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¡La Conciencia! ¿De dónde vendrá?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en conciencia    ~    Comentarios Comments (12)

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Democrito, nunca pudo sospechar, donde llegaría su idea. Aquella primera intuición de cómo estaba compuesta la materia. Él creyó en un indivisible á-tomo que, pasado el tiempo, resultó ser algo más complejo. Sin embargo, la idea era… la sombre de una realidad futura.

Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología. Todas las civilizaciones tienen una idea sobre el origen de todas las cosas, una teoría sobre el Universo. La Cosmología que nos ocupa es otra posible interpretación del mundo: sus herramientas conceptuales y exegéticas reposan en la Ciencia. Existe hoy, en el siglo XXI, una teoría del Universo que posee el título de rigor y la verisimilitud de toda buena teoría física: “el modelo cosmológico estándar”. Veamos qué principios la sustenta.

Cuando algo es igual, cuando dos cosas son semejantes, cuando una cosa es similar a otra, decimos que es equivalente y, ¿somos nosotros iguales a los seres que arriba aparecen? Con algo más de evolución… creo que sí. Aunque no se, a ciencia cierta, si esa evolución está a nuestro favor o, en nuestra contra.

El Principio de Equivalencia

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La cosmología se ocupa de todo lo que hay. El modelo estándar de la física de partículas nos proporciona una teoría sobre la materia. La Relatividad General nos procura una teoría sobre el espacio-tiempo y su relación con la materia-energía. La imposibilidad de distinguir físicamente aceleración de gravedad es lo que llamamos Principio de Equivalencia.

El gran salto intelectual de Einstein consistió precisamente en establecer la identificación entre gravedad y espacio curvado. La gravedad es espacio-tiempo curvado. , ¿qué curva el espacio-tiempo? La respuesta nos la da Einstein en su Teoria de la Relatividad General. La materia-energía deforma el espacio-tiempo. El Sol es el responsable de la curvatura del espacio-tiempo de su entorno.

La ecuación (ecuaciones) de Einstein (son 10 ecuaciones debido al carácter tensorial de la igualdad) consagran la geometrización de la Gravitación. Expresan cómo la materia-energía “obliga” al espacio–tiempo a curvarse. Sus soluciones nos dan la naturaleza concreta del espacio-tiempo correspondiente.

La Gravedad está presente en imagen de dos galaxias que, con sus enormes masas, se atraen la una a la otra y dibujan la geometría del espacio-tiempo. La realtividad de Einstein está ahí presente.

Aquellas civilizaciones del pasado le pusieron el de sus dioses y fantásticas criaturas a las constelaciones del cielo, y, hoy día, algunos de aquellos nombres aún perduran. Ellos querían “ver” en las figuras que veían, o, imaginaban ver, en las estrellas, a sus familiares dioses o a sus portentosos seres de fuerza y poderes inimaginables.

La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica construye modelos que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en comprensión física.

La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad general, la teoría de Einstein de la gravitación. De todas las fuerzas de la Naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más espectaculares a grandes escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.

El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que genera y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede…Presenta un asombroso panorama ante nosotros que, pretendemos saber sobre todo eso y, la realidad es, que no sabemos ni quiénes somos y, con certeza, ni cómo pudimos llegar hasta aquí.

De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de nuestra personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.

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No podemos explicar el por qué, algunas mentes saben leer y comprender complejos mensajes que la Naturaleza les envía y, sin embargos, otras no llegan a discernir sobre esa verdad. ¡Es todo tan complejo!

Claro que pretender que la llama de una vela ilumine nuestra ignorancia…, no será posible y necesitaremos algo más. La evolución de nuestra especie (llevamos cientos de miles de años evolucionando), es lenta, y, hasta alcanzar el estadio de “visión” perfecta del mundo, nos queda un largo camino por recorrer. De , como en la Cosmología también en otras disciplina científica, estamos alcanzando cotas aceptables que, de no estropearlo nosotros mismos…Nos llevará muy lejos.

Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad responda exactamente a lo que ésta es en sí, no parece fácil. Y, algunos perciben “cosas” que otros no estamos capacitados para percibir.

                            René Descartes

El Racionalismo es la corriente de pensamiento dominante en la Europa continental del siglo XVII que, de la misma manera que el Empirismo dominante en Inglaterra, reacciona positivamente ante los retos de la Revolución científica del siglo anterior.

Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los que nos suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos datos. Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos capacitan para conocer, y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento (inteligencia). Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos, pero éstos son inútiles sin el entendimiento.

A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el interés. La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento. El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc. (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual. Állí, en alguna , está el germen del interés-curiosidad de cada cual.

Este pequeño objeto es el origen de todo lo que sucedió después de aquel primer momento. Él nos trajo la materia y también hizo posible la vida al conformar seres en el entorno adecuado que, al evolucionar, llegaron a conquistar la consciencia de SER. Pero toda la realidad está encerrada en una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes perseguimos.

Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención:

”Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre varios simultáneamente posibles”.

 

Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca y los sueños son una buena prueba de ello. Además, no pocas veces, algunos se removerán intranquilos en las noches de mal dormir, pinchados por sus conciencias.

La conciencia es el conocimiento que una persona posee sobre sí misma y sobre su entorno, esta conciencia implica una serie de procesos cognitivos interrelacionados. Aquí mismo, muchas veces hemos tratado de explicar lo que la Cociencia es, sin conseguirlo del todo.

