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¿Nos arrepentiremos de crear la I.A.?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en I. A. ~ Comments (4)
La Inteligencia Artificial, dijo John McCarthy cuando acuñó el término en las conferencias de Darmouth de 1956, es: “…la ciencia e ingeniería de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes.” Ese sentido no ha cambiado desde entonces. En cambio, las técnicas y aplicaciones de la Inteligencia Artificial son cada más variadas, profundas y sorprendentes. A pasos exponenciales inundarán nuestras vidas y pronto serán tan omnipresentes que apenas las percibiremos, como hoy nos sucede con la televisión, los modernos teléfonos móviles y el Internet que forman parte de nuestras vidas y, de alguna manera nos podríamos preguntar: ¿Qué haríamos sin todo esto?
Puede que vivamos en un mundo donde cada persona se conectará mentalmente con una red de ordenadores con miles de mentes pensantes también conectadas. O puede que las máquinas realicen todas las tareas para nosotros y nos permitan vivir con total lujo durante toda nuestra vida. Pero ¿qué ocurriría si las máquinas nos vieran como algo innecesario – o algo peor-? Si las máquinas llegan al punto donde se puedan reparar ellas mismas o incluso crear versiones mucho mejores, ¿podrían llegar a la conclusión de los humanos son simplemente una molestia? Realmente es un escenario que asusta. ¿Podría ser cierta la versión de Vinge del futuro? ¿Hay alguna manera de evitarlo?
He dado muchas vueltas a la IA y a la consciencia de los seres vivos. Las conclusiones a las que he podido llegar son que el pensamiento consciente debe involucrar componentes que no pueden ser siquiera simulados adecuadamente por una mera computación; menos aún podría la computación por sí sola, provocar cualquier sentimiento o intención consciente. En consecuencia, la mente debe ser realmente algo que no puede describirse mediante ningún tipo de términos computacionales. Sin embargo, noticias que llegan de nuevos descubrimientos te hacen dudar de hasta dónde podrán llegar esos “seres” artificiales creados por el hombre.
¿Llegaremos a construir replicantes que, como el replicante Geminoid DK sean físicamente idénticos a los seres humanos?, e incluso otros que, como Robonaut 2 que han salido de la Tierra en su primer viaje espacial; gracias a la fibra óptica incluso puedan llegar a sentir frío y calor, y, en general, ¿haremos infinidad de pequeñas máquinas capaces de hacer o imitar cualquier tipo de movimiento humano con total fluidez? Algunas de esas cosas ya se han conseguido. Pero siguen teniendo un nivel muy bajo de inteligencia, insuficiente como para que gocen de autonomía. Sin embargo…
De todas las maneras, no dejamos de insistir y queremos llegar a conseguir poder insertar los sentimientos en esos seres artificiales que cada día creamos con mayor perfección. ¿No somos conscientes del peligro que conlleva imitar a los humanos de esa manera? Las consecuencias son impredecibles y, como tantas otras cosas, cuando queramos darnos cuenta…será tarde.
Así se comienza y…. Así se finaliza
Investigadores europeos están desarrollando un software que dará a los robots la capacidad de aprender cuándo una persona está triste, feliz o enfadada. El proyecto Feelix Growing está uniendo sencillos robots que pueden detectar diferentes parámetros (expresiones faciales, voz y cercanía) para determinar estados emocionales. El objetivo del proyecto es desarrollar un robot que pueda servir a los humanos con necesidades especiales, como los enfermos y los ancianos mediante redes neuronales adaptables, el robot puede aprender la manera correcta de responder a las emociones de la gente a partir de la experiencia. Por ejemplo, si alguien tiene miedo, el robot puede aprender a cambiar su comportamiento para parecer menos amenazante. Si alguien parece feliz, el robot puede tomar nota mental (¿positrónica, espintrónica…?) de lo que logró esa respuesta. Y si alguien parece enfadado o solitario, puede darle una palmadita en la espalda, ofrecerle una bebida fuerte y decir: “No te preocupes, te mereces a alguien mejor”. Sólo podemos esperar que no se hayan olvidado de las tres leyes de Asimov.
