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Nuestro lugar en el Universo…¿cuál será?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Universo    ~    Comentarios Comments (0)

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Jamón ibérico, bueno hasta para la tensión

 

 

 

Antes en otra entrada que titulé “Observar la Naturaleza… da resultados”, comentaba sobre los grandes números de Dirac y lo que el personaje llamado Dicke pensaba de todo ello y, cómo dedujo que para que pudiera aparecer la biología de la vida en el Universo, había sido necesario que el tiempo de vida de las estrellas fuese el que hemos podido comprobar que es y que, el Universo, también tiene que tener, no ya las condiciones que posee, sino también, la edad que le hemos estimado.

 

 

 

 

Los filamentos de un remanente de Supernova que, mirándolos y pensando de donde vienen… Te hacen recorrer unos caminos alucinantes que comenzaron con una unmensa aglomeración de gas y polvo que se constituyó en una estrella masiva que, después de vivir millones de alos, dejó, a su muerte, el rastro que arriba podemos contemplar.

Para terminar de repasar la forma de tratar las coincidencias de los Grandes Números por parte de Dicke, sería interesante ojear restrospectivamente un tipo de argumento muy similar propuesto por otro personaje, Alfred Wallace en 1903. Wallace era un gran científico que, como les ha pasado a muchos, hoy recibe menos reconocimiento del que se merece.

 

 

 

 

Fue él, antes que Charles Darwin, quien primero tuvo la idea de que los organismos vivos evolucionan por un proceso de selección natural. Afortunadamente para Darwin, quien, independientemente de Wallace, había estado reflexionando profundamente y reuniendo pruebas en apoyo de esta idea durante mucho tiempo, Wallace le escribió para contarle sus ideas en lugar de publicarlas directamente en la literatura científica. Pese a todo, hoy “la biología evolucionista” se centra casi porm completo en las contribuciones de Darwin.

Wallace tenía intereses muchos más amplios que Darwin y estaba interesado en muchas áreas de la física, la astronomía y las ciencias de la Tierra. En 1903 publicó un amplio estudio de los factores que hace de la Tierra un lugar habitable y pasó a explorar las conclusiones filosóficas que podrían extraerse del estado del Universo. Su libro llevaba el altisonante título de El lugar del hombre en el Universo.

 

 

Wallace propuso en 1889, la hipótesis de que la selección natural podría dar lugar al aislamiento reproductivo de dos variedades al formarse barreras contra la hibridación, lo que podría contribuir al desarrollo de nuevas especies.

Wallace, Alfred Russell (1823-1913), naturalista británico conocido por el desarrollo de una teoría de la evolución basada en la selección natural. Nació en la ciudad de Monmouth (hoy Gwent) y fue contemporáneo del naturalista Charles Darwin. En 1848 realizó una expedición al río Amazonas con el también naturalista de origen británico Henry Walter Bates y, desde 1854 hasta 1862, dirigió la investigación en las islas de Malasia. Durante esta última expedición observó las diferencias zoológicas fundamentales entre las especies de animales de Asia y las de Australia y estableció la línea divisoria zoológica -conocida como línea de Wallace- entre las islas malayas de Borneo y Célebes. Durante la investigación Wallace formuló su teoría de la selección natural. Cuando en 1858 comunicó sus ideas a Darwin, se dio la sorprendente coincidencia de que este último tenía manuscrita su propia teoría de la evolución, similar a la del primero. En julio de ese mismo año se divulgaron unos extractos de los manuscritos de ambos científicos en una publicación conjunta, en la que la contribución de Wallace se titulaba: “Sobre la tendencia de las diversidades a alejarse indefinidamente del tipo original”. Su obra incluye El archipiélago Malayo (1869), Contribuciones a la teoría de la selección natural (1870), La distribución geográfica de los animales (1876) y El lugar del hombre en el Universo (1903).

