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¡Las Nebulosas! Mucho más que simple gas y polvo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Universo asombroso    ~    Comentarios Comments (0)

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¿Cómo será vivir en un planeta, en cuyo sistema planetario alumbren dos soles?

Hasta que supimos que existían otros sistemas planetarios en nuestra Galaxia, ni siquiera se podía considerar esta posibilidad como una prueba de que la vida planetaria fuera algo común en la Vía Láctea. Pero ahora se sabe que más de cien estrellas de nuestra zona de la galaxia tienen planetas que describen órbitas alrededor de ellas. Casi todos los planetas descubiertos hasta ahora son gigantes de gas, como Júpiter y Saturno (como era de esperar, los planetas grandes se descubrieron primero, por ser más fáciles de detectar que los planetas pequeños), sin embargo es difícil no conjeturar que, allí, junto a estos planetas, posiblemente estarán también sus hermanos planetarios más pequeños que, como la Tierra, pudieran tener condiciones para generar la vida en cualquiera de sus millones de formas.


Imagen artística del sistema planetario Gliese 876. Dos planetas gigantes orbitan la estrella (Imagen de Lynette Cook)

Algunas veces nos preguntamos por qué las cosas son como son y si, cuando obtenemos una respuesta en términos de algún principio científico, seguimos preguntando: ¿por qué ese proncipio es verdadero? y, si como un crio maleducado, insistimos una y otra vez, preguntando ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, entonces, más tarde o más temprano, alguien nos llamará reduccionista. Algunas personas otorgan diferentes sentidos a esa palabra, sin embargo, pero supongo que una caracterísitca común de la idea que todo el mundo tiene del reduccionismo es un sentido de jerarquía, de que algunas verdades son menos fundamentales que otras a las que las anteriores pueden ser reducidas, como la la química puede ser reducida a la física.

En comentarios anteriores, ya nos referimos a los elementos más abundantes del Universo: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno (CHON). Lee Smolin, de la Universidad de Waterloo, Ontario, ha investigado la relación existente entre, por una parte, las estrellas que convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, y, por otra parte, las nubes de gas y polvo que hay en éste, que se contrae para formar nuevas estrellas.

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         Aquí vemos parcialmente la Nebulosa de la Burbuja, una extraña imagen de las maravillas que están presentes en el Universo. Cuando expusieron ésta imagen en Observatorio Info, la traducción del original en Astronomía Pictures Of The Day, nos decía:

“Hinchada por el viento procedente de una estrella masiva, esta aparición interestelar tiene una forma sorprendentemente familiar. Catalogada como NGC 7635, también se la conoce como nebulosa de la Burbuja . Aunque parece delicada, la burbuja de 10 años luz de diámetro muestra evidencias de  violentos procesos en marcha. Arriba a la derecha del centro de la Burbuja hay una  estrella O caliente, cientos de miles de veces más luminosa y unas 45 veces más masiva que el Sol. El violento viento estelar y la intensa radiación procedente de esta estrella hizo estallar la  estructura de gas brillante contra el material más denso y dio lugar a la  nube molecular que la  rodea . La intrigante nebulosa de la Burbuja se encuentra en tan sólo 11.000 años luz de distancia en la ostentosa constelación de Casiopea . Esta  vista de aspecto natural de la burbuja cósmica se ha elaborado a partir de datos de banda estrecha que también se han usado para crear uno  modelo 3D .”

En Nebulosas como esta de arriba están las regiones de creación de estrellas más ricas del Universo. El material de estas nubes moleculares se convierten en materia compleja mediante transiciones de fases que se producen en el horno nuclear de las estrellas. De ahí, surgen los materiales químico-biológicos que dan lugar y hace posible el surgir de la vida.

Nuestro hogar dentro del espacio, la Vía Láctea, es una entre los cientos de miles de millones de estructuras similares dispersas por todo el Universo visible, y parece ser una más, con todas las características típicas -de tipo medio en cuanto a tamaño, composición química, etc.- La Vía Láctea tiene forma de disco plano, con alrededor de cien mil años luz de diámetro, y está formada por más de cien mil millones de estrellas que describen órbitas en torno al centro del disco.

El Sol, en realidad, sólo es importante para nosotros al ser el cuerpo central de nuestro Sistema Solar, y con mucho, la estrella más cercana al planeta Tierra y la única que se puede estudiar con todo lujo de detalles. Se clasifica como una estrella G2V: una estrella amarilla con una temperatura efectiva de 5.770 K (tipo espectral G2) y una enana de la secuencia principal (clase de luminosidad V). Los detalles de su composición son sobradamente sabidos por todos y cabe destacar su abundancia de hidrógeno – 71% en masa- y de helio el 27% y elementos más pesados hasta completarlo. Por lo tanto, nuestro Sol no destaca por nada entre esa multitud de de cientos de miles de millones de estrellas.

El Sol es la lámpara maravillosa que, suministra de luz y calor al planeta Tierra para que, los seres vivos que lo habitan, puedan continuar su camino hacia ese futuro que, no siempre está demasiado claro.

