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El hombre que quiso ser inmortal
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Imaginación ~ Comments (5)
Él se sentía frustrado al darse cuenta de que el Tiempo transcurría, año tras año, y no conseguiría ver lo que en unos pocos siglos se avecinaba en los campos científicos de la Física y la Astronomía que juntos, desembocaban en la Astrofísica que tantos secretos tenía pendiente de desvelar del Universo inmenso. Y, de la misma manera, en Biología y otras disciplinas del saber científico. Buscó con ahínco la manera para frenar los efectos del paso del tiempo a través del estudio de los mecanismos moleculares del envejecimiento, rama en la que era un experto mundial, el reconocido Stanley Griman, poseedor de todos los premios.
La persecución de la Inmortalidad le llevó a probar (a escondida) todos los experimentos que podamos imaginar, y, algunos de ellos, no serían muy bien vistos por la comunidad científica. Sin embargo, no se paró en remilgos de ética y buscó la manera de no envejecer hasta que, un buen día, en su lugar de trabajo, le anunciaron la visita de un tal Señor Isatel, nombre que no le decía nada y, a punto estuvo, ocupado como estaba de no recibirlo.
Cuando lo tuvo ante él, le llamó poderosamente la atención su enorme figura. Era fuerte y tenía una altura de cerca de dos metros, su cabeza carecía de pelo y su cara era pétrea, parecía cincelada por un escultor. Los ojos eran grandes y de pupilas marrones, le miraban fijamente. Cuando le dio la mano, sintió la fuerte presión en la suya y oyó aquella voz poderosa de extraña entonación pero comprensible.
¡Hola, profesor Stanley! Hace tiempo que le estamos observando y seguimos sus trabajos que, aunque precursores en este tiempo y de ideas nueva para la época, lo cierto es que son viejas y pasadas en mi mundo. Todas ellas quedan muy lejos de la realidad que trata de encontrar sobre el secreto de la vida eterna que, en realidad, reside en la genética.
Las palabras del extraño personaje le sonaron como si llegaran desde muy lejos y, a su mente acudió la imagen de una bella galaxia que, de inmediato desapareció. ¿Por qué aquella extraña visión? (Stanley no podía saber que le había sido transmitida por el extraño para enseñarle el lugar donde residía su especie).
Aquel personaje, sin dejarle reaccionar, continuó hablando: “Le diré que no soy de la Tierra y que en mi mundo, ya hemos encontrado lo que usted, con tanta pasión está buscando. Si quiere, le puedo dejar las fórmulas que le llevarán a ser inmortal pero, tengo una condición que ponerle. Sólo será aplicada a su persona y a nadie le dirá nada de este encuentro”.
Stanley, que había escuchado las palabras de aquel personaje en el mayor de los asombros, en un principio, no supo que decir, y, después de pasados unos pocos minutos con voz emocionada pudo articular unas palabras:
“Le prometo señor que, si me entrega esas fórmulas, sólo en mí serán empleadas y, el mundo, nada sabrá de su existencia.”
El extraterrestre le entregó un sobre y sin decir palabra, dio media vuelta y antes de que pudiera reaccionar, había desaparecido de su vista.
Con mano temblorosa abrió el sobre y sacó de él las cuartillas en las que aparecían ecuaciones y esquemas con precisas explicaciones y gráficos, así como nítidas imágenes de moléculas y las distintas reacciones que se producían a medida que las fórmulas químicas eran aplicadas a un ser vivo.
Tras muchos días de estudio y una vez en posesión de todos aquellos datos que se aprendió de memoria, hizo una hoguera y quemó cualquier pruebas de su existencia. Seguidamente, cogió a su equipo y, de forma separada, puso a trabajar a los especialistas, de manera tal que, el uno no sabía lo que el otro estaba haciendo, dejándose él los trabajos más delicados y, de aquella manera, completó todas las fórmulas químicas que le posibilitaron la preparación de medicamentos y las operaciones secretas a las que fue sometido por colegas amigos en un quirófano secreto.
Metido en toda aquella vorágine, se pasó los días en el laboratorio, apenas comía y, hasta de la familia se olvidó. No atendía llamadas y su puerta estaba cerrada para todos. “Ya estoy acabando, dejadme y no molestar”. les decía.
Para no cansar al lector les diré que el buen Stanley consiguió lo que quería, y, con el paso de los años, todos envejecían y él seguía igual. Vio todos los adelantos de su tiempo pero también, vio morir a su mujer primero y a sus dos hijos después, se quedó solo en el mundo pero, eso sí, siguió siendo testigo de los adelantos que la ciencia realizaba en todos los campos del saber humano.
