Jul
27
Sobre el cambio climático
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
El calentamiento global es un buen ejemplo de la complejidad que los temas ambientales presentan, pues mientras muchos estudiosos del tema consideran que hay serios motivos para pensar que este fenómeno se está produciendo; otros, en cambio, insisten en que no hay argumentos científicos para estas afirmaciones y que es prematuro decir que hay un calentamiento global . A contnuación se recogen algunas de las diferentes posturas que se pueden encontrar sobre estos temas
Evidencias de cambio climático según el último Informe del IPCC (diciembre 1995)
La discusión sobre el “calentamiento global” está en plena ebullición. Los estudios, congresos y reuniones para estudiar el tema se suceden. Entre los organismos que se dedican a este tema destaca el IPCC (Intergovernmental Panel on Climatic Change) que fue constituido por las Naciones Unidas y la Organización Metereológica Mundial, en 1988, para estudiar el Cambio Climático. A finales de 1995 publicaron el Segundo Informe, un documento de 2000 páginas de especial importancia porque es el que utilizarán las Naciones Unidas para su política ambiental en este tema en los próximos años.
La principal conclusión del documento es que: “El conjunto de evidencias sugiere una cierta influencia humana en el conjunto del clima”. Como se ve es una afirmación muy prudente. Aunque no llegan a afirmar tajantemente la influencia de la actividad humana en el clima, sí que se comprometen más que en el Informe anterior, de 1990, en el que dijeron que no podían afirmar si el incremento de 0,5ºC producido en las temperatura media del planeta en los últimos 100 años, estaba causado por las actividades humanas.
¿Por qué es tan difícil determinar si está habiendo cambio climático o no, y, si se estuviera produciendo, saber si se debe a las actividades humanas?
La dificultad de estos estudios proviene del gran número y complejidad de los factores que afectan al clima. Las variaciones en el clima dependen de factores intrínsecos como, por ejemplo, las condiciones de la atmósfera, los océanos, los hielos, y la tierra firme, incluyendo sus diversos ecosistemas y tipos de vegetación, las zonas cubiertas de nieve, las aguas superficiales y subterráneas, etc. Pero también están influidas por factores externos como la actividad del sol, o las variaciones de la órbita de la Tierra en el sistema solar. Otras actividades externas que pueden influir son las erupciones volcánicas que con sus cenizas oscurecen la atmósfera, o las actividades humanas que añaden gases o partículas a la atmósfera.
La radiación que la Tierra devuelve al espacio debe ser igual que la que recibe del sol, para que se mantenga la temperatura. Pero la entrada y salida de estas radiaciones depende de muchos factores que pueden facilitarla o dificultarla, e, incluso, producir los dos efectos a la vez. Los rayos solares no pasan con igual facilidad por unos gases o por otros; así, mientras el oxígeno y el nitrógeno son transparentes a las radiaciones infrarrojas, los gases con efecto invernadero no lo son. Las nubes también absorben la radiación calorífica infrarroja, tendiendo a calentar la atmósfera, pero además reflejan la energía que llega del sol y por este efecto tienden a enfriar la superficie.
Los océanos absorben el calor, amortiguando los cambios de temperatura, y también disuelven grandes cantidades de anhídrido carbónico, por lo que su influencia en el clima es muy notable. La vegetación y las aguas continentales influyen en la humedad de la atmósfera y, por tanto, en el clima. Las partículas suspendidas en la atmósfera, bien sean procedentes de los volcanes u otros fenómenos naturales, o los pequeños cristales de sulfato procedentes de contaminación de origen humano, oscurecen la atmósfera dificultando la llegada de radiación y tendiendo a enfriar la Tierra. Así, por ejemplo, la erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991 produjo un apreciable enfriamiento de la temperatura en los dos años siguientes.
Las interacciones y relaciones entre todos estos factores son, como es fácil comprender, muy complejas. Para intentar dar datos concretos de cuantos grados puede cambiar la temperatura en el próximo futuro y como pueden afectar estos cambios al clima de las distintas zonas del mundo, los científicos construyen complejos modelos numéricos en los que deben entrar todos estos factores, las relaciones entre ellos y las leyes que regulan sus cambios. Al ser modelos tan complicados necesitan grandes ordenadores para su resolución. Cuando se desarrolla un nuevo modelo, primero se prueba sin factores externos para comprobar si se consiguen con el buenas predicciones que se adapten a los datos que conocemos. Una vez probado se introducen los datos de posibles situaciones futuras, como pueden ser las concentraciones de gases invernadero previstas para los próximos años y las diferencias entre unas predicciones y otras ayudan a estimar cual será el previsible cambio climático.
