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Los misterios de la Tierra

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Energías de la Tierra    ~    Comentarios Comments (3)

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Encuentros espaciales

La más destructiva intensificación temporal de los normalmente suaves flujos de energía geotectónica – erupciones volcánicas o terremotos extraordinariamente potentes – o de energía atmosférica – vientos o lluvias anormalmente intensas –, parecen irrelevantes se comparan con las repetidas colisiones del planeta con cuerpos extraterrestres relativamente grandes.

 

 

 

Hace unos seis mil años, en una región argentina denominada Campo del Cielo, se suscitó una lluvia de meteoritos, producto de la explosión en la atmósfera de un asteroide que pesaba unos 840 mil kilos. En la actualidad, se conserva uno de esos fragmentos, al cual se le denominó como “El Chaco”. Es el segundo más pesado del cual se tiene , pues en la báscula registra 37 toneladas.

 

 

 

 

En los primeros años del siglo XIX, varios exploradores se asentaron en Cape York, Groenlandia, en donde descubrieron que los habitantes de las tribus del lugar utilizaban armas punzocortantes hechas, supuestamente, con materiales de origen meteórico. Años más tarde, Robert E. Peary fue quien encontró los resquicios de un gran asteroide que golpeó la Tierra en la llamada “Edad de Hierro”. A esta gran piedra se le llamó Ahnighito, la cual fue venida al Museo Americano de Historia Natural, en donde actualmente se le observar.

 

 

 

 

Este meteorito cayó miles de años en Bacubirito, Sinaloa. Se dice que en 1863, varios pobladores de dicha localidad hallaron esta gran piedra, aunque no se dio a conocer al mundo sino hasta finales del siglo XIX, gracias a la labor periodística de Gilbert Ellis. Bacubirito pesa cerca de 20 toneladas; mide más de cuatro metros de largo y dos metros de ancho, características por las cuales lo convierten en el quinto meteorito más grande que ha caído en el planeta. Hoy en día se encuentra en la explanada del Centro de Ciencias de Culiacán.

 

 

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No sabemos un asteroide “asesino”, caerá sobre la Tierra. Los Encuentros espaciales, han sido relativamente frecuentes en la historia del planeta y, luego, no podemos asegurar que no se volverá a repetir, sino que, por el contrario, lo único que no sabemos es cuando pasará.

Existen simulaciones de lo que ser el choque del meteorito en la Tierra y, desde luego, no quisiera estar aquí cuando suceda. La Tierra está siendo bombardeada continuamente por invisibles partículas microscópicas de polvo muy abundantes en todo el Sistema Solar, y cada treinta segundos se produce un choque con partículas de 1 mm de diámetro, que dejan un rastro luminoso al autodestruirse en la atmósfera. También son relativamente frecuentes los choques con meteoritos de 1 metro de diámetro, que se producen con una frecuencia de, al , uno al año.

 

 

 

 

 

Pero los impactos, incluso con meteoritos mayores, producen solamente efectos locales. Esto es debido a que los meteoritos que deambulan por la región de asteroides localizada Marte y Júpiter están girando alrededor del Sol en el mismo sentido que la Tierra, de manera que la velocidad de impacto es inferior a 15 Km/s.

Marte y Júpiter hay cientos de miles de cuerpos pequeños que orbitan alrededor del Sol llamados asteroides. podemoas encontrarlos más allá de Plutón, llamado cinturón de Kuiper, y que en este caso reciben el de objetos transneptunianos y que están hecho de hielo. Ceres es el asteroide más grande y 913 km de diámetro.

 

 

 

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El cráter de Arizona, casi perfectamente simétrico, se formó hace 25.000 por el impacto de un meteorito que iba a una velocidad de 11 Km/s, lo que representa una potencia cercana a 700 PW. Estas gigantescas liberaciones de energías palidecen cuando se comparan con un choque frontal con un cometa típico. Su masa (al menos de 500 millones de toneladas) y su velocidad relativa (hasta 70 Km/s) elevan su energía cinética hasta 1022 J. Aunque se perdiera un diez por ciento de esta energía en la atmósfera, el impacto sería equivalente a una explosión de unas 2.500 bombas de hidrógeno de 100 megatones. Está que un fenómeno de estas características produciría impresionantes alteraciones climatológicas. Sin embargo, no es seguro y sí discutible que un impacto parecido fuese la causa de la extinción masiva del cretácico, siendo lo más probable, si tenemos en cuenta el periodo relativamente largo en que se produjo, que se podría explicar por la intensa actividad volcánica de aquel tiempo.

