Ago
9
Buscándo los secretos de la Naturaleza
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Física ~ Comments (7)
Einstein hizo más que cualquier otro científico por crear la imagen moderna de las leyes de la naturaleza. Desempeñó un papel principal en la creación de la perspectiva correcta sobre el carácter atómico y cuántico del mundo material a pequeña escala, demostró que la velocidad de la luz introducía una relatividad en la visión del espacio de cada observador, y encontró por sí solo la teoría de la gravedad que sustituyó la imagen clásica creada por Isaac Newton más de dos siglos antes que él. Su famosa fórmula de E = mc2 es una fórmula milagrosa, es lo que los físicos definen como la auténtica belleza. Decir mucho con pocos signos y, desde luego, nunca ningún físico dijo tanto con tan poco. En esa reducida expresión de E = mc2, está contenido uno de los mensajes de mayor calado del universo: masa y energía, son la misma cosa.
Einstein siempre estuvo fascinado por el hecho de que algunas cosas deben parecer siempre iguales, independientemente de cómo se mueva el que las ve, como la luz en el vacío, c. Él nos dijo el límite con que podríamos recibir información en el universo, la velocidadde c.
Él reveló todo el alcance de lo que Stoney y Planck simplemente habían supuesto: que la velocidad de la luz era una constante sobrehumana fundamental de la naturaleza. También sabía el maestro que, en el proceso de nuevas teorías, la búsqueda de la teoría final que incluyera a otras fuerzas de la naturaleza distintas de la gravedad, daría lugar a teorías nuevas y cada vez mejores que irían sustituyendo a las antiguas teorías. De hecho, él mismo la buscó durante los 30 últimos años de su vida pero, desgraciadamente, sin éxito. Ahora se ha llegado a la teoría de supercuerdas que sólo funciona en 10 y 26 dimensiones y es la teoría más prometedora para ser la candidata a esa teoría final de la que hablan los físicos.
La velocidad de la luz es una constante sobrehumana, está impuesta por la naturaleza y nada podrán hacer los hombres por varuiarla.
El físico espera que las constantes de la naturaleza respondan en términos de números puros que pueda ser calculado con tanta precisión como uno quiera. En ese sentido se lo expresó Einstein a su amiga Ilse Rosenthal-Schneider, interesada en la ciencia y muy amiga de Planck y Einstein en la juventud.
Lo que Einstein explicó a su amiga por cartas es que existen algunas constantes aparentes que son debidas a nuestro hábito de medir las cosas en unidades particulares. La constante de Boltzmann es de este tipo. Es sólo un factor de conversión entre unidades de energía y temperatura, parecido a los factores de conversión entre las escalas de temperatura Fahrenheit y centígrada. Las verdaderas constantes tienen que ser números puros y no cantidades con “dimensiones”, como una velocidad, una masa o una longitud. Las cantidades con dimensiones siempre cambian sus valores numéricos si cambiamos las unidades en las que se expresan.
La velocidad de la luz en el vacío, c = 299.792.458 metros segundo (se redondea con 300000 Km/s). Un viaje de la luz desde el Sol a la Tierra, tarda poco más de 8 minutos. Sin embargo, las distancias en el Universo son tan grandes que, para nosotros y nuestra actual tecnología, alcanzar otros mundos físicamente, resulta imposible y sólo son sueños que expresan lo que algún día lejanao del futuro podría ser.
La interpretación de las unidades naturales de Stoney y Planck no era en absoluto obvia para los físicos. Aparte de ocasionarles algunos quebraderos de cabeza al tener que pensar en tan reducidas unidades, y sólo a finales de la década de 1.960 el estudio renovado de la cosmología llevó a una plena comprensión de estos patrones extraños. Uno de los curiosos problemas de la Física es que tiene dos teorías hermosamente efectivas (la mecánica cuántica y la relatividad general) pero gobiernan diferentes dominios de la naturaleza.
La mecánica cuántica domina en el micromundo de los átomos y de las partículas “elementales”. Nos enseña que en la naturaleza cualquier masa, por sólida o puntual que pueda parecer, tiene un aspecto ondulatorio. Esta onda no es como una onda de agua. Se parece más a una ola delictiva o una ola de histeria: es una onda de información. Nos indica la probabilidad de detectar una partícula. La longitud de onda de una partícula, la longitud cuántica, se hace menor cuanto mayor es la masa de esa partícula.
