Ha habido más de 100 intentos por descifrar la escritura del Indo desde los años 20 del siglo pasado, y lo más discutido son cuántos signos tiene. No tan conocida por el gran público pero tan importante como la antigua Mesopotamia o el antiguo Egipto, la civilización de Valle del Indo es una de las más antiguas y más interesantes de la Antigüedad.
Ocupaba una extensión de unos 1.300.000 kilómetros cuadros a lo largo del río del que toma nombre y sus afluentes en el noroeste de Pakistán e India. Se calcula que tendría unos 1.000 asentamientos urbanos de los que al menos 5 de ellos serían grandes ciudades como Mohenjo-Daro y Harappa, que florecieron en su época de mayor esplendor, es decir, entre el 2600 y 1900 AC.
Estas ciudades de la civilización del Valle del Indo tenían un plano complejo de calles, sistemas de alcantarillado cubiertos y los baños públicos más antiguos del mundo.
Las relaciones comerciales con otras civilizaciones próximas como la mesopotámica han sido puestas de relieve por los arqueólogos. Una tienda de Harappa se encontró en la ciudad de Eshunna, a unas 20 millas de Bagdag, y objetos de lujo de la propia Harappa han sido hallados en excavaciones en ciudades como Ur.
Pero esta civilización del Valle del Indo nos ha dejado una herencia que es todavía una incógnita: su escritura no ha podido ser descifrada como la que aparece en los jeroglíficos cretenses o la escritura Rongorongo de la Isla de Pascua.
La encontramos en tablillas de barro, objetos de metal y piedras lisas utilizadas como sellos. Se trata de una escritura en parte pictográfica que muestra motivos humanos y animales, pero su significado y organización es todo un misterio.
No tenemos a día de hoy información sobre la lengua subyacente de esta escritura. Algunos investigadores hindús creen que la escritura se podría leer como una forma ancestral del sánscrito, pues el Hindi, uno de los idiomas oficiales de la India, se basa en él.
Sin embargo, la escritura del Indo podría estar relacionada con otras familias de idiomas de la India, lo mismo que la familia del dravidiano meridional, que incluye también el tamil.
La escritura no hace referencia a ningún personaje o líder que aparezca en otros textos históricos de otra civilización como ocurre con el faraón Ramsés II, que lo encontramos en textos griegos que hablan de los antiguos egipcios.
Además, a día de hoy, no se cuenta con un epígrafe como la piedra de Rosetta, que fue clave pare descifrar los jeroglíficos egipcios, para la escritura del Indo.
En 1982 el arqueólogo indio Shikaripura Ranganatha Rao publicó un estudio en el que afirma que la escritura está basada en el sánscrito y contiene solo 62 signos. No obstante, en 1994, el investigador finlandés Asko Parpola describió 425 signos; fue secundado por Iravatham Mahadevan, el más destacado investigador de esta escritura.
Andrew Robinson, de Nature, apunta que la mayoría de los investigadores creen que hay demasiados signos en la escritura del Indo para que sea un alfabeto o un silabario, en el que los signos representan sílabas. Por el contrario, lo más probable es que sea una escritura logo silábica, que mezcla cientos de símbolos por palabras y conceptos, y un menor número de signos que representan sílabas.
La evidencia se inclina por que esta escritura está escrita en un idioma proto-dravidiano. Algunos investigadores han sido capaces de descifrar el significado de algunos grupos de signos usando el viejo tamil.
Se espera que la excavación de más enclaves arqueológicos en el valle del río Indo, no llega al 10 por ciento los lugares excavados, revele a la comunidad científica el misterio de esta escritura.
La sequía y la bajada del caudal del río de la India Shamala revela una arqueología secreta y desconocida.