domingo, 24 de noviembre del 2024 Fecha
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El divagar de la mente

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Universo misterioso    ~    Comentarios Comments (0)

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MO, nunca podremos estar seguros de nada, el Principo de Incertidumbre rige para todos los ámbitos del Universo y nunca, podremos saber que pasará mañana. El devenir siempre será incierto. Fusiones de Galaxias, Destructoras supernovas que, paradógicamente traen los materiales para la vida, meteoros que llevan a los mundos destrucción y muerte. Extinciones… ¡El Universo tiene un ritmo que nada podrá parar! ¿Las consecuencias? Sólo importan en ámbitos locales de ínfimas consecuencias para lo general. Aunque una Civilización pueda desaparecer, aparecera´n otras nuevas y todo seguirásu curso.

 

 

En la tierra primitiva se dio una excelente combinación de grandes cantidades de carbono y agua, que fueron determinantes para el origen de la vida, junto a una atmósfera apropiada, la radiación del Sol que en interacción directa con el planeta, puso en marcha los mecanismos necesarios para el surgir de la vida, alguna inteligente, que hizo posible la presencia de los pensamientos.

 

  materia oscura, nuevas partículas.

 

 

 

 

Los procesos científicos que comentamos en este lugar lugar, los fenómenos del Universo que hemos debatido y, ,  los misterios y secretos que el inmenso Cosmos nos oculta han contribuido, aunque inadvertidamente, a comprometer e involucrar a nuestra especie en la vastedad del universo. La astronomía al destrozar las esferas cristalinas que, según se decía, aislaban la Tierra de los ámbitos etéreos que se hallan por encima de la Luna, nos puso en el universo. La Física cuántica  destruyó la metafórica hoja de cristal que supuestamente separaba al observador distante del mundo observado; descubrimos que estamos inevitablemente enredados en aquello que estudiamos.

La Astrofísica, al demostrar que la materia es la misma en todas partes y que en todas partes obedece a las mismas leyes, reveló una unidad cósmica que se extiende la fusión nuclear en las estrellas la química de la vida que allí se produce a lo largo de todo el Universo. La evolución darwiniana, al destacar que todas las especies de la vida terrestre están relacionadas y que todas surgieron de la materia ordinaria, puso de manifiesto que no hay ninguna muralla que nos separe de las otras criaturas de la Tierra, o del planeta que nos dio la vida: que estamos hechos del mismo material del que están hechos los mundos.

La convicción de que, en cierto sentido, formamos una unidad con el universo, por supuesto, ha sido afirmada antes muchas veces, en otras esferas de pensamiento. Hahvé creó a Adán del polvo; el griego Heráclito escribió que “todas las cosas son una sola”; Lao-tse, en China, describió al hombre y la naturaleza gobernados por un solo principio (“lo llamó el Tao”); y la creencia en la unidad de la Humanidad con el cosmos estaba difundida los pueblos anteriores a la escritura, como lo puso de relieve el jefe indio suquamish Seattle, quien declaró en su lecho de muerte que, “todas las cosas están conectadas, como la sangre que une a una misma familia. Todo es como una misma familia, os lo digo”.

hay algo sorprendente en el hecho de que la misma concepción general ha surgido de ciencias que se enorgullecen de su lúcida búsqueda de hechos objetivos, empíricos. los mapas de cromosomas y los registros fósiles que representan las interconexiones de todos los seres vivos de la Tierra, hasta la semejanza de las proporciones químicas cósmicas con las de las especies vivas terrestres, nos muestran que realmente formamos del universo en su conjunto.

La verificación científica de nuestra participación en las acciones del cosmos , luego, muchas implicaciones. Una de ellas es, si la vida inteligente ha evolucionado en este planeta, también puede haberlo hecho en otras partes. La Teoría de la evolución de Darwin, aunque no explica el antiguo enigma de por qué existe la vida, deja claro que la vida puede surgir de la materia ordinaria y evolucionar hasta una “inteligente”, al menos en un planeta como la Tierra que gira alredeedor de una estrella como el Sol (más de dioez mil millones en la Vía Láctea solamente) y, presumiblemente, más que unos pocos planetas semejantes a la Tierra, podemos especular que no somos la única especie que ha estudiado el universo y se ha preguntado sobre su papel en él.

Nuestra comprensión de la relación la Mente el el Universo puede depender de que podamos tomar con otra especie inteligente con la cual compararnos. Raramente la ciencia ha obtenido buenos resultados al estudiar fenómenos de los que sólo tenía un ejemplo: Las leyes de Newton y Einstein habrían sido mucho más difíciles -quizá imposibles- de fortmular si sólo hubiese habido un planeta para someterlas a prueba, y a menudo se dice que el problema de la cosmología es que sólo tenemos un universo para examinar. (El descubrimiento de la evolucoión cósmica reduce un poco dificultad al ofrecer a nuestra consideración el muy diferente del universo en los primeros momentos de la evolución cósmica.) La cuestión de la vida estraterrestre, pues, va más allá de problemas  el de si estamos solos en el universo, o si podemos esperar tener compañia cósmica o si debemos temer invasiones exteriores; también es un modo de examinarnos a nosotros mismos y nuestra relación con el resto de la Naturaleza.