Recorre su órbita a una distancia del centro que viene a ser más o menos dos tercios del diámetro. En el centro de la Galaxia las estrellas forman una protuberancia, de tal modo que desde el exterior daría la sensación de estar viendo un enorme huevo frito, en el que la protuberancia sería la yema. Sin embargo, el modo en que este disco gira revela que todo el material brillante (materia bariónica) que compone la parte visible de la Vía Láctea queda sujeto por el tirón gravitatorio de una materia invisible que no brilla ni emite radiación y que viene a ser más o menos diez veces mayor que la materia visible de la Galaxia y que muchos suponen que está diseminada en un halo situado alrededor de ella, extendiéndose mucho más allá del borde del disco de estrellas brillantes.

Descubrir qué es realmente esta materia oscura (yo prefiero llamarla no luminosa o materia escondida, o, incluso, sustancia cósmica que los griegos clásivos llamaban Ylem) constituye un tema de crucial interés para los astrónomos, pero no entraremos ahora en eso, ya que, para lo que estamos tratando, no tiene importancia. Muchas galaxias en forma de disco se caracterizan por una especie de serpentinas que se alejan en espiral desde su centro, lo que hace que se les aplique el nombre de galaxias espirales. Es fácil estudiar las pautas que siguen los llamados “brazos espirales”, porque las galaxias se encuentran relativamente cerca unas de otras, si comparamos estas distancias con sus tamaños.

Andrómeda, la galaxia espiral más cercana comparable a la Vía Láctea, se encuentra con respecto a nosotros a una distancia de poco más de dos millones de años luz; parece una gran distancia, pero la galaxia de Andrómeda es tan grande (un poco mayor que la Vía Láctea) que, incluso a esa distancia, vista desde la Tierra cubre un trozo de cielo del tamaño de la Luna, y puede observarse a simple vista en una noche despejada y sin luz lunar, si nos situamos lejos de las ciudades y de otras fuentes de emisión de luz.

Los brazos espirales, que son una característica tan llamativa en galaxias como la nuestra, son visibles porque están bordeados por estrellas calientes de gran masa que relucen con mucho brillo. Esto significa que también son estrellas jóvenes, ya que no hay estrellas viejas que tengan gran cantidad de masa. Además, su bonito tono azulado las delata, las de más edad, son estrellas marrones oscuras que han agotado su combustible nuclear y han dejado de radiar en el ultravioleta intenso.

No hay misterio alguno en cuanto al modo en que mantienen esa forma espiral. Se debe exclusivamente a un fenómeno de retroalimentación. Las nubes gigantescas a partir de las cuales se forman las estrellas pueden contener hasta un millón de veces la masa del Sol cuando empieza a contraerse gravitatoriamente para formar estrellas. Cada nube que se contrae produce, no una sola estrella de gran tamaño, sino todo un conglomerado de estrellas, así como muchas estrellas menores. Cuando las estrellas brillantes emiten luz, la energía de esta luz estelar (especialmente en la parte ultravioleta del espectro) forma una burbuja dentro de la nube, y tiende a frenar la formación de más estrellas. Sin embargo, una vez que las estrellas de gran masa han recorrido sus ciclos vitales y han explotado, sembrando además el material interestelar con elementos de distintos tipos, la onda expansiva ejerce presión sobre las nubes interestelares cercanas y hace que éstas comiencen a contraerse. El ciclo de repite y nuevas estrellas aparecen en el horizonte de las galaxias.

Las ondas procedentes de distintas supernovas, al entrecruzarse unas con otras, actúan mutuamente para barrer el material interestelar y formar nuevas nubes de gas y polvo que se contraen produciendo más estrellas y supernovas, en un ejemplo clásico de interacción que se mantiene por sí sola en la que intervienen una absorción de energía (procedentes de las supernovas) y una retroalimentación.

 

                                                                                                        Supernova 1987 A

Si la nube es demasiado densa, su parte interna se contraerá gravitatoriamente de manera rápida, formando unas pocas estrellas grandes que recorren sus ciclos vitales rápidamente y revientan la nube en pedazos antes de que puedan formarse muchas estrellas. Esto significa que la generación siguiente de estrellas nace de una nube más delgada, porque ha habido pocas supernovas que barrieran material formando pedazos densos. Si la nube es tan delgada que su densidad queda por debajo de la densidad óptima, nacerán muchas estrellas, y habrá gran cantidad de explosiones supernovas, lo cual producirá gran número de ondas de choque que barrerán el material interestelar, acumulándolo en nubes más densas.

De esta manera, por ambas partes, las retroalimentaciones operan para mantener un equilibrio aproximadamente constante entre la densidad de las nubes y el número de supernovas (y estrellas de tipo Sol) que se producen en cada generación. La propia pauta espiral resulta del hecho de que la galaxia realiza movimiento de rotación y está sometida al tirón gravitatorio que crea la fuerza de marea proveniente de esa materia no luminosa.

