Sep
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Huelva, una ciudad que tiene su Historia
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El saber: ¡Ese viaje interminable! ~ Comments (1)
Cualquiera puede acercarse al Monasterio de La Rábida, y, en el Muelle, contemplar la exacta reproducción de las Tres Carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa María que surcaron los mares hacia el Nuevo Mundo.
Todos los días echo una mirada a toda la prensa y, en ABC, publican una noticia sobre mi ciudad que, aquí os dejo:
Los Tesoros de Huelva que merecen una ruta del descubrimiento
Un escapada de 48 horas perfecta para estas semanas: con buen tiempo y lugares fascinantes en la ruta
1Primera mañana
Desde que tartesios y fenicios eligieron para vivir la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, mil años antes de nuestra era, estas riberas han visto arribar y zarpar miles de barcos, pero ningunos tan famosos como las tres carabelas en las que Colón y los suyos hicieron el primer viaje a América. Famosos son también los lugares donde el navegante anduvo antes y después: La Rábida, Palos, Moguer… Menos conocidas son la Huelva inglesa, la que se forjó con el cobre de las minas de Riotinto, y la naturaleza apabullante de las marismas del Odiel. Quien descubre Huelva, descubre también un mundo de ricas tapas y 30 kilómetros de playas: las de Mazagón y Punta Umbría.
El legado inglés
Un lugar estupendo para empezar a descubrir la ciudad es el muelle del Tinto, donde los onubenses van a caminar o a correr de buena mañana. El muelle no está en el río Tinto, sino en el Odiel, pero le dicen así porque aquí descargaban los trenes de la Rio Tinto Company Limited procedentes de las minas de cobre del norte de la provincia. Construido en 1876, este espectacular mecano de hierro de 1.165 metros de longitud estuvo en activo 99 años y ahora, jubilado, continúa prestando un servicio lúdico y ofreciendo una majestuosa estampa..
El paseo por las dos plantas del muelle se puede prolongar por la calle Presidente Adolfo Suárez y por las avenidas Sur, Italia y Sundheim para ver otras construcciones emblemáticas de aquella edad de oro (o de cobre, más bien). La primera es la estación de Sevilla: de estilo neomudéjar. Su edificación (1875-1888) fue promovida por el alemán Guillermo Sundheim. Al final de la avenida Italia, en la plaza del Punto, encontramos la segunda: la Casa Colón. Se construyó entre 1881 y 1883 como un hotel de lujo, pero hoy es la sede del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
Por la Avenida Sundheim llegamos al barrio obrero Reina Victoria, de inequívoco estilo inglés. Fue construido para los trabajadores de la Rio Tinto Company en varias fases, la primera en 1916. Se quiso mezclar la arquitectura tradicional inglesa con la herencia andaluza. Una de esas encantadoras casitas es ahora el bar La Casa del Guarda, que nos viene perfecto para desayunar.
Los lugares colombinos
Otra edad dorada para Huelva, la de los descubrimientos, se puede rastrear bajando en coche hasta la punta del Sebo, donde se juntan el Tinto y el Odiel. Aquí se levanta desde 1929 el monumento a la Fe Descubridora, un coloso de 37 metros de altura, obra de la estadounidense Gertrude Vanderbilt Whitney.
En la otra orilla del Tinto se encuentra el muelle de las Carabelas, un parque temático donde se exhiben tres fieles réplicas de las famosas naos. Y en la colina que hay detrás del muelle, el monasterio de La Rábida, cuyos frailes acogieron a Colón y convencieron a la reina Isabel de que no estaba loco. Lo más bello del conjunto es el claustro mudéjar, con sus arcos de ladrillo abarrotados de geranios y la sala Vázquez Díaz, revestida en 1930 por este pintor de Nerva con frescos evocadores del viaje de Colón. En Palos, a cuatro kilómetros de La Rábida, se pueden ver la fuente donde se hizo la aguada para la travesía y la casa-museo de Martín Alonso Pinzón.
Moguer y la playa de Mazagón
A siete kilómetros de Palos, río Tinto arriba, aparece, rodeado de campos de fresas, el impecable caserío blanco de Moguer, en cuyo monasterio de Santa Clara veló una noche Colón, cumpliendo el voto realizado cuando una tempestad estuvo a punto de echar a pique La Niña. Por fuera parece una fortaleza, pero por dentro es el cielo hecho patio, con su claustrillo mudéjar y su claustro grande o de las Madres.
Además de esto, en Moguer vale la pena ver la Casa-Museo Zenobia y Juan Ramón, donde Juan Ramón Jiménez pasó su infancia y juventud y donde se conserva su biblioteca personal, formada por más de 4.000 libros y 7.500 revistas. A Huelva podemos volver por donde hemos venido o, mejor aún, dando un rodeo por Mazagón para conocer su playa y su parador. El Parador de Mazagón está sobre una duna fósil de 40 metros de altura, en mitad de una playa salvaje de 13 kilómetros a la que se baja por una escalera de madera, reservada para huéspedes.
Fuente: Guía Repsol.
el 10 de septiembre del 2014 a las 11:37
Alguna vez he dejado aquí retazos de la historia de mi ciudad pero, hay personas más capacitadas para hacerlo.