Por el contrario, la relatividad general era siempre necesaria cuando se trataba con situaciones donde algo viaja a la velocidad de la luz, o está muy cerca o donde la gravedad es muy intensa. Se utiliza para describir la expansión del universo o el comportamiento en situaciones extremas, como la formación de agujeros negros. Sin embargo, la gravedad es muy débil comparada con las fuerzas que unen átomos y moléculas y demasiado débil para tener cualquier efecto sobre la estructura del átomo o de partículas subatómicas, se trata con masas tan insignificantes que la incidencia gravitatoria es despreciable. Todo lo contrario que ocurre en presencia de masas considerables como planetas, estrellas y galaxias, donde la presencia de la gravitación curva el espacio y distorsiona el tiempo.
Como resultado de estas propiedades antagónicas, la teoría cuántica y la teoría relativista gobiernan reinos diferentes, muy dispares, en el universo de lo muy pequeño o en el universo de lo muy grande. Nadie ha encontrado la manera de unir, sin fisuras, estas dos teorías en una sola y nueva de Gravedad-Cuántica.
¿Cuáles son los límites de la teoría cuántica y de la teoría de la relatividad general de Einstein? Afortunadamente, hay una respuesta simple y las unidades de Planck nos dicen cuales son.
Supongamos que tomamos toda la masa del universo visible y determinamos su longitud de onda cuántica. Podemos preguntarnos en qué momento esta longitud de onda cuántica del universo visible superará su tamaño. La respuesta es: cuando el universo sea más pequeño en tamaño que la longitud de Planck, es decir, 10-33 centímetros, más joven que el tiempo de Planck, 10-43 segundos y supere la temperatura de Planck de 1032 grados. Las unidades de Planck marcan la frontera de aplicación de nuestras teorías actuales. Para comprender en que se parece el mundo a una escala menor que la longitud de Planck tenemos que comprender plenamente cómo se entrelaza la incertidumbre cuántica con la gravedad. Para entender lo que podría haber sucedido cerca del suceso que estamos tentados a llamar el principio del universo, o el comienzo del tiempo, tenemos que penetrar la barrera de Planck. Las constantes de la naturaleza marcan las fronteras de nuestro conocimiento existente y nos dejan al descubierto los límites de nuestras teorías.
Esa teoría cuántica de la Gravedad ¿dónde está?
En los intentos más recientes de crear una teoría nueva para describir la naturaleza cuántica de la gravedad ha emergido un nuevo significado para las unidades naturales de Planck. Parece que el concepto al que llamamos “información” tiene un profundo significado en el universo. Los límites últimos que podemos esperar para el almacenamiento y los ritmos de procesamiento de la información están impuestospor las constantes de la naturaleza.
Y, todos los límites, sean de la clase que puedan ser, están en nuestras mentes que, evolucionadas no tendrán límite alguno y, podrán plasmar en realidad todos los pensamientos que a ella puedan fluir.
Calculó que hay una cantidad máxima de información que puede almacenarse dentro de cualquier volumen. Esto no debería sorprendernos. Lo que debería hacerlo es que el valor máximo está precisamente determinado por el área de la superficie que rodea al volumen, y no por el propio volumen. El número máximo de bits de información que puede almacenarse en un volumen viene dado precisamente por el cómputo de su área superficial en unidades de Planck. Supongamos que la región es esférica. Entonces su área superficial es precisamente proporcional al cuadrado de su radio, mientras que el área de Planck es proporcional a la longitud de Planck al cuadrado, 10-66 cm2. Esto es muchísimo mayor que cualquier capacidad de almacenamiento de información producida hasta ahora. Asimismo, hay un límite último sobre el ritmo de procesamiento de información que viene impuesto por las constantes de la naturaleza.
Todo el Universdo está regido por fuerzas contrapuestas que se equilibran entre sí, y, parece que un ojo lo observa todo para que nada cambie, para que todo siga igual, que no se descompense el ritmo de las galaxias y las fuerzas y energías que están presentes para que, nuestro Universo, sea tal como lo conocemos.
No debemos descartar la posibilidad de que seamos capaces de utilizar las unidades de Planck-Stoney para clasificar todo el abanico de estructuras que vemos en el universo, desde el mundo de las partículas elementales hasta las más grandes estructuras astronómicas. Este fenómeno se puede representar en un gráfico que recree la escala logarítmica de tamaño desde el átomo a las galaxias. Todas las estructuras del universo existen porque son el equilibrio de fuerzas dispares y competidoras que se detienen o compensan las unas a las otras; la atracción y la repulsión. Ese es el equilibrio de las estrellas donde la repulsión termonuclear tiende a expandirla y la atracción (contracción) de su propia masa tiende a comprimirla; así, el resultado es la estabilidad de la estrella. En el caso del planeta Tierra, hay un equilibrio entre la fuerza atractiva de la gravedad y la repulsión atómica que aparece cuando los átomos se comprimen demasiado juntos. Todos estos equilibrios pueden expresarse aproximadamente en términos de dos números puros creados a partir de las constantes e, h, c, G y mprotón.
