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Los átomos… Las estrellas… ¡Nuestra curiosidad!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (10)
James Clerk Maxwell, el hombre sintiéndose poeta de la Naturaleza, inspirado escribió:
“En tiempos y lugares totalmente inciertos,
Los átomos dejaron su camino celeste,
Y mediante abrazos fortuitos,
Engendraron todo lo que existe.”
Y, al menos en lo que conocemos y que esté hecho de materia bariónica (la que emite luz), así resulta ser. En la materia, de una u otra manera, están presentes las fuerzas fundamentales que rigen en el Universo, como por ejemplo, la radiactividad, la fuerza nuclear débil.
TIPOS DE RADIACIÓN
- ALFA:
núcleos de Helio ( = 2 protones + 2 neutrones) - BETA: electrones
- GAMA: ondas electromagnéticas
En los albores del siglo XX se hacía cada vez más evidente que alguna clase de energía “atómica” tenía que ser responsable de la potencia del Sol y las otras estrellas del cielo. Ya por 1898, sólo dos años después del descubrimiento de la radiactividad por Becquerel, el geólogo norteamericano Thomas Chrowder Chamberlin especulaba que los átomos eran “complejas organizaciones y centros de enormes energías”, y que “las extraordinarias condiciones que hay en el centro del Sol pueden… liberar una parte de su energía”. Pero nadie sabía cuál era ese mecanismo, ni cómo podía operar, hasta que no se llegó a saber mucho más sobre los átomos y las estrellas.
El intento de lograr tal comprensión exigió una colaboración cada vez mayor entre los astrónomos y los físicos nucleares. Su trabajo llevaría, no sólo a resolver la cuestión de la energçia estelar, sino también al descubrimiento de una trenza dorada en la que la evolución cósmica se entrelazaba con la historia atómica y la estelar.
La clave para comprender la energía estelar fue, como previó Chamberlin, conocer la estructura del átomo. Que el átomo tenía una estructura interna podía inferirse de varias líneas de investigación, entre ellas, el estudio de la radiactividad: para que los átomos emitiesen partículas, como se había hallado que lo hacían en los laboratorios de Becquerel y los Curie, y para que esas emisiones los transformasen de unos elementos en otros, como habían demostrado Rutherford y el químico inglés Frederick Soddy, los átomos debían de ser algo más que simples unidades indivisibles, como implicaba su nombre (de la voz griega que significa “imposible de cortar”). Pero la física atómica aún debía recorrer un largo camino para llegar a comprender su estructura.
De los tres principales constuituyentes del átomo -el protón, el neutrón y el electrón-, sólo el electrón había sido identificado (por J.J. Thomson, en los últimos años del siglo XIX). Nadie hablaba de energía “nuclear”, pues ni siquiera se había demostrado la existencia del núcleo atómico, y mucho menos de sus partículas constituyentes, el protón y el neutrón, que serían identificados respectivamente, por Thomson en 1913 y James Chadwick en 1932.
Rutherford, Hans Geiger y Ernest Marsden se contaban entre los más expertos entendidos sobre la cartografía atómica. En Manchester, de 1909 a 1911, sondearon el átomo lanzando corrientes de “partículas alfa” subatómicas -núcleos de helio- contra delgadas laminillas de oro, plata, estaño y otros metales. La mayoría de las partículas alfa se escapaban a través de las laminillas, pero, para asombro de los experimentadores, algunas rebotaban hacia atrás, Rutherford pensó durante largo tiempo e intensamente en este extraño resultado; era tan sorprendente, señalaba, como si una bala rebotase contra un pañuelo de papel. Finalmente, en una cena en casa en 1911, anunció a unos pocos amigos que había dado con una expliación: que la mayoría de la masa de un átomo reside un un diminuto núcleo masivo. Midiendo las tasas de dispersión hacia atrás obtenida de laminillas compuestas de varios elementos, Rutherford pudo calcular la carga y el diámetro máximo del núcleo atómico del blanco. Esa era, pues, una explicación atómica de los pesos de los elementos. Los elementos pesados son más pesados que los elementos ligeros porque los núcleos de sus átomos tienen mayor masa.
El ámbito de los electrones fue explorado luego por el físico danés Niels Bohr, quien demostró que los electrones ocupan órbitas, o capas, discretas que rodean el núcleo. (Durante un tiempo Bohr concibió el átomo como un sistema solar en miniatura, pero este análisis pronto demostró ser inadecuado; el átomo no está regido por la mecánica newtoniana sino por la mecánica cuántica.) Entre sus muchos otros éxitos, el modelo de Bohr revelaba la base física de la espectroscopia. El número de electrones de un átomo está determinado por la carga eléctrica del núcleo, la que a su vez se debe al número de protones del nucleo, que es la clave de la identidad química del átomo.
