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¡Imaginación! ¡Sueños!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo asombroso ~ Comments (8)
El Universo es grande, para nosotros… ¡casi infinito! Está lleno de mundos, unos tendrán presente la vida y otros no pero, el que la tenga, creo que, como en la Tierra, estará basada en el Carbono que es, el elemento más idóneo para hacerla posible y, aunque no podamos negar cualquier otra posibilidad, esa es, amigos míos, la que lleva la mayor ventaja.
Uno de los supuestos implícitos en pro de la inevitabilidad de un Universo grande y frío es que cualquier vida es muy parecida a la nuestra. Los biólogos parecen admitir sin problemas la posibilidad de otras formas de vida, pero no están seguros de que sea probable que se desarrollen espontáneamente, sin un empujón de formas de vida basadas en el Carbono. La mayoría de las estimaciones de la probabilidad de que haya inteligencia extraterrestre en el Universo se centran en formas de vida similares a nosotros que habiten en planetas y necesiten agua, atmósferas gaseosas y todo lo demás. Merece la pena abrir un poco nuestra imaginación para pensar a qué podría parecerse la vida si radicara en el espacio en lugar de radicar en un planeta. Las formas de vida diferentes a la nuestra y con otros metabolismos están también aquí con nosotros y pertenecen a minúsculos seres que, son necesarios en el ecosisitema terrestre para que el conjunto funcione en una simbiosis general y efectiva.
Charles Lyell (1797-1875)
“El libro de Lyell convirtió el viaje de Darwin en un viaje a través del tiempo. Darwin empezó a leerlo casi inmediatamente, en su litera, mientras sufría el primero de los muchos mareos que le atormentarían durante los cinco años siguientes. El Beagle, un bergantín sólido y macizo, de 28 metros de largo por 7,5 de ancho, era en general confortable, pero su casco era redondeado y se balanceaba mucho. Darwin empezó a aplicar lo que él llamaba “la maravillosa superioridad de la manera de Lyell de abordar la geología” tan pronto como la expedición tocó tierra en las islas de Cabo Verde.”
¿Sabremos algún día, como son las cosas?
Los cosmólogos hablan y hablan y no pocas veces utilizan conceptos y parámetros que, sin haber sido comprobados, están ahí inamovibles como si de verdades como montañas se tratara. La Energía y la Materia Oscura son una buena muestra. Las colocan por todas partes y, aunque nadie sabe lo que es (ellos los primeros), es uno de los platos que más suelen degustar cuando hablan de la expansión acelerada del universo.
No siempre hablamos con propiedad
También hay simetría en las ondas gravitatorias
Siguiendo con el tema que nos ocupa, lo cierto es que, es verdad que el mundo es casi simétrico respecto a CP actuando solos y a T actuando solo; es decir, que el mundo es casi el mismo si lo miran en un espejo y sustituyen las partículas por antipartículas que si lo miran directamente. Este “casi” es lo que preocupa a los físicos. ¿Por qué son las cosas casi perfectas, pero les falta algo?
El “Principio Copernicano”, invocado frecuentemente en la Cosmología moderna, insiste en la homogeneidad del Universo, negando cualquier primacía de posición o propiedades asociadas con la existencia humana. Si miramos por ahí, en cualquier sitio podremos leer:
“En cosmología física, el principio de Copérnico, llamado así en honor a Nicolás Copérnico, es un principio que postula que nuestro planeta -la Tierra- no ocupa ninguna posición central favorecida. Recientemente, el principio fue generalizado hacia el concepto relativista que enuncia: «los humanos no somos observadores privilegiados del universo»; en este , es equivalente al principio de mediocridad, con importantes implicaciones en la filosofía de las ciencias.”
Lo cierto es que, miremos hacia donde miremos y por muy lejos que esté el lugar que podamos observar, por lo general y exceptuando regiones locales en las que puedan hallarse objetos singulares, en todas partes existen las mismas cosas, funcionan las mismas leyes, podemos medir las mismas constantes y, Nebulosas, mundos, estrellas y galaxias con inmensos espacios vacíos entre ellas, es la tónica de un Universo en expansión que tratamos de conocer.
