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Vídeos AIA-2009

Autor por Shalafi    ~    Archivo Clasificado en AIA-IYA2009    ~    Comentarios Comments (3)

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Muy buenas a todos los lectores de este blog. Soy Shalafi, webmaster del mismo.

Como don Emilio comentó recientemente, hace unos días recibió un DVD con 12 vídeos en formato documental monotemático con motivo de su participación en el Año Internacional de la Astronomía 2009. Voy a proceder a colgar dichos vídeos en el blog, a razón de uno cada dos días, de manera que disfrutaremos de los 12 vídeos en este mes de agosto. Los títulos y las fechas de publicación son los que siguen:

  • Arqueoastronomía – 08 de agosto
  • El Sol – 10 de agosto
  • Planetología – 12 de agosto
  • Cuerpos menores – 14 de agosto
  • Estrellas – 16 de agosto
  • Radioastronomía – 18 de agosto
  • Galaxias – 20 de agosto
  • Altas energías – 22 de agosto
  • El espacio – 24 de agosto
  • Cosmología – 26 de agosto
  • Astrobiología – 28 de agosto
  • Los astrónomos – 30 de agosto

Los vídeos se publican bajo licencia Creative Commons, de manera que pueden ser distribuidos libremente mientras se cite la fuente y no se haga un uso lucrativo de estos.

Espero que disfruten del didáctico contenido de los documentales.

Un saludo

Un breve sobre la búsqueda de vida estraterrestre

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en AIA-IYA2009    ~    Comentarios Comments (0)

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Europa, la hermosa hija de Agenor, el rey fenicio de Tiro que invadió Grecia y se hizo rey de Argos. Para nosotros hoy, Europa es una pequeño “planeta helado”, o luna de Júpiter, que podría contener alguna forma de vida en su secreto mar océano.

Los icebergs, esas enormes montañas de hielo desgajado que flotan en el mar y que adquirieron la fama a través de la tragedia del Titanic, ya no son el patrimonio exclusivo de nuestro planeta Tierra, también en Europa, gracias a la nave Galileo, desde 1997, sabemos que existen.

Aparte del planeta Marte, no existe otro lugar próximo a la Tierra sobre el que la ciencia tenga depositas tantas esperanzas de encontrar alguna forma de vida, y, aquí tenemos un aliciente extra, ya que en esta luna joviana ha ocurrido un proceso opuesto al del planeta rojo merced a su exploración. Mientras que los ingenios espaciales enviados por el hombre revelaron que la naturaleza marciana es mucho más hostil para la vida de lo que insinuaban los telescopios, las sondas Voyager y Galileo han encontrado en Europa el mejor candidato del Sistema Solar para albergar vida extraterrestre.

Para los exobiólogos, los científicos que estudian la existencia de vida en otros lugares del Universo, Europa ha sido la gran revelación de finales del siglo XX, y Titán, una luna de Saturno que es  la segunda más grande del Sistema Solar, constituye una gran incógnita que se desvelará cuando podamos, físicamente, enviar allí los ingenios que nos puedan contestar a la gran pregunta: ¿Existe vida en Europa? En lo que a Titán se refiere, la misión espacial Cassini-Huygens, ya nos ha proporcionado muchos y valiosos datos.

Así que, de momento, estos dos satélites de Júpiter y Saturno (sin olvidar a Encelado)conforman, junto a Marte, los principales puntos de atención en la búsqueda de vida extraterrestre, claro que, al cien por cien no podríamos decir que la encontremos en esos lugares en primer lugar, ya que, la ciencia en lo referente al Universo, de vez en cuando, nos suele dar algunas sorpresas.

Antes me refería a Europa, Titán, Encelado y Marte, como los más probables lugares (al margen de la privilegiada Tierra) de encontrar vida dentro de nuestro Sistema Solar. No sabría decir el motivo pero, de todos estos sitios exóticos, el que más me llama la atención, el que más mensajes me envía es, ¡el planeta Marte!

Seguramente será por el simple hecho de que será allí donde antes encontremos esas formas de vida que, de una vez por todas nos confirmen que no estamos solos en el vasto Universo. Hay veces que, pensando en esto, llego a sentir una especie de angustia que me lleva a pensar en el hecho de que la Humanidad esté absolutamente sola en el inmenso Universo, y, más tarde, la razón se impone. Con los datos que tenemos en las manos, con los conocimientos que poseemos de las leyes que rigen en el Universo, el pensar en el hecho de la soledad universal sería, ¡una locura!

