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Formamos parte del misterio que tratamos de desvelar

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Universo y... ¿nosotros?    ~    Comentarios Comments (10)

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Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.

La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias.  La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica.  La cosmología teórica construye modelos que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.

La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad general, la teoría de Einstein de la gravitación.  De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a grandes escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.

El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que genera, los posibles agujeros de gusano y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede o puede suceder. De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de nuestra personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.

Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad, responda  exactamente a lo que  ésta es en sí, no parece fácil.

Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los datos que nos suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos datos.  Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos capacitan para conocer, y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento (inteligencia).  Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos, pero éstos son inútiles sin el entendimiento.

A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el interés.  La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento.  El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc.  (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual.

                     Lo que ocurría allá arriba, siempre despertó en nosotros interés y curiosidad

También se da el caso de personas que prácticamente, por cuestiones genéticas o de otra índole, carecen de cualquier interés por el conocimiento del mundo que les rodea, sus atributos sensoriales y de inteligencia funcionan a tan bajo rendimiento que, sus comportamientos son casi-animales (en el sentido de la falta de racionalidad), son guiados por la costumbre y las necesidades primarias: comer, dormir…

El polo opuesto lo encontramos en múltiples ejemplos de la historia de la ciencia, donde personajes como Newton, Einstein, Riemann, Ramanujan y tantos otros (cada uno en su ámbito del conocimiento), dejaron la muestra al mundo de su genio superior.

Pero toda la realidad está encerrada en una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes, persiguen.

                                                   A veces la conciencia nos grita

Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos.  Esta engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención:”Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre varios simultáneamente posibles”.  Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca.

La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos.  Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos han sido los temas que hayan preocuado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.

Para Descartes, como para James más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo le conocemos).

Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de acuerdo.   Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia.  Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo cierto es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.

Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros. ¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente ?

Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un número ingente de estados conscientes distintos.

                                    Charles Sherrington

Muchos han sido los que han querido explicar lo que es la conciencia.  En 1.940, el gran neurofisiólogo Charles Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el problema de la conciencia.  Unos pocos años más tarde también lo intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y, en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos; de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los filósofos para alcanzar una respuesta:

“Suponemos que un proceso fisico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan.  Esta concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.

Está claro que en lo más profundo de ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las respuestas planteadas o requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado.

Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la misma cosa.  Universo-Galaxia-Mente.  Nada es independiente en un sentido global, sino que son partes de un todo y están estrechamente relacionados.

Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes.  Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras.

Pocas dudas pueden caber a estas alturas de que, el hecho de que podamos estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo.

Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales conciertas estructuras cerebrales de cierta (aunque limitadas) complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.

La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras.  Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.

Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados.  Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.

Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata da tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas.  Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.

El carácter especial de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de vista, puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.

La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia.  En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes.  Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica.  Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo.  Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.

En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría.  Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca.  No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada.  Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes.  Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, saber qué se siente al ser un murciélago.  Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que no s hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales.  En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía.

Ninguna descripción, por prolija que sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva.  Muchos filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto.  Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color.  Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará nunca para que una persona daltónica consiga experimentar un color.

En un experimento mental filosófico, Mary, una neurocientífica del futuro daltónica, lo sabe todo acerca del sistema visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la discriminación del color.  Sin embargo, cuando por fin logra recuperar la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado con la sensación de percibir el color.  John locke vio claramente este problema hace mucho tiempo.

Pensemos por un momento que tenemos un amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árabes y los arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las abejas, el aroma y el rumor del río, cuyas aguas cantarinas no cesan de correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de pronto pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción empleáramos.

La mente humana es tan compleja que, no todos ante la misma cosa, vemos lo mismo.  Nos enseñan figuras y dibujos y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos sugiere.  De entre diez personas solo coinciden tres, los otro siete divergen en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.

Esto nos viene a demostrar la individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir.   Sin embargo, la misma prueba, realizada en grupos de conocimientos científicos similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc.  hace que el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma respuesta al problema planteado.  Esto nos sugiere que, la mente, está en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para desarrollarse.

¿ Debemos concluir entonces que una explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre fuera de nuestro alcance? ¿O es de alguna manera posible romper esa barrera, tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la conciencia?

                                                             Todavía no sabemos encajar las piezas

La respuesta a estas y otras preguntas, en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en este campo del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física cuántica, existe un principio de incertidumbre que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras razones está el serio inconveniente que su ponemos nosotros mismos, ya que, con nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia destrucción.

Una cosa si está clara: ninguna explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno real de lo que la propia mente pueda sentir.

¿ Cómo se podría comparar la descripción de un gran amor con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando ?