Fue testigo en directo del primer encuentro del hombre con un agujero de gusano (Pero echaba de menos a su familia).
Pudo contemplar la era de los Robots que protagonizaban las primeras y verdaderas excursiones Espaciales visitando otros mundos de los que nos enviaban imágenes a través de agujeros de gusano, un medio encontrado para “burlar” y dejar de lado la velocidad de la luz, para poder visitar otros mundos en un tiempo relativamente corto. Pero Stanley… ¡echaba de menos a su familia!
La crionización Humana fue un un hecho cierto que fue alcanzado y, los pudientes, se metían en aquellos habitáculos para esperar el descubrimiento de la cura de sus enfermedades. Cuando se lograba la cura lo volvían a despertar y… ¡A vivir! (Recordaba con pena a su familia y una intensa nostalgia se apoderaba de él lentamente).
En el año 3.120 pudo realizar su sueño y fue parte de una excursión a Alpha Centauri pero… Notaba la falta de su familia. Ni el fascinante viaje logró borrar de su memoria la sonrisa de sus hijos y la bella cara de su esposa que le miraba amorosa.
Sí, es cierto que es bonito si pudiéramos estar presente en todas las maravillas que se avecinan y en los adelantos de la Ciencia que cambiará nuestro mundo de hoy pero, en cada momento, a los seres humanos, nos toca vivir el Tiempo que se nos ha dado, y, en ese Tiempo debemos desarrollar todas nuestras empresas y nuestros anhelos, vivir de la mejor manera posible “nuestro tiempo”, ya que, ambicionar otra cosa, no sería natural ni creo que nos hiciera más felices. Además, ¿quién quiere sobrevivir a sus hijos?
Pienso que estamos dotados de una inmensa imaginación de ilimitado horizonte, con ella, podemos ir a donde nos plazca e imaginar escenarios de increíble belleza en los que podemos estar de manera inmaterial, sin correr ningún peligro y, de esa manera, podemos trasladarnos al futuro que más nos guste o al que podamos pensar que será la realidad por venir dentro de 2.000 años. Otros, preferirán viajar al pasado, es cosa de gustos pero, todos, sin excepción, preferirán vivir junto a sus seres queridos que forman parte de sus vidas y llevan sus mismos genes. Otra cosa es caer en un fondo de tristeza que ninguna vivencia futura podría compensar.
Por el eso, el sabio decía: “Mientras exista la muerte… Habrá esperanza! Todo tiene que morir para que surja lo nuevo, esa es, amigos míos, la ley de vida de nuestro Universo.
Nunca ha sido bueno querer lo imposible, sentir de esa manera es estar abocado al sufrimiento y a la mayor de las frustraciones, ya que, desear lo que nunca tendremos… ¡No es muy racional!
¿La inmortalidad? ¡No gracias!
emilio silvera
el 3 de abril del 2019 a las 5:32
A estas alturas y con el nivel que hemos alcanzado en los distintos campos científicos, creo que llegar a los 80 años de edad… Es un buen regalo. ¿Que todos quisiéramos (salvo excepciones muy especiales), vivir mucho más? Por supuesto pero, de manera natural y sin tener que acudir a pociones mágicas y tampoco, tener que violentar a la naturaleza.
La Inmortalidad es un mito inalcanzable, cada uno de los seres vivos viene a este mundo con un signo marcado y, según su naturaleza, con unos años de vida media que los define: Una mosca vive una semana, un elefante 70 años, la tortuga del caribe 120, nosotros, los humanos andamos (ahora) por los 80 que, para el siglo que viene podrían ser 120. Sin embargo, la inmortalidad nunca estará, no ya con con nosotros que poseemos medio para poder alargar la vida, sino con ninguna criatura o cosa del Universo, en el que, la Ley que rige es que las cosas se destruyan para que den paso a las nuevas cosas.
De todas las maneras, como le pasó a éste hombre que perseguía la imortalidad, el conseguirla no le dio la felicidad, sino que, por el contrario, lo llenó de tristeza, ya que no pudo compartirla con los seres queridos.
Los seres humanos somos eminentemente sociales, queremos compartir “nuestras” cosas con los demás, y, vivir en un mundo extraño para nosotros en el que nos sintiéramos aislados y fuera de lugar… ¡No resultaría satisfactorio! Cada cosa tiene su Tiempo y, si la sacamos de él… ¡Nunca estará en su elemento!