Con los últimos modelos desarrollados, el Informe de 1995 del IPCC, rebajaba la cifra estimada para el calentamiento global. Piensan que para el 2100 la temperatura media de la Tierra será unos 2ºC más alta que la de 1990, lo que significa un incremento un tercio más bajo que el que habían previsto en el informe de 1990. El informe calcula también que el nivel del mar será, en el 2100, unos 50 cm más alto que el actual; lo que es una estimación unos 17 cm más baja que la que hicieron en 1990.
Estos cambios pueden parecer pequeños pero supondrían grandes transformaciones en los ecosistemas y en los climas y formas de vida de grandes zonas de la Tierra. No es posible predecir con gran seguridad lo que pasaría en los distintos lugares, pero es previsible que los desiertos se hagan más cálidos pero no más húmedos, lo que tendría graves consecuencias en el Oriente Medio y en Africa donde el agua es escasa. Unos 118 millones de personas podrían ver inundados los lugares en los que viven por la subida de las aguas. Entre un tercio y la mitad de todos los glaciares del mundo se fundirían, poniendo en peligro las ciudades y campos situados en los valles que se encuentran por debajo del glaciar.
Según Houghton, de la Oficina Metereológica del Reino Unido, los Gobiernos deberían tomarse en serio este Informe: “Los políticos piensan, algunas veces, que les estamos pidiendo que actúen contra algo que probablemente no sucederá, pero nuestro mensaje es que ellos deberián planificar para preparar al mundo para lo que sí será el escenario más probable en el próximo siglo: el cambio climático”.
No hay evidencia de calentamiento global (Richard S. Lindzen del MIT)
Lindzen es un científico de reconocida fama mundial del Massachusetts Institute of Technology, experto en el estudio de la atmósfera.
En un artículo en The New York Times, en junio de 1996 decía: “No tenemos ninguna evidencia de que el aumento en las emisiones de gases con efecto invernadero estén produciendo importantes cambios climáticos”. Afirma que las predicciones hechas por los expertos del IPCC se basan en modelos de ordenador tan incompletos que las hacen inservibles. Su principal argumentación se fundamenta en que los modelos que predicen el calentamiento lo hacen apoyándose en que el aumento en la concentración de dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero solo tendrá una pequeña influencia en el aumento de la temperatura media. Según estos modelos el principal calentamiento procederá del vapor de agua que se liberará a la atmósfera. La idea es que una atmósfera algo más caliente liberará más vapor de agua, y este vapor incrementará el calentamiento.
Dr Lindzen argumenta que los modelos usados no reflejan fielmente la física del vapor agua en la atmósfera. Según los trabajos suyos varios mecanismos anulan el supuesto aumento de la temperatura por el incremento del vapor de agua, aunque reconoce que no hay evidencias de que las cosas funcionen según estas teorías suyas. “Para ser justos, dice él, la respuesta correcta en este momento es que no sabemos cual es el efecto del vapor de agua”
Comenta que muchos otros escépticos como él, le han llamado o escrito agradeciéndole su postura. Muchos de estos no manifiestan sus opiniones en voz alta porque ser escéptico no trae ninguna ventaja. “¿Quién se anima a meterse en controversias? ¿Para qué hacerlo?”, dice. Además “en épocas de importantes recortes de presupuesto para la investigación, las investigaciones sobre el clima siguen recibiendo importantes ayudas. ¿Quién cierra una buena fuente de ingresos?”.
Otro científico que está de acuerdo con Lindzen es el Dr. William Gray, especialmente conocido por sus predicciones sobre la actividad de los huracanes. Comenta que “muchos de mis colegas son muy escépticos respecto a este asunto del calentamiento global”.
Dr Wallace, de la Universidad de Washington, dice que “hay pocos científicos que sean tan radicalmente escépticos como lo es el Dr Lindzen”. “Muchos más, dice Dr Wallace, se toman el asunto del cambio climático en serio, pero opinan que las afirmaciones que se hacen son muy exageradas, como Lindzen defiende”.
El aumento de la concentración de gases invernadero en la atmósfera es realmente algo científicamente comprobado, pero a partir de ahí la evidencia científica es mucho más débil. Las fluctuaciones climáticas son muy difíciles de medir y el calentamiento que parece se está dando en los últimos quince años se podría deber a muchas causas, porque el clima depende de un gran número de variables. Además, para la investigación de temas como éste, se simulan las distintas situaciones con modelos de ordenador, y los que se usan son, todavía, muy insuficientes y poco satisfactorios, porque el funcionamiento del clima es enormemente complejo .