La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos. que René Descartes se ocupara del problema, pocos han sido los temas que hayan preocupado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.

Descartes, como para James más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo le conocemos).

¿Que decir de la facultad del pensamiento? El pensamiento, el discurso interior y la formación consciente de imágenes nos recuerdan…

Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi , no estoy de acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo cierto es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia. Bastante hago ya con poder rememorar escenas del pasado o recrear, en mi imaginación otros que creo serán del futuro. Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros.

Persiste la incógnita sobre el surgimiento de la conciencia

discurrir sobre el surgimiento de la conciencia y concluir si lo clasificamos como un proceso de aparición de una propiedad emergente o si consideramos que podemos explicarlo estudiando las potencialidades de las neuronas aisladamente, es necesario conocer lo mejor posible qué entendemos por “Conciencia” y, qué procesos ha tenido que recorrer para que tenga las propiedades que en ella podemos observar. Es dinámica y en evolución y, que sepamos, sigue los mismos pasos que el Universo que la creó. Habrá que observar más detenidamente la naturaleza de la Conciencia que, con su inmensa complejidad, no nos deja llegar hasta una visión diáfana de lo que en realidad es. El Cosmos, aliado con el Tiempo, y, el “OJO” del Universo que nos mira, siguen los progresos de esa conciencia nuestra que no podemos comprender.

Nos pasamos la vida en intervalos de tiempos divididos lo consciente y lo inconsciente y, en ambos campos, ocurren cosas interesantes que no siempre podemos comprender, y, aunque de alguna manera, lo que imaginamos en el “mundo de los sueños” no siempre tiene una explicación, lo cierto es que, la razón existe pero, no sabemos verla.

¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente? Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un ingente de estados conscientes distintos.

                                       ¿Tendrá memoria la materia?

Muchos han sido los que han querido explicar lo que es la conciencia. En 1.940, el gran neurofisiólogo charles Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el problema de la conciencia. Unos pocos años más tarde también lo intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y, en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos; de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los filósofos alcanzar una respuesta:

“Suponemos que un proceso físico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan. concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.

Está claro que en lo más profundo de ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las respuestas planteadas o requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado. Sin embargo, otras veces pienso que, no siempre sabemos plantear la pregunta adecuada.

Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de ver que todo ello, es la misma cosa. Universo-Galaxia-Mente. Nada es independiente en un sentido global, sino que son partes de un todo que llamamos Universo y están estrechamente relacionados.

Sí, todo el universo infinito está dentro de nuestras mentes, allí debemos buscar llegar a comprender. Arriba, en esa Nebulosa inmensa y maravillosa, se forjan las nuevas estrellas y los mundos nuevos, y, en ellos, surgen formas de vida que, algunas veces, son portadoras de mentes privilegiadas que llegan a tener Concienca de SER.

Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, toda parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras. Una ínfima variación en la fuente de partida, puede incidir de tal manera en el resultado final que, ni seríamos capaces de reconocerlo. ¡La causalidad! Todo lo que ocurre tiene su origen en lo que ocurrió y, el futuro está cargado del presente.

Pocas dudas pueden caber a estas alturas del hecho de que poder estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo. Después de millones y millones de de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de alta complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.

 

    ¡Cuántas historias nos podría contar el estrecho de Gibraltar!

Si pasamos el estrecho de Gibraltar el Mediterráneo al Atlántico, bordeando la costa del Golfo de Cádiz, antes de llegar a la costa de Portugal, allí está mi casa. En la imagen, si pudiera acercármela un poco más, vería hasta las plantas que mi santa esposa tiene enla terraza de nuestro .

Actualmente solo conocemos la vida en nuestro planeta, La Tierra. Pero sabemos que los seres vivos son expansivos, pertinaces y aprovechan cualquier oportunidad prosperar. Se han encontrado moléculas orgánicas, precursoras de la vida fuera de nuestro planeta y los humanos nos preguntamos si en la inmensidad del Universo no habrá seres vivos además de en nuestro insignificante planeta.

El habitat de los seres vivos que comparten con nuestra especie la hermosa Tierra en la que nos tocó emerger a la vida, son a veces ¡tan distintos a nosotros!, ni podemos comunicarnos plenamente con ellos. Sin embargo, Son como nosotros, estan conformado por los mismos elementos y también, aunque divididos en distintos grupos para poder tenerlos clasificados, todos tenemos una cosa en común: el origen de nuestra estancia aquí, es el mismo.

       Somos parte del Universo y a él estamos conectados por los hilos invcisbles de la evolución

La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su más desarrollada, una capacidad lingüística. Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo (de hecho, otras similares o superiores, también podrían estar presentes en él).

   Puede que estémos llamados a construir algo bonito y hermoso, o, ya lo estamos haciendo

Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata de tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora sólo presentimos y que, aún, no hemos llegado a conocer. Está claro que uno de los problemas con los que nos encontramos, quizá el más complejo, sea que nosotros, somos parte del secreto que tratamos de .

El carácter especial de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de vista, puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo. Claro que, la Conciencia que está y se desarrolla en nuestro cerebro, en un medio material, llega a adquirir entidad propia y se eleva sobre la materia para convertirse en algo superior que llega a comprender a distancias situadas mucho más allá de la mera entidad objeto físico de la que forma parte.

