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¡La Luna! Esa compañera inseparable
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (10)
La Luna es nuestra compañera en el espacio, Viaja junto a nosotros alrededor del Sol y es el más próximo de todos los cuerpos astronómicos naturales. No es de extrañar que tendamos de manera instintiva a concederle importancia y a considerarla como algo nuestro. Desde tiempos inmomoriales, nuestros ancestros, le concedieron a la Luna unos poderes mágicos sobre cosechas, embarazos…y otras cuestiones como las mareas entre ellas.
Hsi y Ho, dos astrólogos de la antigua China, no tuvieron tanta suerte como Einstein (gracias a un eclipse de Sol, pudo ver confirmada su teoría de la relatividad General). Su ignorancia les costó la vida a ambos por no predecir el eclipse total de Sol que se produjo en el año 2137 a. C., lo que causó las iras del emperador Tshung-Kong, que ordenó ejecutarlos.
Estáclaro que la Luna, ese plateado espejo que refleja nuestro mundo por las noches, le ha brindado a la ciencia la oportunidad de descifrar numerosos enigmas cada vez que oculta al Sol durante un eclipse. Si se analiza en detalle la historia podría comprobarse que la Luna se ha convertido en una maravillosa herramienta para los Astrónomos, que han sacado tanto partido científico de ella como belleza han podido percibir sus afortunados observadores.
¿Quién no ha representado alguna vez esta bonita escena? Con un testigo tan especial, el momento se hace sublime. Siempre hemos tenido símbolos de la Naturaleza que nos han acompañado en nuestras diferentes actividades. Como por ejemplo, la estrella Polar para los antiguos marinos.
La Luna es el astro más observado. En la antigüedad y hasta mediados del siglo XX, los principales astrónomos y los principales Observatorios centraron en ella una gran parte de sus observaciones e investigaciones de primera línea. Bien es cierto que, al ser tan conocida, salvo algunos proyectos específicos, en la actualidad ha quedado un poco relegada y, la verdad es, que aún le quedan cosas por decir.
Allá por al año 1969, el hombre puso sus pies sobre la superficie lunar y pareció culminar una etapa de las exploraciones y, así, practicamente todo el mundo (pasados aquellos primeros momentos de escitación colectiva) empezó a olvidarse de ella. ¿Alguien podría pensar que quedara algo por descubrir en ese polvoriento satélite de apariencia inerte?
La respuesta llegó en 1996 gracias a la sonda Clementine de la NASA, cuyas fotografías dieron un inusitado vuelco a nuestra concepción lunar. La nave aportó pruebas de que en el cráter Aitkin, que se halla en el polo sur de la Luna, existe hielo. Esto es, que en el lugar más árido que se conoce del Sistema Solar hay agua. Aquello lo cambió todo y comenzaron a salir carpetas archivadas y llenas de polvo para retomar algunos proyectos olvidados.
Es verdaderamente sorprendente que, en la Luna, pueda haber agua. Tal hallazgo supone (de ser confirmado) una buena baza para los futuros proyectos de la Base Lunar. No es despreciable la idea de poder instalar en la Luna un Gran Complejo Espacial, con Base de lanzamientos de Naves hacia otros mundos con el enorme coste que eso supondría, o, Laboratorios que podrían investigar en el vacío del espacio, o, Telescopios libres de contaminación que, al igual que el Hubble pudiera llegar a todos los rincones del Universo pero, con menor mantenimiento y, el que necesitara sería más cómodo y menos costoso.
Entre los muchos enigmas que aún rodean a nuestra compañera Luna. De hecho, la Astronomía tiene pendiente allí otro de sus grandes enigmas, como es la naturaleza de los fenómenos transitorios lunares, que se denominan habitualmente con la abreviatura TLP, correspondiente a la desripción inglesa transient lunar phenomenon. Consite en repentinos cambios de brillo en la superficie o en llamaradas, y se cree que están causados fundamentalmente por erupciones internas que se producen de forma esporádica, en especial en algunos cráteres. No todos están de acuerdo con este dictamen pero, la verdad es que se han producido suficientes testimonios de TPL como para dudar de ello, y, aunque exista la Incertidumbre de la verdadera causa…Ahí están.
