Nov
7
¿Quiénes somos? ¡Quién puede saber eso!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Biologia ~ Comments (1)
Es una pregunta que ha estado en la mente de los seres humanos desde que en ellos estuvo presente el pensamiento en aquellas primeras Civilizaciones antiguas que todos tenemos en mente y que dejaron su huella que, de una u otra manera, nos hablan de una evolución mental que, a veces, profundizaba en terrenos situados más allá de lo material. Cuando no se sabía entender los hechos ni se encontraban las respuestas, con frecuencia, se acudió a la mitología y a divinidades que eran portadoras de mágicos poderes y, de esa manera hemos estado caminando hasta llegar a los orígenes de la Ciencia que, comenzó una nueva etapa y en lugar de adjudicar lo inexplicable a los dioses, se empezó a investigar y observar empleando la lógica para acercarnos a lo desconocido, a los misterioso secretos de la naturaleza y, ¡nuestro origen! puede ser calificado del mayor secreto que el Universo esconde.
“Estromatolitos del precámbrico en la Formación Siyeh, Parque Nacional de los Glaciares, Estados Unidos. En 2002, William Schopf de la UCLA publicó un artículo en la revista Nature defendiendo que estas formaciones geológicas de hace 3.500 millones de años son fósiles debidos a cianobacterias1 y, por tanto, serían las señales de las formas de vida más antiguas conocidas.”
Ciertamente, cuando hablamos del origen de la vida, aún hoy en la segunda década del siglo XXI, las opiniones son diversas y siempre nos encontramos con dos grupos que la sitúan en diferentes lugares. En un pequeño libro, no por ello menos importante, del ruso A. Oparín, publicado en Moscú, en su lengua original en 1894 y denominado El Orgien de la vida, nos habla de ese espinoso y trascendente tema sin necesidad de permanecer anclados en ideas ya desfasadas, entre los irreversibles adelantos científicos y el creacionismo bíblico que está fuera de lugar en nuestra época del big bang o primitiva explosión cósmica, la expansión del universo, el conocimiento del átomo y los primeros vuelos espaciales, donde ya no hay lugar para “mitos” y son los hechos los que deben prevalecer.
Un equipo internacional de científicos ha detectado por primera vez en regiones de formación de estrellas la molécula prebiótica PO, esencial en la formación del ADN y, por tanto, directamente relacionada con el origen de la vida.
Está claro que contestar a las preguntas: ¿Que es la vida? ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Está sólo en el planeta Tierra? ¿Cómo pudo hacer acto de presencia, eso que llamamos conciencia? No resulta nada fácil y, hasta tal punto es así que hasta el momento, nadie la supo contestar de una manera convincente y se dan respuestas que, más o menos originales y agudas, no dejan de ser conjeturas. La que más me gusta es que la vida, es la materia evolucionada hasta su más alto nivel, dado que, de alguna manera, nosotros mismos estamos hechos de los mismos materiales que todo lo que nos rodea.
Existen dos puntos de vista que nos llevan al origen de la vida: El enfoque materialista y el otro idealista y espiritual, el primero es el que adopta A. Operín y el otro es el que muestra la doctrina del P. Teilhard de Chardin, ni uno ni otro tiene porqué abandonar los grandes descubrimientos científicos y tecnológicos. Sin embargo y a medida que ha ido tanscurriendo el tiempo, ambas posturas se han alejado la una de la otra como consecuencia de que la Ciencia, nos ha ido mostrando los posibles caminos que la vida tomó para hacerse presente y, desde luego, nada tiene que ver con el espíritu que la vida hiciera su aparición en este mundo nuestro y, seguramente, en otros muchos mundos de la Galaxia y de otros mundos dispersos por el Cosmos.
Desde el punto de vista de la Biología, que es el más usado, hace alusión a aquello que distingue a los reinos animal, vegetal, hongos, protistas, arqueas y bacterias del resto de manifestaciones de la Naturaleza. Implica las capacidades de nacer, crecer, reproducirse y morir, y, a lo largo de sucesivas generaciones, evolucionar.
Sin embargo, no parece que todo eso, sea exclusivo de lo que conocemos por vida, ya que, de alguna manera, si nos fijamos en una estrella desde que “nace” hasta que muere”, viene a enseñarnos que sigue el mismo camino que los seres vivos y ella también, nace, muere y se reproduce… a su manera. ¡Es todo tan complicado!
