Jun
8
El Universo y nosotros
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (0)
Las conexiones invisibles del Universo en el que vivimos, lo tiene todo bien relacionado, y, de tal manera es así que, en realidad, ocurre como en un estanque o una enorme pecera, todo lo que ocurre allí dentro, todo movimiento, incide sobre todo lo que este allí presente. Los vientos estelares creados por las estrellas supermasivas, las fuerzas de marea en las grandes colisiones de galaxias, las explosiones de supernovas, los gigantescos agujeros negros y los pulsares, todo, sin excepción esta relacionado y conforma el universo que todos conocemos con sus diferentes tipos de radiación, los elementos químicos y las diferentes formas que adopta la materia conforme va evolucionando obligada por los mecanismos que el Universo ejerce sobre ella. Todo el Universo, sin excepción, esta impregnado de un campo que no vemos y que a veces llamamos vació, y, ese campo, hace de enlace y es la conexión que transmite toda la información a cada objeto del Universo que recibe los mensajes de los acontecimientos que se producen lejos de ellos y que, finalmente, vienen a incidir en sus comportamientos.
De esta manera, las estrellas están conectadas a los planetas, estos a todo lo que contiene sean inerte o vivo, y, a su vez, tiene una conexión con los objetos que lo rodean, como sus lunas. Todo ello, a su vez, esta bien amarrado en conjuntos de cúmulos de estrellas y de galaxias que, sienten la fuerza local de la Gravedad que las mantiene unidas a pesar de que el Universo, en su conjunto, se vaya expandiendo.
A todo esto, hemos llegado a comprender que el Universo que nos acoge es un algo coherente y que se mueve por medio de unos parámetros que llamamos fuerzas y constantes universales que son las responsables de que el universo que conocemos sea tal como lo podemos ver. Si alguna de esas constantes variara, aunque solo fuese una diez millonésima, seguramente, este universo seria de otra manera y, no es seguro que nosotros estuviéramos aquí para verlo.
Pero hubo un tiempo, en el universo muy temprano, en que la temperatura estaba por encima de algunos cientos de veces de la masa del protón, cuando la simetría aun no se había roto, la fuerza débil y la electromagnética no solo eran la misma matemáticamente, sino realmente la misma. Un físico que hubiese vivido por aquel entonces, lo que es difícil de imaginar, no habría visto ninguna diferencia real entre las fuerzas producidas por el intercambio de estas cuatro partículas: las W, la Z y el foton.
De manera similar, aunque menos clara, las teorías de la supersimetría conjeturaban que las cuatro fuerzas estaban ligadas por una simetría que se manifestaba en los niveles de energía aun mayores que caracterizaban al universo ya antes del Big Bang.
Una cosa si hemos aprendido, al llegar a escalas cada vez menores, también hemos entrado en ámbitos de la energía de unión cada vez mayores. Un átomo puede ser despojado de su electrón aplicando solo unos miles de electrón-voltios de energía, mas para dispersar los nucleones que forman un núcleo atómico se requieren varios millones de electrón-voltios, y para liberar a los quarks que constituyen cada núcleos se necesitarían cientos de veces mas energía aun. Introduciendo el eje de la historia, esta relacion da testimonio del pasado de las partículas: las estructuras más pequeñas, más fundamentales están ligadas por niveles de energía mayores porque las estructuras mismas fueron forjadas en el calor del Big Bang.
Esto implica que los aceleradores, como los telescopios, funcionan como maquinas del tiempo. Un telescopio penetra en el pasado en virtud del tiempo que tarda la luz en desplazarse entre las estrellas; un acelerador recrea, aunque sea fugazmente, las condiciones que prevalecían en el universo primitivo.
Cuando el universo estaba sumergido en la época de 100 millones de años Después del Comienzo del Tiempo, cuando aun no se habían formado las estrellas, si acaso las mas precoses que estaban en forma de proto-estrellas. Aparte de sus escasas y humeantes almenaras, el universo era una oscura sopa de gas hidrogeno y helio, arremolinándose aquí y allá para formar protogalaxias.
