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El Universo y la Vida
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y la Vida ~ Comments (0)
La esfera de Agua y roca que a 28 Km/s, deambula por el Espacio alrededor del Sol y nos da el cobijo que necesitamos para seguir evolucionando. Su vida activa dependerá de la del Sol, es decir, cuando la estrella que nos ofrece luz y calor se convierta en Gigante Roja primero y Enana Blanca después, la Tierra quedará desolada, los océanos se evaporarán y, la Vida, tal como la conocemos habrá desaparecido. ¡Hay que ir pensando en soluciones! ¿Qué falta mucho para eso? Sí, puede ser pero… ¡El Tiempo transcurre inexorable y, el momento llegará!
Nuestro planeta, la Tierra, forma parte del Universo, y, es una prueba indiscutible de que sus componentes biológicos y físicos forman parte de una única red que funciona de un modo autorregulado, y, de esa forma, mantiene las condiciones que son ampliamente adecuadas para la existencia de vida, pero que sufren fluctuaciones a todas las escalas (incluidos los ritmos de alternancia de glaciaciones y periodos interglaciales, así como las extinciones masivas). En un sentido real, la Tierra es el lugar que alberga una red de vida única, y la existencia de esta red (Gaia) sería visible para cualquier forma de vida inteligente que hubiera en Marte o en cualquier otro planeta y que fuera capaz de aplicar la prueba conocida de Lovelock y buscar señales de reducción de la entropía.
Así se puede medir el Tiempo en el contexto del Universo para calcular las distintas etapas de la Vida
Claro que para que la vida hiciera acto de presencia tuvieron que confluir una serie de hechos que, no siempre, ni en todos los planetas se pueden repetir.
Los estromatolitos son estructuras estratificadas de formas diversas, formados por la captura y fijación de partículas carbonatadas por parte de cianobacterias en aguas someras que, mediante la fotosíntesis, liberan Oxígeno y captan de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono para formar carbonatos que, al precipitar, dan lugar a la formación de los estromatolitos.
Ni la NASA, tomó nunca la prueba de Lovelock lo suficientemente en serio como para aplicarla a la búsqueda de vida en el Sistema Solar; pero si se lo tomó en serio para buscar vida más allá del Sistema Solar. Ahora, parece que han recapacitado y tenemos en Marte, como decía ayer mismo, a la Mars Phoenix que, de momento ha encontrado hielo de agua, ha diluido porciones de la tierra marciana en agua y debidamente tratada, han hallado la presencia de magnesio, sodio, potasio y cloruros. Uno de los científicos responsables ha dicho:
“Hay más que evidencia de agua porque las sales están ahí. Además hemos encontrado los compuestos químicos necesarios para la vida como la conocemos. y, lo sorprendente de Marte es que no es un mundo extraño, sino que, en muchos aspectos es igual que la Tierra.”
Los grandes presupuestos gastados en Marte, aunque algunos lo critiquen, puede ser que en el futuro, no muy lejano ya, nos pueda echar una mano y sacarnos de grandes apuros que se vislumbran en el horizonte del Tiempo por venir.
Se están analizando los gases y los compuestos químicos del suelo y del hielo allí encontrados, y, todo ello, debidamente procesado nos dará una respuesta de lo que allí existe.
Lo que para mí está muy claro es que, los mecanismos del Universo son los mismos en cualquier región del cielo, y, las estrellas y los planetas surgen en todas partes de la misma manera. Y, si eso es así, sería lógico pensar que la vida podría estar en cualquier parte, y, además, con muchas probabilidades de que sea más o menos tal como la conocemos, ya que, la nuestra, basada en el Carbono y el Nitrógeno (siempre en presencia de agua), es la más natural dadas las características de estos elementos para unirse.
La historia de la vida en el Universo es otro ejemplo de complejidad superficial construida sobre cimientos de una profunda sencillez. Actualmente la prueba de que el universo tal como lo conocemos surgió a partir de un estado denso y caliente (BIg Bang) hace unos 14.000 millones de años, es poco discutida.