El princioio toma su nombre de la propuesta de Copérnico (ya anteriormente formulada por Aristarco) de desplazar a la Tierra de la posición central ocupada en el sistema de Tolomeo, aunque tal centralidad se debiese a la falta de paralaje estelar y no a una sobrevaloración de nuestra existencia en el planeta Tierra.
El paso siguiente lo dio Shapley hace un siglo, al mostrar que tampoco el Sol ocupa el centro de la Via Láctea. Finalmente, el Universo “finito pero ilimitado” de Einstein niega la posibilidad de encontrar un centro en su volumen tridimensional, y afirma la equivalencia de posición de todos los puntos del espacio. No tiene sentido preguntar dónde estamos en el continuo expandirse de un Universo que contiene probablemente más de 100.000 millones de galaxias, y que vuelve a la insignificancia aun la majestuosa estructura de la Vía Láctea, nuestra ciudad cósmica.
Sin embargo, a partir de la década de los años 30, se da una reacción interesante, que afirma, cada vez con argumentos más fuertes y detallados, que el Hombre está en un tiempo y un lugar atípicos y privilegiados en muchos respectos, que obligan a preguntarnos si nuestra existencia está ligada en un modo especial a características muy poco comunes en el Universo. Esta pregunta adquiere un significado especial al considerar las consecuencias previsibles (según las leyes físicas) de cualquier alteración en las condiciones iniciales del Universo. Con un eco de las palabras de Einstein: ¿tuvo Dios alguna alternativa al crear?. No solamente debemos dar razón de que el Universo exista, sino de que exista de tal manera y con tales propiedades que la vida inteligente puede desarrollarse en él. Tal es la razón de que se formule el Principio Antrópico, en que el Hombre (entendido en el sentido filosófico de “animal racional”, independientemente de su hábitat y su morfología corporal) aparece como condición determinante de que el Universo sea como es.
Las primeras sugerencias de una conexión entre vida inteligente y las propiedades del Universo en su momento actual aparecen en las relaciones adimensionales hechas notar por Eddington: la razón de intensidad entre fuerza electromagnética y fuerza gravitatoria entre dos electrones, entre la edad del Universo y el tiempo en que la luz cruza el diámetro clásico de un electrón, entre el radio del Universo observable y el tamaño de una partícula subatómica, nos da cifras del orden de 10 elevado a la potencia 40. El número de partículas nucleares en todo el cosmos se estima como el cuadrado de ese mismo número. ¿Son éstas coincidencias pueriles o esconden un significado profundo?. La hipótesis de los grandes números sugiere que el Hombre solamente puede existir en un lugar y momento determinado, cuando tales coincidencias se dan, aunque no se avanza una explicación de estas relaciones.
Una versión más especulativa, el principio antrópico fuerte, asegura que las leyes de la física deben tener propiedades que permitan evolucionar la vida. La implicación de que el universo fue de alguna manera diseñado para hacer posible de la vida humana hace que el principio antrópico fuerte sea muy controvertido, ya que nos quiere adentrar en dominios divinos que, en realidad, es un ámbito incompatible con la certeza comprobada de los hechos a que se atiene la ciencia, en la que la fe, no parece tener cabida.
Es decir, problema del ajuste fino significa que las las constantes fundamentales de un modelo físico para el universo deben ser ajustados de forma precisa para permitir la existencia de vida. Sobre estas constantes fundamentales no hay nada en la teoría que nos indique que deban tomar esos valores que toman. Podemos fijarlas de acuerdo con las observaciones, pero esto supone fijarlas de entre un rango de valores colosal. Esto da la impresión de cierta arbitrariedad y sugiere que el universo podría ser una realización improbable entre tal rango de valores. He ahí el problema.