Claro que, cuando hablamos de la vida hay que ser respetuosos con las ideas que cada cual pueda tener al respecto. Será la fe de cada uno quien pueda llevarle a una u otra conclusión, o incluso, dejar esta en el aire con un gran signo de interrogación dentro de un agnósticismo (no ateísmo) latente que está aconsejado por los hechos más relevantes que la Ciencia nos pone delante de los ojos cuando de la vida se trata y lo que de ella, hemos podido llegar a saber.
La Vida siempre ha resultado un misterio para los científicos, los filósofos y los grandes pensadores.
Tesis para aquellos que se dedicaban al estudio de tan delicados problemas y que, si no aparecía todo claro, se esperaba siempre a que nuevos descubrimientos iluminaran el remoto pasado de la vida y del universo.
Si nos centramos en el ser humano, los restos fósiles más antiguos confirman que durante la Era Cuaternaria, la Humanidad poseía fuertes restos morfológicos de las especies animales de las que pudo derivar. También algunos fósiles de simios que se acercaban, cada vez más, en su morfología, a las formas humanas.
Sin embargo aún el más antiguo de los hombres fósiles, hubo de poseer una capacidad cerebral mucho mayor que la de los simios actuales. Por tal motivo incluso los más acérrimos partidarios de la evolución rechazaron pronto que el hombre pudiera descender directamente del mono y se alinearon en dos escuelas fundamentales:
– La de los que afirmaban que el mono y el ser humano tenían un origen común en otro ser que no era ni Homo ni Pan, cuyo rastro se ha perdido por completo, o, al menos, nunca se ha podido encontrar. Las especies de los simios contemporáneos nuestros, “serían una degeneración”, mejor que una evolución de este antecesor común del ser humano y el mono.
– Y la de los que opinaban que el ser humano y el simio se parecen en lo somático, pero manifestaban que su antecesor no era el mismo, sino que el ser humano descendía de un ser distinto del antepasado del mono.
“Una de las especies humanas extintas mejor conocidas es el Homo erectus. Los restos de esta especie que proceden de China, se les dio el popular nombre de “hombre de Pekín”. A pesar que ninguna persona instruida negaría la existencia de estos seres en el pasado, los creacionistas les restan importancia diciendo mentiras sobre ellos.
La publicación creacionista “¿Abuelito?” de CHICK PUBLICATIONS dice respecto al hombre de Pekín: “Supuestamente databa de hace 500.000 años. Pero toda la evidencia ha desaparecido”
Pero, ¿Desapareció realmente toda la evidencia del “hombre de Pekín”? ¿No hay más restos del Homo erectus en Asía?
Los restos del “Hombre de Pekín” se hallaron entre 1921 y 1937, en el periodo entreguerras en un yacimiento a 40 kilómetros al sudoeste de Pekín llamado Zhoukoudian. El hallazgo consistía de una colección de cerca de 40 individuos en Zhoukoudian, entre ellos 5 calvarias (cráneos sin el esqueleto de la cara), numerosos dientes y restos del esqueleto postcraneal.
En 1941, desapareció la colección de fósiles, en plena Segunda Guerra Mundial, mientras era enviada desde Pekín a Estados Unidos.
Aquí estudió Franz Weidenreich, anatomista y antropólogo físico que estudió la evolución humana. Se le atribuyen importantes trabajos y descubrimientos.
Sin embargo, la evidencia no desapareció del todo, pues el científico Franz Weidenreich realizó, previó a la desaparición, un estudio con fotografías, radiografías y réplicas de los fósiles. En excavaciones recientes se han encontrado nuevos restos que han encajado con las réplicas hechas por Weidenreich lo cual dice mucho de la honestidad del trabajo de este científico.
Los creacionistas desprecian las dataciones dadas para estos restos fósiles diciendo: “Supuestamente databa de hace 500.000 años”, para confundir al lector. Sin embargo, el yacimiento del Zhoukoudian no ha desaparecido. Sigue allí y los trabajos de estratigrafía que se han realizado muestran que los restos de la cueva abarca un período de 600.000 años, y los restos que quedaron enterrados en los sedimentos de Zhoukoudian tienen una edad entre 550.000 y 300.000 años.
Es cierto que los fósiles originales de la cueva de Zhoukoudian se perdieron en confusos hechos, pero algo que los creacionistas no mencionan es que existen otros yacimientos de Homo erectus en China e Indonesia.”