 

 

 

 

La frecuencia de impactos sobre la Tierra disminuye exponencialmente con el tamaño del objeto. Muchas toneladas son las que recibimos cada año de pequeños fragmentos de todo pero, cuando estos van aumentando de tamaño, los sucesos de espacian de manera sustancial

Aproximadamente, cada cincuenta o sesenta millones de años se produce una colisión con un cometa, lo que significaría que la biosfera, que ha evolucionado durante cuatro mil millones de años, ha debido superar unos cuarenta impactos de este tipo. Está claro que ha salido airosa de estas colisiones, ya que aunque haya sido modificada, no ha sido aniquilada.

 

 

 

 

Esperemos que imagen no la podamos ver nunca en directo

 

Igualmente, la evolución de la biosfera ha sobrevivido a las explosiones altamente energéticas de las supernovas más “cercanas”. Dado que en nuestra galaxia se produce por término medio la explosión de una supernova cada 50 , el Sistema Solar se encuentra a una distancia de 100 parsecs de la explosión cada dos millones de años y a una distancia menor de 10 parsecs cada dos mil millones de años. En este último caso, la parte alta de la atmósfera se vería inundada por un flujo de rayos X y UV de muy corta longitud de onda, diez mil veces mayor que el flujo habitual de radiación solar, lo que implica que la Tierra recibiría, en unas pocas , una dosis de radiación ionizante igual a la que recibe anualmente. Exposiciones de 500 roentgens son setales para la mayoría de los vertebrados y, sin embargo, los diez episodios de esta magnitud que se han podido producir en los últimos 500 millones de años no han dejado ninguna consecuencia observable en la evolución de la biosfera.

 

 

 

          La imagen de arriba corresponde a un suceso que ninguno quisiéramos que ocurriera

Si suponemos que una civilización avanzada podría preparar refugios la población durante el año que transcurre ente la llegada de la luz y la llegada de la radiación cósmica, se encontraría con la inevitable dosis de 500 roentgens cada mil millones de años, tiempo suficiente para permitir el desarrollo de una sociedad cuyo conocimiento le sirviera para defenderse de un flujo tan extraordinario y de consecuencias letales.

nos queda tiempo, hablemos de… ¡La fotosíntesis! Y, sus consecuencias.


 

Todo el Oxígeno de la Atmósfera terrestre procede del oxígeno que desprenden los organismos autótrofos la fotosíntesis.

 

La fotosíntesis es el principal proceso bioquímico que consigue pasar materiales desde el biotopo hasta la biocenosis de un ecosistema. Una vez incorporados parte de los organismos autótrofos, los heterótrofos (por ejemplo, los animales) solo tienen que aprovecharse de aquellos; con la existencia de pequeñas cantidades de agua, todo está preparado para que el ecosistema entero comience a funcionar. Además, siempre habrá animales depredadores, carnívoros, que seguirán aprovechando los materiales de otros.

La conocida ecuación básica que describe la reacción endotérmica por la cual se sintetiza una molécula de glucosa a partir de sus seis moléculas de CO2 y H2O, y 2’8 MJ de radiación solar, es una simplificadísima caja negra. Una caja negra más realista sería la siguiente:

106 CO2 + 90 H2O + 16 NO3 + PO4 + nutrientes minerales + 5’4 MJ de radiación = 3’258 g de protoplasma (106 C, 180 H, 46 O, 16 N, 1 P y 815 g de cenizas minerales) + 154 O2 + 5’35 MJ de calor disipado.

Sin macronutrientes ni micronutrientes no se producir fitomasa, que está compuesta por los nutrientes básicos necesarios para todos los seres heterótrofos: azúcares complejos, ácidos grasos y proteínas.