α = 2πe2 / hc ≈ 1/137 |
αG = (Gmp2)2 / hc ≈ 10-38 |
La identificación de constantes adimensionales de la naturaleza como a (alfa) y aG, junto con los números que desempeñan el mismo papel definitorio para las fuerzas débil y fuerte de la naturaleza, nos anima a pensar por un momento en mundos diferentes del nuestro. Estos otros mundos pueden estar definidos por leyes de la naturaleza iguales a las que gobiernan el universo tal como lo conocemos, pero estarán caracterizados por diferentes valores de constantes adimensionales. Estos cambios numéricos alterarán toda la fábrica de los mundos imaginarios. Los átomos pueden tener propiedades diferentes. La gravedad puede tener un papel en el mundo a pequeña escala. La naturaleza cuántica de la realidad puede intervenir en lugares insospechados.
La Naturaleza cuántica está en cualquier parte que nosotros podamos mirar, no olvidemos que lo grande está hecho de cosas pequeñas.
Lo único que cuenta en la definición del mundo son los valores de las constantes adimensionales de la naturaleza (así lo creían Einstein y Planck). Si se duplica el valor de todas las masas no se puede llegar a saber, porque todos los números puros definidos por las razones de cualquier par de masas son invariables.
Cuando surgen comentarios de números puros y adimensionales, de manera automática aparece en mi mente el número 137. Ese número encierra más de lo que estamos preparados para comprender; me hace pensar y mi imaginación se desboca en múltiples ideas y teorías. Einstein era un campeón en esta clase de ejercicios mentales que él llamaba “libre invención de la mente”. El gran físico creía que no podríamos llegar a las verdades de la naturaleza sólo por la observación y la experimentación. Necesitamos crear conceptos, teorías y postulados de nuestra propia imaginación que posteriormente deben ser explorados para averiguar si existe algo de verdad en ellos.
Para poner un ejemplo de nuestra ignorancia poco tendríamos que buscar, tenemos a mano miles de millones. (hace pocos días surgió este jmismo trabajo y, habiendo sido solicitado de nuevo, lo reitero con imágenes distintas).
Me acuerdo de León Lederman (premio Nobel de Física) que decía:
“Todos los físicos del mundo, deberían tener un letrero en el lugar más visible de sus casas, para que al mirarlo, les recordara lo que no saben. En el cartel sólo pondría esto: 137. Ciento treinta y siete es el inverso de algo que lleva el nombre de constante de estructura fina”.
α= 1/137
Muchos son los secretos que aquí se esconden.
Este número guarda relación con la posibilidad de que un electrón emita un fotón o lo absorba. La constante de estructura fina responde también al nombre de “alfa” y sale de dividir el cuadrado de la carga del electrón, por el producto de la velocidad de la luz y la constante de Planck. Tanta palabrería y numerología no significan otra cosa sino que ese solo numero, 137, encierra los misterios del electromagnetismo (el electrón, e–), la relatividad (la velocidad de la luz, c), y la teoría cuántica (la constante de Planck, h).
Lo más notable de este número es su dimensionalidad. La velocidad de la luz, c, es bien conocida y su valor es de 299.792.458 m/segundo; la constante de Planck racionalizada, ћ, es h/2π = 1’054589×10 julios segundo; la altura de mi hijo, el peso de mi amigo, etc, todo viene con sus dimensiones. Pero resulta que cuando uno combina las magnitudes que componen alfa ¡se borran todas las unidades! El 137 está solo: se escribe desnudo a donde va. Esto quiere decir que los científicos del undécimo planeta de una estrella lejana situada en un sistema solar de la galaxia Andrómeda, aunque utilicen Dios sabe qué unidades para la carga del electrón y la velocidad de la luz y qué versión utilicen para la constante de Planck, también les saldrá el 137. Es un número puro. No lo inventaron los hombres. Está en la naturaleza, es una de sus constantes naturales, sin dimensiones.