Nuestro Cerebro Contiene cerca de 100 mil millones de Neuronas y unos 100 trillones (es red neuronal y la ley de atraccióndecir 100 millones de millones) de conexiones ellas, Esto destaca la posibilidad de que Podemos reconfigurar Nuestros Pensamientos Y Emociones Para Ser Co-Creadores de Nuestra Propia Vida Usando el Inmenso Poder de La Mente

¡Cien mil millones de Neuronas! Tantas como estrella tiene la Vía Láctea. Conexiones a cientos de miles que procesan la información. La actividad eléctrica del cerebro es objeto de muchos estudios e investigaciones que, por ejemplo, intentan interpretar las ondas cerebrales para saber de los mecanismos de nuestras mentes que, están clasificados los secretos más complejos del Universo.

La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.)

En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos es conectar una descripción de algo externo a nosotros (la mente), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, saber qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que nos hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales.

En suma (y hablando en serio), deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía. Y, a todo esto, hemos llegado a saber que, en las estrellas se forman los elementos complejos necesarios para la vida, al agotar sus combustibles nucleares, las estrellas, siembran el espacio interestelar con inmensas Nebulosas ricas en moléculas de todo que se combinan y transforman, y, la química se une a la biología para hacer posible que, surjan, primero mundos y, más tarde, seres que evolucionan y pueden pensar, es decir, se ha recorrido el camino que va desde la materia inerte a los pensamientos.

Esa complejidad nos llevará muy lejos. Sin embargo, ¿Cómo podríamos saber todo lo que corre por la mente Humana? Sus intrincados laberintos y sus cien mil millones de neuronas nos hace tener un arma muy poderosa…¿Sabremos utilizarla? La mente humana, en el campo de las matemática, de la Física, de la biología y genética, en Química y en variadas tecnologías, ha llegado a alcanzar un nivel que, algunas veces no parecen de mundo.

¡Qué grandeza!

¿Sabremos algún día lo que la Conciencia es?

Podríamos decir que es un “milagro” en sí mismo, todo ese proceso por el que tiene que pasar la materia hasta constituirse en un SER consciente del entorno que lo rodea, del mundo que lo acoge, del Universo al que pertenece, de las estrellas donde residen sus orígenes y, ¿llegaremos a saber algún día qué tan largo recorrido?

“Todas las cosas son, pero no de la misma manera” Aquel sabio, con sus palabras, elevó “las cosas” a la categoría de ser. Y, si lo pensamos bien, el hombre llevaba toda la razón, ya que, la materia es, y, sólo le queda evolucionar y transformarse adquirir la conciencia de la que nosotros podemos disfrutar para saber sobre muchas de las “cosas” que en el Universo son.

emilio silvera

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  1. 1
    Diego
    el 26 de julio del 2016 a las 22:50

    Hola Emilio,

    Perdona la tardanza pero me ha sido imposible comentar antes.

    En primer lugar agradecerte que hayas recopilado tus impresiones a cerca de la consciencia. La cual, por otra parte, espero haya resultado una inversión en mejorar tu estructura de compresión al respecto del tema, aunque ésto siempre parece inevitable en mayor o menor medida verdad?

    Mucho debate histórico y actual en torno al término, el cual resulta tan confuso que nos lleva a menudo a dudar de su propia existencia, puesto que la consciencia en principio es un invento humano, y lo difícil en todo caso es determinar si se da como fenómeno.

    Por ejemplo, nos ocurre con la palabra felicidad, que como idea y como concepto resulta tan confusa y discutible que el camino más directo suele ser dudar de su existencia.

    Desde un punto de vista científico, si que podemos relacionar la idea y el concepto de “felicidad” con fenómenos fisiológicos, como puede ser la secreción de la dopamina, claro que nos obligaría por fuerza a relacionarla con una visión hedonista del término. Y entendiendo también que sería un intento forzado de relacionar el fenómeno fisiológico, con la idea y el concepto. Ya que el primero se puede comprobar y registrar como fenómeno independiente de la idea y el concepto.

    Algo parecido ocurriría a mi entender con la consciencia, la cual desde la filosofía a lo largo de la historia se han propuesto múltiples teorías desde una concepción subjetivista, como los qualia, el solipsismo o los koan (permitiéndose la mención a todos juntos sobre los cuales el debate sería muy amplio y complejo). También como bien sabes tú por tu profesión, en las últimas décadas desde la física cuántica hay corrientes muy similares, las cuales hay que manejar con mucha cautela.

    Me impresiona y me llena de dudas pensar en la idea de que, como dicen algunas teorías, una sola mente pueda generar todo el universo que experimenta, y que el resto de las personas y las cosas fluyan como avatares de su imaginación.

    ¿Significa ésta teoría que tú eres fruto de mi imaginación y yo de la tuya?

    Tendría cabida pensar que yo te modifico a ti con mi aparición, y tu me modificarías a mí con tu reacción publicando el post y contestando, con lo cual deberíamos contemplar éste asunto desde una mera relación de causa y efecto, aunque quizás estemos interpretando mal las relaciones de causa y efecto y no sean tan hieráticas como creíamos.