En el verano de 1178, varios monjes observaron desde la Catedral de Canterbury un espectáculo increíble: La Luna, que estaba en fase creciente, comenzó a arder en su borde, que escupió varias llamaradas y chispar enormes. Con toda probabilidad vieron las nubes igneas de polvo y roca desprendidas por el impacto de un gigantesco meteorito en la cara oculta, desde la que asomó el resplandor producido por la colisión.
Se ha sugerido que el impacto de 1178 formó el cráter Giordano Bruno, pero de lo que no cabe duda es de que la aparentemente mortecina quietud lunar se rompe de forma ocasional por suscesos como éste. Y, aunque el caso más famoso se ha centrado en aquellos monjes de la Catedral de Canterbury, la verdad es que, también encontramos entre los testigos a famosos astrónomos como el mismísimo Herschel, descubridor de Urano, que en 1783 creyó ver un repentino destello rojizo en el hemisferio no iluminado de la Luna. Los resplandores rojizos constituyen el aspecto más llamativo de la mayoría de las observaciones de este tipo de fenómenos.
Los sentidos nos pueden confundir pero, ¡cuándo el río suena!
Muchos son los datos que se han recogido sobre este tipo de fenómenos en la Luna, y, su diversidad y abundancia, nos lleva a pensar que, fenómenos hay, lo que hace falta es que despejémos las incognitas y podamos dar con los diversos orígenes de los mismos. El fogonazo del Cráter Alphonsus observado por Kozyrev en 1958 es uno de esos extraños fenómenos.
El artífice del espectáculo de las Leónidas es el cometa Temple- Tuttle, descubierto en 1865. La corriente de corpúsculos que este objeto celeste va dejando en el espacio al describir su órbita es atravesada todos los años por la Tierra en torno al 16-17 de noviembre, pero cada treinta y tres años el cometa se adentra en la partem interior del Sistema Solar y alcanza su perihelio, lo que da lugar a extraordinarias tormentas de “estrellas fugaces”, como las que se observaron en 1966 y 1999.
Merced a los escasos 384 000 Kilómetros de distancia que separan la Tierra de la Luna, puede considerarse que ambas viajan juntas por el espacio y, por tanto, atraviesan al mismo tiempo las corrientes meteóricas que dejan el Tempel-Tuttle y otros cometas. Era evidente que el mes de noviembre de 1999 se presentaba como una magnifica ocasión para analizar la incidencia de las Leónidas en la Luna, de esta forma, se han conseguido detectar, por primera vez los destellos luminosos causados por los impactos y fragmentos del Cometa sobre la superficie lunar. El Estudio fue realizado por: El Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y el Centro Hispano-Alemán de Calar Alto (Almería), en colaboración con la Universidad de Monterrey (México).
Muchos son los instrumentos con los que podemos contar para realizar toda clase de observaciones del cielo profundo, y, la Luna, al estar más cerca y casi a nuestro lado (384 000 Km de distancia en el espacio…es bien poca cosa), nos abre la posibilidad de conocerla mejor.
El papel desempeñado por las colisiones meteóricas en la evolución de la Tierra y la Luna no ha dejado de sorprender a los científicos desde hace tres décadas, pero la teória más fascinante es la que ha obtenido una mayoritaria aceptación relativamente reciente tras décadas de discusión: El origen de la Luna es la consecuencia de una de las mayores catátrofes cósmicas ocurridas en el Sistema Solar, al chocar contra la Tierra un planetoide de varios miles de kilómetros de diámetro. Esa colisión, se cree que se produjo hace unos 4.500 millones de años, poco después de la formación de nuestro planeta, y el planetoide intruso, mezclado con la enorme masa de materiales que arranco del manto terrestre a causa del impacto, acabó transformándose en la Luna con el paso del Tiempo. La coincidencia de la composición lunar con los materiales pesentes en las capas exteriores de la Tierra concuerda con esa teoría, que es la mejor asentada en la actualidad acerca del nacimiento de la Luna.