Hay cosas que no pueden ser sustituidas, por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y maketin se empeñen,  lo auténtico siempre será único.

emilio silvera

 

  1. 1
    Maolito
    el 2 de mayo del 2013 a las 8:14

    Dando por hecho que conocemos como se creó la vida y como las primeras formas incipientes fueron evolucionando hasta llegar al homo sapiens, me pregunto: ¿con el hombre racional se acaba la evolución? o seguirá haciéndolo hasta…. Pero la pregunta que quería hacer, porque me la hago muchas veces, es: ¿Cómo y cuándo comenzó el “mono” en su evolución a tener consciencia y raciocinio? ¿Fue accidentalmente? ¿a través de un largo proceso? y sobre todo: ¿Con qué objeto se creó en el animal esta capacidad que en el fondo y desde el primer instante solo le lleva a intentar conseguir si es capaz de llegar a asaber alguna vez: ¿De donde viene, a donde va y con que finalidad está aquí?. ¿Cómo va aser capa de dscubrir todo el enigma de la creación del universo, si no es más que una ínfima parte de él?.

    Responder
    • 1.1
      emilio silvera
      el 2 de mayo del 2013 a las 10:25

      Amigo mío:
      Todos tenemos gravada en la retina esa imagen en la que aparece un chimpancé en último lugar y van sucediéndose imágenes hasta llegar al hombre pero, no tomeis a pie juntillas esa imagen que es indicadora de un equívoco muy común: “partimos del mono y llegamos por evolución mutativa a ser humanos”. Nada más incierto: Ambos, el Chimpancé y el Humano, tuvieron un antepasado común del que divergieron un día, y, ese antepasado, no era ni Homo ni Pan.
      Por otra parte, amigo Maolito, las cosas que creemos que sabemos, no sabemos si son las cosas verdaderas y, sólo podemos suponer que lo son.
      La evolución pudo haber optado por otras soluciones, por ejemplo la de incrementar la cantidad total de energía en forma de alimento, permitiendo así la existencia de energía necesaria para un gran cerebro y un gran aparato digestivo, lo cual sería, al menos chocante, ya que, lo racional es que tengamos que alimentarnos para vivir y no que vivamos para alimentarnos.
      Los ladrillos del cerebro: Es evidente que el estímulo para la expansión evolutiva del cerebro obedeció a diversas necesidades de adaptación como puede ser el incremento de la complejidad social de los grupos de homínidos y de sus relaciones interpersonales, así como la necesidad de pensar para buscar soluciones a problemas surgidos por la implantación de sociedades más modernas cada vez. Estas y otras muchas razones fueron las claves para que la selección natural incrementara ese prodigioso universo que es el cerebro humano.
      Claro que, para levantar cualquier edificio, además de un estímulo para hacerlo se necesitan los ladrillos específicos con las que construirlo y la energía con la que mantenerlo funcionando.
      La evolución rápida del cerebro no solo requirió alimentos de una elevada densidad energética y abundantes proteínas, vitaminas y minerales; el crecimiento del cerebro necesitó de otro elemento fundamental: Un aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, que son componentes fundamentales de las membranas de las neuronas, las células que hacen funcionar nuestro cerebro.
      Nuestro organismo, como ya he señalado, es incapaz de sintetizar en el hígado suficiente cantidad de estos ácidos grasos; tiene que conseguirlos mediante la alimentación. Estos ácidos grasos son abundantes en los animales y en especial en los alimentos de origen acuático (peces, moluscos, crustáceos). Por ello, algunos especialistas consideran que la evolución del cerebro no pudo ocurrir en cualquier parte del mundo y, por lo tanto, requirió un entorno donde existiera una abundancia de estos ácidos grasos en la dieta: un entorno acuático.
       