Cuando sepamos sobre la verdadera naturaleza de la luz…Algunas sorepresas y motivos de asombro, nos podremos encontrar.
Con los científicos revelando más y más secretos sobre la vida, el universo y todo lo demás, ¿estamos llegando al punto en el que la ciencia por sí sola puede responder todas las grandes preguntas?
Los físicos midieron la velocidad de la luz y encontraron que viaja a 299.792.458 metros por segundo. Además dedujeron que el Universo tiene aproximadamente 13.700 millones de años de edad. Los biólogos pueden decodificar el ADN que hace posible la vida y los químicos pueden describir en detalle cómo se descomponen los cuerpos. Los físicos nos dicen de qué está hecha la materia y como se comporta debido a las leyes de la Naturaleza. Pero, ¿nos tranquilizan esos conocimiento cuando contemplamos nuestra propia muerte y comprendemos lo efímero de nuestra presencia aquí? ¿Qué objeto tiene -si es que tiene alguno- nuestra presencia en el Universo? Es posible que hasta la misma pregunta sea algo pretenciosa y nos otorgue una categoría que no tenemos porque, es posible, que sólo seámos una de las muchas clases de vida inteligente que en el Universo son.
La física se ha devanado los sesos con el 137 durante décadas. Werner Heisember (el que nos regaló el Principio de Incertidumbre en la Mecánica Cuántica), proclamó una vez que todas las fuentes de perplejidad que existen en la mecánica cuántica se secarían si alguien explicara de una vez el 137.
¿Por qué alfa es igual a 1 partido por 137?
Esperemos que algún día aparezca alguien que, con la intuición, el talento y el ingenio de Galileo, Newton o Einstein, nos pueda por fin aclarar el misterioso número y las verdades que encierra. Menos perturbador sería que la relación de todos estos importantes conceptos (e–, h y c) hubieran resultado ser 1 ó 3 o un múltiplo de pi… pero ¿137?
Arnold Sommerfeld percibió que la velocidad de los electrones en el átomo de hidrógeno es una fracción considerable de la velocidad de la luz, así que había que tratarlos conforme a la teoría de la relatividad. Vio que donde la teoría de Bohr predecía una órbita, la nueva teoría predecía dos muy próximas.
El átomo de hidrógeno con un sólo protón de carga positiva que se equilibra por el electrón de carga negativa que lo rodea.
Esto explica el desdoblamiento de las líneas. Al efectuar sus cálculos, Sommerfeld introdujo una “nueva abreviatura” de algunas constantes. Se trataba de 2πe2 / hc, que abrevió con la letra griega “α” (alfa). No prestéis atención a la ecuación. Lo interesante es esto: cuando se meten los números conocidos de la carga del electrón, e–, la constante de Planck, h, y la velocidad de la luz, c, sale α = 1/137. Otra vez 137 número puro.
Las constantes fundamentales (constantes universales) están referidas a los parámetros que no cambian a lo largo del universo. La carga de un electrón, la velocidad de la luz en el espacio vacío, la constante de Planck, la constante gravitacional, la constante eléctrica y magnética se piensa que son todos ejemplos de constantes fundamentales.
Las fuerzas de la naturaleza que gobiernan la electricidad, el magnetismo, la radiactividad y las reacciones nucleares están confinadas a un “mundobrana” tridimensional, mientras que la gravedad actúa en todas las dimensiones y es consecuentemente más débil.
emilio silvera
el 10 de febrero del 2009 a las 19:27
Hola amigo Emilio Silvera:
En el libro “Nueva Cosmología. Un giro copernicano” expongo lo que sucede con el cociente c/v (c es la valocidad de la luz, v es la velocidad del electrón en la órbita del hidrógeno):
Primera órbita:
Velocidad: 2189,3 km/s c/v = 136,94
Energía total: -13,6 eV
Segunda órbita:
Velocidad: 1094,7 k/s c/v = 273,86 (= 2 x 136,94)
Energía total: -3,4 eV
Tercera órbita:
Velocidad: 729,8 k/s c/v = 410,79 (= 3 x 136,94)
Energía total: -1,51 eV
Cuarta órbita:
Velocidad: 544,7 k/s c/v = 550,38 (= 4 x 136,94)
Energía total: -0,85 eV
Quinta órbita:
Velocidad: 438 k/s c/v = 684,46 (= 5 x 136,94)
Energía total: -0,54 eV
Sexta órbita:
Velocidad: 365 k/s c/v = 821,35 (= 6 x 136,94)
Energía total: -0,38 eV
O sea que c/v del electrón, que yo entiendo que es el efecto frenado de dicho electrón, cuenta con el 137 (136,94) como constante.