 

 

Para entender esta caja negra hay que comenzar por destacar la acción de unos pigmentos sensibles a la luz los cuales destacan las clorofilas. Éstas absorben la luz en dos bandas estrechas, una entre 420 y 450 nm, y la otra entre 630 y 690 nm. Así, la energía necesaria para la fotosíntesis sólo procede de la radiación azul y roja a la que corresponde menos de la mitad de la energía total de la insolación. Esta parte de la radiación fotosintéticamente activa (RFA) no se utiliza en reducir CO2, sino en la regeneración de compuestos consumidos durante la fijación del gas.

La síntesis de fitomasa en el ciclo reductor del fosfato pentosa (RPP) – un proceso con varios pasos de carboxilación por catálisis enzimática, reducción y regeneración – tiene que empezar con la formación de trifosfato de adenosina (ATP) y nicotinamida adenina dinucleótido fosfato (NADP), que son los dos compuestos que suministran energía a todas las reacciones biosintéticas. La síntesis de las tres moléculas de ATP y las dos de NADP que se necesitan para reducir molécula de CO2 requiere de diez cuantos de radiación solar con longitud de onda próxima al pico rojo de absorción de la clorofila (680 nm). El carbono procedente del CO2, combinado con el hidrógeno del agua y con los micronutrientes, dará lugar a nueva fitomasa que contiene 465 KJ/mol.

 

 

La cantidad de energía de un cuanto de luz roja es de 2’92×10-19 J (el producto de la constante de Planck, 6’62×10-34 por la frecuencia de la luz, que a su vez es el cociente la velocidad de la luz y la longitud de onda).

Un einstein (definido como un mol o de Avogadro, 6’02×1023) de fotones rojos tiene una energía aproximadamente igual a 17 Kg. Suponiendo que la RFA es el 45% de la luz directa, la eficiencia global de la fotosíntesis es del 11%, que equivale a 456/(1.760/0’43). Esta eficiencia se reduce por lo en una décima parte más si tenemos en cuenta la reflexión de la luz en las hojas y la pérdida que supone atravesar la cubierta vegetal. Ninguna planta, sin embargo, se acerca siquiera a esta eficiencia teórica, porque parte de la luz absorbida por las clorofilas (generalmente, el 20 – 25 por ciento) vuelve a ser emitida en forma de calor, debido a que los pigmentos no pueden almacenar la luz y las reacciones enzimáticas no se producen con suficiente velocidad como para utilizar completamente el flujo de energía incidente. En la respiración se cede el carbono fijado en el metabolismo de la planta y en el mantenimiento de las estructuras que la soportan.

 

 

 

 

La luz y el calor que en una pequeña fracción recibinmos de la energía solar, posible todas estas maravillas en nuestro planeta. La vida incluida.

Para cada especie, la tasa con la que se pierde carbono está determinada principalmente por el tipo de fotosíntesis. Así, existen diferencias sustanciales las plantas C3 y C4. La respiración a escala de una comunidad o ecosistema depende del estado de crecimiento, y varía entre del 20 por ciento en plantas jóvenes en rápido crecimiento, hasta más del 90 por ciento en bosques maduros.

Con una pérdida del 25 por ciento para la reacción, y otro tanto para la respiración, la eficiencia fotosintética es ligeramente superior al 5 por ciento. En este punto, las estimaciones teóricas y los valores reales coinciden, ya que el valor medio de fotosíntesis neta en plantas muy productivas y en óptimas y durante cortos periodos de tiempo, oscila entre el 4 y el 5 por ciento. La mayoría de las plantas rinden en función de los nutrientes, especialmente nitrógeno y agua, o por las bajas temperaturas en las regiones de mayor altura y latitud. Los mejores rendimientos en sistemas naturales muy productivos, como los humedales y los cultivos, están entre el 2 y el 3 por ciento. En otros ecosistemas, como los pantanos tropicales templados y los bosques templados, el rendimiento de la transformación es del 1’5 por ciento, y en las praderas muy áridas sólo del 0’1 por ciento. Globalmente, la producción anual es, al menos, de 100.000 millones de toneladas de fitomasa, que se sintetizan con un rendimiento medio del 0’6 por ciento.

