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Somos materia evolucionada hasta el nivel de la consciencia

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El Universo y... ¿nosotros?    ~    Comentarios Comments (1)

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Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, toda forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras. ¡Ah! Nada es pequeño ni grande, las dimensiones son relativas y dependen del contexto en el que las podamos medir.

Si valoramos a la especie humana en el contexto local del pequeño mundo que la acoge, podríamos decir, sin temor a equivocarnos que, de entre todos los seres vivos que pueblan el planeta, la especie es la más adelantada y la que tiene consciencia de Ser. Sin embargo, si cambiamos la apreciación y ponemos a la Humanidad en el ámbito del Universo… ¡Qué importancia podría tener!

                         Sí, en nuestro universo, si algo cambia, muchas otras cosas serían distintas

Pocas dudas pueden caber a estas alturas del hecho de que poder estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo. Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de alta complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.

La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.

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Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.

Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata de tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.

El carácter especial de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de vista, puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.

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Un ejemplo de sinapsis neuronal excitatoria sería el reflejo de retirada cuando nos quemamos. Una neurona sensorial detectaría el objeto caliente, es decir, somos conscientes de que algo nos hace daño y de manera automática retiramos (en su caso) la mano del objeto caliente. También somos conscientes del entorno y lo que ocurre a nuestro alrededor y, además, podemos intuir lo que podría ser o pasar como consecuencia de hechos anteriores…. etc.

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La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.)

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En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, saber qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que nos hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales. En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía.

Ninguna descripción, por prolija que sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva. Muchos filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto. Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color. Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará nunca para que una persona daltónica consiga experimentar un color.

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En un experimento mental filosófico, Mary, una neurocientífica del futuro daltónica, lo sabe todo acerca del sistema visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la discriminación del color. Sin embargo, cuando por fin logra recuperar la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado con la sensación de percibir el color. John Locke vio claramente este problema hace mucho tiempo.

Pensemos por un momento que tenemos un amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árboles y los arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las abejas, el aroma y el rumor del río, cuyas aguas cantarinas no cesan de correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de pronto pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción empleáramos.

La mente humana es tan compleja que, no todos ante la misma cosa, vemos lo mismo. Nos enseñan figuras y dibujos y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos sugiere. De entre diez personas solo coinciden tres, los otro siete divergen en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.

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Esto nos viene a demostrar la individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir. Sin embargo, la misma prueba, realizada en grupos de conocimientos científicos similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc., hace que el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma respuesta al problema planteado. Esto nos sugiere que, la mente está en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para desarrollarse.

¿Debemos concluir entonces que una explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre fuera de nuestro alcance?

¿O es de alguna manera posible, romper esa barrera, tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la conciencia?

La respuesta a estas y otras preguntas, en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en este campo del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física cuántica, existe un principio de incertidumbre que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras razones está el serio inconveniente que suponemos nosotros mismos, ya que, con nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia destrucción.

Una cosa si está clara: ninguna explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno real de lo que la propia mente pueda sentir. ¿Cómo se podría comparar la descripción de un gran amor con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando?

Hay cosas que no pueden ser sustituidas, por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y marketing se empeñen, lo auténtico siempre será único. Si acaso, el que más se aproximar, a esa verdad,  es el poeta.

emilio silvera

¿Cómo sería vivir allí? ¡Un Mundo con tres soles!

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Según las observaciones astronómicas, HD 131399Ab goza de triples atardeceres y triples auroras. Crédito: ESO/L. CALCADA/PA

Se encuentra a 340 años luz de la Tierra, en la constelación Centauro y tienetres soles en su firmamento: el primer planeta descubierto con esa interesante configuración dinámica.

HD 131399Abtiene unos 16 millones de años de antigüedad y por eso es uno de los exoplanetas más jóvenes descubiertos hasta la fecha. Su masa es cuatro veces la de Júpiter.

Lo descubrió un equipo de astrónomos de la NASA que trabajan en el proyecto NExSS, una red interdisciplinaria dedicada a la búsqueda de vida en planetas por fuera de nuestro sistema solar.

140 años de días sin noches

El planeta tiene una órbita equivalente a 550 años.

Durante la mitad de ese tiempo, tres estrellas son visibles en el cielo; una muy brillante y otras dos más tenues que giran una en torno a la otra y cambian de posición relativa a la más grande.

