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¡El Universo! ¿Sabía que íbamos a venir?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo asombroso ~ Comments (5)
¡Los cuantos!
Como la Cosmología se trata de una Ciencia que estudia la naturaleza Física del Universo y de los objetos contenidos en él, fundamentalmente estrellas, galaxias y la composición del espacio entre ellas, así como las consecuencias de las interacciones y transformaciones que en el Cosmos se producen, aquí dejamos una breve secuencia de hechos que, suceden sin cesar en el ámbito del Universo y, gracias a los cuales, existe la Tierra…y, nosotros.
La evolución cósmica de los elementos nos lleva a la formación de los núcleos atómicos simples en el big bang y a una posterios fusión de estos núcleos ligeros para formar otros más pesados y complejos en en el interior de las estrellas, para finalizar el ciclo en las explosiones supernovas donde se plasman aquellos elementos finales de la Tabla Periódica, los más complejos y pesados.
Hay procesos en el Universo que, si pudiera ser posible contemplarlos en directo, serían dignos del mayor asombro. Por ejemplo, a mí me maravilló comprender como se podía formar Carbono en las estrella y, de cómo éstas se valían del llamado “Efecto Triple Alfa” para conseguirlo.
La fusión en el centro de las estrella se logra cuando la densidad y temperatura son suficientemente altas. Existen varios ciclos de fusión que ocurren en diferentes fases de la vida de una estrella. Estos diferentes ciclos forman los diferentes elementos que conocemos. El primer ciclo de fusión es la fusión del Hidrógeno hacia Helio. Esta es la fase en la que se encuentra nuestro Sol.
En las estrellas con temperaturas muy altas ocurren otros ciclos de fusiones (ciclos CNO ). A temperaturas aún más altas , el helio que se quema produce Carbono. Finalmente, a temperaturas extremadamente altas se forman los elementos más pesados como el Hierro.
Cadena Protón-Protón
Las reacciones internas que ocurren en las estrellas forman a los neutrinos que llegan a la Tierra. Al detectar estos neutrinos, los científicos pueden aprender sobre las fusiones internas en las estrellas. En el proceso de fusión nuclear denominado reacción Protón-Protón las partículas intervinientes son el protón (carga positiva), el neutrón (carga neutra), el positrón (carga positiva, antipartícula del electrón) y el neutrino.
En las explosiones supernovas que viene a ser el aspecto más brillante de estos sucesos de transformación de la materia, literalmente, es que la explosión de la estrella genera suficiente energía sintetizar una enorme variedad de átomos más pesados que el hierro que es el límite donde se paran en la producción de elementos estrellas medianas como nuestro Sol.
Pero, en las estrellas masivas y supermasivas gigantes, con decenas de masas solares, cuando el núcleo de hierro se contrae emite un solo sonido estruendoso, y este retumbar final del gong envía una onda sonara arriba a través del gas que entran, el resultado es el choque más violento del Universo.
La imagen es un zoom del centro de la galaxia M82, una de las más cercanas galaxias con estrellas explosivas a una distancia de sólo 12 millones de luz. La imagen de la izquierda, tomada con el Telescopio Espacial Hubble (HST), muestra el cuerpo de la galaxia en azul y el gas hidrógeno expulsado por las estrellas explosivas del centro en rojo.
Más arriba decíamos que aquí está el choque más violento del Universo. En un momento se forjan en la ardiente región de colisión toneladas de oro, plata, mercurio, hierro y plomo, yodo, estaño y cobre. La detonación arroja las capas exteriores de la estrella al espacio interestelar, y , con su valioso cargamento, se expande, deambula durante largo tiempo y se mezcla con las nubes interestelares circundantes.
El más conocido remanente estelar, la Nebulosa del Cangrejo cuyos filamentos nos hablan de complejos materiales que la explosión primaria formó hace ya mucho tiempo, y, que actualmente, sirve de estudio saber sobre los procesos estelares en este tipo de sucesos. No todos saben que en su interior alberga un pulsar que abajo podemos ver.
El pulsar de la nebulosa del cangrejo, en rojo del hubble
dejámos una relación de materriales que pueden ser formados en las explosiones supernovas y, cuando se condensan estrellas nuevas a partir de esas nubes, sus planetas heredan los elementos forjados en estrellas anteriores y durante la explosión. La Tierra fue uno de esos planetas y éstos son los antepasados de los escudos de bronce y las espadas de acero con los que los hombres han luchado, y el oro y la plata por los que lucharon, y los clavos de hierro que los hombres del Capitan Cook negociaban por el afecto de las tahitianas.
