Jun
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La lógica Naturaleza
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Naturaleza...El Universo ~ Comments (0)
Entre los miles de millones de galaxias conocidas que se extienden por el esapcio hasta las más lejenas captadas a unos doce mil años-luz de nuestro Sistema solar, cada una de ellas contiene a su vez decenas de miles de millones de estrellas y, no parece descabellado pensar que alrededor de muchas de ellas (la mayoría), estén girando planetas, y que en alguno de ellos, como pasó aquí en la Tierra, se hayan dado las condiciones necesarias para que pudiera surgir la vida. ¡Qué espectáculo más asombroso si pudiéramos contemplar ese panorama!
Thomas Carlyle
Thomas Carlyle (4 de diciembre de 1795 – 5 de febrero de 1881) fue un historiador, crítico social y ensayista británico nacido en Escocia y al que se conoció como “el Sabio de Chelsea”. Estaba muy comprometido con el mundo obrero y las miserias y penalidades que en aquellos tiempos tenían que sufrir y, pensando en la posibilidad de que, en el Universo, pudieran existir diversidad de mundos, decía:
“¡Un espectáculo lamentable! Si están habitados, ¡qué cantidad de sufrimiento y de locura!, y si no lo están ¡qué porquería de espacio!
Los científicos aún tienen esperanza de encontrar vida dentro del Sistema Solar. Sabemos que no hay vida evolucionada, aparte de la nuestra. Pero es posible que haya algún tipo de vida bacteriana. O que la hubiera en el pasado. El sistema Solar evoluciona. Que un planeta no tenga vida hoy, no significa que no pudiera tenerla en algún otro momento de su historia. Los científicos estudian cuidadosamente las imágenes captadas por los telescopios. Las manchas en planetas y satélites ayudan a conocer cómo es su superficie, qué sucede en su atmósfera, o si pueden contener agua helada. En los últimos años, el hallazgo de agua helada en algunas zonas del Sistema Solar abre nuevas posibilidades de exploración. Se han enviado sondas a estos lugares, con el fin de obtener más datos. Donde hay agua, la vida tiene una posibilidad de desarrollarse.
De momento, nadie sabe con certeza donde puede desarrollarse alguna forma de vida en el Universo, ni en los límites de nuestra propia Galaxia, o, simplemente, en nuestro Sistema solar. Ni siquiera podemos asegurar que en alguna parte pueda existir alguna forma primaria de vida en las lunas y los planetas más cercanos a nosotros. Sin embargo, el sentido de la lógica nos dice que, hasta donde conocemos, lo difícil sería que no la hubiera en muchos lugares. La Naturaleza se rige por patrones iguales para realizar “su cometido” y, las leyes que la rigen son las mismas en todas partes. Nada puede suceder en otras regiones del espacio que sea diferente a lo que aquí pasó.
Galaxias, estrellas, mundos y… ¡Vida! Sabemos que los elementos materiales para la vida fueron creados en las estrellas. A partir del sencillo Hidrógeno, las estrellas, en sus hornos nucleares, fusionaron el helio para fanricar Carbono, Oxígeno, Nitrógeno, Azufre, Potasio…, y todos los demás materiales necesarios para la vida. Más tarde, depositados en un mundo adecuado…
La vida, seguramente, fue el resultado de los mismos procesos químicos y físicos que formaron los océanos y la corteza continental de nuestro planeta. Sin embargo, la vida es distinta porque puede experimentar evolución darwiniana. La selección natural ha desempeñado un pepel fundamental en la evolución de plantas y animales durante los primeros tiempos de la historia de nuestro planeta, pero también dirigió la evolución química que hizo posible la propia vida. A grandes rasgos entendemos cómo pueden haber evolucionado las moléculas a partir de precursores simples presentes en la Tierra joven. Sin embargo, sigue siendo un misterio cómo las proteínas, los ácidos nucleicos y las membranas llegaron a interaccionar de forma tan compleja.
Según todos los indicios, en los primeros años del planeta, los continentes que hoy conocemos estaban todos unidos formando la denominada Pangea. El movimiento de las placas tectónicas terrestres logró que estos se separaran y, con el transcurso de millones de años, llegaron a adquirir la moderna forma que hoy conocemos. En todo ese transcurrir y, mientras tanto, una serie de condiciones nuevas aparecieron para hacer posible el surgir de la vida.