“Durante buena parte del año (órbita) de ese planeta las estrellas aparecen cerca la una de la otra, marcando los familiares lado nocturno y lado diurno con triples atardeceres y triples amaneceres únicos“, dijo en un comunicado de la NASA Kevin Wagner, un estudiante de doctorado en NExSS que descubrió a HD 131399Ab.

A medida que sigue el curso de su órbita, las estrellas se distancian cada día más, hasta que llegan a un punto en que el ocaso de una coincide con el alba de otra.

“En ese punto el planeta se encuentra casi perpetuamente de día durante una cuarta parte de su órbita, o sea aproximadamente 140 años terrestres”, explicó Wagner.

Ilustración de la órbita de HD 131399Ab en torno a su estrella principal
Image copyrightESO/PA

 

El anillo rojo describe la órbita de HD 131399Ab en torno a su estrella principal y, en azul, la posición relativa de las otras dos estrellas.
 

El descubrimiento del exoplaneta es el primero hecho con el instrumento espectro-polarimétrico de alto contraste (SPHERE, por sus siglas en inglés).

Está instalado en el VLT (Telescopio Muy Grande) de Cerro Paranal, en el desierto de Atacama, Chile, y que es operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO).

SPHERE se dedica a buscar planetas alrededor de otras estrellas con un sistema sensible a la luz infrarroja que le permite detectar la presencia de jóvenes planetas por el calor que emiten, al tiempo que bloquea lo que sería la enceguecedora luz de sus estrellas vecinas.

Posible órbita

Aunque todavía se requieren extensos análisis para determinar la trayectoria precisa del planeta alrededor de sus estrellas, los expertos han utilizado sus observaciones para simular un probable escenario.

En el centro del sistema se encuentra una estrella con casi el doble de la masa del Sol que han llamado HD 131399A.

Las otras dos estrellas, B y C, giran alrededor de la principal a una distancia de unas 300 unidades astronómicas (la distancia promedio entre el Sol y la Tierra).

Al mismo tiempo B y C revolotean en torno a ellas mismas como una mancuerna giratoria, separadas por una distancia aproximadamente igual a la que hay entre nuestro Sol y Saturno.

Según este escenario, el planeta HD 131399Ab viaja alrededor de la estrella central A, en una órbita muy amplia, unas dos veces la de Plutón en nuestro Sistema Solar, que lo coloca como a un tercio de la distancia que separa a las estrellas.

Ilustración de un planeta girando en torno a dos solesImage copyrightSPL

 

Los astrónomos señalan que hay varios otros posibles escenarios y todavía deben profundizar sobre exactamente qué es lo que mantiene la órbita del planeta estable.

“Si el planeta estuviera más alejado de la estrella mayor en el sistema, saldría despedido del sistema”, explicó Daniel Apai, profesor de Astronomía y Ciencias Planetarias de la Universidad de Arizona, y el principal investigador de NExSS.

Continuos estudios del descubrimiento ayudarán a entender cómo formaciones planetarias funcionan en estos casos extremos de múltiples estrellas.

Aunque esos mundos parecen exóticos y han sido imaginados en películas de ciencia ficción como el planeta Tatooine de Luke Skywalker, con su doble ocaso en “Guerra de las Galaxias”, los astrónomos aseguran que son tan comunes como los sistemas de un solo sol.

“No está claro cómo este planeta terminó en su amplia órbita en este sistema extremo”, comentó Kevin Wagner.

“Lo que sí sabemos es que los planetas en sistemas de múltiples estrellas se exploran mucho menos aunque potencialmente son tan numerosos como planetas en sistemas de una sola estrella”.

Image captionLos sistemas de planetas girando en torno a múltiples estrellas ya no son cosa de ciencia ficción.
 

 

A veces es difícil determinar dónde está la realidad

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Noticia comentada    ~    Comentarios Comments (0)

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 Ciencia

¿Una burbuja de curvatura espaciotemporal en el Pacífico Sur?

 

Un matemático ofrece una explicación para la historia alucinante de un naufragio en 1925

¿Una burbuja de curvatura espaciotemporal en el Pacífico Sur?

 

 

 

 

Esta es una historia extraña donde las haya. Llegué a conocerla casi por casualidad, rebuscando entre artículos científicos del físico Benjamin Tippett, un experto en Relatividad General que acaba de publicar un modelo matemático según el cual es posible viajar en el tiempo.

