de ello, conocen su existencia hace décadas. El problema es el siguiente:

Existen dos pilares fundamentales en los cuales se apoya toda la física moderna. Uno es la relatividad general de Albert Einstein, que nos proporciona el marco teórico para la comprensión del universo a una escala máxima: estrellas, galaxias, cúmulos (o clusters) de galaxias, y aún más allá, hasta la inmensa expansión del propio universo.

El otro pilar es la mecánica cuántica, que en un primer momento vislumbro Max Planck y posteriormente fue desarrollada por W. Heisemberg, Schrödinger, el mismo Einstein, Dirac, Niels Bohr y otros, que nos ofrece un marco teórico para comprender el universo en su escala mínima: moléculas, átomos, y así hasta las partículas subatómicas, como los electrones y quarks.

Durante años de investigación, los físicos han confirmado experimentalmente, con una exactitud casi inimaginable, la practica totalidad de las predicciones que hacen las dos teorías. Sin embargo, estos mismos instrumentos teóricos nos llevan a una conclusión inquietante: tal como se formulan actualmente, la relatividad general y la mecánica cuántica no pueden ser ambas ciertas a la vez.

Nos encontramos con que las dos teorías en las que se basan los enormes avances realizados por la física durante el último siglo (avances que han explicado la expansión de los cielos y la estructura fundamental de la materia) son mutuamente incompatibles. Cuando se juntan ambas teorías, aunque la formulación propuesta parezca lógica, aquello explota; la respuesta es un sinsentido que nos arroja un sin fin de infinitos a la cara.

Así que si tú, lector, no has oído nunca previamente hablar de este feroz antagonismo, te puedes preguntar a que está debido. No es tan difícil encontrar la respuesta. Salvo en algunos casos muy especiales, los físicos estudian cosas que son o bien pequeñas y ligeras (como los átomos y sus partes constituyentes), o cosas que son enormes y pesadas (como estrellas de neutrones y agujeros negros), pero no ambas al mismo tiempo. Esto significa que sólo necesitan utilizar la mecánica cuántica, o la relatividad general, y pueden minimizar el problema que se crea cuando las acercan demasiado; las dos teorías no pueden estar juntas. Durante más de medio siglo, este planteamiento no ha sido tan feliz como la ignorancia, pero ha estado muy cerca de serlo.

No obstante, el universo puede ser un caso extremo. En las profundidades centrales de un agujero negro se aplasta una descomunal masa hasta reducirse a un tamaño minúsculo. En el momento del Bing Bang, la totalidad del universo salió de la explosión de una bolita microscópica cuyo tamaño hace que un grano de arena parezca gigantesco. Estos contextos son diminutos y, sin embargo, tienen una masa increíblemente grande, por lo que necesitan basarse tanto en la mecánica cuántica como en la relatividad general.

Por ciertas razones, las fórmulas de la relatividad general y las de la mecánica cuántica, cuando se combinan, empiezan a agitarse, a traquetear y a tener escapes de vapor como el motor de un viejo automóvil. O dicho de manera menos figurativa, hay en la física preguntas muy bien planteadas que ocasionan esas respuestas sin sentido, a que me referí antes, a partir de la desafortunada amalgama de las ecuaciones de las dos teorías.

Aunque se desee mantener el profundo interior de un agujero negro y el surgimiento inicial del universo envueltos en el misterio, no se puede evitar sentir que la hostilidad entre la mecánica cuántica y la relatividad general está clamando por un nivel más profundo de comprensión.

¿Puede ser creíble que para conocer el universo en su conjunto tengamos que dividirlo en dos y conocer cada parte por separado? Las cosas grandes una ley, las cosas pequeñas otra.

No creo que eso pueda ser así. Mi opinión es que aún no hemos encontrado la llave que abre la puerta de una teoría cuántica de la gravedad, es decir, una teoría que unifique de una vez por todas las dos teorías más importantes de la física: mecánica cuántica + relatividad general.

La teoría de supercuerdas ha venido a darme la razón. Los intensos trabajos de investigación llevada a cabo durante los últimos 20 años demuestran que puede ser posible la unificación de las dos teorías cuántica y relativista a través de nuevas y profundas matemáticas topológicas que han tomado la dirección de nuevos planteamientos más avanzados y modernos, que pueden explicar la materia en su nivel básico para resolver la tensión existente entre las dos teorías.