Los bloques de construcción básicos que emergieron del big bang fueron el hidrógeno y el helio, casi exactamente en una proporción de 3:1. Todos los demás elementos químicos (excepto unos leves vestigios de unos pocos elementos muy ligeros, como el litio) han sido fabricados en el interior de las estrellas y dispersados por el espacio cuando estas se dilataron y expulsaron materiales (en algunos casos explotaron) en las últimas etapas de sus vidas como expliqué en comentarios de días pasados.
Una estrella como el Sol genera calor convirtiendo hidrógeno en helio dentro de su núcleo; en otras estrellas los procesos cruciales incluyen fusiones sucesivas de núcleos de helio. Dado que cada núcleo de helio es una unidad que contiene cuatro “nucleones” (dos protones y dos neutrones), y este elemento se denomina abreviadamente helio-4, esto significa que los elementos cuyos núcleos contienen un número de nucleones que es múltiplo de cuatro son relativamente comunes en el universo, excepto el berilio-8, que es inestable.
Concretamente, en las primeras etapas de este proceso se produce carbono-12 y oxígeno-16, y resulta que el nitrógeno-14, aunque no contiene un número entero de núcleos de helio-4, se obtiene como subproducto de una serie de interacciones en las que participan núcleos de oxígeno y de carbono que operan en estrellas de masa un poco mayor que la de nuestro Sol.
La inmensa complejidad que está presente en el cerebro humano y de cómo se genera lo que llalamos “la mente”, a partir de una maraña de conexiones entre más de cien mil millones de neuronas, más que estrellas existen en nuestra Galaxia, la Vía Láctea. Es algo grande que, en realidad, no hemos alcanzado a comprender.
Con gran diferencia, los elementos más comunes, aparte del hidrógeno y del helio. Dado que éste último es un gas inerte (noble) que no reacciona químicamente, se deduce que los cuatro elemenbtos reactivos más comunes en el universo son el Carbono, el Hidrógeno, el Oxígeno y el Nitrógeno, conocidos en el conjunto por el acrónimo CHON.
No es casualidad que los cuatro elementos químicos que participan con una aplastante mayoría en la composición de los seres vivos de la Tierra sean el carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno.
El Carbono desarrolla el papel clave en el desarrollo de la vida, porque un solo átomo de este elemento es capaz de combinarse químicamente nada menos que con otros cuatro átomos al mismo tiempo (incluídos otros átomos de carbono, que pueden estar unidos a su vez a más átomos de carbono, formando anillos y cadenas), de tal modo que este elemento tiene una química excepcionalmente rica. Así decimos con frecuencia que la vida en la Tierra está basada en el Carbono, el elemento más ductil y crucial en nuestra formación.
El día que podamos viajar a otros mundos, lo que allí podamos encontrar no debe resultarnos nada extraño, ya que, si nos fijamos en lo que tenemos aquí en la Teirra… ¡También podría asombrar a los posibles seres de otros mundos?
Claro que, tal comentario, no implica la negación de quer pudieran existir otras clases de vida basadas en el silicio o en cualquier otra combinación química, pero todas las pruebas que aporta la Astronomía sugieren que es mucho mayor la probabilidad de que la vida más allá de nuestras fronteras esté basada también en el CHON.
Es inadmisible lo poco que la gente común sabe del Universo al que pertenecen y también lo poco que se valora el trabajo de Astrónomos, Astrofísicos y Cosmólogos, ellos son los que realizan las pruebas y las comprobaciones que finalmente nos llevan al conocimiento que hoy tenemos del cielo y de los objetos que lo pueblan y de las fuerzas que allí actúan.
Gran parte de estas pruebas proceden del análisis espectroscópico del material que está presente en las Nebulosas, esas inmensas nubes de gas y polvo que se encuentran en el espacio como resultado de explosiones de supernovas o de otros fenómenos que en el Universo son de lo más frecuente. A partir de esas nubes se forman los sistemas planetarios como nuestro sistema solar, allí, nacen nuevas estrellas que contienen los mismos materiales expulsados por estrellas de generaciones anteriores.
En estas nubes hay muchos compuestos construidos en torno a átomos de carbono, y este elemento es tan importante para la vida que sus compuestos reciben en general el nombre de compuestos “orgánicos”. Entre los compuestos detectados en nubes interestelares hay sustancias muy sencillas, como metano y dióxido de carbono, pero también materiales orgánicos mucho más complejos, entre los que cabe citar el formaldehído, el alcohol etílico, e incluso al menos un aminoácido, la glicina. Lo que constituye un descubrimiento muy esclarecedor, porque es muy probable que toso los materiales existentes en las nubes interestelares hayan estado presentes en la nube a partir de la cual se formó nuestro Sistema Solar, hace unos cinco milo millones de años.
