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¿Cómo llegamos aquí? II

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (2)

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La realeza en Babilonia, no era enterrada sola, junto al rey y a la reina, en una cámara (según descubrió el arqueólogo británico Woolley), yacía una compañía de soldados -junto a sus huesos hallaron cascos y lanzas de cobre- y en otro recinto estaban los  esqueletos de nueve damas de la corte, todavía luciendo sus intrincados tocados.  Aunque se trataba de una práctica espeluznante, es una muestra de las creencias antiguas.

No se pudo encontrar texto alguno que mencionara a este entierro, lo que hace pensar que, cuando sucedió, aún no se conocía la escritura. Sin embargo, este hecho no debe inducirnos a equivocaciones sobre este pueblo.

Fue en  Babilonia donde se desarrolló la música, la medicina y las matemáticas y donde se inventaron las bibliotecas, donde se pintaron los primeros mapas y donde nacieron la química, la botánica y la zoología.

Los templos eran importantes y en ellos tenemos el primer gran ejemplo de arquitectura monumental.  Estaban construidos sobre enormes plataformas que, con el paso del tiempo,  se fueron elevando cada vez más, hasta finalizar convirtiéndose en torres escalonadas provistas de terrazas y coronadas por santuarios y se denominan zigurats, palabra de origen asirio que probablemente se remonte al término acadio pronunciado zigguaratu, cumbre o cima de la montaña, más antiguo.

Antes nos referíamos a los orígenes de la escritura y nombramos lo que Anise Schmandt-Besserat, llamó especimenes (figurillas de arcilla muy elaboradas y variadas) y cuyas primeros hallazgos se remontan a entre 8.000 y 4.300 años a. de C.

En el sureste de Europa, en Rumania y Bulgaria, se han encontrado sistemas de marcas compuesto de líneas más o menos geométricas, volutas y garabatos, perteneciente a lo que conocemos como cultura vinca.  Emparentado a lo que sin duda son pictogramas (cabras, cabezas de animales, espigas de trigo, etc.), este sistema apareció en contextos fúnebres y, aparentemente, sacrificiales, de cerda de 4.000 años a. de C.  La placa Gradesnica, descubierta en Uratsa, al oeste de Bulgaria, en 1.969, es sin duda más antigua y, según las pruebas, tendría entre 7000 y 6000 años.  Los símbolos asociados a la cultura Vinca han aparecido en amuletos, cerámicas y otros objetos.

El análisis minucioso de los expertos muestra que la distribución de signos vincas es consistente y han clasificado un grupo de doscientos diez signos divididos en cinco grupos básicos: líneas rectas, cruces, cheurones, puntos y curvas.  Aunque en ningún sitio forman textos, han aparecido diseños simbólicos, con indudable significado religioso más que económico que, según todos los expertos, constituyen una forma de proto-escritura.

La india continúa siendo el candidato con más posibilidades para albergar el honor del nacimiento de la escritura.  Tradicionalmente se consideraba que la civilización más antigua de la región era la que tenía su enclave en el valle del Indo, cuyas capitales, Harappa y Mohenjo-Daro se remontan a unos 3.000 años a. de C., y, los indicios y pruebas allí encontrados desplazan a Mesopotamia como la cuna de la escritura.

No soy ningún experto en este tema, sin embargo, si dependiera de mí, dejaría la respuesta en el aire y no descartaría tan rápidamente a Mesopotamia.

Por otra parte, ¿Qué se sabe de China?

El alfabeto más antiguo hasta ahora encontrado fue descubierto en una excavación realizada en Ras Shamra (Cabeza de hinojo), cerca de Alejandreta, extremo nororiental del Mediterráneo, entre Siria y Asia Menor.  Allí, donde la colina que domina un pequeño puerto, se encontraba un asentamiento que en la antigüedad recibía el nombre de Ugarit.

Tanto en Mesopotamia como en Egipto el saber leer y escribir era algo muy apreciado, Shulgi, un rey sumerio de 2.100 a. de C., se jactaba de que:

“De joven estudié e arte de la escriba en  la Casa de las Tablillas, con las tablillas de Sumer y Acad; nadie de noble cuna puede escribir una tablilla como yo puedo.”

