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Rumores del saber del mundo
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (5)
Hubo un tiempo en el que el mundo, llevado por las religiones, dejaron de lado los conocimientos adquiridos y producidos por los antiguos griegos y, la sabiduría del mundo se estaba perdiendo. El encargado de traducir aquellas obras al árabe fue Muhammad ibn-Ibrahim al-Fazari, en cuyo trabajo se bazó en buena medida el famoso astrónomo musulman Al-khwarizmi.
Mohammed Ibn Musa Al-Khwarizmi
Nació : hacia el 780 en Khwarizm (hoy Khiva, Uzbekistán)
Murió: hacia el 850 en Bagdad (hoy Irak)
Los árabes no se interesaron especialmente por la poesía, el teatro y las historias griegas. Tenían sus propias tradiciones literarias y sentían que éstas eran más que suficientes. No obstante, la situación era muy diferente en el caso de la medicina de Galeno, las matemáticas de Euclides y Ptolomeo, y la filosofía de Platón y Aristóteles.
El principal, o por lo menos el primer pensador musulman que concibió un cuadro general de las ciencias fue al-Farabi (sobre 950), cuyo catálogo Ihsa al-ulum, conocido en latin como De Scentiis, organizó las diferente disciplinas y saberes de la siguiente forma:
- ciencias lingüísticas.
- lógica.
- matemáticas (incluía la música).
- astronomía y la óptica.
- física.
- Metafísica,
- política.
- jurisprudencia, y
- teología.
Ibn Sina o Avicena
Posteriormente, Ibn Sina dividiría las ciencias racionales en especulativas (que buscan la verdad) y prácticas (que buscan el bienestar). Ibn Sina o Avicena (por su nombre latinizado) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sīnā, fue un médico, filósofo, cintífico y polímata persa. Escribió cerca de trescientos libros sobre diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina.
Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina, también conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir ‘príncipe de los sabios’, o el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o en fin el tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi). La Civilización Islámica fue muy importante para la historia del libro. A lo largo de sus conquistas entraron en contacto con diferentes pueblos y, de todos, aprendieron y quisieron conservar su sabiduría.
Aquel Imperio abarcó mucho territorio y en todos, dejaron la huella de su paso
En las principales ciudades islámicas se crearon bibliotecas y centros de estudio, basado en su mayoría en el modelo griego que los árabes habían descubierto tras conquistar Alejandría y Antioquia. La más famosa de estas instituciones fue la Casa de la Sabiduría (Batí al-Hikma) fundada por al-Ma’mun en el año 833. Fueron innumerables las traducciones que allí se realizaron como la Física de los Griegos y los siete libros de anatomía de Galeno, o las obras de Platón, Hipócrates y otros como Euclides, Arquímedes, Ptolomeo (entre ellas el Almagesto) y Apolunio. Gracias a estos trabajos conocemos hoy un mayor número de obras griegas, ya que, desgraciadamente, con la barbaridad cometida al incendiar la biblioteca de Alejandría, perdimos un enorme tesoro de la Humanidad.
Por aquellos tiempos, ya gente como Ibn Qurra e Ibn Ishaq, midieron y calcularon para concluir que la Tierra era redonda. Fue un matemático árabe que ejerció como médico, astrónomo, y traductor de la Edad de Oro Islámica, que vivía en Bagdad, en la segunda mitad del siglo IX, durante la época de califato abasí. Ibn Qurra hizo descubrimientos importantes en el álgebra, la geometría y la astronomía. En astronomía, Thabit es considerado uno de los primeros reformadores del sistema de Ptolomeo, y en la mecánica fue fundador de la estática.
En aquellos tiempos la situación en filosofía y literatura, áreas en las que el éxito de cristianos y paganos subrayaba lo abierta que era Bagdad, tampoco era diferente al movimiento de los demás disciplinas.
Abú Bishr Matta bin Yunus, un colega cercano del famoso al-Farabi y quien intentó reconciliar Aristóteles y el Corán, era cristiano y estudió en Bagdad. Uno de los poetas más importantes del siglo VII y comienzos del siglo VIII también era cristiano, Ghiyath ibn aL-salt, de cerca de al-Hirab, sobre el Éufrates, quien incluso fue llevado a la Meca por su califa. Aunque fue nombrado poeta de la Corte, se negó a convertirse, a renunciar a su adicción al vino y a llevar su cruz.