Cuando un electrón cae de una órbita externa a una órbita interior emite un fotón. La longitud de onda de ese fotón está determinada por las órbitas particulas entre las que el electrón efectúa la transición. Y esta es la razón de que un espectro, que registra las longitudes de onda de los fotones, revele los elementos químicos que forman la estrella u otro objeto que estudie el espectroscopista. En palabras de Max Planck, el fundador de la mecánica cuántica, el modelo de Bohr del átomo proporciona “la llave largamente buscada de la puerta de entrada al maravilloso mundo de la espectroscopia, que desde el descubrimiento del análisis espectral había desafiado obstinadamente todos los itentos de conocerlo”.
Las estrellas son enormes aglomeraciones de gas, principalmente Hidrogeno, cuya temperatura es tan alta debido a la fusión de este elemento, que irradian luz a lo largo de todo el espectro electromagnético. Poseen diferentes temperaturas que varían desde los 2000 grados Celsius hasta los 50000.
De la misma forma que al calentar una pieza de metal cambia de color, al principio rojo, luego amarillo hasta llegar al blanco, el color de una estrella varia según su temperatura superficial. Las estrellas más frías son las rojas, y las mas calientes las azules. Estos colores suelen percibirse a simple vista, como por ejemplo Antares (la estrella principal de Scorpius) que es de color rojo, o Rigel (en Orion) de color azul. En astronomía se utiliza la escala Kelvin para indicar temperaturas, donde el cero absoluto es -273 grados Celsius.
Para definir el color de una estrella, Johnson y Morgan (1950), crearon el sistema UBV (del inglés Ultravioleta, Azul, Visible). Las mediciones se realizaban mediante un fotómetro fotoeléctrico para medir la intensidad de la radiación el longitudes de onda específicas:
- Ultravioleta: 3000 Å a 4000 Å
- Azul: 3600 Å a 5500 Å
- Visual: 4800 Å a 6800 Å
Con estos datos se pudo crear una serie de escalas: (B-V), (U-B) y (B-V). Cuanto mayor el número, más roja es la estrella. Para ver ejemplos de índices de color de diferentes estrellas, visite la sección de estrellas variables.
La tabla a continuación muestra el espectro electromagnético, con sus longitudes de onda.
Denominación | Longitud de Onda |
Rayos Gamma | 0.00000007 a 0.001 Å |
Rayos X | 0.001 a 100 Å |
Luz Ultravioleta | 100 a 3900 Å |
Luz Visible | 3900 a 7500 Å |
Luz Infrarroja (fotográfica) | 7500 a 15000 Å |
Infrarrojo Cercano | 15000 a 200000 Å |
Infrarrojo Lejano | 0.002 a 0.1 cm. |
Microondas (ondas de radar) | 0.1 a 250 cm. |
Frecuencias elevadas (televisión) | 2.5 a 15 m. |
Onda corta de radio | 15 a 180 m. |
Banda de control aeronáutico | 750 a 1500 m. |
Onda larga de radio | 1500 m en adelante |
Las escalas son las siguientes:
1 Å (Ångstron) = 1×10-8 cm (centímetros) = 1×10-10 m (metros)
El ojo humano solo es capaz de percibir la pequeña porción que corresponde a la luz visible, situada entre los 3900 Å y 7500 Å, donde la menor se encuentra cerca del violeta y la mayor del rojo. El Sol emite en todas las longitudes de onda, pero solo llegan a la superficie una pequeña porción de estas, las demás son frenadas por la atmósfera: el ozono absorbe las mas altas longitudes de onda hasta el ultravioleta, y el vapor de agua absorbe gran parte de las infrarrojas.
En el Observatorio de la Universidad de Harvard, uno de los principales centros de la monótona pero prometedora tarea de la taxonomía estelar, las placas fotográficas que mostaban los colores y espectros de decenas de miles de estrellas se apilaban elante de “calculadoras”, mujeres solteras, la mayoría, empleadas como miembros del personal de una facultad que les impedía asistir a clases u obtener un título.
Una de esas mujeres, Henrietta Leavitt (arriba), fue la investigadora pionera de las estrellas variables cefeidas que tan útiles serían a Shapley y Hubble, ella fue una de esas “calculadoras” de Harvard que, se encargaban de examinar las placas y registrar los datos en una pulcra escritura victoriana para su compilación en volúmenes como el Henry Draper Catalog, así llamado en honor al primer astrofotógrafo y físico que tomó las primeras fotografías del espectro de una estrella. Como presos que marcan el paso de los días en los muros de su celda, señalaban su progreso en totales de estrellas catalogadas. Antonia Maury, sobrina de Draper, contaba que había clasificado los espectros de más de quinientas mil estrellas. Su labor era auténticamente baconiana, del tipo que Newton y Darwin instaban a hacer pero raramente hicieron ellos, y las mujeres se enorgullecían de ella. Como afirmaba la “calculadora” de Harvard Annie Jump Cannon: “Cada dato es un facto valioso en la imponente totalidad”.