Los escribas eran formados en Ur desde por lo menos el segundo del tercer milenio a. de C.  El rey Shulgi fundó dos escuelas, acaso las primeras del mundo, en Nippur y Ur.

Después de todo esto,  algunos miles de años más tarde, llegó la idea de ciencia (scientia significaba originalmente conocimientos).  Por lo general, se cree que este ámbito de la actividad humana, sin duda muy provechoso, nació en Jonia, que entonces abarcaba la franja occidental de Asia Menor (la moderna Turquía) y las islas ubicadas frente a ella.  Según Edwin Schrödinger, hay tres razones principales por las que la ciencia haya comenzado allí:

En primer lugar, la región no pertenecía a ningún estado poderoso, que normalmente se mostraban hostiles hacia el pensamiento libre.

En segundo lugar, Jonia era un pueblo de marineros, ubicado entre Oriente y Occidente, y con sólidos vínculos comerciales.

El intercambio mercantil ha sido siempre el principal motor para intercambiar ideas entre pueblos diferentes, y que surgían de la necesidad de resolver problemas prácticos.

Aquí mismo, en la región en la que habito, que abarca todo el Golfo de Cádiz desde Gibraltar hasta el Cabo de San Vicente en Portugal, pasando por Huelva -donde se cree que estaba el antiguo pueblo de Tartessos- tenemos una muestra de ello, nos visitaron griegos, fenicios y otros pueblos que, no solo comerciaron con nosotros, sino que nos trajeron técnicas artesanales, de navegación, y un fin de ideas sobre otros aspectos de la vida en sociedad.

En tercer lugar, la región no estaba “infestada de sacerdotes”; no había, como en Babilonia o Egipto, una casta sacerdotal hereditaria y privilegiada con un interés personal en el mantenimiento del statu quo.

Al comparar los orígenes de la ciencia en la antigua Grecia y la antigua China, Geoffrey Lloyd y Nathan Sivin sostienen que los filósofos  y científicos griegos gozaron de menos patrocinio que sus contemporáneos chinos, a quienes el emperador empleaba.  Sin embargo, esto hizo que los científicos chinos fueran parcos en sus opiniones que se aferraban a lo ya conocido y eran menos dados, que sus colegas griegos a adoptar nuevos conceptos:

Tenían mucho más que perder, y rara vez discutían como hacían estos.  En lugar de ello, los pensadores chinos invariablemente incorporaban las nuevas ideas en teorías existentes, con lo que producían una “cascada” de significados; de esta manera las naciones nuevas tenían que enfrentarse abiertamente con las ya existentes.

En Grecia, lo que había en realidad era una “competición de sabiduría”, bastante similar a los que celebraban en el deporte mismo que por aquel entonces se consideraba como una forma de sabiduría del dominio del cuerpo.

Los jonios comprendieron que el mundo era algo que podía ser comprendido, si uno se tomaba la molestia de observarlo de forma adecuada.  No era un patio de recreo donde los dioses manejaban arbitrariamente el destino de los humanos según su estado de ánimo del momento, animados por las pasiones de amor, de ira o por un deseo de venganza, más humano que divino.  Este descubrimiento dejó asombrados a los jonios: se trataba, como subrayó Schrödinger, de algo “completamente nuevo” que dejaba inservibles creencias ancestrales.

Los babilonios y los egipcios sabían mucho sobre las órbitas de los cuerpos celestes, consideradas secretos religiosos.

Encontramos al primer científico verdadero, Tales de Mileto, sabio de una ciudad de la costa jónica, en el siglo VI a. de C. Tales, aunque no fue el primero, especuló sobre el origen del Universo y la naturaleza, sin embargo sí fue el primero que expresó sus ideas en términos lógicos, dejando a un lado la mitología, y, además, fue el primero en descubrir la verdadera importancia del agua para la existencia de la vida.

En Egipto aprendió matemáticas y astronomía babilónica para poder predecir un eclipse total de Sol en el año 585 a. de C., eclipse que ocurrió a su debido momento el día correspondiente a nuestro 29 de mayo (dos siglos más tarde, Aristóteles consideraría que este acontecimiento marcaba el inicio de la filosofía griega), sin embargo, Tales es recordado más a menudo por una pregunta que formuló: ¿de qué esta hecho el mundo?  Él, equivocado, se respondió a sí mismo, diciendo que el mundo estaba hecho de agua, y, aunque no acertó, si cambió el concepto de que el mundo estaba hecho por los dioses.  Este cambio marcó un hito en la historia del pensamiento, aunque entonces, afectara a un número muy reducido de personas.