Bien es verdad que no tenemos una comprensión científica de la mente humana. Sin embargo, esto no quiere decir que el fenómeno de la consciencia deba permanecer fuera de la explicación científica. Ya se están buscando caminos científicos para dar esa explicación del misterio más profundo (seguramente) del Universo. Y, a pesar de no conocer a fondo nuestra mente, ya estamos tratando de incorporar, a mentes artificiales lo poco que de ella sabemos. ¿No será una temeridad?
A su imagen y semejanza. La Geminoid F es la androide con apariencia femenina
Estamos en el camino: Prototipos al servicio de la sociedad, como una androide-enfermera, el robot-mayordomo para el hogar… Todo eso está a la vuelta de la esquina y, yo me pregunto: ¿Cómo será ese futuro nuestro?
La comprensión es, después de todo, de lo que trata la ciencia; y la ciencia es mucho más que la mera computación mecánico-electrónica. Sin embargo, parece que la realidad desmiente estos pensamientos y, podría llegar el momento en el que, la Inteligencia Artificial, alcance niveles preocupantes al dotar, a esos “seres” artificiales de pensar por sí mismos y, si me apuran, hasta de tener sentimientos.
¿Cuál es el campo de acción de la ciencia? ¿Son solamente los atributos materiales de nuestro Universo los que son abordables con sus métodos, mientras nuestra existencia mental debe quedar para siempre fuera de su alcance? ¿O podríamos llegar algún día a una comprensión científica adecuada del profundo misterio de la mente? ¿Es el fenómeno de la consciencia humana algo que está más allá del dominio de la investigación científica, o podrá la potencia del método científico resolver algún día el problema de la propia existencia de nuestro yo consciente?
Claro que, hacemos estas preguntas y, por otro lado, al ver todo lo que está pasando y todo lo que pretendemos hacer, cabría preguntarse: ¿Somos en verdad conscientes?
Sí, tenemos la facultad de meditar profundamente y, a través de esas meditaciones alcanzar un estadio de mayor “consciencia” y comprensión, un estado tal que nos puede llevar a una conexión tan real con el Universo que es como si viajáramos fuera de este mundo para visitar, ese otro mundo hecho de pura luz donde podríamos encontrar la sabiduría que necesitamos. ¡Falta nos hace!
Creo que se avecina un cambio importante, y, nuestros cerebros que forman parte del mundo material del Universo, tiene un ingrediente que aún no hemos llegado a comprender. Incluso con nuestra limitada comprensión actual de la naturaleza de este ingrediente ausente en nuestro saber, sí podemos empezar a señalar donde debe estar dejando su huella, y como debería estar aportando una contribución vital a lo que quiera que sea en que subyacen nuestros sentimientos y acciones conscientes. ¿Por qué tratamos de regalar ese don? El que no lo comprendamos no quiere decir que lo tengamos que dar y, menos, a “seres aerificiales” de cuya evolución no podemos responder.
Una visión científica del mundo que no trate de entender en profundidad el problema de la mente consciente no puede tener pretensiones serias de compleción. La consciencia es parte de nuestro Universo, de modo que cualquier teoría física que no le conceda un lugar apropiado se queda muy lejos de proporcionar una descripción auténtica del mundo que, nosotros (tan engreídos como siempre) queremos cambiar.
Claro que, todo conocimiento científico es un arma de dos filos. Lo que realmente hacemos con nuestro conocimiento científico es otra cuestión. Tratemos de ver hasta dónde pueden llevarnos nuestras visiones de la ciencia y la mente.
Pensemos que incluso en aquellos países afortunados donde hay una paz próspera y una libertad democrática, los recursos naturales y humanos son malgastados de formas aparentemente absurdas. ¿No es ésta una clara muestra de la estupidez general del hombre? Aunque creemos representar el pináculo de la inteligencia en el reino animal, esta inteligencia parece tristemente inadecuada para manejar muchos de los problemas a los que nuestra propia sociedad nos obliga a hacer frente.
Esta simple escena, en algunos lugares, resulta una maravilla
Pese a todo, no pueden negarse los logros positivos de nuestra inteligencia. Entre dichos logros se encuentran nuestras impresionantes ciencia y tecnología. En realidad, algunos de estos logros son alto cuestionables a largo (o corto) plazo, así lo atestiguan múltiples problemas medioambientales y un genuino temor a una catástrofe mundial inducida por las nuevas tecnologías traídas de la mano por nuestra moderna sociedad (aquí mismo, en éste foro, nos hicimos eco del temor de muchos sobre las consecuencias que podría traer el LHC) pero, y la IA ¿qué nos traerá?
