Ago
30
Filosofía, Ciencia, Divulgación
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (0)
Según una definición sencilla, no en pocas ocasiones he podido leer que la Filosofía era la ciencia del pensamiento aplicado a conocer y resolver los fenómenos universales en los que, la Humanidad, se ha visto inmersa a través de los tiempos. Desde que el hombre formuló su primer “por qué”, encendió la llama para que hiciera posible el surgir de esa hoguera que llamamos Filosofía, y, que podríamos entender como una ciencia unida a nosotros y a nuestra manera de pensar, hasta tal punto es así que lo podríamos llamar “hija de nuestros pensamientos”.
Nuestro caminar por el ya largo sendero de la Filosofía, nos lleva siempre en una misma dirección en busca de esa “única verdad” que, en realidad, está ramificada en muchos “saberes” que, como la Física, la Astronomía y otras disciplinas, obligaron a la Filosofía a profundizar en nuestro interior (fuerzas cósmicas, energías, átomo…el hombre se involucró con el poder universal para así poder llegar al estudio de su propio SER.)
Es estudio y la especulación sobre las cosas substanciales que no estaban a nuestro alcance, nos empujó hacia la Metafísica y, el estudio de los poderes y de las fuerzas ocultas que rigen el Universo originó la Cosmología. Todo parecía surgir de un principio único enmarcado por varias disciplinas:
Astronomía
Física
Biología
Química
Que, desde luego, iban precedidas por otras más profundas o fundamentales que fueron impulsoras de la evolución posterior de “las Ciencias” a través de ramas de la filosofía características: La Música, la Escritura, las Matemáticas que, en realidad, nos llevó hacia una auténtica relación entre los pueblos del mundo posibilitando así, el auténtico desarrollo de la Humanidad.
Surgió la idea “del bien pensar”, es decir, mediante procedimientos propios el hombre llegó a pensar y discernir mejor y, todo aquello, desembocó en una serie de Principios o ramificaciones de Escuelas:
Del bien pensar, de la crítica del pensamiento, de la lógica…
El hombre siempre ha tratado de relacionarse con el Universo al que pertenece y, sus pensamientos le llevaron a filosofías del Instinto, del razonamiento, de la Intuición, de la Ética, o Moral, religiones y estéticas (entre otras).
Claro que, no sería justo que aquí, nos olvidáramos del “Alma”, a través del pensamiento, en relación con el Cosmos, buscó tener cada vez mayor caudal de fuerza mental, para captar, con la mente humana otros niveles de comprensión situados más allá de éste mundo, incluso en el plano místico intangible y desconocido que, alejándose de la Ciencia, nos introduce en el terreno de la fe. En definitiva, siempre nos hemos situado en ese plano en el que, la búsqueda de lo desconocido, es, lo que perseguimos sin desmayo para tratar de conocer la Naturaleza y los secretos que tan celosamente esconde a nuestras “miradas” del conocimiento.
Está claro que, debe existir una realidad última que todo lo unifica. Debe ser la esencia del Universo: “todo está conexionado y en interacción por los hilos invisibles de las fuerzas y energías que todo lo rigen”. Está claro que nosotros, no hemos podido (aún) llegar a comprender como se producen esas conexiones unificadoras que nos lleva a una simetría donde todo se complementa y compensa. En nuestro Universo, todo funciona a través de fuerzas contrapuestas que, finalmente, hace posible el equilibrio y la “serenidad” que podemos contemplar a nuestro alrededor. El Sol nos calienta y alumbra, los mundos giran a su alrededor, y, nosotros, criaturas surgidas a partir de la evolución de la “materia inerte”, podemos observar esos procesos para tratar de sondear en la esencia de un Universo “infinito” al que pertenecemos y de cuyas actividades físicas depende nuestro futuro.
Claro que, esas fuerzas y energías de las que hablo, aún no hemos podido llegar a ese nivel de comprensión que nos sitúe en un plano de igualdad con ese Universo “infinito” que, al contrario de lo que pasa con nuestras vidas, nunca parece tener prisas. Somos nosotros los que sí, denotamos una cierta ansiedad por descubrir, por saber y desvelar sus misterios, dado que nuestra vida es corta, no pocas veces nos invade la sensación de no poder finalizar la tarea encomendada.
Claro que el Universo no tiene prisas, él parece ser Eterno. Cuando digo Eterno, me refiere al Tiempo que, metafóricamente hablando pudiéramos decir que, impasible, mira a su alrededor y contempla los sucesos que acontecen: Materia que se transforma, estrellas que nacen, galaxias que surgen a partir de bloques enormes de materia, mundos que giran alrededor de una estrella que le suministra luz y calor y hace posible el surgir, en su superficie de entes vivos que, pasados los años pueden llegar a comprender, a tener consciencia de su SER.
Muchos, han relacionado el Tiempo con el Alma. Algunos han llegado a decir que lo verdadero es eso, lo Eterno que silencioso no se manifiesta de manera estruendosa y que, sin embargo, siempre, desde el comienzo del Universo, ha estado ahí, presente como testigo de todos los acontecimientos y sucesos desde hace 13.700 millones de años. ¿Es posible que, fuera del tiempo todo sea ilusión? Bueno, como no conocemos lo Eterno, es posible que no conozcamos la verdadera realidad que tan incansablemente perseguimos. ¿Todo es, en el Universo, Eterno e Ilusorio?
