jueves, 21 de noviembre del 2024 Fecha
Ir a la página principal Ir al blog

IMPRESIÓN NO PERMITIDA - TEXTO SUJETO A DERECHOS DE AUTOR




El divagar de la mente

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Divagando    ~    Comentarios Comments (0)

RSS de la entrada Comentarios Trackback Suscribirse por correo a los comentarios

Sí, hay veces que queremos dar la espalda al pasado

 

 

 

 

 

  Ni vemos la longitud de Planck ni las dimensiones extra y, sin embargo, allí, en la teor´çia de más dimensiones, dicen que residen la Gravedad y la Cuántica juntas, sin que surjan los dichosos infinitos, y, no sólo no se rechazan sino que se complementan con una bonita armonia de un “universo” majestuoso en el que todo se entiende.

 

Los procesos científicos que comentamos en este lugar, los fenómenos del Universo que hemos debatido y, los misterios y secretos que el inmenso Cosmos nos oculta han contribuido, aunque inadvertidamente, a comprometer e involucrar a nuestra especie en la vastedad del universo. La astronomía al destrozar las esferas cristalinas que, según se decía, aislaban la Tierra de los ámbitos etéreos que se hallan por encima de la Luna, nos puso en el universo. La Física cuántica  destruyó la metafórica hoja de cristal que supuestamente separaba al observador distante del mundo observado; descubrimos que estamos inevitablemente enredados en aquello que estudiamos. Y, de esa manera, dando rienda suelta a nuestra inmensa curiosidad, hemos  tratado -desde siempre-de ahondar en esos secretos que escondían las cosas que, para nosotros, no tenían explicación. Poco a poco, pudimos ir desvelándolos y pudimos llegar a saber sobre el Espacio Interestelar y las galaxias en el “universo del macromundo, y, de la misma manera, también conseguimos llegar a ese otro espacio “invisible” de lo muy pequeño donde las partículas subatómicas y los átomos, se conforman para estructurarse en todas las cosas grandes que conocemos.

La Astrofísica, al demostrar que la materia es la misma en todas partes y que en todas partes obedece a las mismas leyes, reveló una unidad cósmica que se extiende desde la fusión nuclear en las estrellas hasta la química de la vida y que así se produce a lo largo de todo el Universo. La evolución darwiniana, al destacar que todas las especies de la vida terrestre están relacionadas y que todas surgieron de la materia ordinaria, puso de manifiesto que no hay ninguna muralla que nos separe de las otras criaturas de la Tierra, o del planeta que nos dio la vida: que estamos hechos del mismo material del que están hechos los mundos.

La convicción de que, en cierto sentido, formamos una unidad con el universo, por supuesto, ha sido afirmada antes muchas veces, en otras esferas de pensamiento. Hahvé creó a Adán del polvo; el griego Heráclito escribió que “todas las cosas son una sola”; Lao-tse, en China, describió al hombre y la naturaleza gobernados por un solo principio (“lo llamó el Tao”); y la creencia en la unidad de la Humanidad con el cosmos estaba difundida los pueblos anteriores a la escritura, como lo puso de relieve el jefe indio suquamish Seattle, quien declaró en su lecho de muerte que, “todas las cosas están conectadas, como la sangre que une a una misma familia. Todo es como una misma familia, os lo digo”.  Así, los pensadores nos han llevado a saber que todas las cosas son, y, con ese simple pensamiento, pudimos elevar a todas las “cosas” a la categoría de SER. Todo lo que existe, en nuestro Universo dinámico hecho de puera energía, todo sin excepción, tiene su razón de Ser. ¡La materia!, que lo mismo puede estar en la forma de una gran piedra en el lecho de un río que, conformando un inmenso árbol de grandes ramas de verdes hojas, y, también, puede estar configurada como una criatura que piensa, y tiene consciencia de Ser.