Una protocélula parecida a lo que aparece en la imagen de arrina podría haber sido la precursora de la Vida en la Tierra.
A partir de estos datos, equipos científicos han llevado a cabo en la Tierra experimentos en los que unas materias primas, debidamente tratadas simulando las condiciones de densidad y energías de aquellas nubes interestelares (ahora en laboratorio), dieron como resultado el surgir expontáneo de tres aminoácidos (glicina, serina y alanina). Todos conocemos el experimento de Miller.
En otro experimento utilizando otra mezcla de ingredientes ligeramente distinta, se producian no menos de dieciseis aminoácidos y otros compuestos orgánicos diversos en unas condiciones que eran las existentes en el espacio interestelar.
Para hacernos una idea, las proteínas de todos los seres vivos de la Tierra están compuestas por diversas combinaciones de tan sólo veinte aminoácidos. Todas las evidencias sugieren que este tipo de materia habría caído sobre los jóvenes planetas durante las primeras etapas de formación del sistema planetario, deposita por cometas que habría sido barridos por la influencia gravitatoria de unos palnetas que estaban aumentando de tamaño.
Como hemos podido deducir, una sopa de aminoácidos posee la capacidad de organizarse por sí sóla, formando una red con todas las propiedades que ha de tener la vida. De esto se deduce que los aminoácidos que estuvieron formando durante largos períodos de tiempo en las profundidades del espacio (utilizando energias proporciona por la luz de las estrellas), serían transportados a la superficie de cualquier planeta joven, como la Tierra.
Algunos planetas pueden resultar demasiado calientes para que se desarrolle la vida, y otros demasiado fríos. Pero ciertos planetas como la propia Tierra (existentes a miles de millones), estarían justo a la temperatura adecuada. Allí, utilizando la expresión de Charles Darwin, en alguna “pequeña charca caliente” tendrían la oportunidad de organizarse en sistemas vivos.
Claro que, por mi parte, como dijo aquel famoso Astrofísico inglés del que ahora no recuerdo el nombre:
” milagro no es que aparezca vida fuera de la Tierra, el verdadero milafro sería que no apareciera”.
Y, en cuanto a las condiciones para que haga posible la existencia de vida, conviene ser reservados y no emitir un juicio precipitado, ya que, todos sabemos de la existencia de vida en condiciones que se podrían comparar o denominar de infernales. Así que, estaremos a la espera de que, el Universo nos de una respuesta.
emilio silvera
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¡La Vida en el Universo!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y la Vida ~ Comments (0)
“…en alguna pequeña charca caliente, tendrían la oportunidad de hacer el trabajo y organizarse en sistemas vivos…”
Eso comentaba Darwin sobre lo que podría ocurrir en la Naturaleza.
Que, dicho sea de paso, en lo que a la vida se refiere, ésta se abre paso en los lugares más estremos e inesperados por muy malas condiciones que allí puedan estar presentes. Así ocurre con los llamaodos extremófilos que, pueden estar, casi en cualquier sitio. De hecho, en el lago Untersee de la Antártida, nutrido por glaciares, siempre cubierto de nieve, y muy alcalino, es uno de los lagos más inusuales de la Tierra. Los primeros 70 metros de agua del lago son tan alcalinos que “su pH es como CloroxTM fuerte. Y para hacerlo todavía más interesante, los sedimentos del lago producen más metano que cualquier otra masa de agua natural que haya en nuestro planeta.En ese entorno, podría estar presente la vida. Algunos investigadores ya han encontrado microbios que viven en el hielo, en agua hirviendo y hasta en reactores nucleares. Estos “extraños” extremófilos pueden ser de hecho normales para la vida en otros sitios del cosmos.