El principio antrópico nos invita al juego mental de probar a “cambiar” las constantes de la naturaleza y entraremos en el juego virtual de ¿qué hubiera pasado si…?
Si realmente sucedió como lo cuentan, aquel meteorito fue la posibilidad de salir de un callejón sin salida
Especulamos con lo que podría haber sucedido si algunos sucesos no hubieran ocurrido de tal o cual manera para ocurrir de esta otra. ¿Qué hubiera pasado en el planeta Tierra si no aconteciera en el pasado la caída del meteorito que acabó con los dinosaurios? ¿Habríamos podido estar aquí hoy nosotros? ¿Fue ese cataclismo una bendición para nosotros y nos quitó de encima a unos terribles rivales?
Fantasean con lo que pudo ser…. Es un ejercicio bastante habitual; sólo tenemos que cambiar la realidad de la historia o de los sucesos verdaderos para pretender fabricar un presente distinto. Cambiar el futuro puede resultar más fácil, nadie lo conoce y no pueden rebatirlo con certeza. ¿Quién sabe lo que pasará mañana?
Lo cierto es que estamos confinado en este pequeño mundo
Siempre estamos imaginando el futuro que vendrá. Los hombres tratan de diseñarlo pero, finalmente, será el Universo el que tome la última palabra de lo que deba ser. Por mucho que nosotros nos empeñemos, las estructuras del Universo nunca podrán ser cinceladas por nuestras manos ni por nuestros ingenios, sólo las inmensas fuerzas de la Naturaleza puede transformar las estrellas, las galaxias o los mundos… lo demás, por muy bello que pudiera ser, siempre será lo artificial.
Lo que ocurra en la naturaleza del universo está en el destino de la propia naturaleza del cosmos, de las leyes que la rigen y de las fuerzas que gobiernan sus mecanismo sometidos a principios y energías que, en la mayoría de los casos se pueden escapar a nuestro actual conocimiento.
La realidad nos dice que la Tierra, nuestro planeta, tiene marcado su final como habitat de seres vivos cuando el Sol se convierta en Gigante Roja primero, y, en Enana Blanca después. La vida, tal como la conocemos no podrá estar en el planeta presente.
Lo que le pueda ocurrir a nuestra civilización, además de estar supeditado al destino de nuestro planeta, de nuestro Sol y de nuestro Sistema solar y la Galaxia, también está en manos de los propios individuos que forman esa civilización y que, con sensibilidades distintas y muchas veces dispares, hace impredecibles los acontecimientos que puedan provocar individuos que participan con el poder individual de libre albedrío otorgado en ese plano político a quien no siempre lo merece. Todos sabemos de la imperfección humana y tambieón, de sus ambiciones.
Siempre hemos sabido especular con lo que pudo ser o con lo que podrá ser si…, lo que, la mayoría de las veces, es el signo de cómo queremos ocultar nuestra ignorancia. Bien es cierto que sabemos muchas cosas pero, también es cierto que son más numerosas las que no sabemos.
En unos tres mil años, si estuviéramos aquí, podríamos contemplar una escena similar entre Andrómeda y la Vía Láctea. Todos los estudios realizados al respecto, confirman que el final de ambas galaxias, será unirse de manera irremisible para formar una galaxia mucho mayor y distintas de lo que ahora son. ¿Si para entonces, la vida sigue por aquí, cómo se verá afectada?
Cuando el Sol agote su combustible nuclear, cuando deje de fusionar elementos, cuando salga de la Secuencia Principal y deje de brillar como estrella, se producirá en él transformaciones increíbles y se hará muy grande primero y muy pequeño después.
Cuando el Sol agote todo su combustible nuclear -o cuando Andrómeda se acerque a la Vía Láctea-, estará acercándose el final de la Tierra como planeta que albergó la vida. Los cambios serán irreversibles, los océanos se evaporarán y sus aguas hirvientes comenzarán a llenar la atmósfera de gases. La Gigante roja engullirá a los planetas Mercurio, Venus y probablemente se quedará muy cerca de la Tierra calcinada y sin vida.
