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¿Las Mil y Una Noches?… Y, muchas más cosas
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (6)
No es ningún secreto que la obra más famosa de la denominada literatura árabe, Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), era en realidad una antigua obra persa. Hazar Afsana ( un millar de cuentos), que contenía distintos relatos, muchos de los cuales eran de origen Indio. Con el paso del tiempo, se hicieron adiciones a esta obra, no sólo a partir de fuentes árabes, sino también griegas, hebreas, turcas y egipcias. La obra que hemos leído (casi) todos, en realidad, es un compendio de historias y cuentos de distintas nacionalidades, aunque la ambientación que conocemos, es totalmente árabe.
Además de instituciones de carácter académico como la Casa de la Sabiduría, el Islam desarrolló los hospitales tal como los conocemos hoy en nuestros días. El primero y más elaborado, fue construido en el siglo VIII bajo al-Rashid (el Califa de Las Mil y una noches), pero la idea se difundió con rapidez. Los hospitales musulmanes de la Edad Media que existían en Bagdad, El Cairo o Damasco, por ejemplo, eran bastante complejos para la época. Tenían salas separadas para hombres y mujeres, salas especiales dedicadas a las enfermedades internas, los desordenes oftálmicos, los padecimientos ortopédicos, las enfermedades mentales y contaban con casa de aislamiento para casos contagiosos.
Las bibliotecas científicas islámicas tuvieron una enorme influencia en el desarrollo y evolución de la civilización humana hasta que aparecieron con su imagen actual, sin embargo la biblioteca más conocida y famosa de este tipo sin duda fue la Biblioteca “Dar Al Hikmah” (La Casa de la Sabiduría), en Bagdad, que desempeñó el papel más trascendente para el conocimiento en la tierra, sin caer en la más mínima exageración. La Casa de la Sabiduría constituye uno de los tesoros científicos producidos por el pensamiento musulmán en la antigüedad, que también dio lugar a otras muchas bibliotecas científicas en diferentes lugares del Estado islámico, y cuya importante función ha olvidado la gente, a pesar de que ejercieron en aquella época un papel similar al de una universidad científica internacional. Allí acudía todo tipo de alumnos, sin importar su género ni su religión, desde Oriente hasta Occidente, con el fin de estudiar las diferentes disciplinas científicas, en numerosos idiomas. Su luz estuvo iluminando y guiando a la humanidad durante cerca de cinco siglos, hasta que los tártaros la destruyeron.
El Islam, en este campo, también estaba muy avanzado, e incluso tenían clínicas y dispensarios ambulantes y hospitales militares para los ejércitos. Allí, en aquel ambiente sanitario, surgió la idea de farmacia o apotema, donde los farmaceutas, tenían que aprobar un examen, antes de preparar y recetar medicamentos.
Los conocimientos árabes llegaron hasta Europa a través de España al ser Conquistada por el Islam
La obra de Ibn al-Baytar Al-Jami’fi al-Tibb (Colección de dietas y medicamentos simples) tenía más de un millar de entradas basadas en plantas que el autor había recopilado alrededor de la costa mediterránea. La noción de sanidad pública también se debe a los árabes que, visitaban las prisiones para detectar y evitar enfermedades contagiosas.
Grandes médicos islámicos como Al-Razi, conocido en occidente por su nombre latino, Rhazes, nació en la ciudad persa de Rayy y en su juventud fue alquimista, después de lo cual se convirtió en erudito en distintas materias. Escribió cerca de doscientos libros, y aunque la mitad de su obra está centrada en la medicina, también se ocupó de temas teológicos, matemáticos y astronómicos. ¡Todo un personaje! Fue el primer médico Jefe del gran hospital de Bagdad. Se dice que para elegir el sitio de ubicación del hospital, primero colgó tiras de carne en distintos lugares de la ciudad, y, finalmente eligió aquel donde la carne era menos putrefacta.
La gran obra de al-Razi fue el AL-Hawi (El libro exhaustivo), una enciclopedia de veintitrés volúmenes de conocimientos médicos griegos, árabes, preislámicos, indios e incluso chinos.