      Como aún no la hemos podido encontrar, cualquier cosa que podamos imaginar, podría ser posible

Aunque mucho de esto es,  el interés reciente por la vida estraterrestre considerarse como un resultasdo del último vuelco en la fortuna del materialismo, la doctrina filosófica según la cual es posible explicar los sucesos exclusivamente en términos de interacciones materiales, sin recurrir a conceptos insustanciales tales como el espíritu. El darwinismo engendró una nueva actitud de respeto hacia las potencialidades de la materia ordinaria: un montón de barro en un charco de agua de lluvia empieza a parecer mágico, si se piensa que sus iguales de antaño lograron elevarse hasta dar origen a todo el conjunto de la vida terrestre, inclusive la del individuo que contempla el barro. Una persona reflexiva, recordando que su ascendencia se remonta, a través de los mamíferos, hasta los peces, los aminoácidos, los azúcares de la materia prebiótica, no puede estar de acuerdo con Martín Lutero en que la Tierra es “sucia” y “nociva”, o aceptar el veredicto de la Christia Sciencie de que “no hay vida, verdad, sustancia ni inteligencia en la materia”.

¿La Vida? ¡Podría estar presente en tántos lugares! El Universo es inmenso, está lleno de galaxias de estrellas y de mundos. Pensar en la remota posibilidad de que la vida, solamente apareciera aquí, en la Tierra, es ir contra la lógica y despreciar las leyes de la Naturaleza que, en todas partes, actúa de la misma manera.

Históricamente, los materialistas se han inclinado a pensarque hay vida en otros mundos. El atomista Metrodoro escribió en el siglo IV a. de C. que “considerar la Tierra el único mundo poblado en el espacio infinito es tan absurdo como afirmar que en todo un campo sembrado de mijo sólo un grano crecerá”. Cinco siglos más tarde, el epicuréo Lucrecio sostuvo que “hay infinitos mundos iguales y diferentes de mundo nuestro”. La Iglesia católica romana, convencida de que los seres humanos son esencialmente espíritus inmateriales, se sintió amenazada por el punto de vista materialista: cuando Giordiano Bruno, el decano renacentista del misticismo popular, afirmaba que la materia “es en verdad toda la naturaleza y la madre de todo lo vivo, y declaró que Dios “es glorificado, no en uno, sino en incontables soles; no es una sola Tierra, sino en mil, que digo, en infinidad de mundos”, fue atado a una estaca de hierro y quemado vivo, el 19 de febrero de 1600, en la Piazza Campo dei Fiori de Roma.

Sin embargo, cuando la ciencia creció también lo hizo el materialismo, y con él la creencia de una pluralidad de mundos. Podríamos seguir por camino y filosofar sobre lo que fue, lo que es y, lo que probablemente será pero, el tiempo se me acaba y, luego, no quisiera cerrar este sin dejar una falsa sensación.

Las bases que forman nuestro código informático, el cual programa nuestra existencia, vienen del espacio sideral, según ha confirmado el análisis de un meteorito. El hallazgo, realizado por investigadores del Centro Goddard de la NASA, sugiere que el ADN se formó en el espacio y llegó a la Tierra por medio de objetos como meteoritos que chocaron con la superficie del planeta. Estos componentes del ADN habrían evolucionado en contacto con las condiciones atmosféricas de la Tierra para dar vida. Así que no solo nuestros átomos en algún momento fueron parte de las estrellas, también nuestra información, nuestra firma ontológica, proviene del cosmos.

Los científicos de la NASA encontraron adenina y guanina en las muestras del meteorito, dos de las bases nucleares necesarias para conformar el ADN. Adicionalmente las muestras revelaron la presencia de tres moléculas similares que sin embargo no tienen un rol biológico en la Tierra: purin, 2.6 y 6.8 diaminopurina. También se encontraron hipoxantina y xantina, compuestos que participan en el proceso biológico pero no en el ADN. Los científicos están seguros que estos componentes biológicos provienen del espacio y no son resultado de la contaminación aquí en la Tierra.

Siempre hemos formado parte del Universo y, cada día, hacemos posible mediante los avances científicos que, el Universo y nosotros estémos cada vez más unidos, toda vez que, sus secretos están siendo desvelados, los fenómenos que antes no podíamos comprender están quedando al descubierto y, cada día que pasa, nosotros, somos más universo y también, nos sentimos más cerca de él. Vamos conociendo muchas de las cosas antes ignoradas y, esos nuevos conociumientos, son como llavez mágicas que nos facilitan poder hacer nuevas preguntas para perseguir nuevas respuestas y avanzar.

Es cuerioso como los humanos tendemos a simbolizarlo todo, sabemos del ADN y de cómo estamos conformados, tratamos de indagar sobre la conciencia y los mecanismos de la Mente, ese lugar inmaterial que genera el cerebro y del que surgen las ideas y los penamientos, allí está todo lo somos y también, en ese misterioso lugar, se crean los sentimientos que crecen y crecen. Sin embargo, tendemos a idealizar los sentimientos con el corazón. ¿Por qué será?

Algunas formas de materia evolucionada, guardan en sus recurdos esa memoria de la que hablamos

Sí, la materia memoria y deja sus huelllas por todas partes… ¡Hay que saber buscar! En el lugar más inesperado la materia habrá evolucionado hasta el protoplasma vivo que nos llevará hasta la vida, ese estado en el que la materia puede llegar a generar pensamientos, y, hasta sentimientos.

La Ciencia está muy bien, el materialismo viene a poner nuestros pies en el suelo y que no fijemos en las cosas tal como son o, al menos, tal como creemos que son. Sin embargo, una cuestión me tiene desconcertado: ¿Cómo podemos sentir en la que sentimos? ¿De donde vienen esos sentimientos? ¿Será quizá una muestra suprema de la evolución del mundo material? ¿Tendrá memoria la materia?

Por si acaso, yo dejaría aquí un gran signo de interrogación, ya que, hemos alcanzado una pequeña cota de la altísima montaña que nos hemos propuesta escalar, y, luego, no sabemos lo que nos podremos encontrar lleguemos a cotas más elevadas, ya que, pensar en llegar al final…no parece nada fácil.

emilio silvera

 


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