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Alguien dijo hace mucho tiempo: “Todo es número”
por Emilio Silvera ~ Clasificado en todo es número ~ Comments (5)
¿Conocieron los antiguos constructores los secretos del Universo?
¿Conocían los antiguos egipcios hace miles de años la que hoy día se conoce como la fórmula más bella del Universo? Si esto fuera cierto representaría que los antiguos constructores debieron entender el Universo de forma geométrica, como (de hecho) apuntan todas las evidencias. Y es que la fórmula de Euler es pura geometría, y, como tal, representa el lenguaje más perfecto en que puede expresarse el Universo: el lenguaje numérico.
Déjame explicarte la ecuación de Euler en términos coloquiales para que entiendas como convergen todos los conceptos, como podemos conciliar el antiguo conocimiento con nuestra forma, radicalmente opuesta, de pensar. Para ello utilizaré un razonamiento previo que considero irrefutable, ya que se basa en la más pura lógica. Y después haremos arqueología matemática.
Una conjetura no es más que una afirmación que aún no hemos podido refutar, que no sabemos si es o no cierta. En su versión opuesta una conjetura también es una afirmación, para la que tampoco nunca hemos podido demostrar que no sea cierta. De hecho todas las evidencias en las más importantes conjeturas matemáticas, después de millones o billones de intentos o experimentos, nos hacen pensar que éstas son ciertas, pero que aún no hemos encontrado la manera de demostrarlo inequívocamente.
Todas las conjeturas que tenemos hoy día, al menos en el campo que denominamos “Teoría de Números” indican que los números siguen en su composición algún tipo de patrón organizado, que…, de alguna manera, parecen comunicarse entre ellos. La más famosa de todas, la Conjetura de Riemann establece, por ejemplo, que los números primos siguen un criterio de densidad en su comportamiento. Si esto fuera cierto denotaría que los números tendrían de forma subyacente un criterio inteligente que dictaminaría su distribución. Si todas ellas fueran correctas implicaría que los números, de forma independiente, tienen un criterio subyacente que es totalmente independiente de la manera en que nos refiramos a él. En otras palabras, dicho patrón sería incluso independiente de las matemáticas, una especie de código fuente que es intemporal o, en otras palabras, que siempre ha sido y será.
Aunque suene antiguo decirlo, si todas esas conjeturas fueran ciertas, querría decir como pensaron los antiguos que los números son el Universo, pues siempre y en todo momento siguen un patrón organizado de comportamiento que es independiente incluso del espacio y del tiempo. Un patrón intemporal que siempre ha sido y será, y que siempre se cumplirá incluso en los extremos de nuestro Universo.
Por lo tanto si los números son intemporales e independientes de las matemáticas, podemos incluso prescindir de ellas y admirar la belleza conceptual (y visual) de la más pura identidad. Esta es la idea subyacente en este razonamiento.
La ecuación de Euler se considera (con permiso de Pitágoras) como la ecuación más bella de las matemáticas, sin ninguna duda. Keith Devlin se refirió a ella en los siguientes términos: “ Como un soneto de Shakespeare que capta la esencia del amor o un cuadro que saca a relucir la belleza de la forma, que es mucho más profundo que solo la piel, la ecuación de Euler llega a lo más profundo de la existencia”.
La ecuación de Euler “vive” en muchos mundos, es “algo” que trasciende al lenguaje matemático. Vamos a tratar de entender la ecuación de Euler desde su perspectiva más trascendente, desde una perspectiva más humana, para llegar a comprobar finalmente que la ecuación de Euler es capaz de conectar incluso nuestras conciencias, dando sentido a la existencia de un patrón espacio-temporal que nos dirá claramente que nunca podremos determinar lo que es o no real. Y es que este patrón es incluso capaz de determinar nuestra forma de pensar. Realmente se trata de una especie de “código fuente” universal.
