Feb
18
¡Nuestras Mentes!…¡ ¿Llegaremos a comprenderlas alguna vez?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (0)
Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.
La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica construye que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.
La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad , la teoría de Einstein de la gravitación. De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.
El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que , los posibles agujeros de gusano y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede o puede suceder. De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.
Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad, responda exactamente a lo que ésta es en sí, no parece .
Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los datos que nos suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos datos. Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos capacitan , y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento (inteligencia). Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos, pero éstos son inútiles sin el entendimiento.
A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el . La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento. El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc. (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual.
Lo que ocurría allá arriba, siempre despertó en nosotros y curiosidad
También se da el caso de personas que prácticamente, por cuestiones genéticas o de otra índole, carecen de cualquier por el conocimiento del mundo que les rodea, sus atributos sensoriales y de inteligencia funcionan a tan bajo rendimiento que, sus comportamientos son casi-animales (en el sentido de la falta de racionalidad), son guiados por la costumbre y las necesidades primarias: comer, dormir…
El polo opuesto lo encontramos en múltiples ejemplos de la historia de la ciencia, donde personajes como Newton, Einstein, Riemann, Ramanujan y tantos otros (cada uno en su ámbito del conocimiento), dejaron la muestra al mundo de su genio .
Pero toda la realidad está encerrada en una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes, persiguen.
Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Esta engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención:”Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre simultáneamente posibles”. Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca.
La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos. Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos han los temas que hayan preocuado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.
Para Descartes, como para más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo le conocemos).
Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.
Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros. ¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente ?
Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un ingente de estados conscientes distintos.
Muchos han los que han querido explicar lo que es la conciencia. En 1.940, el gran neurofisiólogo Charles Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el problema de la conciencia. Unos pocos años más tarde también lo intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y, en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos; de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los filósofos para alcanzar una respuesta:
“Suponemos que un proceso fisico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan. Esta concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.
Está claro que en lo más profundo de ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las planteadas o requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado.
Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la misma cosa. Universo-Galaxia-Mente. Nada es independiente en un sentido global, sino que son de un todo y están estrechamente relacionados.
Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras.
Pocas dudas pueden caber a estas alturas de que, el hecho de que podamos estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí .
Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales conciertas estructuras cerebrales de cierta (aunque limitadas) complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.
La conciencia de orden (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.
Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.
Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata da tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.
El carácter de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de , puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.
La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.
En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que no s hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales. En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía.
Ninguna descripción, por prolija que sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva. Muchos filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto. Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color. Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará nunca para que una daltónica consiga experimentar un color.
En un experimento mental filosófico, Mary, una neurocientífica del futuro daltónica, lo sabe todo acerca del visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la discriminación del color. Sin embargo, cuando por fin logra recuperar la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado con la sensación de percibir el color. John locke vio claramente este problema hace mucho tiempo.
Pensemos por un momento que tenemos un amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árabes y los arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las abejas, el aroma y el rumor del río, cuyas aguas cantarinas no cesan de correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción empleáramos.
La mente humana es tan compleja que, no todos ante la misma cosa, vemos lo mismo. Nos enseñan figuras y dibujos y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos sugiere. De entre personas solo coinciden tres, los otro siete divergen en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.
Esto nos viene a demostrar la individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir. Sin embargo, la misma , realizada en grupos de conocimientos científicos similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc. hace que el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma respuesta al problema planteado. Esto nos sugiere que, la mente, está en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para desarrollarse.
¿ Debemos concluir entonces que una explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre fuera de nuestro alcance? ¿O es de manera posible romper esa barrera, tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la conciencia?
Todavía no sabemos encajar las piezas
La respuesta a estas y otras preguntas, en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en este del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física cuántica, existe un principio de incertidumbre que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras razones está el serio inconveniente que su nosotros mismos, ya que, con nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia destrucción.
Una cosa si está clara: ninguna explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno real de lo que la propia mente pueda .
¿ Cómo se podría comparar la descripción de un con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando ?