El otro gran médico musulmán fue Ibn Sina, a quien conocemos mejor por su nombre latinizado, Avicena. Al igual que al-Razi, Avicena escribio doscientos libros, destacando la obra más famosa AL-Qanun (El canon) muy documentado e importante tratado.
Alejandría, en el año 641, había caído en manos de los musulmanes que, durante muchos años había sido la ciudad capital-mundial de los estudios matemáticos, médicos y filósofos, y allí los musulmanes encontraron una ingente cantidad de libros y manuscritos griegos sobre estos temas. Posteriormente, entre el profesorado de la Casa de la Sabiduría encontramos a un astrónomo y matemático cuyo nombre, como el de Euclides, se convertiría en palabra de uso cotidiano en todo el mundo culto: Muhammad ibn-Musa aL-khwarizmi.
La fama de al-khwarizmi descansa en dos libros, uno muchísimo más original que el otro. El volumen menos original se basa en el Sindhind, que es el nombre árabe del Brahmaghuta Siddhanta, el tratado de Brahmagupta que había llegado hasta la corte de al-Mansur y en el que se describen varios problemas aritméticos así comos los numerales indios. El trabajo de AL-khwarizmi se conoce hoy en una única copia, una traducción latina de un original árabe actualmente perdido.
El título latino de esta obra es de numero indorum (sobre el arte de contar indio), este trabajo es el responsable de la falsa impresión de que nuestro sistema numérico es de origen árabe.
al-khwarizmi no afirmó ser original en aquel sentido, sin embargo, la nueva notación terminaría siendo conocida como la de al-khwarizmi o, de forma corrupta, algorismi, lo que al final daría lugar a la palabra “algoritmo”, que define una forma particular de calculo.
Pero al-khwarizmi también es conocido como el “padre del álgebra” y, ciertamente, su Hisab aL-jabr wa’L mugabalah contiene más de ochocientos ejemplos y, se cree que tiene su origen en complejas leyes islámicas relativas a la herencia:
¡La forma en que evolucionaron los números!
En el al-jabr, aL-khwarizmi introduce la idea de representar una cantidad desconocida por un símbolo, como la x, y dedica seis capítulos a resolver los seis tipos de ecuaciones que conforman las tres clases de cantidades: raíces, cuadrados y números.
El al-jabr de al-khwarizmi ha sido considerado tradicionalmente como la primera obra de Algebra. Sin embargo, un manuscrito hallado en Turquía a finales del pasado siglo XX pone en duda tal mérito. Se titula Necesidades lógicas en las ecuaciones mixtas, el texto se ocupa más o menos de los mismos temas y resuelve algunas de las ecuaciones exactamente de la misma manera. Por tanto, parece que un manuscrito se basó en otro, aunque nadie sabe cuál fue el primero.
En las ciencias químicas, la personalidad árabe más destacada fue Jabir ibn-Hayyan, conocido en Occidente como Geber, y quien vivió en aL-kufah en la segunda mitad del siglo VIII.
Como todos en la época, él también estaba obsesionado con la alquimia y, en particular, por la posibilidad de convertir los metales en oro (algo que Jabir pensaba podía conseguir mediante una misteriosa sustancia aún no descubierta, a la que llamó, el aliksir, de donde proviene la palabra “elixir”). Los alquimistas también creían que su disciplina era la “ciencia del equilibrio” y que era posible producir metales preciosos mediante la observación (y mejoramiento) de los métodos de la naturaleza mediante la experimentación y, es legitimo considerar a Jabir uno de los fundadores de la química.
Paralelamente a esto, aL-Razi ofreció una clasificación sistemática de los productos de la naturaleza. Dividió las sustancias minerales en espíritus (mercurio, sal amoníaco), sustancias (oro, cobre, hierro), piedras (hermatites, óxido de hierro, vidrio, malaquita), vitriolos (alumbre), Góraxes y sales. A estas sustancias “naturales” añadió las “artificiales”: el cardenillo, el cinabrio, la soda cáustica, las aleaciones. aL-Razi también creía en lo que podríamos denominar investigación de laboratorio y desempeñó un importante papel en la separación de la química propiamente dicha de la alquimia.
