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Enigmas de la Naturaleza

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Constantes universales    ~    Comentarios Comments (0)

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Hemos podido llegar a descubrir que, en la Naturaleza existen parámetros que hacen posible que las cosas no cambien, y, los cambios que se producen son, en realidad, para que todo siga igual. Es decir, son ciclos que se repiten para transformar lo viejo en nuevo y que todo continúe ganado en complejidad.

Cuando hemos hablado de las constantes de la Naturaleza y de las unidades de Planck, hemos podidoo ver que Max Planck apelaba a la existencia de constantes universales de la naturaleza como prueba de una realidad física al margen y completamente diferentes de las mentes humanas. Al respecto decía:

“Estos…números, las denominadas constantes universales son en cierto sentido los ladrillos inmutables del edificio de la física teórica. Deberíamos preguntar: ¿Cuál es el significado real de estas constantes?”

Una de las paradojas de nuestro estudio del Universo circundante es que a medida que las descripciones de su funcionamiento se hacen más precisas y acertadas, también se alejan cada vez más de toda la experiencia humana, dado que nosotros estamos habituados a un entorno local en “tierra firme” donde los ciclos se repiten y son siempre los mismos, mientras que, en el espacio exterior, en el Universo dinámico y cambiante, ocurren cosas que… ¡Nos producen admiración y asombro! ¿Cómo la Naturaleza puede realizar tan complejas maravillas?

Pero vamos a lo que nos trae aquí. Lo que nosotros creemos que sucedió al comienzo, no es necesariamente el principio. Antes de ese “Principio”, sucedieron algunas cosas que nosotros no hemos podido o sabido percibir. No tenemos medios de acceder a ellas. Ni utilizando las matemárticas hemos podido saber que es lo que pasó, en aquellas primeras fracciones de segundo, más allá del Tiempo de Planck. De lo que sí hemos podido saber, es que hay cosas que no cambian nunca. Todo sigue un ritmo que transcurre al compás del paso del tiempo inexorable. Sin embargo, las leyes que todo lo rigen desde que el universo “surgió”, siguen inmutables: Las fuerzas nucleares débil y fuerte, el electromagnetismo y la Gravedad que, junto a las constantes universales, como la velocidad de la luz, masa del protón o la carga del electrón, hace que nuestro universo sea tal como lo conocemos y no de otra manera.
      Filósofos natuales les llamaban
Hace tiempo, los sucesos que constituían historias eran las irregularidades de la experiencia, creíamos que las cosas eran de una menera y resultaban ser de otra a medida que avanzaban nuestros conocimientos. Ahora hemos podido llegar a saber que lo que no cambia son las Constantes de la Naturaleza pero, como graficamente se deja constancia abajo en las escenas que ilustran el paso del tiempo, tampoco cambia el Amor de una madre por un hijo, la salida y la puesta del Sol, nuestra curiosidad, y otras muchas cosas que conviven con nosotros en lo cotidiano.
    También ésto es, una constante de la Naturaleza
Lo cierto es que el Tiempo que afecta a la vida de los seres vivos y de las cosas compuestas de materia -nada permanece y todo cambia-, están situadas en un plano distinto al que ocupan esas otras “cosas” que llamamos ¡constantes universales! y que son, las responsables de que nuestro mundo, nuestro universo sea como es. Son aquellos parámetros que no cambian a lo largo del universo: La carga del electrón, la masa del protón, la velocidad de la luz en el vacío, la constante de Planck, la constante gravitacional y también la magnética, o, la constante de estructura fina. Se piensa que son todas ellas ejemplos de constantes fundamentales de la Naturaleza.
Poco a poco, los científicos llegaron a apreciar el misterio de la regularidad y lo predecible del mundo. Pese a la concatenación de movimientos caóticos e impredecibles de átomos y moléculas, nuestra experiencia cotidiana es la de un mundo que posee una profunda consistencia y continuidad. Nuestra búsqueda de la fuente de dicha consistencia atendía primero a las leyes de la Naturaleza que son las que gobiernan como cambian las cosas. Sin embargo, y al mismo tiempo, hemos llegado a identificar una colección de números misteriosos arraigados en la regularidad de la apariencia. Son las Constantes de la Naturaleza que, como las que antes hemos relacionado dan al Universo un carácter distintivo y lo singulariza de otros que podríamos imaginar. Todo esto, unifica de una vez nuestro máximo conocimiento y también, nuestra infinita ignorancia.
                                                         Las fuerzas fundamentales de la Naturaleza
“La creciente distancia entre la imaginación del mundo físico y el mundo de los sentidos no significa otra cosa que una aproximación progresiva al mundo real.”
El mundo que nosotros percibimos es “nuestro mundo”, el verdero es diferente y como nos dice Planck en la oración entrecomillada, cada vez estamos más cerca de la realidad, a la que, aunque no nos pueden llevar nuestros sentidos, si nos llevarán la intuición, la imaginación y el intelecto.