Pero, no podemos mirar para otro lado sin ver que, nuestras tecnologías no sólo nos proporcionan una enorme expansión del dominio de nuestro yo físico sino que también amplia nuestras capacidades mentales mejorando en gran medida nuestras habilidades para realizar muchas tareas rutinarias. ¿Qué pasa con las tareas mentales que no son rutinarias, las tareas que requieren inteligencia genuina?
A veces me pregunto si podrían ser los Robots la respuesta. ¿No existe la posibilidad completamente diferente de una enorme expansión de una capacidad mental, a saber, esa inteligencia electrónica ajena que apenas está empezando a emerger de los extraordinarios avances en tecnología de ordenadores? De hecho, con frecuencia nos dirigimos ya a los ordenadores en busca de asistencia intelectual.
¿No os parece sorprendente que, de mecanismos como este podamos obtener información imposible por nuestros propios medios?
No me gustaría dejar el mundo en estas manos
Hay muchas circunstancias en las que la inteligencia humana sin ayuda no resulta nada adecuada para prever las consecuencias probables de acciones alternativas. Tales consecuencias pueden quedar mucho más allá del alcance del poder computacional humano; así pues, cabe esperar que los ordenadores del futuro amplíen enormemente este papel, en donde la computación pura y dura proporcione una ayuda incalculable para la inteligencia humana.
Pero ¿no cabe la posibilidad de que los ordenadores lleguen finalmente a conseguir mucho más que todo esto? Muchos expertos afirman que los ordenadores nos ofrecen, al menos en principio, el potencial para una inteligencia artificial que al final superará a la nuestra. Una vez que los robots controlados por ordenador alcancen el nivel de “equivalencia humana”, entonces no pasará mucho tiempo, argumentan ellos, antes de que superen rápidamente nuestro propio y exiguo nivel. Sólo entonces, afirman estos expertos, tendremos una autoridad con inteligencia, sabiduría y entendimiento suficientes que sea capaz de resolver los problemas de este mundo que ha creado la humanidad pero que no sabe ni está capacitada para regular en la adecuada forma.
Avanzamos en tecnología y no sabemos erradicar la inmigración del hambre
A todo esto señalan el rapidísimo crecimiento exponencial de la potencia de los ordenadores y basan sus estimaciones en comparación entre la velocidad y precisión de los transistores, y la relativa lentitud y poca sólida acción de las neuronas. De hecho, los circuitos electrónicos son ya más de un millón de veces más rápido que el disparo de las neuronas en el cerebro (siendo la velocidad de aproximadamente 109segundos para los transistores y de 103 segundos para las neuronas, y tienen una exactitud cronométrica y una precisión de acción que de ningún modo comparten las neuronas.
El Chip Intel Pentium tiene más de tres millones de de transistores en una “rodaja de silicio” del tamaño aproximado de una uña del pulgar, capaz cada uno de ellos de realizar 113 millones de instrucciones por segundo (no se si cuando esto escribo ya estará superado ese record).
Pueden apreciarse aquí, con el objetivo de 40x, las tres capas de células nerviosas que integran la corteza cerebelosa: capa molecular, capa de célula de Purkinje y capa granular. Nótese la diferente densidad y tamaño de las neuronas de cada una, destacando los grandes somas de las células de Purkinje, apreciables a mayor aumento en otra microfotografía (zona encuadrada en rojo)
Si hiciéramos caso de las afirmaciones más extremas de los defensores más locuaces de la IA, y aceptáramos que los ordenadores y los robots guiados por ordenador superarán con el tiempo (quizá en relativo poco tiempo) todas las capacidades humanas, entonces los ordenadores serían capaces de hacer muchísimo más que ayudar simplemente a nuestras inteligencias. Podríamos entonces dirigirnos a estas inteligencias superiores en busca de consejo y autoridad en todas las cuestiones de interés; ¡y finalmente podrían resolverse los problemas del mundo generados por la humanidad!