Hay cosas que no pueden ser sustituidas, por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y márketin se empeñen, lo auténtico siempre será único. Es curioso cómo funciona la Naturaleza. Si miramos unos millones de protones, electrones o neutrones, no podemos ver ninguna diferencia en ninguno de ellos, todos son exactamente iguales. Sin embargo, nosotros los Humanos, somos siete mil millones y, aunque parecidos, nunca podremos encontrar a dos seres iguales, ni físicamente ni mentalmente tampoco, Cada uno de nosotros tiene su propio mundo en su Mente.
emilio silvera
Feb
18
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Futuro incierto ~ Comments (1)
El cerebro es capaz de inventar recuerdos de hechos que nunca ocurrieron y visitar lugares que, ¡no sabemos si existirán en alguna parte! Los cien mil millones de neuronas que no dejan de titilar produciendo fogonazos que hacen saltar las ideas que nos llegan, no pocas veces sin saber de dónde, es aún un gran misterio que los estudiosos tratan de resolver. No se ha podido llegar a saber cómo funciona el cerebro humano y su complejidad es tal que, sólo el universo mismo se le podría comparar.
La capacidad humana para aprender, inventar, buscar recursos, y sobre todo, adaptarse a las circunstancias es bastante grande. A lo largo de los últimos milenios Civilizaciones del pasado han demostrado que desarrollarse y constituir sociedades que apuntan maneras de querer hacer bien las cosas. Bueno, al menos esas son las sensaciones que yo he podido percibir.
Aunque examinando la realidad de los hechos y la Historia del pasado, las perspectivas no se cunplieron…, del todo. No se cumplen dichas espectativas. Sociedades democráticas y de derecho –aquellas polis griegas del pasado-, El sueño de un reparto equitativo de la riqueza es una quimera.
Hay cosas de las que, sin ser los responsables directos, nos hacen sentir verguenza
Medio mundo se muere desnutrido y, el otro medio, se muere por la obesidad. Los pueblos, por motivos religiosos, de ocupación de zonas ricas en recursos energéticos y por otras causas que nunca justificaron el resultado, se están matando en pleno comienzo del siglo XXI.
Mientras estos monstruos sean necesarios… ¡Mal van las cosas!
Con tal panorama, nadie podrá negar que la Humanidad, no se ha ganado el derecho a tal nombre, estamos deshumanizados y en pleno proceso de “humanización”. Tenemos ingenios espaciales que nos envían datos de las estrellas, robots que hacen de planetas lejanos y hacen análisis de la composición del terreno de las lunas de Júpiter o Saturno, satélites orbitando la Tierra que nos facilitan las comunicaciones y nos envían los parámetros del tiempo en los rincones más alejados del globo, ordenadores que se programan para que un láser opere un ojo humano o mil maravillas más. Sin embargo, a pesar de todo eso, dentro de nosotros prevalece el instinto animal salvaje que de manera inconciente, nos hace desconfiar de los demás y nos empuja incluso a matar, de inhumana, por defender aquello que consideramos nuestro o que simplemente queremos. Y mientras que sea así, la “Humanidad” no será “humana”…, todavía. Parece que nos falta evolución y que el proceso continúa, aún falta bastante tiempo para alcanzar el nivel que, de manera definitiva, nos distinga de los animales irracionales. De momento, no hemos podido conquistar esa racionalidad que tanta falta nos hace. En algunos aspectos, nos comportamos como auténticos idiotas.
¿Cuántos problemas podríamos solucionar y cuántos programas de investigación podríamos llevar a buen fin, si se destinaran los presupuestos de todos los países del mundo gastados en armas y ejércitos a causas más nobles? Estamos inmersos en una sociedad del miedo, en la que los poderosos, tienen dominado al mundo que se rige por sus intereses, y, la mayoría de las personas, aunque no tienen cadenas ni grilletes los esclavos del pasado, sí tienen otros amarres que los tienen confinados en un mundo de Hipotecas y de trabajos precarios que, de alguna manera, viene a ser lo mismo.