En lo concerniente a Europa, pocas fotografías entre las centenares de miles logradas desde que se inició la era espacial han dejado tan atónitos a los científicos como las transmitidas en 1.997 por la nave Galileo. Desde 1.979 se sospechaba, gracias a las imágenes de la Voyager 2, que la superficie del satélite de Júpiter estaba formada por una sorprendente costra de hielo. Su predecesora, la Voyager 1, llegó al sistema de Júpiter en marzo de ese año, pero no se aproximó lo necesario a Europa, por lo que únicamente envió fotografías que mostraban una corteza en apariencia lisa como una bola de billar surcada por una extraordinaria red de líneas oscuras de naturaleza desconocida.

En Julio de 1979, pocos meses después, la Voyager 2 obtuvo imágenes más detalladas, que desconcertaron a los científicos porque sugerían que la helada superficie podría ocultar un océano líquido, un paisaje inédito hasta el momento en el Sistema Solar.

Pero lo más asombroso estaba por ver y transcurrieron 18 años hasta que una nueva misión espacial les mostró a los científicos que Europa es una luna tan extraordinaria que incluso parece albergar escenarios naturales capaces de albergar alguna clase de vida.

Pero, todo esto me lleva a pensar en la lentitud de nuestros avances y en las muchas dificultades que encontramos para “saber” y “conocer” sobre lo que ahí fuera ocurre. No es nada fácil llegar a esos lugares. Cualquier misión, cualquiera de la que hemos sido testigos privilegiados, es, en sí misma, un universo. La enorme cantidad de operaciones y sincronizaciones que hay que tener en cuenta, la ingente cantidad de inteligencia humana que es necesario volcar en cada uno de estos proyectos, la enorme cantidad de dinero que es necesario aportar, y, sobre todo amigos, la infinita cantidad de esperanza que cada una de estas misiones genera…¡Es maravilloso!

Cuando exclamo que es maravilloso, no me refiero a los resultados en sí, me refiero al hecho increíble de que, en tan poco espacio de tiempo, desde las ramas de los árboles nos hayamos podido trasladar hasta esos lugares increíbles que, sin lugar a ninguna duda, tienen el poder de hacer volar nuestra imaginación que, al fin y al cabo, es casi tan grande como el Universo mismo.

emilio silvera

Europa, la hermosa hija de Agenor, el rey fenicio de Tiro que invadió Grecia y se hizo rey de Argos. Para nosotros hoy, Europa es una pequeño “planeta helado”, o luna de Júpiter, que podría contener alguna forma de vida en su secreto mar océano.

Los icebergs, esas enormes montañas de hielo desgajado que flotan en el mar y que adquirieron la fama a través de la tragedia del Titanic, ya no son el patrimonio exclusivo de nuestro planeta Tierra, también en Europa, gracias a la nave Galileo, desde 1997, sabemos que existen.

Aparte del planeta Marte, no existe otro lugar próximo a la Tierra sobre el que la ciencia tenga depositas tantas esperanzas de encontrar alguna forma de vida, y, aquí tenemos un aliciente extra, ya que en esta luna joviana ha ocurrido un proceso opuesto al del planeta rojo merced a su exploración. Mientras que los ingenios espaciales enviados por el hombre revelaron que la naturaleza marciana es mucho más hostil para la vida de lo que insinuaban los telescopios, las sondas Voyager y Galileo han encontrado en Europa el mejor candidato del Sistema Solar para albergar vida extraterrestre.

Para los exobiólogos, los científicos que estudian la existencia de vida en otros lugares del Universo, Europa ha sido la gran revelación de finales del siglo XX, y Titán, una luna de Saturno que es  la segunda más grande del Sistema Solar, constituye una gran incógnita que se desvelará cuando podamos, físicamente, enviar allí los ingenios que nos puedan contestar a la gran pregunta: ¿Existe vida en Europa? En lo que a Titán se refiere, la misión espacial Cassini-Huygens, ya nos ha proporcionado muchos y valiosos datos.