 

 

 

 

Pero sigamos con nuestro trabajo de hoy. Todo esto era antes del descubrimiento de las teorías de la relatividad, la energía nuclear y el Universo en expansión.  La mayoría de los astrónomos del siglo XIX concebían el Universo como una única isla de materia, que ahora llamaríamos nuestra Vía Láctea. No se había establecido que existieran otras galaxias o cuál era la escala global del Universo. Sólo estaba claro que era grande.

Wallace estaba impresionado por el sencillo modelo cosmológico que lord Kelvin había desarrollado utilizando la ley de gravitación de Newton. Mostraba que si tomábamos una bola muy grande de materia, la acción de la gravedad haría que todo se precipitara hacia su centro. La única manera de evitar ser atraído hacia el centro era describir una órbita alrededor. El universo de Kelvin contenía unos mil millones de estrellas como el Sol para que sus fuerzas gravitatorias contrapesaran los movimientos a las velocidades observadas.

 

 

 

William Thomson (Lord Kelvin)

En el año 1901, Lord Kelvin solucionó cualitativa y cuantitativamente de manera correcta el enigma de la oscuridad de la noche en el caso de un universo transparente, uniforme y estático. Postulando un universo lleno uniformemente de estrellas similares al Sol y suponiendo su extensión finita (Universo estoico), mostró que, aun si las estrellas no se ocultan mutuamente, su contribución a la luminosidad total era finita y muy débil frente a la luminosidad del Sol. El demostró también que la edad finita de las estrellas prohibió la visibilidad de las estrellas lejanas en el caso de un espacio epicúreo infinito o estoico de gran extensión, lo que contestó correctamente al enigma de la oscuridad.

Lo intrigante de la discusión de Wallace sobre este modelo del Universo es que adopta una actitud no copernicana porque ve cómo algunos lugares del Universo son más propicios a la presencia de vida que otros. Como resultado, sólo cabe esperar que nosotros estemos cerca, pero no en el centro de las cosas.

Wallace da un argumento parecido al de Dicke para explicar la gran edad de cualquier universo observado por seres humanos. Por supuesto, en la época de Wallace, mucho antes del descubrimiento de las fuentes de energía nuclear, nadie sabía como se alimentaba el Sol, Kelvin había argumentando a favor de la energía gravitatoria, pero ésta no podía cumplir la tarea.

En la cosmología de Kelvin la Gravedad atraía material hacia las regiones centrales donde estaba situada la Vía Láctea y este material caería en las estrellas que ya estaban allí, generando calor y manteniendo su potencia luminosa durante enormes períodos de tiempo. Aquí Wallace ve una sencilla razón para explicar el vasto tamaño del Universo.

“Entonces, pienso yo que aquí hemos encontrado una explicación adecuada de la capacidad de emisión continuada de calor y luz por parte de nuestro Sol, y probablemente por muchos otros aproximadamente en la misma posición dentro del cúmulo solar. Esto haría que al principio se agregasen poco a poco masas considerables a partir de la materia difusa  en lentos movimientos en las porciones centrales del universo original; pero en un período posterior serían reforzadas por una caída de materia constante y continua desde sus regiones exteriores a velocidades tan altas como para producir y mantener la temperatura requerida de un sol como el nuestro, durante los largos períodos exigidos para el continuo desarrollo de la vida.”

Vallace ve claramente la conexión entre estas inusuales características globales del Universo y las consiciones necesarias para que la vida evolucione y prospere en un planeta como el nuestro alumbrado por una estrella como nuestro Sol. Wallace completaba su visión y análisis de las condiciones cósmicas necesarias para la evolución de la vida dirigiendo su atención a la geología  y la historia de la Tierra. Aquó ve una situación mucho más complicada que la que existe en astronomía. Aprecia el cúmulo de accidentes históricos marcados por la vía evolutiva que ha llegado hasta nosotros, y cree “improbable en grado máximo” que el conjunto completo de características propicias para la evolución de la vida se encuentre en otros lugares. Esto le lleva a especular que el enorme tamaño del Universo podría ser necesario para dar a la vida una oportunidad razonable de desarrollarse en sólo un planeta, como el nuestro, independientemente de cuan propicio pudiera ser su entorno local:

