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SABER QUE SE PUEDE, CREER QUE SE PUEDA”
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Cerebro y Mente ~ Comments (10)
Hoy día podemos considerar que existen dos posturas enfrentadas acerca del funcionamiento del Universo. Por un lado están los que piensan que el Universo es cómo es debido al azar y, en el bando opuesto, están los que consideran que existe un patrón oculto, una especie de imperativo cósmico que subyace encriptado en las leyes que rigen la naturaleza, la materia, los ciclos de los planetas o la vida en general.
Ambas posturas presentan sólidos argumentos a su favor, argumentos que aunque puedan ser criticados no por ello están exentos de razón. Los que dan crédito a la posibilidad del azar básicamente sustentan su opinión en el comportamiento que observamos en las partículas a nivel fundamental. En este nivel, que es el nivel al que se encuentran las partículas más pequeñas que podemos detectar, ciertamente todo parece regirse en base a la probabilidad. Los que opinan, por el contrario, que existe una especie de “orden implicado” básicamente basan sus creencias en la irrazonable efectividad que presentan las matemáticas para describir la realidad.
La analogía del relojero es un argumento teleológico que sostiene que el diseño implica un diseñador. Ha tenido un papel prominente en la teología natural y el “argumento del diseño”, donde se ha usado para argüir a favor de la existencia de Dios y el diseño inteligente del universo.(la imagen y el pequeño texto de abajo no pertenecen al trabajo original, y, sólo se añade para hacer más dinámica la lectura).
Ciertamente parece complicado conciliar ambas posturas. Si es cierto que existe una especie de “diseño inteligente” ¿Cómo podría éste basarse en el azar o la probabilidad? Pero si, por el contrario, todo se debiera al azar ¿Cómo explicamos que nuestras leyes universales se basen en criterios que involucran una lógica racional?
La única posibilidad de unificar ambos criterios sería aceptar que existe una manera de organizar el azar de forma racional, una especie de “principio cosmo-caótico” al que hizo referencia Celeb Scharf. Si esto fuera cierto simplemente implicaría que la lógica que subyace en el comportamiento de todo cuanto acontece en el Universo sería la más simple que cabría imaginar, dado que exigiría únicamente la combinación de dos elementos: uno y su opuesto, que es la única condición que permite o acepta el criterio del azar. En otras palabras, si pudiéramos unificar ambas posturas en una teoría global o unificada implicaría que lo imposible es la única posibilidad. Pues bien, de esta posibilidad es de la que vamos a hablar, de qué manera se puede “materializar” el azar.
Esta proporción ha fascinado desde hace siglos al ser humano, que lo ha considerado un indicador de la perfección y la estética.
Para ello utilizaré un patrón “oculto” que hace ya tiempo descubrimos en la naturaleza, tratando de seguir su rastro para ver dónde nos lleva. Se trata de la “Proporción Áurea”, a veces denominada “Divina Proporción”.
La proporción áurea es perfecta cómo ejemplo para explicar todos estos aspectos tan contradictorios de la naturaleza y de paso entender la esencia de una teoría unificada. Esta relación puede describirse tanto de forma física como de forma matemática, es compatible con el criterio del azar y además representa un patrón organizado de comportamiento en sí misma. Es un patrón que además es independiente de la forma que tengamos de referirnos a él: es una proporción intemporal que ha existido siempre y siempre existirá. Si una civilización situada en el extremo opuesto del Universo la descubriera seguramente utilizaría una simbología completamente distinta de la nuestra, pero lo que nunca podría hacer es alterar su esencia. Se trata, por tanto, de un patrón tan universal cómo podría serlo la relación entre el diámetro y el arco de una circunferencia.
De acuerdo con el conocido físico y divulgador Paul Davies (la existencia de patrones intemporales de comportamiento) “(…) implica que las leyes del Universo han diseñado su propia comprensión y que la mente y el conocimiento no son más que subproductos derivados de su evolución”. Si esto fuera cierto implicaría necesariamente que las leyes universales que conocemos no sólo gobiernan nuestra existencia, sino que también gobiernan nuestros pensamientos (Se trata del conocido “Pienso, luego existo”). Este autor acaba su frase diciendo: “Esta es una asombrosa visión de la naturaleza, magnífica y estimulante en su majestuosa visión de conjunto. Espero que sea correcta. Sería maravilloso si fuera correcta. Pero si lo es, representaría un cambio en la cosmovisión científica tan profundo como el iniciado por Copérnico y Darwin juntos”.