Hoy parece que me he salido del guión científico para explicar el motivo por el cual (guiado por el egoísmo de unos pocos), la Humanidad está dejando de lado su verdadera obligación de avanzar en el sentido del conocimiento para que, llegado el momento, puedamos hacer frente a los terribles problemas que tendremos que resolver. De momento, el más prioritario y terrible de todos es el de conseguir una digna capacidad de vida para nuestros hermanos, tenemos que procurar una digna forma de vida para todos los seres del planeta y que, de manera práctica y efectiva las regiones ricas acudan en ayuda de las regiones pobres del mundo evitando la miseria, el hambre, la enfermedad y la muerte que sin inmutarnos, estamos presenciando, cada día, cómodamente sentados en nuestro confortable sofá viendo y oyendo las horribles noticias que nos llegan esas desgraciadas regiones. Lo más lamentable es que tales sucesos, por su cotidianidad, han pasado a ser parte de nuestras vidas, se toma como algo inevitable que, al estar lejos de nosotros, no nos afecta.
Habrá que despejar las brumas de la mente que nos impiden ver el paisaje. Tenemos que despertar de este terrible sueño, para poder ver la horrible realidad. Tenemos la obligación moral, ética y social de cambiar el actual de las cosas. El mundo no puede seguir así por mucho tiempo.
Un futuro mejor
Sin importar la procedencia familiar, ni el lugar de nacimiento, y teniendo en las capacidades personales de cada uno, todos, sin excepción, recibirán las enseñanzas más adecuadas a sus capacidades. No podemos dejar escapar mentes de inmensa imaginación y poderosas ideas por el simple hecho de no tener los medios para poder desarrolarlas. Recuerdo, en neste punto que, el padre de Newton, era un humilde y pequeño agricultor que ni sabia escribir. Sin embargo, ello no impidió que su hijo destacara como uno de los científicos más grandes de nuestro mundo.
Matemáticos, físicos, químicos, biólogos, astrónomos, o simples peones de factorías, uno será lo que quiera ser, lo que su mente le permita y sus deseos les exijan, hagámos que sea una realidad el tan aireado -pero inexistente- libre albedrio. Dejémos que cada cual pueda elegir su destino y que surjan escritores, músicos pintores o actores. También el espíritu tiene que ser alimentado.
El mejor amigo… ¡Un libro! Allí, lo mismo encontramos bellas historias que hacen volar nuestra imaginación, como las respuestas a preguntas que nadie nos supo contestar. una fantástica aventura, pasando por un poema de amor, hasta el más intrincado secreto de la Naturaleza
Ahora, cada uno de nosotros -por lo general-, tiene lo que ha podido conseguir, no lo que verdaderamente quería. ¿Cuántos magníficos médicos, profesores, ingenieros o físicos no se habrán perdido por falta de apoyo? Tenemos que poner los medios que sean necesarios para que todos podamos ser lo que realmente queremos, una de las bases de la felicidad está en el principio de realizar aquello que más nos atrae. ¿Cuántas veces hemos oído decir… ¡me gusta tanto lo que hago que, más que un , es un gozo!?
Es totalmente cierto, el que hace lo que le gusta no siente el paso del tiempo, se podría pasar horas y horas inmerso en su trabajo, fascinado con lo que llena sus sentidos, mentalmente situado en su mundo particular, sin que nada le pueda distraer, se aísla del entorno y consigue la felicidad a través de lo que hace.
Está claro que la calidad de vida, en todos los aspectos, estará presente allí donde se esté desarrollando una actividad acorde con los deseos de las personas que la llevan a cabo. Quien desarrolla un no deseado se limita a cumplir de cualquier manera, está todo el rato mirando el reloj deseando que la jornada finalice, su rostro refleja el fastidio que la tarea le produce. Por el contrario, quien hace aquello que de verdad le gusta, lo hará a conciencia, buscará la perfección y la belleza en aquello que realiza, y, mientras lo hace, estará tan centrado y concentrado en su trabajo que, para un atento observador, parciera que está fuera de este mundo, fuera del entorno, sumergido en su propia realidad.
Dicho todo lo anterior, si no conseguimos algún día que todo eso sea una realidad todos, difícilmente lograremos un mundo plenamente desarrollado y habitado por gente felices que, habiendo desarrollado sus intelectos, también, como consecuencia de ello, habrán logrado construir una Sociedad en la que, todos tendrán su lugar y nadie estará ni se sentirá postergado.
