viernes, 31 de enero del 2025 Fecha
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Nosotros, la física y el Universo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (20)

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Cada ser humano es una consecuencia, cambiante en el tiempo, de la interacción entre una dotación genética única y una serie de experiencias, también única, en el mundo. Y es por ello que el hombre no viene predeterminado al mundo. Y es de esta manera además que en alguna medida, el hombre puede soñar en una libertad que le permite hacerse a sí mismo. A ello, que no es nuevo, hay que añadir hoy otra dimensión de trascendencia no imaginable.

Somos frágiles, estamos marcados por genes que nos pueden traer enfermedades complejas de todo tipo que ponen en peligro nuestras vidas. Cierto que el ser humano puede nacer con genes mutados, y de hecho es el caso, que predisponen a padecer enfermedades. Pero esto no es suficiente, en absoluto, para que haya aparición clínica de estas enfermedades que llamamos complejas y que son las más como las poligénicas como la esquizofrenia, el alzheimer o el parkinson, una arteriosclerosis, hipertensión, algún tipo de diabetes o de cáncer y junto a todas estas, una larga lista de enfermedades.

Sin embargo, podemos tener el gen y éste quedar dormido para siempre, si no lo despertamos. Para que tal cosa ocurra es necesario que esos genes mutados, en su acción e interacción entre ellos y con otros genes, interaccionen a su vez con el medio ambiente que rodea al individuo y sus estilos de vida y haga que la enfermedad se exprese. De ello, y como corolario, se deduce una idea realmente revolucionaria, y esta es que el ser humano podría vivir sin enfermedades, al menos sin las más importantes que nos acechan, si conociésemos esos determinantes ambientales, decisorios y al que se ha puesto el nombre de “ambioma”.

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¿Cómo ver la Naturaleza invisible?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física Cuántica    ~    Comentarios Comments (3)

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Entre los teóricos, el casamiento de la relatividad general y la teoría cuántica es el problema central de la física moderna. A los esfuerzos teóricos que se realizan con ese propósito se les llama “supergravedad”, “súpersimetría”, “supercuerdas” “teoría M” o, en último caso, “teoría de todo o gran teoría unificada”.

Ahí tenemos unas matemáticas exóticas que ponen de punta hasta los pelos de las cejas de algunos de los mejores matemáticos del mundo (¿y Perelman? ¿Por qué nos se ha implicado?).  Hablan de 10, 11 y 26 dimensiones, siempre, todas ellas espaciales menos una que es la temporal.  Vivimos en cuatro: tres de espacio (este-oeste, norte-sur y arriba-abajo) y una temporal. No podemos, ni sabemos o no es posible instruir, en nuestro cerebro (también tridimensional), ver más dimensiones. Pero llegaron Kaluza y Klein y compactaron, en la longitud de Planck las dimensiones que no podíamos ver. ¡Problema solucionado!

¿Quién puede ir a la longitud de Planck para verlas?

La puerta de las dimensiones más altas quedó abierta y, a los teóricos, se les regaló una herramienta maravillosa.  En el Hiperespacio, todo es posible.  Hasta el matrimonio de la relatividad general y la mecánica cuántica, allí si es posible encontrar esa soñada teoría de la Gravedad cuántica.

Así que, los teóricos, se han embarcado a la búsqueda de un objetivo audaz: buscan una teoría que describa la simplicidad primigenia que reinaba en el intenso calor del universo en sus primeros tiempos, una teoría carente de parámetros, donde estén presentes todas las respuestas.  Todo debe ser contestado a partir de una ecuación básica.

¿Dónde radica el problema?

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La Vía Láctea

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (0)

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El que veamos el cielo nocturno lleno de estrellas sustenta la ilusión de que el espacio inmenso del universo ha de estar también uniformemente lleno de ellas. Tal ilusión es tan persuasiva que los astrónomos no pudieron demostrar concluyentemente hasta este siglo que las estrellas forman parte de galaxias («universos islas») y que las galaxias son los principales habitantes del cosmos.