Suele utilizarse el ejemplo de la reproducción de los conejos para explicar la proporción áurea, dado que fue el ejemplo que utilizó su descubridor, Fibonacci, para exponerla. Aunque serviría igual si utilizamos patos, seres humanos o partículas. Este pensador equiparó las virtudes matemáticas de la divina proporción con “Dios”, entre otros motivos porque en cualquier unidad de medida dada siempre habrá una proporción áurea implicada
Comencemos. Tomemos una pareja macho-hembra de conejos. Estos se encuentran, se gustan y sin más preámbulos llevan a cabo la fecundación. Al mes exacto del feliz encuentro dan a luz a una nueva pareja de conejos macho-hembra. Al final del primer mes, por tanto, tenemos dos parejas: una pareja adulta y una pareja de conejos bebe. Los conejos bebe han de esperar un mes para alcanzar la fertilidad y poder fecundar. La pareja adulta no se espera y el mismo día del feliz alumbramiento, haciendo honor a su fama, la hembra vuelve a quedarse preñada. Al final del segundo mes, por consiguiente, tenemos tres parejas: la pareja inicial, la pareja de bebes convertidos en adultos fértiles y la nueva pareja que acaba de nacer.
Si seguimos esta progresión al final del tercer mes tendremos 5 parejas, dos parejas adultas, una pareja que acaba de alcanzar la edad fértil, y dos parejas de bebes conejo que acaban de nacer. Al final del cuarto mes tendremos 8 parejas y así sucesivamente….
La relación que existe entre el número de parejas de un mes dado en comparación con el número de parejas del mes precedente es la que va componiendo progresivamente el valor que conocemos como proporción áurea o sucesión de Fibonacci (2/1, 3/2, 5/3, 8/5, 13/8, 21/13, etc….) Cada vez que una pareja alcanza la edad adulta una nueva secuencia comienza y se “entrelaza” con la anterior generación en el tiempo.
Bueno… pues ¡Manos a la obra!….
Vamos a empezar a “descomponerla”…
Comencemos eliminando los conejos de la sucesión. Aunque sean prácticos en el ejemplo no son necesarios; Cualquier pareja de elementos con la capacidad de auto-duplicarse a sí misma nos serviría.
Sigamos eliminando conceptos innecesarios. Eliminemos el factor-tiempo. En el ejemplo hemos utilizado la magnitud “mes” como periodo de fertilidad o duplicación. Pero la sucesión no cambiaría su aspecto si en lugar de un mes fuera un día, un simple segundo o incluso si la duplicación fuera casi instantánea.
Ahora podemos observar más claramente la simplicidad de su comportamiento: “Pasado un cierto tiempo (sea el que sea) tiene lugar la aparición de un nuevo elemento” ¡Ya está!, No hay más… ese es todo su “secreto”.
Parece sencillo ¿No es cierto? Pues bien, en la comprensión o el descubrimiento de este sencillo funcionamiento se asienta lo que conocemos como “mecánica cuántica”, basada en que cada cierto tiempo un electrón emite (de forma “espontánea”) un fotón. En terminología algo más técnica diríamos que las oscilaciones electromagnéticas se suceden de forma cuantificada (unitaria) y la energía implicada está directamente relacionada con la frecuencia.
¿Cada cuánto tiempo sucede esto? Lo cierto es que es difícil responder a esta pregunta porque no tenemos manera de cuantificar este suceso. Sabemos que ocurre de forma “casi” instantánea (si lo observamos a escala humana) pero no hay forma ni manera de establecer un criterio objetivo basado en el tiempo.
La única manera paralela que tenemos de hacerlo no es utilizando un criterio basado en el tiempo, sino utilizando un criterio basado en la frecuencia o la probabilidad. Si tenemos 137 electrones uno de ellos emitirá espontáneamente un fotón; Dicho de otra manera, la probabilidad de que se emita un fotón en un instante dado de tiempo es 1/137. A este cociente lo llamamos “Constante de estructura fina” y se trata de la constante más representativa de toda la física conocida. Aunque no lo parezca a primera vista este cociente es el resultado de mezclar tres constantes fundamentales de la naturaleza: la velocidad de la luz, la constante de Planck y la carga del electrón. Lo más sorprendente de esta constante es que no viene definida por ninguna unidad física de medida, es un simple número… ¡Sin más!
