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¿Sabremos alguna vez lo que la Conciencia es?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo de la Conciencia ~ Comments (1)
Nuestra estrategia para explicar la base neuronal de la conciencia consiste en centrarse en las propiedades más generales de la experiencia consciente, es decir, aquella que todos los estados conscientes comparte. De estas propiedades, una de las más importantes es la integración o unidad. La integración se rfiere a que el sujeto de la experiencia no puede en ningún momento dividir un estado consciente en una serie de componentes independientes. Es una propiedad que está relacionada con nuestra incapacidad para hacer conscientemente dos cosas al mismo tiempo, como, por ejemplo confeccionar un balance de cuentas mientras que al mismo tiempo que se mantiene una discusión sobre los agujeros negros.
El diagrama que podemos tener del cerebro-mente, sería una cosa así:
Otra propiedad clave de la experiencia consciente, y una que aparentemente contrasta con la anterior, es su extraordinaria diferenciación o informatividad: En cada momento podemos seleccionar uno entre miles de millones de estados conscientes posibles en apenas una fracción de segundo. Nos enfrentamos, pues, a la aparente paradoja de que la unidad encierra la complejidad.
El abanico y la variedad de la fenomenología consciente abarcan tanto como la experiencia personal y llegan tan lejos como la imaginación de cada persona: es el teatro privado de cada uno. Muchos son los libros que se han escrito con el propósito de categorizar el dominio de lo consciente y se han levantado incluso sistemas filosóficos enteros sobre la base de intentos por descifrar su estructura.
Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un ingente de estados conscientes …
Los estados conscientes se nos manifiestan en forma de perceptos sensoriales, de imágenes, de pensamientos, de discurso interios, de emociones y de sentimientos de voluntad, mismidad, familiaridad…Estos estados pueden producirse en cualquier combinación y subdivisión posible. Las percepciones sensoriales -los constituyentes de la experiencia consciente- se presentan en varias modalidades: vista, oido, tacto, olor, gusto…es la percepción de nuestro propio cuerpo (quinestesia) la sensación de la posesión del cuerpo a través de los sentidos que nos sitúan en el mundo y los mismo nos hablan de placer que de dolor. Sin embargo, no siempre damos a los sentidos la importancia que realmente tienen. Por ejemplo, cada uno de los sentidos tiene distintas vertientes y están provistos de una riqueza que nos lleva a una comprensión más elevada del mundo que nos rodea. La experiencia visual, por ejemplo, incluye el color, la forma, el movimiento, la profundidad.
Es la vista la que hace que en estado consciente, podamos valorar todos y cada uno de los matices presentes en la escena de arriba.
¿Que decir de la facultad del pensamiento? El pensamiento, el discurso interior y la formación consciente de imágenes nos recuerdan poderosamente que se puede construir una escena consciente incluso en ausencia de impresiones externas. Los sueños constituyen la demostración más palmaria de este hecho. Pese a ciertas peculiaridades, como la credulidad, la resolución y la pérdida de auto reflexión del que sueña, la ensoñación y la conciencia despierta son notablemente parecidas (“soñar despierto”). Los objetos visuales y las escenas “vividas” en el sueño, suelen ser reconocibles, el lenguaje es inteligible e incluso las historias que se desarrollan en los sueños pueden llegar a ser tan coherentes que, no en pocas ocasiones, muchas personas llegaron a tomarlas por reales.
Estar en otros mundos sin ausentarte de este
La Conciencia puede ser activa o pasiva y, según qué ocasión, le pedimos o no un esfuerzo extra. La mayor parte de las veces dejamos que las impresiones sensoriales tomen posesión libremente de nuestros estados sensoriales, sin prestar especial atención a esto o aquello, la conciencia es tan receptiva y amplia como natural y libre de esfuerzo cuando, por ejemplo, visitamos una ciudad y paseando disfrutamos de sus vistas. Por otra parte, cuando buscamos específicamente un punto concreto en el flujo constante de entradas sensoriales al que estamos expuestos, la percepción se convierte en una actividad orientada a la acción concreta de esa búsqueda.
La Plaza de las Cibeles de Madrid
Claro que, la experiencia consciente varía en intensidad; el nivel global de alerta puede variar desde la casi nula vigilancia del sopor hasta el estado hipervigilante de un piloto de guerra en acción, y la percepción sensorial puede ser más o menos vívida. También tenemos esa conocida habilidad llamada atención, que nos permite seleccionar o amplificar diferencialmente ciertas experiencias conscientes en detrimento de otras experiencias coetáneas..
Además, la conciencia se halla conectada y vinculada a ciertos aspectos de la memoria. De hecho, a menudo se equipara la memoria inmediata, que dura apenas una fracción de segundo, a la propia conciencia. Claramente, la memoria de trabajo -la habilidad de “tener presente” y manejar los contenidos conscientes, como los números de teléfonos, las frases y las posiciones en el espacio, durante unos segundos-, está estrechamente realcionada con la Conciencia.