Y la materia evolucionó hasta alcanzar la Conciencia
En la Ciencia, todas las respuestas sugieren nuevas preguntas, así que no es de extrañar que al resolver dos de los grandes enigmas de la biología, Darwin y Pasteur pusieran al descubierto un misterio un misterio aún más profundo. Quizá la vida haya surgido siempre de la vida durante los últimos cuatro mil millones de años, pero en elgún momento, en algún sitio, en aquellos primeros tiempos de nuestro planeta, nuestros primeros antepasados tuvieron que surgir de alguna otra cosa.
Durante el proterozoico se produjo la expansión de cianobacterias los estromatolitos alcanzaron su mayor abundancia y variedad. Una vez que se produjo la acumulación de oxigeno libre se originaron las células eucariotas y pluricelulares. Durante este tiempo se produjo la simbiosis entre los proto-eucariotas y mitocondrias (eucariotas) y cloroplastos (plantas y algunos protistas).
Los estromatolitos son estructuras estratificadas en diversas formas, formadas por la fijacion de particulas carbonatadas de las cianobaceria, en aguas de poca profundidad que en la fotosintesis liberan oxigeno y retiran de la atmosfera grandes cantidades de dioxido de carbono. Su espesor no es mas que algunos milimetros y su forma es plana a hemisferica y columnar, presenta poros. Las mas antiguas encontrados es el de Australia (Warrawoona), que datan 3500 millones de años. Abajo se contempla una muestra.
Son celulas que se agrupan en colonias formando rocas sedimentarias. Estas rocas se encuentran en mares calidos y son el resultado de la union de seres uni- celulares, cianobacterias. Las rocas se forman muy lentamente, capa sobre capa y cuando una capa se muere se deposita el carbonato de calcio de sus paredes sobre la capa anterior.
Las cianobacterias, también conocidas como algas verdes-azules, son un grupo de bacterias muy especiales que, hace 3.600 millones de años, inventaron la fotosintesis y cambiaron drásticamente la evolución de la vida. Generaron y mantienen toda la existencia actual del planeta. Todas estas cosas son las que hemos podido llegar a saber estudiando los fósiles encontrados en las rocas más antiguas de la Tierra y, no hemos podido evitar la pregunta:
En el supuesto de que se hayan desarrollado formas de vida en otros planetas, ¿serán completamente distintas a las que aquí hemos podido conocer, o, por el contrario, serán parecidas y tendsrán los mismos rasgos y características que las formas de vida terrestres?
Todo es pura especulación, por supuesto, pero en lo que respecta a cuestiones de simetría, podemos hacer algunas hipótesis teóricas. La vida sobre la Tierra surgió con simetría esférica para evolucionar, básicamente en dos direcciones: el mundo de las plantas, con una simetría semejante a la del cono, y el mundo animal, con simetría bilateral. Hay buenas razones para pensar que la evolución en cualquier otro planeta, si es que se ha llegado a producir el surgir de la vida primigenia, tendería a seguir las mismas pautas que aquí impuso la Naturaleza.
La primera vida unicelular, que flotaba en la superficie de un mar e iba dando tumbos constantemente, adoptaría la forma esférica de una manera natural, con planos de simetría en todas las direcciones. Pero una vez que la vida queda anclada, bien en el fondo del mar, bien la tierra firme, se crea automáticamente un eje de simetría vertical. El extremo correspondiente a las raíces de una planta se distingue inmediatamente del extremo superior de la misma. Sin embargo, no hay nada, ni en el mar ni en el aire, que permita diferencias los extremos de un eje frontal a lo de otro que vaya de izquierda a derecha.
Es por ese motivo por el que las plantas, si se observan sin demasiado detalle, presentan una simetría análoga a la de un cono: ningún plano de simetría horizontal, pero infinitos planos verticales de simetría. Así, un árbol tiene extremo superior y extremo inferior, pero es prácticamente imposible distinguir entre frente y dorso, o entre derecha e izquierda. En lo que se refiere a la estructura global, muchas flores tienen estructura cónica, Las frutas presentan, a veces, estructiuras esféricas (si se prescinde del tallo que las une a la rama).