Así que, de momento, estos dos satélites de Júpiter y Saturno (sin olvidar a Encelado)conforman, junto a Marte, los principales puntos de atención en la búsqueda de vida extraterrestre, claro que, al cien por cien no podríamos decir que la encontremos en esos lugares en primer lugar, ya que, la ciencia en lo referente al Universo, de vez en cuando, nos suele dar algunas sorpresas.

Antes me refería a Europa, Titán, Encelado y Marte, como los más probables lugares (al margen de la privilegiada Tierra) de encontrar vida dentro de nuestro Sistema Solar. No sabría decir el motivo pero, de todos estos sitios exóticos, el que más me llama la atención, el que más mensajes me envía es, ¡el planeta Marte!

Seguramente será por el simple hecho de que será allí donde antes encontremos esas formas de vida que, de una vez por todas nos confirmen que no estamos solos en el vasto Universo. Hay veces que, pensando en esto, llego a sentir una especie de angustia que me lleva a pensar en el hecho de que la Humanidad esté absolutamente sola en el inmenso Universo, y, más tarde, la razón se impone. Con los datos que tenemos en las manos, con los conocimientos que poseemos de las leyes que rigen en el Universo, el pensar en el hecho de la soledad universal sería, ¡una locura!

En lo concerniente a Europa, pocas fotografías entre las centenares de miles logradas desde que se inició la era espacial han dejado tan atónitos a los científicos como las transmitidas en 1.997 por la nave Galileo. Desde 1.979 se sospechaba, gracias a las imágenes de la Voyager 2, que la superficie del satélite de Júpiter estaba formada por una sorprendente costra de hielo. Su predecesora, la Voyager 1, llegó al sistema de Júpiter en marzo de ese año, pero no se aproximó lo necesario a Europa, por lo que únicamente envió fotografías que mostraban una corteza en apariencia lisa como una bola de billar surcada por una extraordinaria red de líneas oscuras de naturaleza desconocida.

En Julio de 1979, pocos meses después, la Voyager 2 obtuvo imágenes más detalladas, que desconcertaron a los científicos porque sugerían que la helada superficie podría ocultar un océano líquido, un paisaje inédito hasta el momento en el Sistema Solar.

Pero lo más asombroso estaba por ver y transcurrieron 18 años hasta que una nueva misión espacial les mostró a los científicos que Europa es una luna tan extraordinaria que incluso parece albergar escenarios naturales capaces de albergar alguna clase de vida.

Pero, todo esto me lleva a pensar en la lentitud de nuestros avances y en las muchas dificultades que encontramos para “saber” y “conocer” sobre lo que ahí fuera ocurre. No es nada fácil llegar a esos lugares. Cualquier misión, cualquiera de la que hemos sido testigos privilegiados, es, en sí misma, un universo. La enorme cantidad de operaciones y sincronizaciones que hay que tener en cuenta, la ingente cantidad de inteligencia humana que es necesario volcar en cada uno de estos proyectos, la enorme cantidad de dinero que es necesario aportar, y, sobre todo amigos, la infinita cantidad de esperanza que cada una de estas misiones genera…¡Es maravilloso!

Cuando exclamo que es maravilloso, no me refiero a los resultados en sí, me refiero al hecho increíble de que, en tan poco espacio de tiempo, desde las ramas de los árboles nos hayamos podido trasladar hasta esos lugares increíbles que, sin lugar a ninguna duda, tienen el poder de hacer volar nuestra imaginación que, al fin y al cabo, es casi tan grande como el Universo mismo.

emilio silvera

Descubriendo las maravillas de la Materia

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física    ~    Comentarios Comments (0)

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Hacia principios de siglo se hizo una serie de observaciones desconcertantes, que condujeron al esclarecimiento.  El inglés William Crookes logró disociar del uranio una sustancia cuya ínfima cantidad resultó ser mucho más radiactiva que el propio uranio.  Apoyándose en su experimento, afirmó que el uranio no tenía radiactividad, y que esta procedía exclusivamente de dicha impureza, que él denomino “uranio X”.  Por otra parte, Henri Becquerel descubrió que el uranio purificado y ligeramente radiactivo adquiría mayor radiactividad con el tiempo, por causas desconocidas.  Si se dejan reposar durante algún tiempo, se podía extraer de él repetidas veces uranio activo X. Para decirlo de otra manera: por su propia radiactividad, el uranio se convertía en el uranio X, más activo aún.