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Hasta que supimos que existían otros sistemas planetarios en nuestra Galaxia, ni siquiera se podía considerar esta posibilidad como una prueba de que la vida planetaria fuera algo común en la Vía Láctea. Pero ahora se sabe que más de cien estrellas de nuestra zona de la galaxia tienen planetas que describen órbitas alrededor de ellas. Casi todos los planetas descubiertos hasta ahora son gigantes de gas, como Júpiter y Saturno (como era de esperar, los planetas grandes se descubrieron primero, por ser más fáciles de detectar que los planetas pequeños), sin embargo es difícil no conjeturar que, allí, junto a estos planetas, posiblemente estarán también sus hermanos planetarios más pequeños que, como la Tierra, pudieran tener condiciones para generar la vida en cualquiera de sus millones de formas.
En trabajos anteriores, ya nos referimos a los elementos más abundantes del Universo: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (CHON).
Lee Smolin, de la Universidad de Waterloo, Ontario, ha investigado la relación existente entre, por una parte, las estrellas que convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, y, por otra parte, las nubes de gas y polvo que hay en éste, que se contrae para formar nuevas estrellas.
Nuestro hogar dentro del espacio, la Vía Láctea, es una entre los cientos de miles de millones de estructuras similares dispersas por todo el Universo visible, y parece ser una más, con todas las características típicas -de tipo medio en cuanto a tamaño, composición química, etc.- La Vía Láctea tiene forma de disco plano, con alrededor de cien mil años luz de diámetro, y está formada por más de cien mil millones de estrellas que describen órbitas en torno al centro del disco.
El Sol, en realidad, sólo es importante para las formas de vida que pueblan el planeta Tierra, y, posiblemente, algunas de las lunas de Júpiter y Saturno, además del subsuelo del planeta Marte. Es sin duda algunaa el cuerpo central de nuestro Sistema Solar, la estrella que envía luz y calor por todo el Sistema solar,y con mucho, la estrella más cercana al planeta Tierra y la única que se puede estudiar con todo lujo de detalles. Se clasifica como una estrella G2V: una estrella amarilla con una temperatura efectiva de 5.770 K (tipo espectral G2) y una enana de la secuencia principal (clase de luminosidad V). Los detalles de su composición son sobradamente sabidos por todos y cabe destacar su abundancia de hidrógeno – 71% en masa- y de helio el 27% y elementos más pesados hasta completarlo. Por lo tanto, nuestro Sol no destaca por nada entre esa multitud de de cientos de miles de millones de estrellas.
Recorre su órbita a una distancia del centro que viene a ser más o menos dos tercios del diámetro. En el centro de la Galaxia las estrellas forman una protuberancia, de tal modo que desde el exterior daría la sensación de estar viendo un enorme huevo frito, en el que la protuberancia sería la yema. Algunos cosmólogos, al no saber explicar lo que se podía observar en el movimiento de las estrellas dentro de las galaxias, y, en las galaxias mismas al alejarse las unas de las otras a más velocidad de lo que podría suponerse, dieron una explicación de la Vía Láctea en la que, ya introducían la “materia oscura”. Decían:
“Sin embargo, el modo en que este disco gira revela que todo el material brillante (materia bariónica) que compone la parte visible de la Vía Láctea queda sujeto por el tirón gravitatorio de una materia invisible que no brilla ni emite radiación y que viene a ser más o menos diez veces mayor que la materia visible de la Galaxia y que muchos suponen que está diseminada en un halo situado alrededor de ella, extendiéndose mucho más allá del borde del disco de estrellas brillantes.”
“Mientras los físicos intentan encontrar en los detectores terrestres, aquí mismo, los supuestos extraños componentes de la materia oscura (que representaría, según las teorías vigentes, más del 70% de la masa total de galaxias como la nuestra), los astrónomos se trasladan a través de sus instrumentos a billones de billones de kilómetros por los alrededores de la galaxia para comprobar cómo y dónde se acumula esta materia, distinta de la que forma todo lo que podemos ver y palpar.”
Los científicos teorizan la existencia de materia oscura para explicar las observaciones que sugieren que hay mucha más masa en el universo de la que se puede ver. Ellos creen que la materia oscura debe comprender alrededor del 25% del universo, sin embargo, como las partículas que componen la materia oscura no absorben ni emiten luz, hasta ahora era imposible detectarla.