Con certeza no podemos saber si en realidad ocurrió así. Sin embargo, es lo cierto que de haber sucedido de esa manera, aquél drámatico Caos en la joven Tierra, nos proporcionó una bonita compañera de viaje que nos acompañó y fue testigo callado de todas esas Civilizaciones perdidas de la Antigüedad.
Es bien conocida la interacción gravitatoria que la Luna intercambia con la Tierra y los fenómenos mareales que esa fuerza produce, y, de la misma manera, se cree que otros fenómenos también son producto de la proximidad del satélite de la Tierra que, los Humanos, desde tiempo inmemoriales, ha utilizado para muchas de sus de su actividades de todo tipo, atribuyéndo a sus rayos de plata unos poderes que no siempre serían beneficiosos.
El diámetro de la Luna es de 3 476 Km y su masa de 7,348 x 1022 Kg, su volumen es un 0,12% del de la Tierra, y, su velocidad de escape es de 0,02 Km/s, mientras que conseguir que una nave escape de la fuerza de Gravedad terrestre, nos hace tener que vencerla mediante una velocidad de 11 Km/s, con lo cual, las ventajas de una Base lunar serían enormes.
Mucho más podríamos estar hablando sobre la Luna y sus enigmas. Muchos de los datos que aquí han sido reseñados se tomaron del libro de Vicente Aupi: Los Enigmas del Cosmos. Otros, han sido rescatados de la Biblioteca, sección del espacio, y, algunos…de mi archivo mental.
Un saludo amigos.
el 20 de agosto del 2011 a las 10:40
Hola Emilio.
Me ha encantado (literalmente) tu artículo sobre la Luna. He conocido detalles que no sabía (casi la mayoria je je). Me sorprende que todavia esten en eso de averiguar lo del agua en la Luna. Con tantos avances tecnológicos y visitas a la cara oculta y róveres y alunizajes… telescopios espaciales y terrestres…sí me sorprende que esten lanzando sondas con vehículos a planetas como Júpiter y todavia estamos verdes con nuestra vecina. Hay que ver como somos. Lo comparo con el hecho del afán de la gente en general de querer visitar lugares lejanos aquí en la Tierra, cuando no conocen los rincones de su propia región, y que muchas veces son visitados por lejanos habitantes de antípodas de la Tierra que tampoco visitan sus bonitos rincones. Bueno son suposiciones mias claro. Lo que sí te digo es que me gusta mucho leerte, aunque estes “lejos” del APOD que visito más frecuentemente. Estaras al corriente de que hace ya tres dias que no sale una nueva traducción. No habran podido combinar las vacaciones. Me pasaré mas por aquí, de momento ya tengo el acceso directo en el escritorio. Un abrazo.
el 20 de agosto del 2011 a las 12:32
Hola, Craise Sí:
Está bien que encuentres cosas nuevas que desconocías, ese es el objetivo que aquí perseguimos. Si los visitantes amigos, cuando pasan por aquí se llevan nuevos datos, nuevas ideas y nuevos conocimientos…todos contentos.
En cuanto al lugar que mencionas, de vez en cuando me paso por allí (sin comentar) y, me da pena ver en lo que se ha convertido, sus tiempos de gloria han pasado y, aunque sigue siendo visitado por muy buen personal, la página deja mucho que desear en su dinámica diaria, cuando no es una cosa es la otra.
En fin, así son las cosas.
Un cordial saludo amigo.
el 8 de abril del 2012 a las 10:00
Esperemos que Shalafi, nuestro Administrador de la página, arregle el entuerto que mi torpeza ha dejado al comienzo de este trabajo. Parece que una imagen inoportuna ha sido la culpable. Perdonad amigos.
emilio silvera
el 8 de abril del 2012 a las 18:38
Es verdad que de las varias teorías existentes sobra la formación de nuestra luna, la que ahora mismo parece que cumple mejor con todas las interrogantes es la de haber sido creada con los restos de una previa colisión de un planetoide contra nuestro planeta; bueno más que un planetoide, parece ser que era bastante grande, sólo un poco más pequeño que Marte, hasta el punto que estuvo al borde de destruirnos.