Sí, parece que todo es una aventura en el Universo
A veces se denomina “Constante de acoplamiento universal” y nos proporciona una referencia de lo milimétricamente diseñado que está el Universo, pues si su valor cambiara ligeramente no existiría el Universo cómo lo conocemos. Dada su independencia respecto del tiempo, su esencia continua inalterada: cada cierto tiempo algo pasa dentro del electrón y el resultado es que se emite (o absorbe) un fotón. Esta constante (como vemos) conserva la misma esencia en que se basa la divina proporción.
A esta actividad (no sabemos si frenética o no) que tiene lugar en los núcleos atómicos a veces se le denomina “Energía del vacío” (la energía que surge de la nada, la “Chispa de la Creación”) y básicamente implica que toda partícula en el Universo tiene literalmente una especie de” vida interior”, una vida que se expande en base a este movimiento de duplicación y que es el germen primigenio de lo que denominamos “Expansión del Universo”. Como sabemos gracias a Edwin Hubble el Universo se está expandiendo, lo que implica que las galaxias se alejan unas con respecto de las otras desde el principio de los tiempos. A veces decimos que la expansión del Universo no tiene sentido físico, dado que no sabemos lo que implica que tanto el espacio como el tiempo se estén creando en este mismo momento.
La imagen original era más atractiva pero, la página no la aceptó
Pero lo más sorprendente no es que este movimiento duplicativo o expansivo no tenga sentido físico, lo más sorprendente es que tan sólo podamos definirlo en base a relaciones numéricas. Pero incluso en este sentido este comportamiento guarda una extraña y misteriosa correlación con la “divina proporción” pues este patrón se basa también única y exclusivamente en relaciones numéricas.
Heisenberg, quien formuló la ley fundamental de la mecánica cuántica (que básicamente establece que un estado cuántico es indeterminado) solía decir que los átomos no son cosas, sino que son “tendencias” ¿Podemos aplicar también esta idea a nuestra mágica proporción? Pues resulta que sí, que también podemos hacerlo.
Aunque parezca paradójico la divina proporción es un teorema matemático (en el sentido de que sigue una regla de comportamiento) y no lo es al mismo tiempo. Un teorema podemos definirlo como una regla estática de equilibrio; Sin embargo dicha proporción es una regla dinámica, un valor que se va aproximando a él mismo a medida que vamos añadiendo más y más decimales a su valor. La divina proporción representa una tendencia, siendo ésta además una tendencia indeterminada, dado que se trata de una sucesión que nunca se acaba. De forma matemática la proporción áurea es una imposibilidad pero, sin embargo… ¡Ahí está!
Max Planck
Max Planck decía que: “La materia se origina y existe sólo en virtud de una fuerza que hace vibrar las partículas del átomo” refiriéndose a éste como el más diminuto de los sistemas solares. Poco tiempo después de sus descubrimientos los físicos comprendieron que las matemáticas que describen las frecuencias del sonido emitido por un tambor podían usarse también para calcular los niveles energéticos de vibración de los electrones en un átomo. El problema era descifrar la forma del tambor matemático que determinaba esos niveles energéticos del núcleo. La sorpresa fue descubrir que una función matemática creada por Riemann para tratar de cartografiar la distribución de los números primos coincidía a la perfección con las distribuciones que ellos buscaban. Resultaba que los “átomos de los números” y los “átomos de la materia” se encontraban sometidos a la misma distribución o a la misma estructura.
Cuando decimos que un patrón (matemático o no) es intemporal o independiente del tiempo también solemos referirnos a este hecho diciendo que la información que transmite tan sólo existe en un tiempo imaginario, una especie de plano temporal que opera en una dimensión no-material. El mejor ejemplo para describir esto lo encontramos en el teorema más famoso de la humanidad: el “Teorema de Pitágoras”. Dicho teorema, al margen de las aplicaciones prácticas que todos conocemos, establece una especie de verdad inmutable y universal: “Siempre que tengamos dos elementos absolutamente opuestos entre ellos, dichos elementos estarán relacionados”.
