La sonda InSight de la NASA, la primera misión que estudiará con un detalle sin precedentes el interior de Marte, ha aterrizado con éxito sobre el suelo marciano. Tras cubrir unos 300 millones de kilómetros, la misión instalará un sismómetro y un sensor térmico para descifrar las profundidades del llamado planeta rojo.
Este módulo estacionario, que despegó el pasado 5 de mayo desde la Base Aérea Vandenberg, en California (EEUU), usará una excavadora mecánica para perforar hasta unos cinco metros de profundidad y medir su temperatura interna, además de cualquier movimiento con ayuda de un sismógrafo.
“Es la primera misión que va a estudiar el interior profundo de Marte”, asegrua a Efe el español Fernando Abilleira, subdirector de diseño y navegación del InSight y parte del equipo multidisciplinar e internacional que conforma la misión. “Al estudiar la propagación de las ondas bajo la superficie de Marte, a través de su sismómetro, vamos a tener más información sobre como el planeta ha evolucionado” en los últimos 3.000 millones de años.
Abilleira, con 17 años de servicio en proyectos espaciales de NASA, es parte de los ingenieros y científicos que desde el lunes estudiarán en el Laboratorio de Propulsión de esta agencia (JPL-NASA), en Pasadena (California), los “signos vitales” del vecino planeta, como sus “pulsaciones, temperatura”. Ahonda el español que a través de un “seguimiento de precisión” observarán “hasta los reflejos” durante los dos años de “experimentos primarios” que implicará la misión.
Para ampliar el conocimiento sobre la formación de Marte y de otros planetas rocosos, como la Tierra, se usará el Experimento Sísmico para la Estructura Interior (SEIS), un sismómetro fabricado por el Centro Nacional de Estudios Aeroespaciales de Francia (CNES) y que detectará “cualquier movimiento en la superficie de Marte”, explicó Abilleira.
Las vibraciones que serán registradas por el SEIS podrían ser ocasionadas por el impacto de un meteorito o por un pequeño terremoto, si bien la actividad sísmica del planeta rojo es menor a la de la Tierra. “Al estudiar el movimiento de las ondas que se propagan bajo la superficie de Marte, podremos tener una mejor comprensión de la composición, la estructura del núcleo, el manto y la corteza del planeta”, agrega.
La otra herramienta que adquiere protagonismo es la Sonda de Propiedades Físicas y Flujo de Calor (HP3), construida por el Centro Aeroespacial de Alemania (DLR), que será implantado en suelo marciano a unos cinco metros de profundidad. “Este instrumento lleva unos sensores térmicos que van a recoger información sobre la actividad termal del planeta rojo”, señala Abilleira, quien destaca que España ha aportado a esta misión una estación ambiental (REMS, por sus siglas en inglés) dotada de sensores meteorológicos para el entorno marciano.
La sonda medirá el pulso de Marte
Este especialista en trayectoria de vehículos espaciales y que trazó la ruta del robot “Curiosity”, el cual llegó al planeta rojo en agosto de 2012, señala que “aterrizar en Marte es muy complicado”. “La velocidad de entrada atmosférica es de aproximadamente unos 20.000 kilómetros por hora y en menos de 7 minutos tenemos que reducir esa velocidad a 5 kilómetros por hora”, asegura Abilleira, graduado de la Saint Louis University, en Missouri.
Forman parte de la misión, dos vehículos Mars Cube One (MarCO), que por primera vez serán probadas en el “espacio profundo”, como asegura Abilleira, y que con el soporte de componentes miniatura probarán un nuevo método de retransmitir información a la Tierra. La misión InSight (Interior Exploration using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport) se abocará a una investigación inédita que se espera arroje pistas sobre cómo se originó el Sistema Solar hace aproximadamente 4.600 millones años, y de paso la vida.
el 27 de noviembre del 2018 a las 7:16
La verdadera misión al planeta Marte con resultados extraordinarios no se producirá hasta que, una misión tripulada pueda hacer acto de presencia en el Planeta. Las máquinas, por muy sofisticadas que sean sólo podrán arañar la superficie del planeta, medir su atmósfera y tormentas de arena, localizar agua congelada sobre el terreno… etc.
La verdadera misión a Marte será entrar en esas grandes cavernas y túneles que excavaron las correntías de lava del pasado, llegar a las verdaderas profundidades del planeta rojo. Allí, alejados de la superficie, con temperaturas más altas y el agua líquida corriendo rumorosa por los vericuetos del terreno, habrán dado lugar a la formación de ecosistemas en los que, la vida, podría estar presente: líquenes, hongos, bacterias (extremófilos) y, desde luego, todas esas investigaciones serán imposibles desde la superficie.
No quiero decir, de ninguna manera, que estas misiones sean inútiles, muy al contrario, hoy sabemos todo lo que sabemos de Marte gracias a éstos ingenios espaciales que enviamos en distintas misiones y que nos han facilitado unos conocimientos de aquel planeta impagables para lo que en el futuro se podrá proyectar.
Pero la Vida, si es que allí hay alguna clase de ella… ¡Estará al resguardo de radiaciones, en el subsuelo!
el 27 de noviembre del 2018 a las 19:34
En principio se supone que en Marte no existe ningún tipo de vulcanismo, ni placas tectónicas ni el inmenso calor del núcleo del que goza nuestro planeta, si bien se supone que aún guarda algo residualmente, pero muy poco en comparación con La Tierra.
Pero, ante la posible existencia de agua liquida en el subsuelo, hecho casi demostrado, se intenta saber el orígen del calor que pudiera permitir las temperaturas necesarias para ello.
Se piensa que el vulcanismo, que fue muy efectivo hace miles de millones de años en Marte, ha desaparecido completamente, pero algunos estudios indican unos cambios de temperaturas que contradicen esta teoría,
Creo que todos esos estudios lo que demuestran es que no sabemos bien lo que puede existir en el núcleo de Marte (Lo que no sería raro si tenemos en cuenta que tampoco lo sabemos plenamente todavia en nuestro propio suelo.)
Por ello, y a eso iba, quizás, con un poco de suerte, esta sonda nos dé más de una agradable sorpresa.
Aparte de ello, y aún siendo bien comprensible, no deja de chocar la poca capacidad que tenemos aún de traspasar el suelo marciano; con toda nuestra tecnología no podemos llegar más allá de los cinco metros… (Supongo que de eso será el máximo culpable la alta tasa de velocidad de escape de nuestro planeta, creo recordar de 9,8 metros por segundo)…
Así que estoy de acuerdo con Emilio, aún contando con la gran cantidad de problemas logísticos que existen en llevar al hombre a Marte, creo que sigue siendo la mejor opción, pues para bien o para mal, todavia superamos en muchos a las máquinas…