Descubrir qué es realmente esta materia oscura (yo prefiero llamarla no luminosa o materia escondida) constituye un tema de crucial interés para los astrónomos, pero no entraremos ahora en eso, ya que, para lo que estamos tratando, no tiene importancia. Muchas galaxias en forma de disco se caracterizan por sus formas en una especie de serpentinas que se alejan en espiral desde su centro, lo que hace que se les aplique el nombre de galaxias espirales. Es fácil estudiar las pautas que siguen los llamados “brazos espirales”, porque las galaxias se encuentran relativamente cerca unas de otras, si comparamos estas distancias con sus tamaños.
Galaxia Andrómeda
Situada a 2.3 millones de años-luz
Andrómeda es una galaxia espiral cercana a nuestra Vía Láctea, y es la galaxia más grande que es visible a simple vista. Utilizando luz ultravioleta los astrónomos pueden resaltar diferentes estructuras: los colores azules representan la luz de estrellas jóvenes brillantes en los brazos espirales, mientras que las tonalidades anaranjadas son estrellas viejas, más frías en el núcleo de la galaxia. Dentro de miles de millones de años, la Vía Láctea y Andrómeda se unirán.
Crédito: el Equipo de Exploración de Evolución de Galaxias de NASA / JPL-CalTech.
Un grupo de investigadores de la NASA acaba de calcular cómo se producirá exactamente la titánica colisión entre la Vía Láctea, nuestra galaxia, y su vecina más cercana, Andrómeda. El acontecimiento, que tendrá lugar dentro de 4.000 millones de años, cambiará para siempre el aspecto del cielo y, de paso, la historia de nuestro Sol y su sistema de planetas. Estas conclusiones se publicarán en tres estudios diferentes en Astrophysical Journal.
Andrómeda, la galaxia espiral más cercana comparable a la Vía Láctea, se encuentra con respecto a nosotros a una distancia de poco más de dos millones de años luz; parece una gran distancia, pero la galaxia de Andrómeda es tan grande (un poco mayor que la Vía Láctea) que, incluso a esa distancia, vista desde la Tierra cubre un trozo de cielo del tamaño de la Luna, y puede observarse a simple vista en una noche despejada y sin luz lunar, si nos situamos lejos de las ciudades y de otras fuentes de emisión de luz. Lo cierto es que la galaxia vecina se nos viene encima a razón de 500 Km/s y, dentro de algunos miles de millones de años, se fuionará con la Vía Láctea para conformar una galaxia gigante.
Una nueva galaxia en espiral, la más grande encontrada hasta ahora, fue avistada por un equipo de astrónomos, según se informó en el encuentro de la Sociedad Astronómica de Estados Unidos.
Los brazos espirales, que son una característica tan llamativa en galaxias como la nuestra, son visibles porque están bordeados por estrellas calientes de gran masa que relucen con mucho brillo. Esto significa que también son estrellas jóvenes, ya que no hay estrellas viejas que tengan gran cantidad de masa.
No hay misterio alguno en cuanto al modo en que mantienen esa forma espiral. Se debe exclusivamente a un fenómeno de retroalimentación. Las nubes gigantescas a partir de las cuales se forman las estrellas pueden contener hasta un millón de veces la masa del Sol cuando empieza a contraerse gravitatoriamente para formar estrellas. Cada nube que se contrae produce, no una sola estrella de gran tamaño, sino todo un conglomerado de estrellas, así como muchas estrellas menores. Cuando las estrellas brillantes emiten luz, la energía de esta luz estelar (especialmente en la parte ultravioleta del espectro) forma una burbuja dentro de la nube, y tiende a frenar la formación de más estrellas. Sin embargo, una vez que las estrellas de gran masa han recorrido sus ciclos vitales y han explotado, sembrando además el material interestelar con elementos de distintos tipos, la onda expansiva ejerce presión sobre las nubes interestelares cercanas y hace que éstas comiencen a contraerse.
En las explosiones Supernovas se forman ondas que, a veces, construyen figuras tan hermosas como esta. Gracias al Gran Telescopio (VLT) del Observatorio Eiuropeo Austral los astrónomos consiguieron por primera vez un modelo en 3D de la explosión de una supernova. Se trata de 1987 A, en la Gran Nebulosa de Magallanes, a unos 180.000 años luz de la Tierra.