En el caso de la divina proporción esto no sólo es cierto, sino que dicha relación por si sola ya define la misma relación en que se basa el Teorema de Pitágoras. Y es que la divina proporción es el único valor matemático cuyo valor y su valor opuesto resultan ser el mismo valor; Algo aparentemente imposible, pero cierto.
El Teorema de Pitágoras es muy especial. No sólo por ser el único criterio capaz de unificar toda la geometría conocida, sino porque constituye la única regla de Entrelazamiento Dimensional entre dos elementos conocida en matemáticas. Es lo que se conoce como “Conjetura de Fermat” que (básicamente) establece que en el Universo matemático tan sólo es posible relacionar dos elementos opuestos entre ellos cuando los elevamos al cuadrado. Esta propiedad tan sorprendente es la base de lo que conocemos como “Ley de la Gravedad”, que dictamina que dos elementos tan opuestos entre ellos como son las masas y las distancias que las separan coinciden en una dimensión diferente: la dimensión de los cuadrados de sus elementos.
De hecho, la relación de los cuadrados está presente en todos lados donde hemos podido encontrar un patrón de comportamiento. La ondulatoriedad en mecánica cuántica se basa en el cuadrado absoluto de la función de onda, la fuerza electromagnética se debilita en proporción inversa al cuadrado de la distancia entre dos fuerzas eléctricas; Incluso los planetas dan vueltas alrededor del Sol en tiempos cuyos cuadrados son iguales a los cubos de sus distancias.
Pero… ¿Qué sentido físico tiene la elevación al cuadrado? Lo cierto es que tampoco lo sabemos porque queda literalmente en una dimensión diferente. Nuestra capacidad de captar el mundo a través de los sentidos es lineal, de la misma forma que lo es nuestra forma de pensar. No podemos pensar en dos cosas al mismo tiempo y por este motivo la única operación lógica que puede hacer nuestro cerebro es “triangular”.
Las coincidencias son sorprendentes. La proporción áurea es el único valor que incorpora automáticamente una dimensión matemáticamente posible, pero físicamente inexistente. Se trata de un valor doblemente irracional, no tan sólo por incorporar el infinito en su formulación, sino por incorporar también el plano imaginario, que es precisamente el plano que da sentido a la descripción probabilística del mundo a nivel cuántico o fundamental.
Como indican los controvertidos físicos y gemelos Bodganov: “Los grandes teóricos de los números están convencidos: en el corazón de estas series interminables, en esos miles de millones de cifras que giran en el infinito hay un secreto. Una clave que, abriendo las puertas del infinito, nos hace regresar al cero. Y por tanto a la creación del Universo”.
No podría estar más de acuerdo. Es más, creo que es cierto y que existe una demostración maravillosa al respecto. A fin de cuentas, si es cierto que el Universo se basa en la probabilidad, tan sólo es cuestión de tiempo que lo imposible se haga realidad.
Ricard Jiménez
el 22 de septiembre del 2016 a las 17:40
Cada vez más científicos se apuntan a la idea del “universo holográfico”, en el sentido de que algunos datos apuntan a que vivimos una realidad simulada, no real.
Personalmente, y quizás dado mi desconocimiento de esos temas, me resisto a que seamos una simple representación de la realidad, llevada a cabo por unos seres de tecnología “mágica” que investigaran (Supongo), sobre la biología en diferentes planetas, en diferentes habitats y con diferentes evoluciones de la vida biológica; con fines indeterminados por nosotros (por supuesto), pero quizás tendentes a comprender, mediante una simulación, de como se comportara la vida en diferentes estratos, lo que creo que podremos comprender, ya que, por ejemplo,por nuestra parte, en la Estación Espacial Internacional ya se están llevando a cabo diferentes experimentos con plantas y animales.
Pero mi interrogante no va por ese camino; personalmente creo que más que representación holográfica, quizás seamos sujetos de experimentos mentales.
Y me refiero (para que quede claro), a por ejemplo lo de las películas de Matrix.