Cuando los físicos trabajan con las matemáticas de la nueva teoría de supercuerdas, Einstein, sin que nadie le llame, allí aparece y se hace presente por medio de las ecuaciones de campo de la relatividad general que, como por arte de magia, surgen de la nada y se hacen presentes en la nueva teoría que todo lo unifica y también todo lo explica; posee el poder demostrar que todos los sorprendentes sucesos que se producen en nuestro universo (desde la frenética danza de una partícula subatómica que se llama quark hasta el majestuoso baile de las galaxias o de las estrellas binarias bailando un valls, la bola de fuego del Big Bang y los agujeros negros) todo está comprendido dentro de un gran principio físico en una ecuación magistral.

Esta nueva teoría requiere conceptos nuevos y matemáticas muy avanzados y nos exige cambiar nuestra manera actual de entender el espacio, el tiempo y la materia. Llevará cierto tiempo adaptarse a ella hasta instalarnos en un nivel en el que resulte cómodo su manejo y su entendimiento. No obstante, vista en su propio contexto, la teoría de cuerdas emerge como un producto impresionante pero natural, a partir de los descubrimientos revolucionarios que se han realizado en la física del último siglo. De hecho, gracias a esta nueva y magnifica teoría, veremos que el conflicto a que antes me refería existente entre la mecánica cuántica y la relatividad general no es realmente el primero, sino el tercero de una serie de conflictos decisivos con los que se tuvieron que enfrentar los científicos durante el siglo pasado, y que fueron resueltos como consecuencia de una revisión radical de nuestra manera de entender el universo.

El primero de estos conceptos conflictivos, que ya se había detectado nada menos que a finales del siglo XIX, está referido a las desconcertantes propiedades del movimiento de la luz.

Isaac Newton y sus leyes del movimiento nos decía que si alguien pudiera correr a una velocidad suficientemente rápida podría emparejarse con un rayo de luz que se esté emitiendo, y las leyes del electromagnetismo de Maxwell decían que esto era totalmente imposible. Einstein, en 1.905, vino a solucionar el problema con su teoría de la relatividad especial y a partir de ahí le dio un vuelco completo a nuestro modo de entender el espacio y el tiempo que, según esta teoría, no se pueden considerar separadamente y como conceptos fijos e inamovibles para todos, sino que por el contrario, el espacio-tiempo era una estructura maleable cuya forma y modo de presentarse dependían del estado de movimiento del observador que lo esté midiendo.

El escenario creado por el desarrollo de la relatividad especial construyó inmediatamente el escenario para el segundo conflicto. Una de las conclusiones de Einstein es que ningún objeto (de hecho, ninguna influencia o perturbación de ninguna clase) puede viajar a una velocidad superior a la de la luz. Einstein amplió su teoría en 1.915 – relatividad general – y perfeccionó la teoría de la gravitación de Newton, ofreciendo un nuevo concepto de la gravedad que estaba producida por la presencia de grandes masas, tales como planetas o estrellas, que curvaban el espacio y distorsionaban el tiempo.

Tales distorsiones en la estructura del espacio y el tiempo transmiten la fuerza de la gravedad de un lugar a otro. La luna no se escapa y se mantiene ahí, a 400.000 Km de distancia de la Tierra, porque está influenciada por la fuerza de gravedad que ambos objetos crean y los mantiene unidos por esa cuerda invisible que tira de la una hacia la otra y viceversa. Igualmente ocurre con el Sol y la Tierra que, separados por 150 millones de kilómetros, están influidos por esa fuerza gravitatoria que hace girar a la Tierra (y a los demás planetas del Sistema Solar) alrededor del Sol.

Así las cosas, no podemos ya pensar que el espacio y el tiempo sean un telón de fondo inerte en el que se desarrollan los sucesos del universo, al contrario; según la relatividad especial y la relatividad general, son actores que desempeñan un papel íntimamente ligado al desarrollo de los sucesos.