      El cerebro humano contiene 600 gramos de estos lípidos tan especiales imprescindibles para su función. Entre estos lípidos destacan los ácidos grasos araquidónico (AA, 20:4 W-6) y docosahexanoico (D H A, 22:6 W-3); entre los dos constituyen el noventa por 100 de todos los ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena en el cerebro humano y en el resto de los mamíferos.
      Una buena provisión de estos ácidos grasos es tan importante que cualquier deficiencia dentro del útero o durante la infancia puede producir fallos en el desarrollo cerebral.
      El entorno geográfico del este de África donde evolucionaron nuestros ancestros proporcionó una fuente única nutricional, abundante de estos ácidos grasos esenciales para el desarrollo cerebral. Esta es otra de las circunstancias extraordinarias que favoreció nuestra evolución.
      Las evidencias fósiles indican que el género Homo surgió en un entorno ecológico único, como es el formado por los numerosos lagos que llenan las depresiones del valle del Rift, el cual, en conjunto y desde un punto de vista geológico, es considerado un “protoocéano”. El área geográfica formada por el mar Rojo, el golfo de Adén y los grandes lagos del Rift forman lo que en geología se conoce como “océano fallido”. Son grandes lagos algunos de una gran profundidad (el lago Malwi tiene 1.500 metros y el lago Tanganika 600 m.) y de una enorme extensión (el lago Victoria, de casi 70.000 km2, es el mayor lago tropical del mundo). Se llenaban, como hacen hoy, del agua de los numerosos ríos que desembocan en ellos; por eso sus niveles varían según las condiciones climatológicas regionales y estaciónales.
      Muchos de estos lagos son alcalinos debido al intenso volcanismo de la zona. Son abundantes en peces, moluscos y crustáceos que tienen proporciones delípidos poliinsaturados de larga cadena muy similares a los que componen el cerebro humano. Este entorno, en el que la especie Homo evolucionó durante al menos dos millones de años, proporcionó a nuestros ancestros una excelente fuente de proteínas de elevada calidad biológica y de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, una combinación ideal para hacer crecer el cerebro.
      Ésta es otra de las razones en las que se apoyan algunos para sugerir que nuestros antecesores se adaptaron durante algunos cientos de miles de años a un entorno litoral, posiblemente una vida lacustre, en el “océano fallido” de los grandes lagos africanos y que nuestra abundante capa de grasa subcutánea es la prueba de esta circunstancia de nuestra evolución.
      La realidad es que este entorno lacustre proporcionó abundantes alimentos procedentes del agua, ricos en proteínas de buena calidad y en ácidos grasos poliinsaturados. Estos alimentos completaban la carroña incierta o la caza casi imposible. Durante cientos de miles de años evolucionaron los homínidos en este entorno entre la sabana ardiente y las extensiones interminables de aguas someras por las que vagaban los clanes de nuestros antepasados chapoteando a lo largo de kilómetros en busca de alimento. Este entorno único no solo garantizó los nutrientes necesarios para desarrollar el cerebro, sino que aceleró numerosos cambios evolutivos que confluirían en el Homo sapiens.
      Nuestra especie es muy homogénea en sus características: somos muy similares a pesar de lo que pudiera parecer a causa de las diferencias del color en la piel o en los rasgos faciales de las diferentes poblaciones. Tanto los datos de la genética homo los de la paleantropología muestran que los seres humanos, como especie, procedemos de un grupo pequeño de antepasados que vivían en África hace unos cuatrocientos mil años.
      Hemos logrado determinar con precisión nuestros orígenes como especie mediante precisos análisis genéticos; por ejemplo, los estudios llevados a cabo sobre los genes de las mitocondrias pertenecientes a individuos de todas las poblaciones del mundo y de todas las razas.
      Estudiando el A D N mitocondrial de miles de personas se ha llegado a formular la llamada “Teoría de la Eva Negra”, según la cual todos nosotros, los Homo sapiens sapiens, procedemos de una hembra que vivió en algún lugar de África hace ahora unos tres cientos mil años. Otros estudios se han realizado mediante el análisis del polimorfismo del cromosoma Y.
      Pero tanto unos estudios como otros han dado el resultado similar. Los estudios del material genético del cromosoma Y confirman que la Humanidad tuvo un antepasado varón que vivió en África hace unos doscientos mil años. Seria la “Teoría del Adan Negro”. Estudios del Gen de la hemoglobina ratifican que todas las poblaciones humanas modernas derivan de una población ancestral africana de hace unos doscientos mil años compuesta por unos seiscientos individuos.
      Los hallazgos paleoantropológicos ratifican el origen único y africano de nuestra especie. Se han encontrado en diversa regiones de África algunos fósiles, de características humanas modernas, con una antigüedad de entre tres cientos mil y cien mil años; estos incluyen: el cráneo de kabwe (en Zambia), de 1.285 c.c.; el fósil KNM-ER-3834 del lago Turkan, en Kenia, de casi litro y medio; los fósiles encontrados en los yacimientos de Border Cave y Klassies River Mouth, de África del sur; y los esqueletos y cráneos encontrados en los enterramientos de la Cueva de Qafzeh y del abrigo de Skhul, ambos en Israel y datados en unos cien mil años.
      En 1.968 se descubrieron en Dordoña el cráneo y el esqueleto de uno de nuestros antepasados, al que se denominó Hombre de Cro-Magnon. Hoy sabemos que hace unos cuarenta mil años aparecieron en Europa unos inmigrantes de origen africano, que eran los primeros representantes de la especie Homo sapiens sapiens que alcanzaban estos territorios. Llegaron con unas armas terribles e innovadoras, conocían el modo de dominar el fuego y poseían una compleja organización social; y por lo que se refiere a las otras especies de homínidos que habitaban por aquel entonces Europa, concretamente los Homo neandertales, al parecer, los eliminaron por completo.
      Los cromañones poseían las características de los pobladores de las regiones próximas al ecuador: poco macizos, muy altos y de brazos y piernas largas; sus huesos eran muy livianos por aumento del canal medular, dentro de la diáfisis. Los huesos que formaban las paredes del cráneo eran más finos, que los de sus predecesores. Habían sufrido una reducción de la masa muscular. El desarrollo de armas que podían matar a distancia con eficacia y sin requerir gran esfuerzo, como los propulsores, las hondas y, más tarde, el arco y las flechas, hicieron innecesarias una excesiva robustez. En general, eran muy parecidos a nosotros y, hasta tal punto es así que, si cogiéramos a uno de estos individuos, lo lleváramos a la peluquería, le pusiéramos un buen traje, y lo sacáramos de paseo, se confundiría con el resto de la gente sin llamar a atención.
      Llegado a este punto, no merece la pena relatar aquí las costumbres y forma de vida de esas poblaciones que, en tantos y tantos escritos hemos podido leer y conocemos perfectamente. El objeto de todo esto era esbozar un perfil de lo que fuimos, de manera que dejemos ante nosotros la evolución que hemos sufrido hasta llegar aquí, y, a partir de ahora, pensar en la evolución que nos queda hasta convertirnos en los seres del futuro que, seguramente, regirán en el Universo.
      En todo esto que estamos tratando, tenemos que luchar con dos problemas enormes:

