Abr
5
Dos verdades… ¿Incompatibles?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Sin categoría ~ Comments (0)
El “universo” de lo muy pequeño y el de lo muy grande… ¡Parecen incompatibles y, sin embargo…
El mundo de la Física tiene planteado un gran problema y los físicos son muy conscientes de ello, conocen su existencia desde hace décadas. El problema es el siguiente:
Existen dos pilares fundamentales en los cuales se apoya toda la física moderna. Uno es la relatividad general de Albert Einstein, que nos proporciona el marco teórico para la comprensión del universo a una escala máxima: estrellas, galaxias, cúmulos (o clusters) de galaxias, y aún más allá, hasta la inmensa expansión del propio universo.
El otro pilar es la mecánica cuántica, que en un primer momento vislumbro Max Planck y posteriormente fue desarrollada por W. Heisemberg, Schrödinger, el mismo Einstein, Dirac, Niels Bohr y otros, que nos ofrece un marco teórico para comprender el universo en su escala mínima: moléculas, átomos, y así hasta las partículas subatómicas, como los electrones y quarks.
Durante años de investigación, los físicos han confirmado experimentalmente, con una exactitud casi inimaginable, la practica totalidad de las predicciones que hacen las dos teorías. Sin embargo, estos mismos instrumentos teóricos nos llevan a una conclusión inquietante: tal como se formulan actualmente, la relatividad general y la mecánica cuántica no pueden ser ambas ciertas a la vez.
Nos encontramos con que las dos teorías en las que se basan los enormes avances realizados por la física durante el último siglo (avances que han explicado la expansión de los cielos y la estructura fundamental de la materia) son mutuamente incompatibles. Cuando se juntan ambas teorías, aunque la formulación propuesta parezca lógica, aquello explota; la respuesta es un sinsentido que nos arroja un sin fin de infinitos a la cara.
Así que si tú, lector, no has oído nunca previamente hablar de este feroz antagonismo, te puedes preguntar a que será debido. No es tan difícil encontrar la respuesta. Salvo en algunos casos muy especiales, los físicos estudian cosas que son o bien pequeñas y ligeras (como los átomos y sus partes constituyentes), o cosas que son enormes y pesadas (como estrellas de neutrones y agujeros negros), pero no ambas al mismo tiempo. Esto significa que sólo necesitan utilizar la mecánica cuántica, o la relatividad general, y pueden minimizar el problema que se crea cuando las acercan demasiado; las dos teorías no pueden estar juntas. Durante más de medio siglo, este planteamiento no ha sido tan feliz como la ignorancia, pero ha estado muy cerca de serlo.
No obstante, el universo puede ser un caso extremo. En las profundidades centrales de un agujero negro se aplasta una descomunal masa hasta reducirse a un tamaño minúsculo. En el momento del Bing Bang, la totalidad del universo salió de la explosión de una bolita microscópica cuyo tamaño hace que un grano de arena parezca gigantesco. Estos contextos son diminutos y, sin embargo, tienen una masa increíblemente grande, por lo que necesitan basarse tanto en la mecánica cuántica como en la relatividad general.
Por ciertas razones, las fórmulas de la relatividad general y las de la mecánica cuántica, cuando se combinan, empiezan a agitarse, a traquetear y a tener escapes de vapor como el motor de un viejo automóvil. O dicho de manera menos figurativa, hay en la física preguntas muy bien planteadas que ocasionan esas respuestas sin sentido, a que me referí antes, a partir de la desafortunada amalgama de las ecuaciones de las dos teorías.
Aunque se desee mantener el profundo interior de un agujero negro y el surgimiento inicial del universo envueltos en el misterio, no se puede evitar sentir que la hostilidad entre la mecánica cuántica y la relatividad general está clamando por un nivel más profundo de comprensión.
¿Puede ser creíble que para conocer el universo en su conjunto tengamos que dividirlo en dos y conocer cada parte por separado? Las cosas grandes una ley, las cosas pequeñas otra.
No creo que eso pueda ser así. Mi opinión es que aún no hemos encontrado la llave que abre la puerta de una teoría cuántica de la gravedad, es decir, una teoría que unifique de una vez por todas las dos teorías más importantes de la física: mecánica cuántica + relatividad general.
La teoría de supercuerdas ha venido a darme la razón. Los intensos trabajos de investigación llevada a cabo durante los últimos 20 años demuestran que puede ser posible la unificación de las dos teorías cuántica y relativista a través de nuevas y profundas matemáticas topológicas que han tomado la dirección de nuevos planteamientos más avanzados y modernos, que pueden explicar la materia en su nivel básico para resolver la tensión existente entre las dos teorías.
En esta nueva teoría de supercuerdas se trabaja en 10, 11 ó en 26 dimensiones, se amplía el espacio ahora muy reducido y se consigue con ello, no sólo el hecho de que la mecánica cuántica y la relatividad general no se rechacen, sino que por el contrario, se necesitan la una a la otra para que esta nueva teoría tenga sentido. Según la teoría de supercuerdas, el matrimonio de las leyes de lo muy grande y las leyes de lo muy pequeño no sólo es feliz, sino inevitable.
Esto es sólo una parte de las buenas noticias, porque además, la teoría de las supercuerdas (abreviando teoría de cuerdas) hace que esta unión avance dando un paso de gigante. Durante 30 años, Einstein se dedicó por entero a buscar esta teoría de unificación de las dos teorías, no lo consiguió y murió en el empeño; la explicación de su fracaso reside en que en aquel tiempo, las matemáticas de la teoría de supercuerdas eran aún desconocidas. Sin embargo, hay una curiosa coincidencia en todo esto, me explico:
Tensor de curvatura de Einstein: ecuación
Representación de la curvatura dada por la ecuación de campo de Einstein sobre el plano de la eclíptica de una estrella esférica: Dicha ecuación relaciona la presencia de materia con la curvatura adquirida por el espacio-tiempo
Cuando los físicos trabajan con las matemáticas de la nueva teoría de supercuerdas, Einstein, sin que nadie le llame, allí aparece y se hace presente por medio de las ecuaciones de campo de la relatividad general que, como por arte de magia, surgen de la nada y se hacen presentes en la nueva teoría que todo lo unifica y también todo lo explica; posee el poder demostrar que todos los sorprendentes sucesos que se producen en nuestro universo (desde la frenética danza de una partícula subatómica que se llama quark hasta el majestuoso baile de las galaxias o de las estrellas binarias bailando un valls, la bola de fuego del Big Bang y los agujeros negros) todo está comprendido dentro de un gran principio físico en una ecuación magistral.