Ni las estrellas que viven miles de millones de años tiene la inmortalidad y muewren para que otras estrellas nuevas brillen en el Universo “infinito”-
el 5 de abril del 2019 a las 8:11
No hay ningún ser que pueda ser inmortal, pero a lo mejor si que pueda ser repetitivo “en el Todo”, como ocurre con los elementos de nuestro Universo.
Eso ocurriría como pasa en este Universo para tiempos distintos.
¿Es posible que exista toda una gama de nosotros mismos que no tuviera fin?
¿Y para qué nos serviría tal cosa si al cabo aquí fenecemos?
Ello no quita que nuestros homólogos en ese Todo siguieran vivos.
¿Y por que nosotros no lo detectaríamos? Porque cada ser en su “situación” es “univoco”. No se podría vivir en dos sitios a la vez, pero sí que recibir unas básicas influencias mínimas como ocurre a los elementos que se llaman entrelazados. Poco importa que un elemento desaparezca (Fenezca en una transición) porque su número es inmenso.
Todo esta complicación o retorcimiento mueve a la risa por cuanto demostrarlo no está en nuestra mano.
Nadie que tome en serio la física conocida puede por menos que expresar una duda rotunda.
El “afán” de morir cuando ya todo falle no es cualquier cosa, y así será.
Pensar en nuestra pervivencia más allá no entra en nuestra consciencia.
Así, que borrón y cuenta nueva, que la inmortalidad, aún en estos casos solo seria relativa. Y para qué preocuparnos de algo que no nos queda a la vista.
Eso sí, soñar no cuesta nada, que en eso somos maestros.
Saludos.
el 6 de abril del 2019 a las 8:02
Una vez, cuando era muy joven y lleno de sueños, la ciencia ficción me llevaba a situaciones y mundos que despertaba mi imaginación, y, recuerdo una serie de novelas corta y pequeñas en las que, aquella sociedad avanzada, había descubierto la manera de efectuar una especie de “grabación” de los cuerpos (cuando estos eran jóvenes) y, cuando se llegaba a edades en las que el físico comienza a denotar el paso del tiempo, transferían la mente al cuerpo joven y… ¡a vivir!
Lo cierto es que siempre nos hemos resistido a ese final que nadie quiere, y, se ha pensado en mil maneras de eludirlo. Los grandes filósofos se preocuparon del hecho cierto de nuestra efímera existencia, y, se preguntaban por el sentido que tenía nacer, vivir una temporada y morir.
Beltrán Russell tiene algunos pensamientos a este respecto. Sin embargo, el UNiverso que nos ha tocado vivir funciona de esa manera, todo lo que “existe” viene con un Tiempo pre-determinado y, de no ocurrir alguna anomalía que cambie ese destino, al final se cumple. Todo comienza y termina para volver a empezar y, nosotros, junto a todos los seres vivos del UNiverso, no somos ninguna excepción.
¿Inmortalidad? ¿Dónde?
el 6 de abril del 2019 a las 16:25
El transferir la mente humana a I.A. parece que llegará a ser una realidad; pero nos encontraremos con un dilema. ¿Seremos nosotros mismos?; lo dudo, pues como mucho será una copia de nuestra red neuronal, pero como aún no sabemos en donde se encuentra la consciencia, posiblemente solo será eso, una copia imperfecta que únicamene servirá para algunas cosas intrascendentes., y lo que de verdad somos (o creemos ser), se irá con nosotros a la tumba.
Aunque yo ya tengo la solución desde hace tiempo; cuando vea que la pila se acaba, me haré Testigo de Jehová, y como ellos no se mueren nunca, pues arreglado.
De todas formas el tema es apasionante; hace poco leí que lo que nos produce la vejez y la muerte es la incapacidad de que nuestras células se reproduzcan perfectamente. En realiudad cada cuatro años cambiamos todas las células de nuestro cuerpo, por lo que en realidad somos copias de nosotros mismos desde los cuatro años de vida; pero llega un momento que las divisiones de las células no se hacen tan bien como de jóvenes, y las nuevas células imperfectas terminan por lanzar una especie de toxina que va envenenando a las sanas. De hecho ya han efectuado experimentos con gusanos y ratones eliminando esas toxinas y han conseguido triplicar la esperanza de vida de esos animalitos. Así que inmortales no, pero con una espoeranza de vida bastante más alta si que creo que se consiga, y a no tardar mucho; pero como nosotros ya no lo veremos, pues….vaya.
el 7 de abril del 2019 a las 3:54