Ago
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Lunas que debemos estudiar
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Exploración de los mundos ~ Comments (1)
Sí, aunque no lo parezca, esta de arriba es Io, la pequeña Luna más activa del Sistema Solar
hoy, arriba se nos muestran a la luna Io que es el tercer satélite más grande de Júpiter, con un diámetro de 3.630 Km, es el más interior delos cuatro satélites galileanos; también conocido como Júpiter I. Orbita en 1.769 días a una distancia de 422 000 km, manteniendo la misma cara hacia Júpiter.
La sonda espacial Voyager reveló en 1979 que Io tiene volcanes en erupción que expulsan penachos de material a unos 70-280 km dealtura, cayendo parter de él hasta a 500 km del lugar de la erupción.
Las fuentes de estas erupciones son calderas volcánicaso fisuras,de las cuales hay más de 300. Inmensos flujos de lava radian desde muchos de los volcanes, y la totalidad de la superficie tiene color amarillo debido a los depósitos de azufre u óxidos de azufre.
Existen extensas llanuras y regiones montañosas en Io, aunque no cráteres de impacto, indicando que su superficie es muy joven geológicamente. La densidad de Io, 3,57 gr/cm3, sugiere que tiene un núcleo de hierro-azufre de unos 1 500 Km de radio y un manto de silicatos.
La actividad volcánica de Io es el resultado del calor liberado por las fuerzas de marea, que distorsionan el satélite a medida que se acerca o aleja de Júpiter en su orbita. La inmensa masa de Júpiter genera tanta fuerza de Gravedad que incide directamente en Io para darle su particular conformación física-geológica.
Ya que estamos con Io, podemos, de paso, hablar de otros satélites naturales del Sistema Solar.
Esta imagen artística representa a Europa durante el amanecer de la creación del Sistema Solar. En ese momento, lo que fueron océanos en otros tiempos salpicaban la superficie de Europa. Ya que el agua líquida existió en el pasado, ¿podría haber existido vida o incluso existir todavía hoy? Los principales ingredientes para la vida son el agua, el calor y compuestos orgánicos obtenidos de los cometas y meteoritos. Europa reúne las tres condiciones. A partir de las imágenes y los datos recogidos por la nave espacial Galileo, los científicos creen que existió un océano subsuperficial en una historia relativamente reciente y que podría estar presente todavía dejado de la superficie helada. El agua de Europa tuvo que congelarse hace mucho tiempo, pero podrían existir calentamientos debido a las tensiones mareales producidas por Júpiter y las lunas vecinas.
Europa, la hermosa hija de Agenor, el rey fenicio de Tiro que invadió Grecia y se hizo rey de Argos. Para nosotros hoy, Europa es una pequeño “planeta helado”, o luna de Júpiter, que podría contener alguna forma de vida en su secreto mar océano.
Los icebergs, esas enormes montañas de hielo desgajado que flotan en el mar y que adquirieron la fama a través de la tragedia del Titanic, ya no son el patrimonio exclusivo de nuestro planeta Tierra, también en Europa, gracias a la nave Galileo, desde 1997, sabemos que existen.
Aparte del planeta Marte, no existe otro lugar próximo a la Tierra sobre el que la ciencia tenga depositas tantas esperanzas de encontrar alguna forma de vida, y, aquí tenemos un aliciente extra, ya que en esta luna joviana ha ocurrido un proceso opuesto al del planeta rojo merced a su exploración. Mientras que los ingenios espaciales enviados por el hombre revelaron que la naturaleza marciana es mucho más hostil para la vida de lo que insinuaban los telescopios, las sondas Voyager y Galileo han encontrado en Europa el mejor candidato del Sistema Solar para albergar vida extraterrestre. Claro que, habiendo llegado Curiosity a Marte, habrá que esperar los resultados y…¿quién sabe? qué sorpresas nos podrían estar esperando.
Para los exobiólogos, los científicos que estudian la existencia de vida en otros lugares del Universo, Europa ha sido la gran revelación de finales del siglo XX, y Titán, una luna de Saturno que es la segunda más grande del Sistema Solar, constituye una gran incógnita que se desvelará cuando podamos, físicamente, enviar allí los ingenios que nos puedan contestar a la gran pregunta: ¿Existe vida en Europa? En lo que a Titán se refiere, la misión espacial Cassini-Huygens, ya nos ha proporcionado muchos y valiosos datos.
Encelado, ¿Un mundo de hielo?
Así que, de momento, estos dos satélites de Júpiter y Saturno (sin olvidar a Encelado para que Kike no se enfade) conforman, junto a Marte, los principales puntos de atención en la búsqueda de vida extraterrestre, claro que, al cien por cien no podríamos decir que la encontremos en esos lugares en primer lugar, ya que, la ciencia en lo referente al Universo, de vez en cuando, nos suele dar algunas sorpresas.