De la misma manera que la asimetría aparece aquí y allá en el mundo de la simetría radial de las plantas, surge también en la simetría bilateral de los animales. Como en el mundo vegetal, la asimetría aparece de manera automática desde el momento en el que una simple hélice forma parte de la estructura de un animal. Por supuesto, cuando una hélice situada en un lado del cuerpo de un animal se contrarresta con otra hélice de lateralidad opuesta en el otro lado, la simetrtía bilateral queda inalterada. Esto se aplica a pares de colmillos con aspecto helecoidal de los extinguidos mamuts, y a los grandes y magníficos cuernos de carneros, machos cabríos, antílopes y otros animales. Muchos de los grandes huesos del pecho, piernas y demás parte de los animales (incluido el hombre) tienen forma helicoidal.
La similitud aparece en la Naturaleza en los lugares más insospechados. Todo sigue las mismas pautas. La antena de los insectos se enroscan a veces como hélices, las alas de los pájaros, murciélagos e insectos tienen forma ligaramente helicoidales de lateralidad opuesta en cada uno de los costados del cuerpo y, esas mismas figuras las podemos encontrar en cualquier parte del Universo.
Cuando, algunas veces podemos distinguir una hélice sin pareja en la estructura de un animal, existe entonces una asimetría evidente. La galaxia de arriba nos parece asimétrica porque en realidad, se trata de dos galaxias que se han fusionado para formar otra mayor y están todavía en el proceso de unión que puede durar miles de años.
Se han descubierto fuerzas y simetrías rotas
También podemos hablar de simetría rota y de supersimetrías. Durante los últimos tiempos, los Físicos han elevado los principios de simetría al más alto nivel en la escala de lo que podemos entender por una explicación. Cuando encontramos una Ley propuesta de la Naturaleza, una pregunta se nos viene a la mente: ¿por qué esta ley? ¿Por qué la realatividad especial y la general? ¿Por qué el electromagnetismo de Maxwell? ¿Por qué las teorías de Yang-Mills de las fuerzas nucleares fuerte y débil? Claro que, una respuesta de importancia es que, las teorías hacen predicciones que han sido repetidamente conformadas con precisos experimentos, con diversidad de científicos y lugares y que, siempre, en todos los casos, dieron el mismo resultado. Esto, por supuesto, es la base de la confianza esencial que los físicos tienen en esas teorías.
Claro que, se deja fuera algo esencial: Los físicos creen también que están en el camino correcto porque, de algún modo que no pueden explicar, tienen la convicción de que son correctas, y las ideas de simetría son esenciales para esa intuición. Se presiente que es correcto que ningún lugar del Universo es especial comparado con cualquier otro lugar del Universo, así que los físicos tienen la confianza de que la simetría de traslación debería estar entre las simetrías de las leyes de la Naturaleza. Se presiente que es correcto que ningún movimiento a velocidad constante es especial comparado con cualquier otro. De modo que los físicos tienen confianza en que la relatividad especial, al abrazar plenamente la simetría entre todos los observadores con velocidad constante, es una parte esencial de las leyes de la Naturaleza. De la misma manera, también presentimos que, la vida en el Universo es cosa corriente.
El estudio que se lleva a cabo en múltiples Laboratorios repartidos por todo el mundo y que están centrados en la evolución molecular, microbiana, la extremofilia e incluso sobre la bioinformática y unidades de secuencia genómica, nos están llevando hacia nuevos conocimientos que confirman la evolución en el pasado.
En la nueva concepción de la evolución microbiana que simboliza el árbol, los organismos fotosintéticos aparecen relativamente tarde y se diversifican mucho después del origen de la vida y de la divergencia de los principales dominios de la biología. Si la materia orgánica de Warrawoona es producto de la fotosíntesis, hay que concluir que para entonces la evolución de la vida ya debía llevar en marcha un buen tiempo.