Las temperaturas subirán, los océanos se evaporarán
Sabiendo que el destino irremediable de nuestro mundo, el planeta Tierra, es de ser calcinado por una estrella gigante roja en la que se convertirá el Sol cuando agote la fusión de su combustible de hidrógeno, helio, carbono, etc, para que sus capas exteriores de materia exploten y salgan disparadas al espacio interestelar, mientras que, el resto de su masa se contraerá hacia su núcleo bajo su propio peso, a merced de la gravedad, convirtiéndose en una Nebulosa planetaria que en su centro tendrá lo que queda de aquel Sol esplendoroso: ¡una estrella enana blanca! de enorme densidad y de reducido diámetro. Sabiendo eso, el hombre está poniendo los medios para que, antes de que llegue ese momento (dentro de algunos miles de millones de años), poder escapar y dar el salto hacia otros mundos lejanos que, como la Tierra ahora, reúna las condiciones físicas y químicas, la atmósfera y la temperatura adecuadas para acogernos.
Siempre hemos soñado con escapar de la Tierra. ¿Será intuición del futuro que nos espera?
Pero el problema no es tan fácil y se extiende a la totalidad del universo que, aunque mucho más tarde, también está abocado a la muerte térmica, el frío absoluto si se expande para siempre como un universo abierto y eterno, o el más horroroso de los infiernos, si estamos en un universo cerrado y finito en el que, un día, la fuerza de gravedad, detendrá la expansión de las galaxias que comenzarán a moverse de nuevo en sentido contrario, acercándose las unas a las otras de manera tal que el universo comenzará, con el paso del tiempo, a calentarse, hasta que finalmente, se junte toda la materia-energía del universo en una enorme bola de fuego de millones de grados de temperatura, el Big Crunch.
Un universo replegándose sobre sí mismo no parece probable
El irreversible final está entre los dos modelos que, de todas las formas que lo miremos, es negativo para la Humanidad (si es que para entonces aún existe). En tal situación, algunos ya están buscando la manera de escapar.
Stephen Hawking ha llegado a la conclusión de que estamos inmersos en un multiuniverso, esto es, que existen infinidad de universos conectados los unos a los otros. Unos tienen constantes de la naturaleza que permiten vida igual o parecida a la nuestra, otros posibilitan formas de vida muy distintas y otros muchos no permiten ninguna clase de vida.
Este sistema de inflación autorreproductora nos viene a decir que cuando el universo se expande (se infla) a su vez, esa burbuja crea otras burbujas que se inflan y a su vez continúan creando otras nuevas más allá de nuestro horizonte visible. Cada burbuja será un nuevo universo, o mini-universo en los que reinarán escenarios diferentes o diferentes constantes y fuerzas.
“Kashlinsky y su equipo afirman que sus observaciones representan la primera pista de lo que hay más allá del horizonte cósmico. Al averiguarlo, podremos saber cómo se veía el universo inmediatamente después del Big Bang, o si nuestro universo es uno de muchos. Otros no están tan seguros. Una interpretación diferente dice que no tiene nada que ver con universos extraños sino el resultado de un defecto en una de las piedras angulares de la cosmología, la idea de que el universo debe verse igual en todas direcciones. O sea, si las observaciones resisten un escrutinio preciso.”
“Las estructuras más allá del “borde” del Universo observable, el cual están esencialmente confinados a una región con un radio de 14 mil millones de años luz, dado que sólo la luz dentro de esta distancia ha tenido tiempo de llegar hasta nosotros desde el Big Bang.
Algunos modelos han sido explorados y el resultado hallado es que en cada uno de esos mini-universos, puede haber muchas cosas diferentes; pueden terminar con diferentes números de dimensiones espaciales o diferentes constantes y fuerzas de la naturaleza, pudiendo unos albergar la vida y otros no.
