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¿Por qué tienen “lunas” los planetas y, cómo y por qué...

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Origen de las cosas    ~    Comentarios Comments (9)

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A veces nos hemos prguntado por la presencia de esos pequeños mundos alrededor de los planetas y, nos ha llamado la  diversidad de características que cada uno tiene y los define pero, sobre todo, nos hemos preguntado por qué están allí. Y, en relación a los planetas mayores como Júpiter -al menos en relación a sus cuatro lunas mayores- la respuesta que se nos viene a la mente sería:

Júpiter debe poseer estas lunas por idénticas razones por las que el Sol posee sus planetas. En un esquema menor, la situación debió ser la misma. Las grandes lunas de Júpiter son casi tan grandes como planetas, o, al menos, parecen planetas pequeños y, se formarían alrededor del planeta gigante del Sistema solar como Mercurio, Venus, la Tierra y Marte lo hicieron alrededor de la estrella que nos alumbra, creciendo a partir de fragmentos de materia planetaria que orbitaban el planeta. De hecho, el propio Júpiter parece un sistema solar en miniatura. La única diferencia está en que Júpiter, al no tener la masa suficiente, no pudio llegar a ser estrella y se quedó en planeta grande.

Es posible que las pequeñas lunas del Sistema solar tengan un origen diferente. Incluímos aquí las dos lunas de Marte, Phobos y Deimos -simples trozos de roca en forma de patata, de unos quince kilómetros de diámetro-, lo mismo que docenas de pequeñas lunas que giran alrededor de Júpiter y de los demás planetas gigantes.

Quizá, todas esas pequeñas lunas no son otra cosa que que asteroides capturados y atraídos por las grandes masas de esos planetas que generan una fuerte atracción gravitatoria que los hizo apartarse de sus trayectorias normales quedando “prisioneros” del gigante. Sin embargo, pueden pasar relativamente cerca de planetas como Marte y seguir, tranquilamente su viaje hacia los confines del Universo. El que Marte los pueda “enganchar”, posiblemente sea debido a que Phobos y Deimos pasaron a la distancia precisa: Ni tan cerca como para chocar con el planeta ni tan lejos como para poder evadir la fuerza de Gravedad.

Así que, ya sólo nos queda saber el origen de la luna de la Tierra. No creo que ninguna de esas explicaciones nos sirva ni sean satisfactorias al caso. Nuestra Luna no puede ser un planeta en el “sistema solar” terrestre, porque la Tierra es demasiado pequeña para poder tener su propia familia de planetas. Y además nuestra Luna está formada por materiales muy diferentes a los de los asteroides, lo que nos dice que no se trata de una captura realizada a partir del Cinturón de Asteroides. De hecho, no se ha dado todavía ninguna explicación suficientemente fiable del origen de la Luna.

A escala cósmica, el misterio de nuestra Luna es de poco importancia, y además es un misterio provocado. Harold Urey, el padre de la ciencia lunar, estudió el problema y se rindió diciendo:

“Es más fácil simular que la Luna no está en el cielo que explicar cómo ha conseguido estar ahí”

Teorías son muchas y muy variadas pero… Ni la captura de la Luna solitaria y viajera por la la fuerza de gravedad de la Tierra, ni una formación binaria -la Tierra y la Luna se formaron juntas-, o, la ficción -la Luna es en su origen parte de la Tierra- que, al ser golpeada por un cuerpo de grandes dimensiones, desgajo una parte de su superficie y, junto con otra parte del propio cuerpo invasor (que continuó su camino tan riocamente), quedaron orbitando la Tierra hasta juntarse y formar la Luna.

Hemos podido llegar a descubrir muchas curiosidades que rodean a nuestra Luna y, los modernos telescopios y aparatos de medición nos han dicho que: La Luna se aleja de nosotros describiendo un círculo espiral a razón de 2,5 centímetros cada año y, también hemos llegado a saber que el día, se alarga un segundo cada cincuenta mil años pero, de dónde vino la Luna… ¡Nadie lo sabe!

Uno de los diez hijos de Darwin llegó a suponer que el ritmo de separación de la Tierra y la Luna, podía dar lugar a imaginar que hace 50 millones de años, la Luna estaba a tan sólo unos 9.000 km de la Tierra en comparación con el promedio actual de 380.000 km y que el día, tenía una duración de apenas 5 horas.

Como podréis ver, siempre nos gustó especular.

Lo cierto es que hemos llegado a conocer muy bien la Luna y sabemos también, de qué materiales está formada y, en comparación con la Tierra, la Luna presenta una gran pobreza de elementos siderófilos (literalmente, adictos al hierro), que se adhieren con prontitud al hierro. Porque en comparación con la Tierra la Luna tiene una gran escacez de estos componentes; de hecho sólo posee una cuarta parte del hierro que se esperaría encontrar en cualquier material rocoso del Sistema solar.