Todos estos descubrimientos nos llevan apensar que las observaciones geológicas indican que hace tres mil quinientos millones de años la atmósfera de la Tierra contenía nitrógeno, dióxido de carbono y vapor de agua, pero muy poco oxígeno libre. La mayoría de las inferencias acerca de ambientes antiguos se realizan a partir de pistas sutiles que nos proporcionan la geoquímica; la signatura sedimentaria del oxígeno, sin embargo, es muy llamativa: bandas de color rojo vivo en rocas con silex ricos en hermatita (Fe2 O3), un mineral de óxido de hierro.
Esta excavación al aire libre, en las Minas de Rio Tinto (Huelva-España) nos deja al descubierto los estratos en distintas capas a lo largo de miles de millones de años. El mineral de óxido de hierro está presente formando el llamado hierro en bandas (FHB)no se forman en los acéanos actuales. De hecho, salvo una importante excepción, no se acumulan desde hace 1.850 millones de años. Durante la primera mitad de la historia de la Tierra, en cambio, las FHB fueron un componente común en los sedimentos marinos..
La razón por la cual las FHB no se forman en la actualidad es que el hierro que llega a los océanos se encuentra de inmediato con el oxígeno y precipita en forma de óxido de hierro; en consecuencia, la concentración de hierro en el agua de mar de los océanos actuales es extraordinariamente baja. En los mares del eón Arcaico, las FHB de las sucesiones sedimentarias debieron formarse por reacción del hierro con el oxígeno, ayudadas quizá por bacterias. Alternativamente, es posible que el hierro fuese oxidado por la radiación ultravioleta ya que ésta, al no existir un escudo de ozono eficaz, penetraba hasta la superficie del océano. Todo esto nos lleva a saber que, en el pasaso, la atmósfera y los océanos contenían mucho menos oxígeno que en la actualidad.
Todavía los expertos de la NASA, se preguntan como pudieron hallar múltiples formas de vida en estas aguas de Rio Tinto, cargadas de elementos pesados con un PH imposible para la vida, y, sin embargo, ahí están. Ricamente instalados en un entorno extremo que nada le tiene que envidiar a cualquier paraje de Marte.
En la actualidad, nuestros conocimientos de la vida y ambientes arcaicos son a un tiempo frustrantes y emocionantes: frustrantes por las pocas certezas que tenemos y, sólo muchas hipótesis a partir de los datos dispersos que se van obteniendo, emocionante porque sabemos algo, por poco que esto pueda ser, es estimulante contar con un punto de partida que nos permita continuar en el estudio y la observación, seguir experimentando para que, algún día, sepamos a ciencia cierta, de donde pudo venir la vida.
Es verdad que las rocas más antiguas que podemos identificar nos indican la presencia de organismos complejos ¿qué clase de células vivían en aquellos tiempos aún más lejanos? En última instancia, ¡cuál será el verdadero origen de la vida?
Es importante para el observador fijarse atentamente cuando aparece una simetría
La regularidad de las formas de la Naturaleza se refleja incluso en la cultura humana, que desde siempre intenta inspirarse en el mundo natural para conformar su propio mundo. Existen hélices en las escaleras de palacios, castillos y minaretes y en las decoraciones de esculturas y columnas. Las espirales abundan en los vasos, en los bajorrelieves, en los cuadros, en las esculturas en los collares egipcios, griegos, celtas, precoolombinos e hindúes e, incluso, en los tatuajes con los que los maoríes neozelandeses se decoran el rostro.
La búsqueda de la perfección geométrica y de las propiedades matemáticas pueden ser también una guía importante en el estudio científico del mundo. Paul Dirac, una de los padres de la moderna mecánica cuántica, solía decir que “si una teoría es bella desde el punto de vista matemático, muy probablemente es también verdadera”.