¿Cuántos problemas desaparecerán si pudiéramos conseguir eso? Qui´zas algún día lejos, muy lejos aún en el futuro, podremos gozar de un panorama así, en el que todos, tengan la oportunidad de desarrollar sus cualidades y las mentes, plenamente evolucionadas, darán sus ideas que todas las puedan compartir.
¿Que aún falta mucho para que eso llegue -si es que llega algún día-? No tanto como a simple vista nos pueda parecer, el transcurrir del tiempo es inexorable y, lo mismo que todo tuvo un principio, también tendrá un final y, mientras ese final llega, si por el camino podemos alcanzar cosas buenas…, mucho mejor. Cuando me pongo a escribir y a dejar mis ideas por ahí, escritas en las hojas de papel de una libreta, o, en éstas mismas páginas del Blog… Pienso que:
“El gráfico representa un modelo de manguera de un espacio-tiempo de dimensiones más altas de Kaluza-Klein, donde la longitud, o mejor, la dimensión a lo largo de la longitud de la manguera representa el 4-espacio-tiempo normal, y la dimensión alrededor de la manguera representa la dimensión extra “pequeñas” (quizá escala de Planck). Imaginemos un “ser” que habite en mundo, que rebasa estas dimensiones extra “pequeñas”, y por ello no es realmente consciente de ellas.
Es posible que, de la misma manera, también nosotros estémos imposibilitados ver esas dimensiones extra que, sin embargo, nos permita ver más allá de las matemáticas topológicas, más allá de las fluctuaciones de vacío, más allá de los quarks, más allá de las singularidades y… ¿Por qué no decirlo? ¡Más allá de nuestro propio Universo! No podemos olvidarnos de que dentro de varios eones, nuestro Universo podría morir. Estamos obligados a buscar la manera (si existe), de escapar de ese destino fatal.”
“Algo tuyo queda en esas hojas de papel o en las páginas escritas en un blog virtual que, de alguna manera, grita los mensajes que surgen de tu mente”.
Cuando escribo, mis pensamientos recorren los caminos más inesperados, y relaciono cosas que a simple vista nadan tienen que ver con el tema que estoy tratando, pero no es así, todo, de alguna manera, está conectado. Nuestros cerebros son tan complejos que se podrían definir los entes pensante del Universo -en otra ocasión trataremos sobre “La expansión del Universo–La expansión de la mente“, un tema que nos habla de cómo todo evoluciona, cambia y se transforma y, nosotros, no somos ninguna excepción.
¡Ah! Si no podemos aquello que queremos hacer… ¿Dónde queda el libre Albedrío?
No siempre hemos podido elegir el camino a seguir
Así que, al igual que ocurre con el Amor (que nadie puede elegir de quién se podrá enamorar), pasa en los demás estadios de la vida de una persona que, no pocas veces, se ve abocada a situaciones y momentos que cambian su vida sin que nada pueda hacer por remediarlo. Una cosa es nuestra intención y nuestros deseos y otra muy distinta, lo que el destino nos tenga reservado. Cualquier suceso puede cambiar nuestras vidas. Siendo yo pequeño, mi padre fue parte de un terrible suceso. Siendo marinero pescador, en la amdrugada fría y oscura de un día de febrero de hace ya muchos años, el pequeño barco de madera en el que navegaba por las aguas de Cabo Verde, fue embestido por un mercante que lo partío en dos.
Dos días pudo aguantar agarrado a un tablón de su propio barco y, por suerte, los marineros de otro mercante que pasó por allí recogieron y lo llevaron a puerto. Aquella experiencia lo dejó asmático e imposibilitado para poder embarcarse más. Y, siendo aquello lo único que sabía hacer, la familia quedó desampaarada y sin ingresos. En aquellos tiempos no daban subsidios ni pagas por accidentes. Siendo el mayor de los hermanos, aunque un niño en edad de seguir en la escuela, tuve que dejarla y ponerme a trabajar para ayudar en casa y, de ahí, se puede seguir una larga historia que cambió por completo mi vida y también, la de toda mi familia. Un hecho fortuíto, un accidente, cambió nuestro futuro.