 

Producción primaria global en el año comprendido entre septiembre de 1997 y agosto de 1998. SeaWiFS Project, NASA/Centro de vuelo espacial Goddar de la NASA y ORBIMAGE.  En Biología se conoce como producción primaria a la producción de materia orgánica que realizan los organismos autótrofos a través de los procesos de fotosíntesis o quimiosíntesis. La producción primaria es el punto de partida de la circulación de energía y nutrientes a través de las cadenas tróficas.

 

La fotosíntesis en los océanos, muy afectada por la escasez de nutrientes, es incluso menos . La productividad medie es de poco más de 3 MJ/m2 y se realiza con un rendimiento fotosintético del 0’06 por ciento. La media ponderada total es 0’2 por ciento, es decir, que sólo uno de cada 500 cuantos de energía solar que llega a la superficie de la Tierra se transforma en energía de biomasa en de tejido vegetal.

La mayor de esta energía se almacena en forma de azúcares simples, que contienen más energía, y que sólo se encuentran en las semillas.

La mayor parte de la fitomasa está en los bosques. En los océanos, los principales productores son los organismos que componen el fitoplancton, que son muy pequeños y flotan libres. Su tamaño varía algo menos de 2 y 200 μm de diámetro y están formados por cantidades variables de bacterias y protoctistas eucarióticos. Las cianobacterias cocoides son tan abundantes en algunas aguas oligotrópicas que pueden ser las responsables de la mayor parte de la producción de fitoplancton.

 

 

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Los protoctistas fotosintetizadores varían entre los más pequeños flagelados pigmentados ( las criptomonas y crisofitos), hasta las diatomeas y dinoflagelados, que son mayores (más de 10 mm) y generalmente dominantes. Las diatomeas están formadas por células sin flagelos, con paredes de silicio amorfo mezclados con otros compuestos orgánicos. Presentan una sorprendente y amplia variedad de diseño, desde las que tienen simetría central (las de forma radial son las dominantes en el océano), a las pennadas (simetría lateral), y otras forman largas cadenas.

La productividad de fitoplancton está controlada por la temperatura del agua y por la disponibilidad de radiación solar y nutrientes. La temperatura no es determinante, porque muchas especies son muy adaptables y consiguen una productividad similar en distintos ambientes. Aunque es frecuente la adaptación a diferentes lumínicas, tanto el volumen como en contenido en clorofila de las diatomeas aumenta con la intensidad de la luz. En el mar abierto, la mayor limitación es la cantidad de nutrientes disponibles.

las carencias que más limitan la producción de fitoplancton está la de nitrógeno, el macronutriniente más importante, la de fósforo, y la de algunos otros micronutrientes clave como el hierro y el silicio.

 

 

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Los medios productivos de la Tierra están en la capa superficial y la capa inmediatamente inferior de los océanos. En el mar abierto, las concentraciones más altas de nutrientes se encuentran entre los 500 y los 1.000 metros, a bastante más profundidad que la zona eufórica, capa en la que penetra la luz solar y que se extiende a unos 100 metros en las aguas transparentes.

El pequeñísimo tamaño de los productores dominantes es una adaptación eficaz a la escasez de nutrientes, ya que cuanto mayor sea el cociente entre la superficie y el volumen, y más lento el hundimiento de las células de fitoplancton en la capa eufórica, mayor es la tasa de absorción de nutrientes.

las corrientes elevan a la superficie las aguas frías y cargadas de nutrientes, la producción de fitoplancton aumenta sustancialmente. Las aguas costeras de Perú, California, noroeste y sudoeste de África, y de la India occidental son ejemplos destacados de ascensión costera de aguas frías. También se dan casos de ascensión mar adentro en la mitad del Pacífico, cerca del ecuador y en las aguas que rodean la Antártida. Otras zonas altamente productivas se encuentran en las aguas poco profundas cercanas a la costa que están enriquecidas por el aporte continental de nutrientes. Este enriquecimiento, con una proporción N/P muy descompensada, es especialmente elevados en los estuarios adonde van a parar grandes cantidades de aguas residuales y fertilizantes.