      Nuestra ignorancia
      La existencia o no existencia de Dios

      Está claro que, el punto uno, se va resolviendo poco a poco, a medida que transcurren los siglos y vamos avanzando en los conocimientos del mundo y del Universo que nos acoge. También, algo más despacio, conocemos de nosotros mismos, de las sensaciones que percibimos y de las fuerzas internas que nos empujan a ciertos comportamientos, no pocas veces inexplicables. ¿ Cómo podríamos explicar el comportamiento de un enamorado ? Para bien o para mal, los sentimientos son los que nos mueven.
      Richard Dawkins, biólogo y evolucionista británico ha publicado un libro que ha titulado Es espejismo de Dios, en el que pretende demostrar científicamente que el Sumo Creador es una pura ficción de la mente Humana y, refuta de manera sistemática los argumentos teológicos clásicos de San Anselmo, San Agustín, y Santo Tomás, exponiendo en contra la tesis más sencilla y coherente para explicar el surgir de alas en los pájaros, aletas en los peces y la misma vista, dejando las creencias religiosas o viejos sentimientos y creencias tribales nacidas desde la ignorancia y el miedo a lo desconocido.
      ¡Pobre Sr.Dawkins! no sabe en el lío que se ha metido.
      Científicamente considerado, la presencia de un Dios invisible que todo lo puede y creador del Universo: Es dura. Sin embargo…. ¿Qué podemos saber nosotros? Mejor sería dejar la respuesta en el aire, ni afirmar, ni negar. El tema es muy delicado.
      Mucho he reflexionado sobre el tema y para mí, sólo para mí, tengo una respuesta.
      Pero el que es práctico, como Pascal, por ejemplo: planteó el mismo dilema en términos de apuesta y concluyó que era menos arriesgado confiar en Dios que en su inexistencia porque el ser Humano no tiene nada que perder si hay un ente superior.
      Es una manera como otra cualquiera de ver las cosas, he leído tantas versiones sobre la existencia de Dios que ya nada me sorprende. Algunos continúan buscando las pruebas y sigo desde lejos las noticias que se publican a tal respecto, claro que, la noción de Dios, como cualquier otro material psíquico, tal vez pueda probarse algún día que está muy cerca, posiblemente contenida en nuestra herencia genética, es decir, que podría tratarse de un producto más de nuestra mente pensante que obtiene recursos sin límites para cada ocasión, sacando tan prodigiosos hallazgos que vienen a dar una esperanza divina a una Humanidad atormentada y sin horizonte de futuro.
      Hace años leí un libro, el autor se llamaba Dean Hamer, que hace mucho creyó descubrir un gen que llamó VMATZ, que sería la sede cerebral de la espiritualidad y, en consecuencia, el responsable de las ideas humanas de una deidad absoluta necesaria para el mantenimiento de la via psiquica, e incluso, para la conservación de la especie a través de este espíritu superior que nos hace amar a nuestros hijos que son la prueba suprema de la existencia de Dios.
      Desde el comienzo mismo de este trabajo, en el que, se habla de cosmología, y, se pasa rápidamente al universo de los sentidos y de la conciencia, hemos realizado un amplio recorrido por lo sensorial, y, hemos retrocedido, para hacer un esbozo del largo camino recorrido por los humanos, hasta llegar al nivel de entendimiento que hoy posee.
      Hemos especulado con lo que entendemos por conciencia y lo que significa el SER, la privacidad de pensamientos individuales y la unidad y coherencia de la experiencia consciente en cada individuo, la enorme riqueza y variedad que la infinita complejidad del cerebro humano concede a cada individuo para ver de manera particular y única cualquier cuestión planteada, de manera tal que, cada respuesta a la pregunta planteada, pueda resultar original y distinta a los demás.
      Nuestro cerebro es mucho más que una fría computadora, y puede dar respuestas a problemas no previstos, repentizando soluciones adecuadas a las necesidades. El poder de los sensores naturales que posee el cerebro humano, es enorme y su capacidad impensable. Las experiencias conscientes de nuestra especie, están profundamente adoptadas por los genes y las neuronas “recuerdan” cuando reciclan los datos en los procesos del pensamiento. Es la evolución.
      Nuestro cerebro ha evolucionado y aprendido a través de las experiencias vividas por sus portadores y transmitidos por los sentidos. El entorno, la naturaleza, la forma de vida, los alimentos, las distintas sociedades, los elementos climáticos, los peligros…, todo ello, ha contribuido a que nuestras mentes avancen.
      Así creemos que son las cosas y, siempre será de la misma manera, es decir, seguiremos suponiendo sobre esto y aquello pensando que fue de esta u otra manera según los conocimientos que vamos pudiendo atesorar a lo largo del Tiempo. Sin embargo, saber la Historia completa… ¡Será difícil! Todo vez que, nos falta conocer ¡Las condiciones iniciales! y, sin ellas… Conjeturar es lo que nos queda… en su mayor medida.
      Saludos.
       