Bueno, para nosotros, sólo el pensamiento puede darnos la llave de la liberación, lo único que, en realidad, nos lleve hacia el conocimiento liberador de la inmensa ignorancia que arrastramos desde los confines del mundo y que, desde siempre, hemos tratado de sacudirnos para poder otear, aunque sea parcialmente, un poco de esa verdad que difícilmente podemos alcanzar.
Por otra parte, es tanta nuestra complejidad que, conocernos, no resultará fácil. ¿Será verdad que existen dos fuerzas en nosotros?: El “espíritu” y la “sustancia” que es dignificada por éste a través de la Mente como expresión del “espíritu”.
El hombre surgido del microcosmos terrestres, a través de sus ideas ha sido capaz de comprender su conexión con el microcosmos, al ser consciente de que, al igual que cualquier estrella situada en la galaxia más lejana, también forma parte de ese todo al que llamamos Universo, y, según hemos podido llegar a comprender, somos los observadores de los que el Universo se vale para poder conocerse así mismo.
Las etapas se sucedieron y las Ciencias (como todo en el Universo) evolucionaron a través de las ramas de la Filosofía características (antes decía que: la Música, la Escritura, o, las Matemáticas hicieron el “milagro” de unir a los pueblos).
No debemos soslayar que, una cierta filosofía quiso eliminar las vibraciones mentales producidas por las emociones y sentimientos que, en distintas circunstancias, el hombre podía sentir. Las emociones mentales (decían), nublaban la razón e impedía “ver” la verdad. Había que analizar el Amor, el Crimen, la Muerte o, la felicidad, desde la tranquila imparcialidad que nos diera una visión objetiva y exenta de estímulos positivos o negativos que nos aleje de los hechos. Sin embargo, si pudiéramos seguir tales consejos, ¿qué clase de humanos seríamos? ¿Es posible desprendernos de los sentimientos de Amor y de Odio que, son intrínsecos de nuestro SER?
Es verdad que la Filosofía nos llevó hacia la Ciencia y que el hombre se está pudiendo acercar a la sombra de lo “Eterno” y, de ese mensaje que subyace en la voz del Universo, de cuyo lenguaje, aún no hemos alcanzado a traducir lo esencial. La conquista de la razón y del saber, nos permitirá desprendernos de teorías pasadas que prevalecen en la actualidad y que, no pocas veces, nos alejan de lo cierto, de lo real que tenemos delante y que no podemos ver por la ceguera que nos causa tanta incomprensión.
Es posible que la Mente del Hombre sea de un poder ilimitado pero, únicamente podrá llegar a ese “poder” en plenitud de comprensión creadora si es capaz de unirse y comprender lo “infinito”, y, cuando digo Infinito o Eterno, no me estoy refiriendo a ninguna divinidad. Sin embargo, habrá que saber encausar ese “poder ilimitado” que, posiblemente nos adorna, para que sólo haga la andadura del camino positivo que nos aleje de la propia destrucción.
Siempre hemos perseguido nuestro YO, ese gran desconocido. No pocas veces nos asombramos de cosas que hemos llegado a poder hacer y de las que nos creíamos incapaces (tanto buenas como malas), y, claro está, debemos aprender a discernir donde está lo que sí nos conviene y lo que no. Todas nuestras ideas forman parte de la Filosofía a la que, tratar de encerrar en pensamientos únicos, la desvirtúa y la empobrece. Nuestra amplitud de miras posibilitará el camino para el descubrimiento.
Sí, es posible que la ¡Vida! Sea, en realidad, una combinación de “espíritu”, mente, materia, y energía pero, entre todas esas cosa, ¿Cuántas ramificaciones están presentes, con diversos nombres, en un Ser Humano?
Muchas veces he mencionado en mis escritos la palabra Humanidad y, podéis estar seguros de que lo hago de una manera extensa y no limitada. No estoy haciendo única referencia a la formada en nuestro pequeño mundo dentro del Sistema Solar, sino que, mi Humanidad está referida a cualquier cadena humana que en cualquier parte del Universo, haya alcanzado o esté por alcanzar, el equilibrio entre “espíritu” y “materia” y, cuando digo espíritu, pienso en la mente, en el conocimiento que hace posible llegar a una consciencia de sí mismo y del mundo que nos rodea.
Tengo la convicción de que, si en realidad existen otros seres en múltiples planetas dispersos por el ancho Universo, todos, como nosotros, estarán basados en el Carbono, y, lo único que podrá diferenciarlos de nosotros, serán otras costumbres, otros pensamientos y, ¿qué duda cabe? Incluso otras morfologías distintas a la nuestra pero, si son conscientes de SER, en lo más básico, son iguales a nosotros y, por supuesto, parte de la Humanidad del Universo.
emilio silvera
PD. Cuando me puse a escribir esta mañana, comencé por poner un título al escrito. Sin embargo, me alargué y, esto se me fue de las manos, así que, no he podido completar lo que al principio pretendía. Otro día será.