En realidad sería más fácil y barato que seres avanzados implantaran vida en un planeta cualquiera, y fueran manipulando las especies, y sobre todo, su cerebro, con el fin de conseguir una especie lo suficientemente inteligente como para poder implantar en sus cerebros una realidad virtual, en nada consecuente con la verdadera, con un fin muy simple: Estudiar sus reacciones y evoluciones, lo que les daría mucha información sobre la biología en el cosmos.
¡¡ A ver si en el fondo somo simples marionetas!!; simples cobayas de laboratorios; ese sería el último y definitivo golpe a nuestro homocentrismo; que dado los “palos” que a estas alturas ya ha recibido, no me extrañaría que tuvieras cierta verosimilitud…
Si eso fuera cierto, todo lo que comentamos sobre el tema sería estudiado minuciosamente por esos seres; así que por si acaso, les mando un saludo: “¡¡¡Que os den…!!!
el 23 de septiembre del 2016 a las 3:04
¡Hola, Amigo Kike!
De nuevo lo has conseguido, son las 3,55 de la madrugada, y, con tu saludo a los seres “superiores” que manipulan en el Universo a las distintas formas de vida y experimentan en los mundos, me has hecho sonrier y, por no despertar al personal, no he soltado una gran carcajada. ¡Qué cosas se te ocurren!
Lo del Universo holográfico está bien para que la imaginación, “volando” a su libre albedrío, pueda dibujar el escenario que se le pueda ocurrir que, por muy avanzado o extraño que pueda parecer, no dejará de ser eso, una simple imaginación, ya que, ni tenemos el intelecto suficiente para llegar tan lejos en la comprensión del Universo, ni tampoco los medios tecnológicos necesarios para comprobar dichos extremos. Aunque eso sí, cualquier cosa que podamos imaginar… ¡Podría ser verdad!
No está mal imaginar cosas y llegar lo más lejos posible partiendo de los datos que ahora tenemos, aunque imaginar, que todo nuestro mundo es un holograma, me parece ir demasiado lejos, ya que, al menos para nosotros… ¡Es muy Real! Todo lo que vemos y tocamos, los hallazgos que podemos hacer de muchas cuestiones antes en la oscuridad, descubrimientos y observaciones que nos han llevado lejos en la comprensión del mundo… ¿Cómo podrían unos hologramas hacer tal cosa?
Me quedo con que estamos en un universo real que no hemos podido llegar a comprender….¡del todo! Y, como Hilbert, creo que algún día, lejos aún en el futuro, ¡Sabremos!
Un abrazo amigo mío.
el 23 de septiembre del 2016 a las 23:00
Amigo Emilio; si consigo que sonrias, ya he logrado mucho con mi modesta opinión.
Un abrazo.
el 24 de septiembre del 2016 a las 5:34
Lo cierto es que, tal como andan las cosas, poder sonreir por algo ya es un logro.
Abrazos
el 23 de septiembre del 2016 a las 1:11
Como siempre Emilio te agradezco tus comentarios, el enlace al video, así como la publicación de este texto que además es uno de mis preferidos. Como es probable que te ocurra cada uno de los textos o los escritos que publicamos guardan una pequeña o gran esencia de nosotros, son como semillas que desperdigamos para que florezcan por su cuenta. Compartir ideas nos enriquece y además, en tu caso, pienso que demuestras no solo constancia, sino una gran integridad en tu trabajo, pues soy plenamente consciente de que algunas de mis opiniones en ocasiones pueden chocar con tu manera de ver las cosas.
Pienso que los lectores o conocedores de tu blog son muy afortunados. Dirigiéndome a ellos les puedo asegurar que no encontraran otro blog de divulgación científica del nivel, calidad, intensidad así como sobretodo la pasión que se encuentra en éste.
Un abrazo. Estamos en contacto, aunque sea de tanto en tanto. Es que yo tampoco puedo evitar la obsesión por lo que hago.
el 23 de septiembre del 2016 a las 2:54
Amigo mío:
Está claro que ambos sentimos verdadera pasión por los temas que son el objeto de nuestras inquietudes, y, siendo así (que lo es), cuando exponemos alguna cuestión al público esta lleva una gran parte de nosotros, ¿que duda nos puede caber de ello?.