 

 

 

 

Las diferentes medidas de la productividad en las aguas oligotróficas de los mares subtropicales y de las aguas eutróficas con corrientes ascensionales, varían entre de 50 gC/m2 y 1 gC/m2, más de un orden de magnitud. Las estimaciones de la producción global de fitoplancton están comprendidas 80.000 y 100.000 millones de toneladas, que representan entre dos tercios y cuatro quintos de la fitomasa total terrestre. Contrasta con el resultado anterior el hecho de que, dado el corto periodo de vida del fitoplancton (1 – 5 días), la fitomasa marina represente sólo una pequeña fracción de todo el almacenamiento terrestre.

La distribución espacial del fitoplancton muestra zonas delimitadas que se extienden a escala local y global. La exploración desde los satélites es, con gran diferencia, la que permite detectar con mayor precisión las concentraciones de clorofila y la que ha posibilitado obtener las pautas de la distribución de fitoplancton. En las aguas que rodean la Antártida se observa claramente una distribución asimétrica en dos bandas casi concéntricas. La mejor distribución se explica por el hecho de que se deba a corrientes circumpolares y a la abundancia de ácido silicílico. las zonas de mayor riqueza de fitoplancton se encuentran cerca de los continentes donde los ríos arrastran abundantes nutrientes disueltos.

 

 

Figura 4-3 > Ejemplo de cadena trófica” width=”484″ height=”383″ border=”1″ /></p>
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La vida necesita un aporte continuo de energía que llega a la Tierra el Sol y pasa de unos organismos a otros a través de la cadena trófica.

El fitoplancton es la base energética de las intrincadas pirámides tróficas. Las cadenas alimenticias en el océano, generalmente, son redes complicadas. Una gran parte de la fitomasa disponible no la consumen directamente los herbívoros, sino que primero se almacena en depósitos de materia muerta que, transformada por bacterias, se convertirá en alimento otros seres heterótrofos.

 

 

Diatomeas vistas a través de un electrónico.

La gran producción de fitoplancton puede alimentar grandes cantidades de zoomasa. El kril, pequeños crustáceos parecidos a las quisquillas que se alimentan de diatomeas, son los organismos más abundantes en la superficie del mar; sus densas acumulaciones pueden contener mil millones de individuos y su producción anual de zoomasa quizá llegue hasta los 1.300 millones de toneladas. Esta prodigiosa cantidad de zoomasa sirve de alimento a focas, calamares y peces, así como a los mayores carnívoros de la biosfera, las especies de ballenas con barbas que se alimentan filtrando el agua.

emilio silvera

 

  1. 1
    emilio silvera
    el 15 de julio del 2014 a las 8:27

    Nuestro planeta, por sí mismo, se las arregla bastante bien. Él sólo se recicla y recompone utilizando los volcanes, los terremotos y, principalmente, la Tectónica de placas que determinan los Continentes de nuestro mundo. Mareas y Vientos, Huracanes y Tsunamis. Todo forma parte de un conjunto necesario para que todo siga y, a partir de esa “pequeñas” destruccuiones, surjan las cosas nuevas, las tierras renovadas y las nuievas formas de vida.
    La Tierra, nuestro planeta, forma un conjunto con todos los planetas del Sistema y, más cercano con la Luna. Sin embargo, su principal relación, la tiene con el Sol, la estrella que nos envía su luz y su calor y hacer posible la Vida en la Tierra.
    En cuanto a posibles desgracias naturales, las que al principio quedaron reflejadas no serían nada en comparación con alguno de esos pedruszcos de dimensiones considerables, es decir, de varios cientos o miles de kilómetros que nos puedioera caer encima del planeta. Tal catástrofe sería de consecuencias irreversible y, ni se sabe en qué podría quedar el resultado de tal acontecimiento a largo plazo, ya que, a corto, todos sabemos que sería la destrucción sino de todo, sí de casi todo lo que en el planeta está presente.
    Esperémos que las cosas sigan igual y, que de caer alguno, no sea de tan grandes dimensiones que pueda producir resultados irreversibles y nefastos para nosotros. Acordáos de que, hace 65 millones de años, cayó aquel del Yucatán en la Peninsula Mexicana y, los Dinosaurios que habían reinado en el planeta durante 150 millones de años… ¡Se fueron al garete!
    Después de tanto padecer, haber recorrido tan largo y duro camino hasta llegar hasta aquí (aunque no lo tengamos todo hecho y nos quedue mucho por hacer), esperémos que la Naturaleza nos respete y nos conceda la oportunidad de demostrar que podemos llegar a ser Humanos… ¡De verdad!
    Esperémos que así sea.