El sucesor inmediato de Tales, otro jónico llamado Anaximandro, abundo en exponer nuevas ideas que, aunque no todas acertadas, si hicieron pensar a los cultos de su tiempo, aunque sólo fuera para rebatirlas.  Anaximandro lanzó la idea de que la realidad última del Universo no podía ser una sustancia tangible (una idea que no estaba tan lejos de la verdad, como se descubriría mucho más tarde).

Todas las ideas profundas que surgieron por aquella época, eran sometidas a un debate cuyo final era el avance de los conocimientos de toda la humanidad.

Empédocles, con sus elementos; Demócrito, con su átomo; Pitágoras, con su teorema; Euclides, y su geometría axiomática; Heráclito, que intuyó que la órbita de los planetas eran todas “errantes”; Leucipo, que como Demócrito creyó que el mundo estaba compuesto por infinidad de diminutos átomos que se movían de forma aleatoria en un “vacío infinito”;  Anaxágoras de Clazómene, creyó en los argumentos de los atomistas y en la existencia de una partícula fundamental; Homero, que en su Iliada y Odisea nos habló de plagas y ofreció con cuidadosa descripción el tratamiento de las heridas, evidenciando del saber especializado en este campo; Hipócrates de Cos, meticuloso observador que separó la medicina de la filosofía.  Fue famoso por su juramento cuya principal característica estaba en la de colocar al paciente siempre en primer lugar, lo más importante.

El nacimiento de la reflexión jónica, lo que algunos estudiosos llaman el positivismo jónico o la ilustración jónica, ocurrió de forma dual: la ciencia y  la filosofía.  Tales, Anaximandro y Anaxímenes, fueron los primeros filósofos y también los primeros científicos.

Tanto la ciencia como la filosofía provienen de la idea de que existía un cosmos que era lógico, parte de un orden natural que podía, dado el tiempo necesario, ser entendido.

Fuente: Peter Watson y su obra IDEAS

 

  1. 1
    Ramon Marquès
    el 8 de febrero del 2009 a las 20:46

    Hola amigo Emilio Silvera:
    Todo lo que explicas nos induce a pensar, como siempre. Yo me pregunto, si ya por ejemplo Anaximandro creía en el origen de la materia en una substancia invisible, ¿por qué el Modelo Cosmológico Estándar se empeña en el big-bang en un punto?. El big-bang en un punto es un modelo anti-intuicinista, la intuición no lo contempla, y el summum de la materialidad, representa que la materia sugió de un punto y no entiende de otras conexiones, sólo el punto y la nada. Y luego nos quejamos de la falta de los valores.
    Amigo Emilio, disculpa si te parezco contestatario respecto al Modelo Cosmológico Estándar, ya sé que tampoco hay que olvidar sus grandes logros. Un fuerte abrazo. Ramon Marquès

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  2. 2
    Riesling
    el 19 de abril del 2011 a las 19:31

    Y es gracias al logro de la escritura que puedo mandarle saludos y decirle que me agrado esta obra de Peter Watson.
    Ciertamente aquellas culturas no sabían la gran herramienta que desarrollaban, que por muchos siglos seria de vital importancia. O bueno a veces imagino al menos una persona que vio el potencial de la escritura. Ahora se encuentran aquellas tablillas de arcilla que nos comunican el pasado. Que emocionante para un arqueólogo o historiador. Por otra parte lo que pensaban los griegos, aquella época de oro con notables desarrollos, los consideramos los primeros en muchos aspectos por las pruebas que se han hallado o conservado. Pero sinceramente a veces dudo si algunas ideas, no todas, ya habían sido formuladas antes y cuyas pruebas quedaron perdidas para siempre. Intrigante época, aun falta conocer mas de aquellas civilizaciones.
    A veces dan ganas de filosofar con aquellos eruditos en la antigua Grecia, pero hoy quizá solo pueda ver las nubes.
    Un saludo ♪

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