El descubrimiento de la relatividad general

aunque resuelve un conflicto, nos lleva a otro. Durante tres décadas desde 1.900, en que Max Planck publicó su trabajo sobre la absorción o emisión de energía de manera discontinua y mediante paquetes discretos a los que él llamo cuantos, los físicos desarrollaron la mecánica cuántica en respuesta a varios problemas evidentes que se pusieron de manifiesto cuando los conceptos de la física del siglo XIX se aplicaron al mundo microscópico. Así que el tercer conflicto estaba servido, la incompatibilidad manifiesta entre relatividad general y mecánica cuántica.

La forma geométrica ligeramente curvada del espacio que aparece a partir de la relatividad general, es incompatible con el comportamiento microscópico irritante y frenético del universo que se deduce de la mecánica cuántica, lo cual era sin duda alguna el problema central de la física moderna.

Las dos grandes teorías de la física, la relatividad general y la mecánica cuántica, infalibles y perfectas por separado, no funcionaban cuando tratábamos de unirlas, eran incompatibles.

Cuando los físicos trabajan con las matemáticas de la nueva teoría de supercuerdas, Einstein, sin que nadie le llame, allí aparece y se hace presente por medio de las ecuaciones de campo de la relatividad general que, como por arte de magia, surgen de la nada y se hacen presentes en la nueva teoría que todo lo unifica y también todo lo explica; posee el poder demostrar que todos los sorprendentes sucesos que se producen en nuestro universo (desde la frenética danza de una partícula subatómica que se llama quark hasta el majestuoso baile de las galaxias o de las estrellas binarias bailando un valls, la bola de fuego del Big Bang y los agujeros negros) todo está comprendido dentro de un gran principio físico en una ecuación magistral.

Esta nueva teoría requiere conceptos nuevos y matemáticas muy avanzados y nos exige cambiar nuestra manera actual de entender el espacio, el tiempo y la materia. Llevará cierto tiempo adaptarse a ella hasta instalarnos en un nivel en el que resulte cómodo su manejo y su entendimiento. No obstante, vista en su propio contexto, la teoría de cuerdas emerge como un producto impresionante pero natural, a partir de los descubrimientos revolucionarios que se han realizado en la física del último siglo. De hecho, gracias a esta nueva y magnifica teoría, veremos que el conflicto a que antes me refería existente entre la mecánica cuántica y la relatividad general no es realmente el primero, sino el tercero de una serie de conflictos decisivos con los que se tuvieron que enfrentar los científicos durante el siglo pasado, y que fueron resueltos como consecuencia de una revisión radical de nuestra manera de entender el universo.

El primero de estos conceptos conflictivos, que ya se había detectado nada menos que a finales del siglo XIX, está referido a las desconcertantes propiedades del movimiento de la luz.

Isaac Newton y sus leyes del movimiento nos decía que si alguien pudiera correr a una velocidad suficientemente rápida podría emparejarse con un rayo de luz que se esté emitiendo, y las leyes del electromagnetismo de Maxwell decían que esto era totalmente imposible. Einstein, en 1.905, vino a solucionar el problema con su teoría de la relatividad especial y a partir de ahí le dio un vuelco completo a nuestro modo de entender el espacio y el tiempo que, según esta teoría, no se pueden considerar separadamente y como conceptos fijos e inamovibles para todos, sino que por el contrario, el espacio-tiempo era una estructura maleable cuya forma y modo de presentarse dependían del estado de movimiento del observador que lo esté midiendo.

El escenario creado por el desarrollo de la relatividad especial construyó inmediatamente el escenario para el segundo conflicto. Una de las conclusiones de Einstein es que ningún objeto (de hecho, ninguna influencia o perturbación de ninguna clase) puede viajar a una velocidad superior a la de la luz. Einstein amplió su teoría en 1.915 – relatividad general – y perfeccionó la teoría de la gravitación de Newton, ofreciendo un nuevo concepto de la gravedad que estaba producida por la presencia de grandes masas, tales como planetas o estrellas, que curvaban el espacio y distorsionaban el tiempo.

