Mar
12
Japón: Un Año Después
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Detectan radiación
La radiactividad causada por el desastre de una planta nuclear en Japón el año pasado ha sido detectada hasta una distancia de 643 kilómetros (400 millas) mar adentro en el Océano Pacífico. Los científicos dijeron que las aguas del océano revelaron niveles de hasta mil veces más la sustancia cesio 137, procedente de la planta nuclear de Fukushima. Pero, recordemos lo que pasó.
Días después del doble desastre, un terremoto de magnitud 9 y un maremoto que barrió innumerables pueblos del litoral nororiental del Japón, millones de personas sobreviven con escasa comida y agua, sin calefacción bajo gélidas temperaturas, en medio de una crisis nuclear sin precedente. Miles perdieron sus viviendas y el número de muertos y desaparecidos supera los 11.000.
Actualmente, unas 450.000 personas viven en albergues temporales, en muchos casos durmiendo en el suelo de gimnasios escolares.
Las autoridades informaron el miércoles que la cifra oficial de muertes a raíz de la tragedia llegaba a los 3.676. Más de 11.000 personas han muerto o han desaparecido, y muchos funcionarios creen que el balance de muertos superaría las 10.000 personas. Entretanto unas 434.000 perdieron sus viviendas y ahora viven en albergues.
En un inusual mensaje a la nación, el emperador Akihito expresó sus condolencias a las víctimas de su país devastado por un terremoto y un maremoto, y exhortó a los japoneses a que no desmayen.
“Es importante que cada uno de nosotros comparta los días aciagos que se nos presentan”, destacó Akihito, de 77 años, una figura profundamente respetada en todo el país. “Rezo para que todos nos cuidemos mutuamente y superemos esta tragedia”, agregó.
Asimismo expresó su preocupación por la crisis en la planta nuclear dañada por los desastres que han provocado una fuga radiactiva. “Con la ayuda de todos los involucrados espero que las cosas no empeoren”. estos eran los comentarios de algunos responsables de atender el desastre.
Conforme pasan los días, cada vez más van surgiendo las increíbles historias dramáticas de los sobrevientes y de las víctimas de los pueblos devastados del litoral nororiental del Japón.
Desde el violento terremoto que fue seguido por un devastador maremoto, las autoridades han luchado para impedir una catástrofe ambiental por los daños causados a la planta Fukushima Dai-ichi, situada a 220 kilómetros (140 millas) al norte de Tokio. El maremoto derribó los generadores diesel de emergencia, necesarios para mantener frío el combustible nuclerar, provocando una crisis atómica.
Se trata de la peor crisis nuclear que haya afectado Japón desde las bombas atómicas arrojadas a Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo es la primera vez que ese tipo de amenaza nuclear se ha presentado en el mundo desde el desastre de la planta nuclear de Chernobyl, Rusia, en 1986.
La devastadora muralla de agua que el terremoto desató mató a miles de habitantes del litoral nororiental de Japón, arrasó pueblos completos, inundó carreteras y destruyó puertos, refinerias petroleras, plantas siderúrgicas y dejó cientos de fábricas sin funcionamiento.
Los expertos señalan que el costo de la destrucción excede el monto que provocó el catastrófico terremoto de 1995 en Kobe, que según Standard & Poor’s ascendió a un total de 159.000 millones de dólares.
Las prefecturas más afectadas son cuatro, Iwate, Miyagi, Fukushima e Ibaraki, que albergan industrias desde los sectores agrícola, hasta los de autopartes y electrodomésticos, que constituyen un 6% de la economía del Japón.
Cientos de miles de personas han pasado cinco noches con escaso alimento, agua ni calefacción bajo temperaturas gélidas muchos de ellos sin vivienda, mientras tratan de buscar a sus seres queridos.
El puerto de Sendai, el más importante del noreste ha quedado destruido. A través de sus muelles pasaban vastos cargamentos de exportación de todo tipo. Otros tres puertos, Hachinohe, Ishinomaki y Onahama, han tenido daños considerables y es probable que no funcionen en varios meses.
No debemos olvidad tan grave suceso, aparte de los que perdieron la vida y del dolor de sus familiares, otros muchos aún lo están pasando mal, enfermos y carentes de muchas cosas que necesitan.
Sí, sabemos que todo fue producto del bramido de la naturaleza pero, la acción del hombre, su quehacer, lo agravó más aún al exponer sus obras (muy peligrosas) a la acción inexorable de la Naturaleza que no entiende de ciertas cuestiones y se limita, inexorable, a desarrollar las acciones de reciclaje que el planeta necesita en cada momento y lugar.
Prendas de vestir que quedaron entre los escombros de las casas destruidas.
Miles de grúas hechas de papel con la técnica origami en honor a las víctimas. En la cultura japonesa la grúa significa el verano, el fuego y el corazón.
Un año después, los trabajos continúan en la central nuclear de Fukushima Dai-ichi.
Ancianos utilizan trajes aisladores para protegerse de la radiación propagada por la central nuclear de Fukushima Dai-ichi.
En la ceremonia se encuentran los empleados de la planta Nuclear de Fukushima Dai-ichi.
En Japón, un año después del desastre, aún se pueden contemplar grandes zonas que llevan la marca de aquel fatícico acontecimiento que tanto daño causó y sigue causando al nombre pueblo japonés. Lo único que nos queda es seguir estando al lado de tan adnegada Sociedad y, desear que pronto, la recuperación sea total. Sin dejar de olvidar a todos aquellos que perdieron la vida y reconfortar, con nuestros mejores deseos a todos sus familiares.
Recordemos a los amigos de Japón.
emilio silvera