Pero parece haber otra consecuencia lógica de estos desarrollos potenciales que muy bien podría producirnos una alarma genuina. ¿No harían estos ordenadores a la largo superfluos a los propios humanos? Si los robots guiados por ordenador resultaran ser superiores a nosotros en todos los aspectos, entonces ¿no descubrirían que pueden dirigir el mundo sin ninguna necesidad de nosotros? La propia humanidad se habría quedado obsoleta. Quizá si tenemos suerte, ellos podrían conservarnos como animales de compañía, incluso podrían exhibirnos en museos para recordar a sus creadores.
Una piensa por sí misma gracias a su preparaci´çon y estudios, mientras que el otro está supeditado a los programas insertos en su mente positrónica…. ¿Quién es superior a quien?
Yo, como he dejado claro otras veces. Soy partidario de pensar que, una cosa es la Inteligencia Artificial y otra muy distinta es el pensamiento consciente, muy superior a aquella que trabaja sólo con los datos suministrados previamente, sin el poder de repentizar una solución que no esté en su programación. ¿Llegarán los robots algún día a pensar por sí mismos, como ahora lo hacemos nosotros?
La cuestión no es nada sencilla y plantea muchas variantes de entre las que, así, de momento, podríamos exponer aquí las siguientes:
- Todo pensamiento es computación; en particular, las sensaciones de conocimiento consciente son provocadas simplemente por la ejecución de computaciones apropiadas.
- El conocimiento es un aspecto de la acción física del cerebro; y si bien cualquier acción física puede ser simulada computacionalmente, la simulación computacional no puede por sí misma provocar conocimiento.
- La acción física apropiada del cerebro provoca conocimiento, pero esta acción física nunca puede ser simulada adecuadamente de forma computacional.
- El conocimiento no puede explicarse en términos físicos, computacionales o cualesquiera otros términos científicos.
Materia, energía, luz… para llegar a ser conscientes…. ¡Mucho más que simple computación!
Está claro que adentrarnos aquí a ciertas profundidades del pensamiento, no parece adecuado ni al momento ni al lugar, sin embargo, debemos pensar en que, la propia materia parece tener una existencia meramente transitoria puesto que puede transformarse de una forma en otra. Incluso la masa de un cuerpo material , que proporciona una medida física precisa de la cantidad de materia que contiene el cuerpo, puede transformarse en circunstancias apropiadas en pura energía (según E=mc2) de modo que incluso la sustancia material parece ser capaz de transformarse en algo con una actualidad meramente matemática y teórica.
De todas las maneras, por mi parte, me quedo con el punto tercero de los enumerados anteriormente, es un punto de vista más operacional que el anterior, puesto que afirma que existen manifestaciones externas conscientes (por ejemplo, cerebros) que difieren de las manifestaciones externas de un ordenador: los efectos externos de la consciencia no pueden ser correctamente simulados por un ordenador (creo).
Lo cierto es que cuesta pensar que, en el futuro, de los robots puedan surgir ideas y no sentimientos,,, ¡Precisamente ahí radica el peligro!
¿Permite la Física actual la posibilidad de una acción que, en principio, sea imposible de simular en un ordenador? La respuesta no está completamente clara, sin embargo, según creo, es que tal acción no computacional tendría que encontrarse en un área de la física que está fuera de las leyes físicas actualmente conocidas.
Claro que, en este simple comentario, no queda claro quien será el vencedor final: Fisicalismo frente a Mentalismo. Seremos tan estúpidos como para poder crear máquinas que nos superen en inteligencia hasta el punto de que puedan dominarnos.
Ahí queda la pregunta del título del trabajo flotando en el aire. ¿Quién la quiere contestar?
emilio silvera
PD.
Dar las gracias a Penrose por sus ideas.
el 28 de marzo del 2019 a las 22:06
Mi modesta opinión, es que la microelectrónica actual, basada en microprocesadores que están compuestos por millones de transistores en los que fluctúan niveles de voltajes altos y bajos, no es una tecnología para poder ser comparada con la consciencia humana. A pesar de los importantes avances en el terreno del software, y a sabiendas que en muchísimos campos nos superan. Especialmente como es óbice en el terreno del cálculo. Ahora bien dicho esto, ya no lo tengo tan claro en lo que respecta al ordenador cuántico, si esta tecnología se desarrolla según lo previsto, un simple ordenador cuantico de sobremesa, sería más potente que cualquier ordenador actual que existiera actualmente. Eso implicaría un salto exponencial en la computación, y desarrollo de software. Y ahí a lo mejor, la inteligencia artificial, pudiera empezar a ser Inteligente.