Había un burrito inteligente
soplando un fagot ardientemente,
“Pues parece”, se decía,
“que tras un millón de días
acertaré el tono amablemente”
Claro que, la probabilidad de que el burrito acierte el tono es difícil de evaluar si antes no se define lo que se entiende por tono. No podemos esperar que un chimpancé que estuviera goteando y dando brochazos de pintura en un lienzo llegara algún día a poder reproducir una réplica de la Mona Lisa. De la misma manera, nosotros los humanos si queremos saber sobre la Naturaleza, el Universo y la Vida, el único camino para lograrlo será el de la ciencia y no el de la especulación imaginativa y sin base que, la mayoría de las veces, nos llevará a fantásticos escenarios en los que, ninguna de las probabilidades verdaderas estarán presentes…, ¿o sí?
emilio silvera
Jun
7
Cosas del Universo
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (0)
Si no existieran simetrías, en la Tierra habría días de 24 horas y otros de cinco minutos; viviríamos en un planeta deforme en donde la gravedad proyectaría objetos en todas direcciones; habría explosiones inexplicables. Sería un mundo peligrosamente caprichoso en el que las cosas más extrañas podrían estar sucediendo. La simetría del mundo, de la Naturaleza y del Universo entero es la que marca el ritmo de las cosas. ¡De nuestras vidas también!
Jun
7
En verdad, ¿quiénes somos?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Queriendo saber ~ Comments (0)
Coste energético del cerebro
La evolución pudo haber optado por otras soluciones, por ejemplo la de incrementar la cantidad total de energía en forma de alimento, permitiendo así la existencia de energía necesaria para un gran cerebro y un gran aparato digestivo, lo cual sería, al menos chocante, ya que, lo racional es que tengamos que alimentarnos para vivir y no que vivamos para alimentarnos.
Los ladrillos del cerebro: Es evidente que el estímulo para la expansión evolutiva del cerebro obedeció a diversas necesidades de adaptación como puede ser el incremento de la complejidad social de los grupos de homínidos y de sus relaciones interpersonales, así como la necesidad de pensar para buscar soluciones a problemas surgidos por la implantación de sociedades más modernas cada vez. Estas y otras muchas razones fueron las claves para que la selección natural incrementara ese prodigioso universo que es el cerebro humano.
Claro que, para levantar cualquier edificio, además de un estímulo para hacerlo se necesitan los ladrillos específicos con las que construirlo y la energía con la que mantenerlo funcionando.
La evolución rápida del cerebro no solo requirió alimentos de una elevada densidad energética y abundantes proteínas, vitaminas y minerales; el crecimiento del cerebro necesitó de otro elemento fundamental: Un aporte adecuado de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, que son componentes fundamentales de las membranas de las neuronas, las células que hacen funcionar nuestro cerebro.
Nuestro organismo, como ya he señalado, es incapaz de sintetizar en el hígado suficiente cantidad de estos ácidos grasos; tiene que conseguirlos mediante la alimentación. Estos ácidos grasos son abundantes en los animales y en especial en los alimentos de origen acuático (peces, moluscos, crustáceos). Por ello, algunos especialistas consideran que la evolución del cerebro no pudo ocurrir en cualquier parte del mundo y, por lo tanto, requirió un entorno donde existiera una abundancia de estos ácidos grasos en la dieta: un entorno acuático.
El cerebro humano contiene 600 gramos de estos lípidos tan especiales imprescindibles para su función. Entre estos lípidos destacan los ácidos grasos araquidónico (AA, 20:4 W-6) y docosahexanoico (D H A, 22:6 W-3); entre los dos constituyen el noventa por 100 de todos los ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena en el cerebro humano y en el resto de los mamíferos.
Una buena provisión de estos ácidos grasos es tan importante que cualquier deficiencia dentro del útero o durante la infancia puede producir fallos en el desarrollo cerebral.
El entorno geográfico del este de África donde evolucionaron nuestros ancestros proporcionó una fuente única nutricional, abundante de estos ácidos grasos esenciales para el desarrollo cerebral. Esta es otra de las circunstancias extraordinarias que favoreció nuestra evolución.
Las evidencias fósiles indican que el género Homo surgió en un entorno ecológico único, como es el formado por los numerosos lagos que llenan las depresiones del valle del Rift, el cual, en conjunto y desde un punto de vista geológico, es considerado un “protoocéano”. El área geográfica formada por el mar Rojo, el golfo de Adén y los grandes lagos del Rift forman lo que en geología se conoce como “océano fallido”. Son grandes lagos algunos de una gran profundidad (el lago Malwi tiene 1.500 metros y el lago Tanganika 600 m.) y de una enorme extensión (el lago Victoria, de casi 70.000 km2, es el mayor lago tropical del mundo). Se llenaban, como hacen hoy, del agua de los numerosos ríos que desembocan en ellos; por eso sus niveles varían según las condiciones climatológicas regionales y estaciónales.