Te he escuchado con gran atención en el video que me envías y, en no pocas de sus partes, estoy totalmente de acuerdo, yo también creo que se nos han dado muy pocas esplicaciones (creibles) de esas ondas gravitacionales que dicen haber localizado o detectado.
El caso es que, los Proyectos LIGO y otros similares, llevan anotados en su haber unos grandes números referidos a su coste y, desde luego, todo eso tiene que ser justificado, siendo la mejor manera, dar un resultado positivo, es decir, exponer los “frutos del proyecto”, aunque para algunos no quede claro del todo.
La idea de las Ondas gravitacionales viene de lejos y, el físico Kid Thorne se ha encargado de darle vida con sus muchos escritos sobre el tema y colaborando de manera estrecha con todos los proyectos encaminados a encontrarlas, y, desde luego, sería cierto que, de hallarlas sin ninguna clase de fisura, podríamos contemplar un universo nuevo, toda vez que el que ahora podemos ver es el que nos posibilita la radiación electromagnética de la luz y otras clases de radiación.
El caso es que, como bien apuntas por ahí, el Gravitón es una partícula hipotética, un cuanto de energía intercambiado en una interacción gravitacional y, dicha partícula no ha sido hallada (como por ejemplo el fotón que es el bosón intermediario del electromagnetismo en todas sus formas). Sin embargo, se postula que es la responsable de las interacciones gravitacionales consistentes con la mecánica cuántica. Se espera que viaje a la velocidad de la luz (no tiene masa, o tiene masa en reposo nula), su carga también es nula y el espín se le supone 2. Es tan infinitesimal el objeto (si existe) que, observarlo ha sido imposible hasta el momento.
Cuando hablas de la estafa del hallazgo de las Ondas gravitacionales… ¿Alguna razón parece que puedes llevar! Aunque a mí, me gustaría que todos esos datos que dicen haber encontrado, fuesen ciertos, de alguna manera sería un avance más en el conocimiento del Cosmos pero… ¡Lo dejaremos en cuarentena!
Un abrazo.
el 23 de septiembre del 2016 a las 1:47
Hola Kike.
Normalmente no trato el tema de los extraterrestres, aunque eso no quita que pueda tener mis ideas al respecto. Sin descartar lo que dices, que bien pudiera ser cierto, de acuerdo con lo que hago si te parece te doy mi opinión al respecto.
Por extraterrestres entiendo formas de vida como la nuestra que coexisten en otras regiones del Universo. Después si existieran fuera de nuestro universo nos refeririamos a seres extra-dimensionales, por distinguirlos de los primeros.
Para el caso de los extraterrestres “normales” entiendo que la probabilidad de que existieran y que tuvieran un grado tecnológico similar al nuestro sería como encontrar un grano de arena en particular colocado al azar en cualquier playa del planeta. Para el caso más interesante que sería que estuvieran más avanzados que nosotros, una diferencia insignificante de unos cientos o miles de años ya supondría una tecnología inimaginable. En ese caso no me cabe la menor duda de que ya conocerian en profundidad el funcionamiento del Universo. Seguramente dispondrían de una tecnología capaz de aprovechar la infinita energía del vacio y que además serían una civilización integrada y sostenible con su entorno. En este caso podría ser probable que conocieran de nuestra existencia y puede que además nuestro grado de desarrollo, pero no creo que en su cabeza estuviera esa idea tan primitiva que tenemos nosotros de conquistar a los demás. Pienso que ya tendrían el sentimiento de unidad.
Respecto a los seres extra-dimensionales, aunque nuestra existencia estuviera ligada a la suya en la forma que sea no creo que les interesara demasiado experimentar con nosotros. Para ellos nosotros estaríamos simplemente en otro nivel de realidad, sería como si nuestro universo para ellos fuera una miniatura virtual. Es como si nosotros trataramos de influir en el comportamiento de lo que pasa dentro de un foton de luz.
Ahora bien, en ambos casos todos estaríamos dentro de este sistema holografico o fractal, que se extendiera al multiverso y este a su vez a un multiverso superior y así sin final.
Si existe un final a esta cadena es algo que pienso nunca se podrá determinar, pero tampoco se puede descartar que nuestro universo, el multiverso y el multiverso de multiversos sin final pueda ser un programa multidimensional y que exista un último diseñador.