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                                      El físico Benjamin Tippett

De pronto, me topé con un trabajo que me sorprendió. Se publicó en arXiv.org el 29 de Octubre de 2012 y su título parecía cosa de ciencia ficción: “Posibles burbujas de curvatura espaciotemporal en el Pacífico Sur”. Por supuesto, me sumergí de inmediato en el artículo, y me topé de bruces con una historia increíble que no he podido resistirme a compartir aquí. ¿Verdad o mentira? ¿La acertada interpretación de una realidad alucinante o el simple juego matemático de un científico?

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El artículo de Tippett empieza con estas palabras: “En 1928, el difunto Francis Wayland Thurston publicó un manuscrito escandaloso para advertir al mundo de una conspiración global de ocultistas. Entre los documentos que reunió para apoyar su tesis se encontraba el relato personal de un marinero llamado Gustaf Johansen, describiendo un encuentro con una isla extraordinaria. Las descripciones de Johansen de sus aventuras en la isla son fantásticas, y se consideran a menudo el más enigmático (y por lo tanto el punto culminante) de la colección de documentos de Thurston. En este trabajo sostenemos que todos los fenómenos que Johansen describió pueden explicarse como las consecuencias observables de una burbuja de curvatura del espacio-tiempo. Puede afirmarse por lo tanto que muchas de sus declaraciones más incomprensibles (que implican la geometría de la arquitectura y la variabilidad de la localización del horizonte) tienen una causa única subyacente”.

El tal Thurston, explica el investigador, estaba obsesionado por las ciencias ocultas y las teorías de la conspiración, pero nada de eso es relevante para esta historia. Por supuesto, Tippett no comulga con ninguna de esas teorías, y aclara en su artículo que “Quisiéramos dejar claro que de ninguna manera respaldamos o toleramos su perspectiva ocultista”. En realidad, de todo el manuscrito de Thurston lo único que le interesa al físico es el capítulo que recoge el testimonio del desafortunado marino.

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Gustaf Johansen, en efecto, describe con todo detalle el trágico destino de la “Emma”, la goleta de Nueva Zelanda que comandaba, y todo lo que le sucedió en aguas del Pacífico Sur entre el 22 de marzo y el 12 de abril de 1925. Tras sufrir el asalto de un grupo de piratas y avistar una isla que no figuraba en los mapas, el barco naufragó en medio de una gran tormenta. A partir de ahí, el escrito de Johansen narra los increíbles acontecimientos que vivió junto a algunos miembros de su tripulación en la misteriosa isla durante aquellos días. Al final de la aventura, solo el propio Johansen logró sobrevivir. “El naufragio de la Emma y la pérdida de la tripulación -aclara Tippett en su artículo- están bien documentados, y los académicos que investigaron el documento de Johansen han confirmado que fue escrito por su propia mano”.

En su increíble relato, el marino insiste en varias ocasiones sobre las “cualidades geométricas aberrantes” del lugar. “Una gran puerta de granero -escribía Johansen- …no podíamos decidir si estaba en posición vertical o tumbada como una trampa o una puerta de sótano… la geometría del lugar estaba equivocada. no se podía estar seguro que que el mar y el suelo estuvieran horizontales, por lo que la posición de todo lo demás era fantásticamente variable… Todas las reglas de la materia y la perspectiva parecían perturbadas”.

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                      Todo aparecía trastocado, como fuera de lugar

En otro punto de su historia, el marino recuerda cómo uno de sus hombres trató de investigar esa gran puerta: “Entonces Donovan recorrió (la puerta) despacio, alrededor del borde, presionando en cada punto a medida que avanzaba. Subió interminablemente a lo largo de una grotesca moldura de piedra, algo que llamaríamos escalera si no hubiera estado en posición horizontal, y los hombres se preguntaban cómo cualquier puerta en el Universo podía ser tan enorme”.

Tippett no duda en afirmar que “la mayoría de estos detalles son consistentes con la hipótesis de que Johansen penetró en una región de espacio-tiempo anormalmente curvo. Para facilitar nuestro argumento, proponemos (en este trabajo) una geometría simple de espacio-tiempo que posee todas las cualidades necesarias. Y usaremos esa geometría para explicar, punto por punto, la enigmática experiencia de Johansen y justificar sus palabras”.