El reto que queda para los cosmólogos es calcular las probabilidades de que emerjan diferenta mini-universos a partir de esta complejidad inflacionaria ¿Son comunes o raros los mini-universos como el nuestro? Existen, como para todos los problemas planteados, diversas conjeturas y consideraciones que influyen en la interpretación de cualquier teoría cosmológica futura cuántico-relativista. Hasta que no seamos capaces de exponer una teoría que incluya la relatividad general de Einstein (la gravedad-cosmos) y la mecánica cuántica de Planck (el cuanto-átomo), no será posible contestar a ciertas preguntas.
Encontrar el camino que nos lleve a buen “puerto” no será fácil ni pacífico
Cuando nos introducimos en el “universo” de la teoría de cuerdas, parece como si estuviéramos entrando en otro mundo fuera de este nuestro, allí, se pueden ver cosas asombrasas que no podemos observar en nuestro mundo y nuestra capacidad de apreciación se deja escapar esas once dimensiones en las que, apaciblemente pueden convivir sin estridencias, la mecánica cuántica con la relatividad general.
Aunque no todos la entiendan la teoría de cuerdas tiene un gancho tremendo. Te transporta a un mundo de 11 dimensiones, universos paralelos, y partículas formadas por cuerdecitas casi invisibles vibrando a diferentes frecuencias. Además, te dice que no se trata de analogías sino de la estructura más profunda de la realidad, y que ésta podría ser la teoria final que unificara por fin a toda la física. ¿No estaremos hablando de Filosofía?
¿Estará hecho el Universo de cuerdas vibrantes?
Todas las soluciones que buscamos parecen estar situadas en teorías más avanzadas que, al parecer, sólo son posibles en dimensiones superiores, como es el caso de la teoría de supercuerdas situada en 10, 11 ó 26 dimensiones. Allí, si son compatibles la relatividad y la mecánica cuántica, hay espacio más que suficiente para dar cabida a las partículas elementales, las fuerzas gauge de Yang-Mill, el electromagnetismo de Maxwell y, en definitiva, al espacio-tiempo y la materia, la descripción verdadera del universo y de las fuerzas que en él actúan.
Científicamente, la teoría del hiperespacio lleva los nombres de Teoría de Kaluza-Klein y supergravedad. Pero en su formulación más avanzada se denomina Teoría de Supercuerdas, una teoría que desarrolla su potencial en nueve dimensiones espaciales y una de tiempo: diez dimensiones. Así pues, trabajando en dimensiones más altas, esta teoría del hiperespacio puede ser la culminación que conoce dos milenios de investigación científica: la unificación de todas las fuerzas físicas conocidas. Como el Santo Grial de la , la “teoría de todo” que esquivó a Einstein que la buscó los últimos 30 años de su vida.
Un Universo de “cuerdas” y de “Agujeros de Gusano”
Es cierto, los mejores siempre han buscado el Santo Grial de la Física. Una Teoría que lo pueda explicar todo, la más completa que, mediante una sencilla ecuación, responda a los misterios del Universo. Claro que tal hazaña, no depende siquiera de la inteligencia del explorador que la busca, es más bien un problema de que las herramientas necesarias (matemáticas) para hallarla, aún no han sido inventadas.
Durante el último medio siglo, los científicos se han sentido intrigados por la aparente diferencia entre las fuerzas básicas que mantienen unido al cosmos: la Gravedad, el electromagnetismo y las fuerzas nucleares fuerte y débil. Los intentos por parte de las mejores mentes del siglo XX para proporcionar una imagen unificadora de todas las fuerzas conocidas han fracasado. Sin embargo, la teoría del hiperespacio permite la posibilidad de explicar todas las fuerzas de la naturaleza y también la aparentemente aleatoria colección de partículas subatómicas, de una forma verdaderamente elegante. En esta teoría del hiperespacio, la “materia” puede verse también como las vibraciones que rizan el tejido del espacio y del tiempo. De ello se sigue la fascinante posibilidad de que todo lo que vemos a nuestro alrededor, desde los árboles y las montañas a las propias estrellas, no son sino vibraciones del hiperespacio.