No es ningún secreto que la obra más famosa de la denominada literatura árabe, Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), era en realidad una antigua obra persa. Hazar Afsana ( un millar de cuentos), que contenía distintos relatos, muchos de los cuales eran de origen Indio. Con el paso del tiempo, se hicieron adiciones a esta obra, no sólo a partir de fuentes árabes, sino también griegas, hebreas, turcas y egipcias. La obra que hemos leído (casi) todos, en realidad, es un compendio de historias y cuentos de distintas nacionalidades, aunque la ambientación que conocemos, es totalmente árabe.
Además de instituciones de carácter académico como la Casa de la Sabiduría, el Islam desarrolló los hospitales tal como los conocemos hoy en nuestros días. El primero y más elaborado, fue construido en el siglo VIII bajo aL-Rashid (el Califa de Las Mil y una noches), ero la idea se difundió con rapidez. Los hospitales musulmanes de la Edad Media que existían en Bagdad, El Cairo o Damasco, por ejemplo, eran bastante complejos para la época. Tenían salas separadas para hombres y mujeres, salas especiales dedicadas a las enfermedades internas, los desordenes oftálmicos, los padecimientos ortopédicos, las enfermedades mentales y contaban con casa de aislamiento para casos contagiosos.
El Islam, en este campo, también estaba muy avanzado, e incluso tenían clínicas y dispensarios ambulantes y hospitales militares para los ejércitos. Allí, en aquel ambiente sanitario, surgió la idea de farmacia o apotema, donde los farmaceutas, tenían que aprobar un examen, antes de preparar y recetar medicamentos.
La obra de Ibn al-Baytar Al-Jami’fi al-Tibb (Colección de dietas y medicamentos simples) tenía más de un millar de entradas basadas en plantas que el autor había recopilado alrededor de la costa mediterránea. La noción de sanidad pública también se debe a los árabes que, visitaban las prisiones para detectar y evitar enfermedades contagiosas.
Grandes médicos islámicos como Al-Razi, conocido en occidente por su nombre latino, Rhazes, nació en la ciudad persa de Rayy y en su juventud fue alquimista, después de lo cual se convirtió en erudito en distintas materias. Escribió cerca de doscientos libros, y aunque la mitad de su obra está centrada en la medicina, también se ocupó de temas teológicos, matemáticos y astronómicos. ¡Todo un personaje! Fue el primer médico Jefe del gran hospital de Bagdad. Se dice que para elegir el sitio de ubicación del hospital, primero colgó tiras de carne en distintos lugares de la ciudad, y, finalmente eligió aquel donde la carne era menos putrefacta.
La gran obra de al-Razi fue el AL-Hawi (El libro exhaustivo), una enciclopedia de veintitrés volúmenes de conocimientos médicos griegos, árabes, preislámicos, indios e incluso chinos.
El otro gran médico musulmán fue Ibn Sina, a quien conocemos mejor por su nombre latinizado, Avicena. Al igual que al-Razi, Avicena escribio doscientos libros, destacando la obra más famosa AL-Qanun (El canon) muy documentado e importante tratado.
Alejandría, en el año 641, había caído en manos de los musulmanes que, durante muchos años había sido la ciudad capital-mundial de los estudios matemáticos, médicos y filósofos, y allí los musulmanes encontraron una ingente cantidad de libros y manuscritos griegos sobre estos temas. Posteriormente, entre el profesorado de la Casa de la Sabiduría encontramos a un astrónomo y matemático cuyo nombre, como el de Euclides, se convertiría en palabra de uso cotidiano en todo el mundo culto: Muhammad ibn-Musa aL-khwarizmi.
La fama de Al-khwarizmi descansa en dos libros, uno muchísimo más original que el otro. El volumen menos original se basa en el Sindhind, que es el nombre árabe del Brahmaghuta Siddhanta, el tratado de Brahmagupta que había llegado hasta la corte de Al-Mansur y en el que se describen varios problemas aritméticos así comos los numerales indios. El trabajo de AL-khwarizmi se conoce hoy en una única copia, una traducción latina de un original árabe actualmente perdido.