Tales distorsiones en la estructura del espacio y el tiempo transmiten la fuerza de la gravedad de un lugar a otro. La luna no se escapa y se mantiene ahí, a 400.000 Km de distancia de la Tierra, porque está influenciada por la fuerza de gravedad que ambos objetos crean y los mantiene unidos por esa cuerda invisible que tira de la una hacia la otra y viceversa. Igualmente ocurre con el Sol y la Tierra que, separados por 150 millones de kilómetros, están influidos por esa fuerza gravitatoria que hace girar a la Tierra (y a los demás planetas del Sistema Solar) alrededor del Sol.

Así las cosas, no podemos ya pensar que el espacio y el tiempo sean un telón de fondo inerte en el que se desarrollan los sucesos del universo, al contrario; según la relatividad especial y la relatividad general, son actores que desempeñan un papel íntimamente ligado al desarrollo de los sucesos.

El descubrimiento de la relatividad general, aunque resuelve un conflicto, nos lleva a otro. Durante tres décadas desde 1.900, en que Max Planck publicó su trabajo sobre la absorción o emisión de energía de manera discontinua y mediante paquetes discretos a los que él llamo cuantos, los físicos desarrollaron la mecánica cuántica en respuesta a varios problemas evidentes que se pusieron de manifiesto cuando los conceptos de la física del siglo XIX se aplicaron al mundo microscópico. Así que el tercer conflicto estaba servido, la incompatibilidad manifiesta entre relatividad general y mecánica cuántica.

La forma geométrica ligeramente curvada del espacio que aparece a partir de la relatividad general, es incompatible con el comportamiento microscópico irritante y frenético del universo que se deduce de la mecánica cuántica, lo cual era sin duda alguna el problema central de la física moderna.

Las dos grandes teorías de la física, la relatividad general y la mecánica cuántica, infalibles y perfectas por separado, no funcionan y se muestran incompatibles cuando tratamos de unificarlas. ¡Habrá que buscar un remedio! que anule tal incompatibilidad.

emilio silvera

 

  1. 1
    Ozzy
    el 12 de abril del 2010 a las 15:36

    Interesante artículo.
    Emilio, tienes repeticiones de párrafos. Al pegar desde tu editor de textos has debido de darle dos veces por error.
    Un saludo

    Responder
  2. 2
    JB
    el 3 de mayo del 2010 a las 21:16

    emilio si citas libros o personajes ten el honor de indicarlo y no firmes con tu nombre algo que no has escrito tu, a lo mejor llega alguien como yo que resulta que se ha leido el mismo libro (El universo elegante, de Brian Greene) y se da cuenta y quedas bastante mal

    Responder
    • 2.1
      emilio silvera
      el 4 de mayo del 2010 a las 9:22

      Estimado amigo, te agradezco la observacion y, como podras comprobar si eres asiduo lector de este lugar, todos los dias se ponen cosas nuevas tratando de divuilgar la ciencia y, por haberlo dicho muchas veces, solo soy un buen aficiano que, aparte de escribir y exponer lo poco que pueda saber, tiene que buscar material de muchas y variadas fuentes. Este lugar ni es profesional ni tiene animo de lucro alguno y, la mayoria de las veces, se ponen los trabajos a prisa y corriendo lo que provoca algun que otro fallo.
      Concretamente al que te refieres, no llevas toda la razon ya que, esta sacado fuera de contexto al tratarse de una pequeña parte de un trabajo mayor en el que se cita la fuente y el autor. Si he herido su sensibilidad te pido disculpas.
      Un saludo cordial.

      Responder
  3. 3
    El Titi
    el 11 de enero del 2011 a las 8:36

    Yo creo que sí es posible que mediante una única fórmula se puedan combinar el mundo de la mecánica cuántica y la relatividad general. Y la consecuencia de todo esto es que tendríamos una fórmula que nos haría una predicción del estado general de nuestro sistema físico, algo así cómo si pudiésemos ver qué es lo que está ocurriendo en un determinado lugar del espacio-tiempo.

    Responder
  4. 4
    emilio.silvera
    el 11 de enero del 2011 a las 10:41

    Amigo Titi, precisamente hay muchos físicos que trabajan en esa “ecuación maravillosa” del Todo. Una fórmula que todo lo explique y que sea capaz de unificar la Mecánica cuántica y la Relatividad sin que aparezcan los dichosos infinitos que, además, no son renormalizables. Parece que, la Teoría M, que unifica todas las versiones de la teoría de cuerdas, es la mejor candidata para que, en el futuro nos pueda ofrecer esa fórmula maravillosa o Teoría del Todo. La Mecánica Cuántica y la Relatividad conviviendo establemente sin que se produzcan explosiones o respuestas sin sentido.
     
