Dic
11
¡La realidad! ¿La veremos algún día?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (0)
La Mente, con sus limitaciones intrínsecas, forma un marco dentro del cual nuestras ideas pueden juguetear; hasta la teoría más amplia está “enmarcada” en un vocabulario matemático, verbal o visual específico. Luego ponemos a prueba nuestras ideas comparándolas con una parte del mundo externo, que, sin embargo, tiene a su vez un marco a su alrededor. Este proceso es útil mientras no lleguemos a un campo sin marco, sin límites. El teorema de Gödel indica que esto nunca ocurrirá, que una teoría, por su misma naturaleza, requiere para su verificación la existencia o contemplación de un marco de referencia mayor. Es la condición límite, pues, la que brinda la distinción esencial entre la mente y el universo: los pensamientos y los sucesos están limitados, aunque la totalidad no lo esté.
¿Y de dónde provienen los límites? Muy posiblemente de la ruptura de simetrías cósmicas en aquellos primeros momentos de la génesis. Contemplamos un paisaje cósmico hundido por las líneas de fracturas de simetrías rotas, y tomamos de sus esquemas metáforas que aspiran a ser tan creativas, si no siempre tan agrietadas, como el universo que se proponen describir y que, en realidad, siempre nos parecerá extraño, dado que, nuestra ignorancia no nos deja contemplar la sencillez y belleza de su realidad escondida.
Esta hermosa Nebulosa que conocemos por el nombre de “Nebulosa del Capullo”, se muestra hermosa y colorida y nos enseña un paisaje encuadrado en una extensa región del Universo. La miramos y nos extasiamos con su inmensa grandeza y hermosura pero, sabemos lo que ahí está presente, comprendemos cómo surgen nuevas estrellas en esos conglomerados de gas y polvo interestelar, o, sabemos cómo y por qué surgen los diferentes colores? No siempre nuestras percepciones, nos llevan a la realidad y, necesitamos del conocimiento profundo de las cosas, de los mecanismos de la Naturaleza para comprender lo que, no siempre, nos pueden decir nuestros sentidos.
Finalmente, puede ser, pues, que el universo sea comprensible porque es defectuoso, que gracias a que renunció a la perfeccción del no ser por el revoltijo del ser existimos nosotros, percibimos la embrollada e imperfecta “realidad” y la sometemos a prueba con el fantasmal espectro de los pensamientos de la simetría primordial que la precedió. Y, como dijo aquel filósofo: Somos, por lo tanto, pensamos, o, como dijo el magistral cuentista Jorge Luis Borge: “Pese a uno mismo, uno piensa.”
La Ciencia, amigos míos, es un proceso, no un edificio, y se despoja de los viejos conceptos a medida que va creciendo. “Las Teorías” -nos decía Ernst Mach- son como hijas marchitas, que caen después de haber permitido al organismo de la ciencia respirar por un tiempo.” En la Naturaleza, caen ls hojas viejas y dan paso a nuevas hojas más fuertes y vigorosas que permiten el crecimiento del ser al que ayudan, y, de la misma manera, ocurre con las teorías que van renovándose con el paso del tiempo y a medida que, las podemos perfeccionar para ir avanzando en el conocimiento de las cosas. Considerada en su totalidad, la empresa científica es tan abierta como la expansión del universo.
Así, como le contesté en alguna ocasión al contertulio Fandila al responder a un comentario suyo:
“Nuestras explicaciones de la Naturaleza siempre serán inadecuadas, aunque sólo sea porque es la diferencia entre la idea y la realidad lo que hace posible la idea. Puede darse por sentado que la Naturaleza siempre conservará la cualidad misteriosa y mágica que surge del contraste entre sus innumerables esplendores y las limitaciones de nuestras metáforas. Nuestra realidad, está diseñada por el cerebro donde reside la Mente, y, ésta, conforma nuestro propio “universo” a partir de los datos que, del mundo exterior, le proporcionan nuestros sentidos. Tratándose de que nuestras sentidos están limitados y tienen carencias (hay animales que nos superan en algunos de los sentidos), los datos que transmitimos al cerebro, son, en realidad, “nuestros datos” no los datos que están ahí, en la Naturaleza. De esa manera, la Mente, confecciona una realidad que no siempre coincide con la realidad del mundo que nos rodea.”