Precisamente fue Cannon quien, en 1915, empezó a discernir la forma de esa totalidad, cuando descubrió que la mayoría de las estrellas pertenecían a una de media docena de clases espectrales distintas. Su sistema de clasificación (ahora generalizado en la astronomía estelar), ordena los espectros por color, desde las estrellas O blancoazuladas, pasando por las estrellas G amarillas como el Sol, hasta las estrellas rojas M. Era un rasgo de simplicidad debajo de la asombrosa variedad de las estrellas.
Pronto se descubrió un orden más profundo, en 1911, cuando el ingeniero y astrónomo autodidacto danés Ejnar Hertzsprung analizó los datos de Cannon y Maury de las estrellas de dos cúmulos, Las Híades y las Pléyades. Los cúmulos como estos son genuínos conjuntos de estrellas y no meras alineaciones al azar; hasta un observador inexperimentado salta entusiamado cuando recorre con el telescopio las Pléyades, con sus estrellas color azul verdoso enredadas en telarañas de polvo de diamante, o las Híades, cuyas estrellas varían en color desde el blanco mate hasta el amarillo apagado.
Las Pléyades
Las Híades
Puesto que puede supònerse que todas las estrellas de un cúmulo están a la misma distancia de la Tierra, toda diferencia observada en sus magnitudes aparentes pueden atribuirse, no a una diferencia en las distancias, sino en las magnitudes absolutas. Hertzsprung aprovechó este hecho para utilizar los cúmulos como muestras de laboratorio con las que podía buscar una realción entre los colores y los brillos intrínsecos de las estrellas. Halló tal relación: la mayoría de las estrellas de ambos cúmulos caían en dos líneas suavemente curvadas. Esto, en forma de gráfico, fue el primer esbozo de un árbol de estrellas que desde entonces ha sido llamado diagrama Hertzsprung-Russell. Claro, como cabía esperar, la aplicabilidad del método pronto se amplió también a estrellas no pertenecientes a cúmulos.
Henry Norris Russell, un astrofísico de Princeton con un enciclopédico dominio de su campo, pronto se puso a trabajar justamente en eso. Sin conocer siquiera el trabajo de Hertzsprung, Russell diagramó las magnitudes absolutas en función de los colores, y halló que la mayoría están a lo largo de una estrecha zona inclinada: el trondo del árbol de estrellas. El árbol ha estado creciendo desde entonces y hoy, está firmemente grabado en la conciencia de todos los astrónomos estelares del mundo. Su tronco es la “serie principal”, una suave curva en forma de S a lo largo de la cual se sitúan entre el 80 y el 90 por 100 de todas las estrellas visibles. El Sol, una típica estrella amarilla, está en la serie principal a poco menos de la mitad del tronco hacia arriba. Una rama más fina sale del tronco y se esxtiende hacia arriba y a la derecha, donde florece en un ramillete de estrellas más brillantes y más rojas: las gigantes rojas. Debajo y a la izquierda hay una cantidad de mantillo de pálidas estrellas entre azules y blancas: las enanas.
El Diagrama de Hertzsprung-Russell resumido
Este diagrama proporcionó a los astrónomos un registro congelado de la evolución, el equivalente astrofísico del registro fósil que los geólogos estudian en los estratos rocosos. Presumiblemente, las estrellas evolucionan de algún modo, pasan la mayor parte de su tiempo en la serie principal (la mayoría de las estrellas en la actualidad, en el brevísimo tiempo que tenemos para observar, se encuentran allí), pero empiezan y terminan su vida en alguna otra parte, entre las ramas o en el mantillo. Por supuesto, no podemos esperar para ver que esto sucede, pues el tiempo de vida, aun de estrellas de vida corta, se mide en millones de años. Hallar las respuestas exigirá conocer toda la física del funcionamiento estelar.
El progreso de la Física, mientras tanto, estaba bloqueado por una barrera aparentemente insuperable. Esto era literal: el agente responsable era conocido como la barrera de Coulomb, y por un tiempo frustó los esfuerzos de los físicos teóricos para comprender cómo la fusión nuclear podía producir energía en las estrellas…Pero eso, amigos, es otra historia que os contaré en otro momento.
emilio silvera
el 27 de mayo del 2012 a las 7:16
No pocas veces, cuando pongo aquí algún trabajo, como por ejemplo el que arriba habeís podido leeer, me alegra que hasta vosotros lleguen una serie de datos que han sido muy importantes para el avance del saber sobre el Universo, sobre las estrellas, sobre la materia y su comportamiento, etc.
