domingo, 24 de noviembre del 2024 Fecha
Ir a la página principal Ir al blog

IMPRESIÓN NO PERMITIDA - TEXTO SUJETO A DERECHOS DE AUTOR




El Jefe Indio Seatle: Un ejemplo a seguir

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Historia para mirar    ~    Comentarios Comments (1)

RSS de la entrada Comentarios Trackback Suscribirse por correo a los comentarios

 «

               Jefe Indio Seattle (1786 – 1866)

Antiguo es el mundo, pero parece que por fin empezamos a mirar los detalles y a buscar una de vida más ecológica, y al fin y al cabo, mejor para nosotros, ya que uno sin lo otro no sería posible. En este articulo hablamos del Jefe indio Seattle, un jefe indio que tuvo que negociar con el progreso que el hombre blanco implantó en las tierras de América, tierras en las que habían convivido en paz durante tantas generaciones y con el respeto hacia unos medios naturales que más tarde fueron explotados sin consideración, todo lo contrario a lo que indicaban las doctrinas de su pueblo.

Se comprenden las palabras del Jefe Seattle al ahondar en la de vida de su pueblo. La simbiosis con la madre Tierra era total y, como bien expresa en su dircurso, ellos se sentían de la tierra y no al revés. No entraremos en buscar buenos y malos en este articulo, solo queremos destacar como, tras tanto tiempo de su muerte, se convierte en icono de la ecología.

Mis palabras son inmutables estrellas.

Grabados de tiendas indias.

     ¿ podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?

La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa: todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de la hierba fresca, la calor de la piel del potro: todo pertenece a nuestra familia.

South MacMillan rivers.

 El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

El siguiente documento es uno de los más preciados por los ecologistas, se trata de la carta que envió en 1855 el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washinton. Los indios americanos estaban muy unidos a su tierra no conociendo la propiedad, es más consideraban la tierra dueña de los hombres. En numerosos ámbitos ecologistas se le considera como “la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el ”.

Carta del Jefe Indio Seattle

“El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

The Snake River area.

                                              Los ríos son hermanos nuestros.

¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habeis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

 

Su hambre insaciable devorará la tierra y detrás suyo dejará tan sólo un desierto.

     No lo puedo comprender. Nosotros somos de una manera de ser muy diferente. Vuestras ciudades hacen daño a los ojos del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. “Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros.

 

El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

 

 

Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.”

Alguien, conmovido, al leerla dijo: “Para mi es la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente. Es un tema muy conocido por todos, pero no sé porque hoy se me ha venido a la cabeza y después de leerla de nuevo, me ha vuelto a remover algo por adentro, sobre todo hoy en día que vivimos tan deprisa y mal. Muchos ya la conocéis y otros a lo mejor la conocéis pero nunca la habéis leído. Por , os pido a todos que dediquéis unos minutos a leerla.”

                                 Él, en su carta, seguía diciendo:

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

 

 

El Jefe Indio Seattle, que vivió en la sencillez, sin grandes comodidades y, en una verdadera simbiosis con la Tierra de la que, llegó a formar y a la que, como se puede deducir de sus palabras, comprendió a la perfección.

 

El aire es algo precioso el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

 

 

él es un ser de la Naturaleza

El piel roja retrocedió siempre ante el hombre blanco invasor, como la niebla temprana se repliega en las montañas ante el sol de la mañana. Pero las cenizas de nuestros padres son sagradas, sus tumbas son suelo sagrado, y por ello estas colinas, estos árboles, esta parte del mundo es sagrada para nosotros. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra de ser. Tanto le da un pedazo de tierra que otro porque es como un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado la desprecia y sigue su camino, dejando tras él las tumbas de sus padres sin preocuparse. Despoja a sus hijos de la tierra sin que le importe. Olvida la sepultura de sus padres, de igual forma que desprecia el patrimonio de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos o cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras de sí sólo un desierto.

 

 

Cuando el último piel roja haya desaparecido de tierra. Cuando no sea más que un recuerdo su sombra, como el de una nube que pasa por la pradera, entonces todavía estas riberas y estos bosques, estarán poblados por el espíritu de mi pueblo. Porque nosotros amamos este país, como ama el niño los latidos del corazón de su madre.

Consideraremos vuestra oferta de comprar estas tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que nuestro hermano el búfalo al que nosotros sólo matamos para sobrevivir.

¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad espiritual porque todas las cosas están ligadas.

De una cosa estamos bien seguros: la tierra no pertenece al hombre. Es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, la sangre en una familia. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá al hombre.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de nuestros abuelos. que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra más. Todo lo que le haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que le ocurre a la tierra le ocurrirá al hombre. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre en una familia.
Ni si quiera el hombre blanco, cuyo Dios se pasea y habla con él de amigo a amigo, estar exento del destino común. Quizá seamos hermanos, después de todo. Ya veremos.

carta del Jefe Indio Seattle

 

Seguirán, tal vez que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis cualquier noche sofocados por vuestros propios excrementos. El día y la noche no pueden convivir. Somos diferentes. Nuestros muertos viven en los dulces ríos de la tierra, regresan con el paso silencioso de la primavera y su espíritu perdura en el viento que riza la superficie del lago.

Meditaremos la idea del hombre blanco de comprar estas tierras. Pero, ¿puede acaso un hombre ser dueño de su madre? Mi pueblo pregunta: ¿Se puede comprar el aire o la agilidad del venado? ¿Cómo podemos nosotros vender esas cosas, y vosotros cómo podríais comprarlas? ¿Podéis acaso hacer con la tierra lo que os plazca, simplemente porque un piel roja firme un pedazo de papel y se lo entregue a un hombre blanco? Si nosotros no poseemos la frescura del aire, ni el reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos? ¿Acaso podréis volver a comprar los bisontes, cuando hayáis matado el último?

La conexión con la Naturaleza era perfecta

 

El hombre blanco caminará la destrucción rodeado de gloria. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre piel roja con algún propósito especial. Este designio es un misterio para nosotros. Quizás lo comprendiéramos si supiésemos con qué sueña el hombre blanco, qué esperanzas trasmite a sus hijos en las largas noches de invierno y qué ilusiones bullen en su imaginación para anhelar el mañana. Pero nosotros somos salvajes y los sueños del hombre blanco nos permanecen ocultos.

todos los búfalos hayan sido exterminados y todos los caballos salvajes domados, cuando los recónditos rincones de los bosques sean profanados por el aliento de muchos hombres y la vista de las exuberantes colinas esté cerrada por un enjambre de cables parlantes… nos preguntaremos:

¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció.

¿Dónde está el águila? Desapareció.

Así termina la vida y comienza la lucha por la supervivencia….

nosotros meditaremos vuestra oferta de comprar nuestra tierra, pues sabemos que si no aceptamos vendrá seguramente el hombre blanco con armas y nos expulsará. Porque el hombre blanco, que detenta momentáneamente el poder, cree que ya es Dios, a quien pertenece el mundo.

Si os cedemos tierra amadla tanto como nosotros la amábamos, cuidadla tanto como nosotros la cuidamos, y conservad el recuerdo de cómo era cuando la tomasteis. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, educadlos como nosotros, para que respeten y amen la tierra con todo su corazón y su espíritu porque es sagrada.”

Verdaderamente conmovedor.

 

 

Hermosos lugares como este llevó al Jefe Indio Seattle a pensar como lo hacía, la Naturaleza, la Tierra, era él todo, y, en ella, estaban todos sus antepasados. Cuando miraba la tierra y el discurrir rumoroso de un río, oía las voces de su gente. El mensaje que recibía era inequívoco. ¡Si supiéramos seguir su ejemplo!
emilio silvera
 

  1. 1
    emilio silvera
    el 12 de febrero del 2014 a las 9:52

    Leer las palabras de este viejo sabio de la Naturaleza, es sentirte atrapado en el pensamiento limpio del amor a la Tierra que nos ofrece, desde siempre, todo aquello que hemos podido necesitar para vivir, y, nuestro pago por ello, no siempre ha sido bueno.
    Queda claro que la línea de pensamientos de estos seres que vivían apegados a la tierra, a los rios y a los bosques y, sus vecinos y compañeros eran los animales salvajes que les proporcionaban el vestido y el sustento, y, para ellos, ahí estaba su mundo. Entre valles y montañas estaba su feliciudad que, nosotros, llegamos para romper aquel equilibrio del hombre con la Naturaleza.
    ¡Siempre hacemos lo mismo!
    ¿No será nuestro destino destruir?
    Saludos-.

    Responder

Deja un comentario



Comentario:

XHTML

Subscribe without commenting