¿Quién está exento de que le pase algo similar, de que algún suceso cambie su vida para siempre?
¿El Libre Albedrío? Sí, en una pequeña fracción de nuestros actos, nos permite elegir lo que queremos pero… ¡Nunca podremos hacer todo lo que podamos desear! El Libre Albedrio no existe, es una abstracción, una ilusión de la mente que se nos ha dado para que, no podamos caer en la desesperación al ser consciente de que no somos dueños de nuestros propios destinos. Hacemos todo lo que podemos por conseguir lo deseado y, a vedes, hasta lo podemos conseguir pero… ¡Ahí está lo imprevisto!
emilio silvera
Feb
18
¡Noticia! ¿Una nueva física por “debajo” del cero absoluto?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Noticias ~ Comments (0)
Lo que es normal en invierno para muchas personas, hasta ha sido imposible en la física: Una temperatura por debajo de cero. Para mucha gente, las temperaturas bajo cero en la escala Celsius (grados centígrados) sólo son sorprendentes en verano. En la escala absoluta de temperatura, llamada también escala Kelvin y usada por los físicos, no es posible descender por debajo de cero, al menos no en el sentido de que algo esté más frío que cero grados kelvin.
Según el significado físico de temperatura, la temperatura de un gas está determinada por el movimiento caótico de sus partículas. Cuanto más frío esté el gas, más lentamente se mueven sus partículas. A cero grados Kelvin (273 grados centígrados bajo cero), las partículas dejan de moverse y desaparece todo ese desorden. Por tanto, nada estar más frío que cero grados en la escala Kelvin.
Edificio principal de la Universidad de Múnich
Sin embargo, unos físicos en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich, y el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Garching, ambas instituciones en Alemania, han creado en el laboratorio un gas atómico que llega a alcanzar valores negativos en la escala Kelvin, siguiendo las definiciones convencionales adoptadas. Estas temperaturas absolutas negativas tienen varias implicaciones aparentemente absurdas: Aunque los átomos en el gas se atraen entre sí y producen una presión negativa, el gas no se colapsa, una conducta también postulada en la cosmología para el efecto principal de la energía oscura.
Con la ayuda de temperaturas absolutas negativas, se podría, hipotéticamente hablando, crear motores térmicos capaces de proezas imposibles en el mundo físico conocido, por ejemplo un motor de combustión con una eficiencia termodinámica superior al 100 por cien.
Para convertir al agua en vapor, hay que suministrar energía. A medida que el agua se calienta, las moléculas de agua incrementan su energía cinética y en promedio se mueven cada vez más rápido. Sin embargo, las moléculas individuales poseen energías cinéticas distintas, muy lentas hasta muy rápidas. Los estados de baja energía son más comunes que los de alta energía, es decir, sólo unas pocas partículas se mueven con mucha rapidez. En física, esta distribución se conoce como Distribución de Boltzmann. El equipo de físicos de Ulrich Schneider e Immanuel Bloch ha dado ahora con un gas en el que esta distribución está invertida: muchas partículas poseen energías altas, y sólo unas pocas tienen energías bajas. Esta inversión de la distribución de energía implica que las partículas han asumido, al menos en ese aspecto, una temperatura absoluta negativa.
La Distribución de Boltzmann invertida es el sello distintivo de la temperatura absoluta negativa, y esto es lo que Schneider y Bloch han logrado. Sin embargo, el gas no está más frío que cero grados Kelvin, sino más caliente, otra aparente paradoja.
Como mejor se puede ilustrar el significado de una temperatura absoluta negativa es con esferas que ruedan en un paisaje en el que los valles representan una energía potencial baja, y las colinas una energía potencial alta. Cuanto más rápido se muevan las esferas, mayor es su energía cinética: Si se parte de temperaturas positivas y se aumenta la energía total de las esferas calentándolas, esas esferas se moverán cada vez más hacia regiones de alta energía. Si fuera posible calentar las esferas hasta una temperatura infinita, las probabilidades de que estuvieran en algún punto del paisaje serían la mismas para cualquier punto, independientemente de la energía potencial. Si en esa situación se pudiera añadir aún más energía y por tanto calentar aún más las esferas, éstas se reunirían preferentemente en estados de alta energía, y estarían aún más calientes que una temperatura infinita. La distribución de Boltzmann se invertiría, y la temperatura sería por tanto negativa. A primera vista, puede parecer extraño que una temperatura absoluta negativa sea más caliente que una positiva. Sin embargo, esto es simplemente una consecuencia de la definición histórica de Temperatura Absoluta; si estuviera definida de manera diferente, contradicción aparente no existiría.
