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MESOPOTAMIA, un poco de historia
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (6)
La Astronomía de Mesopotamia constituye uno de los tratamientos sistemáticos y científicos del mundo físico. Los antiguos astrónomos, con sus intentos de predecir el futuro mediante la observación de los cielos, habían desarrollado para el siglo IV a. C. un sistema complejo de progresiones aritméticas y métodos de aproximación. Dado que no podían ver lo que le esperaba a un ser humano en su vida futura, se aficionaron a predecir los sucesos que se producirían en los cielos. La gran cantidad de observaciones que recopilaron y sus métodos matemáticos fueron unas contribuciones cruciales para el posterior florecimiento de la astronomía entre los hindúes y los musulmanes, así como entre los griegos.
Durante más de dos mil años los esfuerzos de los astrónomos de Mesopotamia quedaron olvidados bajo las ruinas de palacios y zigurats en lo que hoy en día es principalmente Irak. Todo lo que se sabía del tema procedía de unos pocos pasajes de la Biblia y de las informaciones dadas por algunos escritores griegos y romanos. Pero esas informaciones eran extremadamente seductoras. Plinio el Viejo, un erudito, escribió que los babilonios dieron cuenta de sus observaciones de las estrellas en las inscripciones que estaban realizando sobre tablillas de barro cocido con previsiones para 720 000 años, un número que duplicó varios siglos más tarde un filósofo griego, Simplicius, llegando a la asombrosa cifra de 1.440.000 años.
A mediados del siglo XIX, los arqueólogos comenzaron a desenterrar en Mesopotamia miles de estas tablillas con inscripciones en escritura cuneiforme. En el emplazamiento de la antigua ciudad de Sippar, situada al suroeste en las cercanías de Bagdad, los arqueólogos encontraron allí una biblioteca de los últimos tiempos del Imperio Babilónico en la que se escondían una enorme cantidad de anotaciones astronómicas y ejercicios matemáticos. Las guerras incesantes de aquellos lugares han dejado en el anonimato lo que podría ser una bella historia del pasado del que sólo tenemos vestigios.
De los textos traducidos, aunque sólo sean una parte de los descubiertos, revela la presencia en Mesopotamia de una astronomía que se remonta al menos hasta el siglo XVIII a.C. Los sumerios que inventaron el sistema de escritura cuneiforme poco antes del año 3000 a.C., fueron los primeros en catalogar las estrellas más brillantes, esbozaron un conjunto rudimentario de constelaciones del zodíaco, reseñaron los movimientos de los cinco planetas visibles (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) e hicieron el mapa de los movimientos del Sol y de la Luna con respecto a las constelaciones. Dieron a estas unos nombres que, en algunos casos, aún nos resultan familiares (Escorpio, Tauro, Leo). El zodíaco siguió utilizándose con esos nombres mientras que se producían los ascensos y las caídas de los diversos Imperios que existieron en Mesopotamia, y hasta los últimos días de la astronomía babilónica al principio de la era cristiana.
Es posible que los sumerios fueran el primer pueblo del mundo que desarrolló un calendario basado enteramente en la recurrencia de las fases completas, o sinódicas, de la Luna y también el primero que utilizó los períodos sinódicos de la Luna como la base del año de doce meses, es decir, 360 días.
Mucho sería lo que podríamos hablar de Babilonia en muchos terrenos pero, en astronomía, el objetivo era poder calcular, a partir de unos pocos elementos empíricos, las posiciones de los cuerpos celestes en un momento dado. Siglos de recogida de datos proporcionaron a los astrónomos unos valores medios muy precisos en cuanto a los tiempos de los movimientos de la Luna, los eclipses y los fenómenos planetarios. Una vez obtenidos estos promedios, podían hacer predicciones a corto plazo, utilizando métodos de cálculo que actualmente denominaríamos extrapolación lineal. Según Anthony Aveni, este método de predicción se basaba en una sencilla secuencia:
LUGAR + INTERVALO ESPACIAL = ESPACIO FUTURO
TIEMPO + INTERVALO TEMPORAL = TIEMPO FUTURO.