File:Lunar rocks distribution lmb.jpg

El conocimiento que tenemos de la composición de la Luna se basa, por una parte, en los análisis in situ que realizaron los astronautas del programa Apolo y en los exhaustivos estudios que se han hecho de los casi 400 kilos de rocas lunares que trajeron. Hay que tener en cuenta que los astronautas tocaron únicamente seis puntos de la Luna. Por otra parte, los miles de fotografías de la Luna que se han hecho permiten extrapolar la información obtenida en esos seis muestreos para lograr una aproximación de lo que sería un estudio global, con todos los errores que esta generalización conlleva. Con todo, los geólogos han agrupado los componentes de la Luna en cuatro grandes categorías en función de su origen.

Con la excepción de los elementos implantados por el viento solar (hidrógeno, carbono, nitrógeno y gases nobles), las principales concentraciones de interés, a partir de fuentes extralunares, son las de los elementos denominados siderófilos, como el hierro, el cobre, el níquel, etcétera. La mayor parte de ellos procede de cuerpos meteoríticos que han impactado sobre la superficie lunar, y no es raro que, aunque en algunos casos existan desviaciones de la norma, sus pautas de concentración en el regolito sean similares a las de los meteoritos condríticos. Las concentraciones que podrían tener mayor interés de aplicación tecnológica se encontrarían en los restos de meteoritos de grandes dimensiones.

Las concentraciones de elementos mayoritarios son, salvo para el titanio (abundante) y el sodio (muy escaso), similares a las terrestres a excepci´çon del hierro que es sólo una cuarta parte del que encontramos en nuestro planeta. En cuanto a los elementos traza incompatibles, destacan los altos valores en tierras raras de los basaltos de tipo KREEP. Las concentraciones de elementos menores más interesantes para su utilización in situ son las del fósforo, cromo y manganeso. El cromo muestra una mayor abundancia en las rocas lunares que en sus homólogas terrestres. El manganeso en las rocas lunares llega al 0,25%.

Lo único cierto es que, lo mismo que le pasó a Harold Urey que estudió muy a fondo el problema, nadie ha sabido hasta el momento dar una explicación creíble del origen de la Luna que, está muy cerca de nosotros pero, sin embargo, no conocemos de dónde vino o cómo pudo llegar aquí. De todo lo demás sobre ella, hemos aprendido con el tiempo y, de la misma manera, esperémos que, algún día, alguien nos diga ¡y nos demuestre! su origen.

emilio silvera

 

  1. 1
    Rafael
    el 1 de abril del 2013 a las 0:28

    Curiosos esto de nuestra hermana de viaje… entonces las diferencias cuantitativas y cualitativas de los elementos de la corteza lunar con respeto a los valores terrestres serian suficientes como para conjeturar una procedencia exogena de la luna, es decir un origen mas alla de la linea de planetas rocosos?… que dicen los estudios de datacion sobre la edad de las rocas lunares… son coherente con los datos de formacion de la tierra?… siempre crei en la formacion lunar a partir de un impacto de un gran meteorito en los estadios iniciales de la formacion terraquea… pero por lo que veo no esta tan claro…
    Un saludo Rafael

    Responder
    • 1.1
      emilio silvera
      el 1 de abril del 2013 a las 4:53

      Efectivamente amigo Rafael, la cosa no está tan clara ni, al parecer, es tan simple como en un principio pudiera parecer y, el enigma, seguramente, continuará durante mucho, mucho tiempo durante el cual, seguiremos conjeturando y lanzando hipótesis de cómo se pudo formar nuestra compañera de viaje.
      ¡Complejo Universo!
      Vamos aprendiendo poco a poco, atando cabos sueltos y juntando esta información aquí y aquella observación allá, a las que, se le añaden pruebas y comprobaciones que nos van suministrando “indicios” – -de momento- y no certezas.
      Pero como decía Hilbert y así ordenó que lo escribieran en su tumba: “Tenemos que saber, sabremos”.
      Un slaudo.

      Responder
  2. 2
    Carlos Reyes
    el 2 de abril del 2013 a las 22:27

    Buen artìculo Emilio, hace tiempo que se ha sabido que la luna en el inicio estaba màs cercana a la tierra, pero lo que no he podido entender el mecanismo que hace que se aleje de la tierra con tal precisiòn como para poder calcular la posible distancia dentro de un tiempo determinado.

