domingo, 22 de diciembre del 2024 Fecha
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LA MÍTICA TIERRA DE TARTESSOS II

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (1)

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EL ASPECTO ORIENTAL DE TARTESSOS

La influencia del mito de Tartessos ha tenido tanto peso en la comprensión de la prehistoria española, que el nombre ha dado origen a varios conceptos académicos: cronología tartésica, cultura tartésica, geografía tartésica e incluso arqueología tartésica se han convertido en conceptos distintos y separables, pero también son temas complejos de debate. Se usan para definir el Bronce Final en el suroeste de la Península Ibérica, como hemos señalado antes, pero también son especialmente aplicables al período posterior al cenit de las «colonias» fenicias, c. 750 y 530 a.C. La influencia de los tartesios posfenicios va más allá de los estuarios y la sierra de Huelva y se extiendo por las regiones de los valles del Bajo y el Alto Guadalquivir, Extremadura y las regiones lejanas del hinterland de las colonias fenicias del este.

Varias ideas preponderan en los debates en torno a los tartesios posfenicios. En primer lugar, y la más importante, es la de su consonancia con una perceptible y variopinta influencia orientalizadora. En segundo lugar, a menudo se piensa que el carácter y la sociedad tartésicos eran impulsados por la inspiración de los extranjeros orientales; la adopción de una cultura diferente («aculturación») generalmente se interpreta como la señal preponderante de la nueva época. En tercer lugar, la cultura tartésica se relaciona muy a menudo con lo que se sabe —o no se sabe— de las colonias fenicias. En estas circunstancias, la imagen de Tartessos en su apogeo se ha tipificado de manera muy sencilla: mediante un aspecto oriental de origen fenicio. Seguidamente examinaremos algunos asuntos y hallazgos arqueológicos relacionados con ello.

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¿Una Teoria de Todo? De Ilusion tambien se vive.

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física Cuántica    ~    Comentarios Comments (22)

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Pero… ¿somos en verdad tan insignificantes?

Los logros alcanzados hasta el momento parecen desmentir tal afirmación, el camino recorrido por la humanidad no ha sido nada fácil, los inconvenientes y dificultades vencidas, las luchas, la supervivencia, el aprendizaje por la experiencia primero y por el estudio después, el proceso de humanización (aún no finalizado), todo eso y más nos dice que a lo mejor, es posible, pudiera ser que finalmente, esta especie nuestra pudiera tener un papel importante en el conjunto del universo. De momento y por lo pronto ya es un gran triunfo el que estemos buscando respuestas escondidas en lo más profundo de las entrañas del cosmos.

Tengo la sensación muy particular, una vez dentro de mi cabeza, un mensaje que no sé de dónde pero que llega a mi mente que me dice de manera persistente y clara que no conseguiremos descubrir plenamente esa ansiada teoría del todo, hasta tanto no consigamos dominar la energía de Planck que hoy por hoy, es inalcanzable y sólo un sueño.

En mecánica cuántica es corriente trabajar con la constante de Planck racionalizada,  (ħ = h/2p = 1’054589×10-34 Julios/segundo), con su ley de radiación (Iv = 2hc-2v3/[exp(hv/KT)-1]), con la longitud de Planck, ( ), con la masa de Planck denotada .

Todo lo anterior son herramientas de la mecánica cuántica que en su conjunto son conocidas como unidades de Planck, que como su mismo nombre indica son un conjunto de unidades, usado principalmente en teorías cuánticas de la gravedad, en que longitud, masa y tiempo son expresadas en múltiplos de la longitud, masa y tiempo de Planck, respectivamente. Esto es equivalente a fijar la constante gravitacional (G), como la velocidad de la luz (c), y la constante de Planck racionalizada (ħ) iguales todas a la unidad.  Todas las cantidades que tienen dimensiones de longitud, masa y tiempo se vuelven adimensionales en unidades de Planck. Debido a que en el contexto donde las unidades de Planck son usadas es normal emplear unidades gaussianas o unidades de Heaviside–Lorentz para las cantidades electromagnéticas, éstas también se vuelven adimensionales, lo que por otra parte ocurre con todas las unidades naturales. Un ejemplo de esta curiosidad de adimiensionalidad, está presente en la constante de estructura fina (2πe2/hc) de valor 137 (número adimensional) y cuyo símbolo es la letra griega α (alfa).

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