Antes me refería a Europa, Titán, Encelado y Marte, como los más probables lugares (al margen de la privilegiada Tierra) de encontrar vida dentro de nuestro Sistema Solar. No sabría decir el motivo pero, de todos estos sitios exóticos, el que más me llama la atención, el que más mensajes me envía es, ¡el planeta Marte! Aunque la vida que pudiera haber allí, estaría en el Subsuelo y sería del tipo nicrobiano, hongos y líquenes son los mejores candidatos dadas las malas condiciones atmósféricas de aquel planeta.
Seguramente será por el simple hecho de que será allí donde antes encontremos esas formas de vida que, de una vez por todas nos confirmen que no estamos solos en el vasto Universo. Hay veces que, pensando en esto, llego a sentir una especie de angustia que me lleva a pensar en el hecho de que la Humanidad esté absolutamente sola en el inmenso Universo, y, más tarde, la razón se impone. Con los datos que tenemos en las manos, con los conocimientos que poseemos de las leyes que rigen en el Universo, el pensar en el hecho de la soledad universal sería, ¡una locura!
En lo concerniente a Europa, pocas fotografías entre las centenares de miles logradas desde que se inició la era espacial han dejado tan atónitos a los científicos como las transmitidas en 1.997 por la nave Galileo. Desde 1.979 se sospechaba, gracias a las imágenes de la Voyager 2, que la superficie del satélite de Júpiter estaba formada por una sorprendente costra de hielo. Su predecesora, la Voyager 1, llegó al sistema de Júpiter en marzo de ese año, pero no se aproximó lo necesario a Europa, por lo que únicamente envió fotografías que mostraban una corteza en apariencia lisa como una bola de billar surcada por una extraordinaria red de líneas oscuras de naturaleza desconocida.
En Julio de 1979, pocos meses después, obtuvo imágenes más detalladas, que desconcertaron a los científicos porque sugerían que la helada superficie podría ocultar un océano líquido, un paisaje inédito hasta el momento en el Sistema Solar.
obtuvo imágenes más detalladas, que desconcertaron a los científicos porque sugerían que la helada superficie podría ocultar un océano líquido, un paisaje inédito hasta el momento en el Sistema Solar.
Pero lo más asombroso estaba por ver y transcurrieron 18 años hasta que una nueva misión espacial les mostró a los científicos que Europa es una luna tan extraordinaria que incluso parece albergar escenarios naturales capaces de albergar alguna clase de vida.
Si contamos la que amartizó recientemente en aquel planeta (Curiosity) ya son varias las que hemos podido enviar allí con unos u otros objetivos y, los resultados, aunque mo satisfacctorios del todo, han sido aceptables. Veremos que nos depara esta nueva sonda espacial y, su si curiosidad, nos sirve finalmente para algo.
Pero, todo esto me lleva a pensar en la lentitud de nuestros avances y en las muchas dificultades que encontramos para “saber” y “conocer” sobre lo que ahí fuera ocurre. No es nada fácil llegar a esos lugares. Cualquier misión, cualquiera de la que hemos sido testigos privilegiados, es, en sí misma, una inmensa tarea que requiere de medios materiales, tecnológicos y sobre todo humanos que son difíciles de calcular para la persona que simplementeescucha la noticia de uno de estos logros conseguidos. La enorme cantidad de operaciones y sincronizaciones que hay que tener en cuenta, la ingente cantidad de inteligencia humana que es necesario volcar en cada uno de estos proyectos, la enorme cantidad de dinero que es necesario aportar, y, sobre todo amigos, la infinita cantidad de esperanza que cada una de estas misiones genera…¡Es maravilloso!
Cuando exclamo que es maravilloso, no me refiero a los resultados en sí, me refiero al hecho increíble de que, en tan poco espacio de tiempo, desde las ramas de los árboles nos hayamos podido trasladar hasta esos lugares increíbles que, sin lugar a ninguna duda, tienen el poder de hacer volar nuestra imaginación que, al fin y al cabo, es casi tan grande como el Universo mismo.
Recuerdo con emoción el momento en el que pude contemplar las nuevas imágenes de Encelado obtenida por la sonda Cassini. Aquellas imágenes, captadas por la sonda Cassini de la agencia espacial estadounidense, NASA, fueron presentadas durante la Conferencia de la Unión Geofísica Estadounidense que se celebra en San Francisco. El hallazgo, dijeron los astrónomos, es “muy emocionante”, porque confirma la idea de que el satélite esconde agua bajo la superficie y quizás vida….¡Siempre en el aire la esperanza!
Es posible que estemos buscando signos de vida en planetas lejanos, cuando seguramente, los tenemos en nuestra propia vecindad.
emilio silvera
el 25 de enero del 2014 a las 3:47
You’ve mageand a first class post