El título latino de esta obra es de numero indorum (sobre el arte de contar indio), este trabajo es el responsable de la falsa impresión de que nuestro sistema numérico es de origen árabe.
AL-khwarizmi no afirmó ser original en aquel sentido, sin embargo, la nueva notación terminaría siendo conocida como la de al-khwarizmi o, de forma corrupta, algorismi, lo que al final daría lugar a la palabra “algoritmo”, que define una forma particular de calculo.
Pero Al-khwarizmi también es conocido como el “padre del álgebra” y, ciertamente, su Hisab aL-jabr wa’L mugabalah contiene más de ochocientos ejemplos y, se cree que tiene su origen en complejas leyes islámicas relativas a la herencia.
La forma en que evolucionaron los números:
En el al-jabr, aL-khwarizmi introduce la idea de representar una cantidad desconocida por un símbolo, como la x, y dedica seis capítulos a resolver los seis tipos de ecuaciones que conforman las tres clases de cantidades: raíces, cuadrados y números.
El al-jabr de al-khwarizmi ha sido considerado tradicionalmente como la primera obra de Algebra. Sin embargo, un manuscrito hallado en Turquía a finales del pasado siglo XX pone en duda tal mérito. Se titula Necesidades lógicas en las ecuaciones mixtas, el texto se ocupa más o menos de los mismos temas y resuelve algunas de las ecuaciones exactamente de la misma manera. Por tanto, parece que un manuscrito se basó en otro, aunque nadie sabe cuál fue el primero.
Retrato de “Geber” del siglo XV, Codici Ashburnhamiani 1166, Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia.
En las ciencias químicas, la personalidad árabe más destacada fue Jabir ibn-Hayyan, conocido en Occidente como Geber, y quien vivió en aL-kufah en la segunda mitad del siglo VIII. Nacido en 721 en la provincia de Tus (hoy Irán) – y Fallecido en 815, en la provincia de Kufa (hoy Irak). Fue un alquimista que cambió todo el significado de la alquimia de origen árabe. Conocido también como Geber, forma latinizada de su nombre. Se le considera el máximo alquimista de origen Árabe, por haber sido el primero en haberla estudiado de forma científica. Su padre pertenecía a la tribu árabe Azd originaria de Yemen.
Como todos en la época, él también estaba obsesionado con la alquimia y, en particular, por la posibilidad de convertir los metales en oro (algo que Jabir pensaba podía conseguir mediante una misteriosa sustancia aún no descubierta, a la que llamó, el aliksir, de donde proviene la palabra “elixir”). Los alquimistas también creían que su disciplina era la “ciencia del equilibrio” y que era posible producir metales preciosos mediante la observación (y mejoramiento) de los métodos de la naturaleza mediante la experimentación y, es legitimo considerar a Jabir uno de los fundadores de la química.
Paralelamente a esto, al-Razi ofreció una clasificación sistemática de los productos de la naturaleza. Dividió las sustancias minerales en espíritus (mercurio, sal amoníaco), sustancias (oro, cobre, hierro), piedras (hermatites, óxido de hierro, vidrio, malaquita), vitriolos (alumbre), Góraxes y sales. A estas sustancias “naturales” añadió las “artificiales”: el cardenillo, el cinabrio, la soda cáustica, las aleaciones. AL-Razi también creía en lo que podríamos denominar investigación de laboratorio y desempeñó un importante papel en la separación de la química propiamente dicha de la alquimia.
Así como el mundo creado por Dios era perfecto y el “arte” sólo podía aspirar a ser “ornamento”, una forma de adornar la creación original a ser “ornamento”, una forma de adornar la creación original de Dios, la filosofía, falsafah, era un conocimiento de ese mundo restringido por la propia capacidad del hombre para entenderlo por sí mismo. Dicho de otra manera, la falsafah era, inevitablemente y por definición, un saber limitado:
“La revelación siempre sería superior a la razón”.
Al igual que ocurrió con la ciencia, la filosofía árabe era básicamente la filosofía griega, modificada por ideas indias y orientales y expresada en lengua árabe. A Los bukuma, los sabios, que practicaban la falsafah, se oponían los mutakallim, los teólogos que practicaban la kalam, teología.