Así imaginaba Hawking el multiverso
Antes mencionábamos los universos burbujas nacidos de la inflación y, normalmente, el contacto entre estos universos burbujas es imposible, pero analizando las ecuaciones de Einstein, los cosmólogos han demostrado que podría existir una madeja de agujeros de gusano, o tubos, que conectan estos universos paralelos.
Aunque muchas consecuencias de esta discusión son puramente teóricas, el viaje en el hiperespacio puede proporcionar eventualmente la aplicación más práctica de todas: salvar la vida inteligente, incluso a nosotros mismos, de la muerte de este universo cuando al final llegue el frío o el calor.
Esta nueva teoría de supercuerdas tan prometedora del hiperespacio es un cuerpo bien definido de ecuaciones matemáticas. Podemos calcular la energía exacta necesaria para doblar el espacio y el tiempo o para cerrar agujeros de gusano que unan partes distantes de nuestro universo. Por desgracia, los resultados son desalentadores. La energía requerida excede con mucho cualquier cosa que pueda existir en nuestro planeta. De hecho, la energía es mil billones de veces mayor que la energía de nuestros mayores colisionadores de átomos. Debemos esperar siglos, o quizás milenios, hasta que nuestra civilización desarrolle la capacidad técnica de manipular el espacio-tiempo utilizando la energía infinita que podría proporcionar un agujero negro para de esta forma poder dominar el hiperespacio que, al parecer, es la única posibilidad que tendremos para escapar del lejano fin que se avecina. ¿Que aún tardará mucho? Sí, pero el tiempo es inexorable, la debacle del frío o del fuego llegaría.
Línea de Universo
No existen dudas al respecto, la tarea es descomunal, imposible para nuestra civilización de hoy, ¿pero y la de mañana?, ¿no habrá vencido todas las barreras? Creo que el hombre es capaz de plasmar en hechos ciertos todos sus pensamientos e ideas, sólo necesita tiempo: Tiempo tenemos mucho por delante si las cosas no se tuercen para nuestra especie y la Naturaleza no se ensaña con nosotros de alguna manera. Y, si es así…
¿Sabremos aprovecharlo? Lo cierto es que nuestra osadía no tiene límites. No hemos podido solucionar -todavía- como llegar a esa primera fracción de tiempo que reside más alla del Tiempo de Planckc y estamos hablando de universos paralelos y otras cuestiones que estarán después de aquella primera que nos queda por resolver. Siempre ha sido así, sin terminar una cosa nos hemos pasado a otras y, por eso, precisamente, vamos algo embarullados y tenemos ese caos mental que no nos deja ver… ¡lo sencillo!
“En Cosmología, las condiciones “iniciales” raramente son absolutamente iniciales, pues nadie sabe como calcular el estado de la materia y el espacio-tiempo antes del Tiempo de Planck, que culminó alrededor de 10-43 de segundo Después del Comienzo del Tiempo.”
Es verdaderamente encomiable la pertinaz insistencia del ser humano por saber, y, en el ámbito de la Astronomía, desde los más remotos “tiempos” que podamos recordar o de los que tenemos alguna razón, nuestra especie ha estado interesada en saber, el origen de los objetos celestes, los mecanismos que rigen sus movimientos y las fuerzas que están presentes. También en el extremo opuesto, estamos buscando para ver si, finalmente, encontramos esos otros universos.