La conclusión es que no se puede asegurar científicamente, con total evidencia, por ahora, que se esté produciendo un calentamiento global y un cambio climático como consecuencia del aumento de gases emitidos por la actividad del hombre a la atmósfera. Pero como hay importantes sospechas de que sea así, y las consecuencias pueden ser muy graves, lo lógico y prudente es tomar las medidas oportunas para impedir que las emisiones de dióxido de carbono sigan creciendo mientras se sigue estudiando este efecto con gran atención. Esto es lo que se está haciendo a través de organismos como el IPCC (International Pannel Climatic Change) y de los acuerdos internacionales sobre las emisiones de CO2, como el conseguido en la Conferencia Internacional celebrada en Kioto en diciembre de 1997.
Conclusiones de la Conferencia de Kioto de diciembre de 1997
Alicia Rivera El País 11.XII.97 (adaptación)
Aprobado en Kioto un protocolo de mínimos
El protocolo de Kioto, el acuerdo internacional para reducir las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero que inciden en el cambio climático estipula que los 39 países desarrollados se comprometen a reducir sus emisiones en un 5,2% de media respecto a los niveles de 1990 y 1995, entre el 2008 y el 2010.
El acuerdo afecta a seis gases, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso,. hidrofluorocarbono, perfluorocarbonos y hexafluoruro de carbono, y las cuotas fijadas para cada país contemplan una reducción del 8% para los 15 miembros de la Unión Europea, Suiza y varios países europeos; del 7% para EE UU y Canadá, y del 6% para Japón. Rusia, Nueva Zelanda y Ucrania quedan obligados a estabilizar sus emisiones en igual plazo. Australia puede aumentar hasta un 8%, Noruega un 5% e Islandia un 10%. La reducción global para la UE se distribuye entre sus miembros, de manera que algunos como España tendrían derecho a aumentar sus emisiones
«Este acuerdo es un avance fundamental en la respuesta de la comunidad internacional al cambio climático», declaró Estrada. «El acuerdo es pequeño pero importante. Hemos empezado a construir el bote. Ahora tenemos que hacer de él un barco fuerte», declaró Howard Ris, director de la Unión de Científicos Preocupados. El Grupo ecologista World Wild Fund for Nature (WWF) se apresuró a destacar los agujeros del protocolo. «A pesar de los muchos fallos, WWF impulsará su ratificación y entrada en vigor de manera que se pueda avanzar en el proceso de aumentar los objetivos de reducción de emisiones y cerrar los agujeros.
Texto extraído de Tecnun.es
La discusión sobre el “calentamiento global” está en plena ebullición. Los estudios, congresos y reuniones para estudiar el tema se suceden. Entre los organismos que se dedican a este tema destaca el IPCC (Intergovernmental Panel on Climatic Change) que fue constituido por las Naciones Unidas y la Organización Metereológica Mundial, en 1988, para estudiar el Cambio Climático. A finales de 1995 publicaron el Segundo Informe, un documento de 2000 páginas de especial importancia porque es el que utilizarán las Naciones Unidas para su política ambiental en este tema en los próximos años.
La principal conclusión del documento es que: “El conjunto de evidencias sugiere una cierta influencia humana en el conjunto del clima“. Como se ve es una afirmación muy prudente. Aunque no llegan a afirmar tajantemente la influencia de la actividad humana en el clima, sí que se comprometen más que en el Informe anterior, de 1990, en el que dijeron que no podían afirmar si el incremento de 0,5ºC producido en las temperatura media del planeta en los últimos 100 años, estaba causado por las actividades humanas.
¿Por qué es tan difícil determinar si está habiendo cambio climático o no, y, si se estuviera produciendo, saber si se debe a las actividades humanas?
La dificultad de estos estudios proviene del gran número y complejidad de los factores que afectan al clima. Las variaciones en el clima dependen de factores intrínsecos como, por ejemplo, las condiciones de la atmósfera, los océanos, los hielos, y la tierra firme, incluyendo sus diversos ecosistemas y tipos de vegetación, las zonas cubiertas de nieve, las aguas superficiales y subterráneas, etc. Pero también están influidas por factores externos como la actividad del sol, o las variaciones de la órbita de la Tierra en el sistema solar. Otras actividades externas que pueden influir son las erupciones volcánicas que con sus cenizas oscurecen la atmósfera, o las actividades humanas que añaden gases o partículas a la atmósfera.