Si pudiésemos salir de nuestra Galaxia, veríamos que es un inmenso disco espiral cuyos brazos difusos se retuercen alrededor de una masa estelar central, en cuyo interior se oculta el misterioso núcleo galáctico. Señala la frontera de esa masa central un anillo de nubes de hidrógeno molecular, densas y grumosas. Si mirásemos detenidamente, veríamos que los brazos se hallan delineados por unas estrellas azules brillantes y que hay en ellos polvo y gas abundantemente concentrados en nebulosas formadoras de estrellas. Nuestro sol se encuentra situado en el borde interior de uno de esos brazos, el brazo de Orión, y es una estrella más entre los cientos de miles de millones que forman la galaxia.

Pero como el párrafo anterior corresponde tan sólo a una ilusión, entonces, pongámonos un poco más aterrizados y intentemos describir lo que cualquier mortal puede distinguir de nuestro cielo desde la Tierra; veamos si ello nos resulta. En una noche despejada de fines de invierno, a eso de las 10 de la noche -por lo menos así siempre me ha parecido- podemos disfrutar de uno de los espectáculos más bello que la naturaleza nos ofrece: la Vía Láctea. Eso sí, que es necesario mirar al cielo en un sitio alejado de las grandes urbes y en una noche en que la Luna no sea nuestra compañera. Después de cinco a diez minutos nuestros ojos se adaptan a la oscuridad y podremos contemplar una franja blanquecina que cruza el cielo dividiéndolo en dos partes iguales. Se trata de nuestra Galaxia (así, con mayúscula para diferenciarla de las otras galaxias).

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¿Cambiarán las constantes universales?

Autor por Shalafi    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (1)

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Hay una coincidencia o curiosidad adicional que existe entre el tiempo de evolución biológico y la astronomía. Puesto que no es sorprendente que las edades de las estrellas típicas sean similares a la edad actual del universo, hay también una aparente coincidencia entre la edad del universo y el tiempo que ha necesitado para desarrollar formas de vida como nosotros.

Si miramos retrospectivamente cuánto tiempo han estado en escena nuestros ancestros inteligentes (Homo Sapiens) vemos que han sido sólo unos doscientos mil años, mucho menos que la edad del universo, trece mil millones de años, o sea, menos de dos centésimos de la Historia del Universo.  Pero si nuestros descendientes se prolongan en el futuro indefinidamente, la situación dará la vuelta y cuando se precise el tiempo que llevamos en el universo, se hablará de miles de millones de años.

Brandon Carter y Richard Gott han argumentado que esto parece hacernos bastante especiales comparados con observadores en el futuro muy lejano.

Moriarty: todo lo que tengo que decir ya ha cruzado por su mente.

Holmes: Entonces posiblemente mi respuesta haya cruzado por la suya.

Arthur Conan Doyle

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Fuerzas fundamentales y cuerdas

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física Cuántica    ~    Comentarios Comments (0)

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Veamos alguna característica y para qué sirven dichas fuerzas, así como su alcance y potencia.

Fuerza Nuclear fuerte:

Su alcance en metros: < 3 x 10-15, se dice que la propiedad de los quarks conocida como libertad asintótica hace que la interacción entre ellos sea débil cuanto mas cerca están los unos de los otros, están confinados con los Gluones en un radio o región de:  r » ћc/L » 10-13 cm.

Al contrario de las otras fuerzas, esta crece con la distancia, tiene una fuerza relativa de 1041, es la responsable de mantener unidos a los protones y neutrones en el núcleo atómico.

La partícula portadora de la fuerza es el Gluón (Glue en Ingles, es pegamento) que en número de ocho,  actúa como un espeso pegamento en forma de muelle que, cuanto mas se estira más fuerza genera.

La interacción nuclear fuerte es la mayor, la de más potencia de las cuatro fuerzas fundamentales, es 102 veces mayor que la fuerza electromagnética, aparece solo entre los hadrones ( protones, neutrones, etc.).  Como dijimos al principio, actúa a tan corta distancia como 10-15 metros, mediado por los mesones virtuales que llamamos gluones.

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