Respecto a lo de la matrix que comentas tampoco se puede descartar, aunque en el punto en que nos encontramos y, bajo mi punto de vista, salir de matrix simplemente sería comprobar de forma irrefutable que efectivamente nuestra mente crea la realidad y, lo que es más importante, que esto no tendría límites respecto a su intensidad. Sería factible, por tanto, que una civilización extraterrestre más avanzada, ya hubiera encontrado la manera de modificar a conveniencia su realidad.
Saludos.
el 23 de septiembre del 2016 a las 3:21
Amigo mío:
En nuestro Universo, cualquier cosa que podamos pensar podría ser posible… ¡Es tan inmenso! Y, además, casi seguro estoy de que es una pequeña parte de algo mucho mayor. Nosotros, seguramente, tenemos una idea muy localista, una realidad que no va más allá del propio Universo, y, como cosa imaginada y de fantasía, hablamos, no pocas veces de esos universos paralelos y multiversos o Metaversos que abarcarían algo inconmensurablemente mayor.
Está claro que, en toda esa grandeza (incluso imaginando que sólo existe el Universo nuestro (cosa que dudo), ya podrían existir un sin fin de mundos que, como bien apuntas, podrían estar a una altura de consciencia mucho mayor que la nuestra, bastaría con que hubieran llegado unos miles de años antes que nosotros lo hiciéramos aquí en la Tierra.
Aunque no debemos cerrarnos a ninguna posibilidad, también creo que, si están muy avanzados, poco interés tendrían en causarnos ninguna clase de daño, más bien, nos observarían con curiosidad para “verse” ellos mismos como fueron miles de años antes.
En fin, el tema podría ser inacable.
Un saludo amigo Ricard.
el 23 de septiembre del 2016 a las 22:55
Efectivamente Ricard, en el punto en que nos encontramos en relación a nuestros conocimientos y tecnología, desconocemos casi todo del espacio, pero hemos avanzado mucho; al menos sabemos que no sabemos.
Conoces que un científico famoso(no me acuerdo del nombre), dijo como en una especie de sentencia que ” Una tecnología con un avance de aunque fuera solo unos cientos de años sería para nosotros como magia”.
Eso parece cierto; basta imaginarse lo que diría un individuo de la baja Edad Media si de repente le contaran los medios tecnológicos con que contamos en la actualidad; al informador lo tratarían de loco, y si hiciera alguna demostración correría el riesgo de ser quemado en la hoguera por “prácticas satánicas y brujeria”; y solo han pasado unos pocos siglos…
Cuesta trabajo imaginar, bueno mejor dicho, es imposible imaginar los adelantos tecnológicos (que no los éticos y morales, que no llevan el mismo camino), que podría poseer una civilización adelantada a nosotros en mil o dos mil años; y ni pensar en los que nos aventajaran en por ejemplo un millón de años…….
Personalmente creo que nada es imposible, todo se puede alcanzar cuando la tecnología crea las condiciones necesarias.
Y respecto a que una supuesta civilización no debiera estar interesada en experimentos con los humanos, siento no estar de acuerdo; podrían tener intereses de todo tipo (hasta el de degustar nuestra delicada carne), y supongo que seguirían los pasos de toda civilización dominante, lo que no suele ser nada bueno para los inferiores tecnológicos.
Y respecto a lo de los extraterrestres, si bien pienso que deben existir, creo que es muy difícil que nos hayan encontrado por el simple motivo de la inmensidad del espacio y de los límites de la velocidad de la luz; pero como serían “magos”, quizás eso ya lo tuvieran resuelto.
No creo para nada en eso de los múltiples avistamientos de ovnis, pero hay algo que me deja perplejo: el hecho contrastado de que varios líderes mundiales hayan reconocido más o menos públicamente su existencia (Uno de los últimos ha sido el inefable Fidel Castro, que será muy comunista, pero tonto no es).
Saludos y enhorabuena por el video que nos has mostrado.
el 24 de septiembre del 2016 a las 5:43
” Una tecnología con un avance de aunque fuera solo unos cientos de años sería para nosotros como magia”.
La frase más menos dicha así, fue dicha por el autori de ciencia fiscción ARTHUR C. CLARKE.