Hay algo sorprendente en el hecho de que la misma concepción general ha surgido de ciencias que se enorgullecen de su lúcida búsqueda de hechos objetivos, empíricos. los mapas de cromosomas y los registros fósiles que representan las interconexiones de todos los seres vivos de la Tierra, hasta la semejanza de las proporciones químicas cósmicas con las de las especies vivas terrestres, nos muestran que realmente formamos parte del universo en su conjunto.

Todo está hecho de la misma cosa: Quarks y Leptones. A partir de esos pequeños objetos subatómicos e invisbles, se forman todas las cosas que conocemos, desde una bacteria hasta el mayor cúmulo de galaxias, todo es la misma cosa con formas diferentes y diferentes objetivos. Es la diversidad dentro de la igualdad.

La verificación científica de que nuestra presencia aquí, ha sido la consecuencia de las acciones del cosmos, de lo que hizo la Naturaleza, tras muchas implicaciones de transiciones de fase en la materia a través de la energía y del paso del Tiempo. No hay que devanarse los sesos para pensar que,  si la vida inteligente ha evolucionado en este planeta, también pudo haberlo hecho en otras partes, en otros mundos. La Teoría de la evolución de Darwin, aunque no explica el antiguo enigma de por qué existe la vida, deja claro que la vida puede surgir de la materia ordinaria y evolucionar hasta una especie “inteligente”, al menos en un planeta como la Tierra que gira alredeedor de una estrella como el Sol (más de diez mil millones sólo en la Vía Láctea) y, presumiblemente existen miles de millones de planetas semejantes a la Tierra, y, que estén en la misma situación que ésta, es decir, en la zona habitable de sus estrellas, así,  podemos especular que no somos la única especie que ha estudiado el universo y se ha preguntado sobre su papel en él.

Nuestra comprensión de la relación de la Mente con el Universo puede depender de que podamos interaccionar con otra especie inteligente, con la cual compararnos. Raramente la ciencia ha obtenido buenos resultados al estudiar fenómenos de los que sólo tenía un ejemplo: Las leyes de Newton y Einstein habrían sido mucho más difíciles -quizá imposibles- de fortmular si sólo hubiese habido un planeta para someterlas a prueba, y a menudo se dice que el problema de la cosmología es que sólo tenemos un universo para examinar. (El descubrimiento de la evolucoión cósmica reduce un poco la dificultad al ofrecer a nuestra consideración las fases del muy diferente universo en los primeros momentos de la evolución cósmica.) La cuestión de la vida estraterrestre, pues, va más allá del problema de si estamos solos en el universo, o si podemos esperar tener compañia cósmica o si debemos temer invasiones exteriores; también es un modo de examinarnos a nosotros mismos y nuestra relación con el resto de la Naturaleza.

Aunque mucho de esto es,  el interés reciente por la vida estraterrestre al considerarse como un resultasdo del último vuelco en la fortuna del materialismo, la doctrina filosófica según la cual es posible explicar los sucesos exclusivamente en términos de interacciones materiales, sin recurrir a conceptos insustanciales tales como el espíritu. El darwinismo engendró una nueva actitud de respeto hacia las potencialidades de la materia ordinaria: un montón de barro en un charco de agua de lluvia empieza a parecer mágico, si se piensa que sus iguales de antaño lograron elevarse hasta dar origen a todo el conjunto de la vida terrestre, inclusive la del individuo que contempla el barro. Una persona reflexiva, recordando que su ascendencia se remonta, a través de los mamíferos, hasta los peces, los aminoácidos, los azúcares de la materia prebiótica, no puede estar de acuerdo con Martín Lutero en que la Tierra es “sucia” y “nociva”, o aceptar el veredicto de la Christia Sciencie de que “no hay vida, verdad, sustancia ni inteligencia en la materia”.

La materia, amigos míos, desde comenzamos a conocerla, pudimos descubrir que, si en este universo existe algo mágico, esa es ella. Puede adoptar cualquier forma, la podamemos encontrar en las Nebulosas que se configuran de mil maneras diferentes, en distintos elementos y moléculas que se juntan para constituirse en estrellas y mundos. Puede estar presente en los estratos subterráneos de los mundos en forma de Uranio, diamantes y oro. La materia, se presenta en forma de grandes océanos, inmensos valles y frondosos Bosques, y, como remate mágico a todo eso, también la materia se presente en forma de Ser inteligente y consciente para que pueda admirar todo eso.