Espero que, al menos, se produzcan una serie de comentarios y que, entre nosotros, intercambiémos algunas ideas sobre los temas tratados. Sin embargo, no siempre ocurre así, y, el artículo pasa totalmente desapercibido, sin un sólo comentario am pesar del interés de su contenido. Lo cual, nunca ha dejado de sorprenderme.
Otras veces, en las que los temas tratados han sido menos reales, han logrado captar de manera más intensa la mente del lector visitante, y, como pasó, por ejemplo: Cuándo se habló de los Viajes en el Tiempo, o, en aquel trabajo sobre el Tiempo, ambas cuestiones muy controvertidas y de la que no podemos dar ninguna certeza, produjeron más comentarios quen otras de las que sí sabemos.
Hasta cierto punto es “razonable” que así ocurra, toda vez que, lo que ya sabemos…tiene un interés relativo por muy maravilloso que puedan ser los avances y secretos desvelados que se describen, mientras que, hablar de los ¡viajes en el tiempo! conlleva en sí mismo un largamente acariciado sueño que despierta nuestra imaginación que es propensa a aceptar, los retos más dfíciles: Teoría de cuerdas, El Bosón de Higgs, Fluctuaciones de Vacío, La masa, La Gravedad (no digo materia oscura en la que no creo) y, tantos otros misterios aún por resolver y que, son, los que más nos llaman la atención.
Será por eso, la poca atención que a veces prestais a estos artículos que con ilusión os presento aquí.
Claro que, eso sí, lo que no os perdono es que no lo leáis. Una cosa es no comentar y otra muy distinta no leer lo que aquí se os muestra y que, por su variedad científica, siemrpe será interesante para todos y, aumentará, de forma considerable, el “saber” que cada cual pueda tener.
Un saludo cordial amigos.
PD.
Acordaos de la recomendación que hace unos días os hice: “El mejor amigo, un Libro”
el 9 de junio del 2012 a las 15:39
Que excelente trabajo con este blog, muchas gracias por publicarlo.
Cordiales Saludos.
el 9 de junio del 2012 a las 16:53
Hola, Martín:
Si no nos preocupamos del por qué de las cosas, ¿qué hacemos aquí? triste, muy triste sería pasar sin pena ni gloria (como coloquialmente se suele decir), sin saber lo es realmente nuestro planeta, la estrella que lo alumbra y que llamamos Sol, la Galaxia a la que pertenecemos dentro de un perqueño grupo de galaxias y, el Universo y todas las maravillas que contiene.
Es lógico que al ser consciente de SER, nos llame la atención esas cuestiones y queramos saber de qué está hecha la materia y que fuerzas rigen el mundo que nos rodea. En definitiva, nos hacemos preguntas y queremos las respuestas.
El Blog, amigo mío, trata de ayudar a los que no tienen tiempo o no pueden ocuparse de buscar esas preguntas y, aquí, nosotros, hacemos el trabajo por ellos, gente que como tú mismo, saben agradecer la información que se les ofrece y, lo mejor de todo es, que os hacemos pensar.
Un saludo cordial.
el 18 de junio del 2012 a las 20:03
Y además muy amable Emilio, voy a colaborar con la difusión entonces. Gracias.
el 19 de junio del 2012 a las 8:49
Nada, a mandar y, cada vez que puedas, ayudas a otros a saber lo que aquí aprendistes y, si le dices que venga y vea lo que por aquí tenemos, de seguro, que le gustará y como tantos otros antes que él, se quedará por estos alrededores en los que, de vez en cuando, encuntra cuestiones que siempre quizo saber y que nunca nadie, le supo explicar.
Un saludo cordial.
el 18 de octubre del 2012 a las 20:43
Hmm iѕ anyone elѕe haѵіng
problems with the pіctuгeѕ on this blοg loаding?
I’m trying to determine if its a problem on my end or if it’s the blog.
Αny feed-bасk wοuld be greаtly аppreciateԁ.
el 19 de octubre del 2012 a las 6:07
Nadie se ha quejado de eso, mira no sea que el tuyo tenga el problema.
Saludos.
el 24 de noviembre del 2013 a las 1:02
me gusta la pagina, no me quejo
el 24 de noviembre del 2013 a las 1:07
no, no sabia todo esto me agrada la información,muchisisisisisisi…mas gracias.
el 24 de noviembre del 2013 a las 6:14
Gracias a todos los que nos visitan y comparten nuestros sueños y pensamientos.
Saludos Karina