La temperatura en el espacio exterior, según todas las mediciones de satélites de microondas, es de -270,43ºC (2,72 Kelvin) y los átomos y moléculas se mueven más despacio que están en un medio más caliente.
Esta inversión de la población de estados de energía no es posible en el agua o en cualquier otro sistema natural, ya que el sistema tendría que absorber una cantidad infinita de energía, algo imposible. Sin embargo, si existiera un límite superior para la energía de las partículas, como sería el caso de la cima de la colina en el símil del paisaje de energías potenciales, la situación sería completamente diferente. El equipo de Bloch y Schneider parece que ha dado ahora con un sistema de gas atómico de ese tipo, caracterizado por un límite superior de energía. Este aparente logro es fruto de su en el laboratorio, siguiendo las propuestas teóricas de Allard Mosk y Achim Rosch.
Hipotéticamente, la existencia de materia a temperaturas absolutas negativas tiene toda una serie de implicaciones sorprendentes, de las que destaca la ya citada de un motor de combustión con una eficiencia superior al 100 por cien. Sin embargo, esto no significa que se viole la ley de conservación de la energía. Lo que ocurriría es que el motor no sólo podría absorber energía de un medio más caliente, sino también de uno más frío.
El logro de los físicos de Múnich también podría ser interesante para la cosmología, ya que la conducta termodinámica de la temperatura negativa presenta semejanzas con la llamada energía oscura. Los cosmólogos consideran que la energía oscura es la fuerza misteriosa que acelera la expansión del universo, cuando parece lógico que el cosmos debería contraerse por la atracción gravitatoria todas las acumulaciones de masa del cosmos.
Existe un fenómeno similar en la nube atómica creada en el laboratorio de Múnich: El experimento se basa en el hecho de que los átomos en el gas no se repelen sí como en un gas convencional, sino que sus interacciones son de atracción. Esto significa que los átomos ejercen una presión negativa en vez de una positiva. Como consecuencia, la nube de átomos “quiere” contraerse y debería colapsarse, tal como cabría esperar que pasara con el universo bajo el efecto de la gravedad. Pero debido a la temperatura negativa de la nube de átomos, esto no sucede.
Fuente: NCYT Amazings
Feb
18
¡La Curiosidad! La madre del saber
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El saber del mundo ~ Comments (0)
Buscando Historias del Pasado
¡Qué bonito sería si las piedras pudieran hablar! ¿Qué nos contarían éstas?
Todos los asiduos a este lugar, sabéis de mi curiosidad insaciable por las cosas, por lo que pasó, por las Civilizaciones antiguas, por los misterios que la materia encierra, y, en fin, por el Universo y las historias de las criaturas que lo pueblan y que, en la antigüedad, estuvieron aquí. Cuando se tiene ante los ojos lugares que, como el que arriba podemos contemplar, nos transportan al pasado, primero lo miramos muy atentamente fijándonos en los detalles y, cerrando los ojos, podemos imaginar cómo las personas que hace muchos años estuvieron ahí, deambulaban y hacían su vida cotidiana dentro del entorno que les tocó vivir.
Existen lugares en los que, se han conservado más vivos y realistas los recuerdos del pasado y, en la India, donde al contrario que en China, no cruzan el cielo los Dragones, serpientes o Aves monstruosas, nos dicen que fueron máquinas, las que, el asombro de todos, cruzaban el cielo. ¿Cuántas leyendas, o, ¿historias? nos llegan del pasado… Será difícil discernir dónde está la realidad y comienza la imaginación.
James Churchward, el desconcertante estudioso inglés cuyas investigaciones no son nada desdeñables, siempre y cuando no se aproximan a las especulaciones teosofistas, nos habla de un manuscrito que contiene la descripción de una nave aérea de hace 20.000 años.