Está claro que, la arqueología y los hallazgos de inscripciones, documentos y tablillas antiguas nos dieron la oportunidad de poder valorar (para nuestro asombro) una buena muestra de esos conocimientos que a través del tiempo nos llegaron, y, desde luego, no sólo fueron los babilónicos los que nos dejaron conocimientos sobre astronomía y otros saberes científicos, sino que, otros pueblos y otras Civilizaciones perdidas dejaron la huella de su saber y, no digamos, de lo mucho que se ha perdido y nos es desconocido.
¿Qué sabemos de esos pueblos perdidos en las profundidades del Tiempo? Desde luego, mucho menos de lo que nos gustaría saber.
Como otras escuelas que dieron los primeros pasos en astronomía, en Mesopotamia la adivinación fue una fuerza impulsora en el desarrollo de la ciencia de los cielos, aunque está abierto un debate entre los expertos, que discuten en qué medida los primeros adivinadores se bifurcaron en las dos disciplinas diferentes como la astrología y la astronomía, especialmente en el período de influencia de la astronomía matemática de Babilonia.
Las observaciones en las que se basó el Enuma Anu Enlil apunta ya a la llegada de la astronomía matemática, especialmente las que se refieren a los fenómenos de salida y ocaso de la Luna y los planetas. En el Enuma está ya presente una función matemática que expresa el tiempo durante el cual la Luna está visible a lo largo de un mes y otra función que expresa la variación de la anterior a lo largo del año. Ambas funciones dan valores en grados temporales (1 grado temporal = 1/360 de día = 4 minutos), poniendo de manifiesto el uso de esta unidad en el siglo XVII a. C. Ambas funciones son unos instrumentos de cálculo que para expresar sus resultados utilizan una notación sexagesimal en la que se sigue el principio del valor según la posición.
La utilidad del sistema numérico sexagesimal de los babilonios prevalece aún hoy en día. Aunque la utilización de la base 60 es su característica más notable, esta base no era esencial para que el sistema funcionase bien. La auténtica ventaja del sistema numérico babilónico en astronomía y en otras cuestiones es el hecho de que la notación siga el principio del valor según la posición. Otto Neugebauer dice que su invención se puede comparar con la del alfabeto. La notación con el valor según la posición de las cifras permitió el desarrollo de un tipo de aritmética que utilizaba reglas algebraicas.
En el templo babilónico de Bel los astrónomos fueron perdiendo ritmo en sus trabajos al llegar el siglo I d.C. Para entonces una parte sustancial de sus tradiciones habían pasado a manos de los astrónomos griegos, y probablemente también de los hindúes. La influencia babilónica en la astronomía griega, tal como se refleja en el Almagesto, incluía los nombres de muchas constelaciones; el sistema de referencia zodiacal; el grado como unidad básica para la medición de ángulos; observaciones, especialmente eclipses, que se remontan hasta el comienzo del reino de Nabonasar en el año 747 a. C., y varios parámetros fundamentales, incluido el valor correspondiente al mes sinódico medio.
La destrucción de la tradición mesopotámica habría sido total en la Europa medieval si la astronomía babilónica no hubiera encontrado, a través de los griegos, un nuevo e interesante desarrollo entre los astrónomos de la India, esta antigua ciencia experimentó un resurgimiento triunfal en todo el mundo musulmán y preparó los fundamentos para la puesta en escena de la astronomía del Renacimiento que hizo posible que, ahora, estemos en el nivel actual.
Recomiendo a todos los amigos de este lugar para que, si pueden, se hagan con el libro titulado Los grandes descubrimientos perdidos, escrito por Dick Teresi, editado en España por Editorial Crítica, Serie Drakontos. De esa fuente, he sacado este resumen para deleite de todos y, os aseguro que, el total del libro es fascinante.
Un saludo cordial a todos.
el 22 de enero del 2011 a las 19:57
Hola muchachada.
Amigo Emilio, te preguntas, nos preguntamos: “¿Qué sabemos de esos pueblos perdidos en las profundidades del Tiempo? Desde luego, mucho menos de lo que nos gustaría saber.”