      Responder
  2. 2
    Maolito
    el 2 de mayo del 2013 a las 17:41

    Todo lo que dices no hace más que apoyar el concepto antrópico, según el que todo está creado para que pudiera el hombre culminar la obra. La guina que le falta al pastel. Y la verdad es que siendo el Universo tan basto como es, la aoprición de la vida…. parece que en una vanidad humana considerarse el “sumun” el objeto final de la creación. ¿No habrá quizás entes superiores en otros rincones?.

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    • 2.1
      emilio silvera
      el 3 de mayo del 2013 a las 3:23

      Sí,tenemos una tendencia a destacar lo nuestro y, también, ilusos, nos creemos que el universo ha estado trabajando para que nosotros viniéramos aquí como el “no va más” de la evolución de la materia con la aparición de la Mente, como exponente máximo de todo. Creo que, de entre todas las formas de vida que aparecieron aquí en la Tierra y pudieron evolucionar, nosotros, por la causa que sea (nos es desconocida), alcanzamos este nivel superior a los otros seres que nos acompañan pero, eso no quiere decir que seámos los “mejores” o los “únicos” que pueden generar ideas y pensar en tan vasto universo, simplemente quiere decir que, hemos podido llegar a este estadio evolutivo mientras que otros, en otros mundos, pueden estar mucho más evolucionados que nosotros.
      Amigo Maolito, como siempre digo: ¡Sabemos tan poco!