Tampoco se ha llegado a ninguna conclusión satisfactoria con el hecho que plantea si la aparición dle Ser humano tuvo lugar de una sola vez, derivando de una primitivoa pareja por multiplicación, toda la Humanidad (versión textual del Génesis) o si fueron más de una pareja procedentes de diversos lugares de la Tierra, ésta última tesis se está imponiendo últimamente con mucha fuerza.
El acuerdo sobre cuál o cuáles fueron la cuna o “cunas” de la Humanidad. Se habla con fuerza del hemisferio austral pero ?dónde? Si el lugar o lugares, época y formas de nacimiento de la primera raza. o razas, humanas continúa siendo -¡y mucho más el de la vida!- y será con toda probabilidad, siempre, un gran misterio para la Ciencia y, cuando llegamos a este callejón sin salida, de alguna manera, sentimos frustración por intuir que nunca, podremos llegar a saber quiénes somos.
Lo cierto es que tenemos una idea bastante aproximada de cómo pudo surgir la vida aquí en la Tierra pero, tampoco sabemos, a ciencia cierta, si su origen está en la propia Tierra, o, por el contrario, llegó desde fuera de ella. Lo que si sabemos con una claridad meridiana es que, los materiales necesarios para que la vida pudiera surgir, allá donde surgiera por vez primera, se transmutaron en las estrellas que, a partir del elemento más sencillo, el Hidrógeno, fusionó el Carbono, Oxígino, Nitrógeno y todos los demás de los que estamos hechos los seres vivos que pueblan la Tierra y -al menos para mí- otros muchos planetas del Universo.
En alguna ocasión hemos comentando aquí sobre el origen de la vida en nuestro planeta, la evolución, nuestros orígenes y algunos dones que nos adornan como el del habla y, sin olvidar el crecimiento de nuestro cerebro que ha posibilitado que “naciera” ¡la mente! Sin embargo, no nos hemos parado a pensar en algunos aspectos de la historia que nos llevarían a comprender cabalmente y que esa “historia de la vida” adquiera algún sentido, que la podamos comprender en todo su esplendor. Uno de esos aspectos, quizás el principal, sea la diversidad metabólica de los microorganismos procariotas, un aspecto clave para explorar la historia de “la vida primigenia”.
Convendría que profundizáramos más (y, asombremos) con las numerosas formas de metabolismos que utilizan los procariotas para vivir y que averigüemos donde encajan estos minúsculos organismos del árbol de la via antes de que podamos seguir escuchando las historias que paleontólogos nos puedan contar de sus andanzas a la búsqueda de fósiles que nos hablen de aquella vida en el pasado.
En la actualidad se acepta que los procariotas fueron los precursores de los organismos eucariotas. Sin embargo hay grandes diferencias entre esos dos grupos celulares. Una de esas diferencias reside en la organización génica y en los mecanismos de sintetizar el ARN mensajero. Algún trabajo biológico afirma que los eucariotas podrían proceder de cianobacterias termófilas ya que su organización génica recuerda rudimentariamente a la de los eucariotas.
Los organismos procariotas (bacterias y arqueas) y eucariotas (protistas, hongos, animales y plantas) comparten una bioquímica común, sin embargo difieren en un elevados número de procesos y de estructuras. A pesar de eso se considera a los procariotas como los precursores de la célula eucariota. A lo largo de los años se han ido recogiendo datos experimentales que avalan esta teoría.
Sabemos que la vida en sí mismo empezó, quizás hace unos tres mil quinientos millones de años (así lo dicen fósiles encontrados en rocas de esa edad), cuando los flujos de energía, las moléculas y la información se combinaron para formar la primera célula viva. Desconocemos en qué consistió aquella primera fuente de energía, pero hace unos quinientos millones de años las células habían desarrollado ya una maquinaria que podía recoger la luz de la estrella más cercana a nosotros, el Sol, la fuente última de toda energía que existe en la Tierra. La luz se utilizaba para descomponer el agua (H2O), produciendo Oxígeno, que era emitido a la atmósfera, y liberando también protones y electrones que, al combinarse con el dióxido de carbono del aire, se utilizaban para formar las complejas moléculas de la vida. Este sencillo pero poderoso proceso de fotosíntesis hacia posible que la vida surgiera y se propagara rápidamente.
La primera contaminación global y los primeros desastres ecológicos tuvieron lugar hace dos mil millones de años, cuando el Oxígeno, ese residuo tóxico de la fotosíntesis, comenzó a concentrarse en la atmósfera terrestre. El Oxígeno, la sustancia fundamental de la vida animal, es una molécula relativamente inestable y tóxica. De hecho, en en sí misma un tipo de radical libre y puede arrebatar electrones a otras moléculas, descomponiéndolas para formar otros radicales libres aún más tóxicos. Es la razón por la que la mantequilla y otros alimentos se vuelven rancios, el hierro se oxida y algunos anumales mueren en una atmósfera de oxígeno puro.