Un fuerte abrazo. Ramon Marquès
el 31 de julio del 2011 a las 2:58
Hola amigo Emilio:
Sé que esto quizás suene muy absurdo, pero es algo que se me ocurrió al leer este fascinante artículo:
¿no será que este número tan mágico y adimensional sólo esté aquí para demostrar la existencia de una partícula tan escurridiza y misteriosa como lo es el gravitón?
Por la sencillez de esta operación, ud. podrá darse cuenta el nivel de mi ignorancia:
* al sumar el núm 1 más el 3 más el 7 nos dará como resultado 11, al sumar 1 más 1 tendríamos 2 (que sería el espín de esta hipotética partícula mediadora de la gravedad)
* al restar 1-3-7 obtenemos -11; al sumar -1+1 obtendríamos 0, que sería la masa aproximada en reposo del bosón.
* al multiplicar 1*3*7 obtendríamos 21, 2*1=2 (una vez más el espín del gravitón)
* al dividir 1/3/7 obtendríamos 0.047619047619 (este núm es el que me provoca un terrible dolor de cabeza, porque no sé a qué atribuirlo; y no concuerda con los resultados obtenidos anteriormente en esta insulsa deducción.
En fin,
sé que esto suena ridículo, pero sólo estoy dando una opinión (muy errada), desde mi ignorancia humana.
Saludos cordiales.
el 31 de julio del 2011 a las 6:43
Amigo Lautaro:
Está bastante bien la transposición que, del número puro y adimensional, 137, has tratado de estrapolar hacia el gravitón, suponiendo que dentro de él (del 137), esté también la respuesta del esquivo gravitón. Las operaciones que realizas son ingeniosas y de alguna manera, se obtienen respuestas parciales a lo que estás buscando. Al final, te encuentras con ese inexplicable resultado de 0.047619047619 al que no sabes encontrarle un acomodo racional dentro del marco de la búsqueda que realizas.
No te puedes imaginar la cantidad de veces que a mí, en otros ámbitos y otras búsquedas similares, me ha pasado lo mismo, cuando creía tener la respuesta…ésta se esfumaba en el último momento con resultados sin sentido a los que no podía dar ninguna aplicación.
Puede se que el 137 además de referirse a las líneas espectrales ópticas muy juntas que son debidas a las transiciones entre niveles de energía que están separados por el movimiento cibracional o rotacional de una molécula o el espín del electrón y que sólo son visibles a muy alta resolución y que tiene su origen en la influencia del núcleo atómico en los niveles de energia permitidos en el átomo, quizá no contengan el mensaje que esperas sobre ekl gravitón que, esquivo como nignuna otra partícula mediadora de las fuerzas, se resite a dar la cara.
Claro que, tenemos que tener en cuenta que gravitón (de momento partícula hipotética que es el cuanto de energía que se intercambia en la interacción gravitacional), tiene todas las papeletas para existir como responsable de las interacciones gravitacionales consistentes en la mecánica cuántica, y, debe viajar a la velocidad de c, teniendo (como bien apuntas) masa en reposo nula, carga nula y espín 2.
Bueno, no sabemos tanto como para descartar que 0.047619047619 se refiera a la carga. Estaría bueno que, con tus ejercicios de imaginación, hubieras dado con el hecho de que, también dentro del 137, se guarda el secreto del gravitón, ese bosón asociado a la gravedad que nadie ha sido capaz de hallar…de momento.
¡Suerte! Y, si lo pudieras encontrar, el Nobel sería tuyo por derecho propio.
Un saludo amigo
el 1 de agosto del 2011 a las 4:00
¡Hay tantas cosas que me puse a pensar luego de haber realizado esta simple deducción!
1) al sumar los números que componen el 137 da como resultado el número 11(me hace pensar el las 11 dimensiones que se plantean los cuerdistas actualmente para las cuerdas asociadas con los bosones, en este caso, con el gravitón)
2) al multiplicar los números que componen el 137, obtenemos como resultado 21 (este número no concuerda con las 26 dimensiones ”fermiónicas” propuestas actualmente).
¿No será que esta escurridiza partícula, al igual que la luz, tendrá una naturaleza dual? Es decir, en condiciones especiales, ¿el gravitón no podrá comportarse como un fermión en un ámbito de 21 dimensiones? (con todo lo que esto implica: que tengan espín semientero y que verifiquen el principio de exclusión de pauli); y en otras condiciones como un bosón (como esperan los científicos). Todo esto, comparando la dualidad onda- partícula de la luz.