      Responder
  3. 3
    Abdel Majluf
    el 3 de mayo del 2013 a las 3:54

    Amigo mio, muy acertado tu artículo en el que sin mostrarnos bitácora de viaje alguna, y por cierto, sin darnos cuenta, nos llevas a un viaje muy singular, en el que luego de un rato, comenzamos a deambular en medio de galaxias y agujeros negros, luego nos comenzamos a adentrar mas allá, movidos por la reseña del espacio tiempo y la gravitación y finalmente aterrizamos en donde nunca nos hubiésemos imaginado, sobre nuestras propias cabezas para observar eso tan preciado que tenemos allí, “Nuestra Conciencia”.
         Pero que cierto es todo lo que expones y si me permites, me gustaría aportar con un poco de mi salsa a este ya muy bien sazonado y apetitoso tema y es que Cuando pensamos en las estructuras mas complejas que conocemos los seres humanos, tenemos dos alternativas por una parte mirar hacia el cosmos y allí claramente comenzamos a visualizar gigantescas estructuras como las galaxias por ejemplo, inmensas agrupaciones de estrellas que se mantienen allí unidas por la gravedad, quizás como verdaderas islas cósmicas repartidas en ese inmenso océano que es el Universo, y luego si nos comenzamos a adentrar mas adentro, pues comenzamos a visualizar las estrellas allí presentes, miles de millones, como verdaderos faros que iluminan y agudizando aun mas nuestra aun miope visión, logramos ver planetas girando alrededor de ellas, y es precisamente allí donde apuntan nuestras expectativas de lograr encontrar seres vivos, que puedan poseer una cierta complejidad.
           Por otra parte, si observamos en nuestro propio planeta, sin duda alguna, los ordenadores claramente contienen una complejidad bastante grande, Pero realmente la estructura mas compleja que conocemos los seres humanos no esta  en el cosmos, y por cierto no tenemos que irnos tan lejos, pues esto esta mas cerca de lo que pensamos, esta incluso en nuestras propias cabezas y esta es “ Nuestra conciencia”  quizás podamos decir del Yo y  este concepto,  muy importante, pues es la interrogante que mantiene unida a la filosofía y la ciencia, persiguiendo la respuesta de la relación entre el yo, la mente conciente y la materia, hoy, la neurociencia pareciera tener la respuesta del que es el yo, ese que aparece cada mañana cuando suena nuestro despertador, pues cuando estamos en la noche, en una etapa que se llama el sueño profundo, en ese momento, no existimos, no estamos presentes, pues, la actividad eléctrica de las neuronas es distinta, de alguna manera cambia nuevamente en las mañanas se organiza y emerge el yo, en los seres humanos, es un yo conciente de nuestra propia existencia, pues para demostrar al respecto, la neurociencia tiene bastantes pruebas, si una persona pierde un trozo de esa materia, pierde un trozo de capacidad cognitiva relacionada con ese trozo, ahora bien, si se desestructura esa arquitectura, también se desestructura el yo, de hecho, hay enfermedades neurodegenerativas como el alzahimer  donde hay una perdida importante de neuronas y esto es decir, que se pierden mas neuronas de lo normal, de hecho muere una neoruna cada segundo de nuestras vidas. Si contamos, 1.2.3.4.5.6.7, pues se acaban de ir 7 neuronas de nuestro encéfalo, pero, aunque suene una cifra muy alta, pues hablamos de 1 por segundo y si calculamos la cantidad de segundos que hay en un día y luego en un año y por último por todos nuestros años, pareciera darnos una cifra bastante alta, pero la verdad es que es una cifra insignificante para la cantidad que tenemos.
            Somos concientes y gracias  a eso, hemos logrado avanzar en este largo camino, en el que nuestra raza hoy se empina, levantando su cabeza para mirar mas allá, hacia el cosmos, en busca de descubrir o mejor dicho de develar esas interrogantes que tanto nos cuestionamos, ¿habrá vida mas allá?, ¿Seremos los únicos?, ¿Como se formó el Universo?, en fin son tantas preguntas que de seguro, algún día, ojalá no muy lejano, tendrán su respuesta.
     
    Saludos y un gran abrazo.

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    • 3.1
      emilio silvera
      el 3 de mayo del 2013 a las 6:15

      Amigo mío, empezar el día con tu visita me alegra y siempre eres bienvenido a este lugar de amigos que tratan de saber, sobre esa inmensidad que llamamos Universo y del que somos una parte que (al menos de momento, y, hasta que no se produzca ese contacto con otros seres inteligentes), es la parte del universo que piensa, tus mismas palabras así lo atestiguan al querer plasmar tus pensamientos.
      Elegir nuestras mentes para explicar el universo es, escoger la parte más compleja del mismo y, más fácil hubiera sido explicar la existencia de las estrellas y de otros objetos que pululan por el vasto universo pero, ¡mira que pararte precisamente en lo que la conciencia es!
      Es cierto que, desde hace mucho tiempo ya, ese es uno de los enigmas que más han llamado la atención de filósofos y estudiosos de los grandes secretos del universo. La presencia de “la conciencia” en el Cosmos es, desde luego, un motivo para el asombro al constatar que, partiendo de la “materia inerte”, se ha podido llegar hasta los pensamientos.
      No se si algún día sabremos desvelar ese gran sectero que la Naturaleza esconde, Nuestra presencia aquí (como seguramente otras muchas presencias inteligentes en otros muchos mundos), no es fácil de explicar y, ahí andamos, tratando de buscar respuestas a mil preguntas que nadie ha sabido contestar.
      Pero, todas estas inquietudes y pensamientos, hacen posible que esas neuronas que cada segundo mueren, sean sustituidas por otras nuevas que aparecen y se crean en los cerebros activos. Las mentes que pierden y no recuperan son aquellas que no piensan ni trabajan lo suficiente, las que se dejan “dormir” estando “despiertas” y, precisamente por eso, nosotros, cada día, estamos aquí, sin dejar de pensar ni de tratar de saber lo que el universo es, y, aunque no lo podamos conseguir… ¡del todo!, ese pocquito que podemos desvelar de los muchos secretos que nos rodean, hacen posible que alarguemos la vida de nuestras mentes que, cuando están activas, son más fructíferas y duraderas que aquellas otras que dejan de pensar, quedan inactivas y no tienen ningún inter´res por saber dónde están y hacia dónde van…
      Nosotros, seguiremos este camino del tratar de descubrir esos secretos fascinantes del universo y, poco a poco, llegaremos, por ese camino, a conocernos a nosotros mismos, ya que, de alguna manera, somos parte del misterio que tratamos de descubrir.
      ¿Te das cuenta amigo? ¡Qué grandeza hay en todo esto!
      Un abrazo.