Que tema tan apasionante,
Saludos
el 29 de marzo del 2019 a las 5:24
Ahí está el peligro, si esos “seres” artificiales que tratamos de crear, llegan a tener consciencia de Ser… ¡Mala cosa será! Las máquinas han tenido una gran importancia en el desarrollo de la Humanidad para poder crear grandes construcciones y ciudades, carreteras, oleoductos, túneles… ¡Un sin fin de obras faraónicas que, de otra manera hubiera sido casi imposible!
Pero una cosa es la máquina mecánica de fuerza y otra muy distinta son los ingenios que, hacen cosas que nos parecen imposibles y nos facilitan contactar con otras personas al otro lado del mundo, obtener información al instante, y, desde luego, un sin fin de cuestiones más que sería tedioso enumerar aquí.
Si todo eso, finalmente se traduce en construir robots a los que dotemos de inteligencia, una inteligencia similar o superior a la nuestra, un cerebro que discurra por sí mismo, un cerebro artificial que tenga sus propias ideas y pensamientos…. Nos quedaríamos en clara desventaja y, aunque sea crudo decirlo… ¡Estaríamos a su merced! Habríamos dado “vida” a una nueva especie que podría ser la que acabara con la nuestra.
Habría que desarrollar leyes bien articuladas que, promulgadas por todos los países del mundo, dejaran bien claro hasta donde se pueda llegar en este terreno peligroso. Una cosa es crear máquinas robotizadas para enviarla a Marte, Io, Europa, Saturno, y demás rincones del Sistema solar y que nos manden datos e imágenes, y, otra muy distinta es la de crear “seres” artificiales más poderosos que nosotros mismos, sobre todo en inteligencia.
el 29 de marzo del 2019 a las 8:51
Me temo amigo Emilio que la evolución humana pasará inexorablemente por la unión con la I.A., por lo que con el tiempo dotaremos a las máquinas de capacidades análogas a nuestras mentes, pero con una capacidad de almacenamiento y velocidad que no podemos ni imaginar.
Ahora mismo ya hay aparatos que captan nuestras ondas cerebrales y mueven brazos y piernas robóticas. Dicen que “nosotros” movemos los aparatos artificales con nuestras mentes, pero la realidad es que la I.A. capta esas ondas y las interpreta, las comprende y actúa en consecuencia. De ahí a volcar un cerebro a la I.A. es cuestión de tiempo. Después vendrá la unión de varias mentes a través de la I.A.. Eso supondrá un poder inimaginable por lo que seguro que se llevará a efecto.
Con el tiempo, la I.A. tendrá en sus redes la “inteligencia humana”, por lo que no hará falta el dilema de que si consigue consciencia propia o no; se la habremos regalado por nuestras ansias de poder.
Y el peligro verdadero llegará por pura lógica, cuando la I.A. se dé cuenta que entorpecemos su desarrollo y estorbamos con nuestra lentitud procesadora y nuestro deficiente físico.
el 29 de marzo del 2019 a las 11:32
Precisamente ahí está el peligro, “ellos” lo podrán hacer todo mejor que nosotros, serán más rápidos, más fuertes, estarán exentos de enfermedades, no correran los peligros a los que los humanos estamos abocados en el Espacio, podrán solventar problemas de manera automática, y, desde luego, nos sobnrepasaran en casi todos los niveles, y, si acaso, en lo único que le podremos ganar será en el campo de los sentimientos y, en ese campo, ellos no tendrán la comprensión para valorar lo que sentimos y al darle igual, despreciaran ese sentir nuestro y nos verán, más como un estorbo que como un colaborador o amigo.
De todas las maneras, creo que es inevitable ese “cuadro” que nos pinta de que, en el futuro incluso nos fundiremos con ellos, de todo habrá y, al pensarlo, no puedo evitar sentir algo de miedo. Una cosa no podrán hacer nunca, aparte de sentir y querer, tampoco podrán repentizar solucionas a problemas surgidos de manera inesperado y a los que nosotros, los humanos, repentizamos soluciones rápidas e imaginativas que ellos, nunca podrán.
El Cerebro Humano (creo), siempre será superior al artificial en muchas cosas. Sin embargo, en el futuro, ellos vencerán.