Esta nueva teoría requiere conceptos nuevos y matemáticas muy avanzados y nos exige cambiar nuestra manera actual de entender el espacio, el tiempo y la materia. Llevará cierto tiempo adaptarse a ella hasta instalarnos en un nivel en el que resulte cómodo su manejo y su entendimiento. No obstante, vista en su propio contexto, la teoría de cuerdas emerge como un producto impresionante pero natural, a partir de los descubrimientos revolucionarios que se han realizado en la física del último siglo. De hecho, gracias a esta nueva y magnifica teoría, veremos que el conflicto a que antes me refería existente entre la mecánica cuántica y la relatividad general no es realmente el primero, sino el tercero de una serie de conflictos decisivos con los que se tuvieron que enfrentar los científicos durante el siglo pasado, y que fueron resueltos como consecuencia de una revisión radical de nuestra manera de entender el universo.
El primero de estos conceptos conflictivos, que ya se había detectado nada menos que a finales del siglo XIX, está referido a las desconcertantes propiedades del movimiento de la luz.
Isaac Newton y sus leyes del movimiento nos decía que si alguien pudiera correr a una velocidad suficientemente rápida podría emparejarse con un rayo de luz que se esté emitiendo, y las leyes del electromagnetismo de Maxwell decían que esto era totalmente imposible. Einstein, en 1.905, vino a solucionar el problema con su teoría de la relatividad especial y a partir de ahí le dio un vuelco completo a nuestro modo de entender el espacio y el tiempo que, según esta teoría, no se pueden considerar separadamente y como conceptos fijos e inamovibles para todos, sino que por el contrario, el espacio-tiempo era una estructura maleable cuya forma y modo de presentarse dependían del estado de movimiento del observador que lo esté midiendo.
El escenario creado por el desarrollo de la relatividad especial construyó inmediatamente el escenario para el segundo conflicto. Una de las conclusiones de Einstein es que ningún objeto (de hecho, ninguna influencia o perturbación de ninguna clase) puede viajar a una velocidad superior a la de la luz. Einstein amplió su teoría en 1915 – relatividad general – y perfeccionó la teoría de la gravitación de Newton, ofreciendo un nuevo concepto de la gravedad que estaba producida por la presencia de grandes masas, tales como planetas o estrellas, que curvaban el espacio y distorsionaban el tiempo.
Tales distorsiones en la estructura del espacio y el tiempo transmiten la fuerza de la gravedad de un lugar a otro. La luna no se escapa y se mantiene ahí, a 400.000 Km de distancia de la Tierra, porque está influenciada por la fuerza de gravedad que ambos objetos crean y los mantiene unidos por esa cuerda invisible que tira de la una hacia la otra y viceversa. Igualmente ocurre con el Sol y la Tierra que, separados por 150 millones de kilómetros, están influidos por esa fuerza gravitatoria que hace girar a la Tierra (y a los demás planetas del Sistema Solar) alrededor del Sol.
Así las cosas, no podemos ya pensar que el espacio y el tiempo sean un telón de fondo inerte en el que se desarrollan los sucesos del universo, al contrario; según la relatividad especial y la relatividad general, son actores que desempeñan un papel íntimamente ligado al desarrollo de los sucesos.
El descubrimiento de la relatividad general, aunque resuelve un conflicto, nos lleva a otro. Durante tres décadas desde 1.900, en que Max Planck publicó su trabajo sobre la absorción o emisión de energía de manera discontinua y mediante paquetes discretos a los que él llamo cuantos, los físicos desarrollaron la mecánica cuántica en respuesta a varios problemas evidentes que se pusieron de manifiesto cuando los conceptos de la física del siglo XIX se aplicaron al mundo microscópico. Así que el tercer conflicto estaba servido, la incompatibilidad manifiesta entre relatividad general y mecánica cuántica.
La forma geométrica ligeramente curvada del espacio que aparece a partir de la relatividad general, es incompatible con el comportamiento microscópico irritante y frenético del universo que se deduce de la mecánica cuántica, lo cual era sin duda alguna el problema central de la física moderna.
Las dos grandes teorías de la física, la relatividad general y la mecánica cuántica, infalibles y perfectas por separado, no funcionaban cuando tratábamos de unirlas resulta algo incomprensible, y, de todo ello podemos deducir que, el problema radica en que debemos saber como desarrolar nuevas teorías que modernicen a las ya existentes que, siendo buenas herramientas, también nos resultan incompletas para lo que, en realidad, necesitamos.
emilio silvera
Abr
5
Abrir nuevos caminos no siempre ha sido fácil
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Curiosidades ~ Comments (0)
Si conociéramos las historias que nos llevan al origen de las cosas… Así lo prueba la costumbre china de llamar “balsas estelares” a sus juncos de mar abierto y la leyenda de que Jasón el argonauta fue el primer hombre que recurrió a las constelaciones para memorizar el cielo nocturno. Cuando Magallanes cruzó el Pacífico, su flota siguió una estrella artificial que consistía en una antorcha encendida colocada en la popa de su barco, y navegó por aguas que habían atravesado miles de años antes los colonizadores de Micronesia, Australia y Nueva Guinea, aventureros tripulantes de canoas que llevaban sus mapas estelares en su cabeza. Virgilio puso de relieve la importancia de observar las estrellas en su relato de la fundación de Roma por Eneas
“Y todavía la noche, impulsada por las horas,
No había llegado a la mitad de su curso: de su lecho
Se levanta Palinuro, siempre vigilante,
Examina todos los vientos y capta en su oido
Las brisas; en los cielos silenciosos
Observa las estrellas que los atraviesan,
Arturo, y las lluviosas Híades.