Lo primero que hay que decir al respecto es que la ecuación de Euler no es una ecuación normal. En contra de las creencias no se trata de una fórmula ni de un teorema matemático. Todas estas ideas hacen referencia a la existencia de un criterio humano y racional, es decir algo que es consecuencia de nuestra forma de pensar. La ecuación de Euler va más allá, porque es independiente de todos nuestros criterios. Dicha ecuación es una identidad numérica que podemos calificar de universal e intemporal. Tan sólo necesitamos números (aunque sean irracionales) para describirla, no utiliza ninguna variable, ninguna x arbitraría, tan sólo utiliza números universales.
En cualquier unidad siempre podremos inscribir, por ejemplo, la divina proporción, pues este valor es totalmente independiente de cualquier unidad de medida, el gran hándicap de la física. Toda distancia unitaria puede ser siempre dividida entre la media y la extrema razón. La divina proporción hace referencia a un tipo de equilibrio matemático, pero que también podemos observar en el mundo real, en la propia naturaleza. A esta relación hicieron referencia los antiguos egipcios con el símbolo de la balanza, o… inscribiendo sus medidas en las pirámides de Egipto. Bajo este punto de vista unificado también podemos comparar a esta ecuación, incluso, con nuestra propia evolución. Es decir… ¿Conoció otra civilización anterior este patrón? Esta es la idea subyacente, establecer que la identidad de Euler se puede entender de muchas formas diferentes, porque es independiente incluso del lenguaje.
Las matemáticas reflejan conceptos, ideas mentales, ideas abstractas que tienen lugar en un espacio mental e imaginario. En este contexto el simbolismo es necesario, para mecanizar de forma más eficiente el lenguaje que empleamos. La geometría también puede ser vista como un lenguaje conceptual e imaginario. La geometría es la parte más sensitiva, la más directa de todas las ramas matemáticas y, como tal, constituye un efectivo lenguaje visual.
Los símbolos matemáticos, como sabemos, son creaciones humanas, sin embargo en algunos casos incluso su simbolismo es independiente de las matemáticas, constituyen un lenguaje por sí mismo. Se trata del lenguaje áureo, un lenguaje propio que tienen estos valores sagrados e irracionales que aparecen en la identidad de Euler.
Keith Devlin nos decía que la ecuación de Euler es como un soneto de Shakespeare. Y debe de ser correcto, sobre todo si hacemos referencia al más famoso de todos ellos: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. A lo que añadiríamos que, en efecto, esto es correcto, sólo que incompleto, porque ser o no ser también puede ser la solución. De esta forma podríamos compatibilizar la causa con el efecto o, en otros términos, comprobar cómo el “Todo” siempre está contenido en la parte. En términos totalmente opuestos, sería algo así como admitir que los últimos serán los primeros.
Ser o no ser expresa la existencia de dos formas diferentes de entender la realidad, en esencia expresa la dualidad, la necesaria presencia de dos conceptos opuestos entre ellos. Es como si nos dijera que la existencia del mundo físico y real que podemos observar necesitara de la existencia de un mundo opuesto, un mundo material que podemos simbolizar matemáticamente y, por lo tanto, que es meramente conceptual. En otras palabras, que las ideas matemáticas pueblan el mundo del alma, como decía Platón.
La ecuación de Euler puede ser vista desde diferentes simbolismos, por lo que también es independiente incluso del simbolismo propiamente matemático. Así pues, libera tu mente, observa la Identidad de Euler de forma diferente. No la veas de forma lineal, como si de un simple teorema se tratará, vamos a ver cómo la ecuación de Euler es una ecuación multi-dimensional, la llave que abre la puerta a dimensiones diferentes, el patrón que impone un orden al ritmo de lo infinito y lo irracional. Una eterna verdad que nos dice claramente que todo está conectado como si fuera una unidad, nos dice cómo se conecta el mundo irracional y arbitrario con nuestra idea de un mundo determinado.
La esencia del problema de conectar dimensiones diferentes la Ecuación de Euler lo resuelve de una forma elegante e impecable y, a su vez, imposible de modificar, pues tan sólo se basa en la probabilidad. La ecuación de Euler nos dice que hay que apelar siempre a la regla universal: la dualidad que los opuestos representan. Piensa, por ejemplo, que un cuadro, como al que hacía referencia Devlin y la realidad sólo son dos concepciones diferentes de una misma existencia, que el cuadro no es más que el reflejo en el mundo inmaterial de las ideas, una especie de holograma, un reflejo de lo que vemos en el mundo “real”.