“La energía” –detalla en una obra redactada varios lustros antes de que se hablara de astronaves y satélites artificiales- se obtiene de la atmósfera de manera simple y poco costosa. En la obra daba una amplia explicación del motor y sus compartimentos y cámaras y de las increíbles propiedades que la nave tenía que, incluso, podía quedar estática en el aire, o, salir disparada como un rayo hacia lo más alto del cielo desaparecer de la vista.
¿Fantasías? Escuchemos un relato de la Academia Internacional de Investigaciones sánscritas de Mysore: “Los manuscritos cuya traducción del sánscrito presentamos, describen varios tipos de “vimana” (naves que se mueven por sí mismas), capaces de viajar por su propio impulso por tierra, agua y aire, y, asimismo, de planeta a planeta. Parece que los vehículos aéreos podían detenerse en el cielo quedar inmóviles, y que estaban dotados de instrumentos capaces de señalar, incluso a distancia, la presencia de aparatos enemigos.
(El relato fue publicado en la India por el especialista Maharshi Bharadaja con el título Aeronáutica del pasado prehistórico.)
Numerosísimos testimonios nos vienen a confirman ampliamente lo anterior. Por ejemplo tenemos una amplia muestra en el Samaranganasutradhara que narra la historia de vuelos fantásticos realizados por el mundo, y hacia el Sol y las estrellas. Un documento de época precristiana nos suministra una detallada descripción del carro celeste de Rama. La narración nos dice: “…el carro se movía por sí solo y era grande y estaba bien pintado; tenía dos pisos, muchas habitaciones y ventanas…”, cuyas hazañas, canta Valmiki el Herodoto indio: “El carro celeste, que posee una fuerza admirable, alada de velocidad, dorado en su y en su esplendor… El carro celeste ascendió por encima de la colina y del valle boscoso…alado como el rayo, dardo de Indra, fatal como el relámpago del cielo, envuelto en humo y destellos flameantes, rápida proa circular” (del Ramayana, que narra la epopeya de Rama).
Centenares y centenares de historias semejantes nos podemos encontrar a lo largo de las tradiciones hundúes: “ahí va la divina Maya volando en un carro de oro circular, que mide 12.000 codos de circunferencia, capaz de alcanzar las estrellas”, y, hete aquí el “caballo metálico del cielo” del rey Satrugit y el “carruaje del aire” del rey Pururavas. También el siglo IV de nuestra era encontramos a un héroe aeronauta, el monje budista Gunarvarman, quien se va desde Ceylán a en un aparato similar a los antiguos, sacado quién sabe de dónde.
Según se deduce de estos antiquísimos manuscritos en sánscrito, aquellos hindúes prehistóricos (o lo que realmente pudieran ser), no utilizaban aquellos ingenios voladores excursiones de placer, sino que, según nos cuentan los relatos, las acciones bélicas eran también cotidianas que describen terribles batallas.
Un bajorrelieve en Angkor Wat (Camboya) representa a Rávana Rávana peleando en la batalla de Lanka, el clímax del Ramaiana.
Rávana, el rey de los demonios de Ceylán, enemigo mortal de Rama, “voló sobre los adversarios (según nos narra un manuscrito del año 500 a, de C.) haciendo caer ingenios que causaron grandes destrucciones. Finalmente, fue capturado y muerto, y su máquina celeste cayó en manos del capitán hindú Ram Chandra, quién, sirviéndose de ella, voló a la capital, Adjhudia…”
Y esto no son más que bagatelas. “El Bhisma Parva –recuerda Drake- menciona armas la “verga de Brahma” y el “Rayo de Indra”, cuyos efectos se parecen a los producidos por la energía nuclear. El Drona Parva nos habla del “señor Mahadeva” y de sus terribles lanzas volantes (¿misiles?) capaces de destruir ciudades enteras fortificadas…, y describe las fantásticas armas de Agni, que aniquilaron ejércitos completos y devastaron la Tierra bombas de Hidrógeno.”