Las ondas procedentes de distintas supernovas, al entrecruzarse unas con otras, actúan mutuamente para barrer el material interestelar y formar nuevas nubes de gas y polvo que se contraen produciendo más estrellas y supernovas, en un ejemplo clásico de interacción que se mantiene por sí sola en la que intervienen una absorción de energía (procedentes de las supernovas) y una retroalimentación.
Región DR21 de formación de estrellas masivas tomada en infrarrojo
Si la nube es demasiado densa, su parte interna se contraerá gravitatoriamente de manera rápida, formando unas pocas estrellas grandes que recorren sus ciclos vitales rápidamente y revientan la nube en pedazos antes de que puedan formarse muchas estrellas. Esto significa que la generación siguiente de estrellas nace de una nube más delgada, porque ha habido pocas supernovas que barrieran material formando pedazos densos. Si la nube es tan delgada que su densidad queda por debajo de la densidad óptima, nacerán muchas estrellas, y habrá gran cantidad de explosiones supernovas, lo cual producirá gran número de ondas de choque que barrerán el material interestelar, acumulándolo en nubes más densas.
De esta manera, por ambas partes, las retroalimentaciones operan para mantener un equilibrio aproximadamente constante entre la densidad de las nubes y el número de supernovas (y estrellas de tipo Sol) que se producen en cada generación. La propia pauta espiral resulta del hecho de que la galaxia realiza movimiento de rotación y está sometida al tirón gravitatorio que crea la fuerza de marea proveniente de esa materia no luminosa.
Los pilares de la Creación son nubes moleculares gigantes
Claro que, la materia interestelar es variada. Existen nubes de gas y polvo fríos, que son ricas en interesantes moléculas y se llaman nubes moleculares gigantes; a partir de estas nubes se forman nuevas estrellas (y planetas). Hay nubes de lo que consideraríamos gas “normal”, formadas por átomos y moléculas de sustancias tales como el hidrógeno, y quizá tan caliente como una habitación cerrada durante toda la noche y con la temperatura de dos cuerpos dormidos y emitiendo calor. Además, hay regiones que se han calentado hasta temperaturas extremas mediante la energía procedente de explosiones estelares, de tal modo que los electrones han sido arrancados de sus átomos para formar un plasma cargado de electricidad.
Vacíos cósmicos
“Cuando miramos al cielo, ya sea a ojo desnudo o con el más potente de los telescopios, vemos ahí arriba millones de estrellas y de galaxias que parecen, pero solo parecen, distribuirse uniformemente por el espacio. Sin embargo, a gran escala las cosas no funcionan así. La materia, la que se agrupa en estrellas y galaxias, tiende a concentrarse en determinados puntos, en detrimento de otros. Podríamos decir que la materia forma largos filamentos alrededor de grandes espacios vacíos. Pero algunos de de esos vacíos han desconcertado por completo a los científicos. Se trata de un inmenso espacio de mil millones de años luz de diámetro, el mayor jamas encontrado en todo el Universo, y para el cual los Cosmólogos no han encontrado respuesta. En su interior no hay estrellas, ni galaxias, ni planetas, ni siquiere el más leve signo de radiación…En otras palabras, allí no hay nada. Como un inmenso desierto cósmico, simplemente está ahí, desafiando con su sola presencia todos nuestros conocimientos. ¿Podría ser un agujero negro supergigante, con la masa de cientos de millones de galaxias? ¿O quizá la primera prueba de la existencia de un universo paralelo? Por ahora no lo sabemos…”
Arriba tenéis uno de esos espacios “vacíos” que existen en el Universo. Este es el conocido como vacío de Boötes que fue detectado en 1981 y tiene un radio de unos 180 millones de años-luz y, su centro, se encuentra aproximadamente a unos 500 milones de años-luz de la Vía Láctea. La existencia de grandes vacíos no es sorprendente dado que, las galaxias, llevadas por la fuerza de la Gravedad, tienden a estar situadas en grandes cúmulos y supercúmulos a escalas muy grandes.
También existe una amplia variedad de densidades dentro del medio interestelar. En la modalidad más ligera, la materia que está entre las estrellas es tan escasa que sólo hay un átomo por cada mil centímetros cúbicos de espacio: en la modalidad más densa, las nubes que están a punto de producir nuevas estrellas y nuevos planetas contienen un millón de átomos por centímetro cúbico. Sin embargo, esto es algo muy diluido si se compara con el aire que respiramos, donde cada centímetro cúbico contiene más de diez trillones de moléculas, pero incluso una diferencia de mil millones de veces en densidad sigue siendo un contraste espectacular.