Los únicos valores en el infinito matemático que cumplen siempre la regla de la dualidad son los valores áureos o sagrados. Son los únicos que tienen la capacidad de moverse entre dos planos diferentes de la realidad: el plano real y el plano irracional o imaginario. Podemos decir nuevamente que sus formas siempre han sido y serán. Pongamos un ejemplo para cada uno de ellos para entenderlo mejor.
La divina proporción es el único valor matemático, cuyo valor (precisamente) coincide con el valor que representa su inversa. Realmente toda una incoherencia. Las matemáticas ocultan esta coincidencia, no le dan relevancia y relegan a una de las soluciones al plano de lo inexistente. Tan sólo la divina proporción, por tanto, es capaz de situarse a medio camino, realmente de forma equilibrada, entre el plano de lo que es real matemáticamente hablando y el plano opuesto, o el plano del (aparentemente) inexistente mundo imaginario. La divina proporción representa con exquisita perfección el concepto subyacente al número i, o número imaginario, la posibilidad de ser capaz de situarse en dos planos diferentes de la realidad.
Con pi pasa exactamente lo mismo. Pi es el único valor en el infinito matemático que puede dar lugar a la esfera tridimensional, una construcción matemática que situamos en una cuarta dimensión imaginaria.
el 2 de abril del 2017 a las 7:08
Cuando leo algún trabajo de Ricard, es raro que no me sienta transportado al pasado. La importancia de la civilización egipcia es de todos bien conocida como fuente de sabiduría. El templo de Uaset, (actualmente Luxor), la primero Universidad del Mundo, llamada septer, fue construido allá por el año 1393 a. C. en su mejor época llegó a tener 80.000 estudiantes: tales de Mileto, Platón, Aristóteles Sócrates, Euclides, Pitágoras, Hipócrates, Arquímedes y Euripides estudiaron allí. Es muy larga la lista de los estudiosos que fueron a Kemet (el nombre que daban los egipcios a su propio país; fueron los griegos los que lo llamaron Egipto.
el 2 de abril del 2017 a las 20:30
Apreciado Emilio.
Como siempre muchísimas gracias por la reseña. Es todo un honor aparecer en el mejor blog de ciencia que conozco en español.
Bueno, en justa contraprestación vamos a viajar hacia el pasado, en concreto para hablar del que probablemente sea el libro más antiguo que se conoce en el mundo, un libro con el curioso nombre de “Libro de los Muertos”. En especial me voy a centrar en la que seguramente sea la ilustración más famosa extraída de él, la Sala del Amentí, Duat, Inframundo, o… como se quiera denominar. Es la sala donde aparece la famosa balanza donde se pesaba el Alma y el Corazón.
De acuerdo con la versión oficial los antiguos egipcios creían en el equilibrio que tenía que presidir nuestros actos en vida, algo parecido a lo que hoy denominamos “Karma” o “Ying-Yang”. Para mí esto es correcto, aunque es una interpretación muy limitada acerca del antiguo conocimiento que aquí se representa.
Bueno, para entenderlo vamos a considerar que la persona que observa la imagen forma parte realmente de la composición.
En la imagen aparecen dos salas separadas, a la izquierda la sala del inframundo donde se situa la balanza y… a la derecha en una sala aparentemente separada de la primera la sala de la divinidad, donde se situa el faraón con sus dos atributos en la mano, enfrente de una especie de libro-flor donde posan 4 pequeñas figuritas.
La sala del inframundo (donde rige la regla de la balanza) podemos considerar que es nuestro mundo, el mundo físico que observamos, mientras que la sala del faraón (la sala divina) se correspondería con esa dimensión imaginaría que hoy día denominamos 4ª dimensión matemática, donde gravedad y relatividad se unifican. Para simplificar podríamos decir que la sala del inframundo es la sala del espacio y la sala divina la sala del tiempo.