¡Son tantas las cosas que podemos recordar de tiempos pasados!
Si podeis, os recomiendo la lectura del libro “Ideas” de Peter Watson, en él podreis encontrar relatos que, como el que arriba habeis leído, os llevará al pasado y os contará maravillas, muchas veces olvidadas y que, en realidad, forjaron la senda para que nosotros pudiéramos llegar hasta aquí.
emilio silvera
el 23 de septiembre del 2012 a las 21:15
Brillante post, D. Emilio, sólo remarcar una errata, consecuencia lógica de la fatiga al teclear y los dedos se niegan a obedecer al cerebro. El sinónimo de “farmacia” es “apoteca”, y no “apotema”. Aunque “apoteca” deriva del griego “apotheke”, que significa “almacén”.
Un cordial saludo y felicidades por su blog.
el 24 de septiembre del 2012 a las 5:41
¡Hpla. Atticus:
Bienvenido a este humilde lugar. Gracias por la aclaración que, con vista a los lectores, siempre viene, pero que muy bien. Por lo demás, aquí estamos día tras días dejando algunos retazos del saber humano en alguna de las disciplinas que tanto nos fascinan a muchos… El número de visitas así lo confirma.
Un saludo cordial
el 24 de septiembre del 2012 a las 11:01
Buenos días Emilio.
Te hemos enviado un correo al postmaster y otro que no estamos seguros si es el correcto. Haz lo posible para leerlo pronto, por favor, pues nos urge tener respuesta.
Un abrazo para ti y para todas/os las/os visitantes y que el saber ocupe su lugar.
Floren y Vanessa
el 24 de septiembre del 2012 a las 12:11
Velozmente, cuando he visto tu mensaje, cparto hacia el Correo a ver que tengo.
El otro, me lo tiene que enviar Shalafi cuando mire su correo.
De todas las maneras, en cuanto tenga información, estaré contigo.
Un abrazo.
el 6 de enero del 2013 a las 19:34
Buenas tardes, aunque no me gusta entrar en una página que se publicó hace ya unos meses, lo hago porque lo que voy a comentar no entra en lo que ya han escrito otros amigos de la página de Emilio.
Un pequeño apunte sobre las mil y una noches. Con ese título nos llegó una traducción de Galland, es seguramente la versión más conocida, y de la que se sacaron los cuentos más célebres que llegaron a los niños, (Aladino, Alí Babá, Simbad el marino, etc.). A finales del siglo IXX y principios del XX hubo otra traducción mucho más completa a cargo de Joseph Charles Mardrus., Aunque de familia francesa, el nació en Siria o Egipto (según versiones) el mismo se declaraba árabe, y en su traducción de libro y ajustándose a la literalidad del título lo llamo: LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE (ALF LAILAH OuA LAILAH).
Y ahora quisiera agregar a todo lo dicho por Emilio, (como siempre bien documentado y dando los datos precisos) sobre la importancia de los árabes y su cultura en la astronomía. Solo quiero aportar un pequeño dato para ampliar lo dicho por Emilio, ello es que aunque lo empleamos a menudo cuando nos referimos a los nombres de multitud de estrellas, a los árabes les debemos sus nombres, pues la gran malloria de estrellas que conocemos y desde luego las más notables de casi todas las constelaciones del hemisferio norte llevan nombres árabes.
En fin no me enrollo más, solamente dejar constancia de mi admiración al trabajo y estudio de esas personas a la astronomía.
Saludos a todas y todos.
el 7 de enero del 2013 a las 13:07
Amigo mío:
Las estrellas que coforman el Cinturón de Orión, por ejemplo, es una buena muestra de lo que dices:
Alnitk,Alnilam y Mintaka y podíamos seguir en una larga lista:
Algol, Deneb, Altair, Betelgeuse…, etc. Al-Battani uno de los astrónomos más fomosos, le puso el nombre a alguna de ellas y de las constelaciones.
Saludos amigo.