    Hace un par de años, seguramente conocerás y si no te recomiendo por lo curioso del experimento, realizaron un “descubrimiento” accidental en la Universidad George Washinton, a cargo del doctor Mohamad Koubeissi. Al publicarlo lo presentaban como el descubrimiento del “interruptor de la consciencia”. En la región llamada claustro, se lanzaban impulsos eléctricos, y la paciente entraba poco dejando de responder a sus funciones motoras hasta perder la consciencia por completo…

    Independiente del mayor o menor acierto del experimento, lo quiero transmitirte, es que es ese el camino a seguir para llegar a manipular, si es que se descubre, la consciencia.
    Puede ser, como en muchas otras ocasiones ha sucedido, que una interpretación filosófica preceda al descubrimiento. Pero a mi entender, siempre serán dos líneas paralelas que se relacionan sin “tocarse”.

    Por ejemplo, la teoría del átomo en la Grecia Clásica, ya que la mencionas en el post, probablemente motivo el descubrimiento científico del átomo, o más bien motivo la búsqueda de la famosa “partícula indivisible”, Pero nada tiene que ver la proposición de Demócrito, con la teoría de Dalton. Ni el argumento fué el mismo que usó Bohr.
    Demócrito no conoció a Mendeleiev, y los pensamientos que pudo articular para llegar a esa conclusión, fueran cuales fueran, nunca fueron reales, porque los reales fueron los que propiciaron el descubrimiento científico.

    La filosofía siempre es la primera en explorar pero nunca debería ser la que resuelve. Para cualquier asunto fenoménico que quiera intervenir la filosofía, debe haber una disciplina material que lo desarrolle. Así ha sido durante toda la historía, en la cual la filosofía ha tenido que dejar paso -más bien después de haberlas parido- a todas las disciplinas que han ido surgiendo.

    Yo creo que el primer planteamiento que debemos seguir al respecto de la consciencia, antes de cualquier interpretación subjetivista, debe ser mucho más básico. Y a mi entender, aunque sea más actual estaría más exento de premisas que cualquier debate que arranque desde el subjetivismo.

    Pongámonos en el lugar de que el ser humano pudiera realizar copias instantáneas de los seres humanos. Clonar ya es posible, pero no nos serviría para el planteamiento, porque el clon, tal y como somos capaces de experimentarlo, incluso si copiamos su epigenética, tendrá vivencias distintas a su predecesor – entendiendo como tal a la referencia que se ha usado para copiarlo-. La diferencia es que la copia instantánea ya vendría con la memoria descargada de todas las experiencias registradas en su vida.

    Supongamos, permíteme que te use como ejemplo, que tú eres Emilio, y hubieran creado Emilio1 y Emilio2. Los tres seríais seres conscientes. En tus copias 1 y 2 el hecho de acelerar el proceso no habría cambiado nada. Los tres afirmaríais ser Emilio, y los tres seríais conscientes de estar experimentando el momento presente, y recordaríais el mismo pasado.

    Si los tres seríais conscientes de vuestra existencia, y vuestro pasado, ¿Hay algún otro “nivel de consciencia” que sea el que te otorga a ti la oportunidad de creerte tu mismo?

    No se sí te animarás a seguir por éste camino del debate, pero a mí es el que me interesa por un motivo en concreto que te comentaré más adelante si te parece por no extenderme tanto.

    Espero tu respuesta, y un cordial saludo Emilio

     Y gracias de nuevo por el interés!

    Responder
    • 1.1
      emilio silvera
      el 27 de julio del 2016 a las 5:00

      Estimado Diego:
      Has tardado algo en contestar pero, desde luego, lo haces de manera ampliay abarcando temas con un amplio abanico de posibilidades. Lo cierto es que, son las 5.58 h., el día comienza y me dispongo a poner algún trabajo en el Blog (como hago cada día), no creo tener tiempo para contestar a todas tus propuestas y perspectivas, así que, de momento, te felicito por tan amplios puntos de vistas que, desde luego, me han encantado.
      Un cordial saludo.

      Responder
      • 1.1.1
        Diego
        el 27 de julio del 2016 a las 21:04

        ¡Vaya! No he entendido muy bien cual es el motivo Emilio, pero en cualquier caso entiendo que se suspende la conversación.

        ¡Me voy con la consciencia a otra parte entonces! 

        Saludos cordiales 

        Responder
        • 1.1.1.1
          emilio silvera
          el 28 de julio del 2016 a las 6:37

          Amigo Diego:
          Simplemte ocurre que no tengo tiempo para contestarte como mereces a esta hora tan temprana que es, únicamente, el momento que dedico al Blog, después, me tengo que dedicar a las ocupaciones con las que me gano la vida y, si acaso, los fines de semana, tengo el margen suficiente de Tiempo para contestar ampliamente los comentarios que, como el tuyo, lo merecen y tienen el atractivo mñás que suficiente para interesar a cualquiera.
          Un cordial saludo amigo

  2. 2
    emilio silvera
    el 28 de julio del 2016 a las 11:02

    ¡Hola, Diego!


    Al filo de lo que aquí tratamos te pongo aquí algo relacionado que te podría interesar, siempre es bueno acudir a los que saben más, y, de esa manera, algo nos quedará de lo que digan para poder unirlo a lo poco que nosotros podamos entender en esa materia.