De esa grandiosa colisión, salió al espacio exterior multitud de fragmentos de roca de todo tipo y tamaño, suponiendose que formaran durante cierto tiempo un anillo alrededor de la Tierra a modo de los de Saturno, y que poco a poco, gracias a la gravedad, se fuera acumulando, y durante miles de años, recibiendo el impacto de otros cuerpos menores y al mismo tiempo acrecentando su masa, hasta llegar a convertirse en nuestro planeta binario que en realidad es.
Pero parece ser, que nuestra luna, una vez formada, tuvo otro encontronazo tremendo con otro gran cuerpo, que fue el que produjo un calentamiento extremo en su núcleo, haciendo aforar lava hasta la superficie, que fué depositándose en las zonas más hundidas, lo que ahora, tras enfriarse forman los diferentes mares, de un color más oscuro.
Parece que el binomio de destrucción/creación sigue siendo válido para todo; si no hubiera sido por esas graves circunstancias, no tendríamos ahora a nuestra querida Selene, que tanto hace para que la vida en nuestro planeta pueda desarrollarse plenamente.
el 8 de abril del 2012 a las 23:25
Cierto, Kike, Emilio: Esta última hipótesis sobre el nacimiento de la Luna está tan aceptada que ya figura en los libros de texto de Bachillerato, aunque sea bastante reciente. De hecho, yo tuve el primer contacto con ella al preparar las clases de 1º Bachillerato de CMC (Ciencias del mundo contemporáneo), pues en todos los libros de astronomía que había leído anteriormente no figuraba.
Besos a los dos.
el 9 de abril del 2012 a las 6:01
Hola, querida amiga:
Estais al día y se ve que el interés por el mundo que os rodea no decae. Como decís los dos, ya esa versión de la creación de la Luna aparece en todos los libros modernos. Hace poco tiempo me llamó la atención un librote grande cuyo título despertó mi curiosidad: “El Libro del saber”, me lo llevé a casa y tras repasarlo, era más o menos lo que me figuraba, un compendio de lo que “sabemos” hasta el momento sobre muchas cosas. Sobre el origen de la Luna nos dice:
“La Luna es única. Mercurio y Venus no tienen satélites y los pequeños satélites de Marte parecen ser asteroides atraídos por el planeta. La mejor explicación de la formación de la Luna es que hace 4.500 millones de años, la joven Tierra chocó con un protoplaneta del tamaño de Marte. Los núcleos ferrosos de ambos se fundieron en tanto que los materiales rocosos se evaporaron o fueron arrojados al espacio. Estos se reunieron en órbita alrededor de la Tierra para formar la Luna. Un hecho que apoya esta teoría es el bajo contenido de hierrto de ésta.
Se han hecho simulaciones por ordenador que apuntan en esa dirección. La Tierra adquirió su satélite por una colisión.”
En libros más técnicos he podido leer ésta misma versión contada con detalles complejos que conllevan parámetros y ecuaciones que nos llevan desde la colisión misma hasta la situación que todos conocemos de una Tierra y una Luna compañeras desde entonces.
Un abrazo a ambos y, para Kamiká una recomendación: ¡Que no sea dura con los chicos y chicas de su clase! Aunque, la impresión que tengo es que, su amor a la Ciencia, la hace amable y más comprensiva.
el 9 de abril del 2012 a las 15:38
Saludos Kimiká; encantado de tenerte entre nosotros.
Respecto a tu comentario, pues… ¡Uff!, menos mal que al parecer he acertado con la teoría, pues la verdad es que los libros de texto hace muchos años que no los veo…
Un beso y a ver si te prodigas un poco más, que se te vé poco por estas páginas.
el 3 de septiembre del 2012 a las 12:47
Con luna o con sol, dormir…
Dormir. Nada mejor que el sueño para mantener la mente despiertas. Es lo que decía Einstein. Soñar para estar despierto.