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  4. 4
    Juan José
    el 4 de mayo del 2013 a las 11:55

    Hola… excelente artículo al igual que todos los de esta página…

    Pienso, en respuesta a Maolito, que la evolución no se acabará con el ser racional actual, tampoco pienso que seamos un accidente, ni que seamos productos de una cantidad de accidentes fortuitos… creo que la vida misma va cambiando su entorno con el fin de vivir y evolucionar para poder seguir viviendo… a donde llegue la vida ahí empezará a modificar las cosas intentando que nuevas formas de vida surjan, creando las condiciones para beneficiar a la misma vida, para eso “fue diseñada”… a veces pienso, de manera muy simplista claro, que los millones de especies que existen son como los millones de espermatozoides que “lanza” el cuerpo a ver cual logra pegar… en esta lógica seriamos los seres pensantes como el espermatozoide que logra llegar al óvulo… la misma naturaleza, el mundo nos da pistas de porqué y para estamos aquí y hacia donde vamos… 

    A veces  pensando también en todos estos misterios llego a la conclusión que el objetivo “inmediato” es expandirnos por todo nuestro sistema solar… creo que somos como los seres de esos jueguitos de video donde nos dan ciertos aldeanos, guerreros, madera, oro, etc. para que construyamos nuestro mundo poco a poco, mejoremos  y avancemos a otras etapas… estamos girando alrededor de una estrella con cientos de cuerpos (planetas, lunas, asteroides..) llenos de recursos que tenemos que utilizar para seguir avanzando, a veces creo que están allí para nosotros, para que la vida los utilice… procurando obtener esos recursos nuestra biología, nuestro cerebro, ira cambiando, adaptándose al entorno, desarrollándose más aún, creando las condiciones para lograr esparcir la vida inteligente hacia otras estrellas, ese sería como un fin, un objetivo intermedio… no estamos diseñados, programados, para quedarnos en un solo sitio, inconscientemente sabemos los seres vivos que si es así pereceremos, por eso observamos tanto afán en avanzar a otras etapas … un objetivo más lejano tal vez sea como dicen muchos que el universo, la materia quiere conocerse a sí misma… fascinante este tema… hay para escribir y escribir…

    Responder
    • 4.1
      emilio silvera
      el 4 de mayo del 2013 a las 19:18

      ¡Hola, Juan José!
      ¿El límite? No hay límites. Como bien apuntas, seguiremos evolucionando más y más (si la Naturaleza nos respeta) y llegaremos a las estrellas, allí tenemos nuestro origen y hacia allí caminamos. Otros soles y otros mundos nos esperan y, con tada seguridad también, otras formas de vida inteligentes que, con nosotros, comparten el inmenso Universo que, para nosotros, es algo sin fín, infinito en el Espacio y en el Tiempo y, ¡nos queda tánto por hacer!
      La vida es el resulta inevitable de la evolución de la materia y, para burlar a la Entropía, se inventó dos cosas muy necesarias: La Reproducción y la Muerte. Como las estrellas, nosotros morimos para que otros más jóvenes y con nuevas fuerzas, continúen el trabajo de llegar a esa meta que, aunque no está escrita, es la nuestra. Tenemos que dominar primero el entorno que llamamos Sistema solar para más tarde, ampliar ese dominio al ámbito de otras estrellas, otros mundos, otras especies y civilizaciones.
      La vida es, tan misteriosa como el mismo Universo que la contiene y, al igual que él, nadie sabe, a ciencia cierta, lo que es y cómo pudo llegar aquí. Sin embargo, ambos Universo y Vida, están ahora presentes y son el escenario de esa aventura maravillosa en la que todos participamos y de la que hacemos preguntas para saber, de una vez por todas, ¡quiénes somos! ¡hacia dónde vamos! y, si en realidad, tenemos algún destino marcado que no sea el de evolucionar y llegar, con el tiempo, lo más lejos posible en el conocimiento de la Naturaleza de la que formamos parte.
      Saludos amigo.