    Responder
    • 2.1
      emilio silvera
      el 3 de abril del 2013 a las 6:15

      Amigo Carlos:
      Lo cierto es que, la observación y el estudio continuado de la Luna y su comportamiento han llevado a los científicos a tal conclusión y, la explicación más convincente que circula por los círculos astronómicos es que:
      “La Luna ejerce una fuerza de atracción sobre la Tierra, que afecta en mayor medida a las zonas de la Tierra más cercanas a la Luna. Esta fuerza tira de los océanos ligeramente provocando las mareas. En la zona más cercana a la Luna se produce una marea alta, y en la zona más alejada, debido a que la atracción gravitacional es menor, también se forma una marea alta. Al rotar la tierra en la misma dirección de la translación de la Luna, pero mucho más rápido de lo que la Luna tarda en dar una vuelta a la Tierra, la marea alta es atraída ligeramente delante de la Luna lo que provoca que esta se acelere, debido al tirón gravitacional que ejerce sobre esta, y que se aleje en espiral.

      Del mismo modo, la Luna está ejerciendo un tirón gravitacional sobre la marea alta provocando que esta fluya hacia el oeste y empuje las masas de tierra que, debido a la rotación, se mueven hacia el este. El resultado es que la rotación de la tierra se retrasa debido al movimiento de las mareas hacia el oeste, alargando la duración del día en unas pocas milésimas de segundo por siglo. La Tierra pierde momento angular mientras que la Luna lo gana.”
      Como verás, se ha encontrtado una explicación que se debe a la influencia gravitatoria que la luna produce y que va acompañada de las corrientes marinas al ser las aguas de los océanos arrastradas (las mareas) por la gravitación que genera -aunque parezca contradictorio, por una parte el ínfimo alejamiento de la la Luna y por la otra, el ínfimo alargamiento de la duración del día al ser ralentizada la rotación terrestre.
      Yo no digo ni que sí ni que no -como aquel cuento de la buena pipa-, lo único que puedo decir es que, para cuando ese fenómeno vaya a tener una influencia sería sobre nosotros… ¡Ya no estaremos aquí! y, espero de todo corazón que hayamos podido situarnos en otros mundos que, como la Tierra, nos de cobijo y amparo.
      Un abrazo amigo.
      La influencia gravitatoria de la Luna produce las corrientes marinas,[cita requerida] las mareas y el aumento de la duración del día

      Responder
  3. 3
    kike
    el 3 de abril del 2013 a las 14:14

    Las complejas interacciones que existen entre nuestro planeta y su satélite, me recuerdan  lo largamente estudiado que es y ha sido la  posible relación entre el surgimiento de la vida en la Tierra y las múltiples y estrictas condiciones que se hubieron de dar para que ello fuera posible.

     Solamente variando unas pocas circunstancias de la actual existencia lunar, como por ejemplo más grande o pequeña, más cerca o lejos, seguramente ya hubiera bastado para  que la vida en nuestro planeta no llegara a aparecer, eso sin contar con otras múltiples circunstancias coincidentes la mayoría de ellas, como la distancia a nuestra estrella y su tipo, su periodo de vida; y en  cuanto a nuestro planeta otra gran cantidad de circunstancias, como el vulcanismo, la tectónica de placas, el tamaño, la desviación del eje , la rotación, traslación y  precesión,  etc.,etc., todas ellas necesarias en un determinado punto para poder favorecer  la aparición de la vida.

     Pero, si dejamos de lado cuestiones religiosas, que de seguro son utilizadas por los creyentes con buena parte de lógica, quizás la respuesta no sea lo importante; quizás lo que deberíamos cambiar sería la pregunta, o simplemente pasar la oración de activo a pasivo:

     ¿Se han dado esa multitud de circunstancias especiales, muchas de ellas al unísono, con el objetivo de favorecer la aparición de la vida?.

     O simplemente, ¿debido a la coincidencia  al azar de esa cantidad de circunstancias, ha dado como resultado lógico la aparición de la vida?  
        
     En el cosmos se producen cada segundo multitud de fenómenos que pueden dar lugar a manifestaciones complejas y muy diferentes de la materia, sin que ello se pueda atribuir a una intencionalidad en ningún sentido; simplemente creo que ocurren porque existe esa posibilidad.

     Como ejemplo de ello, se podría dar el tema del cometa que posiblemente choque contra Marte en Octubre de 2.014; el “2013A1”; con unas dimensiones nada despreciables de 1 a 3 kms. de diámetro, y una velocidad de 56 kms./s., suficiente para conseguir cambiar la atmósfera de Marte, haciéndola más caliente y húmeda, lo que con el tiempo hasta podría convertir a  Marte otra vez en un planeta  habitable, sin necesidad de terraformación humana.   