    “Sabemos que el cerebro produce conciencia, pero no sabemos cómo”

    Entrevista con John Searle

    John Searle (Denver, Colorado, 1932), profesor de filosofía en la Universidad de California, Berkeley, es conocido por ser el autor de un experimento teórico llamado “la habitación china”, que tenía como objetivo mostrar la imposibilidad de una inteligencia artificial que pueda compararse con la humana. Sus contribuciones más importantes abarcan aspectos de la teoría del conocimiento que van desde la percepción al lenguaje y la realidad social, pasando por la filosofía de la mente y la de la conciencia. Sobre estos asuntos impartió un seminario esta primavera en la Cátedra Ferrater Mora de la Uni- versidad de Gerona. Me habían avisado de que Searle era un tipo extraordinariamente simpático, accesible y nada pedante. Pero cuesta creer que el joven octogenario con la gorra de visera y vaquero negro –tan caído por detrás que preocupa llegar a ver la marca de su ropa interior– sea uno de los filósofos más reconocidos del mundo.
     
    ¿Es usted un neurofilósofo o simplemente un filósofo?
     
    Me considero un filósofo. No sé muy bien qué significa esa moda de llamarse “neurofilósofo”.
     
    ¿Es la conciencia una propiedad física del cuerpo como la digestión o el sueño?
     
    Es un proceso biológico normal. Lo que ocurre es que usas la palabra “físico” y la gente piensa que niegas la existencia de la conciencia. Yo no la niego, pero insisto en que es resultado de procesos.
     
    ¿Cuál es la diferencia entre los modos operativos del cerebro y la mente?
     
    La mente es una función del cerebro. Lo que llamamos mente son todas las capacidades, no solo la conciencia, sino la memoria, la atención, lo inconsciente, etc. Todo lo que hace la mente se explica por las operaciones del cerebro. Pero aún no sabemos cómo lo hace.
     
    ¿Tenemos libre albedrío?
     
    No sabemos si tenemos libre albedrío. Si lo tuviéramos querría decir que hemos llegado a discernir todos los procesos causales y los engranajes operativos que el cerebro monta para ir generando tareas y decisiones abiertas. Y si no lo tuviéramos querría decir que hemos llegado a atrapar el conocimiento preciso y detallado que hace que todas esas rutinas aparezcan de manera absolutamente independiente de nuestros procesos conscientes.
    A pesar de esa ignorancia radical de partida hemos de presuponer que tenemos amplios márgenes de libertad para pensar, actuar y responder de nuestras decisiones. Cuando usted me plantea una pregunta, yo he de suponer que tengo libertad para responderle de una manera u otra. Tenemos una extraordinaria capacidad para elegir, para enfrentarnos a decisiones no constreñidas en una situación determinada. Así que, primero, no estamos seguros de si tenemos o no libre albedrío. Pero lo importante para esta discusión es que no podemos evitar seguir considerándonos responsables de nuestros actos.
     
    Daniel Dennett dice que el concepto correcto para libre albedrío sería el de “competencia moral”. ¿Le parece adecuado?
     
    El libre albedrío no tiene nada que ver con la moralidad. Elegir en un restaurante si quieres cerdo o ternera no tiene nada que ver con la moral. Gran parte de las decisiones que tomamos son ajenas a la moral.
     
    Entonces, ¿somos libres y moralmente responsables?
     
    Asumimos que somos moralmente responsables. Mucha gente piensa que por nuestro libre albedrío. No estoy seguro. Pero no cabe duda de que podemos asignar responsabilidad por las acciones de cada cual.
     
    ¿Qué significa el lenguaje para un ser humano?
     
    Los lenguajes son una forma especial de adaptación de la intencionalidad humana, de nuestras capacidades para la interacción comunicativa. El lenguaje humano es una extensión maravillosa de los atributos biológicos de base que median la conciencia y la intencionalidad.
     
    ¿Sigue convencido de que la realidad humana es una construcción social?
     
    Sí. Pero hay distintos tipos de construcciones sociales. El dinero, la propiedad privada, los gobiernos, el matrimonio… Todo esto son construcciones sociales elaboradas por conciencias humanas en sincronía cooperativa. Hay muchos otros fenómenos que no lo son. Las enfermedades que se extienden por la población son hechos de la naturaleza. Hay que distinguir ambas formas de construcción.
     
    ¿Cree que la conciencia no es comunicable, que las experiencias humanas no pueden transmitirse?
     
    Nos comunicamos a menudo unos con otros, así que no entiendo la pregunta. Si quiere saber si estoy consciente se lo puedo comunicar: sí, estoy consciente. Solo hace falta preguntar. Otra cosa es el traslado genuino de mi vivencia consciente.
     
    ¿Hay una realidad ahí fuera? Es decir: ¿caen los árboles cuando nadie los ve?
     
    Son dos preguntas distintas. Sí: hay una realidad que existe independientemente de nuestra representación. Tenemos algo de continuidad consciente, pero cuando el cuerpo muere, no. Casi seguro que no. Lo siento. Cuando el cuerpo se va, tú te vas.
     
    Pero la realidad continúa.
     
    ¡A la realidad le importamos un pito! La realidad existía antes de que naciéramos y existirá después de que hayamos desaparecido. La porción de la realidad que es accesible a un humano es muy pequeña. Vivimos en un pequeño planeta, en un pequeño sistema solar, en una galaxia que forma parte de otros millones de galaxias. ¡Quién sabe cómo es el resto del universo! Vivimos en un minúsculo rinconcito y conocemos una minúscula porción…
     
    ¿Sigue pensando que solucionó el viejo problema filosófico de la relación entre mente y cerebro con sus cuatro tesis?
     