      Responder
  5. 5
    Zephyros
    el 5 de mayo del 2013 a las 1:53

    La evolución del ser humano continuará si se lo permitimos. Es decir, la evolucion es cosa de muchos miles y miles de años para notar efectos y desde hace pocas décadas tenemos lo necesario para autoliquidarnos, de momento contenido, pero quién sabe, mirando en nuestra historia no destacamos por ser pacifistas precisamente. Podemos ver cómo niñatos heredan arsenales nucleares, otros gobernantes hablan con pajaritos y los hay incluso que cuentan nubes… Qué podemos esperar? Qué es más probable? Autoliquidación, que un meteorito nos lleve por delante o que salgamos victoriosos y colonicemos el espacio?, no considerando la posibilidad de invasión alienígena, estamos muy aislados y hay que tener muchas ganas para llegar hasta aquí y conquistar agresivamente este pequeño planeta

    Creo que la opción más probable es la primera, la autoliquidación, aunque la segunda del meteorito es cuestión de tiempo, sólo llegaremos a la tercera si empezamos a colonizar pronto y las colonias se salvan de lo que pase en nuestro planeta. Somos un eslabón intermedio en la cadena de la vida y en la evolución del propio Universo, hay más futuro que pasado, espero. Y en ese futuro, en esas colonias se producirán las adaptaciones al nuevo medio, de tal manera que dentro de muchos miles o millones de años si llega el caso, habrá seres en planetas colonizados que compartirán un ancestro común: el ser humano de La Tierra, aquel homínido que dominó su entorno y se expandió y diversificó por la galaxia

    Colonicemos pues! No perdamos el tiempo, o lo que sea

    Responder
    • 5.1
      Emilio Silvera
      el 5 de mayo del 2013 a las 4:48

      Ciertamente esa es nuestra realidad. No, no dice mucho en favor de nosotros que cosas así sean posibles y es cierto que, no pocas veces, hemos estado y estamos en manos de locos a los que la sesera no les ha funcionado ni les funcionan demasido bien, sin mebargo, sí han sabido y saben tirar siempre a favor de sí mismo que, en defintiva, es el denominador común de todos estos “peligros” para la Humanidad de cuya inconsciencia todos tenemos pruebas. ¡Así está el mundo!

      No sería mala idea que comenzáramos ya el viaje de la colonización de otros mundos cercanos como trampolín hacia otros situados fuera de nuestro entorno cercano. Alguna vez tendrá que comenzar esa aventura para la que estamos poniendo los cimientos desde hace años.

      Ese futuro de la Humanidad, si finalmente nos respetamos nosotros mismos y la Naturaleza nos concede el Tiempo necesario para ello, será el camino que nos permita, no ya conservar la especie que, inevitablemente mutará, sino que nos permitirá cumplir ese destino de poder transformarnos en los seres del futuro que seremos adaptados a un medio espacial para el que ahora no estamos preparado.

      La vida es persistente y se adapta al medio, las generaciones pasan y las mutaciones llegan en función del entorno y de la adaptación inevitable para poder continuar la andadura hacia ese futuro presentido.

      Lejos queda, muy lejos, ese contacto con otros que, como nosotros, estarán en el camino hacia otros futuros distintos al que tienen en el presente y, como bien nos dice Zephyros, muy larga son las distancias que nos separan para que pueda ser “mañana” esa visita “deseada y temida”, para cuando eso ocurra… ¡Seremos otros!

      Las estrellas, para fabricar los elementos de los que estamos hechos han necesitado diez mil millones de años y, una vez que esos elementos se han organizado, para que apareciera la vida inteligente pasaron otros tres mil quinientos millones de años más… Y, si eso es así (que lo es), lo mismo que pasó aquí habrá pasado en cualquier otro lugar del Universo en los que puedan existir seres que, como nosotros, estarán haciendo el mismo viaje que nosotros hicimos y seguimos haciendo hasta poder llegar a las estrellas, a otros mundos. Ellos tampoco tienen los medios para realizar la hazaña de poder visitarnos… ¡Al menos eso creo!

      Esa es la única ventaja que tenemos: En el Universo, no hay privilegios y todas las estrellas, las galaxias, los mundos y la vida… ¡Tienen el mismo origen! y, también, el mismo destino.

      Saludos.

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