Y las Osas gemelas y Orion cubierta de oro.
Y cuando todo lo que ve está en calma en el cielo despejado,
Da desde la popa la clara señal.
Levantamos el campo, reiniciamos nuestro camino
Ydesplegamos nuestrasa velas.
Y ya el Alba el cielo
Enrojecía mientras huían las estrellas,
Cuando a lo lejos contmplamos las sombreadas colinas
Y abajo Italia. “¡Italia!”
En otros comentarios he hablando de los viajes de Marco Polo por la ruta de la seda que de niños nos fascinaron a todos, aquellas aventuras en el imperio chino tan exótico para nuestra imaginación. Sigamos con otros aventureros de épocas pasadas.
Ibn Battuta (1304-entre 1368 y 1377) figura desde siempre en la nómina de “galácticos” del mundo musulmán. Su crónica viajera, Rihla (título original, Regalo de curiosos sobre peregrinas cosas de ciudades y viajes maravillosos), supone el más alto exponente del género en una cultura en gran medida en el contacto y ósmosis con gentes y paisajes absolutamente dispares. Además de la reverencia que le otorga el mundo islámico como héroe, aventurero y sabio, modernamente en Occidente se ha enriquecido su fama con la fascinación que ejerce la patria chica de Ibn Battuta, Tánger.
Fue un gran viajero de la Edad Media fue el árabe Ibn Battuta, que partió de su casa de Tánger en 1.325 con el objetivo, en primera instancia, de Peregrinar a la Meca. No obstante, una vez alcanzada su meta, Ibn Battuta decidió ir más lejos.
El más famoso de los viajeros árabes. Viajó a lo largo de la costa oriental de África y llegó luego a Asia Menor, antes de adentrarse en Asia central en dirección a Afganistán y la India, país en el que fue muy bien recibido (era un cadí), como hombre culto y educado.
Ibn Battuta vivió durante siete años en la India, y como ya le ocurriera a Marco Polo, se convirtió en embajador del gobernante del país, el Sultán de Deli, en cuyo nombre realizó un viaje a China. Durante el camino tuvo muchas aventuras, fue asaltado, robado y abordonado por los bandidos que lo dieron por muerto, pero finalmente consiguió llegar a China en 1.346 o 1.347.
En los puertos chinos, Ibn Battuta encontró a muchos musulmanes, a los que en ningún sitio sorprendió su llegada. Tras regresar a su hogar, el siguiente viaje que realizó fue a España; luego partió para África Occidental y llegó hasta el río Níger, donde una vez más fue bien acogido, en esta ocasión por musulmanes negros. El relato de sus viajes se convirtió en la base de los estudios geográficos, astronómicos y marítimos en los centros de aprendizaje musulmanes de Córdoba y Toledo. Estas tradiciones contribuyeron en forma importante a las ideas que inspiraron los viajes de Colón.
Ibn Battuta es recibido por Mohammed ibn Tughliq
El horizonte mental de Cristóbal Colón estaba de algún modo determinado, por lo menos en parte, por las experiencias y datos dejados por estos andares viajeros. Por ser muy conocida para nosotros, no haré aquí un resumen de la historia que existe sobre el viaje de Colón que salió buscando una cosa y encontró otra. En realidad Colón (re) descubrió América.
Estaba fascinado por Asia y por los pueblos y tesoros exóticos (su libro de la traducción del libro de Marco Polo, realizada a principios del siglo XIV por el fraile dominico Pepino de Bolonia, tenía 366 anotaciones de puño y letra de Colón que, de alguna manera permite reconstruir, en buena medida, el horizonte metal del personaje que, en primer lugar, estaba enfocado hacia los grandes tesoros.
Claro que fue importante lo que hizo. Claro que los peligros y la audacia de la empresa son dignos de elogio. Sin embargo, había que profundizar mucho en la incidencia real de la llegada de Colón a aquellas tierras. Yo preguntaría a los nativos cultos a ver que dicen.
De viajes y exploradores podríamos llenar muchas páginas, pero no puede ser, y, antes de empezar otro tema, si me gustaría dejar constancia aquí de que, la Carta de Navegación más antigua que incluye tanto el Viejo como el Nuevo Mundo es española y fue elaborada en el año 1.500 por el cartógrafo y piloto vizcaíno Juan de la Cosa, que acompañó a Colón en su segundo viaje.
1513. Mapa de Piri Reis
El enigma que se ha establecido en torno a este mapa estriba en que también dibuja tierras en la parte sur del mundo y algunos han creído ver en estas tierras una Antártida unida al continente americano, dibujada con exactitud hasta en sus menores detalles. En 1513 no se había explorado aún el extremo sur del continente, y mucho menos la Antártida; además, según los expertos en grandes enigmas, las tierras dibujadas con tanta precisión se hallan miles de metros por debajo del manto de hielo, lo que significa que Piri Reis tuvo que inspirarse en mapas de hace más de 11.000 años, justo cuando la Antártida no era aún un continente helado.
Sin embargo, la explicación más razonable es también la más probable. No son pocos los mapas que conciben el Nuevo Mundo como un continente unido a los demás formando un inmenso anillo que abraza a un océano único. Lo cierto es que los viejos mitos cosmográficos pesaban todavía mucho después del descubrimiento de América. La concepción de la tierra seguía siendo fuertemente medieval y había muchas opiniones respecto a su tamaño, a la disposición de los océanos y a la forma de los continentes. Pero a pesar de toda esta confusión, o quizás por ella misma, fue éste un siglo vertiginoso. Nunca la concepción del mundo, su forma y su tamaño sufrió una convulsión tan grande como la experimentada a lo largo del siglo XVI.
Detalle de las Antillas en el mapa de Juan de la Cosa
La Carta Universal de Juan de la Cosa , fechada en 1500, año en que se inicia el gran siglo del reinado de Carlos V. Fue en su tiempo la precursora de la gran expansión americana durante el reinado del Emperador. Esta pintada sobre pergamino, en dos piezas unidas. Fue trazada por Juan de la Cosa en el Puerto de Santa María. Reúne la representación de todos los conocimientos geográficos de la época, reseñándose ya en ella los descubrimientos realizados por Colón en sus viajes de 1492, 1493 y 1498, los de Ojeda y Vicente Yáñez Pinzón, así como los de Sebastián Caboto en América del Norte. Figuran asimismo, las costas de América del Sur desde el Cabo de la Vela al de San Agustín y una parte de Brasil.