La cuestión es que, unos pocos investigadores destacaron allá por 1.990 en que todos estos aspectos -composición, temperatura y densidad- en el medio interestelar dista mucho de ser uniforme. Por decirlo de otra manera más firme, no está en equilibrio, y parece que lo que lo mantiene lejos del equilibrio son unos pocos de procesos asociados con la generación de las pautas espirales.
Esto significa que la Vía Láctea como otras galaxias espirales) es una zona de reducción de la entropía. Es un sistema auto-organizador al que mantienen lejos del equilibrio, por una parte, un flujo de energía que atraviesa el sistema y, por otra, como ya se va viendo, la retroalimentación. En este sentido, nuestra Galaxia supera el test de Lovelock para la vida, y además prestigiosos astrofísicos han argumentado que las galaxias deben ser consideradas como sistemas vivos.
El Universo parecía saber que ibamos a venir.
emilio silvera.
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Recordemos a Vera Rubin
por Emilio Silvera ~ Clasificado en ¿Materia oscura? ~ Comments (0)
Muere Vera Rubin, la mujer que ayudó a descubrir la materia oscura
Aunque muchos de sus colegas han reconocido que mereció el premio Nobel de Física, y fue candidata en varias ocasiones, nunca lo logró
Vera Rubin analizó e investigó más de doscientas galaxias – Carnegie
La astrónoma estadounidense Vera Rubin, quien pasará a la Historia de la Ciencia por confirmar la existencia de la materia oscura, murió este domingo, día de Navidad, a los 88 años en Princeton (Nueva Jersey), según han informado fuentes de su familia. Las causas del fallecimiento son naturales, aunque la científica sufría demencia.
Las investigaciones que llegó a realizar Vera Rubin con su colega Kent Ford, con quien comenzó a trabajar en 1964, permitieron conocer las primeras evidencias de la materia oscura, que se cree compone más del 90% de la masa del Universo.
Rubin y sus colegas encontraron que algo distinto de la masa visible era responsable de los movimientos de las estrellas. Cada galaxia espiral está incrustada en una «halo» de materia oscura que no emite luz y se extiende más allá de la galaxia óptica. Esa materia oscura contiene de cinco a diez veces más masa que la visible. Como resultado del trabajo pionero de Rubin, se hizo evidente que más del 90% del Universo se compone de ese material invisible.
El primer indicio de que existía la materia oscura se produjo en 1933, cuando el astrofísico suizo Fritz Zwicky, de Caltech, lo propuso. Pero no fue hasta que el trabajo de Rubin que se confirmó la materia oscura. Durante su carrera, analizó e investigó más de doscientas galaxias. Los últimos trabajos los realizó en Departamento de Magnetismo Terrestre de la Carnegie Institution. «Vera Rubin era un tesoro nacional como astrónomo consumado y un maravilloso modelo a seguir para los jóvenes científicos», comentó Matthew Scott, presidente de Carnegie. «Estamos muy tristes por esta pérdida».
Algunos creen que la materia oscura impregna todo el Espacio
Aunque fue mencionada en varias ocasiones como candidata a recibir el Nobel de Física, nunca lo logró. «La fama es fugaz», dijo en una entrevista realizada en 1990.
Emily Levesque, astrónoma en la Universidad de Washington, apuntó que Rubin merecía el premio Nobel en una entrevista en el mes de junio a la revista especializada Astronomy Magazine. «La voluntad de Alfred Nobel, el fundador de los premios, describe el galardón de Física como un reconocimiento ‘al descubrimiento más importante’ dentro de este campo. Si la materia oscura no encaja en esta definición, yo no sé qué lo hace», sentenció Levesque.
Como explica Neta Bahcall, de la Universidad de Princeton, «Vera fue una científica increíble y un increíble ser humano. Una astrónoma pionera, ‘madre’ de las curvas de rotación planas y de la materia oscura, una defensora de la mujer en la ciencia, una mentora y un modelo para generaciones de astrónomos».