    Sí, creo que lo solventé. Y se lo diré en pocas palabras: la conciencia es real, está causada por el cerebro, existe en el trabajo de sistemas cerebrales y funciona causalmente en el mundo.
     
    ¿Está hoy más cerca la solución neural a ese problema?
     
    No. Estamos muy lejos. Sabemos que el cerebro produce conciencia, pero no sabemos cómo. Aunque estamos más cerca de solventarlo, todavía no tenemos la solución.
     
    ¿En qué ha cambiado su opinión con los años?
     
    En muchos temas. Pero en este tema particular creo que es más difícil de lo que suponíamos desentrañar cómo crea la conciencia el cerebro. Una manera de progresar sería atrapar el proceso por el que se gestan vivencias muy específicas. Resolver los sistemas neurales que hacen posible las vivencias singulares. Por ejemplo, la experiencia del rojo, deslindar el qualia primordial. Pero ocurre que experimentamos la percepción de la rojez en un campo unificado de conciencia. No de manera aislada. Y en eso se han producido avances, pero está resultando más difícil de lo que augurábamos. Sabemos detectar y medir qué pasa, pero no sabemos cómo.
     
    ¿Qué sería el hardware y qué el software en el cerebro humano?
     
    No creo que la distinción entre hardware y software sea útil para hablar del cerebro. Tampoco lo sería para hablar del estómago. ¡El cerebro es un órgano! No es un ordenador. Funciona con unas propiedades bioquímicas muy particulares. El pensamiento humano es distinto a los procesos computacionales digitales. Las únicas cosas intrínsecas en un ordenador son los circuitos electrónicos y encontramos maneras de unir, en ellos, computación con interpretación. En un ordenador todo es relativo y se refiere a un observador, cosa que no se da en las máquinas biológicas. La computación matemática es un proceso mental abstracto que conseguimos implementar en una máquina diseñada para ello.
     
    ¿Así que no habrá ordenadores que piensen como los humanos?

    Responder
  3. 3
    Fandila Soria
    el 31 de julio del 2016 a las 10:55

     La consciencia (O conciencia) será referida al ser de cada individuo, a su sentir y elaborar una respuesta.
    Se puede pecar de simplista al afirmar que la consciencia sea el hecho de detección de unas sensaciones (Que pueden estar “memorizadas” ya en el cerebro) y transformarlas.
    Ese “rebote” de todo lo que entra hacia una transformación siempre distinta, a la información de entrada a la neurona (Neuronas) por cuyo efecto evoluciona, sería el efecto consciencia. Sería como la moda vivencial en cada instante. El sentir sui generis de cada cual. Un “punto” sensación-repuesta, imperante, será único y nunca se sentirá como múltiple. De ahí que el pensamiento o la acción, no podamos desarrollarlos como conscientes de manera múltiple (No nos es posible hacer varias cosas a la vez en un mismo instante. Eso queda delegado a las funciones cerebrales no conscientes, que además rigen el funcionamiento del organismo… Un automatismo que no interfiere por lo común con la genuina consciencia, aunque pudiera ser modulado por el pensamiento.
     
    Saludos

    Responder
  4. 4
    emilio silvera
    el 1 de agosto del 2016 a las 12:32

    La Consciencia o Conciencia, amigo Fandila, es como bien apuntas individual y, cada cual, tendrá la suya en función de una serie de parámetros que le son propios. En sentido más general, la Conciencia debe ser algo que todos tenenos y hemos adquirido al evolcuionar, claro que, en función del ámbito en el cada cual haya podido transcurrir su vida, de los estudios realizados, de la formación, de la familia y las enseñanzas primeras. de todas esas cuestiones y muchas más, lo que llamamos consciencia, será lo que haya podido ser.
    En definitiva, lo que llamamos consciencia o Alma, sólo puede ser nuestra poca o mucha Sabiduría, lo que podamos entender del mundo, de la condición Humana, del Universo en sí. Es un tema muy complejo que muchos filósofos quisieron desarrollar y sólo pudieron quedarse a medias, en un esbozo o primera impresión de lo que la Consciencia es, toda vez que, saberlo lo que es la consciencia, no es cosa baladí.
    A mií me gustaría saberlo.

    Responder
  5. 5
    Fandila Soria
    el 1 de agosto del 2016 a las 21:00

    Será así, que yo no lo pongo en duda. En mi comentario solo planteo la cuestión de cómo pudiera sentirse la consciencia. De cómo somos conscientes de nuestro ser según nuestro cerebro. No soy entendido en esos temas, y si soy sincero solo lo en muy pocas. Algo he leído sobre el tema.
    Esta cuestión fue dabatida aquí en más de una ocasión, no podemos sorprendernos ahora.
    Un afectuoso saludo.

    Responder
  6. 6
    Giordano Valeriani
    el 3 de agosto del 2016 a las 17:00

     
     
     

    Hola Emilio 
    Me permito compartir un texto de Rupert Spira sobre la Consciencia como aportación a las reflexiones sobre que aqui veo…
    La Presencia Inmutable
    por Rupert SpiraLo siguiente es un extracto del libro: The Transparency of Things: Contemplating the Nature of Experience (“La Transparencia de las Cosas: Contemplar la Naturaleza de la Experiencia”).
     