Pero volvamos a comentar sobre cosas fascinantes de sabios y estudiosos que descubrieron y luego revelaron a Europa los logros más destacados y maravillosos de civilizaciones desaparecidas. Estos descubrimientos pronto fueron ampliados por otros, con lo que el siglo XIX se convirtió en la cuna y la época dorada (en Occidente al menos) de otra nueva disciplina:
La arqueología.
La arqueología (un término que se uso por primera vez en la década de 1.860) amplió y profundizó el trabajo de la filología, al ir más allá de los textos y confirmar que, en efecto, los hombres tenían un pasado distante anterior a la escritura, una prehistoria. Muchos han sido los restos que nos hablan del paso de la Humanidad por este mundo, de las antiguas ciudades que construyeron, de los objetos que inventaron, de…
En 1.802, el maestro de escuela Georg Friedrich Grotefend (1.775-1.853) envió tres artículos a la Academia de Ciencias de Gotinga en los que revelaba que había descifrado la escritura cuneiforme de Persépolis, algo que había conseguido principalmente reorganizando los grupos de cuñas (similares a las huellas de los pájaros sobre la arena) y añadiendo espacios entre grupos de letras, y relacionando luego su forma con el sánscrito, una lengua (geográficamente) cercana.
Grotefend consideraba que algunas de las inscripciones eran listas de reyes y que el nombre de algunos de estos era conocido. Las demás formas de cuneiforme, incluida la babilónica, se descifraron algunos años más tarde. En la década de 1.820, Champollion descifró los jeroglíficos egipcios, en 1.847 sir Austen Layrd excavó Nínive y Ninrud, en lo que hoy es Irak, y descubrió las maravillosos palacios de Assurnasirpal II, rey de Asira (885-859 a.c.), y Sennacherib (704-681 a.c.). Los enormes guardianes de las puertas encontrados allí, semitoros y leones de dimensiones mucho más grandes que las reales, causaron sensación en Europa, todo aquello popularizó la Arqueología.
Ruinas de Persépolis
Estas excavaciones condujeron finalmente al descubrimiento de una tablilla en cuneiforme en la que estaba escrita la epopeya de Gilgamesh, notable por dos razones: en primer lugar, era mucho más antigua que los poemas homéricos y la Biblia; en segundo lugar, diversos episodios del relato, como el de la gran inundación, eran similares a los que recogía el Antiguo Testamento.
La tablilla cuneiforme más famosa de Mesopotamia, es la Tablilla del Diluvio, relata parte de la epopeya de Gilgamesh.
Cada uno de aquellos descubrimientos aumentaba la edad de la Humanidad y arrojaba nueva luz obre las Sagradas Escrituras. Sin embargo, con excepción de la epopeya de Gilgamesh, ninguno de ellos aportaba nada realmente nuevo en términos de datación, en el sentido de que no contradecían de forma significativa la cronología bíblica.
Todo aquello empezó a cambiar hacia 1.856 cuando se empezó a limpiar a fondo una pequeña cueva en un costado del valle Neander (Neander Thal en alemán), a través del cual el río Düssel desemboca en el Rin. En ella se encontró un cráneo, enterrado bajo más de un metro de barro, así como algunos otros huesos.
Aquellos huesos fueron a parar a manos del profesor de anatomía de la Universidad de Bonn, Schaaffhausen que, identificó la parte superior de un cráneo, dos fémures, parte de un brazo izquierdo, parte de una pelvis, y algunos otros vestigios de menor tamaño.
En el artículo que escribió sobre aquello, Schaaffausen llamaba la atención sobre el grosor de los huesos, el gran tamaño de las marcas dejadas por los músculos que estuvieron unidos a ellos, el pronunciamiento de los arcos supraorbitales, y la frente pequeña y estrecha.
Concluyo el profesor diciendo que: “Hay indicios racionales suficientes para sostener, que el hombre coexistió con los animales descubiertos en el diluvio; y muchas razas bárbaras quizá hayan desaparecido antes de todo el tiempo histórico, junto a los animales del mundo antiguo, mientras que las razas cuya organización mejoró continuaron el género.”
El profesor concluyó proponiendo que el espécimen “probablemente perteneciera al pueblo bárbaro original que habitaba el norte de Europa antes de los Germanos.” Esto no es exactamente lo mismo que hoy entendemos por hombre Neandertal, pero en cualquier caso el hallazgo supuso un gran avance para el conocimiento de nosotros mismos. Escribiendo sobre estos temas de la antigüedad y de los hechos pasados en los distintos lugares y épocas a distintas culturas, he caído en la cuenta de que el futuro estuvo antes del pasado, me explico:
Lo que pretendo decir es que cada uno tenemos nuestro propio pasado, presente y futuro. Si retrocedo unos años en el tiempo, imaginarme a mi hija Maria estudiando en el Conservatorio Superior de Música en Madrid, era el futuro. Sin embargo , después fue presente y ahora, con su reciente licenciatura es pasado. Todo esto nos lleva de nuevo a lo que escribí en otro trabajos: Pasado, presente y futuro. Una ilusión llamada tiempo.
Sí, el Tiempo está ahí mientras que todo surge, está y desaparece
El tiempo es una abstracción de nuestra mente. Algún científico ha dicho (quiero recordar que el Nobel de Física de 2.004 Frank Wilczek) que el tiempo no pasa, es algo que está ahí. Sin embargo, como me ocurre con la luz y con otras cosas, a mí el tiempo me llama la atención y despierta mi curiosidad. Creo que el Tiempo es, tan importante en nuestras vidas que sí, debemos prestarle mucha atención y, sobre todo, hacer lo preciso para que pase lo más lento posible…para nosotros.