                                                               Las fuerzas de marea son muy poderosas

Claro que, la materia interestelar es variada. Existen nubes de gas y polvo fríos, que son ricas en interesantes moléculas y se llaman nubes moleculares gigantes; a partir de estas nubes se forman nuevas estrellas (y planetas). Hay nubes de lo que consideraríamos gas “normal”, formadas por átomos y moléculas de sustancias tales como el hidrógeno, y quizá tan caliente como una habitación cerrada durante toda la noche y con la temperatura de dos cuerpos dormidos y emitiendo calor. Además, hay regiones que se han calentado hasta temperaturas extremas mediante la energía procedente de explosiones estelares, de tal modo que los electrones han sido arrancados de sus átomos para formar un plasma cargado de electricidad.

Nube molecular gigante masiva de gas y polvo interestelar compuesta fundamentalmente por moléculas. Su diámetro típico es de unos 100 años luz y las masas varían entre unos pocos de cientos de miles de masas solares hasta unos diez millones en algunas de ellas. Las NMGs consisten mayoritariamente en moléculas de Hidrógeno (H2 73% en masa), átomos de Helio (He, 25%), partículas de polvo (1%), Hidrógeno atómico neutro (H I, menos del 1%) y un rico cóctel de moléculas interestelares (menos del 0,1%). En nuestra Galaxia hemos podido localizar unos 3000 Nubes Moleculares Gigantes.

También existe una amplia variedad de densidades dentro del medio interestelar. En la modalidad más ligera, la materia que está entre las estrellas es tan escasa que sólo hay un átomo por cada mil centímetros cúbicos de espacio: en la modalidad más densa, las nubes que están a punto de producir nuevas estrellas y nuevos planetas contienen un millón de átomos por centímetro cúbico. Sin embargo, esto es algo muy diluido si se compara con el aire que respiramos, donde cada centímetro cúbico contiene más de diez trillones de moléculas, pero incluso una diferencia de mil millones de veces en densidad sigue siendo un contraste espectacular.

       La Burbuja tiene la friolera de diez años-luz de diámetro. ¿Cómo será ka Nebulosa de grande?

En lo que se refiere a estos objetos, unos pocos investigadores destacaron allá por 1.990 que todos los aspectos -composición, temperatura y densidad- en el medio interestelar dista mucho de ser uniforme. Por decirlo de otra manera más firme, no está en equilibrio, y parece que lo que lo mantiene lejos del equilibrio son unos pocos de procesos asociados con la generación de las pautas espirales en las galaxias.

Esto significa que la Vía Láctea (como otras galaxias espirales) es una zona de reducción de la entropía. Es un sistema auto-organizador al que mantienen lejos del equilibrio, por una parte, un flujo de energía que atraviesa el sistema y, por otra, como ya se va viendo, la retroalimentación. En este sentido, nuestra Galaxia supera el test de Lovelock para la vida, y además prestigiosos astrofísicos han argumentado que las galaxias deben ser consideradas como sistemas vivos.

Continuaré comentando sobre este interesante tema, y, ahora dejemos algunos de los términos que nos explican cuestiones del Universo y sus fuerzas y constantes que, siempre quisimos saber y nunca nos explicaron de manera sencilla que nos permitiera su comprensión.

Son tantas las galaxias que pueblan el Universo, tántos los mundos presentes en las galaxias que, ¿quién sabe lo que nos podremos encontrar por ahí fuera? Cientos de miles de millones de estrellas y, cada una podría estar acompñada de una cohorte de mundos que, en algunos, como sucedió aquí en el planeta Tierra, ha podido surgir la Vida ¡de tántas maneras y formas!

Estos nuevos conocimientos, esas nuevas posibilidades, estos tiempos que corren al comienzo de la segunda década del siglo XXI, dejan lejos, muy lejos ya, aquellos tiempos de grandes pensadores como Tales y Anaximandro que, cuando miramos con nuestras mentes a aquel pasado, no podemos evitar que sintamos una inmensa admiración ahora aquella escuela que surgió hace muchos siglos ya en Abdera, en la Costa de Tracia. Allí, Demócrito y Leucipo, enseñaban que toda la matria está compuesta de minúsculas partículas eternas que ellos llamaron átomos.

¡La grandeza de nuestra especie! En realidad, es la misma grandeza de todo lo pequeño y de todo lo grande que, al fin y alcabo, es lo mismo: ¡Átomos! hechos de Quarks y Leptones. El todas las regiones del Universo ocurren las mismas cosas y están presentes las mismas fuerzas y las mismas constantes que, hacen de nuestro universo el que podemos observar y, hemos podido llegar a comprender que la materia que se transmuta en las estrellas para adquirir complejidad, se sitúa fionalmente en los mundos para que siga evolucionando en presencia de agua y otros factores necesarios hasta que, de la mal llamada “materia inerte”, puede llegar a la conciencia.

emilio silvera

 


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