Una vez formulada esta reflexión, no podemos soslayar el crimen contra la Humanidad y contra la Historia perpetrado por nuestra propia civilización, nuestra propia generación, a través de una élite dominante, autoproclamada “custodio de los valores de Occidente… blá, blá”, que blandiendo argumentos maniqueos, pero escondiendo hipócritamente motivaciones infinitamente más mezquinas y despreciables, no vacilaron en arrasar, abusando de su tremendo poder, un país, un pueblo, una cultura, y sus maravillosos e incalculables tesoros arqueológicos, destruyendo sistemáticamente museos y monumentos ya descubiertos, y tantos otros sin descubrir aún, al destruir y contaminar radiactivamente el terreno donde yacían quien sabe por cuántos cientos o miles de años.
Permitime pegar este “Airado lamento”, y, sobretodo al final, el “Réquiem por Babilonia”- (El legado ha enmudecido), por Laura Malosetti Costa:
http://poesiadelmomento.com/museo/museo.html
Abrazo fuerte.
el 24 de enero del 2011 a las 3:18
He intentado varias veces introducir comentarios en el día de hoy, pero no “llegan”.
(A ver éste…)
el 24 de enero del 2011 a las 3:44
Algunos datos sorprendentemente precisos, de la Astronomía mesopotámica:
http://www.1984nwo.net/index.php?topic=3983
¡Cuánta sabiduría, cuántos descubrimientos, cuánta cultura, perdidos irremediablemente! Tabletas de arcilla aún sin descifrar; objetos de arte de incalculable valor robados para vender al kilo, o para satisfacer el capricho frívolo de algún ricachón; obras monumentales demolidas sin escrúpulo. Voces milenarias acalladas para siempre.
Saludos, amigos.
el 24 de enero del 2011 a las 8:47
Bárbaros, eso es lo que aún somos.
el 24 de enero del 2011 a las 8:55
Bonito e interesante resumen, y, como bien apuntas, es una verdadera lástima el uso que se ha hecho de tanta riqueza cultural del pasado.
¡Una pena! Muchas de las “Joyas” del pasado, fueron destrozadas por gente que, sin concederle el menor valor, la dieron al mejor postor por unos dineros que, de ninguna manera, podían haber pagado su verdadero valor cultural y, de mensaje del pasado.
Un saludo amigo.
el 24 de enero del 2011 a las 18:22
En # 3, no pude pegar el enlace que quería ofrecerles, ni copiar ni pegar texto, por lo que puse otro link que no me conforma del todo. La intención era comparar los datos (“sorprendentemente precisos”) obtenidos por los astrónomos (astrólogos) babilónicos con los actuales, y acá van algunos:
La duración media entre dos fases lunares iguales (mes sinódico o lunación) es de 29,530641 días según Naburi´Annu (finales del siglo III a.C.), y de 29,530594 según Kidinnu (aprox 380 a.C.).
El valor actual es de 29,530589 días.
El valor hallado en el siglo II o I a.C. para la revolución sinódica de los planetas, es decir, el tiempo entre dos posiciones similares con respecto a la Tierra, no difería más que en 1/100 de día del valor actual:
En el caso de Venus, por ejemplo, 583,91, días (actual 583,92)
En el caso de Marte, 779,995 días, aparece una diferencia un poco mayor ( 779,94 días), aunque podría ser menor si tenemos en cuenta que hasta hace bien poco, no se podían observar los planetas con instrumentos precisos, no es posible hacer cálculos retrospectivos sobre las revoluciones de los planetas, que, sometidas siempre a perturbaciones, eran diferentes hace 2 o 3000 años.
El descubrimiento del ciclo de Saros ( período de 223 lunas, lo que equivale a 6.585,32 días -algo más de 18 años y 11 días- tras el cual la Luna y la Tierra regresan aproximadamente a la misma posición en sus órbitas, y se pueden repetir los eclipses), en este contexto, esta es una de las contribuciones más notables de la astronomía babilónica.
La Astronomía moderna tiene que agradecer a los aportes de los sacerdotes y astrólogos de Babilonia, por iniciar al hombre, en la búsqueda de lo desconocido y despertar su curiosidad en la investigación y entendimiento del universo. Sin duda, la ciencia moderna se debe en parte a sus aportes.
(De diversas fuentes)
Saludos cordiales para tod@s.
la duración media entre dos fases lunares iguales (mes sinódico