Sigamos con el tema que estaba comentando. Por aquella época, la palabra “ciencia” había empezado a adquirir su significado moderno. (El término “científico” fue acuñado por William Whewell en 1.833.) Hasta finales del siglo XVIII, se había preferido el uso de las expresiones “filosofía natural” e “historia natural”. De manera natural y gradual, a medida que diversas disciplinas especializadas fueron surgiendo, primero en Alemania y después en otros lugares, la palabra “ciencia” empezó a ser el término preferido para designar a estas nuevas actividades.
Es curioso ver como, por aquella época también (finales de S.XVIII), algunos empezaron a cuestionar los fundamentos básicos del cristianismo, aunque la mayoría de los hombres de ciencia no se apresuraron a apoyar la idea. Por lo general, los biólogos, químicos y fisiólogos de la época eran todavía hombres religiosos y devotos.
El caso de Linneo es en este sentido ejemplar. Pese a ser una de las figuras de la ilustración (figuras principales) y uno de los padres de la biología moderna, cuyos aportes forman parte de los antecedentes de la teoría de la evolución, Linneo era muy diferente de, por ejemplo, Voltaire. El naturalista John Ray (1627-17905) ya había advertido que no todas las especies (miles de las cuales se había encontrado en el Nuevo Mundo y África) podían ordenarse en una jerarquía significativa, y que las formas de la vida variaban de muchas maneras diferentes, una concepción que suponía la ruptura temprana con la idea de una gran cadena del ser.
Linneo, por tanto, pensaba que clasificar los distintos organismos del mundo le proporcionaría alguna pista sobre eun plan de más alto nivel. Aunque nunca afirmó que conociera la mente divina y abiertamente declaró que su sistema de clasificación era una construcción artificial, Linneo sí creía que éste le permitiría tener una noción aproximada de los de signos del Creador. Lo que resultaría ser crucial, a la larga.
Pero de Linneo (merece la pena) se hablará en otro trabajo.
Es curioso el discurrir de la mente que, comienza un camino forjados por ideas que nada tienen que ver con ese otro, que al final de los pensamientos, son totalmente dispares o distintos de los que dieron lugar al nacimiento de lo que se estaba contando. Así, en este mismo trabajo, tenemos un buen ejemplo de lo heterogéno que pueden llegar a ser los pensamientos que no tienen límite ni fin. ¿Será que todo, de alguna extraña manera, está relacionado?
Bueno, de qué nos podemos asombrar si nosotros mismos somos el producto del material creado en las estrellas, y, a nuestra manera, también brillamos al generar ideas que, no pocas veces cambiaron el mundo.
emilio silvera
Abr
4
¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué nos comportamos así?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (5)
Si miramos hacia atrás en el Tiempo, si repasamos la Historia de la Humanidad, podremos ver que a lo largo de toda ella los seres humanos hemos tenido que trabajar duramente para poder satisfacer nuestras necesidades materiales. En los primeros milenios de esa larga andadura, no éramos muy conscientes de ello, simplemente actuábamos guiados por la necesidad y la intuición, el instinto. Sin embargo, pasaron los años y evolucionamos hasta el punto de que fuímos conscientes de que, además de buscar soluciones a los problemas, había “algo más”.
El Tiempo inexorable pasó y las mentes de aquellos seres primitivos crecieron para llegar a ser conscientes de que, “ese algo más” estaba presente en ellos y era diferente a la necesidad de comer o dormir, o, de cualquiera de las funciones físicas que el cuerpo les exigia. ¿Que podría ser “ese algo más” que, desde entonces ha sido inseparable compañero de los pensamientos del ser Humano. Esa consciencia nos llevó a preguntarnos por el sentido de la Vida. ¿Quiénes éramos? ¿Quién soy como individuo?
El hombre filósofo ha pensado en ello profundamente y, aunque ha dado algunas respuestas, ninguna ha llegado a ser satisfactoria ni ha llenado ese vacío que todos llevamos dentro, en el que se esconde un “ente” desconocido y misterioso que no sabemos quien es, y, lo paradógico es que resulta que somos nosotros mismos, nuestro YO desconocido que, residiendo en nuestro interios, no se deja “ver” del todo y esconde celosamente secretos que, siendo nuestros, no podemos desvelar.
Antes habiendo nombrado el largo camino recorrido por la Humanidad, en el camino, hemos tenido que soportar grandes sufrimientos y dolor, algunos esporádicos momentos de efímera felicidad, nos hemos topado con el bien y con el mal y, también, hemos podido conocer dónde está la inteligencia y la más ciega ignorancia, hemos sabido de la irreversibilidad de la muerte como último viaje y, sin embargo, algo nos dice que puede haber mucho más.
La Ciencia nos dice que más allá de la muerte no habrá nada y que, lo que somos ha quedado aquí, plasmado en nuestros descendientes que seguirán el camino con las experiencias pasadas, la historia aprendida, lo que de sus propias vidas puedan obtener y al compás que marquen los avances tecnológicos de su tiempo. Tendrán, como todos hemos tenido, momento felices y amargos, y, para conseguir objetivos la herramienta será el duro trabajo y la inteligencia que cada cual posea.
Preguntar dónde reside la auténtica felicidad no puede dar como resultado una respuesta general, toda vez que, cada cual, tiene su propio concepto de lo que es la felicidad y, lo que para unos es más que suficiente, para otros no es nada. Lo cierto es que, según los grandes maestros filósofos del mundo, la felicidad reside en las pequeñas cosas: Esa sonrisa del niño, ver a la familia unidad y en armonía, conseguir los logros propuestos, una taza de café en buena compañía, una caricia, una mirada… ¡Son tantas las pequeñas cosas que nos proporcionan felicidad!
Si miramos en el pasado, algunas de las respuestas que buscamos podríamos encontrar, pero…
Si miramos el , nada de lo que buscamos estaría allí
Debemos mirar mejor… ¡Dentro de nosotros mismos! Que siendo como somos Naturaleza, tenemos todas las respuestas y, para llegar a ellas tendremos que avanzar en la evolución del Ser que llevamos dentro y que, estándo conectado con el Universo, forma parte de él. En nuestras mentes está escrito todo aquello que queremos y necesitamos saber: ¿Quiénes somos? ¿Hacia donde vamos? ¿Si la muerte es el último camino o hay más después de ella? ?Por qué tenemos que sufrir dolor? ¿Si vale la pena tan largo y doloroso recorrido? Y, sobre todo, podríamos saber si alguna vez, finalizará ese largo proceso de humanización que nos hace Ser y Sentir, nos posibilita ver más allá de lo que nuestros ojos desnudos nos pueden permitir.