¿Es posible que no se hayan conservado trazas de estos alucinantes conflictos? Los restos existen, y numerosísimos –responden los investigadores-. Basta que nos tomemos la molestia de ir en su busca. No es una empresa fácil, luego, puesto que, desde hace milenios la jungla se ha espesado sobre las ruinas, pero si consiguiéramos localizar todas las “ciudades muertas” de la gran península, constelaríamos el mapa de la India de tantos puntos como los que, en un Atlas, nos indican los centros de población actuales.
De vez en cuando aparecen descripciones a este respecto que nos dejan perplejos. El explorador De Camp, por ejemplo, refirió haber visto, en la zona que se extiende el Ganges y los montes Rajmahal, ruinas carbonizadas por algo que no podía ser un simple incendio, por violento que éste fuera. Algunas piedras gigantescas aparecían fundidas y desenterradas en varios puntos, “como bloques de estaño afectados por la salpicadura de una colada de acero”.
Más al Sur, el oficial británico J. Campbell se topó, en los veinte, con ruinas similares, y quedó sorprendido por un extrañísimo detalle: en el pavimento semivitrificado de lo que debió de ser un patio interior, parecían haber sido impresas, por una fuerza desconocida, formas de cuerpos humanos.
Otros viajeros refieren haber descubierto en el corazón de los bosques indios ruinas de edificios nunca vistos, con paredes “semejantes a gruesas losas de cristal” asimismo perforadas, resquebrajadas y corroídas por agentes desconocidos. Y habiendo penetrado en una de estas construcciones, parecida a una cúpula baja, el explorador y cazador H. J. Hamilton se encontró con la mayor sorpresa de su vida.ç
“En una parte –recuerda-, el suelo cedió bajo mis pies con un extraño crujido. Me puse a seguro y, luego, ensanché con la culata del fusil el boquete que se había abierto, y me introduje en él. Me encontré en una estancia larga y estrecha que recibía luz por una grieta de la bóveda. Al fondo, vi una especie de mesa y un asiento del mismo “cristal” de que estaban hechas las paredes.
En el asiento, se enroscaba una forma extraña, de contornos vagamente humanos. Observándola de cerca, me pareció, al principio, que se trataba de una estatua deteriorada por la acción del tiempo, pero, luego, descubrí algo que me llenó de horror: bajo el “vidrio” que revestía aquella estatua, ¡se podían distinguir claramente los detalles del esqueleto!”.
Muros, muebles y seres humanos vitrificados… ¿Qué tremendos secretos se esconden entre las líneas del Mahabrata y del Drona Parva?
“En los textos religiosos hindúes se describen con gran detalle aparatos voladores con terribles armas. Sobre todo en los Vedas, que se tienen por las fuentes más antiguas. La palabra veda significa «conocimiento sagrado». Uno de estos textos, el Rigveda, es una colección de 1.028 himnos a los dioses. Afirma sin ambigüedades que estas máquinas voladoras venían del cosmos a la Tierra y que los dioses descendieron personalmente a impartir conocimientos a los seres humanos. Del mismo modo que en las leyendas judías, en los textos hindúes se describen batallas los dioses; pero no en un cielo indefinido de gloria espiritual, sino «en el firmamento sobre la Tierra». En el «Vanaparvan», que pertenece al Mahabharata hindú, se describen las residencias de los dioses como lugares situados en el espacio, que giraban en órbita muy por encima de la Tierra. Lo mismo encontrarse en el Sabhaparva. Estas enormes estaciones espaciales tenían nombres tales como Vaihayasu, Gaganacara y Khecara. Eran tan grandes que las naves-lanzadera, llamadas vimanas, podían entrar en su interior por enormes puertas.”
Cuando uno lee todas estas “historias”, no sería nada extraño que al quedar profundamente dormidos, nuestra mente regrese a los recuerdos de lo que allí le contaron y pueda imaginarse que vienen visitantes no invitados. Nunca podremos poner freno a nuestros pensamientos, es la única libertad real de la que podemos disponer, se generan sin que podamos remediarlo y, para nosotros, en exclusiva, escenifican los más variados, extraños, o, cotidianos escenarios. Esos pensamientos imaginativos reflejan nuestras inquietudes pero, también, no pocas veces, nos hablan de cosas que no podemos explicar.
emilio silvera