¿La Vida? ¡Podría estar presente en tántos lugares! El Universo es inmenso, está lleno de galaxias de estrellas y de mundos. Pensar en la remota posibilidad de que la vida, solamente apareciera aquí, en la Tierra, es ir contra la lógica y despreciar las leyes de la Naturaleza que, en todas partes, actúa de la misma manera.

Históricamente, los materialistas se han inclinado a pensarque hay vida en otros mundos. El atomista Metrodoro escribió en el siglo IV a. de C. que “considerar la Tierra el único mundo poblado en el espacio infinito es tan absurdo como afirmar que en todo un campo sembrado de mijo sólo un grano crecerá”. Cinco siglos más tarde, el epicuréo Lucrecio sostuvo que “hay infinitos mundos iguales y diferentes de mundo nuestro”. La Iglesia católica romana, convencida de que los seres humanos son esencialmente espíritus inmateriales, se sintió amenazada por el punto de vista materialista: cuando Giordano Bruno, el decano renacentista del misticismo popular, afirmaba que la materia “es en verdad toda la naturaleza y la madre de todo lo vivo, y declaró que Dios “es glorificado, no en uno, sino en incontables soles; no es una sola Tierra, sino en mil, que digo, en infinidad de mundos”, fue atado a una estaca de hierro y quemado vivo, el 19 de febrero de 1600, en la Piazza Campo dei Fiori de Roma.

Sin embargo, cuando la ciencia creció también lo hizo el materialismo, y con él la creencia de una pluralidad de mundos. Podríamos seguir por ese camino y filosofar sobre lo que fue, lo que es y, lo que probablemente será pero,ahí, en esa precisa encrucijada, me encuentro con múltiples caminos y, cada uno de ellos me llevará a un final diferente. ¿Cuál de esos finales será el verdadero? Eso amigos míos, no lo podemos saber, ya que, al formar parte del futuro que aún no hallegado, es una incognita que siempre existirá, toda vez que, estamos condenados a vivir en un perpetuo presente.

Es cuerioso como los humanos tendemos a simbolizarlo todo, sabemos del ADN y de cómo estamos conformados, tratamos de indagar sobre la conciencia y los mecanismos de la Mente, ese lugar inmaterial que genera el cerebro y del que surgen las ideas y los penamientos, allí está todo lo somos y también, en ese misterioso lugar, se crean los sentimientos que crecen y crecen. Sin embargo, tendemos a idealizar los sentimientos con el corazón. ¿Por qué será?

Algunas formas de materia evolucionada, guardan en sus recurdos esa memoria de la que hablamos

Sí, la materia memoria y deja sus huelllas por todas partes… ¡Hay que saber buscar! En el lugar más inesperado la materia habrá evolucionado hasta el protoplasma vivo que nos llevará hasta la vida, ese estado en el que la materia puede llegar a generar pensamientos, y, hasta sentimientos.

La Ciencia está muy bien, el materialismo viene a poner nuestros pies en el suelo y que no fijemos en las cosas tal como son o, al menos, tal como creemos que son. Sin embargo, una cuestión me tiene desconcertado: ¿Cómo podemos sentir en la que sentimos? ¿De donde vienen esos sentimientos? ¿Será quizá una muestra suprema de la evolución del mundo material? ¿Tendrá memoria la materia?

Por si acaso, yo dejaría aquí un gran signo de interrogación, ya que, hemos alcanzado una pequeña cota de la altísima montaña que nos hemos propuesta escalar, y, luego, no sabemos lo que nos podremos encontrar lleguemos a cotas más elevadas, ya que, pensar en llegar al final…no parece nada fácil.

emilio silvera

 


Deja un comentario



Comentario:

XHTML

Subscribe without commenting