3) que en la última operación el resultado dé 0.05 (redondeando), ¿no será una consecuencia de una posible interacción con el bosón de higgs? Sé que esta afirmación es tremenda (ya que se estaría planteando la masa de ”la partícula de Dios”, a la cual se le atribuye la masa de otras partículas).
4) Como bien ud. decía, todavía no se tienen certezas para descartar que este este núm. cercano a 0.05 se ala carga del gravitón.
5) replanteando la última operación realizada obtendríamos 0.047619047619; al operar 0/0/4/7/6/1… obtendríamos 0 (una vez más la masa ”aproximada” de este intermediario de la gravedad)
6) en la suma y en la multiplicación del 137 obtendríamos el espín; el resta y en la división obtendríamos la masa del gravitón y de su antipartícula.
Sé que todas estas afirmaciones quizás suenen disparatadas, pero es lo que me puse a reflexionar luego de leer este artículo.
El nobel es una aspiración utópica e inalcanzable para mí, principalmente porque estas afirmaciones no cuentan con un respaldo experimental, secundariamente porque soy sólo un estudiante de 16 años y todavía me falta mucho para alcanzar el conocimiento óptimo que esta gran rama de la física requiere. En fin, escribí esta reseña porque quería saber qué piensa ud. como experto acerca de esto. Desde ya, muchas gracias por tomarse el tiempo para leer este comentario.
Un saludo.
el 1 de agosto del 2011 a las 6:41
Lautaro, de nuevo te he leido con gusto, ya que, todos aquellos cuya imaginación es inquieta, de una u otra manera, siempre encuentran motivos para pensar y elucubrar soluciones a problemas planteados y, como a tí te ha pasado con el artículo de arriba que ha logrado desbocar tus pensamientos hacia una y mil ideas que, todas ellas, sin excepción, van encaminadas a buscar una solución de algo que, todos los físicos quisieran encontrar.
En cuanto a lo del Nobel, era una broma pero, en serio, ya que tu podrías imaginar la buena solución al problema del gravitón y tu idea ser desarrollada y formulada por otro, con lo cual, podríais compartirlo. Recuerda que fue un clérigo, Georges Lamaitre, el que dio con la idea de un universo que se expandía y que todo empezó con el Big Bang.
Nunca podemos saber en que momento puede surgir una idea valiosa que, al ser comprobada, resulta ser la solución correcta que todos andaban buscando. De todas las maneras, sigue así, tus ideas te llevarán lejos.
Un cordial saludo.
el 1 de agosto del 2011 a las 22:07
Estoy de acuerdo con que a estas simples ideas las podría compartir con alguien experto en este campo, pero el problema es que, en mi entorno, no conozco a ningún físico. Además no tengo ningún ”contacto” con el cual yo me pueda comunicar; pero de querer compartir esto, estoy dispuesto a hacerlo porque un experto podría pulir estas ideas matemáticamente.
Un enorme saludo
el 2 de agosto del 2011 a las 7:01
Lautaro, tienes que estar contento de la enorme curiosidad que sientes y que te induce a pensar y elucubrar de qué manera se podría solucionar este o aquel asunto. Simplemente debes seguir la senda que esa curiosidad te marque y encausarla de manera que, tal riqueza, no se pierda y se malgaste de manera estéril. Procura (de la manera que sea) asistir a buenos Colegios y consigue la preparación necesaria y básica que te permita ir a la Universidad. Una vez allí, sí que encontrarás quien te pueda guiar por el camino que elijas, bien sea Física o cualquier otra disciplina.
Se puede aprender en solitario pero, aparte de que sería mucho más difícil y se perderían años en llegar a conclusiones que, estando bien dirigidos y tutelados, se alcazarían en pocos meses, la realidad es que, nadie nace sabiendo y necesitamos de otros que, habiendo aprendido y estudiado antes que nosotros, nos puedan encausar hacia la correcta dirección, evitando “palos de ciego” que lo único que puede producir es pérdida de tiempo que, como debes saber, es un tesoro.
Aprovecha el largo camino que tienes por delante, encausa bien tus pasos, apartate de quiénes nada te aportan y concentra tus energías en llegar a la meta que te puedas proponer, si así lo haces, no lo dudes, el premio está esperándote en el horizonte de tu futuro.
Un saludo joven amigo.