Está claro que, en cada uno de nosotros y según en qué situaciones que representan nuestro teatro privado de cada día nos encontremos, podemos estar situados en escenarios cambiantes que, para bien o para mal, lo podríamos denominar “comedia”, “farsa” o “tragedia”, con una dramatis personal, el “yo” como protagonista. Y, así será hasta que caiga la cortina al final de la obra de la vida. Y, mientras la obra transcurre, cada uno de nosotros vive su “historia”personal de vivencias intranferibles que, en definitiva, serán las que conformen su mundo particular.
La Bailarina estudia los pasos y, dentro de “su mundo”, tiene unas sensaciones que su conciencia “archiva como experiencias personales.
El vulcanólogo hace su trabajo como la bailarina el suyo. Sin embargo, las experiencias son distintas y las sensaciones de cada uno de ellos crean una química diferentes en sus cuerpos. La una puede estar exaltada, imbuida de una alta sensibilidad artística, mientras que el otro, expuesto a un peligro real, está inmerso en un mar de adrenalina y, ese momento se gravará en su mente y quedará imborrable para siempre.
Aunque vivamos aquí, no es cierto que aquí esté “todo” nuestro “mundo” que, en realidad, escapa de este que arriba vemos y llega hasta los confines de nuestra imaginación que, dicho sea de paso, sobrepasa los confines del Universo mismo. La Imaginación es un arma muy poderosa, y, si nada la para, si la Naturaleza permite su transcurrir evolutivo…¿En qué se podrá transformar?
Estamos inmersos en un mundo, en una Galaxia, en un Universo que (aunque creamos lo contrario), no hemos llegado a conocer. Nuestros sentidos (que se unifican para conformar nuestro “sentido común”), observan el entorno y perciben todos y cada uno de los mensajes que les llegan del exterior, nos dice cómo es el mundo que nos rodea, y, sin embargo, es nuestra Mente, la que sintetiza “esa realidad” percibida y la conforma según su estructura natural que la lleva a “comprender” esos mensajes exteriores “a su manera”, construyendo un “mundo” especial de una realidad adaptada a nuestra conveniencia y que, por ello, puede diferir la la verdadera realidad.
Cualquier diccionario que podamos leer nos dirá que la ralidad es la existencia real y efectiva de una cosa, verdad, sinceridad, la totalidad de las cosas que existen (¿el Universo?) y de los hechos que suceden en el mundo -entendiendo por el mundo todo el universo-. Sin embargo, en nuestro Universo, nada resulta ser tan fácil. También existen realidades virtuales que no siempre están referidas a ordenadores y computación y que están referidas a la acción de producir una apariencia de realidad que permita al individuo tener la sensación de estar presente en ella. Pero,no poemos estar seguros de que, “nuestra realidad” sea la misma realidad de la naturaleza que nos acoge.
¿Será su “ralidad” la misma realidad nuestra? Probablemente no. El que compartamos el mismo planeta no hace que todos tengamos las mismas percepciones, sensaciones, emociones, aspiraciones, alegrías, miedos, tristezas, penas, sentimientos, fuerza, personalidad, voluntad de hacer, fuerza para luchar, y, el caso de las conciencias está, no pocas veces condicionado por factores que el individuo no pudo elegir. Claro que, muchas veces una simple mirada, nos puede transportar a otro mundo que, para muchos “será totalmente irreal”. Pero soñar… podemos todos, otra cosa será poder realizar los sueños.
Los pensamientos conscientes han ido evolucionando a medida que el hombre se acercó más y más a la Naturaleza y la fue conociendo más profundamente, y, tales conocimientos, nos acercaron a la consciencia de cómo eran las cosas sin divinidades, ni deidades que, por encima de nuestro mundo, podían regir las cosas.
Son variadas las hipótesis que circulan sonbre el tema, cuantan que, el origen real de la filosofía fue en un pueblo griego, ya que su rechazo de lo sobrenatural, de lo mágico son signos de una racionalidad que difícilmente podemos encontrar en otras formas de pensamiento. Nace alrededor del S.VII-VI a.C. como resultado de una nueva actitud ante el universo: el hombre no se conforma con las repuestas míticas, sino que busca respuestas a los secretos del universo con la única ayuda de su razón y su lógica. Este nuevo tipo de pensamiento se conoce como el paso del mito al logos. Fue Tales de Mileto el que comenzó esa historia, y, a él podríamos dar el mérito de haber desencadenado los primeros pasos hacia el conocimiento de la mente, toda vez que, conocer la Naturaleza es conocernos a nosotros.
