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Los misterios del Universo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Los misterios del Universo    ~    Comentarios Comments (2)

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Como nos decía Einstein: “Lo incomprensible del Universo es que lo podamos comprender”. Cuando me sumerjo en los misterios y maravillas que encierra La Naturaleza, no puedo dejar de sorprenderme por sus complejas y bellas formaciones, la inmensidad, la diversidad, las fuerzas que están presentes, los objetos que la pueblan y, sobre todo, los muchos secretos que tiene ocultos para que los podamos desvelar. Simetrías y asimetrias, distintos niveles de radiación e inmensas energías, estrellas nuevas y poderosas, los vientos solares que con sus ráfagas configuran extrañas formas en inmensas nebulosas, estrellas novasde cuyas explosiones se desprenden miríadas de netrinos que cruzan el Cosmos, y, todo ello, en una amalgama de sonidos que, como en una sinfoniá de una gran orquesta, producen la música del Universo que, en las distancias, no podemos captar.

                                                                      La diversidad que nos lleva a la unidad: Todo distinto pero todo igual.

En un trabajo que leí de Asimov, nos decía: “Pensemos por ejemplo que un átomo tiene aproximadamente 10-8 centímetro de diámetro. En los sólidos y líquidos ordinarios los átomos están muy juntos, casi en contacto mutuo. La densidad de los sólidos y líquidos ordinarios depende por tanto del tamaño exacto de los átomos, del grado de empaquetamiento y del peso de los distintos átomos. De los sólidos ordinarios, el menos denso es el hidrógeno solidificado, con una densidad de 0’076 gramos por cm3. El más denso es un metal raro, el osmio, con una densidad de 22’48 gramos/cm3.

 

Si los átomos fuesen bolas macizas e incompresibles, el osmio sería el material más denso posible, y un centímetro cúbico de materia jamás podría pesar ni un kilogramo, y mucho menos toneladas. Pero los átomos no son macizos. El físico neozelandés experimentador por excelencia, Ernest Ruthertord, demostró en 1.909 que los átomos eran en su mayor parte espacio vacío. La corteza exterior de los átomos contiene sólo electrones ligerísimos, mientras que el 99’9% de la masa del átomo está concentrada en una estructura diminuta situada en el centro: el núcleo atómico. Sin embargo, ¿os imaginais, la densidad de una estrella de neutrones que ha comprimido la masa de una estrella hasta 30 km de diámetro?

El núcleo atómico tiene un diámetro de unos 10-15 cm (aproximadamente 1/100.000 del propio átomo). Si los átomos de una esfera de materia se pudieran comprimir hasta el punto de desplazar todos los electrones y dejar a los núcleos atómicos en contacto mutuo, el diámetro de la esfera disminuiría hasta un nivel de 1/100.000 de su tamaño original.

Si manera análoga, si se pudiera comprimir la Tierra hasta dejarla reducida a un balón de núcleos atómicos, toda su materia quedaría reducida a una esfera de unos 130 metros de diámetro. En esas mismas condiciones, el Sol mediría 13’7 km de diámetro en lugar de los 1.392.530 km que realmente mide. Y si pudiéramos convertir toda la materia conocida del universo en núcleos atómicos en contacto, obtendríamos una esfera de sólo algunos cientos de miles de km de diámetro, que cabría cómodamente dentro del cinturón de asteroides del Sistema Solar.

El calor y la presión que reinan en el centro de las estrellas rompen la estructura atómica y permiten que los núcleos atómicos empiecen a empaquetarse unos junto a otros. Las densidades en el centro del Sol son mucho más altas que la del osmio, pero como los núcleos atómicos se mueven de un lado a otros sin impedimento alguno, el material sigue siendo un gas.  Hay estrellas que se componen casi por entero de tales átomos destrozados.  La compañera de la estrella Sirio es una “enana blanca” no mayor que el planeta Urano, y sin embargo tiene una masa parecida a la del Sol.

