Ene
18
Necesitamos saber, que no estamos solos.
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (2)
He dicho muchas veces que nuestro origen está en las estrellas, el único sitio del Universo en el que se pueden fabricar los elementos complejos de los que estamos hechos, y, también me he cansado de decir que, algún día lejano del futuro, nuestro destino está en las estrellas (si ningún acontecimiento inesperado, o, nosotros mismos, no lo impedimos antes). Claro que, al decir “nosotros mismos” me refiero a esos seres en los que, con el tiempo, nos hayamos podido convertir los humanos de hoy que, sin lugar a ninguna duda, estamos sometidos, con el paso del tiempo, a mutación evolutiva de adaptación al medio, y, como todo es cambiante y dinámico, nosotros no podíamos ser una excepción. Así que, si todo marcha bien, algún día, tendremos que dejar nuestro querido (y esquilmado) planeta para buscarnos otros mundos en el que asentar a nuestra especie que, para entonces, será muy numerosa dado que, la Ciencia, no deja de avanzar en todos los sentidos y, la vida se alarga en la misma medida que nuestro saber.
Cuando tenía yo 17 años (1957), el astrónomo alemán Wilhelm Gliese publicó un catálogo de estrellas cercanas al Sol. La número 581 de su lista era un astro de poca importancia astronómica que se situaba a 20 años-luz de nosotros, con sólo una tercera parte de la masa solar y cien veces menos luminosa. Una estrella enana roja, el tipo de estrella más abundante del Universo.
Pasado el tiempo, cincuenta años más tarde, Gliese 581 saltó a la fama. Allá por el año 2.005, el equipo de Michael Mayor y Didier Queloz (a los que denominan caza planetas), descubrieron, muy cerca de la estrella, un planeta que tenía quince veces la masa de la Tierra, y, fue bautizado, con el nombre de Gliese 581b. Más tarde, descubrieron que no estaba sólo y descubrieron dos compañeros más del anterior planeta extraterrestre.
Aquello fue la bomba, todos los medios se hicieron eco del acontecimiento y durante muchos días, se habló del descubrimiento y, no pocas mentes, se desbocaron imaginando mundos de increíble belleza y poblado de criaturas de inimaginables morfologías.
Nuestro planeta, la Tierra, circula a 150 millones de kilómetros de su estrella, el Sol, es decir, están separados por 1 Unidad Astronómica. Acostumbrado a esta distancia, nos sorprendió que esos planetas extrasolares, estuvieran tan cerca de su estrella. Los tres podrían ser bolas de fuego si orbitasen en torno a una estrella como nuestro Sol a 10 y 37 Km de distancia. Sin embargo, las estrellas enanas rojas (para entendernos) podrían asimilarse a suaves hogueras y, según los cálculos del momento, Gliese 581b podría mantener temperaturas de entre -3 y + 40 grados centígrados, y, según los cálculos realizados, no sería extraño que estuviera presente el agua líquida. De la atmósfera no se dijo mucho.
En todo aquel caos de información del momento, los astrónomos fueron cautos y, se limitaron a decir que, las temperaturas del planeta serían acordes al tipo de superficie del planeta y de la abundancia y composición de sus nubes. Los inmensos océanos y mares de la Tierra y sus abundantes bosques, absorben hasta el 90% de la radiación solar, mientras que las grandes extensiones de hielo del planeta reflejan el 80%. Sin embargo, es la composición de la atmósfera de un planeta y su riqueza en gases de invernadero, la que rige, mucho más que el tipo de estrella que pueda orbitar, su clima. Así que, a falta de aquellos datos esenciales, el dato de temperatura que se dio a Gliese 581b era solo una especulación razonable. En lo que se refiere al agua y a la atmósfera, teniendo en cuenta las dimensiones del planeta, parecía un cálculo razonable y razonado.
Comento todo esto, como una muestra insignificante de la enorme inquietud que tenemos en buscar hermanas gemelas a la Tierra, en nuestro interior, una voz nos grita y exige que, busquemos otros mundos en los que, posiblemente, encontremos a seres similares o parecidos a nosotros con los que poder intercambiar nuestros conocimientos del Universo y, de ser posible, intercambiar también, los saberes de las distintas Ciencias. La verdad es que, a estas alturas, nos encontramos un poco solos en tan vasto Universo.
Por otra parte, en lo más profundo de nuestros pensamientos, subyace la idea de que, un día lejano del futuro, tendremos que buscarnos nueva casa, ya que, la que ahora ocupamos, por diferentes motivos, se nos quedará inservible y será inhabitable para seres vivos que, como nosotros, necesitan un planeta que reúna ciertas condiciones que, la Tierra, desgraciadamente, perderá con el paso del tiempo.
La exploración planetaria, de momento, sólo nos ha permitido descubrir súper-Tierras situadas en sistemas planetarios diferentes al nuestro, con mundos superjupiterianos, es decir, planetas que serían como “elefantes” de una fauna planetaria mayor en la que, no tienen cabidas los planetas rocosos como el nuestro, y, al ser tan grandes y pesados, sólo podrían estar poblados por diminutos seres que pudieran soportar esa enorme gravedad, o, por una infinidad de especies de insectos. Nosotros, aunque dichos planetas tuvieran tierra firme, no podríamos soportar tan enorme fuerza de gravedad, sólo seres de ínfimo peso podrían vivir en él.
Claro que, pensar así, no sería ni lógico ni real, ya que, en cada galaxia existen “infinidad” de miles de millones de estrellas con sus planetas asociados, lo que supone una enormidad de mundos entre los que, sin lugar a ninguna duda, habrá cientos de miles de planetas que, como la Tierra, reúnan las condiciones precisas para que, en ellos, pueda surgir la vida.