En filosofía se habla de realismo que es una actitud opuesta al idealismo, según la cual, las cosas existen fuera e independientemente de la conciencia (el sentido común), que las capta pasivamente en el “conocimiento” que nunca trata de poner de su parte ningún elemento que las pueda desvirtuar. De esa manera, la filosofía trata de decirnos que, esa realidad que percibimos, podría no ser la realidad y que nuestros sentidos nos engañan a través de la mente, muchas veces (como nos decía Kike en elguna ocasión) para nuestro propio bien, ya que, no estamos preparados para soportar la cruda realidad del Mundo y a los peligros que estamos sometidos, lo que provoca una especie de salvaguarda que nos sitúa en ese “otro mundo” inexistente.
No siempre, aunque lo parezca, es mágico lo que podamos pensar que, pudiera estar presente en mundos remotos que no hemos llegado a conocer. Nuestra imaginación es ilimitada pero, ¿Y la realidad? En cuántas formas se puede presentar ante nosotros para sorprendernos.
Nos valemos de muchas tretas para escapar a la realidad, y, un ejemplo es el Realismo Mágico, esa corriente literaria hispanoamericana que se da en la segunda mitad del siglo XX, que introduce elementos fantásticos dentro de una línea narrativa realista (García Márquez, A. Uslar Pietri, A. Carpentier y J. Rulfo y otros). Yo me quedo con la obra de J.L. Borges que, en su inmensa imaginación fue capaz de recrear un universo mágico dotado de absoluta coherencia. Su narrativa maneja con destreza y maestria lo insólito, pero no se trata de un simple juego con la fantasía, sino que el autor nos propone sutíles juegos mentales, ejercicios de imaginación que en realidad muestran profundas cuestiones metafísicas.
Si entendemos por realismo la representación detallada y precisa de la Naturaleza, es esta una tendencia artística que, a lo largo de la historia, se ha repetido en mopmentos y espacios geográficos muy diferentes, desde las pinturas rupestres de las cuevas. Sin embargo, el realismo no fue considerado un programa estético determinado hasta mediados del siglo XIX en Francia, donde constituyó la corriente dominante tanto en pintura como en literatura, y estuvo, además, en la base de la transición hacia el impresionismo y el simbolismo.
¿Quién podría negar la realidad de esta imagen?
Otro “Realismo” encuadra en lo Histórico y Social que sería muy largo de exponer aquí, un trabajo que tiene sus miras puestas en otro horizonte. En todo este contexto, existen otras muchas clases de “realismo” que tratan de representar distintas fasetas del mundo.
Todo ello, nos lleva a comprender “cuántas realidades” podemos imaginar en nuestras mentes, y, deducir que, la “realidad” como la teoría einsteniana, es relativa, ya que, lo que para nosotros puede ser una realidad para otros seres que podrían existir, la realidad sería otra muy diferente. Percibimos el mundo que nos rodea con los medios de que nos dotó la Madre Naturaleza, y, esos medios, marcan el límite de “nuestra realidad” que nunca será la realidad misma, sino la nuestra.
Para muchos, el único realismo de su vidas ha sido siempre el duro trabajo
Sin embargo, y, a pesar de que creo firmemente en la existencia de distintas realidades que dependen del observador, también creo en la existencia de una única realidad para todos. Pongamos como ejemplo, al electrón, esa partícula elemental de la familia de los leptones que, tan importante resulta ser para la configuración del mundo que conocemos, para la existencia der los átomos y de nosotros mismos.
El electrón tiene una masa en reposo (me) de 9, 109 3897 (54) x 10-31 kg y una carga negativa de 1,602 177 33(49) x 10-19 culombios. Esa realidad, aunque vinieran los sabios físicos de un planeta habitable situado en la estrella Resplandor de una Galaxia muy lejana, cuando hicieran los cálculos matemáticos y los experimentos necesarios, las cifras seguirían siendo las mismas, toda vez que, al tratarse de constantes fundamentales, ni la masa ni la carga pueden tener otra realidad distinta sea cual fuere el observador. Esto nos quiere decir que hay realidades que nunca cambian y, eso, nos puede traer alguna esperanza de que, alguna vez, podríamos conocer el Universo, tal como es.
Esta sí es una realidad, sin ella, el mundo no sería tal como lo conocemos.
Sin embargo, no podemos negar nuestras limitaciones tanto de percepción como intelectuales para reconocer “el mundo” tal como es. Es “nuestro mundo” que, cuando sea visitado por “otros”, pudiera ser otro mundo distinto al que nosotros percibimos y, podrían “ver” cosas que nosotros no vemos.