“Un Universo tan vasto y complejo como el que sabemos que existe a nuestro alrededor, quizá haya sido absolutamente necesario … para producir un mundo que se adaptase de forma precisa en todo detalle al desarrollo ordenado de la vida que culmina en el hombre.”

cluster-galaxias

Hoy podríamos hacernos eco de ese sentimiento de Wallace. El gran tamaño del Universo observable, con sus 1080 átomos, permite un enorme número de lugares donde puedan tener lugar las variaciones estadísticas de combinaciones químicas que posibilitan la presencia de vida. Wallace dejaba volar su imaginación que unía a la lógica y, en su tiempo, no se conocían las leyes fundamentales del Universo, que exceptuando la Gravedad de Newton, eran totalmente desconocidas. Así, hoy jugamos con la ventaja de saber que, otros muchos mundos, al igual que la Tierra, pueden albergar la vida gracias a una dinámica igual que es la que, el ritmo del Universo, hace regir en todas sus regiones. No existen lugares privilegiados.

Siempre hemos tratado de saber, cuál sería nuestro lugar en el Universo, no ya en relación a la situación geográfica, sino referido a esa fascinante historia de la vida que nos atañe a los humanos, la única especie conocida que, consciente de su Ser, libera pensamientos y formula preguntas que, hasta el momento, nadie ha sabido contestar.

emilio silvera

Otra vez… ¡Las Mitocondrias!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Bioquímica    ~    Comentarios Comments (0)

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Genética

El mini fragmento de ADN que afecta al envejecimiento

 

Investigadores españoles demuestran en ratones que el genoma mitocondrial interactúa con el del nucleo y repercute en el envejecimiento.

Resultado de imagen de Ratones que difieren sólo en el ADN mitocondrial. CNIC

Ratones que difieren sólo en el ADN mitocondrial. CNIC

El término mitocondria no es demasiado famoso. No mucha gente acertaría a la primera su significado, pero algunos investigadores llevan años reivindicando su importancia. Entre ellos, el zaragozano José Antonio Enríquez, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid, que este miércoles ha publicado en Nature un estudio que subraya su papel en algo que, sin duda, preocupa mucho a la población: el envejecimiento.

Las mitocondrias son pequeños órganos celulares que suministran la energía a las mismas y albergan 37 de los más de 20.000 genes humanos. “Es pequeño y codifica pocas cosas”, reconoce Enríquez que, sin embargo, destaca otras características menos conocidas de este ADN secundario: “Es la zona que más varía y es, también, la única que no se ha podido modificar, ni siquiera con la técnica CRISPR/Cas9”, comenta a EL ESPAÑOL.

Resultado de imagen de Ratones que difieren sólo en el ADN mitocondrial. CNIC

El hallazgo publicado en Nature revela que variantes no patológicas del ADN mitocondrial impactan en el metabolismo y en la calidad del envejecimiento de los individuos. No lo hacen por sí mismas, sino al interactuar con otro ADN, el más importante, el del núcleo de la célula. “La clave de este estudio ha sido entender cómo la combinación e interacción de nuestros dos genomas, el nuclear y el mitocondrial, desencadena una adaptación celular que tendrá repercusiones a lo largo de toda nuestra vida”, explica la primera firmante del estudio -en el que también participan las universidades de Zaragoza y Santiago de Compostela y el Medical Research Council, en Reino Unido-, la también investigadora del CNIC Ana Latorre.

Mejor envejecimiento

 

Lo que los investigadores han demostrado es que al cambiar únicamente el ADN mitocondrial se desencadenan en los animales jóvenes que han protagonizado los experimentos una serie de mecanismos adaptativos celulares que les permiten un envejecimiento más saludable.

En concreto, los ratones intervenidos mostraban más cantidad de pelo -más lustroso y con menos canas-, mayor robustez, más masa muscular y mayor actividad. Se observó, así, que dos variantes distintas y sanas del ADN mitocondrial afectan de modo sustancial a la calidad del envejecimiento.

              

 

Pero de este experimento se podrían, además, sacar más efectos prácticos. Como desvela Enríquez, puede servir desde para estratificar la población hasta para ver por qué hay fármacos beneficiosos para unas personas y no para otras.