    Lo que podemos decir, de momento, es que, la Teoría M, es una maravilla que no podemos comprobar y, se necesita mucha energía de la que no podemos disponer para llegar tan lejos y, poder, saber si es factible una teoría de ese calado.
    Si dispusiéramos de la Energía de Planck, 10 exponente 19 GeV, podríamos comprobarla pero, me temo que, ni en esta generación ni en las próximas, será posible. Así que… A esperar.

    Responder
  5. 5
    Ignacio C. Ignoscere
    el 11 de enero del 2011 a las 17:20

    Estimado Emilio,
    No me puedo dar una idea de esa cantidad de energía respecto a esa cifra 10 exponente 19 GeV, para tener una noción me podría informar si hay algún estudio que nos diga cuánta energía hay disponible en nuestro planeta en su totalidad, o, un estimativo?.
     
    Abrazo!

    Responder
    • 5.1
      Zephyros
      el 11 de enero del 2011 a las 19:58

      Masa estimada de la Tierra = 5,9736 × 1024 kg en IU
      E=mc^2=5,9736 × 1024 × (299.792.458)^2 = 5,369 × 10^41jul
      tutto energy
      Este es el dato que buscas

      Saludos!

      Responder
      • 5.1.1
        Zephyros
        el 11 de enero del 2011 a las 20:01

        ainsss!! el copy paste. Donde pone 1024 es 10^24, casi ná
         
        E=mc^2 = 5,9736 x 10^24 x (299.792.458)^2 = 5,369 x 10^41 jul

        Responder
        • 5.1.1.1
          Zephyros
          el 11 de enero del 2011 a las 20:07

          Esto de no poder editar….
           
          para tu información:
           
          1 electrón voltio (eV) = 1,602 x 10-19 julio (J) os suena este valor? la energía que adquiere un electrón (carga) al estar sometido a una diferencia de potencial de 1v

          …..

        • 5.1.1.2
          Shalafi
          el 22 de enero del 2011 a las 13:53

          Amigo Zephyros, puedes poner superíndices fácilmente. El botón para hacerlo está justo encima de donde se escribe el comentario. Es el que tiene este aspeto: x2

          Saludos!

        • 5.1.1.3
          Zephyros
          el 23 de enero del 2011 a las 0:56

          Gracias Shalafi, me di cuenta tarde y no quise poner más parches
           
          Saludos!

  6. 6
    Alba
    el 20 de enero del 2011 a las 21:17

    Cuando superemos la idea de la curvatura geométrica (Einstein) interpretando el fenómeno como resultante de una macro-confluencia gravitacional (De Broglie, Schrödinger), cuando aceptemos la idea de que la gravitación no es una fuerza sino la deriva universal (ciclos galçacticos) de un estado (ponderable) a otro (imponderable) de la materia, auxiliada por las corrientes de las llamadas fuerzas electrodébil y fuerte;  cuando  instauremos la idea de un fondo etéreo sin centro ni límites eternamente activado por corrientes capaces de provocar infinidad de campos de entre ellos algunos caracterizados (según su cantidad de movimiento específico) con propiedades a punto de manifestarse, primeramente en quarks, electrones, etc., para dar lugar a las nubes estelares seguidas de astros, planetas, galaxias y finalmente egujeros negros…,  entonces, entonces el celebrado conflicto, aparentemente insuperable, entre la relatividad general y la mecánica cuántica habrá dejado de ser un problema y permitirnos indagar qué determina esa especie de “espasmos” que en el estado de punto cero de la materia da lugar a los estallidos de movimiento (protuberancias) y sus pautas vibracionales.