En esta región, las estrellas parecen Joyas
La muerte de una estrella supergigante, regenera el espacio interestelar de materiales complejos que, más tarde, forjan estrellas nuevas y mundos ricos en toda clase de elementos que, si tienen suerte de caer en la zona habitable, proporcionará a los seres que allí puedan surgir, los materiales y elementos necesarios para el desarrollo de sus ideas mediante la construcción de máquinas y tecnologías que, de otra manera, no sería posible. Incluso, sin estos materiales, ni esos seres podrían surgir a la vida.
¿No os parece una maravilla? Comenzando con el Hidrógeno, Helio Berilio y Litio en el Big Bang, se continuó con el Carbono, Nitrógeno y Oxígeno en las estrellas de la secuencia principal, y, más arriba explicaba, se continúa en las estrellas moribundas con el Sodio, Magnesio, Aluminio, Silicio, Azufre, Cloro, Argón, Potasio, Titanio, Hierro, Cobalto, Níquel, Cobre, Cinc…Uranio. ¡Que maravilla!
El Hubble ha captado en los cielos profundos las más extrañas y variadas imágenes de objetos que en el Cosmos puedan estar presentes, sin embargo, pocas tan bellas como las de nuestro planete Tierra que, es tan rico y especial, gracias a esos procesos que antes hemos contado que ocurren en las estrellas, en las explosiones de supernovas y mediante la creación de esos materiales complejos los que se encuentran la química biológica para la vida.
Si a partir de las Nebulosas que se forman cuando las estrellas masivas llegan al final de sus vidas, pueden surgir planetas la Tierra, y, si la Tierra contiene la riqueza de todos esos materiales forjados en las estrellas y en el corazón de esas inmensas explosiones, y, si el Universo está plagado de galaxias en las que, de manera periódica suceden esas explosiones, nos podríamos preguntar: ¿Cuantas “Tierras” podrán existir incluso en nuestra propia Galaxia? Y, ¿Cuántos seres pueden haberse formado a partir de esos materiales complejos forjados en las estrellas?
¡Qué gran secreto tiene el Universo! ¿Cómo se las arregla para crear, las precisas condiciones que dan lugar al surgir de la Vida?
emilio silvera
el 15 de febrero del 2017 a las 7:44
Está claro que no, el Universo no podía saber que nosotros, íbamos a venir. El Universo surgió (si el Modelo del Big Bang es cierto), de esa fluctuación de vacío que echó fuera una inmensa densidad que aquella “supuesta” singularidad contenía. De todo aquello, más de doscientos millones de años más tarde, surgieron las primeras estrellas y más tarde, las galaxias que, en cúmulos y supercúmulos se expancieron por todo el universo que no dejaba de crecer, de expandirse hasta hacerlo, para nosotros, casi infinito.
¿Cómo podría el Universo saber que “nosotros” llegaríamos aquí, a una parte infinitesimal de su cuerpo físico, y, sobre todo, que unos seres creados por la evolución de la “materia inerte” en un contexto especial de variadas circunstancias necesarias para el surgir de la Vida, se puediera dar en una variedad de mundos de los que sólo hemos podido tener noticia del nuestro, de la Tierra que es el que habitamos. Y, eso es comprensible si tenemos en cuenta las inmensas distancias que nos separan de otros mundos alumbrados por estrellas situadas a muchos años luz de distancia, y, si un segundo luz se traduce en una velocidad de 299.792,458 metros cada segundo, ¿qué esperanza podemos tener hoy, de alcanzar las estrellas si, nuestros ingenios más avanzados, sólo pueden alcanzar la velocidad de 60.000 Km/h.?
Estamos confinado en un pequeño planeta perteneciente a un pequeño sistema planetario y alumbrados por una estrella mediana, amarilla de la clase G2V, no parece que tenga nada especial y, como ella, pululan en nuestra misma Galaxia cientos de miles… ¡No somos nada especiales! Sin embargo, el mismo hecho de que podamos generar pensamientos, rememorar el pasado e imaginar sobre el futuro… ¡Nos hace grandes! Quizás seámos más importantes de lo que nosotros mismos podamos creer. ¿Tendremos algún destino predestinado en este Universo?
No creo, no soy partidario de creer que nuestra especie es distinta de otras muchas que pueden ser y que, situadas en otros muchos mundos lejanos del nuestro, puedan tener los mismos pensamientos que los nuestros y, también ellos se pregunten:
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Hace tiempo ya que pude descubrir que sólo somos importantes a nivel local, de un pequeño entorno que nunca llegará a trascender más allá de la familia y unos pocos amigos… ¿Importantes? Sí, para ellos.