Claro que, nosotros, los Humanos, llevamos aquí el tiempo de un parpadeo del ojo si lo comparamos con el Tiempo del Universo. Sin embargo, nos hemos valido de todos los medios posibles para llegar al entendimiento de las cosas, incluso sabemos del pasado a través del descubrimiento de la vida media de los elementos y mediante algo que denominamos datación, como la del Carbono 14, podemos saber de la edad de muchos objetos que, de otra manera, sería imposible averiguar. La vida de los elementos es muy útil y, al mismo tiempo, nos habla de que todo en el Universo tiene un Tiempo marcado. Por ejemplo, la vida media del Uranio 238 sabemos que es de 4.000 millones de años, y, la del Rubidio tiene la matusalénica vida media de 47.000 millones de años, varias veces la edad que ahora tiene el Universo.
Sin embargo, seguimos sin saber qué fue lo que pasó antes del Tiempo de Planck y, si existen otros universos.
emilio silvera
el 24 de marzo del 2018 a las 8:50
Alguna vez he pensado: ¡No será mejor no ser consciente de nada! Dicen que el que no ve no siente ni sufre, es la felicidad del tonto pero, vive más tranquilo, no tiene frustraciones diversas, no se preocupa por lo que pasará “mañana”… En fin, a su manera, vive mucho más feliz. Sin embargo, reniego de esa realidad que sitúa al individuo en un limbo insulso, inadecuado para un Ser que, con facultades de pensar, se pueda hacer preguntas aunque no sepa contestarlas, ya que, precisamente ese desconocimiento de las cosas, es la espoleta que le empuja a querer superar su ignorancia y lo lleva hacia espacios más complejos que trata de desvelar para descubrir lo que allí hay.
La curiosidad, la imaginación, nuestra intuición e inventiva, también la fantasía creadora, han sido desde siempre nuestros mejores aliados para poder ir descubriendo lo que había más allá de lo que podíamos comprender, y, al conseguir abrir esas “puertas cerradas” pudimos, con asombro, mirar lo que había en su interior, y, al contemplar aquellas maravillas, pudimos continuar el camino hacia el futuro haciendo nuevas preguntas y tratando de abrir nuevas puertas que, dentro de sus recintos cerrados, estaban las cuestiones que afanosos buscábamos.
Desde lo más pequeño (el átomo y las partículas que lo conforman), hasta lo más grande (los cúmulos y supercúmulos de galaxias, hemos sabido llegar y hemos “comprendido”, al menos en parte, lo que es el Universo, como se comporta, cómo surgen las estrellas para crear los elementos y cómo surgen los mundos para que, en algunos casos muy especiales, contengan la posibilidad de que la vida, esté presente y evolucione hasta el nivel de la consciencia.
Sí, nos queda mucho por saber pero, aunque las preguntas sean más que las respuestas, de lo que no puede caber ninguna duda es del hecho cierto, de que nosotros, los componentes de la especie humana (seguramente otras muchas especies en otros mundos también), estaremos siempre tratando de ir más allá de lo que realmente podemos en los momentos presentes en los que, a cada generación le tocó vivir.
Todos miramos hacia el futuro recordando el pasado, y, en cada momento, construimos en nuestras mentes ese futuro que podría ser.
Menos mal que la curiosidad y la imaginación son ingredientes que nunca nos dejaran, en cuyo caso, si eso llegara a suceder, la decadencia y el desinterés acabaría con nuestra especie, no un gran meteorito, seríamos nosotros mismos que, hastiados del mundo, nos dejaríamos llevar hacia un final sin preguntas. Si alguna vez llegáramos a saberlo todo, eso es, amigos míos, lo que nos pasaría.
¡Una buena dosis de ignorancia no hace daño!
el 24 de marzo del 2018 a las 11:17
Una vez más Fermín Alegre “Prefiero el dolor del conocimiento, al analsegico de la ignorancia.”
“Un solitario afán de plenitud, llevo este fragor entre las nubes, todo lo sopese.”
Concluyó: “Te sientes pequeño por ser pequeño, no olvides que tú eres más grande que muchos grandes, con voz propia se llega a todas partes.” P.F.
el 24 de marzo del 2018 a las 11:42
Sí, todo lo grande está hecho de cosas pequeñas. Lo pequeño y lo grande es algo que entra en el ámbito de lo relativo, porque, ¿cómo podemos medir alguna clase especial de grandeza que nada tiene que ver con el tamaño?