En el inframundo utilizan la balanza, como una alegoría para describir un mundo basado en relaciones y que se puede cuantificar. En este sentido el corazón y el alma podrían corresponderse con la masa y la energía, entendiendo ambos como conceptos totalmente opuestos. Un elemento tangible y material opuesto a otro inmaterial. Por otro lado, en la Sala divina se sitúa el faraón, que se consideraba así mismo un cartógrafo del espacio-tiempo, una especie de eternidad encarnada. Éste lleva en sus manos las unidades de medida que utiliza para llevar a cabo esta labor, un triángulo de tres puntas para, como su propio nombre indica, triangular, y una especie de bastón de mando que hacía las veces de compás.
El faraón observa sentado como trabajan en el otro “lado”, midiendo y cuantificando y volviendo a cuantificar. Él es diferente, él tiene visión de aguila y contempla el tiempo como si fuera una variable más. En concreto el conoce que el tiempo es una magnitud circular, algo que va y viene y que no tiene ningún valor en realidad. Por eso espera sentado mientras los demás le hacen el trabajo. El faraón es como un banquero que ha convencido a los demás del valor del dinero, y que sabe que ganará a medida que transcurra el tiempo. El faraón tiene el tiempo a su favor, los otros parece que no.
Si tuviéramos que utilizar un símbolo para describir nuestra sociedad actual, sin ningún genero de dudas sería el mismo, la balanza, como símbolo del comercio y del equilibrio. Incluso en términos físicos éste no cambiaría al referirnos a la conservación de energía. Incluso la contabilidad a nivel mundial sigue el mismo principio, el equilibrio que se da entre un elemento tangible y material (el activo) y otro inmaterial (el pasivo), que serían los títulos de propiedad.
Ahora bien, si el antiguo pueblo egipcio era un pueblo comerciante, cabe preguntarse… ¿Con que o quien comerciaban si nosotros los humanos aún estábamos casi saliendo de las cavernas prácticamente?. La respuesta podría ser ésta: realmente comerciaban con almas, comerciaban con las creencias de la gente en base al atesoramiento de un antiguo conocimiento ancestral. Sólo así puede explicarse que el imperio egipcio se extendiera miles de años como si fuera un negocio familiar.
En el templo de Abu Simbel, que es la imagen de inicio de éste artículo hay curiosamente 4 estatuas en el nicho de la parte posterior. Las cuatro estatuas representan a Ptah, Amón-Ra y Ra-Horajti, y la cuarta de ellas es la representación de una figura humana, la del propio Ramses II divinizado. Ptah era considerado el maestro primigenio constructor. Amón-Ra era la personificación de lo oculto y del poder creador. Es un Dios “invisible” que no puede ser visto con ojos mortales. También era denominado “El Dios único que se convierte en millones” , “aquel que habita en todas las cosas” o la que más me gusta… “Señor de los tronos de las dos tierras”.
Ra, representado con una cabeza de halcón es el Dios del cielo y del Sol, así como el origen de la vida; Y cuenta la leyenda que en un principio no había luz, sólo oscuridad, entonces Num (lo primigenio) hizo brotar un huevo grande y brillante (El Big-Bang) y de su interior surgió Ra.
Es en la teología menfita donde se explicita la creación del mundo a través de la palabra. De tal forma, se presentaba como una trinidad en la que Amón es su nombre, Ra es su cara y Ptah su cuerpo. Ramses II, por lo tanto, es el “observador” independiente. Si los tres dioses junto con Ramses II fueran una ecuación matemática, sin lugar a dudas serían la identidad de Euler.
Un abrazo.
el 3 de abril del 2017 a las 5:47
Parece mentira que, en unas pocas líneas, alguien pueda tener la posibilidad de transportar al pasado (asombroso) al que las lee. Nuestro amigo Ricard tiene esa facultad maravillosa.
Aquí nos deja una de esas Joyas que, al hablarnos del pasado, nos hace sabedor de muchos de los misterios que encierra la civilización de ese pueblo ancestral que, con sus creencias y sus avanzadas ideas en muchos campos, ha sido el asombro del mundo moderno en el que vivimos.