De la relación del Oxigeno y nosotros podríamos hablar muy extensamente pero, nos salimos del tema que os quería comentar y que, a estas alturas está acabando. Por cierto, es incluso posible que el Oxígeno de nuestra atmósfera fuera un veneno para hipotéticos seres extraterrestres invasores y nos librara de ellos por el simple hecho de que éste, no podría nunca ser su mundo.
Mirando el árbol filogenético de la Vida, nos damos cuenta de su diversidad y complejidad
Es cierto que, con mucha frecuencia, aparecen aquí trabajos que versan sobre la vida, ese misterio que nos lleva a querer buscar sus orígenes y a saber, cómo y para qué surgió aquí en el Planeta Tierra. Nos interesamos por cada uno de pasos evolutivos y nos llama la atención ese larguísimo ciclo que llevó la vida desde aquella célula replicante hasta los seres humanos. Pero, ¿hay algo más interesante que la Vida para poder estudiarlo? Seguramente con la Biología, Física, la Química y la Astrofísica, cada vez sabremos un poco más sobre tan inmenso misterio.
emilio silvera
el 10 de noviembre del 2018 a las 17:33
Bueno, pues, aunque tangencialmente, se me ocurre que el asunto tiene que ver con la educación. El meollo de la cuestión, en lo referente a la Educación, una vez definido cuál es el fin de la misma, es qué contenidos concretos ha de tener para proporcionar un bagaje adecuado de conocimientos. Hay tantos temas que podrían ser enseñados que necesariamente hemos de escoger entre ellos si no queremos que la instrucción dure indefinidamente (otra cosa es la adquisición de conocimientos en sentido amplio que debería ser durante toda la vida). Entonces veamos cuáles elegimos, teniendo en cuenta, eso sí, que nos referimos a aspectos que atiendan a la mayoría de las personas, con distintas sensibilidades y variados antecedentes y que, además, solo hemos de interesarnos, en este estadio y en relación a la información, en la Educación obligatoria, aquella que como mínimo ha de recibir todos los ciudadanos si queremos avanzar en una democracia efectiva. Y teniendo en cuenta, también, que no hemos de caer en el atrayente señuelo de simplificar los temas para hacerlos asequibles a todo el mundo sino que, mayormente, hemos de arbitrar los medios adecuados para que la mayoría pueda entenderlos y asimilarlos, habilitando educadores especialistas en la atención a personas con menor capacidad de aprendizaje, por ejemplo. Como punto de partida habría de instruir desde temprana edad en el manejo de la informática, que es una herramienta fundamental para bregar con todo lo que posteriormente se aporte de información elaborada, teniendo muy claro que aquélla es solo un instrumento, un medio y nunca un fin en sí misma. Una base matemática es imprescindible, al menos el conocimiento de las “cuatro reglas” y rudimentos de álgebra y geometría. También serán útiles las llamadas ciencias de la Naturaleza en su versión básica que instruyan sobre los fundamentos de la vida, de nuestra relación con el medio, sentando las raíces de una sensibilidad ecológica que les permita actuar posteriormente en beneficio y no en detrimento de la conservación del planeta. Por supuesto que se deberá hablar de ortografía y gramática, aunque sin esos artificios, a mi entender inútiles, de los comentarios de texto, aunque sí se deberá enfatizar la importancia de la comprensión lectora, adecuando las enseñanzas a las edades concretas de forma que no se consiga, en caso contrario, que haya un rechazo a la lectura por llegar a hacerse ésta intrincada, abstrusa y, lo que es peor, aburrida. Respecto a la Literatura ¿qué enseñanza puede ser mejor que iniciar a los individuos en el conocimiento ameno de la misma sin pretender que, por ejemplo, se lea a Borges a los seis años?; toda pretensión de hacer que se conozcan estilos, corrientes, escuelas, etc. puede llegar a ser estéril y contraproducente. ¿Quiere esto decir que la gente ha de terminar siendo un analfabeto literario?: por supuesto que no pero dejémosles que sean ellos los que vayan introduciéndose en el tema, lo degusten y lo califiquen según su criterio, al igual que se debería de hacer con la buena música que, del mismo modo que la literatura, realmente solo sabremos cuál es cuando la hagamos nuestra. Elementos fundamentales de Economía también son necesarios, al menos para que se puedan equivocar dignamente como casi todos los expertos que pontifican sobre temas económicos y, también, para poder atender las necesidades de comprensión