El Universo seguirá su camino cuando todos nosotros ya no estémos aquí, cuando otras generaciones elucubren y emitan sus pensamientos como hago ahora mismo yo, el Universo, ajeno a tales pensamientos… ¡Seguirá su destino! Destino que nada ni nadie podrá torcer, y, cuando llegue el final (si realmente tiene que haber un final), seguro que, a partir de él (de ese final), comenzará un nuevo ciclo. Claro que, en esa bueva etapa, no estaré yo presente.
el 16 de febrero del 2017 a las 22:46
el 17 de febrero del 2017 a las 5:51
Amigo Kike, el sabio dijo:
Con aquellas sencillas palabras, elevó a todas las “cosas” a la categoría de Ser.
Tenemos que pensar que todo lo que existe en nuestro Universo tiene su razón de ser, y, no siempre lo podemos comprender. ya que, como muy bien apuntas, la vida que conocemos es a la que tenemos acceso, y, no podemos negar que existan “otras” clases de vida en una gama de diversidad, colorido, formas y sustancias que, ni podemos imaginar. Dices bien cuando te refieres a nosotros, los humanos, como una colonia de seres inteligentes que, dicho sea de paso, está perdida en el inmenso universo en un pequeño planeta que reune las precisas condiciones para su habitat.
Claro que, de lo que pueda existir por ahí fuera… ¿Qué sabemos nosotros? Aquí confinados en el pequeño planeta que llamamos Tierra en lugar de Agua que es la que predomina en él, y, además, sin la que no podríamos estar aquí. Ya lo dijo Tales de Mileto: “El agua es el elemento esencial para la vida”.
Lo único que tenemos claro es que, partiendo de la materia “inerte”, hemos llegado hasta los pensamientos y, yendo un poco más allá, también hasta los sentimientos, lo cual, no deja de ser asombroso. Pocos han sido conscientes de que, esa materia evolucionada hasta el nivel de la Vida, sigue tratando de comprender el por qué de su presencia, no se concibe que un “trabajo” tan magnifico como lo es que estemos aquí, no tenga significado alguno… ¿Habrá alguna intención oculta que no sabemos ver?
¡Es tanta la ignorancia que llevamos sobre nuestros frágiles hombros que, habrá que esperar mucho tiempo aún para comprender!
Un abrazo amigo.
el 17 de febrero del 2017 a las 7:46
¡Cuántos mundos habitables! Simplemente cierro los ojos, me aislo del mundo, y, mi imaginación me lleva hacia esos otros mundos que llenos de vida, quieren hacer la competencia al nuestro, la Tierra. En ellos, también como en el nuestro, existen criaturas de todo tipo, y, situadas en todos los ámbitos: vuelan y nadan o corretean por la superficie de aquellos planetas en los que, en algunos, me encontré con idílicos paisajes de ensuelo que me llevaron hasta el más maravilloso de los asombros, no podéis ni imaginar cuanta simbiosis está presente entre los habitantes del planeta, parece como si, una mente colectiva los uniera, todos comprenden a todos e interaccionan entre sí, no importa a qué especie puedan pertenecer, plantas, seres de carne y hueso, y, asombraos, hasta las minúsculas bacterias parecen trabajar en la misma dirección… ¡Cuidar del planeta para bien común!
De muchos de esos planetas, de sus habitantes variopintos, deberíamos aprender… ¡tántas cosas!
Es verdaderamente frustrante el que, físicamente, no podamos entablar esa relación con seres de los que tanto podríamos aprender y, ¿enseñarles? Bueno, algunas cosillas buenas sí que tenemos y con ellas podríamos negociar una mutua relación de benficio general para las especies terrestres y de esos otros mundos.
He soñado que, situado a no mucho espacio de un Agujero negro, sorprendido pude contemplar como giraba el Horizonte de sucesos mientras que la materia circundante atraída por la inmensa fuerza de Gravedad cogía el camino sin regreso de la Singularidad que la engullía vorazmente, y, la materia, al entrar, como si pudiera protestar, emitía todo tipo de radiaciones hacia el exterior, sobre todo gamma.
También, en una ocasión, pude contemplar a una enana blanca que, atrayendo hacia sí a una estrella cercana, asumía la masa de la estrella para incrementar la suya, y, entonces, ante mis propios ojos, la enana blanca se convertía en una estrella de Neutrones.
Otro de los casos que no se van de mi Mente, lo rememoro con frecuencia, fue aquel en el cual, estando inmerso en el centro de una gran Nebulosa Molecular Gigante, pude ser testigo de cómo se forman las estrellas masivas. Una ingente cantidad de Gas y Polvo se había juntado y comprimido hasta el punto de que, la protoestrella, entró en la Secuencia Principal y comenzó a brillar fusionando Hidrógeno en Helio, y, de esa manera, estaría durante miles de millones de años.
Muchos más han sido los sucesos de los que, en mis imaginarios viajes fuí testigo. No olvidaré nunca aquel Púlsar que giraba varias veces cada segundo y esparcía la luz de su “faro cósmico” por la lejanía del Espacio Interestelar, era todo un espectáculo contemplar tal maravilla.