Muchos de estos lagos son alcalinos debido al intenso volcanismo de la zona. Son abundantes en peces, moluscos y crustáceos que tienen proporciones delípidos poliinsaturados de larga cadena muy similares a los que componen el cerebro humano. Este entorno, en el que la especie Homo evolucionó durante al menos dos millones de años, proporcionó a nuestros ancestros una excelente fuente de proteínas de elevada calidad biológica y de ácidos grasos poliinsaturados de larga cadena, una combinación ideal para hacer crecer el cerebro.
Ésta es otra de las razones en las que se apoyan algunos para sugerir que nuestros antecesores se adaptaron durante algunos cientos de miles de años a un entorno litoral, posiblemente una vida lacustre, en el “océano fallido” de los grandes lagos africanos y que nuestra abundante capa de grasa subcutánea es la prueba de esta circunstancia de nuestra evolución.
La realidad es que este entorno lacustre proporcionó abundantes alimentos procedentes del agua, ricos en proteínas de buena calidad y en ácidos grasos poliinsaturados. Estos alimentos completaban la carroña incierta o la caza casi imposible. Durante cientos de miles de años evolucionaron los homínidos en este entorno entre la sabana ardiente y las extensiones interminables de aguas someras por las que vagaban los clanes de nuestros antepasados chapoteando a lo largo de kilómetros en busca de alimento. Este entorno único no solo garantizó los nutrientes necesarios para desarrollar el cerebro, sino que aceleró numerosos cambios evolutivos que confluirían en el Homo sapiens.
Nuestra especie es muy homogénea en sus características: somos muy similares a pesar de lo que pudiera parecer a causa de las diferencias del color en la piel o en los rasgos faciales de las diferentes poblaciones. Tanto los datos de la genética homo los de la paleantropología muestran que los seres humanos, como especie, procedemos de un grupo pequeño de antepasados que vivían en África hace unos cuatrocientos mil años.
Cloroplasto mitocondrial
Hemos logrado determinar con precisión nuestros orígenes como especie mediante precisos análisis genéticos; por ejemplo, los estudios llevados a cabo sobre los genes de las mitocondrias pertenecientes a individuos de todas las poblaciones del mundo y de todas las razas.
Estudiando el A D N mitocondrial de miles de personas se ha llegado a formular la llamada “Teoría de la Eva Negra”, según la cual todos nosotros, los Homo sapiens sapiens, procedemos de una hembra que vivió en algún lugar de África hace ahora unos tres cientos mil años. Otros estudios se han realizado mediante el análisis del polimorfismo del cromosoma Y.
Pero tanto unos estudios como otros han dado el resultado similar. Los estudios del material genético del cromosoma Y confirman que la Humanidad tuvo un antepasado varón que vivió en África hace unos doscientos mil años. Seria la “Teoría del Adan Negro”. Estudios del Gen de la hemoglobina ratifican que todas las poblaciones humanas modernas derivan de una población ancestral africana de hace unos doscientos mil años compuesta por unos seiscientos individuos.
Los hallazgos paleoantropológicos ratifican el origen único y africano de nuestra especie. Se han encontrado en diversa regiones de África algunos fósiles, de características humanas modernas, con una antigüedad de entre tres cientos mil y cien mil años; estos incluyen: el cráneo de kabwe (en Zambia), de 1.285 c.c.; el fósil KNM-ER-3834 del lago Turkan, en Kenia, de casi litro y medio; los fósiles encontrados en los yacimientos de Border Cave y Klassies River Mouth, de África del sur; y los esqueletos y cráneos encontrados en los enterramientos de la Cueva de Qafzeh y del abrigo de Skhul, ambos en Israel y datados en unos cien mil años.