                          Sirio A y Sirio B

Los núcleos atómicos se componen de protones y neutrones. Ya hemos dicho antes que todos los protones tienen carga eléctrica positiva y se repelen entre sí, de modo que en un lugar dado no se pueden reunir más de un centenar de ellos. Los neutrones, por el contrario, no tienen carga eléctrica y en condiciones adecuadas pueden estar juntos y empaquetados un enorme número de ellos para formar una “estrella de neutrones”. Los púlsares, según se cree, son estrellas de neutrones en rápida rotación.

http://www.astroelche.es/blog/media/blogs/a/pulsar.jpg

Estas estrellas se forman cuando las estrellas de 2 – 3 masas solares, agotado el combustible nuclear, no pueden continuar fusionando el hidrógeno en helio, el helio en oxígeno, el oxigeno en carbono, etc, y explotan en supernovas. Las capas exteriores se volatilizan y son expulsados al espacio; el resto de la estrella (su mayor parte), al quedar a merced de la fuerza gravitatoria, es literalmente aplastada bajo su propio peso hasta tal punto que los electrones se funden con los protones y se forman neutrones que se comprimen de manera increíble hasta que se degeneran y emiten una fuerza que contrarresta la gravedad, quedándose estabilizada como estrella de neutrones.

Si el Sol se convirtiera en una estrella de neutrones, toda su masa quedaría concentrada en una pelota cuyo diámetro sería de 1/100.000 del actual, y su volumen (1/100.000)3, o lo que es lo mismo 1/1.000.000.000.000.000 (una milmillonésima) del actual. Su densidad sería, por tanto, 1.000.000.000.000.000 (mil billones) de veces superior a la que tiene ahora.

La densidad global del Sol hoy día es de 1’4 gramos/cm3. Una estrella de neutrones a partir del Sol tendría una densidad que se reflejaría mediante 1.400.000.000.000.000 gramos por cm3. Es decir, un centímetro cúbico de una estrella de neutrones puede llegar a pesar 1.400.000.000 (mil cuatrocientos millones de toneladas). ¡Qué barbaridad! Objetos como estos pueblan el universo, e incluso más sorprendentes todavía, como es el caso de los agujeros negros.

      Ahí está presente R136a1, la estrella más grande del cúmulo NGC 3903

Cuando hablamos de las cosas del universo estamos hablando de cosas muy grandes. Cualquiera se podría preguntar, por ejemplo: ¿hasta cuándo podrá mantener el Sol la vida en la Tierra? Está claro que podrá hacerlo mientras radie energía y nos envie luz y calor que la haga posible tal como la conocemos, radiante y luminoso en la secuencia principal. Una vez que agote todo el combustible de fusión…Tomará el camino para convertirse en Gigante roja y, más tarde, en enana blanca.

Maraña de bucles magnéticos en la Corona del Sol. El material oscuro de su base es la fotosfera, 1000 veces más fría que la Corona. Créditos: misión TRACE (NASA)


Aunque alguna vez lo hayas pensado, no te aconsejaría, si pudiéras hacerlo, que tocaras el Sol. Las consecuencias no serían buenas. El Sol transforma cada segundo 4. 654.000 toneladas de hidrógeno en 4.650.000 toneladas de helio  (las 4.000 toneladas restantes se convierten en energía de radiación y las pierde el Sol para siempre. La “ínfima” porción de esta energía que incide sobre la Tierra basta para mantener toda la vida en nuestro planeta).

Nadie diría que con este consumo tan alto de hidrógeno por segundo, el Sol pudiera durar mucho tiempo, pero es que ese cálculo no tiene encuenta el enorme tamaño del Sol. Su masa totaliza 2.200.000.000.000.000. 000.000.000.000 (más de dos mil cuatrillones) de toneladas. Un 53% de esta masa es hidrógeno, lo cual significa que el Sol contiene en la actualidad una cantidad de 1.166.000.000.000.000.000.0000.0000.000 toneladas.