La radiación que la Tierra devuelve al espacio debe ser igual que la que recibe del sol, para que se mantenga la temperatura. Pero la entrada y salida de estas radiaciones depende de muchos factores que pueden facilitarla o dificultarla, e, incluso, producir los dos efectos a la vez. Los rayos solares no pasan con igual facilidad por unos gases o por otros; así, mientras el oxígeno y el nitrógeno son transparentes a las radiaciones infrarrojas, los gases con efecto invernadero no lo son. Las nubes también absorben la radiación calorífica infrarroja, tendiendo a calentar la atmósfera, pero además reflejan la energía que llega del sol y por este efecto tienden a enfriar la superficie.
Los océanos absorben el calor, amortiguando los cambios de temperatura, y también disuelven grandes cantidades de anhídrido carbónico, por lo que su influencia en el clima es muy notable. La vegetación y las aguas continentales influyen en la humedad de la atmósfera y, por tanto, en el clima. Las partículas suspendidas en la atmósfera, bien sean procedentes de los volcanes u otros fenómenos naturales, o los pequeños cristales de sulfato procedentes de contaminación de origen humano, oscurecen la atmósfera dificultando la llegada de radiación y tendiendo a enfriar la Tierra. Así, por ejemplo, la erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991 produjo un apreciable enfriamiento de la temperatura en los dos años siguientes.
Las interacciones y relaciones entre todos estos factores son, como es fácil comprender, muy complejas. Para intentar dar datos concretos de cuantos grados puede cambiar la temperatura en el próximo futuro y como pueden afectar estos cambios al clima de las distintas zonas del mundo, los científicos construyen complejos modelos numéricos en los que deben entrar todos estos factores, las relaciones entre ellos y las leyes que regulan sus cambios. Al ser modelos tan complicados necesitan grandes ordenadores para su resolución. Cuando se desarrolla un nuevo modelo, primero se prueba sin factores externos para comprobar si se consiguen con el buenas predicciones que se adapten a los datos que conocemos. Una vez probado se introducen los datos de posibles situaciones futuras, como pueden ser las concentraciones de gases invernadero previstas para los próximos años y las diferencias entre unas predicciones y otras ayudan a estimar cual será el previsible cambio climático.
Con los últimos modelos desarrollados, el Informe de 1995 del IPCC, rebajaba la cifra estimada para el calentamiento global. Piensan que para el 2100 la temperatura media de la Tierra será unos 2ºC más alta que la de 1990, lo que significa un incremento un tercio más bajo que el que habían previsto en el informe de 1990. El informe calcula también que el nivel del mar será, en el 2100, unos 50 cm más alto que el actual; lo que es una estimación unos 17 cm más baja que la que hicieron en 1990.
Estos cambios pueden parecer pequeños pero supondrían grandes transformaciones en los ecosistemas y en los climas y formas de vida de grandes zonas de la Tierra. No es posible predecir con gran seguridad lo que pasaría en los distintos lugares, pero es previsible que los desiertos se hagan más cálidos pero no más húmedos, lo que tendría graves consecuencias en el Oriente Medio y en Africa donde el agua es escasa. Unos 118 millones de personas podrían ver inundados los lugares en los que viven por la subida de las aguas. Entre un tercio y la mitad de todos los glaciares del mundo se fundirían, poniendo en peligro las ciudades y campos situados en los valles que se encuentran por debajo del glaciar.
Según Houghton, de la Oficina Metereológica del Reino Unido, los Gobiernos deberían tomarse en serio este Informe: “Los políticos piensan, algunas veces, que les estamos pidiendo que actúen contra algo que probablemente no sucederá, pero nuestro mensaje es que ellos deberián planificar para preparar al mundo para lo que sí será el escenario más probable en el próximo siglo: el cambio climático”.
No hay evidencia de calentamiento global (Richard S. Lindzen del MIT)
Lindzen es un científico de reconocida fama mundial del Massachusetts Institute of Technology, experto en el estudio de la atmósfera.
En un artículo en The New York Times, en junio de 1996 decía: “No tenemos ninguna evidencia de que el aumento en las emisiones de gases con efecto invernadero estén produciendo importantes cambios climáticos”. Afirma que las predicciones hechas por los expertos del IPCC se basan en modelos de ordenador tan incompletos que las hacen inservibles. Su principal argumentación se fundamenta en que los modelos que predicen el calentamiento lo hacen apoyándose en que el aumento en la concentración de dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero solo tendrá una pequeña influencia en el aumento de la temperatura media. Según estos modelos el principal calentamiento procederá del vapor de agua que se liberará a la atmósfera. La idea es que una atmósfera algo más caliente liberará más vapor de agua, y este vapor incrementará el calentamiento.
