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La vida cotidiana: incompatible con la relatividad especial y con la...
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Física ~ Comments (4)
En la vida cotidiana, donde las velocidades son pequeñas, las diferencias entre alguien que corre y otro que está parado, puede ser tan insignificante que, en realidad, es despreciable. Nuestras capacidad de movernos rápido es muy limitada y, nunca, se podrá comparar con la de los objetos celestes y, mucho menos, con la velocidad de la luz, ese límite que nos impone el Universo y que nos facilita la oportunidad de poder ver galaxias situadas a miles de millones de años-luz tal como eran cuando la luz, partío de ellas hacia nosotros. Algunas de esas galaxias que podemos contemplar, incluso podrían haber dejado de existir.
Otra curiosidad de la relatividad especial es que el objeto que se mueva a la velocidad de la luz se acorta a lo largo de la dirección del movimiento. Por ejemplo, las ecuaciones de la relatividad especial demuestran que un objeto que se mueva aproximadamente al 98 por ciento de la velocidad de la luz, será medido por un observador inmóvil como un 80% más corto que cuando estaba parado, es lo que se conoce como la “Contracción de Lorentz”, que también es totalmente cierta. Pero además, a estas velocidades ocurre otra curiosidad: la masa del objeto aumenta considerablemente, ya que como el universo limita la velocidad que podemos alcanzar a la de la luz, cuando nos estamos acercando a ella, la energía que se traducía antes en velocidad, a partir de cierto punto se convierte en masa. No podemos olvidar que E = mc2, nos dice que la masa es energía y la energía es masa, son dos aspectos de la misma cosa.
Einstein, en un principio, denominó a su teoría no como de la relatividad, la llamó teoría de la invariabilidad, para reflejar el carácter invariable de la velocidad de la luz. La obra de Einstein demostró que conceptos tales como espacio y tiempo, que anteriormente parecían estar separados y ser absolutos e inamovibles, en realidad están entrelazados y son relativos. Einstein demostró además que otras propiedades físicas del universo, sorprendentemente también están interrelacionadas. Muchas veces hemos reseñado su famosa fórmula como uno de los ejemplos más importantes que afirma (y quedó más que demostrado) que E (energía) de un objeto y m (su masa) no están separados y se puede determinar la energía a través de la masa del objeto (multiplicando esta dos veces por la velocidad de la luz, o sea por c2).
Parece que el descubrimiento de Einstein está en todas partes y, no siempre en las más adecuadas. La utilización de su fórmula para actos de guerra son bien conocidos y, muy a su pesar, los gobiernos se aprovecharon de su ingenio para construir armas de destrucción.
Volvamos a un muón que se desplaza a un 99’999 por ciento de la velocidad de la luz, y su masa se multiplica por 224; a un 99’999 por ciento de la velocidad de la luz se multiplica por un factor que es más de 70.000. Como la masa del muón aumenta sin límite a medida que su velocidad se aproxima a la de la luz, sería necesario un impulso dado con una cantidad infinita de energía para alcanzar o superar la barrera de la velocidad de la luz. Como una cantidad infinita de energía no existe, de nuevo aparece el límite que el universo impone a la velocidad, nada podrá superar la velocidad de la luz. Al menos en este universo que conocemos donde las constantes universales, como la masa del electrón, la constante de estructura fina, o la velocidad de la luz, son como son para que el universo sea como lo conocemos y para que nosotros podamos estar aquí.
Una mínima variación en alguna de estas constantes universales habría impedido que nosotros surgiéramos a la vida en el planeta Tierra.
De esta lectura podemos sacar la conclusión de que nuestra intuición se equivoca: la información que nos transmite se limita al movimiento habitual que es extremadamente lento en comparación con la velocidad de la luz, y estas velocidades tan pequeñas oscurecen el verdadero carácter del espacio y el tiempo que sí revela la relatividad especial en su auténtica naturaleza y demuestra que difieren radicalmente de cualquier concepción previa. Sin embargo, entenderlo no era fácil; nosotros no nos movemos a la velocidad de la luz, así que lo que percibe nuestros sentidos está adecuado a lo que ven. Einstein pronto se percató de esto y también se dio cuenta de que entre las numerosas repercusiones derivadas de la revelación de la relatividad especial, una era especialmente profunda: la afirmación de que nada podía sobrepasar la velocidad de la luz que, por otra parte, resultaba incompatible con la reverenciada teoría de la gravitación universal de Newton. Así la relatividad especial, mientras resolvía un conflicto, hacía surgir otro. Él no se dio cuenta de que los objetos que se distanciaban a velcoidades grandes, sufrían el efecto de cambio en la longitud de onda que, cuando un objeto se nos acerca se desplaza hacia el azul y si se aleja, lo hace hacia el rojo. Sin embargo, sí le debemos el descubrimiento de otros estraños sucesos como el conocido “anillo de Einstein”, “la Cruz de Einstein” e incluso, el “coeficiente de Einstein”
Después de una década de intenso trabajo y profundos y penosos estudios y, digámoslo, con la ayuda del tensor métrico de Riemann, Einstein resolvió el dilema mediante su teoría de la relatividad general. En esta teoría, Einstein una vez más, revolucionaba nuestro modo de comprender el espacio y el tiempo y demostró que éstos se distorsionan y se curvan para transmitir la fuerza de gravedad creada por la presencia de grandes masas como planetas o estrellas y galaxias.