de los mercados y de posibles inversiones, para no ser receptores de abusos y timos por parte de algunos tiburones (más bien sabandijas) del mercado. Al citar a las ciencias de la Naturaleza he cometido un gran error pues me he quedado con pocas posibilidades de establecer más materias dignas de tenerse en cuenta, pues en aquéllas se encuentran englobadas, a mi entender, la Química, Física, Geología, Biología, Fisiología, Botánica y probablemente varias otras que restan validez a mi pretensión de añadir bastantes más temas de estudio. Pero siempre me quedará la Ética por incorporar. O lo que en España se ha llamado Educación para la Ciudadanía que nació con mal pie al ser impugnada fuertemente por diversos estamentos por razones puramente ideológicas y doctrinales, en lugar de intentar consensuar unos contenidos idóneos que hicieran de esa asignatura, que me parece muy necesaria y útil, una ocasión de informar adecuadamente al personal de las bases de convivencia comunes necesarias para un entendimiento apropiado entre todos los ciudadanos y que sirva de punto de partida para ir abandonando paulatinamente ese enfrentamiento bastante radical entre una mitad de la población con la otra mitad. Si no, mientras nos preguntemos si son galgos o podencos, nos mojarán la oreja otras personas que no sean tan tiquismiquis. También se debería de estudiar Historia aunque solo sea por aquello de que si no la conocemos estamos obligados a repetirla y, al menos en España, no tenemos una experiencia pretérita tan maravillosa para que nos apetezca y aproveche la reiteración de la misma. Lo que sucede, sin embargo, con los temas históricos es que, aunque se base en hechos reales, son muy susceptibles de ser manipulados y dirigidos hacia fines innobles para sacar ventaja sobre los demás: todos los actores implicados tienden a actuar de esa manera por lo que ahí también, como en la Educación para la Ciudadanía, se requiere un consenso amplio sobre el contenido con el que se ha de informar a la población implicada y, mientras así no sea es casi mejor no considerarla materia digna de formar parte del acervo informativo. Por otra parte, parece imposible no hablar de Historia a la gente lo que lo único que nos indica, a mi entender, es que hay que ser exquisitamente exigentes en el consenso antes indicado para establecer un relato único para toda la nación, porque en caso contrario, habrá demasiadas mentiras en el ambiente diseminadas por los innumerables estamentos interesados en contar su verdad. Claramente lo que apetece es diseñar una serie de materias que no sean conflictivas (Matemáticas, Química, Física, Gramática y ¿Ortografía?) y olvidarnos de las demás (la Biología que pudiera no parecer peligrosa, por ejemplo, sin embargo es probable que diera lugar a muchas disensiones en cuanto se hablara del origen de la vida y aspectos relacionados y algo parecido se puede argumentar respecto a la Ética), pero no nos hemos de arredrarnos: el premio es sustancioso y consiste en la felicidad de nuestros hijos y de sus descendientes. No podemos permitirnos el lujo de que la ideología, la religión o la tradición nos impida avanzar en una adecuada Educación de los individuos. Seamos valientes, no nos dejemos abatir por voces agoreras y obstáculos artificiales y, como decía don Nuño, “si hay barreras las salto”. Todo ello dentro del mayor de los cuidados en mantener las formas democráticas y la urbanidad, aunque hayamos poner lo mejor de nosotros en la contienda que ha de ser, como no se puede imaginar de otra forma, correcta y provechosa aunque también firme y continuada. Las fuerzas que se oponen sistemáticamente a una implementación adecuada y provechosa de una Educación básica son importantes y no hemos de abominar de los que las detentan sino intentar convencerlos (la mayor parte de las veces actuando razonablemente y no proponiendo medidas a veces caprichosas, no bien analizadas y peor explicadas) y quitarles los miedos que muchas veces les embarga, pues generalmente se trata de eso: temor a los cambios, causado principalmente por prejuicios no subsanados críticamente, pero que podrían desaparecer o menguar mediante una actitud más comprensiva por nuestra parte. Probablemente no podamos convencer a todos pero sí a los más importantes si a ellos dedicamos nuestra atención y esfuerzo. Al final, si todo transcurre normalmente, los resultados proveerán confianza necesaria hasta a los más reacios. Y si no, pues se les elimina.