Dr Lindzen argumenta que los modelos usados no reflejan fielmente la física del vapor agua en la atmósfera. Según los trabajos suyos varios mecanismos anulan el supuesto aumento de la temperatura por el incremento del vapor de agua, aunque reconoce que no hay evidencias de que las cosas funcionen según estas teorías suyas. “Para ser justos, dice él, la respuesta correcta en este momento es que no sabemos cual es el efecto del vapor de agua”
Comenta que muchos otros escépticos como él, le han llamado o escrito agradeciéndole su postura. Muchos de estos no manifiestan sus opiniones en voz alta porque ser escéptico no trae ninguna ventaja. “¿Quién se anima a meterse en controversias? ¿Para qué hacerlo?”, dice. Además “en épocas de importantes recortes de presupuesto para la investigación, las investigaciones sobre el clima siguen recibiendo importantes ayudas. ¿Quién cierra una buena fuente de ingresos?”.
Otro científico que está de acuerdo con Lindzen es el Dr. William Gray, especialmente conocido por sus predicciones sobre la actividad de los huracanes. Comenta que “muchos de mis colegas son muy escépticos respecto a este asunto del calentamiento global”.
Dr Wallace, de la Universidad de Washington, dice que “hay pocos científicos que sean tan radicalmente escépticos como lo es el Dr Lindzen”. “Muchos más, dice Dr Wallace, se toman el asunto del cambio climático en serio, pero opinan que las afirmaciones que se hacen son muy exageradas, como Lindzen defiende”.
El aumento de la concentración de gases invernadero en la atmósfera es realmente algo científicamente comprobado, pero a partir de ahí la evidencia científica es mucho más débil. Las fluctuaciones climáticas son muy difíciles de medir y el calentamiento que parece se está dando en los últimos quince años se podría deber a muchas causas, porque el clima depende de un gran número de variables. Además, para la investigación de temas como éste, se simulan las distintas situaciones con modelos de ordenador, y los que se usan son, todavía, muy insuficientes y poco satisfactorios, porque el funcionamiento del clima es enormemente complejo .
La conclusión es que no se puede asegurar científicamente, con total evidencia, por ahora, que se esté produciendo un calentamiento global y un cambio climático como consecuencia del aumento de gases emitidos por la actividad del hombre a la atmósfera. Pero como hay importantes sospechas de que sea así, y las consecuencias pueden ser muy graves, lo lógico y prudente es tomar las medidas oportunas para impedir que las emisiones de dióxido de carbono sigan creciendo mientras se sigue estudiando este efecto con gran atención. Esto es lo que se está haciendo a través de organismos como el IPCC (International Pannel Climatic Change) y de los acuerdos internacionales sobre las emisiones de CO2, como el conseguido en la Conferencia Internacional celebrada en Kioto en diciembre de 1997.
Conclusiones de la Conferencia de Kioto de diciembre de 1997
Alicia Rivera El País 11.XII.97 (adaptación)
Aprobado en Kioto un protocolo de mínimosEl protocolo de Kioto, el acuerdo internacional para reducir las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero que inciden en el cambio climático estipula que los 39 países desarrollados se comprometen a reducir sus emisiones en un 5,2% de media respecto a los niveles de 1990 y 1995, entre el 2008 y el 2010.
El acuerdo afecta a seis gases, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso,. hidrofluorocarbono, perfluorocarbonos y hexafluoruro de carbono, y las cuotas fijadas para cada país contemplan una reducción del 8% para los 15 miembros de la Unión Europea, Suiza y varios países europeos; del 7% para EE UU y Canadá, y del 6% para Japón. Rusia, Nueva Zelanda y Ucrania quedan obligados a estabilizar sus emisiones en igual plazo. Australia puede aumentar hasta un 8%, Noruega un 5% e Islandia un 10%. La reducción global para la UE se distribuye entre sus miembros, de manera que algunos como España tendrían derecho a aumentar sus emisiones
«Este acuerdo es un avance fundamental en la respuesta de la comunidad internacional al cambio climático», declaró Estrada. «El acuerdo es pequeño pero importante. Hemos empezado a construir el bote. Ahora tenemos que hacer de él un barco fuerte», declaró Howard Ris, director de la Unión de Científicos Preocupados. El Grupo ecologista World Wild Fund for Nature (WWF) se apresuró a destacar los agujeros del protocolo. «A pesar de los muchos fallos, WWF impulsará su ratificación y entrada en vigor de manera que se pueda avanzar en el proceso de aumentar los objetivos de reducción de emisiones y cerrar los agujeros