Para completar datos diré que el resto de la masa del Sol es casi todo helio. Menos del 0’1 por 100 de su masa está constituido por átomos más complicados que el helio. El helio es más compacto que el hidrógeno. En condiciones idénticas, un número dado de átomos de helio tiene una masa cuatro veces mayor el mismo número de átomos de hidrógeno. O dicho de otra manera: una masa dada de helio ocupa menos espacio que la misma masa de hidrógeno. En función del volumen – el espacio ocupado –, el Sol es hidrógeno en un 80 por ciento.

Si suponemos que el Sol fue en origen todo hidrógeno, que siempre ha convertido hidrógeno en helio al ritmo dicho de 654 millones de toneladas  por segundo y que lo seguirá haciendo hasta el final, se calcula que ha estado radiando desde hace unos 4.000 millones de años y que seguirá haciéndolo durante otros cinco mil millones de años más.

Pero las cosas no son tan simples. El Sol es una estrella de segunda generación, constituida a partir de gas y polvo cósmico desperdigado por estrellas que se habían quemado y explotado miles de millones de años atrás.  Así pues, la materia prima del Sol contenía ya mucho helio desde el principio, lo que nos lleva a pensar que el final puede estar algo más cercano.

Por otra parte, el Sol no continuará radiando exactamente al mismo ritmo que ahora. El hidrógeno y el helio no están perfectamente entremezclados. El helio está concentrado en el núcleo central y la reacción de fusión se produce en la superficie del núcleo.

A medida que el Sol siga radiando, irá adquiriendo una masa cada vez mayor ese núcleo de helio y la temperatura en el centro aumentará. En última instancia, la temperatura sube lo suficiente como para transformar los átomos de helio en átomos más complicados. Hasta entonces el Sol radiará más o menos como ahora, pero una vez que comience la fusión del helio, empezará a expandirse y a convertirse poco a poco en una gigante roja. El calor se hará insoportable en la Tierra, los océanos se evaporarán y el planeta dejará de albergar vida en la forma que la conocemos.

La esfera del Sol, antes de eyectar las capas exteriores al espacio interestelar para formar una Nebulosa planetaria para convertirse en una enana blanca, aumentará engullendo a Mercurio y a Venus y quedará cerca del planeta Tierra, que para entonces será un planeta yermo.

Esto podría ser el Sol dentro de 5.000 millones de años, de él sólo quedaría ese puntito blanco (enana blanca) y la nebulosa que la circunda que, sería como esta de arriba o de otra de las mil formas que dichas nebulosas pueden adoptar.

Los astrónomos estiman que el Sol entrará en esta nueva fase en unos 5 ó 6 mil millones de años. Así que el tiempo que nos queda por delante es como para no alarmarse todavía. Sin embargo, el no pensar en ello… no parece conveniente. El final…¡llegará!

emilio silvera

 

  1. 1
    RedCrowx
    el 24 de noviembre del 2012 a las 15:17

    Buenas tardes Emilio
     Me sabe mal pagar tu gran esfuerzo y dedicación a la divulgación con un simple “Muchísimas gracias”, pero ya que es lo único que pides, es ló unico que puedo darte así que.
     Muchísimas gracias, Emilio
    (Por lo menos te las doy en Negrita 😉

    Responder
    • 1.1
      emilio silvera
      el 25 de noviembre del 2012 a las 7:11

      Buenas, amigo
      No pido ni eso, simplemente con que “estés aquí” es más que suficiente. Lo que digo siempre es que, “si el esfuerzo realizado sirve para que alguien aprenda alguna cosa…, bien pagado estaré”.
      Por lo demás, todos tratamos de divertirnos con lo que nos gusta y, de esa manera, el esfuerzo es menos.
      Gracias por el detalle de la negrita.
      Un cordial saludo amigo RedCrowx.

      Responder

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