    Hay algo presente que está experimentando la situación actual. No sabemos qué es ese algo, sin embargo sabemos con certeza que está presente, que es consciente.
    Sabemos que no es la mente, el cuerpo o el mundo, porque la mente, el cuerpo y el mundo son parte de la situación actual que está siendo experimentada.
    La mente, el cuerpo y el mundo aparecen a esta presencia-testigo de la Consciencia.
    Si tratamos de encontrar a esta Consciencia, si dirigimos nuestra atención hacia ella, no podemos verla ni encontrarla, ya que no tiene ninguna cualidad objetiva.
    Si tuviera cualidades objetivas, estas cualidades serían parte de la situación actual que está siendo experimentada. Serían experimentadas por esta presencia-testigo de la Consciencia. Aparecerían a la Consciencia, junto con todos los demás objetos.
    Al mismo tiempo, tenemos la experiencia directa de que esta presencia-testigo de la Consciencia está indudablemente presente. Es nuestro Ser más íntimo.
    Es lo que sabemos que somos. Es lo que llamamos “Yo”.
    La situación actual está cambiando todo el tiempo. Incluso si los cambios son mínimos, sin embargo a cada momento se nos presenta con una configuración diferente de mente, cuerpo y/o mundo.
    Sin embargo, esta presencia-testigo consciente, este “Yo” nunca cambia. Siempre está simplemente presente, abierta, disponible, despierta.
    Debido a la asociación accidental y exclusiva de la Consciencia con el cuerpo y la mente, tendemos a pensar que cualquier cambio en el cuerpo y la mente implica un cambio en la Consciencia.
    Sin embargo, si nos fijamos bien en nuestra experiencia, vemos claramente que nunca hemos experimentado ningún cambio en la Consciencia misma.
    Si miramos atrás en nuestra vida, vemos que esta Presencia consciente ha sido siempre tal y como es ahora. Nunca ha cambiado, se ha movido, aparecido o desaparecido.
    La primera experiencia que hemos tenido cuando eramos un bebé recién nacido fue experimentada por esta presencia-testigo de la Consciencia. La Consciencia estaba presente para atestiguar esta primera experiencia, pero ¿alguna vez hemos experimentado la aparición de la Consciencia?
    Si la aparición de la Consciencia fuera una experiencia tendría que haber otra Consciencia presente para atestiguar esta apariencia. Y si la aparición de la Consciencia nunca se ha experimentado, ¿qué validez hay en la afirmación de que la Consciencia aparece, que tiene un principio, que ha nacido?
    Del mismo modo ¿hemos experimentado alguna vez un final de la Consciencia? Si hemos experimentado la desaparición de la Consciencia, tendría que haber otra Consciencia presente para atestiguar esta desaparición. Y esta “nueva” Consciencia, que atestigua la desaparición de la “vieja” Consciencia, tendría que estar presente durante y después de su desaparición, con el fin de hacer la afirmación legítima de que ha sido testigo de su desaparición.
    Por lo tanto, no podemos afirmar que alguna vez hemos tenido la experiencia de la desaparición de la Consciencia, y por lo tanto ¿qué validez hay de nuestra convicción de que nosotros, como Consciencia, morimos?
    Nosotros experimentamos un comienzo y un final de todos los objetos, pero nunca experimentamos un comienzo o un final de la Consciencia, de nuestro Ser.
    Podemos pensar que la Consciencia desaparece cuando nos quedamos dormidos y reaparece al despertar, pero esto no es realmente nuestra experiencia. Es una creencia sin investigar.
    Sin embargo, es una creencia que se ha arraigado tan profundamente y se ha convertido en una parte tan importante de la norma aceptada, que verdaderamente creemos que experimentamos la desaparición de la Consciencia cuando nos quedamos dormidos.
    Mientras nos quedamos dormimos lo primero que experimentamos es la retirada de los sentidos de percepción o, más exactamente, las facultades de percibir y de sentir. Con la desaparición de la facultad de percibir, el mundo desaparece de nuestra experiencia y con la desaparición de la facultad de sentir, el cuerpo desaparece de nuestra experiencia, quedando sólo el pensar y el imaginar. Este es el estado del sueño (soñar).
    Las funciones de pensar e imaginar son a su vez retiradas y, como consecuencia, el estado del sueño da paso al sueño profundo.
    En el sueño profundo la Consciencia simplemente permanece como siempre es, abierta y consciente, sólo que no hay objetos presentes dentro de ella.
    La Consciencia proyecta la apariencia de la mente, el cuerpo y el mundo, adoptando la forma del pensar, sentir y percibir.
    El proceso de quedarse dormido no tiene que ver con una entidad separada que pasa a través de varios estados. Es simplemente la retirada de esta proyección.
    Debido al hecho de que hemos identificado tan íntima y exclusivamente la Consciencia con el cuerpo y la mente, suponemos que la ausencia de la mente y del cuerpo durante la experiencia del sueño profundo implica una ausencia de la Consciencia.
    Sin embargo, eso no es más que la interpretación de la mente de una experiencia en la que no estuvo presente. Se trata de una presunción basada en una presunción.
    Es una presunción que la Consciencia está en Realidad exclusivamente identificada con el cuerpo y la mente, y esto a su vez da lugar a otra presunción de que la Consciencia desaparece cuando el cuerpo y la mente desaparecen al dormir y, en consecuencia, cuando el cuerpo muere.
    Esta no es nuestra experiencia en el primer caso y no hay evidencia para sugerir que será nuestra experiencia en el segundo.
    Hay evidencia de que la capacidad de sentir desaparece con la muerte, pero no de que la Consciencia desaparezca.
    Después de un período de sueño profundo, la Consciencia que estaba presente allí adopta la forma del pensar e imaginar y, en consecuencia, vuelve a aparecer el estado del sueño.
    Y a su vez, después de un período del sueño, la Consciencia adopta la forma del sentir y percibir y, como resultado, el cuerpo y el mundo son recreados, es decir, el estado de vigilia reaparece.
    Si miramos el sueño profundo desde el punto de vista del estado de vigilia, parece haber durado un periodo de tiempo determinado, de la misma manera que los objetos que aparecen en los estados del sueño y de vigilia parecen durar cierto período de tiempo.
    El tiempo es la duración imaginaria entre una apariencia y otra. No hay apariencias durante el sueño profundo y por lo tanto el tiempo no está presente allí.
    En realidad el tiempo ni siquiera está presente en los estados del sueño y de vigilia, pero al menos la ilusión del tiempo está presente en estos estados. En el sueño profundo ni siquiera la ilusión del tiempo está presente.
    El tiempo, en los estados de vigilia y del sueño, es una ilusión. En el sueño profundo, es una presunción.
    El lenguaje del estado de vigilia se basa en objetos y el tiempo, y por lo tanto, cuando vemos el sueño sin sueños, desde el punto de vista del estado de vigilia, creemos que debe haber durado un tiempo determinado, porque la mente no puede imaginar la intemporalidad.
    La mente interpreta que el tiempo que imagina como real es una experiencia real. Se imagina que el tiempo está presente en la ausencia de la mente, en la ausencia de sí misma, y por lo tanto, se imagina que el sueño profundo tiene duración. El sueño profundo es por tanto considerado como un estado.
    Sin embargo, despojado de duración, el sueño profundo es en realidad la presencia intemporal de la Consciencia que está más allá, detrás y dentro de todos los estados y, a pesar de que da origen a la apariencia del tiempo, ella misma no está en el tiempo.
    Nuestra experiencia es que el sueño profundo es simplemente la presencia intemporal de la Consciencia que no aparece o desaparece.
    ¿Eso que está presente durante el sueño profundo, o más bien, eso que está presente como el sueño profundo, desaparece cuando el mundo del sueño aparece?
    ¡No! El mundo del sueño simplemente surge dentro del sueño profundo, es decir, dentro de esta Consciencia intemporal.
    ¿Eso que está presente como el sueño profundo desaparece cuando el mundo del estado de vigilia aparece?
    ¡No! El mundo de la vigilia simplemente surge dentro del sueño profundo, dentro de esta Consciencia intemporal.
    La transición desde el sueño profundo al sueño y a la vigilia es constante, sin fisuras. En realidad, no es una transición en absoluto. Se supone que es una transición sólo desde el punto de vista del estado de vigilia, donde una entidad separada parece transitar de un estado a otro.
    Sin embargo, desde el punto de vista de la Consciencia no hay transición, no es más que un flujo de apariencias cambiantes, y a veces no hay apariencias en absoluto, en su propia omnipresente Realidad.
    Eso que es el sueño profundo, la Presencia intemporal, no desaparece para que los mundos del sueño y la vigilia aparezcan. Simplemente permanece como siempre es y, al mismo tiempo, adopta la forma de los mundos del sueño y la vigilia.
    En ningún momento de este proceso ninguna entidad separada se duerme o transita de un estado a otro.
    Nadie se duerme y nadie se despierta.
    Cuando se ve desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo es un estado. Cuando se ve desde su propia perspectiva, es la Presencia intemporal.