     Al respecto no tendríamos que olvidar que posiblemente los mamíferos dominan hoy en día la Tierra debido al meteorito que aniquiló a los dinosaurios en el cretácico, ya que sin ese “pequeño” accidente bien podría ser que nuestro planeta estuviera aún hoy en día dominado por esos grandes animales, y que los mamíferos no hubieran podido desarrollarse y siguieran escondidos en pequeñas cuevas.  

    Responder
    • 3.1
      emilio silvera
      el 3 de abril del 2013 a las 14:30

      Amigo Kike:
      Leyendo tus pensamientos creo estar “oyendo” los míos. Es cierto que, todas esas circuntancias están ahí y, también lo es que, la Naturaleza actúa al margen de que ésto o aquello puede pasar, nada sucede porque nosotros estemos aquí, o, nada sucedió -de manera intencionada- para que nosotros viniéramos. Simplemente, como bien apuntas, las cosas pasaron porque, simplemente podían pasar y, de entre cientos de miles de millones de probabilidades…de vez en cuando, se darán en otros muchos lugares de la misma manera que en este nuestro se hizo una realidad. Confluyeron todas las circunstancias necesarias para la que vida, estuviera presente.
      Un abrazo amigo.

      Responder
  4. 4
    kike
    el 3 de abril del 2013 a las 23:43

    Amigo Emilio; me honras en exceso con lo que dices, ya que nunca se podría asimilar (aunque fuera en ligeros pensamientos), a un maestro de las ciencias, como eres, con un simple aficionado como soy  yo; pero reconozco que tenemos cierta sintonía en la interpretación del cosmos; y eso seguramente no será casualidad; seguramente será el fruto de tus enseñanzas durante varios años, ya que puedo presumir que desde hace ya casi seis años  sigo casi a diario tus artículos, tus comentarios, vamos, casi todo lo que puedo leer procedente de tu persona, y eso posiblemente cree un cierto vínculo; y no solo científico, ya  que pese a no conocernos personalmente, estoy razonablemente convencido de conocer buena parte de tu personalidad; y probablemente te ocurra lo mismo, ya que a través de numerosas misivas a lo largo de los años, la esencia del carácter de cada uno se deja entrever inequívocamente a través de sus diferentes manifestaciones, aunque únicamente sean pequeños razonamientos vertidos  digitalmente, pese a que si solo se leyera una parte de ellos se pudiera  obtener una falsa impresión; es lo que tiene el tiempo, que deja a casi todo y a todos en su verdadero sitio…. 

     …Por cierto; lo de quisquilloso es pura realidad; a veces muestro ese defecto, que no es ni el único ni el más importante de los que padezco, pero ya soy demasiado viejo para cambiar; como diría un castizo:  es lo que hay….;D 

     Un abrazo, Maese. 

    Responder
    • 4.1
      emilio silvera
      el 4 de abril del 2013 a las 4:59

      Sí, estimado amigo, es largo el tiempo que llevamos juntos en estos foros del “querer saber” para saciar la enorme curiosidad que con nosotros llevamos y, tal travesía juntos, finalmente desemboca en una amistad y en un conocimiento que, aunque sea virtual, algo de realidad sí que lleva consigo, toda vez que, la personalidad de cada uno se muestra en sus acciones o pensamientos expresados, el sentir, la perspectiva mostrada deja su huella y deja una imagen.
      Creo que, a estas alturas, es mejor no cambiar y ser uno mismo. En casa me tildan de cascarrabias porque exijo claridad y honestidad en los comportamientos, que cada cual cumpla con lo que tiene que cumplir y haga lo que tiene que hacer. Hay que saber que la vida no nos regala nada y es dura, muy dura de llevar si eres honesto y no te prestar a ciertos “papelitos”. Como verás, comprendo bien que seas quisquilloso y quieras dejar las cosas en su justo lugar.
      Creo que, a estas alturas de nuestras vidas, será mejor no cambiar y seguir siendo nosotros mismos. Por otra parte, amigo mío, no me siento superior a nadie de los que aquí puedan entrar y, como digo siempre, quizá la única ventaja que les puedo llevar (y no siempre), esa que he leído un poco más y tengo buena memoria.
      Un sincero abrazo amigo mío.

      Responder
  5. 5
    Emilio Silvera
    el 7 de octubre del 2013 a las 2:46

    Lo cierto es que, la presencia de la Luna, sigue siendo un gran  misterio. Sabemos de objetos que están situados a decenas, cientos y miles de años luz de nosotros y, sin embargo…, ¡de la Luna no sabemos! Bueno, al menos todo lo que nos gustaría saber.

    Lo mismo nos pasa con muchas, muchas, muchísimas cosas más y, ser conscientes de ello, es el mejor comienzo para empezar esa larga andadura que nos llevará hasta el saber de las cosas.

    Responder

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