Particularmente tengo la impresión de que en pleno siglo XXI, la Humanidad está más perdida que la Atlantida, aquella mítica ciudad, aquel Imperio de sabiduría y riqueza que nunca pudimos encontrar y que, según las leyendas, nos hablan de grandes Tesoros y de grandes conocimientos. Se dice:
“Que era una tierra ubérrima, bendecida por una vegetación exuberante y por la existencia de valiosos yacimientos minerales, entre ellos los de plata y de oro. Su pueblo gozaba de un alto nivel científico y cultural. En el mismo de ese reino isleño, sobre la cima de una pequeña colina, se ataban un palacio y un templo, en torno a los cuales se extendía la gran dad, que media 19 kilómetros de largo. Alrededor de la colina, un amplio o —en realidad, un canal— permitía el paso de barcos de vela. Alrededor de urbe, otras vías de agua formaban círculos concéntricos; el canal que rodeada la ciudadela se comunicaba con el mar abierto a través de un amplio sistema de muelles y puertos, que exportaban los valiosos productos del país a todo mundo conocido entonces. “
Si miramos a nuestro alrededor, si vemos lo que tenemos que estar soportando, si nos fijamos en la involución que a pesar de todo estamos padeciendo, podríamos sentir nostalgia de aquellos Tiempos pasados en los que, la Humanidad, a pesar de no conocer la Mecánica cuántica ni la Relatividad General, no tenía problemas de paro ni tampoco se producían desahucios que, de alguna manera, vienen a denigrarnos y resulta ser la mayor humillación por la que pasar pueda un ser Humano. No tener un trabajo es denigrante, no tener una vivienda digna es bochornoso. ¿Cómo hemos podido retroceder tanto?
No debemos consentir que nos quiten la dignidad, ese don tan preciado del Ser Humano que la hace no avergonzarse de sí mismo. Un hombre tiene que poder mantener a su familia y ofrecerle lo más básico: Casa, vestido y alimento. El trabajo del hombre lo dignifica y hace posible que se sienta satisfecho de sí mismo, sin importarle el esfuerzo y sacrificio que para lograrlo tenga que hacer. Es su realización como persona.
En palabras de Max Scheler:
“En la Historia de más de diez mil años somos nosotros la primera época en la que el hombre se ha convertido para sí mismo en radical y universalmente en un ser problematico: el hombre ya no sabe lo que lo es y se da cuenta de que no lo sabe”
Claro que, lo cierto es que no lo hemos sabido nunca y, en algunos momentos de lucides hemos podido tener algún atisbo de “conocernos” pero, como la ráfaga efímera de luz que viaja por el espacio, tan rápido como vienen se van, esos pensamientos que no podemos retener para poder conquistar esa sabiduría necesaria que nos lleve a comprender quiénes somos y hacia donde vamos, toda vez que, de dónde venimos… ¡Tenemos una buena idea!
El hombre hace ya mucho tiempo que se planteó la pregunta sobre el sentido de la Vida. Civilizaciones muu antiguas Sumerios, Babilónicos, Egipcios, Hindúes, Chinos, Persas, Griegos y otros que llegaron después ya tenían inplantada en sus Sociedades una amplia escuela filosófica en la que esa pregunta: ¡El Sentido de la Vida!, siempre estuvo presente y todos los grandes pensadores la quisieraon responder sin lograrlo… ¡del todo!
La Sociedad Científico-Técnica que tenemos hoy, está llena de ambigüedades debido a que el Ser Humano no ha podido alcanzar -todavía- ese nivel de conocimiento que sería necesario para dominar todos los sercretos de la Naturaleza. El Universo es muy grande y vasto en su propia concepción, no podemos llegar a sus límites y, de la misma manera, estamos confinados en un pequño mundo desde el que tratamos de saber lo que pueda haber más allá y, para ello, nos valemos de “sentidos” artificiales” como microsopios y telescopios que nos hablen de lo pequeño y de lo grande pero, seguimos muy retrasados en el conocimiento mayor: ¡Nosotros mismos! Y, la Cienda que camina muy poco a poco, por el momento no nos ha podido decir ni quiénes somos ni hacia donde vamos.
¡Tenemos tántas caras! ¡Son tántos nuestros pensamientos! ¡Somos tan inseguros! ¿Sabemos tan poco!
Si bien la crisis de Identidad aparece con más fuerza y presencia durante la adolescencia, resurge también en distintos momentos de la vida de un individuo. La inestabilidad emocional que acompaña este momento vital, es una de sus principales características. Quizás por cuestiones que quedaron pendientes en la infancia o en la etapa puberal o que se presentaron difusas a lo largo de la vida, la construcción de un Yo débil y sin raíces, provoca la imposibilidad de crear relaciones sanas y positivas para el individuo. Sin embargo, dicha crisis identitaria puede tener su origen también en situaciones como la que hoy estamos viviendo en la que, el hombre, llega a dudar de sí mismo al verse abocado a una situación límite en la que, impotente, contempla como su vida de desmorona a su alredor.
Muchos son los padres frustrados que ven como el tiempo pasa y ellos, nada pueden remedirar para mejorar el futuro de sus hijos.
emilio silvera
Abr
4
La Naturaleza está en nuestras Mentes
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El saber: ¡Ese viaje interminable! ~ Comments (0)
“Así fue como ví el péndulo
La esfera, colgando de un largo cable fino al techo del
coro, oscilaba de un lado a otro con una majestád isócrona.