Mundos igneos que estarían enfriándose durante milenios para al fín, poder acoger a criaturas que, a partir de la “materia inerte” surgirían en ellos. La Evolución está presente por todo el Universo y, la materia, se empeña una y otra vez en llegar hasta la Vida, ya que, los pensamientos, son el ingrediente mayor del Universo.
Saludos amigos.
el 11 de febrero del 2024 a las 9:24
Otra perspectiva: El Tiempo no se mueve, es algo que está ahí, y se mueven las cosas y nosotros.
“Hoy día, cuando la ciencia ha adelantado que es una barbaridad, sabemos a qué velocidad viajan casi todas las cosas, desde el coche más veloz del mundo, al tren que casi vuela, el sonido? e incluso la luz, o la tierra alrededor se sí misma o del sol. Pero, el tiempo, ¿a qué velocidad viaja el tiempo?
Parece ser que la luz, que va a mucha velocidad, tanta que se nos escapa a nuestra imaginación, mantiene esa velocidad a través de los tiempos, es decir que siempre viaja y ha viajado a la misma velocidad, lo mismo le pasa a la Tierra y al resto de los astros, satélites, cometas y artíficos varios que navegan por el Universo. Al menos eso creo, ya vendrá algún erudito que diga que todo eso es relativo y argumentará con no sé cuántos teoremas, fórmulas o principios científicos, que de eso nada, que aquí, cada cual circula a la velocidad que le parece, teniendo en cuenta sus circunstancias y atendiendo a los parámetros a los que nos acojamos. Dejando aparcadas esas y otras muchas cuestiones que a mí se me escapan, el tiempo, que es de lo que intento hablar, me parece, que no viaja siempre a la misma velocidad, si es que viaja, porque, esa es otra, a lo mejor el tiempo ni siquiera viaja. Tal vez lo que pase es que sean las cosas, todas las cosas, las que se mueven, pero no así el tiempo y estamos anclados en el primer instante desde el nacimiento del Universo.
El caso, es que, eso que llamamos tiempo, exista o no, va cambiando su velocidad según las circunstancias. Antes, hace muchos años, me daba la sensación de que aquello no se movía nada. Cuando, siendo niño, me decían ya verás dentro de un año? ¡dentro de un año! Aquello era como si me dieran cita para la eternidad, ¡un año! Nunca llegaba, cuanto más lo pensaba, más largo se hacía. El tiempo era como de goma, se estiraba, se estiraba?, yo caminaba y caminaba hacia ese prometido mañana, pero el mañana ni siquiera se veía en el horizonte. A veces pensaba que me estaban tomando el pelo, que aquello nunca se movería, que los niños seríamos niños siempre y que los adultos siempre serían adultos, pues ni yo me veía crecer, ni a ellos envejecer.
Un día, sin saber cuándo ni de qué manera, me miré al espejo y descubrí que el rostro que el espejo reflejaba no era el de un niño, sino un adolescente, incluso me pareció ver como debajo de la nariz, intentaba asomar algo de pelusa, que le daba al rostro un aspecto nunca visto. Al día siguiente me di cuenta de que la máquina del tiempo se había puesto en marcha?. No es que los años corrieran demasiado, pero sí se notaba su movimiento, las semanas se pasaban con cierta celeridad, los meses no eran tan largos y los años acababan por llegar. Además las personas envejecían y yo me hacía mayor.
Pasaron así varios años, y otro día y sin saber, tampoco, de qué manera, empecé a sentir que el tiempo había conquistado una cima y que ahora, lo que me queda, sea mucho o poco, será todo ello cuesta abajo. Que la velocidad aumenta y aumenta a medida que la pendiente se va haciendo más larga y más pronunciada. Es como si aquella goma tan elástica en la que se había convertido el tiempo de mi infancia, se hubiera soltado de uno de los extremos y sacudiera mi rostro con brutal violencia. Por más que pretendo, evitar aquella goma o apretar mis talones contra la tierra para frenar la caída por la pendiente del tiempo, todo es imposible. No sólo no condigo hacer que viaje más lento, sino que me da la sensación de que todos los esfuerzos aceleran esa caída. Por ello he decidido dejarme llevar, que el tiempo, el movimiento, o quien quiera que sea que controle la longitud de mi vida, circule lo más apacible posible. Yo me he instalado en la vida, no lucho contra ella, sino que me uno a ella, recordando a Maquiavelo, si no puedes con tu enemigo únete a él. Y yo me he unido a la vida. Ahora la disfruto, aprecio y vivo cada instante, me da igual a la velocidad que pase. Es más, cuanto más deprisa pasa, más motivo para aferrarme a ella y exprimirla para agotar el vino de la existencia hasta sus heces (Macbeth)”