Está claro que la existencia de unas constantes de la Naturaleza nos dice que sí, que existe una realidad física completamente diferente a las realidades que la Mente humana pueda imaginar. La existencia de esas constantes inmutables dejan en mal lugar a los filósofos positivistas que nos presentan la ciencia como una construcción enteramente humana: puntos precisos organizados de una forma conveniente por una teoría que con el tiempo será reemplazada por otra mejor, más precisa. Claro que, tales pensamientosm quedan fuera de lugar cuando sabemos por haberlo descubierto que, las constantes de la naturaleza han surgido sin que nosotros las hallamos invitado y, ellas se muestran como entidades naturales que no han sido escogidas por conveniencia humana. Es la Naturaleza la que las puso ahí para conformar la clase de mundo que conocemos.

El Universo que conocemos está regido por esas leyes y esas constantes que lo definen. Por ejemplo, muchas veces hemos hablado aquí de ese número, el 137 que viene a significar la constante de estructura fina, es decir: α = 2πe2 / hc = 1/137. En tan reducida expresión… ¡Hay tanto encerrado!

Para ellos, las constantes del Universo serán las mismas que nuestros físicos han podido encontrar estudiando el Universo. Y, en relación a la constante de estructura fina, alfa, significada por 137 tenemos que decir que,  lo más notable de este número es su dimensionalidad. La velocidad de la luz, c, es bien conocida y su valor es de 299.792.458 m/segundo; la constante de Planck racionalizada, ћ, es h/2π = 1’054589×10 julios segundo; la altura de mi hijo, la distancia de mi casa a la oficina, todo viene con sus dimensiones.  Pero resulta que cuando uno combina las magnitudes que componen alfa (α) ¡se borran todas las unidades!  El 137 está solo: se escribe desnudo a donde va.  Esto quiere decir que los científicos del undécimo planeta de una estrella situada en un sistema planetario en la galaxia Andrómeda,  aunque utilicen quién sabe qué unidades y signos para la carga del electrón y la velocidad de la luz y qué versión utilicen para la constante de Planck, ¡también les saldrá el 137!  Es un número puro. No lo inventaron los hombres. Está en la naturaleza, es una de sus constantes naturales, sin dimensiones.

Son muchos, los enigmas del Universo y los secretos de la Naturaleza que quedan por descubrir. Sin embargo, poco a poco…

La física se ha devanado los sesos con el 137 durante décadas. Werner Heisember, proclamó una vez que todas las fuentes de perplejidad que existen en la mecánica cuántica se secarían si alguien explicara de una vez el 137.

¿Por qué alfa es igual a 1 partido por 137? Bueno, esa pregunta nadie la ha sabido contestar. Sin embargo, otras que en su momento, parecían tan difíciles como ella, sí pusimos llegar a contestarlas: El día y la noche, las mareas, de qué están hechas las estrellas y por qué brillan, qué es el magnetismo y la electricidad, cómo se conforman los átomos que forman la materia conocida…

Esperemos que algún día aparezca alguien que, con la intuición, el talento y el ingenio de Newton o Einstein, nos pueda por fin aclarar el misterioso número y las verdades que encierra. Menos perturbador sería que la relación de todos estos importantes conceptos (e, h y c) hubieran resultado ser 1 ó 3 o un múltiplo de  π … pero ¿137?

Claro que, no siempre podemos explicar todo lo que ocurre en la Naturaleza.
emilio silvera
 


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