Yo sabía -pero cualquiera podía haberlo sentido en la
magia de ese sereno aliento- que el período estaba gobernado
por la raíz cuadrada de la longitud del cable y por π,
ese número que, por irracional que sea para las mentes sublunares,
liga la circunferencia y el diámetro de todos los cículos posibles a
través de una racionalidad superior. El tiempo que necesitaba la
esfera para oscilar de un extremo a otro estaba determinado por una
conspiración arcana entre la más intemporal de las medidas: la singularidad
del punto de suspensión, la dualidad de las dimensiones del plano, el
comienzo triádico de π, la secreta Naturaleza cuadrática de la raíz y la
innumerada perfección del propio círculo.”
Umberto Eco
Después de haber utilizado durante un tiempo las ecuaciones y fórmulas de la física matemática, uno se acostumbra a una peculiaridad de la Naturaleza. Es muy comprensica con nuestra ignorancia de ciertos detalles. Las leyes de la Naturaleza tienen varios ingredientes: una máquina lógica para predecir el futuro a partir del presente, constantes especiales de la Naturaleza y un conjunto de simples números. Estos simples números aparecen junto a las constantes de la Naturaleza en casi todas las fórmulas físicas.
Einstein los supo apreciar muy bien y así lo reflejaba en las cartas que le envió a su amiga Ilse Rosenthal Schneider y los lamaba “constantes básicas”. Son solamente números. Por ejemplo, el período (“tic”) de un reloj de péndulo estaba dado con gran precisión por una sencilla fórmula:
Período = 2π √(L/g)
Donde L es la longitud del péndulo y g es la aceleración de la gravedad en la superficie de la Tierra. Aquí podemos notar la aparición de la “constante básica” 2π = 6,28. En todas las fórmulas que utilizamos para describir algún aspecto del mundo físico, aparece un factor numérico de este tipo. Lo más notable es que casi siempre tienen un valor próximo a uno y pueden despreciarse, o aproximarse por 1, si sólo se está interesado en obtener una estimación razonablemente buena del resultado.
Éste es un premio importante, porque en un problema como la determinación del período de un péndulo simple nos permite obtener la forma aproximada de la respuesta.. El período, que tiene dimensiones de tiempo, sólo puede depender de una manera de la longitud L y la aceleración g si la combinación resultante ha de ser un tiempo: esa combinación es la raíz cuadrada de L/g.
Esta bonita característica del mundo físico, que parece estar bien descrito por leyes matemáticas en las que los factores puramente numéricos que aparecen no son muy diferentes de 1 en magnitud, es uno de los misterios casi desapercibidos de nuestro estudio del mundo físico. Einstein estaba muy impresionado por la ubicuidad de pequeños números adimensionales en las ecuaciones de la física y escribió sobre el misterio de que, aunque casi siempre parece ser así.
“…no podemos exigirlo rigurosamente, pues ¿por qué no debería aparecer un factor numérico como (12π)3 en una deducción fisicomatemática? Pero sin duda tales casos son rarezas.”
Es posible arrojar alguna luz sobre este problema si reconocemos que casi todos los factores numéricos por los que Einstein estaba tan impresionado tienen un origen geométrico. Por ejemplo, el volumen de un cubo de arista R es R3, pero el volumen de una esfera de radio R es 4πR3/3. Los factores numéricos dan cuenta de la forma detallada cuando las fuerzas de la Naturaleza estan actuando. Puesto que las fuerzas fundamentales de la Naturaleza son simétricas y no tienen una preferencia por direcciones diferentes, hay una tendencia a la simetría esférica.
Nuestra Galaxia, el Sol y nuestro mundo y la Luna… ¡Todos tienden a ser esféricos!
Nos hemos podido dar cuenta de que a partir de todo lo que hemos podido aprender, hemos podido ver que las constantes de la Naturaleza tienen una influencia relativa mucho mayor cuando se trata de determinar los resultados de las leyes de la Naturaleza en tres dimensiones que la que tienen en universos con muchas más dimensiones espaciales.
Cuando consideramos mundos con dimensiones de espacio y tiempo distintas de 3 + 1 topamos con un problema sorprendente. Los mundos con más de una dimensión no permiten predecir el futuro a partir del presente. En este sentido son más bien como mundos sin dimensión temporal. Un sistema organizado complejo, como, por ejemplo, el necesario para la vida, no podría utilizar la información recogida en su entorno para conformar su comportamiento futuro. Seguiría siendo simple: demasiado simple para almacenar información y evolucionar.
Si el número de dimensiones de espacio y tiempo hubiera sido escogido aleatoriamente y todos los números fueran posibles, entonces esperaríamos que el número fuera muy grande. Es muy improbable escoger un número pequeño. Sin embargo, las ligaduras impuestas por la necesidad de tener “observadores” para hablar del problema significa que no todas las posibilidades están disponibles y que se nos impone un espacio tridimensional. Todas las alternativas estarían privadas de vida. Si científicos de otro universo conocieran nuestras leyes pero no el número de dimensiones en que vivimos, podrían deducir su número simplemente a partir del hecho de nuestra existencia.
Así que, si queremos hacer una aproximación al problema de por qué el espacio tiene tres dimensiones, nos lleva a una estimación de gran alcance de cómo y por qué son peculiares los mundos tridimensionales con una única flecha del tiempo. Las alternativas son demasiado simples, demasiado inestables o demasiado impredecibles para que observadores complejos evolucionen y perduren dentro de ellos. Como resultado, no debería sorprendernos encontrarnos viviendo en tres dimensiones espaciales sujetos a los caprichos de un único tiempo. No par4ece que existan alternativas.
Y, a todo esto, ustedes se preguntarán: ¿Qué tiene que ver todo esto con el péndulo? Bueno, ya sabéis que todo evoluciona y, a medida que se va escribiendo parece que las ideas fluyen y también evolucionan en su transcurrir de manera tal que, de una cuestión se pasa a otra sin que lo podamos evitar.
Le doy desde aquí las gracias a John D. Barrow que, con sus ideas inspiró ésta página para que todos pudiéramos disfrutar al acercarnos al conocimiento de las cosas, del mundo, del universo y de su Naturaleza que continuamente nos enseña por qué camino debemos seguir avanzando.
emilio silvera
Abr
4
Energías de la Tierra
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Energías de la Tierra ~ Comments (0)
Los volcanes
La unívoca asociación de los volcanes activos con las zonas de subducción de las grandes placas tectónicas permite localizar casi todas las erupciones recientes alrededor del océano Pacífico y, sobre todo, en América central, Sudamérica, Filipinas, Japón y Kamchatka. Una categoría menos común incluye los volcanes asociados a los puntos calientes, las placas tectónicas se ven atravesadas por flujos magmáticos procedentes del manto, a la cual pertenecen los volcanes de Hawai y África central.