Einstein ganó el premio Nobel de Física por su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico que le inspiró el trabajo de Max Planck de 1900, sobre la radiación de energía de cuerpo negro, emitida por paquetes discretos a los que llamó “cuantos”.
No sólo nos lo explicó, sino que su trabajo fue merecerdor del Nobel de Física con los cuantos de luz, los fotones que le fueron inspirados por Planck en su trabajo seminal de la Mecánica cuántica. Es curioso el hecho de que ambos, Planck y Einstein, cayeran en la misma época. Ese encuentro del destino, nos hizo ganar a todos.
En realidad, le tendrían que haber concedido otro Nobel por su teoría de la relatividad especial, tal es su importancia.
Y, desde luego, otro tercer Nobel por su relatividad general; los tres trabajos son de tal profundidad e importancia y tuvieron tanta trascendencia para el mundo de la física y la cosmología que, podemos decir sin temor a equivocarnos, que los tres trabajos cambiaron el transcurso del mundo y, posibilitó que la Humanidad entendiera mejor el Universo y las leyes que lo rigen.
emilio silvera
el 11 de agosto del 2011 a las 0:11
Querido amigo Emilio, aprovecho esta intervención para felicitarte por tu magnífico blog divulgativo, tan ameno como riguroso, eso lo primero. Dicho lo cual querría profundizar en el concepto de “simultaneidad”. En este post dices que muchas de las galaxias que vemos actualmente en el cielo, posiblemente ya han dejado de existir. Supongo que eso que dices es una frase hecha para significar que en todo el tiempo que ha transcurrido desde que nos llega la luz de una lejana galaxia, siguiendo el proceso normal, a día de hoy su combustible de hidrógeno y helio se habrá agotado. Y sin embargo, según las leyes de la Relatividad, no hay más simultaneidad que la creada en el momento que un fotón interacciona con un átomo, en este caso, los fotones de la luz de esa galaxia lejana con nuestra retina. El “presente” de esas estrellas es el que nosotros estamos viendo, que será muy distinto del que puedan contemplar otras civilizaciones extraterrestres que estén más o menos alejadas de esa fuente de luz. Nada puede superar la velocidad de la luz, y, por tanto, la INFORMACIÓN tampoco puede viajar más deprisa. Así pues, en términos físicos, no existe una “simultaneidad” absoluta de procesos. Esa es la base de la Teoría de la Relatividad. Por eso se llama “relatividad”, porque no existe ni tiempo absoluto, ni velocidades absolutas (salvo la de la luz), ni espacios absolutos. Todo es relativo en función del observador y el objeto observado, y de la información que ambos perciben, y que jamás puede ser mayor que la velocidad de la luz. Fuera de eso, nada existe.
Un cordial saludo.
el 11 de agosto del 2011 a las 6:55
Estimado amigo Crusellas:
Es una alegría tenerlo por aquí, gracias por la visita. En cuanto a lo demás, ha entendido de manera perfecta la significación que le daba a mis palabras en términos coloquiales, es difícil haberlo explicado mejor y, efectivamente, así es la relatividad que está enmarcada en referencia a un obervador y el objeto que observa y a la información que de él percibe. Partiendo de la base de que la velocidad de la luz en el vacío, c, es constante en todo el Universo y también independiente de la velocidad del observador se produce el fenómeno de invariancia en el que, la información, como bien apunta, está limitada por la velocidad de c.
Efectivamente, la única simultaneidad que puede existir es la que mencionas y, con mis palabras sobre esa galaxia que posiblemente habría “muerto”, simplemente estaba pensando en que ahora, en este instante, si pudiéramos contemplarla allí, en su región, sería una galaxia muy distinta a la que hemos observado por el telescopio que nos mostró la imagen de cómo fue cuando la luz partío de ella para poder mostrarnosla, y, lógicamente, el paso de ese inmenso tiempo, con ayuda de la entropía, ha dibujado una galaxia diferente y muy distinta de la que observamos.
La Teoría de la Relatividad de Einstein niega la existencia de la simultaneidad desde el punto de vista teórico, intentando justificarlo con ejemplos ficticios que denomina experimentos mentales. Y, ciertamente, como bien apuntas, el presente de la galaxia que nosotros hemos podido contemplar podría ser muy distintaosi es observada por otros seres situados en otras regiones del Universo.
Ha sido muy grata su visita, estimado Crusellas y, aprovecho la oportunidad para enviarle un cordial saludo.
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el 26 de enero del 2014 a las 1:01
Puede que tengas razf3n ptsieeta. Siempre he pensado que no es bueno tomarse demasiado en serio a uno mismo pero empiezo a pensar que por eso mismo, no me toman en serio.
el 26 de enero del 2014 a las 7:11
Amigo mío, seguramente lleves razón, toda vez que, si no te tomas en serío a tí mismo… ¿qué puedes esperar de los demás? Debemos tomar en serio a todos y, también, a nosotros mismo. Esa debe ser la primera exigencia para que la dignidad esté presente. Nuestro comportamiento tiene que ser la muestra de quiénes somos y, hacernos respetar a través de él.
¡Eres lo que haces!
Un saludo.