Distintos nombres, distintos lugares y épocas diferentes que, en definitiva, siempre nos cuentan lo mismo: la lucha de la Humanidad por conquistar los conocimientos y los hombres que lo hicieron posible que, no siempre, recorrieron un camino de rosas para conseguirlo (Galileo es un buen ejemplo).
La ciencia y la filosofía islámica fueron con frecuencia obra de sirios, persas y judíos. Sin embargo, su teología, incluida la ley canónica, fue principalmente obra árabe, lo que no quita que se inspiraron en otras foráneas como impulsó el mismo Mahoma con su famoso dicho: “busca la sabiduría aunque esté en China”. Lo que llevó a innumerables estudiosos musulmanes a emprender largos viajes a la búsqueda de conocimiento, de tal manera se consideraban estos intrépidos buscadores del saber que, quien perdía la vida en el empeño era considerado mártir.
No creo que sea este el sitio ni el momento de ocuparnos del Corán y de Alá. El estudio del Corán dominaba la enseñanza en las escuelas del antiguo mundo musulman y, el núcleo curricular, como lo denominaríamos hoy, consistía en la memorización del Corán y de los hadith, junto con el aprendizaje de la escritura y las matemáticas. Es una lástima que ésta religión, llevada hasta sus más irracionales escenarios del entendimiento, sea la prcursora de guerras y muerte de un pueblo que, al fin y al cabo, no deja de ser hijo, como todos los demás seres vivos civilizados del planeta, de la misma cosa, del mismo origen, de la propia Naturaleza, del Universo en fin.
El mundo islámico daría para mucho más, y muchos más son las personajes que podríamos nombrar aquí. Sin embargo, creo cumplido el objetivo y aquí lo dejo. Como decía el sabio:
“El Universo esta construido según un plan cuya profunda simetría está presente de algún modo en la estructura interna de nuestro intelecto”.
emilio silvera.
el 9 de octubre del 2014 a las 6:53
No debemos menospreciar a ningún pueblo. No debemos menospreciar a ningún ser humano porque sea diferente a nosotros en sus costumbres o por el simple hecho de que pertenezca a otras regiones del mundo. Cada Pueblo tiene su propia filosofía de vivir y, si nos acercamos a ellos con respeto, de ellos podremos aprender como también ellos lo hiceron de otros.
Muchas veces, sin pararnos a pensar, juzgamos de manera precipitada a otros que, cuando miramos con atención su historia, dejaron una gran obra para la humanidad y, sus pensadores, contribuyeron de manera muy notable al saber del mundo.
Como siempre digo, nadie lo sabe todo y cada cual sabe lo suyo. Todos pueden aprender de todos. Si la Humanidad aunara sus esfuerzos en construir, en lugar de hacerlo en destruir como vemos que está pasando actualmente… ¡Otra cosa muy diferente sería!
¿Cuando nos daremos cuenta de que todos somos uno?
El proceso de humanización va para largo. El instinto animal es aún mucho más fuerte que todos los demás instintos y, sólo los sentimientos pueden, algún día, acabar con ese ingrediente que nos indice a matar a otros en nombre de la religión o de cualquier otra cosa. La muerte de un Ser humano, nunca estará justificada y, desde luego, existen otros medios para castigar la maldad.
Mirémos hacia el pasado y contemplemos todo lo bueno que la Humanidad hizo, borremos las cosas malas que pasaron e hicimos y, aprendamos de ellas para no volver a causar dolor. Si todos nos dedicáramos a construir, el mundo sería mucho mejor.
Nuestro planeta, la Tierra, nos da cobijo a todos y todos respiramos el mismo aire, tenemos encima de nuestras cabezas el mismo cielo, pertenecemos al mismo Sistema solar, a la misma Galaxia, al mismo Universo.
¿Por qué nos empeñamos en buscar diferencias que nos separen, en lugar de buscar afinidades que nos unan?
¡La Humanidad! ¿Tendrá remedio algún día?
el 9 de octubre del 2014 a las 11:03
Va a ser que no….