Vivímos en nuestra propia realidad, la que forja nuestras mentes a través de los sentidos y la experiencia. Incluso entre nosotrosm mismos, los seres de la misma especie, no percibimos de la misma manera las mismas cosas. Sí, muchos podemos coincidir en la percepción de algo, sin embargo, otros muchos diferirán de nuestra percepción y tendrán la suya propia. Esa prueba se ha realizado y la diversidad estuvo presente.
No, no será mnada fácil despejar las incognitas presentes en esta inmensa complejidad que llamamos Mente. Creo de manera firme que, finalmente, todo se traduce a Química y Luz. Energías de velocidades alucinantes que recorren el enmarañado entramado de neuronas y que hace posible todas y cada una de las maravillas que “real”mente se producen en nosotros y que no siempre sabemos traducir ni comprender.
¡Qué complicado resulta ser todo! La química de la vida puede estar presente en cualquiera de esos pequeños mundos que nos rodean y,en los cientos o miles de estudios que se han realizado, la coincidencia es inmensa. La Vida estará presente en cientos de miles de mundos y su origen siempre resulta estar en las estrellas. Allí, en esos objetos brillantes del cielo, se forman los elementos complejos necesarios para que, mediante mecanismos que no hemos llegado a conocer, se estructuren en las diversas formas de vida que, en unos casos conocemos y en otros no. Lo único cierto es que nuestras consciencias van acaparando hechos y conocimientos que nos permiten llegar cada vez lejos en el saber del mundo.
Si todos pudiéramos tener la misma visión de la realidad, el mundo en el que vivímos ¿sería mejor? No estoy seguro de eso. Sin embargo, y, por otra parte, parece que la Naturaleza ha querido que la cosa sea tal como es, es decir, diferentes maneras de percibir, y, esa divergencia de ideas sobre las cosas, es una riqueza que nos lleva a descubrir, a idear nuevas cosas, nuevas formas, nuevos caminos. De tener todos la misma percepción de las cosas, seríamos como robots, como programas de ordenador, y, la riqueza y frescura de ideas estarían ausentes.
Así que, amigos míos, sigamos cargando con elm peso de la Incertidumbre, nunca podremos saber cuál será esa realidad del mundo que incansables perseguimos. ¿Sabremos algún día determinar lo que es y lo que no es?
Para no saber, no sabemos ni nuestra propia realidad. No os habeis preguntado en alguna ocasión, ¿quién soy yo?
Todavía no he podido contestar a esa “sencilla” pregunta.
emilio silvera
el 17 de junio del 2015 a las 11:01
La Conciencia en el sentido literal de Ser Conscientes de las cosas que nos ordean, las que podemos observar, lo que sentimos, lo que intuimos, lo que “sabemos” que está ahí y no vemos… Esa conciencia, nos ha llegado, a los seres más inteligentes, después de muchos cientos de miles de años de pasar por toda clase de vicisitudes, de experiencias con la cruda Naturaleza y, poco a poco, hemos podido ir asimilando los mensajes que el entorno nos enviaba a través de nuestros sentidos. Así, hemos podido llegar a un nivel aceptable de lo que, en realidad es el mundo y podemos ser, también nosotros.
Por medio de la Conciencia nos percibimos en el mundo, en nuestro entorno local, en el ámbito más extenso del Universo, y, en nuestra relación y expericneicas con todos los objetos que lo pueblan y de los que, sólo los seres inteligentes, en posesión de una consciencia desarrollada, puede llegar a comprender.
Sobre la Conciencia siempre hemos tenido, a la hora de expresar lo que es, algunas dificultades que, al menos por el momento, en puridad científica, no hemos sabido resolver. Estamos tratando con algo complejo que, no será fácil de precisar en toda su grandeza que, aunque parezca enteramente material, también (según parece) está conformada por algunos parámetros inmateriales o metafísicos que pueden jugar un gran papel en este gran escenario del mundo, de la Naturaleza, del Universo en fin.
Aunque cuando hablamos de la Conciencia, lo primero que se nos viene a la Mente, es lo que conocemos, de todo aquello de lo que tenemos “consciencia”, sin embargo, creo, que la Conciencia en sí misma, es mucho más y, una parte de ella, no está expuesta a nuestro dominio y conocimiento, es esa parte que imagina, que genera ideas e inventa, la que instuye cosas, la que va mucho más alla de lo que la simple materia nos pueda decir.
Siempre hemos tratado de buscar una Definición para todo, y, a mí, como me ocurre con la materia, con el Tiempo que inexorable transcurre, y, también, con otros muchos enigmas que conviven con nosotros, con la Conciencia no encuentra la justa medida de una Definición que le hiciera justicia, ya que, según creo, es muchoi más de lo que, nuestros pobres intelectos puedan expresar.
Seguirá creciendo con nostros y, algún día, quizá podamos decir, de una manera más clara y convincente, lo que la Conciencia es.