Gracias amigo.
el 3 de abril del 2017 a las 16:33
Yo pienso que el universo no puede ser aprehendido siguiendo un tipo de logica lineal, es decir relacional o determinada, llámalo si quieres matematicas. El universo tiene siempre otra respuesta relacionado con ellas, y esta respuesta es la necesaria presencia del infinito como parte integrante de esta ecuacion. Este infinito es el que da sentido al concepto de probabilidad, que automaticamente abre la puerta a la irracionalidad.
El universo no es lineal, lo que equivale a decir que no tiene principio ni final, que no existe un punto en el que el caos o lo que denominamos causa y efecto converjan en un punto o, dicho de otra manera, no existe un resultado determinado. En este escenario todo es indeterminado. Como efectivamente la mecanica cuantica nos «cuenta».
El universo es capaz de unificar el infinito con la nada, siempre que la nada no sea mas que el punto o la circunferencia mas pequeña que podamos imaginar, vaya. . . El cuanto de planck.
El universo no es lineal, sino que se expande de forma dimensional. Esta es la idea del diseño de las piramides de egipto, la de ser un reflejo fractal en la tierra de todo el universo, como si nos dijeran que ellas son la geometria del espaciotiempo.
Pero, que falta en esta ecuación? Falta una cosa fundamental, imaginar que el universo no es estatico, sino que esta en movimiento, que el movimiento forma parte de esta ecuscion. Si piensas que el movimiento puede ser descrito en forma de crecimiento exponencial, resulta que tan solo la geometria puede unificar mundos tan distintos, el mundo matematico y el mundo real. La geometria es un lenguaje por si misma, el lenguaje mas primitivo, mas sensitivo o mas visual; Ademas geometricamente o de forma fractal podemos imaginar un mundo conceptual capaz de unificar el infinito con la nada , el universo como una simulación de si mismo en todas sus escalas.
Si esto fuera cierto existiria un diseño universal, una especie de diseño inteligente con la capacidad de replicarse a si mismo, es decir que dicho diseño seria un holograma en si mismo, algo sin principio ni final. Ademas, tampoco habria problema en considerar la conciencia, el sentimiento de existencia, en algun punto cualquiera de este diseño imaginario, como si realmente fuera una especie de intercambiador dimensional, el punto exacto en el que espacio y tiempo se convierten en una sola entidad, entonces es cuando tengo la sensacion de linealidad, la sensacion que el tiempo transcurre de forma lineal. La realidad que experimentamos seria efectivamente el reflejo de cuanto acontece en una dimension superior, como establecen las teorias de cuerdas, que tanto te gustan.
Estimado emilio, si quieres entender el universo simplemente piensa de forma difente. El truco es este.. . No pienses que vas a llegar a entender el universo, piensa que eso esta sucediendo en este justo momento. Crea el evento. y mas pronto o mas tarde ese pensamiento se hara realidad. Porque lo curioso de todo esto es que no podemos alterar su funcionamiento, pero si que tenemos la posibilidad de alterar su velocidad, que solo con nuestros pensamientos podemos alterar el curso de los acontecimientos.
Un gran abrazo, amigo
el 4 de abril del 2017 a las 4:53
Es cierto que, cuando se acaban las palabras para describir el Universo, sólo los números pueden explicarlo. Las matemáticas, ese lenguaje maravilloso que los humanos hemos inventado y que, mediante ecuaciones maravillosas como la de Euler y otras muchas, podemos explicar… ¡Lo inexplicable!
Es cierto, amigo Ricard, que la geometría, tanto la euclidiana como la de Riemann y los espacios curvos, nos muestran de manera muy viva y real lo que el universo es, sólo con ella, podemos plasmar el Universo y sus comportamientos que, no siempre comprendemos.
Dices bien, cuando aludes a los pensamientos que, no importa hasta qué límites pueda llegar, ya que, en algún momento, se harán realidad.
También llevas mucha razón cuando hablas del infinito, pues para nosotros, así resulta ser tan inmenso Espacio que, habiendo nacido con el Tiempo, para nosotros, tanto el uno como el otro, sólo son asimilados mediante unas pequeñas fracciones que forman parte de nuestras vidas. Sin embargo, gozamos de ingredientes que, como la infinita imaginación, sí nos puede llevar a todas las regiones del universo por muy alejadas que éstas estén.
Un abrazo, amigo mío.