    Responder
  2. 2
    kike
    el 15 de julio del 2014 a las 16:45

      Amigo Emilio; espero que los deseos que manifiestas en el último párrafo se correspondan con las futura realidad;  pero perdona si no estoy muy seguro sobre lo que el ser humano pueda llegar a demostrar por mucho tiempo que le dé la naturaleza; y en el fondo quizás sea precisamente por nuestra condición de “humanos”; por nuestra profunda ambivalencia, mezcla de cosas tan diferentes como la mezquindad y la solidaridad; como el egoismo y la generosidad, como la crueldad y la fraternidad, como en fin el bien y el mal, cosas ambas que poseemos en abundancia, pero me temo que en lecturas muy estadisticas, y todos sabemos lo de la estadistica del pollo comido entre dos….; pues en realidad solo cuenta la humanidad de unos pocos elegidos bien o mal como representantes de la sociedad,  que invariablemente se han dedicado a masacrar a los de enfrente.

     No obstante, como a la naturaleza no le importan para nada las individualidades, sean las que sean, aunque se trate de mares, montañas, bosques, especies vivas, ni siquiera de planetas o de soles y galaxias, lo que tenga que pasar pasará, independientemente de nuestras voluntades, y eso al menos hasta que consigamos un grado de tecnología lo suficientemente adelantada como para poder prevenir y modificar buena parte de los actos caóticos que ocurren en el espacio cada cierto tiempo.

     La verdad es que no soy demasiado optimista; no puedo serlo cuando veo a diario como matan a niños y ancianos por todo el  mundo con bombas lanzadas por órden de gobiernos legalmente establecidos; como se dejan morir(dejamos) a miles de niños  por sed, hambre y desnutrición; como  se trafica con los más débiles, se raptan, violan y asesinan por los más variados motivos y creencias.

     Realmente son muchos los problemas y defectos que aquejan a la humanidad; y lo peor de todo es que algunas veces parece que no existe más remedio que elegir el mal menor; pero aceptar el sufrimiento de millones de personas, pese a que lo estamos aceptando cada día, nos deja en nuestra mente un grave problema, aunque sea de impotencia.

     La humanidad ha avanzado muchísimo si la comparamos con lo que era al principio (y eso que no lo sabemos bien), pero me temo que solo estadisticamente, porque a la más pequeña oportunidad, sacamos la fiera que llevamos bien escondida en nuestro interior y obramos al menos con tanto salvajismo como lo hacían los primeros hombres; eso si, hemos ganado en técnicas, ahora conocemos miles de formas para hacer sufrir a nuestros semejantes, refinaciones que antes no tenían porque claro, estaban más atrasados… 

     Por ahora, creo que no nos merecemos lo que tenemos a nuestra disposición, todo lo que la naturaleza, por casualidad o tal vez por causalidad nos brinda para permitir nuestra existencia en un entorno de máximo orden dentro de un inmenso caos.  Por eso estoy de acuerdo que deberiamos espabilar prontamente en mejorar en todos los conceptos, pero sobre todo en los que supuestamente son valores humanos, pero que, respecto a bastantes de ellos, se ven a menudo más claramente en otras especies animales.

     Un abrazo Maese. 

    Responder
  3. 3
    emilio silvera
    el 16 de julio del 2014 a las 7:23

    Estimado amigo Kike:
    Lo cierto es que las cosas, son realmente como dices y, no gustándome esa realidad, acudo a la fantasía de que en un tiempo futuro seremos distintos y evolucionaremos hacia mejor. Sin embargo, nada apunta en ese sentido y, lo cierto es, que somos como somos y siempre seremos así. Puede ser que, en parte, el que seámos de esa manera, sea el ingrediente necesario para que estemos aquí y duremos más que otras especies más “tontorronas” y menos “maliciosas”. Seguramente, la “mala leche” es necesaria para sobrevivir en este mundo nuestro.
    Tampoco yo, aunque a veces me quiera engañar, creo que podamos cambiar. ¡Somos como somos!
    Un abrazo amigo.

    Responder

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