    Responder
    • 6.1
      emilio silvera
      el 21 de enero del 2011 a las 9:19

      Amiga Alba, es tan sugerente la hipótesis que propones que, hasta podía ser cierta. Desde luego, de serlo, nada se opondría al casamiento de la relatividad general con la mecánica cuántica. Sin embargo, sigo sin explicarme, si eso que dice es así, el por qué de los infinitos que en una macro-confluencia gravitacional, no tendrían que aparecer allí, en presencia de esos ciclos galácticos sean del estado que sean.
      En fin, esperemos que su hipótesis pueda avanzar y alcanzar el título de teoría comprobada por experimentos y que nos pueda, de una vez por todas, aclarar uno de los misterios más grandes de la Física.
      Es verdad que, la Gravedad, a pesar de la relatividad general y las muchas coincidencias obtenidas con los experimentos, no está clara del todo, algo parece que falta, y, desde luego, su soledad en el conjunto de las otras fuerzas, ese no quererse reunir con las demás dentro del Modelo Estándar de la Física de Partículas, es llamativo y ha dado /y, sigue dando) muchos quebraderos de cabeza a los Físicos.
      Sin embargo, parece que esos dichosos infinitos desaparecen si se hacen las ecuaciones en universos de más dimensiones. Allí, disponiendo de “más sitio”, la Gravedad no sólo no rechaza a las otras fuerzas sino que, se sitúa cómodamente con ellas y, los infinitos, no aparecen por ninguna parte.
      También llama la atención que, habiendo aparecido la partícula portadora de las fuerzas, el bosón mediador del electromagnetismo (el fotón), los W+, W- y Zº para la fuerza electrodébil, y los gluones para la fuerza nuclear fuerte, no tengamos razón o rastro del gravitón, el hipotético bosón intermediario de la Gravedad. Sin embargo, tenemos que pensar que, las otras fuerzas, trabajan en ámbitos muy concretos y las nucleares en muy cortas distancias, mientras que, la Gravedad, además de ser la más débil de todas las fuerzas, está presente en todas partes, es decir, donde esté presente la materia que, parece ser (al menos de momento) que es la que provoca que esté allí y, además, trabaja a distancias “infinitas”. Todo ello, hace que, la búsqueda del gravitón, hasta el momento no tuviera éxito.
      Eso es lo que tenemos y, no me extrañaría que sean viejos conceptos que en el futuro tengamos que desechar y cambiarlos por otros que, como los sugerentes indicados en tu comentario, vengan a solucionar los viejos problemas aclarando ideas precomcebidas a las que muchas veces nos aferramos sin querer “ver” las respuestas que están cerca.
      Un saludo amiga.

      Responder
    • 6.2
      Zephyros
      el 21 de enero del 2011 a las 10:20

      Cristalino

      Responder
    • 6.3
      Zephyros
      el 21 de enero del 2011 a las 10:22

      Un día de estos pongo la receta de un gazpacho exquisito
       
      Saludos!!!

      Responder
      • 6.3.1
        emilio.silvera
        el 21 de enero del 2011 a las 12:14

        ¡La primera sonrisa del día!

        Responder
      • 6.3.2
        Ignacio C. Ignoscere
        el 21 de enero del 2011 a las 13:12

        Nunca probé el gazpacho, es un plato que se sirve frío, ¿verdad?.
         
        Saludos!!!

        Responder
        • 6.3.2.1
          Zephyros
          el 21 de enero del 2011 a las 13:51

          Es como una sopa o plasma de quarks pero fresquito efectivamente
           
          Alba debe saber de esto seguro 🙂

  7. 7
    Ignacio C. Ignoscere
    el 21 de enero del 2011 a las 16:26

    Ummm!, pues se me antoja una buena cucharada de ese gazpacho fresquito… el de plasma de quarks… paso, gracias, una vez le dí una probadita y, sinceramente es algo picoso para mí gusto. 🙂

    Responder
    • 7.1
      Ignacio C. Ignoscere
      el 21 de enero del 2011 a las 17:26

      Debo pedir disculpas, he confundido la palabra Quarks, por la marca de un Ketchup que lleva demasiado picante.. 🙁
      Abrazo!

      Responder
      • 7.1.1
        emilio silvera
        el 22 de enero del 2011 a las 10:45

        Otra sonrisa.

        Responder
        • 7.1.1.1
          Ignacio C. Ignoscere
          el 22 de enero del 2011 a las 16:37

          Me alegra que sea así, amigo Emilio, de este modo la vida es más llevadera 😉

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