Fuente de lava de 10 metros de altura en un volcán de Hawái
Las erupciones históricas más conocidas son las Théra, en Grecia (alrededor del 1.500 a. C.), del Vesubio en Italia (79 a. C.) y del Cracatoa (1.883 d. C.) en Indonesia, y el del monte St. Helens en el estado de Washington en 1.980. Éste último caso es la erupción volcánica mejor estudiada hasta la . Se conoce, no solamente el volumen de los depósitos expulsados (0’18 Km3) y de lava (0’5 Km3), también un detallado desglose de la energía relacionada con la erupción.
El Vesubio: En Italia, se encuentra ubicado uno de los volcanes que más devastación ha causado en la historia. Hace siglos, este volcán hizo erupción destruyendo Pompeya y Herculano, matando a 25 mil personas. Según los registros, mucha gente fue petrificada viva.
del Monte St. Helens tomada el 19 de mayo de 1982.
Los flujos de calor dominan en el proceso: la energía térmica de los expulsados, las avalanchas, los chorros de agua, los flujos piroplásticos y las nubes de ceniza, dan un total de 1’66 EJ, cerca de veinte veces la energía cinética total de la erupción.
El 18 de mayo de 1.980, el volcán del monte St. Helens desarrolló, durante nueve horas de erupción, una energía total de 1’7 EJ, lo que equivale a una potencia media de 52 TW, es decir, unas cinco veces el consumo anual mundial de energía en el sector primario en los primeros años noventa. Aún más potentes fueron las de Bezymyannyi, Kamchatka, en 1.956 (3’9 EJ), y la de Sakurajima, Japón, en 1.914 (4’6 EJ). La mayor erupción que tuvo lugar en el siglo XIX fue la del volcán Tambora, en 1.815, que liberó más de 80 EJ de energía (basado en los depósitos de cenizas) que es un orden de magnitud a los anteriormente mencionados. Pero incluso la más potente erupción conocida es irrelevante comparada con las sucedieron hace varios vientos de miles de años, y que a su vez, son pequeñas comparadas con las erupciones magmáticas más antiguas.
Cuando Yellowstone estalle…
Debajo del parque de Yellowstone, una monstruosa pluma de roca caliente levanta la tierra y la hace temblar. Las pasadas erupciones tuvieron una potencia comparable a la de mil montes Helens. El futuro es imprevisible.
Entre las de diez calderas jóvenes, enormes cráteres formados en las gigantescas erupciones que se produjeron en el último millón de años, están la de Yellowstone (formada hace 600.000 años, con un diámetro de 70 Km y 1.000 m3 de material expulsado, principalmente piedra pómez y cenizas), y la de Toba (situada en el noroeste de Sumatra, formada hace 75.000 años, de casi 100 Km de anchura y con más de 2.000 m3 de material eyectado).
Decan Traps de la India
Un prolongado periodo de erupciones volcánicas que empezó hace 66 millones de años – varios cientos de millones de años de cataclismos que lanzaron a la atmósfera enormes cantidades de cenizas y produjeron dos millones de Km3 de lava, creando la inmensa Decan Traps de la India – parece ser la causa, al menos tan plausible como la colisión de la Tierra con un asteroide, de la masiva extinción que se produjo en la frontera del cretácico y el terciario.
Aunque las erupciones históricas han supuesto una considerable pérdida en vidas humanas (cerca de 250.000 desde 1.700), pérdidas materiales enormes y han sido una de las causas más importantes de los cambios climáticos temporales, ninguna de estas consecuencias está claramente correlacionada con la energía total liberada en las mismas. Las emisiones térmicas son casi siempre dominantes, de una a tres órdenes de magnitud mayores que todos los demás flujos de energía, y se dividen en varias clases de flujos diferentes. En algunas erupciones, la mayor parte de la energía térmica liberada está asociada con la emisión de nubes de cenizas que se elevan hasta la estratosfera; así las cenizas de la erupción del monte St. Helens se elevaron a 20 Km, y otras hasta los 30 Km, e incluso más, con cambios atmosféricos locales y espectaculares puestas de Sol y uno o dos años con temperaturas más bajas de las habituales en algunas regiones. En Nueva Inglaterra, por ejemplo, no hubo verano en 1.816.
En otras erupciones, la mayor parte de la energía térmica es transportada por las corrientes piroclásticas. Estas corrientes se forman por explosión y están compuestas por partículas volcánicas, cuyos tamaños varían entre los μm y metros, y gases calientes. Alcanzan temperaturas cercanas a los 1.000º C, se propagan a velocidades de hasta 300 m/s y se extienden a distancias de cientos de kilómetros del lugar de origen.
Monte Pelée, 1902
En la erupción del monte Pelée, isla de Martinica en 1.902, estas nubes incandescentes acabaron con la vida de 28.000 personas. En las erupciones de los volcanes hawaianos, el flujo de calor está predominantemente asociado a la emisión de lavas que se desplazan lentamente; así, en la erupción del Mauna Loa en 1.950, con una energía liberada de magnitud parecida a la del monte St. Helens, no se produjeron desplazamientos de lodos, avalanchas ni nubes de cenizas.
Siendo espectaculares y a devastadoras, las erupciones volcánicas representan una fracción muy pequeña de la energía térmica que mueve la geotectónica terrestre. Suponiendo que en total aflora 1 Km3/año de lava continental y que las erupciones oceánicas contribuyen con otros 4 Km3/año, el calor global perdido anualmente está de los 800 GW, lo cual representa solamente el 2 por ciento del flujo geotérmico terrestre global. La grandiosidad de estos fenómenos está enmascarada en ámbitos de límites regionales, que a nivel global son casi insignificantes.
emilio silvera