Si el conocimiento, la cultura, la experiencia de múltiples casos pasados no nos hacen aprender y continuamos con los mismos errores que nos llevan una y otra vez a enfrentamientos asesinos por dinero, religión o raza, quizás deberíamos convencernos de que no tenemos remedio, seguiremos con ese comportamiento que discrimina, odia y enfrenta a los que no son exactamente iguales.
No es que sea pesimista, creo que soy realista…
En algunos países de oriente, se sigue igual que hace quinientos años, donde la vida no tiene valor alguno; en occidente, donde pareciera que hemos comprendido el valor y la importancia de los derechos humanos, se usa no obstante un doble rasero; el mismo país que garantiza hasta el más mínimo derecho de la persona en su interior, es capaz sin ningún rubor de asesinar ancianos y niños con bombas teledirigidas, dando siempre más importancia al fin que a los medios. En otros, con democracia firmante de todos los derechos, tienen en su seno dirigentes corruptos que son capaces de asesinar a decenas de personas a la más mínima controversia. Así que eso de los derechos humanos más parece una máscara que una verdadera convicción; y por otra parte, los todopoderosos dinero y religión siempre encuentran un motivo para masacrar al de enfrente.
Va a ser que no…
el 9 de octubre del 2014 a las 12:26
Hay veces en las que uno quiere soñar con lo que podría ser… Sin embargo, cuando en tu razonamiento dices:
” No es que sea pesimista, creo que soy realista…”
Creo que, aquel que dijo que un pesimista es alguien que está bien informado… ¡Llevaba toda la razón!
Es una pena que así sea pero… ¡Esa es la cruda realidad y el retrato de la Humanidad! Nada en contrario hay que lo desmienta, y, podría ser mejor pero… ¡No lo es! Por otra parte, para excusar esa manera de ser, pensamos que, de no haber sido de esa manera, de no tener ese instinto “asesino” en ocasiones que todos conocemos, quizás, la raza humana, haría tiempo ya que no estaría aquí. Si la Naturaleza nos hizo así es que, así debemos ser.
No me gusta pero… ¡Así son las cosas!
Saludos amigo.
el 9 de octubre del 2014 a las 20:08
Pues no lo se amigo Emilio; ya sabes ese conocido refrán que tan sabias lecciones nos brinda, muchas veces irónicamente:
“Entre todos la mataron y ella sola se murió”
Habría que poder observar por un objetivo mágico lo que hubiera podido ocurrir en la mayor parte de la historia de la humanidad si los que mandaban en cada caso hubieran tenido en cuenta más la vida humana que los intereses de grupo, raza o religión; si antes de declarar una guerra por motivos cualesquiera hubieran tenido en cuenta las miles de vidas que esas decisiones de enfrentamiento significaban; si hubieran tenido en cuenta que es muy superior la vida que el dinero y repito, raza o religión.
Quizás si en las innumerables veces que la historia nos muestra como siempre ha predominado el interés particular de un grupo que el interés general de la humanidad, hubieran existido suficiente cantidad de personas que comprendieran que todos somos iguales en el fondo y que lo único que nos separan son banderías de poco calado y menor importancia real, a lo mejor la historia hubiera acontecido de otra manera y hoy en día nos encontraríamos bastante más avanzados en todos los sentidos.
Pero es cierto que a lo peor eso no sea posible y estemos abocados a continuos enfrentamientos fatricidas que no logran sino retrasar nuestra evolución hacia seres realmente pensantes; pero eso significaría que no podríamos desligarnos nunca de nuestra procedencia animal (con perdón de los animales, que nunca hacen el daño que nosotros logramos)
Y que conste que menos mal que seguramente no me encontraré nunca en la ocasión de actuar de una manera u otra, pues pese a mi convicción, quizás hiciera lo mismo, pues no debemos olvidar la dualidad siempre presente en el ser humano de ser capaz de hacer tanto el bien como el mal con un gran refinamiento en ambas circunstancias y hasta en algunas ocasiones por la misma persona.
Si, ¡Así son las cosas!
Un abrazo Maese.
el 11 de octubre del 2014 a las 7:57
¡Es todo tan complicado!
¡Sabemos tan poco!
Todo esto nos lleva a las profundas preguntas de siempre:
¿De donde venimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Hacia dónde vamos?
Un abrazo amigo mío.