El Universo está lleno de vida que brota con morfologías diferentes y metabolismos de una diversidad que ni podemos imaginar. Unas serán inteligentes y otras vegetativas, de comportamientos dispares y distintas estructuras y, posiblemente, distintas en sus componentes básicos que, no necesariamente, estarían basados en el carbono como en la Tierra y, como se habló tantas veces, sería el silicio el material básico de algunas criaturas. ¿Quién puede asegurar lo contrario?
El Universo es algo extraordinario y no debemos asombrarnos (aunque lo hacemos) de encontrar en él, cosas extraordinarias. Sí, es verdad, una de las cosas más extraordinarias jamás encontrada en el Universo, ¡somos nosotros! No dudo ni por un momento que asombraríamos a una especie inteligente que, diera con nosotros, y nos pudiera observar. Ver nuestro comportamiento y rarezas, nuestra enorme curiosidad por todo lo desconocido. Podría ver, por ejemplo, que la patente 6.754.472, ha sido concedida a Microsoft y ampara los mecanismos o procedimientos para “transmitir datos y energía utilizando el cuerpo humano”. ¡Cómo somos! Se trata, al parecer, de aprovechar la conductividad eléctrica del cuerpo humano para, en el futuro, conectar una serie de aparatos y dispositivos electrónicos que trasmitan sensaciones y, hasta pensamientos.
No estoy seguro de que, extraterrestres que vieran nuestro proceder, no salieran corriendo asustados de la barbarie humana. Tenemos que reconocer que somos agresivos y muy asados. Claro que, por otra parte, no se puede dejar de reconocer, también, que esas cualidades pueden ser, posiblemente, las que han posibilitado que estemos aquí aún.
No dejo de asombrarme (todos los días) de lo mucho que puede desarrollar la mente humana, y, desde luego, sus logros, no parece que tengan barreras, todo es cuestión de tiempo. En cada época, parece que aparecen individuos que, destacando de los demás, nos llevan hacia adelante en el saber del mundo. Así pasó con muchos nombres que reconocemos en la historia de la Humanidad que, para no hacerlo muy largo, concretaré en Newton y Einstein.
Está claro que la Astronomía es, quizás, la Ciencia más antigua y la que, escribió la historia del conocimiento del universo a golpe de sorpresas en la mente de los hombres y mujeres que, atemorizados, miraban al cielo de las noches estrelladas o del Sol deslumbrante y, se preguntaban… ¡tantas cosas! A las que no podían responder. Sin embargo, la observación y el estudio sistemático de los astros, hicieron posible que, no sólo conocieran el cielo, sino que, a través del cielo, llegaron a conocerse a sí mismos.
Copérnico, Galileo, Kepler, Tycho y otros muchos derrumbaron para nosotros, la mentira, y, nos pusieron en un Universo en el que la Tierra no era centro de nada. Hubble nos dijo que la expansión del Universo lo hacía más grande cada minuto que pasaba y que las galaxias, se alejaban las unas de las otras haciendo el Universo más frío y solitario. Subrahmanyan Chandrasekhar, con sus teorías (ahora aceptadas), nos llevó hacia el colapso gravitatorio de las estrellas masivas, necesario para la existencia de los agujeros negros.
Así las cosas, y, siempre avanzando, nunca dejamos de preguntar: ¿Hay alguien ahí fuera? Está claro que, las futuras misiones espaciales y los previsibles hallazgos de las nuevas y sofisticadas generaciones de nuevos telescopios terrestres y espaciales, nos traerán, más tarde o más temprano, la respuesta tan esperada. Y, no olvidemos que, la respuesta, nos podría venir por otra vía: los mismos extraterrestres que se harían presentes ante nosotros en una de muchas formas que pueden elegir.
Nuestra incertidumbre es grande, nuestra curiosidad mucho más, pero lo más grande de todo, es, nuestra enorme ignorancia. Sin embargo, comenzamos a alejarnos de ella en el mismo momento en que, supimos reconocer, lo poco que aún sabemos.
emilio silvera
el 18 de enero del 2011 a las 15:36
excelente, gracias a ti puedo sentirme como si estuviera en conferencias sobre estos temas, mi trabajo y vida no me deja estudiar mas de lo que hago por mi cuenta, pero leer tu blog me aporta muchísimo y esta claro que la motivación que me hace estudiar, leer y reflexionar por mi cuenta es sentirme que cada vez se menos y tengo mas preguntas a medida que voy entendiendo nuevos temas, un saludo muy cordial y espero que sigas por siempre con este blog.
el 19 de enero del 2011 a las 19:25
Estimado Ignacio:
Has dicho una verdad como un templo. Cuando alcanzamos nuevos saberes, en realidad, son como llaves que nos ayudan para poder abrir nuevas puertas que nos dejan pasar a nuevos lugares en los que, encontramos nuevas preguntas que hacer. Es decir, la mayoría de las veces no podemos ni preguntar, ya que, no tenemos el conocimiento necesario para ello, y, cuando lo alcanzamos, volvemos a plantear nuevas preguntas, y, de esa manera, no dejamos de avanzar hacia…¿quién sabe dónde?
Es muy bonito cuando te das cuenta de que puedes comprender nuevas cosas, nuevos conceptos, nuevos caminos. El gran física Richard Feynman, siempre decía: “…el placer de descubrir”. y, desde luego, si que lo es.
Aquí seguiremos intercambiando ideas con los amigos que visitan el lugar que, aparte de ser un buen entretenimiento, si encima nos enseña añguna cosa…¡mejor!
Un saludo cordial.