    Responder
    • 6.1
      Emilio Silvera
      el 4 de agosto del 2016 a las 7:45

      Querido amigo:
      He leído hasta la mitad de tu mensaje y, desde luego, la Consciencia (Conciencia) a la que nos referimos, no es algo material, y, siendo así (que lo es), nunca la podremos “ver” con nuestros ojos, sólo la Mente, donde se genera dicha consciencia, la puede “ver”, la intuitye y tiene las pruebas de su existencia. La Consciencia, como todo lo demás en el Universo, evoluciona, y, con el paso del Tiempo se hace “mayor”, o, por decirlo de alguna manera, “más consciente de Ser”, ya que, todas las vivencias del individuo se quedan en ella gravados y, precisamente por eso, podemos rememorar escenarios pasados, recordar y añorar. La Consciencia se nutre del presente y elabora o imagina el futuro. Esa consciencia que todos llevamos con nosotros excede el ámbito de lo material y se expoande por todo el Universo, para ella no hay distancias, no existen línites e incluso, mientras está vigente, sabe de la Eternidad y de la Nada, cuestiones que no existen para el cuerpo y el cerebro donde habita y, sin embargo, para ella, para la Consciencia, nada es imposible, nada se le imterpone, es algo que trasciende, algo mayor que nosotros mismos, es amigo mío… ¡La parte del Universo que está con nosotros!

      Saludos.

      Responder
  7. 7
    Giordano Valeriani
    el 4 de agosto del 2016 a las 22:32

     ¡La parte del Universo que está con nosotros!

    Amigo Emilio …Creo que te ha surgido una metáfora muy apropiada …..

    un abrazo.. 

    Responder
    • 7.1
      emilio silvera
      el 5 de agosto del 2016 a las 5:08

      Saludos cordiales.

      Responder

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