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Johansen, que por supuesto no conocía la Relatividad de Einstein ni estaba familiarizado con las geometrías no euclidianas, trataba de encontrar una explicación lógica a lo que estaba viendo, pero su mente terminó por sucumbir. Al final de su relato, en efecto, habla de “paseos vertiginosos a través de universos deformados”, o de “giros espectrales a través de los golfos líquidos del infinto”, o de alucinantes “caídas desde el fondo de un pozo hasta la Luna y de la Luna de nuevo al pozo…”

Desde ese momento y hasta su rescate, Johansen recuerda muy poco más. Por los testimonios de sus rescatadores, queda claro que el marino fue encontrado en un estado de agitación extrema y alucinando. Unas condiciones físicas y mentales tan lamentables que parecía increíble que el náufrago hubiera logrado sobrevivir tanto tiempo. Para Tippett, resulta imposible que alguien en ese estado sobreviva durante dos largas semanas. “¿Podría un individuo enfermo -se pregunta el investigador-, paralizado por el delirio, recordar siquiera que tiene que comer, beber, dormir y llevar a cabo el mantenimiento diario que nuestros cuerpos necesitan para sobrevivir? Somos incrédulos ante esa posibilidad”.

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Tippett opina, sin embargo, que Johansen pudo experimentar un efecto de dilación temporal, algo que resultaría consistente con la hipótesis de la burbuja espaciotemporal. Dentro de la burbuja, en efecto, el tiempo transcurriría más lentamente. “Por lo tanto -explica el científico- resulta razonable que mientras en el mundo exterior pasaban dos semanas, Johansen y su tripulación solo experimentaran unas pocas horas o días”.

Dentro de la burbuja

“¿Cuál es la probabilidad -se pregunta Tippett- de que la imaginación de un profano en la década de 1920 sea capaz de describir accidentalmente no sólo los efectos de una lente gravitatoria, sino también la relación anómala consecuente entre líneas, ángulos y áreas en un espacio curvo? ¿Cómo podría explicar los detalles de un misterio cuya única solución puede ser la dilatación del tiempo debido al espaciotiempo curvo? ¿Cómo es de probable que un hombre sin conocimiento de la relatividad general moderna sea capaz de fabricar a ciegas un relato con tantos detalles coherentes?”

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            El Espacio-Tiempo tienen secretos que aún nos quedan por descubrir

Lo cierto es que la geometría espaciotemporal propuesta por el físico en su artículo es capaz, punto por punto, de corroborar las “visiones” de Johansen. “La mayoría de estos detalles -afirma Tippett en su artículo- son consistentes con la hipótesis de que Johansen encontró, efectivamente, una región de espacio-tiempo anormalmente curvo”.

En su estudio, Tippett elabora un modelo de burbuja de curvatura capaz de demostrar que cualquier observador que hubiera estado en la piel de Johansen “habría parecido un lunático al pedirle que describiera lo que estaba viendo. Al comparar las observaciones de Johansen con nuestro modelo de espacio-tiempo curvo, nos dimos cuenta de que eran consistentes”.

Ya solo quedaba comprobar si la burbuja espaciotemporal de Johansen podría haberse generado espontáneamente a partir de la materia que conocemos. Y la respuesta es que no. “Como demuestra nuestro modelo -escribe el investigador- para que exista tal geometría es necesario un tipo exótico de materia que es completamente desconocida para la Ciencia humana. De hecho, implica el mismo tipo de energía que teóricamente se requiere para construir un motor de curvatura o un dispositivo de encubrimiento espaciotemporal”.

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Entonces, ¿Cómo pudo llegar una burbuja de curvatura espaciotemporal hasta el Pacífico Sur? En palabras de Tippett, muchas geometrías del espacio-tiempo “requieren de tipos similares de materia exótica. La lista incluye agujeros de gusano atravesables (y por lo tanto máquinas del tiempo), motores de curvatura y dispositivos de ocultamiento del espacio-tiempo. En sentido muy amplio, solo una raza capaz de cruzar grandes distancias cósmicas podría haber construido la burbuja de Johansen. Además, quien sea que construyera tal estructura, necesitaría dominar una enorme fuente de energía, y tener la capacidad para construir edificios en una escala ciclópea”.

Por último, el modelo de Tippett requiere que el tiempo transcurra exponencialmente más deprisa fuera de la burbuja que en su interior. “Tal burbuja de geometría no euclidiana -afirma el científico- podría utilizarse para resistir en su interior el paso de vastos eones de tiempo, mientras que el Universo fuera de ella seguiría creciendo y haciéndose fragil con la edad”.

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