En 1.968 se descubrieron en Dordoña el cráneo y el esqueleto de uno de nuestros antepasados, al que se denominó Hombre de Cro-Magnon. Hoy sabemos que hace unos cuarenta mil años aparecieron en Europa unos inmigrantes de origen africano, que eran los primeros representantes de la especie Homo sapiens sapiens que alcanzaban estos territorios. Llegaron con unas armas terribles e innovadoras, conocían el modo de dominar el fuego y poseían una compleja organización social; y por lo que se refiere a las otras especies de homínidos que habitaban por aquel entonces Europa, concretamente los Homo neandertales, al parecer, los eliminaron por completo.
Los cromañones poseían las características de los pobladores de las regiones próximas al ecuador: poco macizos, muy altos y de brazos y piernas largas; sus huesos eran muy livianos por aumento del canal medular, dentro de la diáfisis. Los huesos que formaban las paredes del cráneo eran más finos, que los de sus predecesores. Habían sufrido una reducción de la masa muscular. El desarrollo de armas que podían matar a distancia con eficacia y sin requerir gran esfuerzo, como los propulsores, las hondas y, más tarde, el arco y las flechas, hicieron innecesarias una excesiva robustez. En general, eran muy parecidos a nosotros y, hasta tal punto es así que, si cogiéramos a uno de estos individuos, lo lleváramos a la peluquería, le pusiéramos un buen traje, y lo sacáramos de paseo, se confundiría con el resto de la gente sin llamar a atención.
Llegado a este punto, no merece la pena relatar aquí las costumbres y forma de vida de esas poblaciones que, en tantos y tantos escritos hemos podido leer y conocemos perfectamente. El objeto de todo esto era esbozar un perfil de lo que fuimos, de manera que dejemos ante nosotros la evolución que hemos sufrido hasta llegar aquí, y, a partir de ahora, pensar en la evolución que nos queda hasta convertirnos en los seres del futuro que, seguramente, regirán en el Universo.
En todo esto que estamos tratando, tenemos que luchar con dos problemas enormes:
- Nuestra ignorancia
- Saber si, nuestra presencia aquí, tiene algún objeto predeterminado.
Está claro que, el punto uno, se va resolviendo poco a poco, a medida que transcurren los siglos y vamos avanzando en los conocimientos del mundo y del Universo que nos acoge. También, algo más despacio, conocemos de nosotros mismos, de las sensaciones que percibimos y de las fuerzas internas que nos empujan a ciertos comportamientos, no pocas veces inexplicables. ¿ Cómo podríamos explicar el comportamiento de un enamorado ? Para bien o para mal, los sentimientos son los que nos mueven.
Richard Dawkins, biólogo y evolucionista británico ha publicado un libro que ha titulado Es espejismo de Dios, en el que pretende demostrar científicamente que el Sumo Creador es una pura ficción de la mente Humana y, refuta de manera sistemática los argumentos teológicos clásicos de San Anselmo, San Agustín, y Santo Tomás, exponiendo en contra la tesis más sencilla y coherente para explicar el surgir de alas en los pájaros, aletas en los peces y la misma vista, dejando las creencias religiosas o viejos sentimientos y creencias tribales nacidas desde la ignorancia y el miedo a lo desconocido.
¡Pobre Sr.Dawkins! no sabe en el lío que se ha metido.
Científicamente considerado, la presencia de un Dios invisible que todo lo puede y creador del Universo: Es dura. Sin embargo…. ¿Qué podemos saber nosotros? Mejor sería dejar la respuesta en el aire, ni afirmar, ni negar. El tema es muy delicado. Sin embargo, algunos, se atreven a escribir libros como este…
No creo que la cuestión sea tan fácil
Mucho he reflexionado sobre el tema y para mí, sólo para mí, tengo una respuesta que… ¡Me la guardo!
Pero el que es práctico, como Pascal, por ejemplo: planteó el mismo dilema en términos de apuesta y concluyó que era menos arriesgado confiar en Dios que en su inexistencia porque el ser Humano no tiene nada que perder si hay un ente superior.
Es una manera como otra cualquiera de ver las cosas, he leído tantas versiones sobre la existencia de Dios que ya nada me sorprende. Algunos continúan buscando las pruebas y sigo desde lejos las noticias que se publican a tal respecto, claro que, la noción de Dios, como cualquier otro material psíquico, tal vez pueda probarse algún día que está muy cerca, posiblemente contenida en nuestra herencia genética, es decir, que podría tratarse de un producto más de nuestra mente pensante que obtiene recursos sin límites para cada ocasión, sacando tan prodigiosos hallazgos que vienen a dar una esperanza divina a una Humanidad atormentada y sin horizonte de futuro.