Pero hay formas de dormir o dormir y soñar. La dormivela se le parece tanto… que pudiera ser un sustituto.
Me he permitido compartir con el foro estas impresiones, que ahora actualizo:
La hora perezosa
Esta tarde reposada y cálida, con la digestión dormilona del mediodía, está hecha en verdad, para la ensoñación a dormivela de la realidad circundante.
Estás recostado, con los ojos entreabiertos, y la vida a media máquina. Por el rabillo del ojo, observas el escaso movimiento, no sea que si lo miras de frente, se te abra la envidia, y quieras emularlo. Con lo bien que se hace a otra hora.
Se oye cacarear a alguna inédita gallina, de algún corral lejano, que más que cacarear, parece un ¡Uf! de aquí dejo el huevo, y que no me lo pidan por robado.
Y hasta esos sonidos, que a otras horas nos sacan de quicio, son en el reino de la siesta, más pacíficos y perezosos, con una cadencia dejada y mortecina.
Y es que hasta el sol se hace cómplice de la hora, e inunda la vegetación, las penumbras, los soportales, con una calidez de sueño quieto, sin prisas, como si el tiempo se ralentizara, y quisiera hacerse eterno.
Si te duermes eso que ganas, pero más que te pierdes, pues la magia de esos largos momentos, sólo la atrapas, si dormitas como la zorra, con un ojo cerrado y el otro abierto.
el 3 de septiembre del 2012 a las 18:07
Pese a que tiene su explicación, resulta chocante que la Luna se vaya alejando de la Tierra, aunque muy lentamente, cuando lo lógico sería lo contrario.
Se explica, que la no simetría del núcleo terrestre en combinación con el del Luna, que va “escorado” hacia nosotros, provoca unas oscilaciones, de tipo magnético supongo, que ocasionan el efecto de alejamiento. Sin embargo la Luna en la actualidad no posee campo magnético. A lo mejor se trata de ondas gravitacionales, pero de efecto contrario. Los complicados movimientos darán esa resultante. Tal como se explica la cosa viene a ser más o menos así, aunque no se entiende mucho.
¿Este alejamiento será habitual en casos parecidos?
Hablando de otra cosa, por lo visto la Luna ha perdido interés, como cualquier conquista después de conquistada. La tecnología precisa para llegar a ella y explorarla ya se posee y sus posibles novedades permanecen ocultas. El interés económico no se ve por ahora. Se prefiere explorar otros mundos e invertir en tecnología nueva y probar suerte.
Pero todo no ha de ser interesado, eso incumbe a determinados círculos, los programas van dirigidos al conocimiento, aunque también se lleve su parte una forma de vanidad y competencia.
¿De dónde podría proceder el agua de la Luna?
Lo que digo a continuacion solo son conjeturas acordes a lo que yo pueda saber al respecto:
Solo en forma de hielo podría mantenerse en su superficie. ¿Existía hielo en la nube de acreción que la formara? De ser así su procedencia seria de la Tierra. Toda el agua vertida al espacio tras la colisión acabaría condensándose y luego congelada. La cantidad de agua congelada bajo la superficie lunar sería muy grande, tanto, que pese a los innumerables volcanes estos no conseguiría evaporarla en su totalidad. Y en cualquier caso, el agua lanzada al espacio podría haberse enfriado hasta la congelación para poco apoco caer de nuevo. Solo aleatoriamente permanecería en sus caídas a la sombras del relive y con menos restriccione en la cara oculta.
Con el agua se posee además oxigeno, y el resto de componentes para una atmósfera artificial (Nitrógeno) podrían conseguirse de los materiles lunares, que aunque más costoso se consumen menos. Grandes invernaderos proveerían del alimento para una base permanente.
Saludos cordiales.
el 3 de septiembre del 2012 a las 18:15
Creo haberme desconectado un poco de los comentarios generales. No advertí que ya los había. Pense que en la fecha el mio era el primero.