Hijos de tres padres

 

Aunque a veces situada en el ostracismo, la mitocondria sí ha saltado en los últimos años a los medios de comunicación y lo ha hecho gracias al desarrollo y aprobación de la transferencia mitocondrial, un procedimiento que permite prevenir la transmisión de las enfermedades mitocondriales, patologías muy graves que normalmente carecen de tratamiento y se transmiten siempre a través del ADN mitocondrial de los ovocitos, o gametos femeninos.

La transferencia mitocondrial, de la que Enríquez se declara partidario y sobre la que descarta cualquier preocupación ética, consiste en cambiar las mitocondrias de las células con alteraciones de la madre por otras de una donante sana.

El trabajo recién publicado puede tener impacto en esta técnica -aún en fase de experimentación, ya que todavía no se ha implantado ningún embrión con ella hecha-porque resalta la importancia de escoger bien a la donante mitocondrial, ya que su ADN se mezclará con el de la receptora e interactuarán de distinta forma según sean ambos.

La imagen refleja el cambio en la forma de las mitocondrias de fibroblastos de ratón dentro de la célula cuando se elimina el gen OPA1. CNIC.

“Es un tema que hay que estudiar”, comenta a este diario Enríquez, que adelanta que su grupo está haciendo experimentos en ratones con la técnica de reemplazo mitocondrial, que permitirán analizar la interacción de ambos tipos de ADN de receptor y donante.

Lo que el científico considera aún lejano es la posibilidad de realizar transferencias mitocondriales para poner un ADN mitocondrial “de mejor calidad” en un embrión. “No podemos categorizar este tipo de ADN en bueno o malo, porque depende mucho del contexto”, concluye el investigador del CNIC.

Publicado: El Español

La Nebulosa de Orión (y sus alrededores)

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Orion    ~    Comentarios Comments (0)

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La nebulosa de Orion rodeada de polvo
Situada en la Constelación de Orión, ésta Nebulosa del mismo nombre es nuestra vecina, dado que nosotros, es decir, el Sistema solar, se encuentra situado en el interior del Brazo de Orión de la Vía Láctea. Todas las estrellas principales visibles a simple vista forman parte del Brazo de Orión que se extiende hacia Cygnus en una dirección y hacia Puppis  y Vela en la opuesta, algunos objetos situados en el Brazo de Orión  son la Nebulosa Gun, la Nebulosa de Orión (arriba), la Nebulosa de Norteamérica, el Bucle de Cygnus y la Gran Grieta.
Monografias.com
Toda la  región de Orión, situada a unos 1.600 años-luz de distancia, está inundada de intrincados y  arabescos filamentos de polvo. Opaca a la luz visible, el pulso se crea en la atmósfera exterior de las  estrellas masivas y frías y es expulsada por un intenso viento de partículas. El Trapecio y otros cúmulos de formación estelar están incrustados en la nebulosa. En la imagen, los filamentos de polvo que rodean M 42 y M 43 aparecen en color gris, mientras que el gas brillante del centro está resaltado en marrón y azul. En los próximos millones de años, la mayor parte del polvo de Orión será lentamente diluido por las mismas estrellas que ahora se están formando, o bien se dispersará por la galaxia.
El cinturón de Orión
El Cinturon de Orión está constituido por una linea de tres estrellas: Alnilam, Alnitak y Mintaka. La occura Cabeza de Caballo se introduce en una débil banda de luminosidad , IC 434, que llega hasta el sur de Alnitak.
Orión entre gas, polvo y estrellas
La Gran Orión es una impresionante Constelación en el ecuador celeste que representa al Gran Cazador de la mitología griega. Orión está delineada por las impresionantes estrellas Betelgeuse, Rigel, Bellatrix y Saiph. En esta constelación confluyen objetos de cuya observación se han podido obtener valiosas consecuencias y, hemos podido comprobar como se forman las nuevas estrellas y nuevos mundos en la formación de nuevos Sistemas planetarios.
emilio silvera