Está claro que hablamos de cosas que no sabemos, ponemos nombres a cosas que no existen y, cuando algo se nos escapa al entendimiento, nos inventamos alguna teoría que tape el hueco de nuestra ignorancia para que todos, estemos más tranquilos.
Hace años leí un libro, el autor se llamaba Dean Hamer, que hace mucho creyó descubrir un gen que llamó VMATZ, que sería la sede cerebral de la espiritualidad y, en consecuencia, el responsable de las ideas humanas de una deidad absoluta necesaria para el mantenimiento de la via psiquica, e incluso, para la conservación de la especie a través de este espíritu superior que nos hace amar a nuestros hijos que son la prueba suprema de la existencia de Dios.
Desde el comienzo mismo de este trabajo, en el que, se habla de cosmología, y, se pasa rápidamente al universo de los sentidos y de la conciencia, hemos realizado un amplio recorrido por lo sensorial, y, hemos retrocedido, para hacer un esbozo del largo camino recorrido por los humanos, hasta llegar al nivel de entendimiento que hoy posee.
Hemos especulado con lo que entendemos por conciencia y lo que significa el SER, la privacidad de pensamientos individuales y la unidad y coherencia de la experiencia consciente en cada individuo, la enorme riqueza y variedad que la infinita complejidad del cerebro humano concede a cada individuo para ver de manera particular y única cualquier cuestión planteada, de manera tal que, cada respuesta a la pregunta planteada, pueda resultar original y distinta a los demás.
Nuestro cerebro es mucho más que una fría computadora, y puede dar respuestas a problemas no previstos, repentizando soluciones adecuadas a las necesidades. El poder de los sensores naturales que posee el cerebro humano, es enorme y su capacidad impensable. Las experiencias conscientes de nuestra especie, están profundamente adoptadas por los genes y las neuronas “recuerdan” cuando reciclan los datos en los procesos del pensamiento. Es la evolución.
Nuestro cerebro ha evolucionado y aprendido a través de las experiencias vividas por sus portadores y transmitidos por los sentidos. El entorno, la naturaleza, la forma de vida, los alimentos, las distintas sociedades, los elementos climáticos, los peligros…, todo ello, ha contribuido a que nuestras mentes avancen.
Así son las cosas.
emilio silvera
Jun
7
¿Cuánta Materia Vemos?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (4)
La cantidad total de Materia del Universo se da generalmente en términos de una cantidad llamada Densidad Crítica, denotada por Ω. Esta es la densidad de la materia que se necesita para producir un universo plano. La Densidad efectivamente observada es menor o mayor que ese número. En el primer caso el Universo es abierto, en el segundo es cerrado. La Densidad Crítica no es muy grande; corresponde aproximadamente a un protón por metro cúbico de espacio. Puede que no parezca mucho, dado el número inmenso de átomos en un metro cúbido de lodo, pero no debemos olvidar que existe una gran cantidad de espacio “vacío” entre las galaxias.
Algunos números que definen nuestro Universo:
- El número de fotones por protón
- La razón entre densidades de Materia Oscura y Luminosa.
- La Anisotropía de la Expansión.
- La falta de homogeneidad del Universo.
- La Constante Cosmológica.
- La desviación de la expansión respecto al valor crítico.
- Fluctuaciones de vacío y sus consecuencias.
- ¿Otras Dimensiones?
Estimar la cantidad de materia luminosa del universo es una cosa muy fácil de hacer. Sabemos el brillo que tiene una estrella media, así que podemos hacer una estimación del número de estrellas de una galaxia distante. Podemos contar entonces el número de galaxias en un volumen dado de espacio y sumar las masas que encontramos. Dividiendo la masa por el volumen del espacio obtenemos la densidad media de materia en ese volumen. Cuando llevamos a cabo esta operación, obtenemos que la densidad de la materia luminosa es aproximadamente entre el 1 o 2% de la densidad crítica; mucho menos de lo que se necesita para cerrar el universo.