Tenía razón Fermín Alegre, cuando pronunció aquellas sabias palabras de preferir saber aunque le hiciera sufrir, a estar en babia, alelado sin tener consciencia de nada y, como consecuencia, ajeno a cualquier sufrimiento que el conocimiento nos pueda inducir.
Cuando tenemos ese conocimiento de algo negativo, también poseemos la posibilidad de poder cambiarlo, de otra manera, al desconocer lo que es negativo, se hará más y más fuerte y nadie tratará de remediarlo.
Como hemos dicho muchas veces, todo tiene su lado oscuro, no existe el bien sin el mal, la noche sin el día, la verdad sin la mentira… La vida está hecha de cosas contrapuestas, de fuerzas que se nivelan entre sí, y, según parece, siempre será de esa manera.
Una estrella brilla radiante en la secuencia principal y, al fusionar los elementos, tiende a expandirse, y, su ingente masa genera tal fuerza de Gravedad que contrarresta esa expansión y la mantiene estable, así, la expansión se ve frenada por la contracción gravitatoria. El átomo alcanza su estabilidad debido a la igualdad de las cargas de los protones (positiva) y la de los electrones (negativa), ambas iguales que se nivelan.
En nuestra especie, observando lo que ocurre en este mundo nuestro, el balance parece caer en el lado de lo negativo, la parte positiva es tranquila, no quiere conflictos y, precisamente se eso, se aprovecha la otra parte. Si los buenos nos hiciéramos notar, los malos lo tendrían mal.
Pero… ¿De qué estábamos hablando?
el 24 de marzo del 2018 a las 12:30
Acabo de recordar lo que sigue: “Antes la muerte que consentir a un tirano, quien niega su pecho a la esperanza, hunda en el polvo su cobarde frente.” José Manuel Quintanilla.
el 25 de marzo del 2018 a las 6:40
Sí, mientras exista la muerte… ¡Hay esperanza!
el 25 de marzo del 2018 a las 12:49
Manuel Quintanilla nos indica en esta frase, que frente a la adversidad nuestro afán por superar, incluida la propia dictadura impuesta por la condición humana.
el 25 de marzo del 2018 a las 12:54
“Hay esperanza su tenemos afán por superar toda clase de adversidad”. Su frase “Mientras exista muerte….!Hay esperanza!. Por una vez siento discrepancia, me parece …. Muy cuestionable.
el 26 de marzo del 2018 a las 4:55
La frase está referida a que, la Humanidad, desde que existe y tenemos la consciencia de Ser, no parece que sea un ejemplo de comportamiento y, salvo excepciones (que en todas las épocas existieron), lo cierto es que, no hemos sido buenos administradores con el mundo que nos proporcionó todo aquello que necesitamos, y, le hemos pagado devastando bosques, contaminando oceános… etc. Por otra parte y en otro orden de cosas, ¿desde cuando no hay guerras en alguna región del mundo? Es a eso, precisamente, a lo que me refiero, si nos vamos turnando, creo que, em algún momento seremos realmente racionales y podremos darnos cuenta de que todos respiramos el mismo aire, nacemos y morimos de la misma manera y, nos despertemos con la consciencia de que todos somos uno, es decir, hacernos mejores, y comprender que el mal del vecino nos denigra.
Por otra parte, aunque esté bien que vivamos todos una larga temperada, pongamos 150 años con la mente clara, llegará el día en el que, cansados, hastiados de todo y de todos, queramos descansar.
De no ser así, ¿qué nos esperaría? el hastía, la falta de curiosidad y la decadencia… ¿Eso sería vivir?
¡Que los jóvenes construyan el futuro bajo nuestra supervisión… limilitada!
Un cordial saludo.
PD
¡Ah! La discrepancia es buena, si todos pensáramos de la misma manera… ¡Qué aburrimiento!