Por entonces, Rutherfor, a su vez, separó del torio un “torio X” muy radiactivo, y comprobó también que el torio seguía produciendo más torio X. Hacia aquellas fechas se sabía ya que el más famoso de los elementos radiactivos, el radio, emitía un gas radiactivo, denominado radón.  Por tanto, Rutherford y su ayudante, el químico Frederick Soddy, dedujeron que, durante la emisión de sus partículas, los átomos radiactivos de transformaban en otras variedades de átomos radiactivos.

Varios químicos, que investigaron tales transformaciones, lograron obtener un surtido muy variado de nuevas sustancias, a los que dieron nombres tales como radio A, radio B, mesotorio I, mesotorio II y Actinio C.  Luego los agruparon todos en tres series, de acuerdo con sus historiales atómicos. Una serie de originó del uranio disociado; otra, del torio, y la tercera, del actinio (si bien más tarde se encontró un predecesor del actinio, llamado “protactinio”).

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La Astronomía en el Islam

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en AIA-IYA2009    ~    Comentarios Comments (0)

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Poco después de la muerte del profeta Mahoma en el año 632, los musulmanes establecieron una especie de commanwealth o comunidad de naciones desde España hasta Asia Central. Llevaron a todas las tierras conquistadas una astronomía popular árabe que era una mezcla de la hindú, persa y griega que se unificaba con la local de cada lugar de conquista, y, hasta el siglo X no adquirió las características distintivas propias. A partir de entonces y hasta el siglo XV los expertos musulmanes fueron inigualables en sus conocimientos de astronomía que, en sus fundamentos más profundos estaba presente el legado de la antigua Mesopotamia.

En sus formas más tardías los zijs llegaron a ser unos documentos formados por varios cientos de páginas de textos y tablas. Algunos aspectos de la astronomía matemática que se podía encontrar en un zij típico incluían: trigonometría; astronomía esférica; ecuaciones solares, lunares y planetarias; latitudes lunares y planetarias; posiciones planetarias; paralajes; visibilidad solar y planetaria; geografía matemática (lista de ciudades con sus coordenadas geográficas correspondientes) con lo que se determina la dirección de la Meca; uranometría (tablas de estrellas fijas con sus coordenadas), y, no en menor proporción, astrología matemática.

En uno de estos zij, el famoso astrónomo egipcio Ibn Yunus describe cuarenta conjunciones planetarias y treinta eclipses lunares. Aplicando lo que sabemos actualmente sobre las posiciones de los planetas, se llega a la conclusión de que los resultados de Yunus son absolutamente correctos.

Aunque la religión no fue la única fuerza impulsora que espoleó el crecimiento de la astronomía en el mundo islámico -el hecho de ser una sociedad tolerante, multirracial y de una gran erudición, con una lengua predominante, el árabe, también fomentó este crecimiento-, las cuestiones sacras desempeñaron asimismo un importante papel.

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¿Hacia donde vamos?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Astronomía y Astrofísica    ~    Comentarios Comments (0)

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Para el cosmólogo, la única certeza es que el universo morirá un día. Algunos creen que la muerte final del universo llegará en la forma del Big Crunch. La gravitación invertirá la expansión cósmica generada por el Big Bang y comprimirá las estrellas y las galaxias, de nuevo, en una masa primordial. A medida que las estrellas se contraen, las temperaturas aumentarán espectacularmente hasta que toda la materia y la energía del universo estén concentradas en una colosal bola de plasma ardiente que será el resultado final de la destrucción del universo tal y como lo conocemos.

Todas las formas de vida serán borradas de la faz de los mundos que las pudieran contener: evaporados por las enormes temperaturas o aplastados… no habrá escape.

Científicos y filósofos, como Charles Darwin y Bertrand Russell, han escrito lamentándose de la futilidad de nuestras míseras existencias, sabiendo que nuestra civilización morirá inexorablemente cuando llegue el fin de nuestro mundo. Las leyes de la física, aparentemente, llevan la garantía de una muerte final e irrevocable para todas las formas de vida, inteligente o no, del universo.

Yo, como Gerald Feinberg, físico de la Universidad de Columbia (ya desaparecido), creo que sí puede haber, quizá sólo una, esperanza de evitar la calamidad final.

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