Sí, es cierto, y antes lo decía. Hemos llegado a conseguir muchas cosas y hemos descubierto otras que nos han dado un conocimiento del Universo que nos acoge que, y si la imagen que de él tenemos no es exactamente todo lo fiel que se podría esperar, sí sabemos que se le aproxima bastante pero, eso, no debe hacernos olvidar la realidad y debemos ser conscientes de lo poco que sabemos. Si nos contemplamos desde una perspectiva fría, estaremos dispuestos a rebajar un poco nuestra autoestima y, precisamente, ese reconocimiento de lo poco que sabemos, hará posible que aumentemos ese saber que anhelantes perseguimos. Lo cierto es que somos seres de oscuridad y de luz y, aunque no lo confesemos, estamos enamorados de la muerte tanto como de la vida, estamos ansiosos por destruir y también por crear. Nuestras vidas, como nuestro planeta, la Tierra, oscilan suspendidas en una dualidad, mitad luz y mitad sombra. Si imploramos a la Naturaleza, será en vano; ella es indiferente a nuestro destino, y su costumbre es ensayarlo todo y ser implacable con la incompetencia. El 99 por ciento de todas las especies que poblaron la Tierra han desaparecido, y, podéis estar seguros, ninguna estrella titilará en nuestro homenaje si nosotros, en nuestra sin razón, las seguimos pronto.
Todas las cuestiones tienen dos asas, por una de las cuales se puede coger, y por la otra no. Si tu hermano te ofende, no abordes la cuestión por este lado, de esa asa no se puede coger la cuestión. En cambio, puedes abordarla por el otro lado, que él es tu hermano, tu amigo nato, el que contigo compartió tantas cosas… tantos momentos…; y cogiendo la cuestión por ese asa, podrás dominar la complicada cuestión que, de otra manera, habría dado con todo al traste.
De la misma manera debemos nosotros, como el hermano hizo, mirar hacia atrás en el tiempo, ver lo que nos pasó en el pasado y aprender de aquellos comportamientos que desembocaron en destrucción y locura, huir de lo que no dio resultados positivos y, coger el asa de “nuestra cuestión” por el lado bueno, el que nos podrá llevar más lejos y evitará nuestra propia destrucción. Ya vamos teniendo, en nuestras manos, poderes demasiado peligrosos y, si no sabemos manejarlos…
La edad más feliz de nuestras vidas…. ¡Todo inocencia y candor!
Por lo tanto, decimos -hablando como seres vivos y (creo) que como seres pensantes, como conquistadores del fuego que fuimos-, y decidimos elegir la Vida. Claro que para ello, debemos continuar el largo camino emprendido un día por aquellas Civilizaciones perdidas de Mesopotamia, Babilonia, Egipto, La India, China, Grecia… y otras, que nos dejaron un legado que no podemos despreciar ni olvidar, sino que, es nuestra obligación como especie, aumentar en cantidad y calidad para llegar a conocer el mundo que nos rodea observando la naturaleza que, en definitiva, es la única que tiene todas las respuestas.
“Cuanto más aprendemos acerca del mundo y cuanto más profundo sea nuestro aprendizaje, tanto más conscientes, específicos y articulados será nuestro conocimiento de lo que no conocemos, nuestro conocimiento de nuestra ignorancia. Pues, en verdad la fuente principal de nuestra ignorancia es el hecho de que nuestro conocimiento sólo puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita.”
Una cosa debemos tener presente, la Ciencia, no puede explicarlo todo. Los fenómenos que no tienen explicación deben preocupar a los científicos para que, haciendo uso de todos los medios a su alcance (también de la intuición y de la imaginación que genere ideas), nos lleven hacia esa verdad perseguida, lo que, realmente, no será nada fácil. La Teoría de la Relatividad tiene ya un siglo y ahí la tenéis, tan firme como el Peñón de Gibraltar, es inamovible y no será porque algunos no hayan tratado de derribarla.
El camino ha sido duro… ¿No lo estropearemos todo?
Así, como al principio os decía, hay realizaciones de las que la Humanidad puede, con justicia, sentirse orgullosa. Desde que los antiguos griegos (y antes) pusieron el mundo occidental en el camino de la ciencia, nuestra medición del pasado se ha profundizado desde unos pocos miles de años a más de diez mil millones de años, y la del espacio se ha extendido desde un cielo de techo bajo no mucho mayor que la distancia que nos separa de la Luna hasta llegar a un radio de más de diez mil millones de años-luz del universo que hemos podido llegar a observar. Tenemos fundadas razones para esperar que, todos esos logros, no serán en vano y podrán servir de palanca para conseguir mayores victorias y llegar a desvelar aquellos secretos de la naturaleza que, en definitiva, nos permitan continuar hacia adelante sin que nada, por imprevisto que pudiera ser, nos borre de la faz de la Tierra para que, dentro de algunos miles de millones de años, si por aquí apareciera, una nueva Civilización, ni tendría el menor rastro de nosotros. Procuremos que eso no pase y, el único camino:
¡Saber!
emilio silvera