En dos pasos mas, la oscuridad es reemplaza por una deslumbrante luz blanca. El tiempo es de un millón de años (Después del Comienzo del Tiempo), y el término técnico de lo que ocurrió es desacoplamiento de fotones. El ubicuo gas cósmico presente en aquel tiempo se había enrarecido lo suficiente como para permitir que partículas ligeras –los fotones- atravesaran distancias grandes distancias sin ser reabsorbidas. (Hay gran cantidad de fotones en reserva, porque el universo es rico en partículas cargadas eléctricamente, que generan energía electromagnética, cuyo cuanto es el foton.) Es esta gran efusión de luz, muy corrida al rojo y enrarecida por la expansión del universo, la que los seres humanos, miles de millones de años después, detectaran con radiotelescopios y la llamaran radiación cósmica de fondo de microondas.
Esa época de “sea la luz” tiene un importante efecto sobre la estructura de la materia. Los electrones, aliviados del constante acoso de los fotones, son entonces libres de establecerse en orbita alrededor de los núcleos formando átomos de hidrogeno y de helio. Disponiendo de átomos, la química puede avanzar, para conducir, mucho tiempo después, a la formación de alcohol y formaldehído en las nubes interestelares y la construcción de moléculas bióticas en los océanos de la Tierra primitiva.
Hay un tiempo, antes del comienzo de la época inflacionaria, cuando la edad del universo solo es de 10-³³ de segundo (Después del Comienzo del Tiempo), donde nos situamos en un ámbito en el que las condiciones cósmicas nos son desconocidas, no tenemos una teoría lo bastante consistente que nos pueda abrir esa puerta cerrada, cuando la edad del universo era la del Tiempo de Planck.
Mientras tanto y hasta que no lleguemos a la conquista de esos conocimientos, estaremos especulando con lo que pudo ser pero, una cosa si que esta clara, todo el universo, absolutamente todo y por muy grande que nos pueda parecer, esta sumergido en una especie de campo invisible que sirve de unión de todo lo que contiene. Lo podemos llamar Océano de Higgs, el antiguo éter de Newton, o los campos Akasicos de nuevas teorías, el nombre importa poco y lo que cuenta es esa realidad de unión que hace posible la relacion entre sucesos y hace posible que la información sea trasladada desde una región lejana hasta nuestro Sistema solar para que, nosotros, simples observadores evolucionados a partir de la materia “inerte”, podamos contar aquí algunos de esos hechos comprobados y podamos hacer conjeturas sobre otros que aun nos queda por comprobar.
El Universo es algo complejo que, de hecho, no conocemos en su totalidad y, de lo poco que podamos saber de el, dependerá nuestro próximo futuro, así que, por lo que nos concierne, mejor será que nos apliquemos en la búsqueda de esos conocimientos que aun no tenemos y que nos podrían abrir puertas tan importantes como para que, un dia lejano en el tiempo que vendrá, pueda, incluso, salvar a nuestra especie.
¡El conocimiento es poder! Y, en este contexto que tratamos, es el poder de evitar situaciones de una dificultad extrema: la muerte de nuestro Sol, el encuentro con la Galaxia Andrómeda, la llegada de un enorme meteorito. Cualquiera de estas situaciones son en si misma suficientes para aniquilar a nuestra especie y, la única salida es: Conocer los secretos del Universo, saber, avanzar en nuestros conocimientos del Cosmos y, sobre todo, procurar que nuestro proceso de humanización se complete, si podemos alcanzar ese estadio, el camino hacia el futuro será mas fácil.
La Humanidad, como tal humanidad, dejara de existir algún dia lejano aun en el tiempo, y, por causa de la ley evolutiva, lo que ahora somos desaparecerá para dar paso a otras formas que, mutadas, podrán adaptarse mejor a esos mundos que nos tendrán que acoger para preservar la vida, esa vida lejana que un dia surgiera en un pequeño, pero hermoso planeta llamado Tierra y que esta condenada a emigrar hacia el espacio exterior, hacia las estrellas lejanas, donde otros mundos esperan nuestra llegada para servirnos como nuevos habitats y, con todo lo que entonces sabremos, de seguro que, esos mundos, serán tratados mejor de lo que lo hicimos con la Tierra.
¡Los humanos! ¡Que especie! Somos capaces de lo peor y también de lo mejor. Esperemos que, con el tiempo, nos quedemos en la última de las afirmaciones y solo seamos capaces de lo mejor.
emilio silvera